Artículos periodísticos y de investigación

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27 de abril de 2019

EL APRISMO ES EL PARTIDO DE LA MORALIZACIÓN



EL APRISMO 

ES EL PARTIDO DE LA MORALIZACIÓN


Escribe: Eudoro Terrones Negrete

El presente artículo ha sido elaborado sobre la base de la transcripción literal del pensamiento de Víctor Raúl Haya de la Torre,  fundador, jefe y guía de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), contenida en la segunda edición de sus Obras completas y que fueron publicadas por la Librería Editorial Juan Mejía Baca, en la ciudad de Lima y en el año de 1984.
“Represento un principio, un credo, una bandera de juventud. Agito y agitaré las conciencias hacia la justicia. Lucho por producir la precursora revolución de los espíritus y maldigo con todo calor de mi convencimiento a los explotadores del pueblo que hacen del gobierno y la política, vil negociado culpable”[1]
“El movimiento (aprista) es pues, un concepto nuevo en el léxico de la filosofía política de la América. A su exégesis ideológica vale unir su gran contenido espiritual, su poderoso plan místico. El aprismo, cree en el misticismo social y político como expresión colectiva del invívito fondo religioso del individuo. Y en este aspecto, la disciplina aprista expresa una ética puritana y nueva. Por eso, el aprismo se llama también “fuerza moralizadora”. Todo lo que hay de elevado y de profundo en la emoción mística de los pueblos latinoamericanos, es movido por el aprismo como fuerza de superación y de liberación espiritual. Un líder obrero del aprismo ha dicho: “Sólo es aprista aquel que renueva su vida”. Y en el himno oficial del Partido se alude a él con las palabras “la nueva religión”[2]
“Seamos diferentes de todos aquellos que toman la política como una aventura, como un negociado. Y por eso no nos importe que nos llamen secta porque quienes así lo hacen confunden nuestra mística con un sectarismo. Que nos digan lo que quieran, lo que necesitamos es elevar la categoría moral de este Partido y ésta es tarea que ya no puede corresponderme sólo a mí. Es tarea de ustedes. Yo ya estoy comenzando a echarles la carga que he tenido 30 años sobre los hombros. Y esa es, sobre todo, la tarea de los jóvenes”.[3]
“El Perú no sólo necesita de gobernantes que no roben el dinero fiscal sino de gobernantes que no arrebaten la libertad ciudadana. Robar el dinero de una nación y robarle sus derechos, son crímenes que exigen sanción severísima. Los derechos ciudadanos son el tesoro moral de una Nación; el dinero Fiscal, su tesoro material. Los ladrones de uno u otro deben ser castigados igualmente”.[4]
“Los pueblos no se educan únicamente en las escuelas, colegios o universidades, se educan primordialmente en el ejemplo. La moralidad gubernativa es una de las enseñanzas fundamentales que deben darse a un pueblo. No se educa solamente enseñando a leer y escribir, porque el conocimiento en sí es un instrumento que puede servir para el bien o para el mal, para la explotación o para la liberación. Importa educar hacia la libertad en una escuela de optimismo que demuestre que la justicia social es la única meta de la sabiduría integral”[5]
“No se puede enseñar en las escuelas, que un país es libre e independiente por la voluntad de los pueblos, etcétera, cuando están viendo y oyendo los muchachos en sus casas y en las calles, que no lo es. No se puede recomendarles el trabajo como medio de progreso cuando ven que los que progresan son los que consumen y no los que producen. No se puede hablar de la riqueza nacional, cuando saben, que está en manos del extranjero. No se puede enseñar nada sin ejemplos objetivos, sin experimentación. Una educación así, hará escuela de pícaros y no de hombres libres”.[6]
“Un sistema de moral, es siempre el respaldo de todo progreso. Ejemplos vivos de esa moral, son indispensables para la educación. Los niños de la Alemania imperial, aprendían que Bismarck, el creador del último imperio germánico, tenía un déficit de mil marcos anuales en su presupuesto de gastos porque su salario no le alcanzaba. La nación le obsequió por suscripción popular una hacienda. Los niños de Alemania de hoy, aprenden que Ebert, el primer presidente de la república vivió y murió pobre. Los niños de Chile aprenden que Santa María, el presidente de la victoria sobre el Perú, salió del poder sin una casa siquiera a dónde vivir, y el país tuvo que obsequiársela. Sarmiento, maestro de escuela murió pobre como había vivido. Lloyd George, vive de sus artículos y libros. Vasconcelos, que manejó un presupuesto de cuarenta millones de pesos anuales por cuatro años, vivió en Europa de sus artículos para El Universal Gráfico de México, y yo le he visto viajando en tercera clase en Francia y llevando en pleno invierno un abrigo cuyos forros estaban rasgados. Nadie que conozca Rusia dirá que sus líderes roban. Krassin, embajador ruso en Londres y hombre que fue rico, dejó una herencia de cinco libras a su mujer”.[7]
“Educar al soberano, decía Sarmiento, refiriéndose al pueblo. Yo soy y he sido un ardoroso defensor de la necesidad de educar al pueblo, pero creo que para educar es preciso tener autoridad y dar ejemplo. Cuando la juventud presencia el espectáculo de un país desorganizado, desmoralizado y vendido, la juventud no puede aprender sino una lección de desesperanza”.[8]
“Reconstruir y reorganizar el país, ¿sobre qué bases? Primero reorganización total de nuestra economía. Nacionalismo económico; liberación del yugo imperialista; contralor nacional de la producción y de la distribución de la riqueza; supresión del tributarismo al extranjero; defensa de la producción, defendiendo al productor; redención del indio, pero redención económica. Segundo: educación integral; moralización estricta de la administración; elevación del nivel espiritual del pueblo. Tercero: sanción, que el que robó, devuelva lo robado; que el que es delincuente responda ante la justicia. Londres, 1927”.[9]
“Lo que sí el aprismo exige de sus miembros es honestidad, sinceridad y firme propósito de sacrificio. Nosotros no somos una fuerza política para repartir puestos públicos. Nosotros no somos una fuerza política que haga falsas promesas; nosotros estamos lejos de la demagogia; nosotros queremos exigirle al pueblo sus deberes de esta hora; queremos decirle que hay que rescatar lo perdido moral y materialmente para la Nación; y que son las fuerzas que hasta hoy han permanecido alejadas de la vida política de la República, lo que hay de más puro, de más fuerte, de mayoritario en la vida nacional, las que deben incorporarse a cumplir esta tarea; pero nosotros somos y seremos fuerzas de izquierda; la derecha ha fracasado”.[10]
“Gobernar es conducir, es educar, es ejemplarizar, es redimir. Y eso no lo harán jamás quienes van al poder sin título moral, quienes carecen de la honradez de una inspiración superior, quienes capturan el Estado como botín de revancha.”.[11]
“El único camino para dignificar las luchas políticas consiste en que el bando más consciente de su misión histórica dé ejemplo de serenidad y de fortaleza moral”.[12]
“De otro lado, en un país como el Perú en que los servicios del Estado resultan el objetivo profesional de grandes sectores de nuestra clase media, la organización de la carrera administrativa, basada en el mérito de eficiencia, sería un factor efectivo de moralización. El servidor del Estado adquiriría la plena conciencia de que sólo su capacidad y su severo sentido del deber serán garantías plenas de posesión del empleo y de progreso en su carrera; el pretendiente a un empleo del Estado sabría también cuál es el único camino para conseguirlo. Abolido el puesto de favor, personal o político, el Estado ganaría un máximum de servicio que tendría derecho a exigir, y cumpliría una eminente misión educadora, proscribiendo la humillación, el servilismo y la venalidad que son consecuencia de nuestro viciado método actual de distribución de empleos”.[13]
“Porque es necesario repetirlo: tan importante como la obra de reorganización material del país, consideramos la de su moralización. Una y otra están relacionadas. Los mejores programas económicos y políticos fracasarían sin una enérgica tentativa para la educación moral del Perú. Ambos son para nosotros primordiales. Por eso, al mismo tiempo que hemos formulado un programa completo de reorganización económica y política, ofrecemos en las filas de nuestro Partido la escuela de austeridad y de sacrificio que lo harán posible. Así marchamos hacia la “Peruanización del Perú”.[14]
“Nuestro Partido reclama, pues, en nombre del pueblo, que no olvide el gobierno que la conciencia nacional exige la renovación de las instituciones del Estado, viciadas por la corrupción y manchadas por el crimen. Es necesario acometer resueltamente la obra de devolver a la nación sus derechos integrales”.[15]
“En este país de vicios, corrupción y peculados; en este país de crímenes y de vergüenza ha aparecido una fuerza empujada por el pueblo, que es todo pureza, todo espíritu de justicia, todo sentido de realidad. Los miopes no supieron comprenderla. Esto ha pasado siempre en la Historia. Cuando nace una fuerza formidable que parece romper los ritmos y las leyes de su vida, aquellos que son abogados de la mezquindad quieren enfrentársele con palabras. Y eso es como intentar detener la ola del mar con un golpe de mano”.
“¿Y por qué no pueden comprendernos? Porque no saben sentirnos. Los mezquinos nos juzgan en mezquino; los criminales nos juzgan en criminal; los cobardes, nos juzgan en cobarde. La realidad prueba, por nuestra fuerza heroica, que aquellos que nos miraban o creían mirarnos sólo se miraban a sí mismos. Todos nuestros críticos al juzgarnos -puesto que se atreven a juzgar lo que no saben, lo que no pueden comprender- sólo se miran a sí mismos; y aun los llamados de extrema izquierda, al acusarnos como fascistas, sólo están resacando el subconsciente de fascista que tienen dentro”.
“El pueblo sabe que hay mucho que hacer en este país; el pueblo intuye que es necesaria una obra que renueve y desinfecte. Por eso el pueblo sigue al aprismo, porque vio en él, desde el primer instante, el afán de lavar algo y es que el aprismo comenzó por lavarse a sí mismo, lavarse con la sangre de su sangre”.[16]
“Por eso, compañeros, la obra de nuestro Partido es también una gran obra moral; y por eso necesitamos estar juntos para mirarnos siempre cara a cara, para examinarnos la conciencia, para saber si somos leales soldados, leales apóstoles, leales intérpretes de nuestra obra. Por eso, para este culto de nuestra superación necesitamos tener locales”.[17]
“Y sus conductores y líderes (del Aprismo) son o han de ser los que por su moralidad, por su ejemplaridad, por su absoluta y desinteresada entrega a la causa mayoritaria, merezcan la confianza plena de las masas”.[18]
“Somos el Gran Partido del Perú, pero porque somos el Gran Partido del Perú tendemos una y mil veces las manos a todos los peruanos que quieran acompañarnos en esta cruzada de renovación democrática, de rectificación política, de rescate de los valores morales, de exaltación de las normas jurídicas de libertad nacional”.[19]
“Lo prometemos ante la Nación una vez más: quien delinca será dos veces culpable y dos veces castigado, porque recibirá la maldición del pueblo aprista y la maldición de la Patria. (Aplausos). Puedo decir ante la esta magnífica asamblea, puedo decirles a todos los peruanos: cuando un aprista delinca ¡acúsenlo!, no tengan miedo, que se encontrará en el Partido los mejores fiscales para condenar al culpable. (Aplausos prolongados). Por tal razón, está de más el dicterio, el ultraje. Porque nosotros no nos perdonamos a nosotros mismos. Pero exigimos del otro lado no profanar la verdad. Es necesario que cuando alguien pueda levantar el dedo para acusar a un aprista, que sea en verdad una acusación justificada. Nosotros garantizamos que un movimiento como el nuestro no puede tolerar pillos en su seno. (Aplausos)”.[20]
“Quiero decir también al funcionario que no es aprista y que es honrado, que nada tiene que temer del Partido, porque siendo honrado no nos importa que no sea aprista: basta que cumpla con su labor con eficiencia y con probidad. (Aplausos)[21]
“Lo que queremos es la dignificación de la política, lo que queremos es el mantenimiento de un sistema de intercambio de ideas en el cual la moral sea norma y la hombría una ley”.[22]
“Pero el deber del hombre de guerra, del revolucionario, del aprista, es mantener en alto su moral de luchador, hoy, mañana y toda la vida. Toda flaqueza, todo rendimiento, todo abandono a la desesperación o a la cobardía afecta o rompe la moral del hombre de lucha y da, indefectiblemente, una victoria fácil al enemigo”.[23]
“Juré dedicar mi vida al servicio de mi pueblo, y lo estoy cumpliendo. Juré ser leal, ser puro, ser siempre un desinteresado defensor de lo que yo creo que son los ideales salvadores del Perú, y he cumplido. Ningún halago, ninguna promesa, ninguna amenaza me han doblegado. Mi lucha es y ha sido dura porque soy pobre y he mantenido limpia la dignidad de mi pobreza. Mi única aspiración, desinteresada y legítima, ha sido y es demostrar al Pueblo y a la Juventud peruanos que SÍ es posible salvar a nuestra Patria por un camino de auténtica renovación moral, en el más elevado y constructivo sentido del concepto”.[24]
“Eso es lo que yo podría llamara el caudal de nuestra ética, el tesoro de nuestra moral. Eso es lo que puede responderse al mercantilista y al fenicio que le pregunta al afiliado ¿qué te ha dado el APRA? La respuesta es que nos ha dado dignidad, personalidad cívica. (Grandes aplausos). Nos ha dado conciencia moral de nuestra soberanía. (Grandes aplausos). Nos ha dado la seguridad de que somos miembros de un Estado con derecho a gobernarse a sí mismo. (Grandes y prolongados aplausos). Y, en consecuencia, nos ha dado el título legítimo de rechazar cualquier forma de usurpación y de dictadura que nos despoje de esa capacidad inalienable que tiene el pueblo peruano de ser dueño de su propio designio. (Grandes y prolongados aplausos)”.
“Porque éste, volvamos a decirlo, no es un Partido de contubernios, no es un Partido de negociados, de empresa, electorero o de intereses subalternos. Este es un Partido en el cual todo ha sido para nosotros: escuela, educación, sacrificio, y forma superada de ascender a las más altas categorías de los valores de un pueblo y de las capacidades de un ciudadano. Esto es lo que hemos conseguido nosotros y esto es, repito una vez más, lo que no se improvisa. Esto es lo que genera el tiempo, la lucha, el dolor, el arrojo y la fe. Esto es prueba de uno mismo en el padecimiento y en la educación de la lealtad. Y eso es -repitámoslo- lo que el Aprismo ha ganado con el tiempo: La selección de los más aptos; la eliminación de los que no tenían capacidad de seguirnos, y de marchar en la misma línea que nosotros y a la misma altitud de nuestro paso. (Grandes y prolongados aplausos)”.
“Esta es la filosofía del Partido. Esta es su ética, este es el título de su legitimidad moral que no se inventa con Decretos. (Grandes aplausos). Este es el título adquirido por la duración de la lucha, probada en su antigüedad. Y lo decimos con su lenguaje: ¡antigüedad es clase! (Grandes y prolongados aplausos)”.[25]
“La juventud, peruana y aprista, sabe que en el Perú no sólo necesitamos una revolución económico-social, educativa, sino también moral; y que necesitamos que la bandera de la moralidad, de que tantas veces se habló, se enarboló y que tantas veces se prostituye, en la juventud no sea una falsificación torcida ni una defraudación, ni un burgo engaño y una mentira. En la juventud debe ser un principio, norma y designio. Y cada vez que digamos que hay que moralizar, democraticemos la idea de la moralización, y digamos: La moralización debe comenzar por los moralizadores.”.[26]



[1] Haya de la Torre, Víctor Raúl. Obras Completas. Tomo 1. Librería Editorial Juan Mejía Baca, Segunda edición, Lima, 1984, pag.10.
[2] Haya de la Torre, Víctor Raúl. Op.cit., págs.. 272-273.
[3] Ibídem,Tomo 1, pág.364.
[4] Ibídem, Tomo 2, pág.470.
[5] Ibídem, Tomo 2, pág.476.
[6] Ibídem, Tomo 2, pág.476-477.
[7] Ibídem, Tomo 2, pág.477.
[8] Ibídem, Tomo 2, pág.477.
[9] Ibídem, Tomo 2, pág.-485.
[10] Ibídem, Tomo 5, pág.78-79.
[11] Ibídem, Tomo 5, pág.87.
[12] Ibídem, Tomo 5, pág.96.
[13] Ibídem, Tomo 5, pág.114..
[14] Ibídem, Tomo 5, pág.123.
[15] Ibídem, Tomo 5, pág.140.
[16] Ibídem, Tomo 5, págs.154-155.
[17] Ibídem, Tomo 5, pág.156.
[18] Ibídem, Tomo 5, pág.220.
[19] Ibídem, Tomo 5, pág.350.
[20] Ibídem, Tomo 5, pág.410.
[21] Ibídem, Tomo 5, pág.411.
[22] Ibídem, Tomo 5, pág.418.
[23] Ibídem, Tomo 7, pág.245..
[24] Ibídem, Tomo 7, pág.260.
[25] Ibídem, Tomo 7, págs.328-329.
[26] Ibídem, Tomo 7, pág.356.

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