Artículos periodísticos y de investigación

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15 de julio de 2019

EL APRISMO Y LA UNIVERSIDAD POPULAR: EL QUE SABE POCO, APRENDE; EL QUE SABE MUCHO, ENSEÑA


EL APRISMO Y LA UNIVERSIDAD POPULAR: EL QUE SABE POCO, APRENDE; EL QUE SABE MUCHO, ENSEÑA

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Nosotros formamos el Partido que ha preconizado y preconiza la ciencia y la tecnología, como función del estadista y del político. Somos el Partido Escuela que le ha dicho a cada aprista, desde sus orígenes: Si sabes poco aprende, si sabes mucho enseña. Pero no te estés quieto, cambia, evoluciona, distribuye lo que tengas de conocimientos y de riqueza con los demás.
Haya de la Torre.

El Apra proviene del gran movimiento cultural forjado al calor de las universidades populares y como producto social de la continental Reforma Universitaria iniciada en Córdova (Argentina) en 1918.
En un país de “analfabetos de abajo” y “analfabetos de arriba”, el primer paso para hacer una revolución social era emprender la transformación de los espíritus, liberar a las masas de la ignorancia, mediante una “justa distribución de la riqueza cultural que lleva implícita la de la riqueza material”.
En su primer mensaje del destierro a la juventud del Perú, escrito en San Ángel, México, noviembre de 1923, Haya afirmó que las Universidades Populares del Perú constituyen quizá la más eficaz, la más hermosa y la más original de las organizaciones estudiantiles y obreras de Sud América, de Centro América, las Antillas y México.
El 8 de diciembre de 1931, día de la transmisión del mando supremo, en Lima el fraude electoral había quedado consumado y el comandante Sánchez Cerro fue ungido  Presidente de la República. En su mensaje de toma de posesión ante el Congreso Constituyente, en alusión al Apra, afirmó que la seguridad del estado se encontraba amenazada por el desarrollo de “peligrosas ideas políticas, económicas y sociales” y que frente a dicha amenaza, su gobierno defendería el orden social y la estabilidad de las instituciones cueste lo que cueste.
Ese día, por la tarde, Haya, abandonando su cátedra del curso de Aprismo que había dictado durante tres meses seguidos, ocupó la tribuna del Comité Aprista de Trujillo, ante una nutrida concurrencia de militantes y dirigentes del PAP, respondió categóricamente al dictador, de cuya pieza oratoria histórica presento los siguientes párrafos:
“¡No estamos perdidos!... Yo afirmo que estamos más fuertes que nunca. Porque gobernar no es mandar, no es abusar, no es convertir el poder en tablado de todas las pasiones inferiores, en instrumento de venganza, en cadalso de libertades; gobernar es conducir, es educar, es ejemplarizar, es redimir. Y eso no lo harán jamás quienes van al poder sin título moral, quienes carecen de la honradez de una inspiración superior, quienes capturan el Estado como botín de revancha. Ellos mandarán, pero nosotros seguiremos gobernando. Porque nosotros continuamos educando, organizando y dando ejemplo, vale decir, nosotros continuamos redimiendo”.
“Quienes han creído que la única misión del aprismo era llegar a Palacio están equivocados. A Palacio llega cualquiera, porque el camino de Palacio se compra con oro o se conquista con fusiles. Pero la misión del aprismo era llegar a la conciencia del pueblo antes que llegar a Palacio. Y a la conciencia del pueblo no se llega ni con oro ni con fusiles. A la conciencia del pueblo se llega, como hemos llegado nosotros, con la luz de una doctrina, con el profundo amor de una causa de justicia, con el ejemplo glorioso del sacrificio... ¡Sólo cuando se llega al pueblo se gobierna: desde abajo o desde arriba! Y el aprismo ha arraigado en la conciencia del pueblo. Por eso, mientras los que conquistaron el mando con el oro o con el fusil, crean mandar desde Palacio, nosotros continuaremos gobernando desde el pueblo”.
Para el Maestro Haya la Política es sinónimo de Cultura “cuando es política auténtica”, es decir, ciencia de buen gobierno. Y aplicando la ética spinoziana a la situación política del Perú, Haya concluye en afirmar que “todos nuestros males son males de ignorancia”:
“Me parece que la ética spinoziana es aplicable a la situación política del Perú: el mal, es la ignorancia. Spinoza señala tres grados de conocimiento: la opinión, la razón y la intuición. Los hombres pertenecientes a la primera categoría basan su conocimiento en lo que oyen, en lo que perciben o en lo que imaginan. Y ésta es la categoría pre-científica, la más baja de las etapas del conocimiento, la media ciencia de que hablaba Piérola…Categoría típicamente civilista, digamos nosotros. La categoría superior -razón- corresponde al rango científico, y ésta es rara, muy rara en nuestra política. El grado supremo - la intuición- que supone una visión sinóptica del universo, del cosmos - del mundo, hablando políticamente, - es más rara aún. La correlación de Conocimiento y Moral en la filosofía de Spinoza es pues muy aplicable a nuestra política; los hombres de opinión, los de categoría pre-científica, están sujetos a las influencias de las cosas que los rodean, vale decir, son hombres de apetito, de pasión, de instinto, más próximos al mal que al bien. En la política peruana son los que han predominado y predominan. Por eso no es aventurado afirmar que todos nuestros males son males de ignorancia” (10).
Haya exigía a los militantes y dirigentes del Partido más cerebro que sentimiento, más conocimiento científico de la realidad, para estar en las mejores condiciones y posibilidades de plantear las alternativas de solución a los complejos, variados y múltiples problemas de la sociedad contemporánea.
“El primer estudiante de América”, -llamado con justicia a Víctor Raúl Haya de la Torre,  en el aula magna de la Universidad de México (1925)-, en todo instante relacionó la política relativista con la educación integral, la economía y la moral, dentro de una causa permanente de reivindicación social con requisito previo para liberarnos de “tanta intoxicación fantástica”.
“El día que pensemos seriamente en que la política es ciencia, -decía- especialmente la política nueva, y ciencia ligada con la economía y que una afirmación en política, como un cálculo en economía, debe basarse en algo, ese día nos libraremos de tanta intoxicación fantástica que, como el opio es gratísima a la fiebre tropical de hacer castillos en el aire, pero muy seria cuestión, para los pueblos a los que se engaña o desvía. Ese fue el error del pasado y los nuevos debemos enmendar la falta conscientemente”  (Obras completas, Tomo 2, “Pensamientos de crítica, polémica y acción”, p.453).
Pero que en el Perú, y particularmente entre los hombres de la vieja generación, faltaban aquéllos con una cultura política especializada y moderna; puntualizó que política y economía son disciplinas científicas inseparables, y el hecho de no saber organizar la economía de un país o las finanzas de un gobierno, significaba no saber gobernar.
Haya era consciente que en la época de la esclavitud o en la de servidumbre, el trabajador agrario no necesitaba saber leer ni escribir, pero que en la época moderna, para la agricultura industrializada o para la industria de la máquina y del laboratorio, el trabajador sí debe saber algo más que leer y escribir.
Sostuvo que la política es una ciencia, es un conocimiento que requiere de hombres capacitados, de expertos y especialistas, de ciudadanos que realmente tengan el autorizado título y la verdadera aptitud de dirigentes del Estado. Consideraba que una educación política y una política educacional eficientes serían lo ideal para superar las taras y lacras sociales de la sociedad peruana, los graves y complejos problemas sociales y económicos de nuestros pueblos, asimismo para generar un nuevo liderazgo político científico, con conciencia de Frente Único de Clase, con conciencia histórica, con conciencia social y con conciencia de  cambio social.
Consecuente con su plataforma de lucha por la educación del pueblo, propuso la democratización de las universidades, para convertir a estos centros superiores en verdaderos centros de cultura, de trabajo, de investigación, de extensión y proyección social, y para que el estudiante devuelva al pueblo parte de la enseñanza recibida. Tal iniciativa lo formuló en su discurso del 22 de agosto de 1965: “Por eso nosotros quisimos – dijo- que las puertas de la universidad se abrieran, para que miles y miles de estudiantes pobres que no podían llegar a los claustros universitarios, tuvieran la posibilidad de hacerlo... Allí queda también establecido el principio de que el estudiante tiene como obligación -por recibir privilegiadamente una enseñanza que el pueblo paga- devolverle al pueblo parte de esa enseñanza que recibe por un azar de la fortuna....».
Su compromiso con la mayoría nacional le llevó a pensar en una  Universidad social, a través de la cual el estudiante entre en contacto directo e inmediato con las clases trabajadoras. En este sentido luchó por una reforma universitaria: “que sale hacia la realidad social, que no quiere hacer del estudiante una casta parasitaria, sino que lo desplaza hacia la vida, lo sitúa entre la clase trabajadora y lo prepara a ser colaborador y no instrumento de opresión para ella.”
En cuanto a la educación superior universitaria, Víctor Raúl era partidario de una Reforma Universitaria como “Revolución de los Espíritus”, con un nuevo sentido y una nueva proyección: renovadora, desprofesionalizada, investigativa, democrática, impulsora de cambios radicales en los sistemas y metodologías de enseñanza-aprendizaje, y que  erradicara de  las universidades a los catedráticos que se hallaban en “pleno proceso de momificación”. Como producto de su perseverante lucha Víctor Raúl, identificado con los principios de la Reforma Universitaria iniciada en Córdova (Argentina), logró en el Perú echar afuera a dieciséis profesores de la Universidad de San Marcos, cambió radicalmente los sistemas y obligó a una servil asamblea parlamentaria a respetar los derechos de los estudiantes.
La Universidad Popular Gonzáles Prada, fundada por Haya de la Torre, adoptó dos lemas originales: uno que se indicaba con los tres ochos «8-8-8» para significar: ocho horas de trabajo, ocho horas de estudio y ocho horas de descanso. Y el otro, que provenía del lema del cooperativismo, decía «Uno para todos y todos para uno».
Víctor Raúl concibió a las universidades populares como lugares apropiados para la formación de la conciencia social, política, económica, cultural y educativa del Gran Frente Único de Clases Explotadas que lucharía posteriormente contra toda forma de dominación, dependencia, explotación, imperialismo e injusticia social. Más aún concebía a las universidades populares como “la protesta viva frente a las universidades caducas que crean castas de opresión, y la esperanza viva también de las magníficas aulas del futuro que preparan al hombre sin dificultades para cumplir su función social”
Era su máxima aspiración que las universidades populares pudieran comprender un día “a todos los proletarios del Perú, al obrero, al campesino de nuestras costas, al indio que vive la más cruel de las tragedias sociales en nuestras sierras y ojalá al salvaje montaraz y senil de nuestras selvas”.
En lo referente a la reforma universitaria defendió la conservación de la autonomía de las universidades y escuelas técnicas superiores, el mantenimiento de los principios de la Reforma Universitaria iniciada por el estudiantado, la libertad de cátedra, el enriquecimiento y actualización de las bibliotecas, talleres y laboratorios, expansión de sus capacidades docentes y experimentales, la validez de los títulos profesionales otorgados por nuestras Universidades y las Escuelas en todos los países latinoamericanos, la creación de institutos de enseñanza superior en forma descentralizada en diversos lugares del país, acorde con sus necesidades específicas, la creación de una Escuela Profesional de Servidores del Estado y la gratuidad de la enseñanza primaria, secundaria y universitaria:
Consideró de necesidad y utilidad pública la aplicación de la gratuidad de la enseñanza en todos sus niveles, “desde el analfabeto escolar hasta el analfabeto universitario, que también los hay” como una reivindicación económico-social tan poderosa y tan decisiva para el mejoramiento de las condiciones materiales del hombre y para que el desarrollo y la justicia se cumplan. “Porque quien cambia su situación por obra de la educación, cambia también su posición y su nivel social”.
En su discurso del 22 de agosto de 1965, Haya de la Torre manifestó: “Porque queríamos una renovación de las universidades, no para hacer más fácilmente al estudiante la manera de conseguir un diploma sin saber mucho. Nosotros quisimos precisamente lo contrario: darles a las universidades una nueva validez, un nuevo sentido, una nueva proyección. Hacerlas verdaderos centros de cultura. Desprofesionalizarlas, en el sentido de que no sólo el diploma fuera el objetivo del universitario. Crear los ámbitos de la investigación desinteresada. Hacer de ellas lo que han sido las universidades del mundo, en el campo científico, la exploración, en las que no es el interés profesional lo que prevalece, sino el amor a la ciencia y la devoción por la cultura. Ese fue el afán de la revolución o Reforma Universitaria. Y así comenzó. Había que sanear, había que limpiar las cátedras donde permanecían aferrados viejos señores, que eran, sobre todo, viejos por sus ideas y nosotros lo logramos en esa primera etapa, tendiendo a la democratización universitaria…”  
El aprismo se fundó como Escuela, como Universidad Popular, y fue la persecución de la tiranía la que les obligó a ser políticos para defender su obra cultural y sindical. La tiranía de entonces los llamó a los apristas “bolcheviques” y no contento con ello les persiguió y desterró. El Apra nació como una necesidad de las mayorías populares de liberarse de la ignorancia y explotación oprobiosa y de ganar más educación y más cultura, para estar en mejores condiciones de participar en la transformación de su realidad social, económica y política. Las Universidades populares pronto se convirtieron en el laboratorio vivencial del pueblo, es la escuela ciudadana para la afirmación de sus principios libertarios, democráticos y éticos, para la integración de los obreros manuales e intelectuales en un gran frente único por la justicia.  “Fue esta “revolución de los espíritus” – señala Haya de la Torre- la que en el Congreso Estudiantil Latinoamericano celebrado en México en 1921, consagró la tesis peruana de nuestro primer Congreso de Estudiantes del Cuzco, cuando proclamó como deber de la Universidad Reformada y del estudiante reformista fundar y sostener universidades populares, enseñar en ellas e inspirar sus labores docentes en la justicia social” (Obras Completas. Tomo V: 414).
Asumiendo su responsabilidad histórica, el Apra surgió al escenario político nacional y latinoamericano analizando críticamente la sociedad, debatiendo y cuestionando los ancestrales problemas, confrontándolas con las de otras realidades del continente y postulando alternativas propias de solución.
Quienes militaron y militan en el aprismo, desde sus años aurorales, luego de analizar la realidad nacional y latinoamericana concluyen en manifestar que es imposible llevar a cabo con éxito un programa de gobierno de transformaciones estructurales si ante todo no se ejecutaba un programa masivo, permanente, diversificado y coherente de educación popular.
Los apristas asumieron el reto histórico de forjar ciudadanos con mentalidad y actitud favorable al cambio social, ciudadanos con gran poder cognitivo como para superar el servilismo, el vasallaje, el analfabetismo, el empirismo y la demagogia política.
El 21 de septiembre de 1969, con motivo del XXXIX aniversario de fundación del PAP, destaca la importancia de formar parte de un Partido-escuela y valora el bagaje cultural que atesora cada militante y dirigente al afirmar que en el APRA “El que sabe poco, aprende; el que sabe mucho, enseña”, pero al mismo tiempo les invoca a no permanecer quietos, a mantener una actitud favorable al cambio social, a evolucionar, a compartir con los demás cuanto tienen de conocimientos,  a no olvidarse que la mayor fortuna y el más ingente caudal lo forma la cultura.
Mucha razón tuvieron los apristas al insurgir al escenario político demandando educación gratuita en todos los niveles y modalidades, igualdad de oportunidad y derechos para todos los estudiantes hasta el límite que marquen sus capacidades, planteando la necesidad de una reforma integral de la educación con tendencia a la escuela unificada desde el Kindergarten a la Universidad y exigiendo a los gobiernos de turno la asignación de un alto porcentaje del presupuesto nacional para la educación del pueblo peruano.
Desde 1931, ya se consideró en el Plan de Acción Inmediata o Programa Mínimo de Gobierno del Aprismo importantes iniciativas o planteamientos a favor de la educación nacional, por ejemplo: el fomento del mutualismo escolar, el establecimiento de tarifas especiales en los servicios de transportes que utilicen los estudiantes para concurrir a su centro educativo, reforma de la enseñanza agrícola atendiendo a la especialización que exige la realidad del país mediante cursos teórico-prácticos sobre agricultura en las escuelas primarias preferentemente. También la educación al campesino usando su propio idioma además del castellano, introducción del cooperativismo agrario entre los propietarios indígenas o campesinos.
Dentro del vasto programa de educación popular que se trazó el Partido del Pueblo se encontraba el mejoramiento de la condición económica de los maestros, la creación del Ministerio de Educación, la creación de granjas escuelas, Institutos Superiores, Institutos de Orientación Profesional de acuerdo con los actitudes físicas, las condiciones psicológicas y la vocación de los estudiantes y ciudadanos; la creación de una institución de unión latinoamericana que auspicie la realización de conferencias y congresos sobre temas de economía, pedagogía, ciencia, tecnología, etc., con sede rotativa en los pueblos integrantes de la unión; el establecimiento de escuelas elementales en los Cuarteles atendidos por Pedagogos; la atención a la especialización de los Oficiales y del personal subalterno del Ejército, la Armada, Aviación y Policía nacional; la creación de Universidades populares en diversos países latinoamericanos, de escuelas nocturnas y dominicales, editoriales pedagógicas, bibliotecas populares (fijas y rodantes); la creación en las regiones del país de institutos de enseñanza superior de acuerdo a sus necesidades específicas de desarrollo.
El Apra propuso, desde 1931, conservar la autonomía de las universidades y de las escuelas técnicas superiores, mantener los principios de la Reforma Universitaria, gestionar la validez de los títulos profesionales otorgados por las universidades y escuelas en los países latinoamericanos, emprender enérgicas campañas contra el abuso del alcohol y la cosa, el intercambio bibliográfico a nivel de estudiantes latinoamericanos, la creación de becas de estudio, la formación de la conciencia sanitaria en el país, el fomento de la cultura física de los educandos, el establecimiento de misiones ambulantes para la difusión de conocimientos básicos de agricultura.
Haya siempre propugnó el aprovechamiento de la experiencia cultural-educativa, de los adelantos científicos y tecnológicos del mundo en sus valores universales, pero asimilados, adaptados, aplicados, adecuados a nuestros pueblos en cuanto sean posibles y viables, es decir “metabolizados”, frente a un mundo cambiante y a un continente que tienen que realizar urgentes cambios en todo orden de cosas para arribar a su Gran Transformación.
Desde sus años aurorales, Haya de la Torre concibió al aprismo como Escuela para la Vida, Escuela de disciplina moral, Escuela de civismo y Universidad Popular, que supo mantener la fe sin claudicaciones ni debilidades y cuya misión histórica es llegar a la Conciencia del pueblo, porque “Sólo cuando se llega al pueblo se gobierna, desde abajo o desde arriba… con la luz de una doctrina, con el profundo amor de una causa de justicia, con el ejemplo glorioso del sacrificio”.
Decimos que el aprismo es un partido-escuela por las razones siguientes:
El aprismo insurgió a la escena política nacional y latinoamericana, señalando un rumbo y un camino constructivo, tanto a jóvenes y a obreros “que no sabían de dónde venían y adónde iban”, previniéndoles del riesgo de caer en infantilismos demagógicos y mentiras desaprensivas de prometer lo que no se ha de cumplir.
El aprismo se orienta a redimir a niños, adolescentes, jóvenes y al pueblo mismo de sus defectos, vicios, debilidades y derrotismos, rescatando los valores positivos de su personalidad para levantarlos contra la aventurera impreparación  e inmadurez de gobernantes de undécima hora.
El aprismo se opone a la reacción más ultrancista de las facciones políticas escindidas por irrefrenables ambiciones y voracidad por sinecuras. El aprismo busca salvar al pueblo del baldón del servilismo, del colonialismo mental europeo, persiguiendo la victoria de lo noble y de los bueno en cada individuo.
El aprismo forma, perfecciona, adiestra, capacita al ciudadano en las leyes de la vida política, pública, sindical y cultural.
El aprismo partió de la necesidad de estudiar, discutir, investigar la realidad de nuestros pueblos, a fin de plantear alternativas de solución a sus complejos y múltiples problemas y necesidades. Es así como el aprismo “supo acercarse al pueblo, conocer sus necesidades, comprender sus anhelos y sentir su dolor”.
El aprismo originalmente despertó de la abulia y del letargo a grandes masas humanas que se hallaban prácticamente dormidas y se limitaban a decir: “Qué se va a hacer”, “así es”, “a mal tiempo buena cara”, o cosas por el estilo.
El aprismo orienta a las clases productoras y consumidoras a vivir dentro de un nuevo estado antiimperialista, con clara y definida conciencia cívica, conciencia política, conciencia cultural, conciencia geográfica, conciencia histórica y con alto espíritu moralizador y alta solvencia moral. “No puede haber revolución económica y social, si no hay ante todo y con ella una profunda revolución cultural” sentenciaba Haya de la Torre.
El aprismo no es un movimiento político de contubernios, de negociados, de empresarios, menos aún electorero o de intereses subalternos.
El aprismo es un Partido de masas educadas, en el cual todo ha sido para sus integrantes: escuela, educación de la lealtad, sacrificio, espíritu de superación, actualización y renovación de conocimientos, capacidad para perseverar en la lucha contra la ignorancia.
“En la escuela del Aprismo,-indica Haya de la Torre-, quien quiera ser un gran dirigente y capacitarse, tiene los caminos abiertos, con tal que dentro de esos caminos pueda recoger este gran llamado, este gran imperativo: «denos usted soluciones y no nos recuerde problemas». Los problemas los sabemos de memoria, la cuestión fundamental es hallar soluciones, es y crear en nosotros esa capacidad de solución” (Obras completas, Tomo 1:361).
Hastiado de ver pasar por Palacio de Gobierno a gobernantes empíricos, improvisados y mediocres, Haya demanda a los amigos, simpatizantes, militantes y dirigentes de su partido una mayor preparación especializada, una mejor capacitación económica, política, tecnológica y en administración pública, para estar en condiciones eficientes de cumplir sus funciones cuando tengan la oportunidad de ejercer algún cargo público. “Hay que prepararse para el ejercicio del gobierno si la misión del aprista es salvar la Patria de los que medran con ella”, acotaba.
En su discurso del 28 de julio de 1978, electo Presidente de la Asamblea Constituyente de Perú, Haya manifestó: “Centrar un sistema político en torno al hombre exige consagrar especial importancia a la formación del hombre. Nuestra Constitución debe atribuir a la enseñanza una jerarquía dominante y superior. En nuestro contexto nacional, la gratuidad de la enseñanza, en todos los grados es una conquista que debemos rescatar. Para el joven estudiante, no debe existir más límite en sus aspiraciones, que el marcado por su capacidad. Y erradicar el analfabetismo, que nos avergüenza, debe colocarse entre las primeras obligaciones de un nuevo Estado antiimperialista”.
En el año 1979, siendo Víctor Raúl Haya de la Torre, Presidente de la Asamblea Constituyente del Perú y a iniciativa de los constituyentes apristas, fue elevado a la categoría de precepto constitucional el principio de la gratuidad de la enseñanza.


LOS COLOQUIOS DE HAYA DE LA TORRE COMO MÉTODO PEDAGÓGICO

A través de sus concurridos coloquios de pedagogía social, artículos periodísticos, conferencias, entrevistas y las manifestaciones públicas, Víctor Raúl Haya de la Torre abordaba la educación desde un punto de vista integral, humanístico, científico, democrático, popular, tecnológico y ético.
A dichos coloquios, asistían obreros, campesinos, estudiantes, amas de casa, pequeños y medianos comerciantes, líderes políticos de partidos, docentes, etc., para escuchar el mensaje  antiimperialista, revolucionario, democrático, justiciero y libertario del Maestro Haya.
Los coloquios eran verdaderas prácticas de democracia pedagógica. En ellos el público aprendía de todo, se repasaba hechos sociales, históricos, políticos, filosóficos, científicos y tecnológicos, se debatían problemas de actualidad nacional, continental y mundial, se utilizaban métodos variados: socrático, analógico, dialéctico, deductivo, inductivo, intuitivo, histórico, analítico y sintético,  pero lo más importante, se formulaban planteamientos de solución a muchos de los  viejos y nuevos problemas del país y de América Latina.
Haya dialogaba frecuentemente con su público en la Universidad Popular Gonzáles Prada. Respetaba las opiniones de los interlocutores, respondía de manera precisa, clara y conceptuosa a cada una de las preguntas en un lenguaje de fácil comprensión.
En las siguientes líneas, Ignacio Campos, autor de los “Coloquios” de Haya de la Torre, nos recuerda lo siguiente: “Uno de los concurrentes- Daniel Guillén Benavides. Planteó al Maestro este reto a su privacidad: Permítame suponer – le dijo- que usted no es Jefe del partido. Que no es político ni estadista. Algo más: supongamos que no ha sido nada de esto. ¿Qué le habría gustado ser, de no ser estadista? La respuesta llegó rápida, categórica, como si el Maestro hubiera estado esperando la pregunta y, aún más, como si la contestación estuviera a flor de labio: ¡Maestro de escuela!”.

HAYA DE LA TORRE Y ALGUNOS DE SUS PENSAMIENTOS BÁSICOS PARA LA ACCIÓN EDUCATIVA

“Gobernar es conducir, es educar, es ejemplarizar, es redimir”.
“Sobre la base del regionalismo económico debemos erigir nuestro sistema educacional”.
“Debemos orientar nuestra educación de acuerdo con nuestra economía”.
“Necesitamos mover el Partido, convertirlo en una verdadera Escuela de hombres de Gobierno”.
“El técnico y el experto deben dirigir las actividades estatales a fin de poder rumbar científicamente hacia un nuevo camino que resuelva nuestros grandes problemas”.
“Tenemos que preparar los hombres en el trabajo, para el trabajo y por el trabajo”.
“Tenemos que establecer formas de educación de carácter práctico, técnico, actual, moderno e integral”.
“Hay que garantizar al servidor nacional seguridad en su puesto, pero hay que empujarlo a que consiga su puesto por el mérito”.
“Preconizamos la educación libre, gratuita, con la unánime oportunidad que sólo limiten las capacidades de cada persona que debe gozar de este derecho humano”.
“¡Muy grande es la misión de los maestros de escuela en América Latina, si ellos saben tomar su misión sinceramente!”.
“Que cada hijo del pueblo se prepare bien para que haga buen uso de su vida redimida”.
“La soledad de un refugio, la cima de una montaña, el exilio, el trabajo, la vida toda y la muerte misma deben ser sitios y momentos de ejemplificación, de auto-educación y de fortalecimiento”.
“A una mayor y mejor especialización, mayor y mejor oportunidad de trabajo profesional”.
“Aplicar la realidad a los libros y no los libros a la realidad”.
“El pedagogo mejor será aquel que luche por derribar el sistema económico establecido por el capitalismo, en nombre del derecho de los niños.
“Los maestros deben unirse en la lucha común contra la injusticia social, para cumplir su misión educadora”.
“El problema técnico de la Pedagogía, tiene un límite: el límite de las condiciones económicas del actual sistema social”.
“No se puede enseñar nada sin ejemplos objetivos, sin experimentación”.
“Un sistema de moral, es siempre el respaldo de todo progreso”.
“Para educar es preciso tener autoridad y dar ejemplo”.
“La moral gubernativa es una de las enseñanzas fundamentales que deben darse a un pueblo”.
“Que las puertas de la Universidad se abran, para miles y miles de estudiantes pobres”.
“La tiranía de la ignorancia es la peor de las tiranías y la madre de todas”.



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