Artículos periodísticos y de investigación

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12 de agosto de 2008

Haya de la Torre y la Revolución Moral

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Según el multifacético y ejemplar político Haya de la Torre , la moralidad es el prerrequisito de todo buen gobierno. No existe revolución profunda e irreversible si no hay ante todo una auténtica moralización. Revolución y Moralización caminan juntos para luchar contra los agitadores mercenarios, los colonos mentales europeos, la izquierda extremista y los tránsfugas políticos que hacen de la lucha política y del poder grandes negociados, repudiable entreguismo, prebenda e hipoteca de su conciencia al mejor postor.

Haya es uno de los pocos políticos latinoamericanos muy convencido, por cierto, que la moral de los gobernantes y gobernados debe mantenerse y desarrollarse en su más alto nivel, y que debe realizarse la revolución en las propias conciencias, pero con-ciencia y tecnología de última generación, dándole al alma de cada uno el riego vital de una nueva fe, de una singular mística revolucionaria y de una nueva esperanza.

Para Haya de la Torre , urge en el Perú una educación moral que despierte en la población la conciencia de la responsabilidad (pedagogía de la responsabilidad) y el elevado espíritu de lucha por la transformación estructural del país (pedagogía sociopolítica para el cambio). Urge una educación en valores éticos positivos, que capacite a las personas, a los trabajadores, empleados y funcionarios públicos para su realización creadora y la prestación de un mejor servicio a la colectividad. Decía: “Los mejores programas económicos y políticos fracasarían sin una enérgica tentativa para la educación moral del Perú”.

En los siguientes párrafos presentamos el pensamiento de Víctor Raúl Haya de la Torre sobre la necesidad de realizar en el Perú una profunda y ejemplar revolución moral y que los peruanos de buena voluntad debemos compartir y apoyar.

La moralización como base de la reconstrucción y reorganización del país. “Reconstruyamos y reorganicemos el país sobre las bases siguientes: 1) Reorganización total de la economía. Nacionalismo económico, liberación del yugo imperialista; contralor nacional de la producción y de la distribución de la riqueza; supresión del tributarismo al extranjero; defensa de la producción, defendiendo al productor; redención económica del indio (campesino): 2) Educación integral; moralización estricta de la administración; elevación del nivel espiritual del pueblo; 3) Sanción, que el que robó, devuelva lo robado; que el que es delincuente responda ante la justicia” (Londres, 1927).

Necesitamos una revolución moral. “En el Perú no sólo necesitamos una revolución económica, social, educativa, sino también moral; y necesitamos que la bandera de que tantas veces se habló, se enarboló y tantas veces de prostituye, en la juventud no sea una falsificación torcida, ni una defraudación, ni un burdo engaño y una mentira. En la juventud debe ser un principio, una norma y un designio. Y cada vez que digamos que hay que moralizar, democraticemos la idea de la moralización, y digamos: La moralización debe comenzar por los moralizadores”.

La moralidad gubernativa. ”Los pueblos no se educan únicamente en las escuelas, colegios o universidades, se educan primordialmente en el ejemplo. La moralidad gubernativa es una de las enseñanzas fundamentales que deben darse a un pueblo. Cuando un aprista delinca ¡acúsenlo! Quien delinca será dos veces culpable y castigado, porque recibirá la maldición del pueblo aprista y la maldición de la Patria. No tengan miedo de acusarlo, porque se encontrará en el partido los mejores fiscales para condenar al culpable. Por tal razón, está demás el dicterio, el ultraje, porque nosotros no nos perdonamos a nosotros mismos. Pero exigimos del otro lado no profanar la verdad. Es necesario que cuando alguien pueda levantar el dedo para acusar a un aprista, que sea en verdad una acusación justificada. Nosotros garantizamos que un movimiento como el nuestro no puede tolerar pillos en su seno”.

Siendo honrado no nos importa que no sea aprista. “Quiero decir también al funcionario que no es aprista y que es honrado, que nada tiene que temer del Partido, porque siendo honrado no nos importa que no sea aprista; basta que cumpla con su labor con eficiencia y con probidad”.

Somos fuerza moral del país que señala el camino de una nueva política. “El mejor fundamento de nuestro Partido, es, consecuentemente, nuestro deseo de incorporarnos como fuerza moral del país que señala el camino de una nueva política dignificada y humana. Ha llegado el momento de demostrar que en el Perú las masas nacionales pueden construir sus bases democráticas sin recurrir al soborno y sin recurrir a la política de los viejos métodos”.

Sí es posible salvar a la Patria por el camino de la renovación moral. “Mi única aspiración, desinteresada y legítima, ha sido y es demostrar al pueblo y a la juventud que sí es posible salvar a nuestra Patria por un camino de auténtica renovación moral, en el más elevado y constructivo sentido del concepto”.

La caudalosa riqueza moral de los líderes apristas. “Por eso es que puedo decirles que nuestro Partido tiene esa caudalosa riqueza moral, que hace de cada uno de nuestros líderes, que hace de cada uno de nuestros militantes, un verdadero personero de lo que significa el APRA como valor inteligente y espiritual en la vida del Perú”.


Fuerza de moralización y de cura política. “No perder energías y hacer del APRA una poderosa fuerza de moralización y de cura política que traiga como consecuencia justicia y bienestar”.

Este gobierno no repetirá vicios del pasado. “Jóvenes y viejos, este gobierno no repetirá vicios del pasado, no tendrá tarjetas de recomendación. No es para ambiciosos ni buscapuestos. Es para trabajadores sacrificados y decididos a lograr la felicidad del Perú. El APRA ha nacido como fuerza moral renovadora para forjar hombres nuevos para un Perú y una América Latina nuevas. Ha nacido para “tatuar con sangre en la historia, la huella pujante y triunfal, que dará a los que luchen mañana digno ejemplo de acción contra el mal”.

Servidores capaces, especializados y técnicos. “Nosotros debemos tender, fundamentalmente, a organizar un Estado con servidores capaces, con servidores especializados, con servidores técnicos. Para este fin hay que excluir, en cuanto se pueda, la politiquería de la administración y, siguiendo este propósito, acabar con los puestos de favor, establecer un escalafón, el examen de todos los que quieran servir al Estado, abolir las tarjetas de recomendación y terminar con la mendicidad en las puertas de los ministerios y con los puestos como paga de servicios electorales.

Carrera administrativa basada en el mérito de eficiencia. “De otro lado, en un país como el Perú en que los servicios del Estado resultan el objetivo profesional de grandes sectores de nuestra clase media, la organización de la carrera administrativa, basada en el mérito de eficiencia, sería un factor efectivo de moralización. El servidor del Estado adquiriría la plena conciencia de que sólo su capacidad y su severo sentido del deber serán garantías plenas de posesión del empleo y de progreso en su carrera; el pretendiente a un empleo del Estado sabría también cuál es el único camino para conseguirlo. Abolido el puesto de favor personal o político, el Estado ganaría un máximum de servicio que tendría derecho a exigir, y cumpliría una eminente misión educadora, proscribiendo la humillación, el servilismo y la venalidad que son consecuencia de nuestro viciado método actual de distribución de empleos. El ascenso de los oficiales debe reposar sobre la garantía de su capacidad técnica y de su honorabilidad para que no se convierta a favor ni en pago de servicios políticos. Nosotros no somos una fuerza política para repartir puestos públicos”.

Ética puritana. “El aprismo cree en el misticismo social y político como expresión colectiva del imbíbito fondo religioso del individuo. Y en este aspecto, la disciplina aprista expresa una ética puritana y nueva. Por eso, el aprismo se llama también “fuerza moralizadora”. ¡Pureza, honradez, lealtad, desinterés! “

Dignifiquemos la lucha política. “¡Que el ambicioso no tenga sitio en nuestras filas! Seamos diferentes de todos aquellos que toman la política como una aventura, como un negociado. El único camino para dignificar las luchas políticas consiste en que el bando más consciente de su misión histórica dé ejemplo de serenidad y de fortaleza moral. Partimos de un plan de reconstrucción económica nacional y de reorganización técnica y moral del Estado sabiendo que son normas para un vasto desarrollo integral. Nuestra disciplina, nuestra organización, nuestra unidad, nuestro absoluto desinterés personal, son medios morales de educción individual, social y política, absolutamente necesarios en un pueblo como el nuestro al que faltó siempre el ejemplo saludable de directores preclaros. Porque es necesario repetirlo: tan importante como la obra de reorganización material del país, consideramos la de su moralización. Una y otra están relacionadas”

Nuestro Partido no excluye de sus rangos a nadie. “Nuestro Partido no excluye de sus rangos a nadie que esté listo al servicio sacrificado y altruista del país. Sólo no caben en él los egoísmos y los traficantes, los fariseos de la democracia y los sórdidos servidores del despotismo y la injusticia. Nuestro Partido reclama, pues, en nombre del pueblo, que no olvide el gobierno que la conciencia nacional exige la renovación de las instituciones del Estado, viciadas por la corrupción y manchadas por el crimen. Es necesario acomete resueltamente la obra de devolver a la nación sus derechos integrales”

Somos una fuerza social con espíritu de justicia. “En este país de vicios, corrupción y peculados, en este país de crímenes y de vergüenza ha aparecido una fuerza empujada por el pueblo, que es todo pureza, todo espíritu de justicia, todo sentido de realidad. Los miopes no supieron comprenderla. Esto ha pasado siempre en la Historia ”.
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