Artículos periodísticos y de investigación

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15 de julio de 2019

EL APRISMO SOCIALMENTE


EL APRISMO SOCIALMENTE

Escribe: Eudoro Terrones Negrete


El Apra como Partido de Frente Único ha incorporado desde su fundación al intelectual antimperialista. Como ha incorporado al pequeño propietario, al pequeño capitalista, al pequeño comerciante, al pequeño minero, al artesano, al empleado, ha incorporado a la «inteligencia», al estudiante, al profesor, al literato, al artista y al maestro de escuela. Los ha incorporado sin resistencia ni distingos, como aliados de la lucha del obrero y del campesino, como a trabajadores intelectuales.
Haya de la Torre.

El aprismo es un partido policlasista o de Frente Único de Clases Explotadas, porque está conformado por trabajadores manuales e intelectuales que pertenecen a diversas clases sociales: campesina o indígena (obreros), artesano, minero, industrial y clase media (empleados, intelectuales, maestros, profesionales, pequeños y medianos empresarios y comerciales, estudiantes, etc.).
Cuando a fines de 1924 se enuncia el Programa del aprismo, presenta ya todo un plan de acción política y de llamamiento a todas las fuerzas dispersas a integrarse en un sólido Frente Único de ofensiva contra el peligro común de la conquista que amenaza a América: el imperialismo, en todos sus tipos, venga éste de donde venga y como venga.
Como partido policlasista, el aprismo propugna el Frente Único de Clases Explotadas con el siguiente objetivo máximo: Alcanzar políticamente el control del Estado y realizar desde él la revolución; defender la soberanía y dignidad de Perú y de los países de Indoamérica; unir en el  Frente Único de Clases Explotadas a todas las fuerzas que, en una forma u otra, han luchado o están luchando contra el fenómeno del imperialismo, que es el peligro común y de conquista de los pueblos que amenaza a América Latina; liberar a nuestros pueblos de las garras y ataduras de los imperialismos en vigencia; evitar el sometimiento económico, político, social y cultural; y, alcanzar la justicia social con Pan y Libertad.
El Apra es un Gran Frente Único Antiimperialista de Clases y de Pueblos, más no de razas, es el Partido de los Trabajadores de la ciudad y del campo, de las clases medias pobres y del campesinado. No es el Partido de una sola clase, como lo es el comunismo. “Y no lo es porque el tránsito de nuestro régimen predominantemente feudal, al tecnificado e industrial de la producción no es en ninguno de nuestros países la obra exclusiva de una clase social. Nuestra industrialización moderna viene de afuera”, explica Víctor Raúl.
El Apra es una organización política que representa los intereses de las tres clases: obrero-campesina, clase media e industrial. Es un Partido formado para solucionar los problemas de las tres clases que se vinculan en lo que tienen de común y que se unen en cuanto representan problemas colectivos y nacionales “sacrificando las diferencias que no son de inmediata significación ante el gran problema de la salvación de las mayorías nacionales”.

CLASE OBRERO-CAMPESINA

En la clase de los trabajadores del campo, la clase de los indígenas u obrero – campesinos, que son víctimas de la agresión económica del capitalismo imperialista.
Representa casi el cuarenta por ciento de la población total del Perú, es la clase productora mayoritaria que contribuye con su trabajo honrado a la formación de la riqueza nacional, sin embargo adolecen del aspecto moderno de una organización agraria que les permita aprovechar mejor los adelantos tecnológicos y científicos del mundo contemporáneo. Es una clase social con grado primitivo de técnica y de escasa cultura y aún permanece a espaldas de los intereses y asuntos del Estado. Es el “cholo barato”, cuya fuerza de trabajo es explotada por las empresas extranjeras. “No están preparados para dominar por sí misma a la colectividad y conducir el gobierno del Estado” afirma Víctor Raúl.
En el Perú, frescos están los recuerdos, el indio fue la clase social codiciada por la clase dominante constituida por “la alianza del gamonal nacional con el invasor económico extranjero”, del latifundista con la plutocracia criolla limeña. Con la llegada de los españolas a tierras peruanas la clase indígena fue objeto de esclavitud, de trabajos forzados en las minas para saciar la sed de enriquecimiento de los conquistadores. Latifundistas, gamonales, conquistadores, condes y marqueses, oligarcas y militares – militaristas, son lobos de la misma camada, que consideraron y trataron a los indígenas como los tontos útiles de la derecha capitalista, llamados a trabajar, obedecer y cumplir deberes negándoles a cambio todo tipo de derechos y lo más elemental el uso de la tierra. Después de  la desaparición del Imperio incaico, el problema de la tierra y de los indígenas siguió en pie e inclusive después de la Independencia del Perú. “No ha habido un solo gobernante que se había ya conmovido ante el horror de la situación del indio. El gamonalismo es, en el Perú, un crimen organizado y legalizado “llego a escribir Víctor Raúl Haya de la Torre en su obra “Por la Emancipación de América Latina”. Y agrega: “Yo he vivido ocho meses en el Cuzco, conozco Cajamarca, Apurímac y otros puntos de la sierra peruano. Usted no puede imaginarse los horrores que allí se cometen. He visto indios con los carnes tajadas por las vergas con que les azotan. En un resumen que publicará la Biblioteca Europea y Asiática de Suiza, hago un relato de mis recuerdos, de lo que yo he visto en la sierra peruana. Huallpacaldo (caldo de gallina) le llaman el látigo los gamonales. Con Él destrozan las carnes de esos desgraciados. Les matan, les roban, les incendian las chozas, les violan las mujeres y las hijas con una frialdad sin paralelo. Pero el “gamonal” es el diputado, es el senador, es el ministro, es el presidente. Cuando paseé por Tumbes, supe que en la hacienda costeña de Plateros, de que es propietario Leguía, se castigaba a los trabajadores poniéndolos desnudos, atados, con las espaldas al sol. Tumbes está en el trópico. Aquellos suplicios son bien conocidos en la costa y sierra del Perú” (Obras Completas. T.1:67-68).
Razones más que suficientes llevaron al APRA a considerar a la clase indígena como prioridad uno en la atención que deberá prestar el nuevo Estado. Pues, ninguna transformación político – social y económica tendría éxito, dicen, ni se toma en cuenta al indio, al obrero y campesino “no sólo como trabajador, sino como elemento racial”. Haya de la Torre analizó perfectamente la situación y condición del indio en el Perú y América Latina. El dijo, concluyentemente, que “El indio como raza, no sólo es fuerza económica y social, sino fuerza tradicional, fuerza histórica, diremos en un sentido vasto. El indio – claro está – forma parte de una clase, predominantemente, de la clase trabajadora, pero a ella aporta algo más que sus condiciones de vida y el problema social que esas condiciones crean. A ella aporta la fuerza histórica de su raza” (Obras Completas. T. 2:450).
Por eso es que el APRA, desde que se formó como partido político, llevó en su Programa el problema del indio de los obreros de los campesinos y formuló algunos planteamientos históricos de lucha: “La tierra que el indio necesite para trabajar, debe del indio”. En el Plan de Acción Inmediata o Programa Mínimo de Gobierno (1931) el Partido Aprista Peruano Plantea la RENDICIÓN DEL INDIO: “Incorporaremos al indio a la vida del país”, “Legislaremos en pro de la conservación y modernización de la comunidad indígena”, “Protegemos también a la pequeña propiedad”, “Fomentaremos las pequeñas industrias indígenas”; “Fomentaremos el arte indígena”, “Estableceremos las causales específicas que determinan la revisión de los pactos y contratos celebrados por los indígenas y los terratenientes”, “Respetaremos las peculiaridades de cada región indígena, dentro del plan general y rumbo unificador de la educación”, “Formaremos maestros indígenas”, “Educaremos al indio usando su propio idioma, además del castellano”, “Estableceremos la Escuela Rural Indígena”, “Introduciremos el cooperativismo agrario entre los propietarios indígenas de tierras”, “Emprenderemos una enérgica campaña contra el abuso del alcohol y de la coca” y “Crearemos el Hogar Agrícola Indígena”.
En un reportaje que lo realizaron en la ciudad de Berlín, en el mes de abril de 1930, Haya de la Torre explicó con claridad y concisión la situación del indígena: “Nuestro problema indígena, es, ante todo, nuestro gran problema social, económico. El indio constituye la inmensa mayoría de nuestra clase productora. Indios son nuestros campesinos, nuestros soldados, nuestros obreros, en su mayor parte. El indio se encuentra esclavizado por un sistema oprobioso, de explotación primitiva. La base de la liberación  y de la elevación integral de la raza indígena es económica. El indio, lo sé por experiencia, es apto, más apto que el mestizo y, muchas veces, que el blanco, para todo trabajo. Su fortaleza es extraordinaria; como extraordinarias como su inteligencia, su espíritu de disciplina y su decisión. Pero el indio está sometido, por la fuerza, y está esclavizado por la miseria. Por eso insistimos los apristas peruanos en un lema: “La tierra que el indio necesite para trabajar, debe ser del indio”. En el Perú hay tierra bastante para todos” (Obras Completas. T.2:23).

CLASE MEDIA

La clase media está conformada  por el pequeño propietario, el pequeño y mediano comerciante, el trabajador intelectual, el médico, el maestro, el técnico, el pequeño productor minero, el pequeño empresario, el agricultor e industrial, el artesano, el profesional independiente, el empleado de empresas particulares y de empresas del Estado, entre otros.
Como clase social carece de garantía y seguridad por parte del Estado, sufre las consecuencias del desequilibrio económico – financiero y está vinculada a los intereses  de reivindicación de la mayoría de la Nación. Aunque es una clase “más libre” que las demás, es progresivamente “empujada hacia la proletarización” debido al fenómeno del imperialismo contemporáneo.
Según Haya de la Torre, la clase media  “de la que forma también la “inteligencia” o clase culta, con cierta experiencia técnica y con un grato apreciable de conciencia política sufre las consecuencias de una lucha desigual con el capitalismo organizado que penetra en nuestro país desde el extranjero, desplazando progresivamente por su situación de inferioridad”. Tiene un valor social y político innegable e importantísimo y subestimar su contribución en la lucha antimperialista sería un grave error para nuestros pueblos en busca de liberación. “Subestimar la importancia política de las clases medias, -apunta Víctor Raúl -, cerrarles el paso, alejarlas de la acción partidaria, es preparar un buen conjunto de condiciones objetivos para que la célula cancerígena del fascismos se propague”. (Rolando Pereda Torre. El libro rojo de Haya de la Torre. Edit.Imp. Sudamericana, S.A., Lima, 1979, p.188).
Resulta que, para los fundadores del marxismo, la clase media es una clase “conservadora”, “reaccionaria”, “la parte más flotante de la población” y que “pretenden volver atrás el carro de la historia”, bueno para la realidad europea este enfoque puede ser correcto, pero no así para América Latina donde conviven, coexisten diversidad de clases sociales y es la clase media, precisamente, la que recibe “la primera embestida” del capital extranjero, la clase social que sufre mayormente sus efectos destructivos y es la primera clase que se enfrenta al imperialismo.
“La empresa extranjera – refiere Haya de la Torre-, que viene a establecer en nuestro país una industria, no sólo emplea obreros, si es sólo industrial y campesinos si es agrícola. También necesita de empleados, de hombres de las clases medias cuyos servicios utiliza en la oficina, en el almacén, en la vigilancia de los trabajadores, etc. Esa empresa explota igualmente al obrero y al empleador.” (Alfonso Ramos Alva. Haya de la Torre, creador y visionario. Instituto de Estudios Antiimperialistas. Lima, 1990, p.66).
Bien hace entonces, el fundador del Aprismo Víctor Raúl en calificar a las clases medias como “Los precursores de la protesta antimperialista de Indoamérica”, como las fuerzas impulsadoras de la lucha antimperialista de cuyas filas “aparecen los primeros agitadores y los más decididos y heroicos soldados de las etapas iniciales del antimperialismo”.
Son las clases medias quienes cumplen rol protagónico y liberador, rol indispensable de colaboración con su trabajo, con su experiencia y calidades morales, en el campo intelectual, gerencial o administrativo y técnico, a fin de erradicar de nuestros pueblos el feudalismo y el imperialismo, a fin de promover y llevar a cabo la reorganización de la producción nacional e indoamericana y a fin de organizar un nuevo Estado con bases científicas. La capacidad de beligerante y de respuesta a caciques, hacendados, caporales, a grandes empresarios capitalistas y a clases gobernantes pro-imperialistas, es una cualidad y virtud extraordinaria de las clases medias, para no continuar siendo “aplastada en un callejón sin escape por la máquina imperialista”.
Al hacer una prístina diferencia entre el rol histórico de las clases medias de Europa (pequeña burguesía de la ciudad y del campo) y las clases medias de Indoamérica o Latinoamericana, Víctor Raúl sostiene lo siguiente: “En Europa la clase dominante es la gran burguesía. En Indoamérica  el gran latifundio. En Europa las clases medias, pasada la etapa de la lucha contra el dominio feudal tiene sobre sí el dominio burgués del que son súbditos. La clase media europea es una clase definitivamente sometida, resto y rezago de una clase victoriosa; su capacidad de beligerancia está domeñada, y su actitud ha devenido egoísta e inferior. Esa la clase que “guarda preciosamente sus billetes de Banco” porque no tiene liberación posible por sí misma. En nuestros países las clases medias tienen mayor aptitud para la lucha. Viven aún su edad heroica. Tiene todavía campo abierto para tratar de convertirse parcialmente de rebeldía, de beligerancia. No soportan el rudo peso de una fuerte clase superior ni la presión hostil y creciente de un gran proletariado. Se confunden con nuestra naciente burguesía o con nuestra burguesía colonial. Es difícil, en cierto modo, establecer la línea que separa unas de otras. Nuestras clases medias están aún en el periodo de combate, de forcejeo por su afirmación; periodo de ofensiva, casi de gesta, si le podemos llamar así…” (Obras Completas. T.4:178-179).
Alfonso Ramos Alva, en  7 Tesis Equivocadas del Marxismo – Leninismo sobre Indoamérica al referirse a las clases medias dice lo siguiente: “Quien recibe el primer impacto y comprende la acción depredadora del imperialismo, es el que va a la universidad, o fuera de ella, el que se prepara, lee y estudia los escritos y libros que anunciaban las luchas sociales en el mundo. Jóvenes estudiantes son los primeros en gestar la conciencia en las clases trabajadoras. Por ello podemos darnos cuenta que las principales objeciones y admoniciones contra el imperialismo surgió de las clases medias. No comprender este hecho, es no tener un enfoque sociológico y económico valederos de la problemática latinoamericana…” (7 tesis Equivocadas del Marxismo – Leninismo sobre Indoamérica. Edit. Instituto de Estudios Antiimperialistas. Lima, 1977, 2ª. edic., p.27).
Dentro de un Estado feudal o colonial, instrumento del imperialismo, las clases medias no tienen cabida, son clases sometidas al engranaje capitalista y son gradualmente esclavizadas y oprimidas. Más como “colaboradoras del Estado Antiimperialista”, señala Víctor Raúl, “devienen temporal y relativamente clases cooperantes y, por ende, favorecidas. Mientras se realiza la evolución al total Capitalismo de Estado, - el Estado Antiimperialista es un Estado de transición siempre en progreso -, las clases medias, aún bajo el controlador estatal, han de contar con más seguridad y libertad efectivas, que bajo la presión imperialista que las sacrifica inexorablemente, como condición para su crecimiento incesante y monopolizador… “Finalmente, “Mientras el Capitalismo de Estado llega a afirmarse – periodo más o menos dilatado después de la toma del poder por el partido Antimperialista-, la contribución de las clases medias será invalorable. Un bien entendido y enérgico programa estatal de orientación económica y una organizada difusión del cooperativismos como factor coadyuvante decisivo, como queda dicho, plantearán las bases de una mejor contribución de las clases medias progresivamente educadas dentro de las direcciones económicas del nuevo sistema “ (Obras Completas. T.4:180-181).

CLASE PROLETARIA INDUSTRIAL

Proletariado viene la palabra latina “prole”, que significa “descendencia”, “estirpe”. Proletarios, vienen a ser padres sin fortuna, que sólo “producían hijos”. Proletariado, era entonces esa masa convulsa de padres sin bienes y sin fortuna pero con mucha descendencia.
En cambio para Carlos Marx, proletario es exclusivamente el obrero que trabaja en los centros altamente industrializados. Los que trabajan en establecimientos industriales, recibían el nombre de “lumpen-proletariat”, es decir, sub proletarios. Los artesanos y los campesinos, en el lenguaje de Carlos Marx, estaban por debajo de su línea de aprecio político. Eran llamados “lumpen”, “infra”, “sub”, “canalla”, “desclasado”, “infra proletario”, es decir, escoria y detritus de los trabajadores industriales que trabajan directamente dentro del sistema capitalista. Esa clasificación marxista decimonónica ha sido ya superada por la concepción contemporánea del trabajador” (Ignacio Campos. “Coloquios de Haya de la Torre”, T.III). Para el marxismo, el proletario (el obrero de los grandes centros industriales o de las fábricas) tiene alto desarrollo cultural y es distinguido por la lucidez de su conciencia de clase, es el obrero calificado industrial que eleva su conciencia de clase, hasta que se produce el salto de calidad dialéctico, y, entonces, esa clase de encuentra en condiciones de gobernar.
Al respecto, Wright Mills, en Las clases medias en Norteamérica, piensa que la conciencia de clase se produce, siempre y cuando: 1º. Haya una percepción racional y la identificación con los intereses propios de su clase; 2º. La percepción o el rechazo de los demás intereses de clase considerándolos ilegítimos; y 3º la percepción de una predisposición para usar colectivamente medios políticos para el fin político, colectivo de la realización de los propios intereses (Las clases medias en Norteamérica, Edit. Aguilar, Madrid-España, 1958, p.227).
Los obreros industriales se identifican no con los intereses espontáneos o inmediatos (instinto de clase) sino con los intereses estratégicos a largo plazo (conciencia de clase) a efecto de destruir la explotación capitalista y todo el sistema de explotación del hombre por el hombre no por un llamado sino por convicción, interés de clase que se forma cuando el hombre es objeto de explotación y opresión. No puede haber conciencia de clase sin conciencia de intereses de clase, puesto que la conciencia de clase se da en el trabajador cuando se percata, se da cuenta de sus reales intereses de vida, de sus precarias condiciones de existencia, cuando se identifica plenamente con los intereses de su clase y reacciona racionalmente en defensa de su clase para favorecer a su clase. “Todo individuo, -señala Ramos Alva- así como percibe su diferencia con los demás, descubre a otros individuos que se hallan en el mismo estrato social que él; es decir, el mismo género de vida, las mismas maneras de juzgar, las mismas actitudes y la misma cultura; por consiguiente, pertenecen a la misma clase” (Alfonso Ramos Alva, La sociedad de clases y el Estado, Edic. DERA, Lima, 1970, p.36).
Unas clases se diferencian de otras por el lugar que ocupan en un sistema de producción o de consumo, por el nivel educativo, por el rol que cumplen en la organización y división del trabajo, por su poder económico y financiero, por el tipo de ideología política que abrazan y por el nivel de participación que tienen en la formación y el disfrute de la riqueza. Así unas resultan ser clases dominantes y explotadoras, lucrativas y usureras, en cambio otras devienen en clases dominada, oprimidas, explotadas y esclavizadas. Para la concepción europea de Marx y Engels “Toda la sociedad va dividiéndose cada vez más en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado”. La burguesía es la clase capitalista, dominante y opresora. El proletario es la clase trabajadora, dominada y oprimida. El enfrentamiento de estas dos clases da lugar a la “lucha de clases” (Alfonso Ramos Alva, La sociedad de clases y el Estado) de la cual surge la decadencia, la paz y la guerra, el estancamiento o el desarrollo, la libertad o la esclavitud. Esta lucha insalvable  que se produce entre las clases burguesa y proletaria es denominada “estructura económica de la sociedad o sistema social”, y que en el caso de la sociedad burguesa se sustenta sobre la injusticia y la desigualdad, haciendo inevitable la lucha clasista para liberar a las masas del estado de explotación en que se encuentran. La propiedad privada es el que dio origen a la división de clases antagónicas e irreconciliables, del que a su vez surgió la “lucha de clases”. Y, cuando ya no fue posible seguir existiendo sin un “poder” que controlara a esos grupos antagónicos surgió el ESTADO, según Carlos Marx.
En cambio, en los países de Perú e Indoamérica, otra es la concepción que se tiene acerca del significado y el  papel de la clase proletaria industrial. Según la concepción hayadelatorreana, el proletariado es naciente, minoritario como clase y cuya conciencia de clase está en formación en una nueva dimensión social. El grado de progreso cultural del proletariado es menor, “es más lento que el de los proletariados de la gran industria que “forjan la máquina” y producen la manufactura en los países industrializados. Nuestro proletariado indoamericano, - que no es el proletariado europeo -, sólo aprende a manejar la máquina que nos llega hecha del exterior, pero no puede “forjarla”. “Por eso, nuestro industrialismo es económicamente colonial e incipiente y nuestro proletariado como clase no puede gobernar aún”, en consecuencia “nuestro proletariado es incipiente como incipiente es nuestra industria”. Nuestra “gran industria es de tipo extractivo y no manufacturero o de transformación como ocurre en los países industrializados y europeos. Como joven es nuestra industria extractiva de materia prima o medio elaborada, es joven también el proletariado y como clase también en formación carece de la “conciencia suficiente para conducir los destinos de la Nación”. “Nosotros nos hemos llegado aún a la madurez burguesa de un sistema industrial que permita a nuestra clase proletaria en formación asumir exclusivamente la dictadura de nuestros destinos” (Obras Completas. T.4:175).
“El proletariado industrial que va formando (el imperialismo), es, pues, una clase nueva, joven, débil, fascinada por ventajas inmediatas, cuya conciencia colectiva sólo aparece al confrontar más tarde el rigor implacable de la explotación dentro del nuevo sistema” (56). “En primer término, nuestra realidad social presenta estas manifestaciones objetivas: en el orden industrial, nuestro desarrollo es incipiente y nuestra gran industria es de tipo extractivo y no manufacturero. Joven nuestra industria, es joven también el proletariado como clase. Es un tipo de proletariado diferente del proletariado manufacturero europeo; el nuestro es en su gran mayoría proletariado de industria extractiva de materia prima o medio elaborada, característicamente tropical o semitropical. La clase proletaria propiamente dicha, en razón directa con el desenvolvimiento incipiente y unilateral de nuestra industria, es clase todavía en formación”. “Desde el punto de vista nacional resulta, pues, que nuestra clase proletaria industrial es joven, en formación, sin la cultura ni la conciencia que determina en el proletariado el avance superado de la gran industria manufacturera” (Obras Completas. T.5:108-109). “El capitalismo como clase es incipiente e inmaduro, puesto que incipiente e inmaduro es el industrialismo de América Latina. Consecuentemente sostiene, la clase típicamente proletaria, cuya existencia determina la existencia del capitalismo es incipiente e inmadura también”. (Obras Completas. T.1:270)
“La lucha entre el capitalismo y el proletariado no tiene un sentido mundial sino relativamente” sentenció Haya de la Torre. En Indoamérica la clase proletaria industrial no concentra en sus manos los instrumentos de producción, pues éstos están en propiedad de la clase capitalista. La lucha entre el capitalismo y el proletariado no es la misma en todos los países del mundo, pues varía en intensidad, plantea diversos problemas y exige soluciones propias. Mientras en los pueblos donde el capitalismo resultan más fáciles en los países de economía retrasada no es lo mismo dado a la complejidad y diversidad de los problemas y las necesidades que les convierte cada vez en más dependientes y dominados por la capital extranjero. En Indoamérica “Las clases van formando su conciencia, se van definiendo; y aunque sufren y aspiran, carecen todavía de la capacidad suficiente para interpretar le sentimiento nacional y conducir por sí solas los destinos de la colectividad” (Haya de la Torre, Política Aprista. Edit. Imprenta Amauta, Lima, 1967, p.72).
Socialmente, el aprismo propugna y fomenta el cooperativismo, el Frente Único de Clases explotadas por el gran capital transnacional. No es un partido político de una sola clase, es un partido poli clasista, de varias clases que se juntan,  que se organizan y se movilizan en procura de un futuro próspero y un mundo nuevo, el bienestar material y espiritual de los trabajadores manuales e intelectuales, la libertad religiosa y política, la organización del Estado sobre la base de la democracia funcional y la elevación del espíritu nacional.
El aprismo ha surgido de nuestra realidad social, del corazón de nuestras masas obreras, campesinas, estudiantiles, proletaria industrial e interpretando los viejos y nuevos problemas de los pueblos del Perú ha postulado alternativas de solución coherente y realista. Soluciones que fueron planteados por peruanos para problemas del Perú, sin traer de fuera atenuantes importados, ni remedios extraños a nuestros males.
El aprismo es el Partido del Pueblo, el partido de los que menos tienen, de quienes cifran sus esperanzas en alcanzar a corto, mediano o largo plazo la satisfacción de sus máximas aspiraciones de libertad, de dignidad, de justicia, de educación y cultura.
“Según la tesis del aprismo, en América Latina, los períodos y sistemas sociales y económicos no se suceden negando los posteriores a los anteriores, sino agregándose el último a todos. Cuando la conquista hispano-portuguesa llega a Indoamérica, impone el sistema colonial feudal con los tres virreinatos originarios de México, de Perú y del dominio portugués del Brasil. Pero el nuevo sistema no logra liquidar las vastas regiones de comunidades privadas, ni los sistemas socioeconómicos establecidos por los indios nativos del Perú y de México. Igualmente, la vida tribal de la inmensa zona amazónica sobrevive hasta nuestros días. Así, al sistema agrario de tipo precolombino se yuxtapone el latifundio colonial y, más tarde, a ambos se agrega el sistema de industrialismo de materias primas y medio elaboradas. Por todo esto el aprismo reconoce que en Indoamérica existe una yuxtaposición de sistemas económicos sociales de producción, que abarcan desde la vida tribal rudimentaria hasta el industrialismo contemporáneo, subsistiendo las organizaciones comunales indígenas y el sistema colonial del latifundio. Tomando el Continente en conjunto, aun muchos de sus países aisladamente, se puede decir que todas las etapas de la evolución económica de la humanidad están presentes en nuestra América…” (Manuel Vásquez Díaz, Balance del Aprismo, Lima, 1964).
El aprismo es el buscador, el descubridor de nuestra realidad natural y social que no hemos tratado de inventarla fuera del país sino de encontrarla aquí en Indoamérica.
El Estado antiimperialista desarrollará el capitalismo de Estado como sistema de transición hacia una nueva organización social, no en beneficio del imperialismo, que supone la vuelta al sistema capitalista, del que es una modalidad, sino en beneficio de las clases productoras, a las que irá capacitando gradualmente para el propio dominio y usufructo de la riqueza que producen.
Decía Haya de la Torre, con visión porvenirista, que “Nuestros pueblos están viviendo aún socialmente, un proceso estructural de evolución y crecimiento correspondiente al de su constante devenir y cambio económico; tanto más veloz y profundo en su transformación cuanto más adelantado y rápida sea su movimiento desarrollista” (El Antimperialismo y el Apra).

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