Artículos periodísticos y de investigación

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18 de agosto de 2009


OBAMA Y “LA AUDACIA DE LA ESPERANZA”



Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete


Barack Hussein Obama, nació el 4 de agosto de 1961, en la ciudad de Honolulu, Hawaii. Creció sin un padre en casa. Sus padres se divorciaron cuando él tenía sólo dos años. Su abuela le ayudó a criarle por buen tiempo, vivió en casa de su padrastro durante cuatro años.

Fueron su madre y su abuela quienes aportaron el equilibrio en su vida. “Gracias a ellas –decía- nunca carecí de nada importante. De ellas aprendería los valores que me han guiado hasta el día de hoy”, aunque “También yo sentí la marca que la ausencia de un padre puede dejar en un niños”.

Obama, actual presidente de los Estados Unidos de América, conoció por primera vez la Casa Blanca en 1984, cuando acababa de obtener su licenciatura en la universidad y trabajaba como organizador comunitario desde el campus en Harlem del City Collage de Nueva York.

Empezó su carrera política como organizador comunitario en áreas empobrecidas de Chicago. Tenía entonces treinta y cinco años de edad y empezó hablando con cualquiera que quería escucharle. Y él estaba convencido que si bien no podía resolver todos los problemas, sí podía avanzar en cosas importantes.

Fue senador por el estado de Illinois, senador afroamericano en los EE.UU., primer candidato afroamericano del Partido Demócrata y el primero en ejercer el cargo presidencial.

Desde el inicio de su campaña presidencial (2007), propuso poner fin a la Guerra de Iraq, incrementar la independencia energética, prestar asistencia sanitaria universal y seguridad ciudadana, como las grandes prioridades de su futuro gobierno.

Desde su llegada al Senado criticó constantemente las políticas de la Administración Bush, llegando a calificar a las bajas de impuestos para los ricos que ha implementado de “fiscalmente irresponsables y moralmente problemáticas”.

“He criticado a la administración – señala Obama- por carecer de una política de salud significativa, por no tener ninguna política energética seria ni una estrategia para hacer a América más competitiva. En 2002, justo antes de anunciar mi candidatura al Senado, pronuncié un discurso en una de las primeras manifestaciones contra la guerra en Chicago. En el discurso puse en duda las pruebas con las que contaba la Administración sobre la existencia de armas de destrucción masiva y sugerí que una invasión de Irak podría resultar siendo un error muy caro”.

ORGANIZACIÓN DE LA OBRA
“La audacia de la esperanza. Cómo restaurar el sueño americano”, se desarrolla en nueve capítulos y un epílogo: Republicanos y demócratas (1), valores (2), nuestra Constitución (3), política (4), oportunidades (5), fe (6), raza (7), el mundo más allá de nuestras fronteras (8), familia (9) y epílogo.

Al respecto, escribe el autor de la obra: “Permítame que explique con más detalle cómo se organiza este libro. El Capítulo Uno trata de nuestra historia política reciente e interna de explicar algunas de las causas del obstinado partidismo que vemos hoy. En el Capítulo Dos hablaré sobre los valores comunes que pueden servir de base para un nuevo consenso político. El Capítulo Tres explora la Constitución no sólo como fuente de derechos individuales sino también como medio para organizar el debate democrático acerca de nuestro futuro colectivo. En el Capítulo Cuatro trato de detallar algunas de las fuerzas institucionales –dinero, medios, grupos de interés y el proceso legislativo- que asfixian hasta al político con las mejores intenciones. Y en los siguientes cinco capítulos apunto cómo creo que podemos ir más allá de nuestras diferencias y solucionar de forma efectiva algunos problemas concretos: la cada vez mayor seguridad económica de muchas familias americanas, las tensiones raciales y religiosas dentro del cuerpo político, y las amenazas transnacionales – del terrorismo a las pandemias- que se avecinan desde más allá de nuestras costas”.

HACIA UNA NUEVA FORMA DE HACER POLÍTICA
Obama empezó a preocuparse por los grandes problemas de las mayorías ciudadanas más necesitadas, y como todo buen demócrata pensó en una nueva forma de hacer política, “que sea capaz de basarse y construir sobre lo que nos une como americanos”.

Manifiesta que “No hace falta ninguna encuesta para saber que la inmensa mayoría de los americanos-sean republicanos, demócratas o independientes-están hartos de la zona muerta en la que se ha convertido la política, en la que intereses que representan a muy pocos tratan de conseguir ventajas y las minorías ideológicas intentan imponer su particular versión de la verdad”.

Más adelante advierte: “…y que si no cambiamos de rumbo pronto, puede que seamos la primera generación en mucho tiempo que deje a sus hijos un país más débil y dividido que el que heredó de sus padres. Quizá más que en ningún otro momento de nuestra historia reciente, necesitamos una nueva forma de hacer política, que sea capaz de basarse y construir sobre lo que nos une como americanos”

Proclama la necesidad de “una nueva forma de hacer política, que sea capaz de basarse y construir sobre lo que nos une como americanos”, ante un discurso político actual que los divide innecesariamente. Y convoca a los ciudadanos estadounidenses a “hacer algo para que la política vuelva a cimentarse en la noción del bien común”.

Cree también que aunque no se puede resolver todos los problemas, “sí podemos avanzar en cosas importantes” e “iniciar el cambio de nuestra política y nuestra vida cívica”.

“Tendremos que alinear nuestras políticas, –dice Obama-, para ayudar a reducir las esferas de inseguridad, pobreza y violencia en todo el mundo, y tendremos que dar a la gente una participación mayor en el orden global en el que tan bien nos ha ido”.

Enfatiza que “La gente concibe el mundo a partir del lenguaje de los valores” porque considera que esto que puede llevarles “a pasar a la acción y hacer que salgan de su aislamiento”.

Revela, con conocimiento de causa: “Es una tradición americana el atribuir los problemas de nuestra política a la mala calidad de nuestros políticos. En ocasiones, este sentimiento se expresa en términos muy explícitos; el presidente es un imbécil o el congresista tal o cual es un vago. A veces la acusación es más general, al estilo de “Todos están comprados por los grupos de interés. La mayoría de los votantes concluye que todo el mundo en Washington se limita a “jugar a la política”, queriendo decir con ello que votan o adoptan posiciones contrarias a su conciencia, basadas en las contribuciones que recibe su campaña o en las encuestas o en su lealtad al partido más que en tratar de hacer lo correcto”.

PROBLEMA SOCIAL Y ALTERNATIVAS
Según Obama, Estados Unidos es la única nación occidental que no ofrece servicios de guardería diurna de alta calidad que sean subvencionados por el gobierno a todos sus trabajadores.

“A diferencia de la mayor parte de los países europeos, la guardería diurna en Estados Unidos es un asunto caprichoso y caótico”.

Ante este problema social, Barack Obama plantea: “Mejorar el sistema de licencia y formación para guarderías aumentar las desgravaciones fiscales federales y estatales por hijo y ofrecer unos subsidios según el nivel de ingresos a las familias que los necesiten podrían dar tanto a las familias de clase media como a las de ingresos bajos un poco de tranquilidad durante el día y beneficiar a sus jefes por el descenso del absentismo laboral”.

Confiesa: “Me gusta animar a los jóvenes a que muestren más reverencia hacia el sexo y la intimidad y aplaudo los esfuerzos de los padres, congregaciones y programas de la comunidad que transmiten ese mensaje. Pero no estoy dispuesto a condenar a una adolescente a una vida de sufrimiento negándole acceso a sistemas de control de natalidad. Quiero que las parejas entiendan el valor del compromiso y los sacrificios que comporta el matrimonio, pero no estoy dispuesto a utilizar la fuerza de la ley para mantener unidas a las parejas sin tener en cuenta las circunstancias personales de cada caso”.

Propone que “Los programas comunitarios que han demostrado su eficacia para prevenir embarazos no deseados – o promoviendo la abstinencia, o promoviendo el uso adecuado de los contraceptivos- merecen un amplio apoyo”.

“También es hora de que rediseñemos nuestras escuelas, -refiere el autor-, no sólo por el bien de los padres trabajadores, sino también para preparar a nuestros hijos para un mundo más competitivo….”
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