Artículos periodísticos y de investigación

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29 de abril de 2019

SINOPSIS DE LA POLÍTICA EN EL PERÚ


SINOPSIS DE LA POLÍTICA EN EL PERÚ

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

No se ha reparado quizá todavía en el hecho de que ningún país sudamericano llegó a sumar en el siglo XIX una cantidad de luchas internacionales tan grande como el Perú. Ellas fueron las siguientes: invasión de Bolivia (1828); guerra con la Gran Colombia (1829); choques civil-internacionales entre peruanos, bolivianos y chilenos (1836-1837); última guerra con Bolivia (1841-42), campaña del Ecuador (1859), conflicto con España (1866); fuera del Pacífico (1879-83). En total, se sucedieron nueve guerras, abarcando quince años”, refiere el historiador peruano Jorge Basadre en “La promesa de la vida peruana”, pero todas estas guerras fueron libradas con carácter defensivo.

En el siglo XIX y hasta las dos terceras partes del siglo XX, la democracia en el Perú nació y murió muchas veces. Guerras, tiranías, dictaduras y breves tiempos de democracia vivieron los peruanos. Más pudieron las bayonetas, metralletas y tanques blindados de militares ambiciosos de poder político que las inmensas aspiraciones de justicia de la población. La sociedad se volcó a las calles sin rumbo y sin destino, sin un objetivo humanista que integre sus demandas y reivindicaciones y sin posibilidades de manifestarse libremente ante las pretendidas “reformas estructurales del Estado” que imponían ajustes, sacrificios y encarecimiento de la vida.

Históricamente, co-gobernaron el Perú  los militares -vía golpe de Estado- y los civiles en su mayoría de derecha. Cuando la fuerza de la razón entraba en crisis, de repente se levantaba algún militarista para imponer la razón de la fuerza, argumentado que los civiles no estaban preparados para gobernar el país. Y así poco a poco se adormecía la conciencia ciudadana y se incrementaba la desconfianza colectiva en la política y los políticos. La democracia no podía estabilizarse, regenerarse y expandirse, y gobierno tras gobierno aumentaba la pobreza, la desigualdad, la exclusión, el desempleo, la corrupción y la injusticia en todos los poderes del Estado. Los derechos humanos y las libertades individuales entraron en sus cuarteles de invierno.

Decía el maestro Luis Alberto Sánchez: “En mi país se hizo célebre una dolorosa frase antipatriótica. Vivíamos los amargos días de la guerra del Pacífico. El desbarajuste nacional era causa directa de los fracasos; surgió en medio del desorden un caudillo tratando de ordenar el país: Piérola. Y yo no sé si es cierto, pero no ha sido negado jamás, el hecho de que sus enemigos, el civilismo peruano, enunció su consigna de odio: “Primero los chilenos que Piérola”.

Ulteriormente, desde 1931 se hizo duradera la consigna promovida por los agentes nativos del imperialismo yanqui y del comunismo internacional: “Primero la dictadura militar que el Aprismo”. ¿Y cuál fue su efecto? Por muchos años a los apristas les fueron cerradas las puertas de la legalidad, sus derechos políticos estuvieron disminuidos, no se les permitió organizarse libremente, sólo pudieron elegir y no ser elegidos para cargos públicos en las elecciones municipales y nacionales. Su máximo líder Haya de la Torre, fue permanentemente desterrado, calumniado en los medios de la derecha y del comunismo.

Los grupos de poder económico tras capturar el poder político convirtieron el Palacio de gobierno en un club de compadres en busca del presupuesto nacional, con el fin de amasar fortunas, pagar favores políticos y perpetrar las más detestables corrupciones, inmoralidades y desfalcos. Así tuvimos gobiernos entreguistas, serviles del imperialismo e insensibles a las demandas del pueblo.

Advino entonces  la desnacionalización, la esclavitud económica y el colonialismo mental. El Estado era representante de los intereses extranjeros y sirviente del imperialismo, que hipotecaba los recursos naturales a las empresas transnacionales. El Estado centralizó por mucho tiempo los servicios y las inversiones en la capital de la República, privando a los pueblos del interior del país la solución oportuna de sus ancestrales problemas de tierra, luz, agua, vivienda, educación, salud, pan y libertad.
El Apra fue el único partido político en Perú e Indoamérica que más ha sufrido terror, persecución, martirio y cuyas victorias electorales le fueron desconocidas por el atropello, el veto o el fraude con el propósito de impedir su llegada a Palacio de gobierno. Algo más: fue el único partido político que fue llevado ante la Corte Internacional de La Haya, en la persona de su Jefe y Fundador Víctor Raúl Haya de la Torre, acusado de “crímenes comunes”, para después de una rigurosa e imparcial investigación ser absuelto por cuanto el gobierno de Odría no pudo demostrar que los delitos de que acusaban a Haya de la Torre sean delitos comunes, según el fallo de la Corte Mundial del 20 de noviembre de 1950.

Algo más. Las tiranías militares persiguieron a los apristas en forma sangrienta. Más de seis mil de sus afiliados cayeron bajo las balas de la represión reaccionaria; muchos de sus líderes fueron ejecutados, murieron en las prisiones. Derechas e izquierdas totalitarias se aliaron tratando de exterminar este movimiento histórico. Y no pudieron conseguir sus malévolos objetivos.

El filósofo indoamericano Antenor Orrego Espinoza, en su obra Pueblo-Continente, refiere: “Al caudillismo militar y personalista, sucede el héroe civil, que es innumerable, que es la masa misma que se deja matar heroicamente en las trincheras de Trujillo, que se triza en las mazmorras del frontón, de la Intendencia y del Real Felipe, que agoniza en las selvas infernales del Satipo y del Madre de Dios, que cae en los fusilamientos clandestinos bajo los muros de Chan-Chan, que se abate en los asesinatos de Huaraz, Cajamarca, Cajabamba, Ayacucho y Huancavelica; que muere, en fin, cantando la Marsellesa en los fusilamientos de los marineros de la Escuadra en San Lorenzo. Es el héroe civil de la nueva América”.

De esta lucha ideológica, entre el comunismo internacional y el APRA, éste último salió triunfante. El primero se atomizó en varios minipartidos y no llegó a ser gobierno en el Perú; en cambio, el Apra mantuvo su unidad y ya fue dos veces gobierno con Alan García Pérez como presidente de la República (1985-1990; 2006-2011).

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¿QUÉ CLASE DE PAÍS ES EL PERÚ?


¿QUÉ CLASE DE PAÍS ES EL PERÚ?

Escribe: Eudoro Terrones Negrete


El Perú es un país de tradición occidental, católico, democrático, libre, multilingüe, de variada geografía, de diversidad de climas, culturas y riqueza; país en el que conviven desde el chuncho hasta el hombre civilizado, país con predominio de población urbana y de población relativamente joven, país de mega diversidad, país colonial o semicolonial económicamente, país paradójico, país propicio a la inmigración y país lingüísticamente fragmentado.

Civilistas, colonos mentales europeos, escépticos, pesimistas, derrotistas y agentes de la bancocracia, dictadores y tiranos, tránsfugas y camaleones de la política y empresarios conservadores calificaron a Perú de una y mil formas, con los términos más atrevidos que querían y en función a sus intereses inconfesables. Hagamos un repaso rápido de lo que dijeron cada uno de ellos.

Los colonos mentales europeos argumentaron que somos un país “de eco y de reflejos”. Escépticos y pesimistas, derrotistas y agentes de la bancocracia argumentan que “aquí nadie se sacrifica por nada, todo se compra y se vende al mejor postor”. Dictadores y tiranos no faltaron en motejarnos como “pueblo de cobardes”, como si trataran de endosarnos el calificativo que más bien a ellos les pertenece. Tránsfugas y camaleones de la política peruana indican que “los peruanos olvidan y perdonan fácilmente” y que “en política no pasa nada si uno traiciona a sus ideales”. Empresarios conservadores ven el Perú como “el país ideal para hacer buenos negocios”. Los devotos de gobiernos de facto dicen que “somos un país incapaz de gobernarnos democráticamente”. Se ha dicho, en más de una oportunidad, que el Perú es un país de tradiciones, de mezquindades, carente de fe y de esperanza, en el que “el vivo vive del sonso y el sonso vive de su trabajo”. El sabio Antonio Raimondi manifestó que “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”.

Pero sí es verdad que el Perú es un país con lenta e insuficiente integración social, geográfica y económica, país con escasez productiva y baja productividad, con mala distribución de las riquezas, colonia económica del neo-imperialismo mundial, país dependiente y dominado por los grandes grupos de poder económico, país sin un mercado común interno en el cual participen la inmensa mayoría nacional. El Perú es un país con importación significativa de productos y de patrones de consumo, no obstante contar con rico y variado recurso natural, es un país de economía dual sin lazos de integración.

Ricardo Ramírez Cuentas, en su obra La última oportunidad (Lima, 2018:45), señala: “El Perú, es un país beneficiado por la naturaleza, en nuestro territorio se encuentran todos los climas del mundo, todos los pisos ecológicos de la tierra y estamos en condiciones de producir toda la variedad de alimentos existentes en el planeta. Contamos con reservas de agua dulce que pueden garantizar la subsistencia de las nuevas generaciones que poblarán nuestro territorio en el futuro. Es decir, somos un país privilegiado que puede afrontar su futuro sin mayores riesgos. Pero, todo este emporio de riquezas, corren el riesgo de perderse si no tomamos medidas para cautelar su conservación y resguardo frente a posibles acciones irresponsables de propiciar inversiones que no se acojan a las normas y los estándares científicos y técnicos, para controlar la degradación del medio ambiente”


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VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE, EL POLÍTICO


VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE, EL POLÍTICO

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Su vida política lo inició desde muy joven cuando entabló conversaciones con los trabajadores de las haciendas de Laredo, Roma, Casa Grande, Cartavio y Chiclín de Trujillo. Posteriormente recorre las provincias del Perú y logra conocer y estudiar su realidad integral.

Desde aquél entonces, el Aprismo es una alianza de las clases media, campesina, proletariado industrial y es un movimiento político latinoamericano autónomo, sin ninguna intervención o influencia extranjera; no está ligada a ninguna Internacional y no le financia ningún país extranjero.

Desde su adolescencia tenía predisposición por las ciencias sociales y políticas. Felipe Cossío del Pomar en su obra “Víctor Raúl” lo explica en los términos que siguen: “Víctor Raúl mostraba poco interés por la analogía; en cambio le gusta la historia. Así resulta ganando premios y elogios de su profesor el Padre Puech en este curso en el Seminario. Un día, cuando tiene 14 años, oye al tío Eduardo hablar de Economía: “Quisiera estudiarla alguna vez”, le declara. Desde entonces siente gran atracción por la política. Don Eduardo le da por primera vez una explicación, que entiende, sobre “la oferta y la demanda”. En otra ocasión, como don Vicente González Orbegoso, diputado por Otuzco, forma parte del “bloque” civilista que hace oposición al primer gobierno de Leguía, Víctor Raúl quiere saber en qué consiste la oposición entre los bandos políticos del momento. Y ahí está el tío Eduardo para dársela. Después de tocar violín acompañado al piano por su hija Emilia o por el sobrino, se sienta y explica al inquieto muchacho cómo se mueve la política peruana. Aquella tarde, sentados frente a la playa de Moche, Víctor Raúl recuerda los claros conocimientos del tío Eduardo, cuñado de Augusto Dreyfus –casado en segundas nupcias con doña Luisa González Orbegoso, Marquesa de Villahermosa. El famoso “Contrato Dreyfus” ha sido en la Historia financiera del Perú uno de los grandes asideros polémicos contra Piérola. El padre de Víctor Raúl es decidido civilista, pardista, diputado por Trujillo con don Luis José de Orbegoso. Don Eduardo es pierolista. Mientras don Raúl Edmundo opina que Piérola es “un hombre aciago”, don Eduardo lo defiende. También Víctor Raúl aprende –oyendo opiniones contrapuestas- la historia del Contrato Dreyfus y conoce el programa del Partido Demócrata”.[1]

Víctor Raúl no fue jamás dignatario público, ni concejal ni diputado ni senador ni ministro de Estado. Durante su existencia supo mantenerse alejado de ambiciones personales y de cargos públicos. Su único cargo público lo desempeñó a los veintitrés años de edad como secretario de la Prefectura del Cuzco en 1918. A pesar de ello, fue uno de los más importantes líderes políticos y oradores de Perú y de mayor influencia en los países de América Latina durante el siglo XX.

Desde la etapa evolutiva de adolescente Haya mostró inquietud y predisposición por la problemática social, política, económica, educativa, cultural y ecológica.

Animado de hondo sentido autoctonista, nacionalista, humanista, cientificista y elevado espíritu de justicia social, había crecido entre ideales y luchas estudiantiles, siendo perseguido y desterrado por los dictadores de turno. Luchó con ideas propias - superando odios, sorderas e incomprensiones- por la unión política y económica de los países de América latina, por un “interamericanismo democrático sin imperio”, para hacer frente al enemigo común: el imperialismo.

Víctor Raúl es tomado prisionero en octubre de 1923 por la tiranía de Leguía y recluido en la isla de San Lorenzo, en el que inicia una huelga de hambre de varios días para finalmente ser expatriado a La Habana-Cuba en el vapor “Negada”.  Cuando se encontraba por primera vez en prisión, desde la Isla de San Lorenzo (Lima),  escribe un mensaje a los obreros y estudiantes, en los términos siguientes:  “No sé cuál será mi suerte, ni me interesa pensar en ella. Agito y agitaré las conciencias hacia la justicia. Lucho por producir la precursora revolución de los espíritus y maldigo con todo el calor de mi convencimiento a los explotadores del pueblo, que hacen del gobierno y de la política, vil negociado culpable”.

En La Habana, aprovechando los días de su corta estadía,  el 3 de noviembre de 1923  Víctor Raúl, en su condición de presidente de la Federación de Estudiantes de Perú, asiste al acto inaugural de la Universidad Popular José Martí. Lo acompaña el cubano Julio Antonio Mella, entonces presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de La Habana.  La Universidad Popular reconocía sólo dos principios: “antidogmatismo científico, pedagógico y político, y la justicia social, declarándose por tanto no afiliada a doctrina, sistema o credo determinado”. Antonio Mella años después sería asesinado en 1929 por la dictadura de Gerardo Machado, quien, después de suceder al presidente Alfredo Zayas, ascendió a la presidencia de Cuba en 1925 para finalmente terminar su gobierno en agosto de 1933.  “Asesinado en 1929, Mella, por la dictadura de Machado, Víctor Raúl se inclina ante la memoria del adversario para escribir: “Fue, hasta la muerte, un luchador puro y un antimperialista inflexible. Creo que habría sido uno de los grandes realizadores de la libertad de Cuba, una vez que la experiencia le hubiera demostrado que el comunismo no es el mejor camino para la nueva emancipación de nuestros pueblos”.[2]

En abril de 1924 Víctor Raúl asiste a los actos de homenaje a Emiliano Zapata Salazar (1879-1919), uno de los líderes más importantes y símbolo de la resistencia campesina de la Revolución mexicana. A temprana edad, a los nueve años, Emiliano Zapata, “al presenciar el despojo de tierras a campesinos ocasionadas por hacendados de la zona, y después de escuchar a su padre que le respondía que nada podía hacerse, le dijo: ​¿No se puede? Pues cuando yo sea grande, haré que las devuelvan”.[3]

El 7 de mayo de 1924 Víctor Raúl Haya de la Torre funda la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) en la ciudad de México. En el salón de actos del Museo Nacional, Víctor Raúl Haya de la Torre entrega la bandera[4] de Indoamérica al presidente de la Federación de Estudiantes de México en un emotivo, juicioso e histórico discurso: “No sólo queremos a nuestra América unida, sino a nuestra América justa. Sabemos bien que nuestro destino como raza y como grupo social, no puede fraccionarse: formamos un gran pueblo, significamos un gran problema, constituimos una vasta esperanza”.

Desde aquél entonces, el Aprismo es un Frente Único de Clases, una alianza de las clases media, campesina y proletariado industrial y es un movimiento político latinoamericano autónomo, sin ninguna intervención o influencia extranjera, no está ligada a ninguna Internacional y no le financia ningún país extranjero. Nace por primera vez, un verdadero partido político indoamericano con filosofía, ideología, doctrina y programa de gobierno propio, impregnada de mística, fe, unión, disciplina y acción heroica, dotado de un novedoso sistema de organización y movilización de masas.

En febrero de 1927, Víctor Raúl representando al APRA participa en el I Congreso Antiimperialista Mundial en Bruselas.

El Oncenio del gobierno de Augusto Bernardino Leguía en el Perú fue entre 1919 y 1930. El dictador Augusto B. Leguía cae en Perú el 22 de agosto de 1930.

“El 23 de agosto de 1931,-refiere Agustín Haya de la Torre-, en la Plaza de Acho, Víctor Raúl pronuncia un discurso programático que plantea los fundamentos ideológicos del plan de gobierno aprista. El discurso programa, en un contexto de intensa expectativa política, propone como ejes la democracia, la libertad, el rol decisivo del Estado, la comprensión de la política desde un sustento económico. Allí propone el frente único de las tres clases que sustentan la nación, para impulsar desde el Estado, un proceso de industrialización que aproveche las ventajas del capitalismo mundial. La democracia que enarbola, no es la verbal o formal, sino la democracia real, capaz de superar el divorcio con la nación, de forma que permita canales efectivos de participación en el ejercicio del poder. En la disertación, analiza la ubicación de América Latina como zona productora de materias primas, punto de partida para entender su relación con el mundo. Plantea integrarla al mundo, entendiendo que debe vincularse la política a la economía. Denuncia el atraso estadístico del país, cuyo último censo data de 1876, atraso de más de medio siglo que impide un conocimiento más cercano a la realidad. Valora el proceso de la independencia conducida por la clase latifundista, aunque su ideología fuese la de la revolución francesa, que significaba lo contrario a los intereses de los grandes propietarios de la tierra, produciéndose así una inconexión entre el sistema y la realidad. Así, el Estado no representa las clases existentes, verdaderamente nacionales, sino a la oligarquía. El país no es homogéneo, conviven todas las sociedades, desde las vinculadas al mundo moderno hasta las primitivas. En consecuencia, para afrontar la etapa industrial, el papel del Estado impulsando la economía nacional resulta decisivo. Debe asumir un papel de protección en el desarrollo de la industrialización, reconociendo al capital extranjero, que trae la máquina. Esta caracterización de la doble cara del capitalismo va a configurar una de las diferencias más claras del aprismo frente al debate con el comunismo, que propugnaba una revolución clasista que superase la fase del desarrollo capitalista. En su proyecto, las tres clases van a ser el sustento del frente único, soporte de un Estado que a su vez tendrá un rol protector de las clases nacionales. Haya insiste en la perspectiva de analizar la política desde la economía. Propone un plan nacional que posibilite la articulación de las políticas económicas y sociales, así como la idea, tomada del laborismo, de un Congreso Económico Nacional, que reúna al Estado, al capital y al trabajo. Introduce la idea, novedosa en el Perú, de diferenciar el programa máximo del programa mínimo, donde distingue las metas de largo plazo de un plan de gobierno. Insiste en el regionalismo económico como la clave de la descentralización y del regionalismo político. Resalta en su programa mínimo la educación mediante la escuela única, así como reivindica el papel del trabajador”.[5]

El 15 de agosto de 1931, desde un balcón en la plaza San Martín de Lima, Haya de la Torre pronunció un memorable e histórico discurso, en el que dijo: “En el ejército civil que es el aprismo vengo como soldado dispuesto a marchar al frente y a llegar al sacrificio que se me pida”.

El historiador Jorge Basadre recuerda que el 23 de agosto de 1931 “los comités de los diferentes barrios de Lima organizaron en la Plaza de Toros, una conferencia política de su candidato (Haya de la Torre), y para recolectar fondos destinados a cubrir los gastos de la campaña electoral, pusieron un precio para cada entrada: treinta centavos. La plaza se llenó de gente; acudieron. Según cálculos de los partidarios de Haya, unos treinta mil ciudadanos. Ante ellos, el jefe del aprismo expuso los lineamientos del “programa mínimo” previamente elaborado por el Congreso Nacional del partido y analizó la situación económica y social del país. No era la primera vez que la Plaza de Acho era escenario de manifestaciones políticas, en la Historia de la República del Perú han sido registradas las que se efectuaron allí a favor de Manuel Pardo en 1871 y a favor del general Mariano Ignacio Prado en 1876. Pero nunca se habían pronunciado en ese lugar conferencias por un candidato, con entradas pagadas por el auditorio.” (De Historia de la República del Perú.1892-1933. Tomo XIV. Lima, Editorial Universitaria, 1968, pp.133-141).

El 21 de setiembre de 1930 se funda en Lima el Partido Aprista Peruano. El Aprismo nace como un partido político auténticamente peruano por sus orígenes intelectuales; por su raíz popular, criollo y mestizo; por su ideario, por su organización y por sus líderes. Al anochecer del 20 de septiembre de 1930, después que regresaron los dirigentes apristas exilados por el oncenio de Augusto B. Leguía, arranca la primera sesión de Instalación del Partido Aprista Peruano, en Lima, con la concurrencia de unos cuarenta ciudadanos, la mayoría jóvenes peruanos, con su primer secretario general Carlos Manuel Cox. El Aprismo  en el Perú se funda para interpretar y atender las necesidades e intereses del pueblo peruano y solucionar sus problemas integrales.  Los orígenes intelectuales del Aprismo se encuentran en los sucesos y en las ideas del siglo diecinueve. Tres hombres peruanos fueron la fuente de inspiración de Víctor Raúl Haya de la Torre y de los forjadores del aprismo: Francisco de Paula Gonzáles Vigil (1792-1875); Manuel Gonzáles Prada (1844-1918) y José Carlos Mariátegui (1895-1930). Desde entonces, un equipo de líderes juveniles, dirigidos por Haya de la Torre, prendió en el Perú la llama de la rebeldía, despertaron las conciencias adormecidas por el yugo imperialista norteamericano y sembraron las semillas del Aprismo en el territorio del Perú.

Víctor Raúl Haya de la Torre, carismático líder de masas, de criterio amplio, tolerante, pacifista e integracionista, supo escuchar atentamente hasta a los más inflexibles críticos dentro y fuera de su organización partidaria, porque tuvo por misión encontrar concordancias, buscar consenso, armonizar ideas y lograr la cooperación constructiva de la gente en proyectos de ayuda y desarrollo social.

Víctor Raúl Haya de la Torre ha tenido una existencia y conducta ejemplar al servicio del pueblo. Ha dado su pensamiento, su acción y su vida misma al Partido del Pueblo, por su aserto político en las ideas que dieron nacimiento a la filosofía, doctrina, ideología y programa del aprismo y por su indiscutible calidad humana y moral, sin desviarse una línea del plan que se había trazado y de los principios que había enarbolado.

Haya de la Torre, comprometido históricamente en la lucha política, sin odios ni venganzas, contra toda forma de explotación y de injusticia, se puso a examinar las teorías europeas -fascismo, nazismo, comunismo- en el contexto de la realidad latinoamericana, y las encontró impracticables para la solución de nuestros  problemas. Es así como llega a plantear el eslogan de lucha: “A problemas peruanos, soluciones peruanas”.

En tiempos difíciles para el Perú  Haya de la Torre convoca a los otros partidos políticos democráticos para formar un movimiento de ancha base, de opinión coordinada y exigir la convocatoria a elecciones generales, el restablecimiento constitucional, el Estado de derecho, el respeto estricto a los derechos humanos. Demandó al gobernante de turno que el Perú entablara relaciones armoniosas y pacíficas con los países ¡con que tengamos necesidad económica o política de establecer vínculos”, “respetándose la soberanía del Perú y no permitiendo que las embajadas de los demás países se conviertan en agencias de propaganda política en el Perú”.


[1] Cossío del Pomar, Felipe. “Víctor Raúl. Biografía de Haya de la Torre”, Ediciones Enrique Delgado Valenzuela, Lima, 1977, p.39.
[2] Luis Alva Castro. Haya de la Torre, de la Unidad Continental. Tomo I, Lima, Cambio y Desarrollo, 1990, pp.11-24.
[4] Bandera roja que luce en el centro un círculo dorado y dentro el mapa de Latinoamérica.
[5] Agustín Haya de la Torre, en su artículo “El pensamiento social de Haya de la Torre”, publicado originalmente en Sociológica, 4, Revista del Colegio de Sociólogos del Perú y después en internet el 23 de febrero de 2017, https://agustinhaya.lamula.pe/2017/02/23/el-pensamiento-social-de-haya-de-la-torre/agustinhaya/

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VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE, EL MAESTRO


VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE,  EL MAESTRO

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Víctor Raúl antes que político fue maestro, pedagogo social que modelaba conductas rectas para la acción transformadora de la sociedad y que a través de sus Coloquios cotidianos y la Universidad Popular González Prada, -de la que fue su primer Rector y profesor principal-, llegaba a los afiliados del Partido Aprista Peruano y a los sectores sociales y sindicales, para analizar los problemas de la época y postular alternativas de solución. Sus compañeros, con mucho cariño, admiración y respeto le decían “El Maestro”, por considerarlo un líder político ejemplar, de amplio bagaje cultural, de espíritu revolucionario inclaudicable y de conducta moral intachable e insuperable.

Recuerda Luis Alberto Sánchez que a Haya de la Torre “Se le vio muchas veces flanqueado por deslealtades y herejías: nunca respondió con violencia excepto cuando las dictaduras le ataron las manos y le prohibieron toda forma de comunicación. En otros casos fue amplio y tolerante, escuchando atentamente a los más modestos críticos y a los más altos censores dentro y fuera de su partido, tratando siempre de encontrar un punto de sintonía, sin despertar enconos ni humillaciones, tratando de no hacer sentir su autoridad, que era evidente, para lograr un clima de armonía y de cooperación creadora”[1]

Después de egresar del Seminario de San Carlos y San Marcelo, incursiona en la docencia. Es así que en 1921 se incorpora a la docencia en el Colegio Anglo Peruano (San Andrés) que dirigía el doctor John Mac Kay, enseña a los niños menores de diez años y en los que pudo observar “la inferioridad de aquellos que vivían o se alimentaban mal”. Tal vez sea esta su primera experiencia pedagógica que lo llevó a pensar seriamente en los grandes problemas del país y cómo resolverlos.

Al año siguiente, invitado por los estudiantes visita Argentina, La Paz, Buenos Aires y Santiago de Chile, con el objeto de difundir los ideales de la naciente reforma universitaria y promover la participación directa de la juventud en el proceso de renovación estructural de los países de América Latina.

Roque Benavides Ganoza, llegó a decir: “Mi tío Víctor Raúl tenía alma de educador permanente”, “para mí lo más saltante de Víctor Raúl era su dedicación completa al partido”, “la dedicación que él le ponía a los peruanos que se involucraban en los temas políticos y también la atención que le brindaba a los ciudadanos de a pie”, “él estaba siempre en la mesa principal”, “la labor de apóstol que hacía Víctor Raúl, de estar ahí permanentemente recibiendo a la gente, orientándolos y ayudándolos en su formación”. “Por conversaciones familiares, sé que a Víctor Raúl le interesó desde niño la educación. Tan es así que organizó una escuela en su casa y hacía participar como profesores a sus hermanos ´Cucho´, ´Piño´, y a su primo Macedonio – hermano de mi abuela Mercedes, que era dos años mayor que él. Sus alumnos, eran los niños del barrio que vivían cerca de su casa…” (Mochero Vásquez, “Haciendo Memoria”, 2016:33-38).

Por mucho tiempo Víctor Raúl  cumple con éxito funciones de profesor emérito y profesor visitante en universidades americanas y europeas en América, dicta conferencias magistrales en México, Costa Rica, Chile, Venezuela, Argentina, Colombia, Uruguay y Estados Unidos., en las universidades de Oxford, Columbia, Harvard, La Sorbona, Kent, Roma, Universidad de Texas y Universidad Autónoma de México. .Y es designado para representar a universidades europeas en sendos debates y congresos estudiantiles internacionales.

En su discurso del 6 de junio de 1946, en Lima, ante miles de trabajadores, Víctor Raúl explica que el aprismo se fundó como escuela de educación de la voluntad, como universidad popular y fue la persecución de la tiranía que les obligó a ser políticos para defender su obra cultural y sindical y los derechos de los trabajadores manuales e intelectuales, de jóvenes y obreros que “no sabían de dónde venían y adónde iban”, para prevenirlos del riesgo de caer en infantilismo demagógicos y en mentiras desaprensivas de promover lo que no podrían cumplir.

Quince años después, el 25 de febrero de 1961, al conmemorarse el Día de la Fraternidad en la “Avenida de los pañuelos blancos” (Alfonso Ugarte), Víctor Raúl vuelve a recordar el origen del APRA como escuela para el pueblo y universidad popular: “Será preciso recordar que no surgimos como un amontonamiento de gentes, ni como una urgencia de ambiciones. Surgimos como una escuela para el pueblo, surgimos como la Universidad Popular, que fue la obra de un apostolado juvenil y gallardo, que fue la obra de reunir a los hombres y decirles, ante todo: ¡Salvemos al Perú de la tiranía de la ignorancia que es la peor de las tiranías y la madre de todas…!”

A la pregunta ¿por qué Haya fue maestro antes que político? Marco Antonio Corcuera responde con una razón muy simple: “Amó a su pueblo sobre todas las cosas, con la profundidad y la efusión del lenguaje evangélico. Extendió el lado más sensible de su alma hacia el hombre. Esto fue posible porque hizo pedagogía de la política, la dignificó hasta el extremo de purificarla. Sus ideas se plasmaron en la novísima Constitución que él inspiró y redactó situando a la persona humana en el centro de la sociedad y del Estado como su única beneficiaria. Creía firmemente, como los fisiócratas de la revolución francesa, que todo poder emana del pueblo, única e insustituible fuente de poder”.[2]

Víctor Raúl fundó las Universidades Populares González Prada, fue su primer rector y profesor principal, desempeño los cargos de Consejero de la Comisión política del PAP y de Relacionista Público al acercarse al pueblo y dialogar con él. También fue dirigente activo del aprismo, fundador de una biblioteca obrera, promotor de la reforma universitaria en 1919, creador de la Fiesta de la planta y de la Navidad del Niño del Pueblo. En 1979 ha sido elegido democráticamente, con las tres cuartas partes de la votación nacional, presidente de la Asamblea Constituyente del Perú.

Preguntado por unos periodistas peruanos ¿Considera Ud., que la educación que recibió en el Trujillo de principio de siglo, en el seno de su familia, influyó en su vocación política posterior y si fue una educación liberal…conservadora…estricta…? Haya de la Torre respondió: “Trujillo tiene una tradición patriarcal, pero al mismo tiempo una tradición muy humana. Yo me crié en el medio trujillano de las familias tradicionales en las cuales el respeto al servidor, la consideración por el trabajador fue siempre una norma. Al mismo tiempo he sido educado en un hogar conservador y tengo dos gratitudes en lo que se refiere a la educación: primero a la liberalidad de mi padre, que tuvo la mejor biblioteca privada de Trujillo, que me enseñó el amor de comprenderlo todo, de conocerlo todo, de preocuparme por todo. En segundo lugar me eduqué en un colegio religioso, de padres franceses, en el Seminario de Trujillo, donde vivieron pro-hombres de la educación. Hicimos entonces una vida intelectual, al mismo tiempo que una vida deportiva y aquellos padres franceses nos enseñaron a amar la naturaleza, y nos dieron esa vitalidad humana y ese sentido social que me llevó fácilmente a tender por la admiración por el pasado. Cuando después fui al Cuzco, como estudiante, muy joven, vi el contraste social del Perú, la falta de justicia al mismo tiempo que el contraste cultural de un Perú que nosotros no habíamos superado. Todo esto influyó en mi carrera”.[3]

En 1935, Armando Villanueva del Campo y varios dirigentes visitaron al “compañero jefe” en la casa en que vivía, una quinta de la calle Bolívar, en Miraflores y dialogaron con Haya más de una hora. Hecho que fue recordado por Villanueva del Campo, en su artículo “Evocación de un maestro”: “Fue la primera vez que observé que en la personalidad íntima de Víctor Raúl predominaba el maestro sobre el político. Poco después, en el Seminario de Oradores y propagandistas Túpac Amaru lo escucharía decir: “Yo soy un reformador social, accidentalmente un político”.[4]

En el referido artículo periodístico Villanueva del Campo revela también: “Por vivir siempre al filo de lo culto, de lo intelectual, Víctor Raúl, que podía improvisar un soneto como redactar un volante de agitación y protesta, usaba del verso para zaherir y apostrofar a los tiranos. Recuerdo, a propósito de uno de ellos, los que siguen, que “levantaron roncha”, y más agresividad.

Fue el gran Bolívar, quien dijo lo que voy a repetir:
“Si un traidor procura un hijo
no hay que dejarlo surgir.
Los judas traen semilla
en la sangre y en la herencia.
De tal palo tal astilla
dice la sabia sentencia”
y agregaba don Simón
este principio de Honor:
“Desgraciada la Nación
que honre a un hijo de traidor,
Pues por instinto rastrero
del atavismo racial,
el hijo del traicionero
será siempre un criminal y
traicionará de nuevo
si la traición lo hizo rico.
Gallina que come huevo
aunque le quemen el pico”…

“De todos los honores que le confirieron después de salir del asilo diplomático (enero de 1949 hasta abril de 1954), - indica Eugenio Chang-Rodríguez- el más significativo se le ofreció en Bogotá, en la Universidad de América, el 15 de mayo de 1954. El Consejo Directivo de esa institución, presidido por el rector Baldomero Sanín Cano (1861-1975), resolvió: “Exaltar el nombre de Víctor Raúl Haya de la Torre como ejemplo para las juventudes de América; Conferirle el título de Doctor Honoris Causa en la Especialidad de Humanidades, de acuerdo con los estatutos y acuerdos de la Universidad, y celebrar en acto público la conferencia de este título”[5]

En el año de 1968 la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV) confiere el título de Doctor Honoris Causa a Víctor Raúl Haya de la Torre. En el acto de académico, el rector de la UNFV, Dr. Oscar Herrera Márquez, además de destacar su pensamiento multifacético, la amplia y variada producción intelectual, sus dotes de orador, de estadista, de político y de maestro, expresó lo siguiente: “Los estudiosos del futuro deberán evaluar a Haya de la Torre como el filósofo que iluminó con luz desconcertante las profundidades que unen y separan el pensamiento y la materia. Los estudios del mañana deberán valorar el aporte original y extraordinario que significa la sistematización de las relaciones entre la ciencia y la cultura, entre la ciencia y la filosofía, entre la filosofía y el medio en cada una de las etapas de su evolución. Los exégetas del mañana deberán estudiar a Haya de la Torre como el autor inflamado de la teoría sociológica de la inevitabilidad de la unidad continental. Futuros analistas deberán evaluar su prédica frente a la nueva actitud que deberá asumir el proletario en un mundo de cambios inesperados. Los escritores del mañana deberán someter a prueba  el ilustre aporte de Haya de la Torre de la teoría el Espacio-Tiempo-Histórico en la interpretación de los fenómenos sociales. Los críticos del porvenir deberán recoger, catalogar y trabajar sobre las tesis literarias de Haya de la Torre: el crítico erudito y novedoso de Garcilaso de la Vega, Ricardo Palma, Manuel González Prada y César Vallejo. Exégetas del futuro encontrarán una veta insospechada cuando tengan que analizar el estilo de Haya de la Torre como periodista y como escritor. En fin, Haya de la Torre deberá ser estudiado como cronista acucioso, como visitante curioso, como narrador extraordinario, como viajero imponente, como estilista de mensaje fácil, castizo y elegante”.

En enero de 1979 Víctor Raúl recibe la más alta condecoración, Orden al Mérito de la República Italiana.

En su lecho de muerte, Víctor Raúl Haya de la Torre, fue condecorado con la Orden El Sol del Perú, en el grado de Gran Cruz, el 2 de agosto de 1979.

Ignacio Campos, autor de los “Coloquios” de Haya de la Torre, nos recuerda lo siguiente:  “Uno de los concurrentes, -Daniel Guillén Benavides-, planteó al Maestro este reto a su privacidad: Permítame suponer – le dijo- que usted no es Jefe del partido. Que no es político ni estadista. Algo más: supongamos que no ha sido nada de esto. ¿Qué le habría gustado ser, de no ser estadista? La respuesta llegó rápida, categórica, como si el Maestro hubiera estado esperando la pregunta y, aún más, como si la contestación estuviera a flor de labio: ¡Maestro de escuela!”.

Víctor Raúl tenía frases históricas preferidas, he aquí algunas de ellas: “El Perú necesita de sabios y de buenos profesionales”, “Joven, prepárate para la acción y no para el placer”, “Si sabes mucho, enseña; si sabes poco, aprende”, “Ama Llulla, Ama Kella y Ama Súa”, “Justicia Social con Pan y Libertad”, “No podemos cambiar al Perú, si también no cambiamos nosotros mismos”.

A mediados de 1997, un grupo de periodistas europeos eligió a Víctor Raúl Haya de la Torre como “el hombre del siglo en el Perú”. Dos años después, a finales del siglo XX, la BBC de Londres y sus emisoras asociadas en América, el 31 de diciembre de 1999 anunciaron que Víctor Raúl Haya de la Torre ha sido elegido con la más alta votación como “la mejor personalidad latinoamericana del milenio”.[6]

Víctor Raúl siempre propugnó el aprovechamiento de la experiencia cultural-educativa, de los adelantos científicos y tecnológicos del mundo en sus valores universales, pero asimilados, adaptados, aplicados, adecuados a nuestros pueblos en cuanto sean posibles y viables, es decir, “metabolizados”, frente a un mundo cambiante y a un continente que tienen que realizar cambios urgentes en todo orden de cosas para arribar a la Gran Transformación.



[1] Luis Alberto Sánchez, en su artículo periodístico: “Haya de la Torre y la Fraternidad”, Lima, 16 de febrero de 1981.
[2] Marco Antonio Corcuera, en su artículo “Haya: maestro integracionista”, publicado en el diario La Industria, Trujillo, 2 de agosto de 1985.
[3] “75 años en la vida de un líder”, entrevista realizada por Mario Castro Arenas, Elsa Arana Freire y Luis Enrique Tord, publicada en “7 Días del Perú y del Mundo”, Suplemento Dominical del diario La Prensa, Lima, 22 de febrero de 1970, pp.42-47.
[4] Armando Villanueva del Campo, artículo “Evocación de un maestro”, Santiago de Chile, marzo de 1984.
[5] Chang-Rodríguez, Eugenio. “Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas Artes, Historia e Ideología”. Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú, Impreso en Tarea Asociación Gráfica Educativa,  Primera edición, Lima, abril de 2018, p.196. Publicado por El Tiempo (Bogotá), 25 junio 1954, y reproducido por Repertorio Americano, 48 (15),232.
[6]  Chang-Rodríguez, Eugenio. Op. cit. p.196.


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¡NO AL CIERRE DEL CONGRESO DEL PERÚ!


¡NO AL CIERRE DEL CONGRESO DEL PERÚ!


Escribe: Eudoro Terrones Negrete

De todos los regímenes políticos, la democracia es el mejor, con todos sus defectos e imperfecciones, pues mantiene intacta las libertades ciudadanas y propende al rescate, la defensa y la consolidación de los derechos fundamentales de las personas como condiciones indispensables para el logro de la justicia y la felicidad de los pueblos.

Lo que dicen analistas políticos mal intencionados y pésimamente informados sobre el acontecer político del país, lo que escriben algunas Organizaciones No Gubernamentales subvencionadas por capitales extranjeros, lo que publican las encuestadoras y los medios de la concentración mercantilizados que viven de la publicidad del Estado, no pueden ser referentes válidos para plantear el cierre de un poder del Estado, el poder legislativo, a sabiendas que lo que buscan es “a río revuelto ganancia de pescadores”, “a más violencia y dictadura más opresión y explotación al pueblo”.

El destino de Perú y de América Latina es el de ser un país y un continente democrático.

La oposición política en el Perú, a través de sus diversos representantes, viene acusando insistentemente al presidente Martín Vizcarra de querer cerrar el Congreso de la República para tapar su incompetencia e ineficacia como gobernante, a sabiendas que los actuales congresistas lo designaron y llevaron a Vizcarra al Sillón de Pizarro, ante la renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski, elegido democráticamente.

En anteriores oportunidades la confrontación del presidente Vizcarra con el Congreso le dio buenos réditos políticos, subió su popularidad en las encuestas publicadas. Pero ahora el pueblo ya se dio cuenta que no es verdad todo lo que dice y ofrece el presidente, es cuando, entonces, la popularidad sigue en caída en las últimas encuestas.

El congresista Juan Sheput (Concertación Parlamentaria) manifestó que “el presidente quiere volver a la pelea con el Congreso y eso le va a traer pésimos réditos”, “la gente está preocupada porque no funciona la gestión del Gobierno”, acotó.

Víctor Andrés García Belaunde (Acción Popular) dijo que “Se está haciendo una campaña contra el Congreso que no le hace bien al país”.

Mientras tanto la expresidenta del Congreso, Luz Salgado (Fuerza Popular) aseveró: “aparentemente existe una campaña sistemática de desprestigio al [Congreso y al llamado de un cierre, lo que sería un golpe de Estado”.

Salvador Heresi (Contigo) expresó: ”No impulsemos un golpe de Estado cerrando el Congreso para tapar la ineficiente gestión de Vizcarra, que sigue cayendo en las encuestas”.

Luis García Miró Elguera, del diario Expreso, escribió: “Hoy Vizcarra está atrapado contra las cuerdas buscando salidas desesperadas para evitar su desplome”.

Víctor Andrés Ponce, comentarista político independiente, puntualizó que el amenazar con cerrar el Congreso es “una intención golpista, de quiebre de la institucionalidad. El problema de Vizcarra es su relación con la gente, el rechazo de la gente a su ineficiencia y falta de solución a los problemas del país”.

Las clases dominantes, los opinólogos empíricos y los propietarios de medios encaramados en ideologías europeizantes y ultraviolentistas, en lugar de defender los intereses de las mayorías ciudadanas defienden sus propios intereses del “tanto tienes, tanto vales”, para seguir engañando, oprimiendo y explotando al pueblo. Utilizan la democracia para sus fines maquiavélicos y con mentalidad extranjera y antidemocrática hacen circular la especie “Cerremos el Congreso”.

El señor Martín Vizcarra, -más la acomodaticia gente y la concentración de medios que le rodean-, deben saber y no deben olvidar que la salvación de la crisis económica, la superación de la pobreza y el retardo social, la solución de la anemia de los niños y de la violencia estructural radican en gran parte en la expansión de los mercados, en la protección del mercado interno, en la concordancia de la producción y el cambio con los demás Estados indoamericanos, en la captación de mayores capitales extranjeros regidos a nuestras leyes, en el respeto a la autonomía de los poderes del Estado, en la estabilidad política y la seguridad jurídica del país.

Por lo expuesto, como buen demócrata, me ratifico en el “No al cierre del Congreso del Perú”. Sí al afianzamiento y la defensa del sistema democrático y del Estado de derecho.

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28 de abril de 2019

PROHIBICIONES ÉTICAS DEL INVESTIGADOR CIENTÍFICO UNIVERSITARIO


PROHIBICIONES ÉTICAS DEL INVESTIGADOR CIENTÍFICO UNIVERSITARIO

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Éticamente el investigador científico universitario tiene las prohibiciones siguientes:
Abusar de su autoridad, posición o jerarquía.
Adherirse y defender formulaciones teóricas y conclusiones de investigaciones científicas a sabiendas que no fueron totalmente confirmadas.
Adoptar la mala práctica que dice “el fin justifica los medios”. Usar como medio para un fin a los sujetos de la investigación, sean humanos o animales.
Alentar conflictos de intereses.
Atentar contra los derechos fundamentales de las personas.
Causar daño a personas y animales. Causar daños morales, físicos y psicológicos a las personas que se encuentren envueltos en la investigación.
Criticar injustificadamente a otros investigadores.
Dejar de reconocer el carácter de autor de un trabajo de investigación a alguien que lo merece en propiedad.
Desconocer el aporte de otros investigadores.
Efectuar “robos intelectuales”: Copiar ideas, fórmulas o resultados de una investigación y presentarlos como propios.
Interpretar de manera sesgada los resultados de las investigaciones.
Falsificar, cambiar e inventar datos o experimentos.
Generar falsas esperanzas en las personas que participan en los ensayos clínicos.
Incluir a una persona, en virtud de su jerarquía o autoridad,  como autor de un trabajo científico sin calificar como tal.
Incluir indebidamente como autor a estudiantes recién graduados o al personal nuevo en el laboratorio con la intención de que empiece a acumular méritos académicos rápidamente.
Incurrir en errores y negligencia en el cumplimiento de sus funciones.
Investigar para construir eficaces armas o equipos sofisticados con fines de exterminio parcial de poblaciones o de la humanidad.
Involucrar en su actuar intereses personales o de grupos. Involucrarse sentimentalmente con alguna persona relacionada con el tema o problema que investiga.
Investigar con personas legalmente incapaces de dar su consentimiento con plenitud de juicio.
Magnificar más allá de lo pertinente el alcance económico, científico o social de la investigación realizada.
Manipular los resultados de las investigaciones con fines subalternos; la manipulación genética con fines racistas (eugenesia y holocausto judío).
Maximizar el dolor y el sufrimiento de los animales en los experimentos científicos.
Maximizar los perjuicios físicos y psicológicos en las personas que participan en los ensayos clínicos.
Mentir en los procedimientos administrativos o judiciales.
Negar crédito cuando se lo debe dar a una investigación ajena.
Omitir deliberadamente datos que contradigan las hipótesis de sus investigaciones.
Realizar amenazas o promesas inadecuadas durante una entrevista o interrogatorio.
Realizar publicidad sensacionalista, duplicar y fragmentar innecesariamente publicaciones, co-autoría ficticia.
Ser de mentalidad “cerrada” en el análisis o la discusión de las opiniones de otros investigadores.
Sustraerse de la responsabilidad de los posibles efectos negativos de sus investigaciones y el uso de sus resultados.
Tomar decisiones favorables para implantar en un ser humano el órgano sexual de un animal para que tenga mayor energía, funcionalidad, tamaño y rendimiento.
Usar ideas, pensamientos, trabajos o resultados preliminares ajenos, sin permiso para hacerlo.
Utilizar medios ilícitos y antiéticos para recabar información y evidencia relacionada con la investigación.
Utilizar técnicas científicas inapropiadas, innecesarias, poco o nada confiables.
Utilizar los medios de que dispone como arma de intimidación.

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