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21 de abril de 2019

ALAN GARCÍA MURIÓ EN DEFENSA DE SU DIGNIDAD


ALAN GARCÍA 

MURIÓ EN DEFENSA DE SU DIGNIDAD

Escribe: Eudoro Terrones Negrete


La muerte de Alan García Pérez, dos veces elegido democráticamente Presidente de la República de Perú (1985-1990 y 2006-2011), significa una lamentable e irreparable pérdida política para el Perú e Indoamérica. Se trata de un discípulo predilecto de Víctor Raúl Haya de la Torre, de un líder de masas, de un reformador social y de un estadista con visión de futuro,  formado y forjado en las cotidianas luchas populares de un partido histórico y revolucionario,  la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA).
En vida, y por más de treinta años, García Pérez ha sido el político más temido, odiado, perseguido, repudiado e investigado por los agentes de la derecha conservadora, los grupos de poder económico, los partidos de la izquierda violentista  y por algunos medios de comunicación comprometidos con empresarios corruptos. Estos perseguidores nunca pudieron encontrar las pruebas que buscaban para sentenciarlo.  Con las expresiones “Otros se venden, Yo no” y “Yo no he nacido para ladrón”, Alan García  solía responderles.
Pero al mismo tiempo  Alan García ha sido querido, valorado y defendido  por la gente del pueblo, por los ciudadanos que rápidamente se dieron cuenta que la justicia peruana no estaba actuando con la debida imparcialidad, objetividad y responsabilidad histórica, por cuanto querían verlo a Alan García dentro de las cuatro rejas, sin acusación fiscal y sin juicio, cumpliendo el mandato caprichoso y arbitrario de un “impedimento de salida del país”, de una “detención preliminar” y, finalmente, de una “detención preventiva de treinta y seis (36) meses”.
Alan García dejó su testamento político, cuyo documento fue dado a conocer, antes del entierro, por su hija Luciana García. He aquí parte del testamento:
“Cumplí la misión de conducir al aprismo al poder en dos ocasiones e impulsamos otra vez su fuerza social (…) Por eso y por los contratiempos del poder, nuestros adversarios optaron por la estrategia de criminalizarme durante más de treinta años. Pero jamás encontraron nada y los derroté nuevamente, porque nunca encontrarán más que sus especulaciones y frustraciones (…) Por muchos años me situé por sobre los insultos, me defendí y el homenaje de mis enemigos era argumentar que Alan García era suficientemente inteligente como para que ellos no pudieran probar sus calumnias. No hubo ni habrá cuentas, ni sobornos, ni riqueza (…) Nunca podrá haber precio suficiente, para quebrar mi orgullo de aprista y de peruano. Por eso repetí: otros se venden, yo no (…) alcanzadas las metas que otros países o gobiernos no han logrado, no tengo por qué aceptar vejámenes. He visto a otros desfilar esposados guardando su miserable existencia, pero Alan García no tiene por qué sufrir esas injusticias y circos. Por eso les dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones; a mis compañeros, una señal de orgullo. Y mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios porque ya cumplí la misión que me impuse (…)”.
Como es de conocimiento público, la decisión de  Alan García de quitarse la vida, disparándose en  la sien derecha, lo tomó al darse cuenta que los fiscales y la policía se presentaron en su casa para ejecutar la orden de detención preliminar por presunto acto de corrupción.
“Alan García murió inocente, sin ningún proceso penal abierto, sin ninguna acusación fiscal. Sólo en diligencias preliminares de fiscal abusivo. Ni cuenta, ni empresa offshore, ni sindicación de brasileños o peruanos en su contra. La detención fue ordenada sólo con “podría haber”.  Contra él no hay una delación, ninguna cuenta o documento que lo vincule a algún acto ilícito. Tuvo la valentía de sacrificar su vida para salvar su honor” explicó Erasmo Reyna, abogado del fallecido Alan García.
El entierro fue multitudinario, hecho que demuestra el gran aprecio que le tenían a Alan García los diferentes estratos sociales  del Perú.
Nota final para el debate: Antes y después de la muerte de Alan García, destacados especialistas y abogados constitucionalistas han expresado y siguen expresando que existe abuso o arbitrariedad en la orden de prisión preliminar y de prisión preventiva, que no se respeta estrictamente la presunción de inocencia ni el debido proceso, hecho que podría seguir ocasionando lamentables consecuencias. !Basta ya de primero te envío a la cárcel y luego te investigo!
Alan García murió en defensa de su dignidad.



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