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19 de marzo de 2015

LA TEORÍA DE LA CALIDAD EDUCATIVA Y LAS UNIVERSIDADES

LA TEORÍA DE LA CALIDAD EDUCATIVA Y LAS UNIVERSIDADES

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

La educación universitaria de calidad hará posible alcanzar los objetivos, los fines, los resultados deseados, la modernización de las universidades y los grandes objetivos de desarrollo y progreso del país.

Actualmente hay acuerdo universal en el sentido de que es el usuario del servicio educativo (el estudiante) quien decide si el servicio educativo que recibe tiene o no tiene calidad; si tiene óptima calidad, mediana calidad o simplemente no tiene calidad.

La educación universitaria de calidad de un país tiene que conjugarse necesariamente con la educación de la sociedad global, con la pertinencia social, con el impacto que genera en los estudiantes, en los egresados, en el mercado laboral y en la sociedad, y el flujo de repercusiones positivas y de cambios estructurales  que produce en el país para alcanzar mayores grados y niveles de crecimiento, desarrollo y progreso.

Se dice que las instituciones educativas en general son eficaces y eficientes en la medida que alcancen los objetivos, fines, metas y resultados planificados con el mínimo de los recursos disponibles (humanos, económicos, materiales, etc.) y usen los recursos (materiales, económicos, humanos, etc.) de manera racional, equitativa, óptima y transparente y para satisfacer las expectativas de los integrantes de la comunidad educativa institucional y la comunidad educativa nacional.

El concepto de calidad proviene del ámbito económico industrial y toma mayor fuerza e impulso a medida que la economía se vuelve más competitiva ante las exigencias económicas externas de un mundo globalizado para la producción y la prestación de mejores bienes y servicios.

Mora (1991), haciendo referencia a los trabajos de Georges (1982) y Astin (1985) resume en cinco enfoques evaluativos la conceptualización de la calidad universitaria:
1. La calidad como reputación,
2. La calidad como disponibilidad de recursos,
3. La calidad a través de los resultados,
4. La calidad por el contenido,
5. La calidad por el valor añadido.

Cuando hablamos de calidad educativa tenemos que hablar sobre calidad en todo orden de cosas:
Calidad de la educación como proceso-función,
Calidad del diseño curricular,
Calidad del proceso de orientación aprendizaje,
Calidad del producto educativo (el profesional),
Calidad en el acceso,
Calidad en la consecución de metas,
Calidad en la adecuación de las acciones a un fin,
Calidad del desarrollo institucional,
Calidad como adecuación al mercado laboral,
Calidad de los trabajos de investigación científica,
Calidad de los bienes y servicios educativos,
Calidad como adecuación al mercado laboral,
Calidad en la proyección hacia la comunidad,
Calidad como eficacia-eficiencia económica,
Calidad como satisfacción del usuario del servicio educativo,
Calidad en la actualización de conocimientos y el autoperfeccionamiento de estudiantes, egresados y profesionales,
Calidad en el trabajo en equipo de profesores y estudiantes,
Calidad de las obras de especialidad y de cultura general que leen los estudiantes y profesionales,
Calidad en la participación activa de los educandos, docentes y del personal administrativo y de servicios en la vida de la institución, en un marco de valores donde todos se sientan respetados y valorados como personas.

La educación universitaria de calidad efectúa una serie de transformaciones en el educando: Enriquecimiento de su mundo cognoscitivo y de su conducta moral; proporciona las herramientas apropiadas para su futuro desempeño profesional con efectividad, eficacia y eficiencia; desarrolla sus competencias, actitudes positivas y capacidades de actuar eficiente y con valores éticos, y le convierte en exitoso actor intelectual y material de su propio destino.

Todos desean una educación universitaria de calidad. La excelencia es el grado máximo de la calidad en materia de educación. La evaluación de la calidad de la educación universitaria es un rasgo esencial y una necesidad de la educación en general y especialmente de la educación universitaria de los países lentos o en vías de desarrollo, y constituye una práctica permanente y generalizada en los países industrializados o países veloces.

En educación querer negar el significado del valor de la calidad es querer negar la esencia misma del ser humano como usuario del servicio educativo. Y ese valor únicamente lo ejerce el ser humano, el ser humano como orientador del aprendizaje (docente) o como receptor de la teoría y la práctica educativa (educando). Y para determinar la calidad de cómo lo ejerce dependerá de las cualidades inmanentes y trascendentes de su ser y de su hacer. Y la mente es el origen o la causa de todo cuanto el ser humano es o pretende ser o hacer algo con calidad o sin ella. Nada se hace sin la mente. La mente se genera en las personas, la mente forma parte de la vida de las personas y se plasma en la realidad con determinadas intenciones, mensajes, ideales, objetivos, fines y metas. Y de todo ello trata la Teoría de la Calidad Educativa.

La teoría de la calidad educativa se orienta al cambio de la educación en todos sus órdenes, dimensiones, niveles y modalidades. Cambio educativo significa sustituir una condición negativa en el campo educativo, por una condición positiva. La mejora continua en la persona es la razón de la existencia de la calidad educativa para lograr la realización plena de su personalidad dentro de la sociedad y alcanzar los objetivos, fines y metas de su carrera profesional. Y al sacar lo mejor de sí mismo (calidad) se hace con el fin de servir mejor a sí y a los demás. No olvidemos que educar significa sacar lo mejor de sí mismo, sacar lo mejor de dentro hacia fuera para expresarlos en actos, actitudes, pensamientos y actividades en bien de sí, de los demás y de la comunidad.

La teoría de la calidad educativa trata sobre el como crear las condiciones internas en el educando y en el educador para que las cosas se den de la mejor manera, es decir una mejora continua, para hacerlas bien y poder contribuir a la satisfacción de las necesidades, expectativas y la solución de los problemas.

El enfoque “cero defectos” como calidad total en la educación, cuando todo se hace bien las cosas desde el inicio, durante el proceso y la salida del producto, está en opinión de Peters y Waterman (1982) intrínsecamente ligado con la noción de “cultura de calidad”, la misma que se da en la organización donde la responsabilidad recae sobre todos y no solamente en los controladores de la calidad (Crosby, 1986).

La educación de calidad total es aquella que provoca, incentiva y efectúa cambios y lo enriquece. Esta noción de “valor agregado” otorga un sentido sumativo a este enriquecimiento (Astin, 1985), pues el “valor agregado” es una medida de cualidad en tanto la experiencia educacional enriquezca el conocimiento, las habilidades y destrezas de los estudiantes (H M Goverment, 1991). Entonces, se dirá que una universidad es de calidad en tanto enriquece sobremanera a los usuarios del servicio educativo y le permite actuar con eficacia, efectividad y eficiencia, haciéndole protagonista de su propia transformación y actor intelectual de la construcción de su propio destino y futuro profesional.

El paradigma convencional o tradicional nos dice que debemos mejorar la calidad de la educación en general para atender y satisfacer en la mejor medida la demanda del mercado interno y mercado externo.

Y el nuevo paradigma del siglo XXI es mejorar la calidad de la educación universitaria con el fin de crear una nueva y mejor oferta de mercado (innovación, ciencia y tecnología), por cuanto se considera a las universidades como instituciones superiores de capacitación, actualización y formación de profesionales de alto nivel y generadoras de conocimiento, de saber, de cultura, de ciencia y de tecnología fundamentales para lograr la solución de los problemas de la comunidad y del país y con ello puedan alcanzar su ansiado crecimiento, desarrollo y progreso autosostenido, sustentable y consolidado.

Durante los últimos años del siglo XX y los inicios del siglo XXI todos los esfuerzos de las universidades públicas y universidades privadas, mayormente de estas últimas, convergen en la necesidad de abrir un debate amplio sobre el problema de la calidad educativa.

El discurso predominante subraya que es necesario contar con mayores y mejores niveles de calidad en las estructuras, en los procesos y en los resultados de la educación superior universitaria para estar en condiciones óptimas de competir entre ellas y con las universidades de los demás países del mundo.

La Universidad que logra atraer los mejores postulantes, los mejores estudiantes, los mejores catedráticos, los mejores recursos físicos, didácticos y tecnológicos, los mejores trabajadores, empleados, funcionarios y autoridades, los mejores laboratorios, talleres y bibliotecas virtuales, etc., es una universidad de calidad y por esta razón está en condiciones de producir un mejor producto educativo para la sociedad de acuerdo con sus necesidades y expectativas.

Y las universidades de Perú, para garantizar una educación de calidad no dejan de pensar en inscribirse en un sistema de calidad total (SCT), al que algunos expertos también denominan Administración de la Calidad Total (ACT) o Gestión de Alta Calidad Total (GACT).

En Estados Unidos, los principales precursores de los conceptos modernos de calidad total son Philip B. Crosby, Edwards W. Deming, Armand V. Feigenbaum, Joseph M. Juran, En Japón figuran Kaoru Ishokawa y Shegeru Mizuno.

Muchos expertos coinciden en manifestar que sólo actuando dentro de un SCT se podrá actuar con éxito frente a los mega paradigmas del siglo XXI: la Modernización del Estado, la modernización de las empresas, instituciones, organizaciones, sindicatos, partidos políticos, etc., el Empowerment (dar poder y participación en la toma de decisiones empresariales, educativas, etc.), la globalización (incorporarse a los mercados abiertos, sin fronteras espaciales ni temporales) y la actualización de conocimientos y de equipos de última generación (educación y tecnología).

Este sistema de calidad total (SCT) permitirá a las universidades ofertar a los estudiantes y a la comunidad una educación en óptimas condiciones y con altos niveles e índices de calidad.
“El SCT –refiere Víctor Antonio Bazán León – tiene cuatro grandes principios que deben ser compartidos y hechos propios por todos los miembros de una organización que adopta estos principios: a) mejora continua; b) participación de todos los miembros de la institución desde la alta dirección; c) trabajo en equipo, no solo en grupo; y d) enfoque del cliente: los alumnos” (antoniobazan@yahoo.es)

El Sistema de Gestión de Calidad Total (SGCT) puede desarrollarse a través de varias estrategias metodológicas: Total Quality Management (TQM) o Mejora continua, Reingeniería, Benchmarking, entre otras.

Los entendidos en temas universitarios coinciden en manifestar que la calidad del sistema educativo universitario depende mayormente de la calidad de la gestión de las propias universidades, gestión que deberá ser racional, ágil, creativa, innovadora, eficaz, rápida, desburocratizada, descentralizada, austera, proveedora de un buen servicio educativo, con decisiones compartidas y visión de futuro.


Harvey y Green (1993) analizan cinco concepciones diferentes de calidad y su relevancia para la educación superior, considerando que no hay una definición unívoca de calidad educativa. Tales como los siguientes: 1. Calidad como un fenómeno excepcional o algo especial; 2. Calidad como logro de un propósito; 3. Calidad como perfección o coherencia; 4. Calidad como relación valor-costo; 5. Calidad como transformación (cambio cualitativo).
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