Artículos periodísticos y de investigación

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24 de agosto de 2020

EL LENGUAJE COMO MEDIO DE COMUNICACIÓN Y DE CONVIVENCIA SOCIAL

EL LENGUAJE COMO MEDIO DE COMUNICACIÓN Y DE CONVIVENCIA SOCIAL

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

 

El lenguaje es el principal instrumento y medio de comunicación de que dispone la humanidad, íntimamente ligado a la civilización, ¡hasta tal punto, que se ha llegado a discutir si fue el lenguaje el que nació de la sociedad, o fue la sociedad la que nació del lenguaje” (Rafael Secco).

El lenguaje se manifiesta a través de movimientos expresivos del cuerpo, de sonidos articulados, de palabras y combinaciones de palabras, de signos o dibujos. A través del lenguaje se comunica toda la obra creativa del hombre, toda la riqueza de la vida anímica de la comunicación humana. Mediante el lenguaje se expone los pensamientos, los conocimientos, el bagaje cultural de las personas y el patrimonio cultural, científico y tecnológico de la humanidad.

No le falta razón a Juan Luis Vives cuando manifiesta: “Dios dio la lengua a los hombres para que fuese instrumento de comunicación y convivencia a la cual la Naturaleza atrae al hombre y le mantiene en sociedad. La lengua es causa de grandes bienes y de grandes males, según usares de ella…”

Es por la relación estrecha y permanente existente entre el pensamiento y el lenguaje “que el adulto no puede pensar sin hablar anteriormente” (Malapert). La teoría teológica de De Bonald y de otros autores admiten la anterioridad del lenguaje sobre el pensamiento, el lenguaje fue dado al hombre por la revelación divina.

Renán sostiene que “el hombre nace naturalmente hablando, como nace naturalmente pensando”. El filósofo griego Platón afirmó la tesis de que el lenguaje humano, la palabra, es el producto natural y el producto social que ha salido mediante una transformación progresiva de formas inferiores de expresión, del gesto y del grito animal.

El lenguaje es el medio y el método exclusivamente humano, el más importante de la vida de relación espiritual entre las personas; es el instrumento de comunicación social por medio de un sistema de símbolos producido de manera deliberada, en la que el pensamiento está incorporado al lenguaje con el fin de participar a otros algo, poco o mucho de esa vida, apoderarse de los objetos de la realidad y unirse a ellos para comprenderlos, describirlos, explicarlos y tratar de influir sobre la vida espiritual de las demás personas.[1] Por eso se dice que los seres humanos son animales racionales simbólicos, por cuanto son capaces de convertir la realidad circundante en signos y símbolos susceptibles de análisis, interpretación, descripción, explicación, conservación y difusión.

El lenguaje común tiene por objeto la comunicación de pensamientos, opiniones, necesidades, intereses, deseos, problemas, proyectos de vida, percepciones, sensaciones, sentimientos y pasiones; pero también la comunicación de experiencias emocionales, estéticas y volitivas, la representación de valores, la regulación de la conducta humana y la conceptualización del mundo.

El lenguaje es el efecto, la condición y el cuerpo del pensamiento lógico; es el que reproduce la vida interior del individuo y la realidad exterior del mundo. “La adquisición de lenguaje entraña un complejo proceso de imitación y de acción creativa, por el cual se llega a la construcción del mundo interior” (Rampeli, 1966). Y es que individuo, lenguaje y mundo van íntimamente conexos. Al respecto Carlos Castilla del Pino señala: “El lenguaje surge como necesidad frente a mi mundo, esto es, como forma de dar cuenta de mis propias experiencias del mundo que compone mi hábitat” (1972:15).

En el mundo no solo hay los denominados consumidores del lenguaje, conformado por el común de los seres humanos que lo usan, sino también los productores o creadores del lenguaje, integrado por descubridores, inventores, investigadores, científicos, filósofos, poetas, técnicos y profetas.

Las facultades del ser humanos intervinientes en el lenguaje son la memoria, la imaginación, la inteligencia, la sensibilidad y los órganos sensoriales. “La reflexión sobre la esencia del lenguaje conduce a la necesidad de que sea cultivado, como se dice en los versos del célebre investigador del mismo Carlos Martius: “Cultiva, oh, hombre, el lenguaje como divina herencia del cielo. Mantenlo puro como el aire, claro como la luz”.



[1] En el planteamiento de Frege, el lenguaje es instrumento de comunicación precisamente porque es vehículo de los conceptos; el lenguaje ya no aparece como algo externo al pensamiento sino que el lenguaje incorpora pensamiento. Si el lenguaje se entiende no es porque en mí, cuando otro habla, acontezcan las mismas vivencias que supuestamente el otro tiene, lo cual sería un planteamiento subjetivista o psicologista. Yo entiendo lo que otro dice, no porque su lenguaje transfiera a mi mente lo que está pasando en la suya, visión causalista del lenguaje, sino, sencillamente, porque yo entiendo lo que ´’él dice. ¿Por qué entiendo lo que él dice?, porque el pensamiento no es ajeno al lenguaje, sino que el pensamiento está incorporado al lenguaje. Por eso el lenguaje es instrumento de comunicación: porque incorpora pensamiento (Jorge Yarce, 1986:88).

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22 de agosto de 2020

PROPUESTA PARA LOGRAR LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA EN EL PERÚ

 PROPUESTA PARA LOGRAR LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA EN EL PERÚ

 

      Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Lograr, mantener y mejorar la calidad educativa en las universidades públicas y privadas de Perú requiere de la realización de una serie de acciones coordinadas e integradas entre los proveedores y  receptores del servicio educativo, para cuyo efecto presento la siguiente propuesta:

1.        Las universidades deberán ser más proactivas al cambio y a la innovación.

2.        Dar mayor prestancia y dinámica a las pasantías.

3.      Promover la mayor participación de los estudiantes en las empresas para que pongan en práctica sus conocimientos de compenetrarlos con sus necesidades.

4.      Definir líneas de investigaciones a fin de obtener las informaciones sobre la real situación y puedan aportar soluciones a los diversos problemas identificados en las empresas y la sociedad peruana.

5.   Responder a las preguntas: ¿Qué valores impregnarán la tarea del docente universitario y del investigador científico universitario?

6.   Apuntalar, actualizar y flexibilizar las estructuras académicas y los métodos de enseñanza-aprendizaje de acuerdo a los adelantos científicos y tecnológicos del siglo XXI y los requerimientos de una sociedad posmoderna.

7.        Promover la transformación y actualización curricular de las carreras profesionales.

8.        Fomentar la competitividad manteniendo la libertad académica.

9.        Contar con un  plan estratégico elaborado con la participación de las autoridades de la universidad y los representantes de estudiantes, docentes, egresados y otros grupos de interés.

10.    Elaborar un proyecto educativo (PE) coherente con el proyecto de desarrollo institucional (PDI), que comprende los objetivos, los lineamientos básicos del currículo, las metas de desarrollo, las políticas y estrategias de planeación y evaluación, y el sistema de aseguramiento de la calidad.

11.    Evaluar permanentemente los resultados del trabajo académico, administrativo, de investigación científica y de proyección a la comunidad.

12.    Aplicar políticas de financiamiento  suficiente de la universidad (a nivel nacional e internacional) vinculado a su desempeño y resultados y que permitan abordar y corregir las deficiencias y solucionar oportunamente los problemas identificados.

13.    Contar con evaluadores externos idóneos, con experiencia y de reconocido prestigio internacional.

14.  Velar por el incremento de la inserción laboral de los graduados y titulados de las diferentes carreras profesionales.

15.    Evitar los conflictos de interés en la participación de los pares evaluadores de la calidad educativa de la universidad.

16.    Lograr el mayor grado de inserción en el mercado laboral de los titulados de las diferentes carreras profesionales.

17.    Incrementar los aprendizajes que requieren competencias cognitivas complejas.

18.    Incrementar las capacidades de comunicación y de expresión de los estudiantes.

19.    Mejorar los instrumentos de seguimiento del proceso de aprendizaje de los estudiantes.

20.    Concretar estrategias de atención a la diversidad: grupos reducidos, agrupación flexible y atención personalizada.

21.    Los padres de familia deberán animar, controlar y exigir mayor estudio y rendimiento académico a sus hijos.

22.  Los estudiantes deberán cultivar el hábito de la lectura de obras de especialidad y de cultura general; deberán  participar con más frecuencia en actividades culturales: cine, teatro, museos, feria de libros, exposiciones de material didáctico, concursos relativos a su carrera profesional, participar en círculos de estudio, clubes de lectura y comprensión de textos, ajedrez, razonamiento verbal, autoestima, psicología hórmica, ética, investigación científica, métodos y técnicas de estudio, entre otros.

23.    Seleccionar a estudiantes ingresantes de las diferentes carreras profesionales en función a tests vocacionales, pruebas de aptitud académica con aprobación mínima de 14 de nota y entrevista personal.

24.    Incorporar en los planes curriculares de los dos primeros semestres académicos de las diferentes carreras profesionales las asignaturas sobre Investigación monográfica 1 e Investigación monográfica 2.

25.    Suscribir convenios con las organizaciones empresariales privadas y públicas con el fin de dotar de mayores oportunidades a los estudiantes para la realización de sus prácticas pre-profesionales.

26.    Promover concursos por áreas académicas de manera permanente en cada semestre, con el fin de incentivar la creatividad y la competitividad entre los estudiantes.

27.  Instituir en el proceso de aprendizaje de los estudiantes la autoevaluación de su rendimiento académico y la evaluación entre los estudiantes (mutua evaluación) como ejercicio de identificación de sus zonas críticas, de sus limitaciones, deficiencias y errores para superarlos en seguida.

28.  Los padres de familia, los medios de comunicación públicos y privados y la población deben asumir un mayor compromiso y responsabilidad social para mejorar la calidad de la educación del país.

29.  Los estudiantes que ocuparon los tres primeros puestos en la carrera profesional deberán ser exonerados del examen de suficiencia profesional, de sustentación y aprobación de tesis para este fin, como estímulo y reconocimiento a su rendimiento académico.

30.    Formar docentes permanentemente renovados y críticos, para lo cual se requiere desarrollar planes permanentes de capacitación y reciclaje profesional de los docentes, dotarles de módulos bibliográficos sobre metodología, didáctica, teorías del aprendizaje, tecnología educativa, investigación científica, ética profesional, teorías sobre la calidad educativa, etc. Módulos bibliográficos que deberán ser evaluados y aprobados en su calificación con fines de renovación de contrato laboral, incremento de remuneraciones, becas de estudios de posgrado y/o de especialización, ascensos en los cargos jerárquicos, entre otros.

31.    Mejorar las condiciones en que se desenvuelve el trabajo de los docentes (revalorización social de la tarea del docente, superar el agotamiento emocional o psicológico, dotar de mayor equipamiento a los laboratorios y talleres, estimular la producción intelectual, mantener una comunicación eficaz, solucionar de manera oportuna y rápida los problemas didácticos, etc.).

32.    Utilizar el circuito cerrado de televisión en todas las aulas para fines de evaluación del desempeño profesional de los profesores en cada una de sus asignaturas.

33.  Asegurar buenas relaciones internacionales para mantener y ampliar convenios de intercambio profesional, académico e investigativo en el ámbito de la competencia global.

34.    Mantener la tradición de rendición de cuentas de manera transparente ante la sociedad.

35.  Acreditar a la universidad ante instituciones acreditadoras de reconocido prestigio e idoneidad profesional a nivel nacional e internacional.

36. Actualizar y renovar métodos y técnicas de enseñanza y de aprendizaje, según los avances científicos y tecnológicos.

37.    Adoptar una concepción sobre la calidad educativa que sea operacional y  posible de realizarla.

38. Suscribir un pacto social por la calidad de la educación que comprometa la participación y responsabilidad del gobierno, de las universidades, de los partidos políticos, de las ONG´s vinculadas a la educación, de los empresarios y de los medios de comunicación a través de sus representantes, en la tarea común por mejorar la educación superior universitaria.

39.  A través de la Oficina de Asuntos Estudiantiles (OAE) aplicar anualmente encuestas a los estudiantes para medir el grado de satisfacción del estudiantado sobre los servicios que recibe de la universidad.

40.  Aprobar y ejecutar un mayor presupuesto anual para ampliación, mejoramiento y creación de nuevos servicios, incremento de remuneraciones del personal administrativo y de servicios, realización de investigaciones de impacto y desarrollo social y becas estudiantiles.

 

 

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CARÁCTER PLURIDIMENSIONAL DEL TÉRMINO CALIDAD EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR

 CARÁCTER PLURIDIMENSIONAL DEL TÉRMINO CALIDAD EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

El término calidad en la educación superior tiene múltiples dimensiones, acepciones, visiones, enfoques, acentos, interpretaciones y explicaciones.

El Proyecto ALFA considera que “muchas de las definiciones referidas a calidad se han dado en función de su evaluación, identificando estándares, criterios y/o requisitos, los cuales pueden variar según el contexto, las orientaciones y necesidades sociales preponderantes en un momento determinado” [1]

La calidad en la educación universitaria es pluridimensional y para lograrla es necesaria realizar una forma de control de calidad. Y la forma del control de calidad se hace mediante procedimientos de evaluación.

Las tasas de éxito, los niveles de desempeño, los niveles de repitencia, las tasas de promoción, el costo educativo, la vigencia, la coherencia y la modernización de planes curriculares, el nivel académico del personal docente y administrativo, los planes de desarrollo institucional a corto, mediano y largo plazo, la modernización de talleres, laboratorios y bibliotecas, etc., son indicadores que van midiendo la calidad del sistema universitario.

Según la Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción (París, 9 de octubre de 1998):

 “a) La calidad de la enseñanza superior es un concepto pluridimensional que debería comprender todas sus funciones y actividades: enseñanza y programas académicos, investigación y becas, personal, estudiantes, edificios, instalaciones, equipamiento y servicios a la comunidad y al mundo universitario. Una autoevaluación interna y un examen externo realizados con transparencia por expertos independientes, en lo posible especializados en lo internacional, son esenciales para la mejora de la calidad. Deberían crearse instancias nacionales independientes, y definirse normas comparativas de calidad, reconocidas en el plano internacional. Con miras a tener en cuenta la diversidad y evitar la uniformidad, debería prestarse la atención debida a las particularidades de los contextos institucional, nacional y regional. Los protagonistas deben ser parte integrante del proceso de evaluación institucional. 

b) La calidad requiere también que la enseñanza superior esté caracterizada por su dimensión internacional: el intercambio de conocimientos, la creación de sistemas interactivos, la movilidad de profesores y estudiantes y los proyectos de investigación internacionales, aun cuando se tengan debidamente en cuenta los valores culturales y las situaciones nacionales. 

c) Para lograr y mantener la calidad nacional, regional o internacional, ciertos elementos son especialmente importantes, principalmente la selección esmerada del personal y su perfeccionamiento constante, en particular mediante la promoción de planes de estudios adecuados para el perfeccionamiento del personal universitario, incluida la metodología del proceso pedagógico, y mediante la movilidad entre los países y los establecimientos de enseñanza superior y entre los establecimientos de educación superior y el mundo del trabajo, así como la movilidad de los estudiantes en cada país y entre los distintos países. Las nuevas tecnologías de la información constituyen un instrumento importante en este proceso debido a su impacto en la adquisición de conocimientos teóricos y prácticos.”


[1] Proyecto ALFA Nº.DCI-ALA/2008/42 Aseguramiento de la Calidad: políticas públicas y gestión universitaria.

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EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ Y LA EXIGENCIA DE CALIDAD EN LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PERÚ Y LA EXIGENCIA DE CALIDAD EN LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Según lo dispuesto en la Constitución política el Estado tiene el deber de especificar requisitos rigurosos para la creación de universidades, y de supervisar y garantizar la calidad de la educación que ellas y sus filiales imparten, pero resulta que el Estado renunció a su deber constitucional y no ha adoptado todas las medidas necesarias para conjurar la crisis en que se debaten las universidades, supervisar la calidad de la educación impartida y garantizar una educación universitaria de calidad.

Por su parte, el Congreso de la República, antes de impulsar una reforma profunda en la educación superior  ha creado más universidades sin el riguroso sustento técnico, estudio de factibilidad, etc. y aprobó leyes que pronto fueron declaradas inconstitucionales por el Tribunal Constitucional, como el caso reciente de la ley Nº 28564 y sobre la regulación y el ejercicio de las competencias asignadas al CONAFU en materia de autorización de funcionamiento de universidades y filiales universitarias.

Al mismo tiempo el Estado no dio prioridad a la educación en la asignación de recursos ordinarios del Presupuesto de la República y por el contrario cada año el porcentaje asignado fue decreciendo y con ello los problemas se agudizaban, a la vez que proliferaron excesivamente el funcionamiento de filiales de universidades sin autorización oficial y otras que venían funcionando al amparo de resoluciones judiciales.

Frente a esta lamentable situación y luego de un análisis crítico y realista de la problemática de la educación universitaria en el Perú y en estricto cumplimiento de sus responsabilidades sociales, históricas, jurídicas y éticas, los magistrados del Tribunal Constitucional se pronunciaron así: “Todo lo expuesto permite declarar la existencia de un estado de cosas inconstitucional de carácter estructural en el sistema educativo universitario” y que es necesario que el Estado adopte de inmediato las medidas institucionales necesarias (legislativas, administrativas, económicas, etc.) para reformar el sistema de la educación universitaria en el país, de forma tal que quede garantizado el derecho fundamental de acceso a una educación universitaria de calidad, reconocido por la Constitución”.[1]

La sentencia del Tribunal Constitucional lleva las firmas de los magistrados Vergara Gotelli, Mesía Ramírez, Landa Arroyo, Beaumont Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y Álvarez Miranda.

El Tribunal Constitucional (TC) también ha resuelto declarar “la inconstitucionalidad, por conexidad, del artículo 2º de la Ley Nº 26439, en cuanto asigna competencias al CONAFU en materia de autorización de funcionamiento de universidades, por violar el derecho fundamental de toda persona a la imparcialidad objetiva del órgano que, a través de sus resoluciones, decida sobre sus derechos u obligaciones (incisos 2 y 3 del artículo 139º de la Constitución” y por tanto el CONAFU “se encuentra impedido de ejercer las referidas competencias”.

El Tribunal Constitucional dispone que el Estado aplique obligatoriamente las siguientes medidas:

a)        “La clausura inmediata y definitiva de toda filial universitaria que no haya sido ratificada o autorizada regularmente, en su momento, por el CONAFU. A ellas no alcanza autonomía universitaria alguna por haber sido creadas al margen del orden jurídico. En este supuesto, el Estado deberá adoptar las medidas necesarias para proteger los derechos de los alumnos, profesores y trabajadores que resulten afectados”.

b)        “La creación de una Superintendencia altamente especializada, objetivamente imparcial, y supervisada eficientemente por el Estado, que cuente, entre otras con las siguientes competencias: (i) Evaluar a todas las universidades del país, y sus respectivas filiales, adoptando las medidas necesarias para, cuando sea necesario, elevar su nivel de calidad educativa. (ii) Evaluar a todas las universidades y filiales ratificadas o autorizadas por el CONAFU, adoptando las medidas necesarias para, cuando sea necesario, elevar su nivel de calidad educativa. Esta evaluación, deberá incluir a las filiales universitarias cuyo funcionamiento haya sido autorizado judicialmente. (iii) Garantizar que el examen de admisión a las universidades cumpla con adecuados niveles de exigibilidad y rigurosidad intelectual, tomando en cuenta que, de acuerdo al artículo 13º, inciso 2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la enseñanza superior universitaria debe hacerse accesible a todos, “sobre la base de la capacidad de cada uno”.

7. “Declarar, de conformidad con el fundamento jurídico 207, supra, que en virtud de la exigencia constitucional de promover una educación universitaria para el trabajo (artículos 14º y 23º de la Constitución), el legislador tiene la obligación de establecer entre las condiciones para la creación de nuevas universidades, la demostración de que las carreras profesionales que se pretenden implementar, se adecuan a la demanda del mercado laboral nacional”.

Como fundamentos de voto de los magistrados del Tribunal Constitucional, respecto a la exigencia de la calidad en la educación universitaria, transcribimos parcialmente las que corresponden a los magistrados Juan Vergara Gotelli, Ernesto Álvarez Miranda, Gerardo Eto Cruz y Fernando Calle Hayen.

Magistrado Juan F. Vergara Gotelli. “5. Las Universidades son centros educativos dedicados a la enseñanza superior, en las que se lleva a cabo el proceso de formación profesional,  transmitiendo a los usuarios de dicho servicio público los conocimientos necesarios en diversas materias para el desempeño óptimo del profesional en la sociedad. Es así que ante la existencia de un derecho fundamental a la educación universitaria las universidades se erigen como centros de  investigación, creación intelectual, trasmisión cultural, entre otros servicios capaces de dotar al ser humano con la suficiente información y capacitación que le asegura seguridad de un buen desempeño profesional al servicio de la comunidad. En tal sentido el ser humano se convierte así en el destinatario de un servicio calificado otorgado por las universidades, obligándose a éstas a adoptar los medios necesarios para hacer viable la transmisión del conocimiento pleno y de calidad, adecuando para ello la infraestructura necesaria y todo lo que pudiera asegurar un servicio educativo idóneo para poder cumplir con el objetivo principal de formación de profesionales de primer nivel, capaces de desempeñarse con decoro y seguridad dentro de la sociedad y estar al servicio de ella-.  6. Siendo así se evidencia que la función de las universidades no se reduce meramente a la trasmisión de conocimientos dislocados sino que trasciende a una función axiológica que nos dice que el ser humano no sólo adquiere conocimientos calificados en la universidad y fortalece su personalidad, su ideología, sus valores, su moral, etc., constituyéndose ésta en una entidad capaz de formar no a simples profesionales mecanizados en su labor sino a personas solventes moral y profesionalmente que aseguren a la sociedad un servicio calificado”. 

Magistrado Ernesto Álvarez Miranda. “El logro de una verdadera formación profesional deviene en mandato axiológico y técnico de la educación universitaria, pues existe una mutua imbricación entre la existencia de una auténtica élite intelectual y el impulso del proceso del desarrollo del país, basado en lo que podríamos denominar una sociedad de información y en una economía del conocimientos. Entonces, el objeto último no es institucionalizar profesiones sino la correcta formación de egresados universitarios con una colocación laboral digna”. “Con el objeto de resguardar la calidad de la educación, se debe garantizar que la educación universitaria y las carreras que en ellas se ofrecen, guarden correspondencia con la demanda del mercado laboral…” “La supervisión de la calidad de la educación debe realizarse ex ante, es decir, antes de que los promotores sean autorizados a desarrollar la actividad educativa; y ex post, a través de una evaluación permanente y rigurosa, que asegure que en ningún intervalo de su ejercicio aquella se desvincule de la finalidad educativa. En esta línea, también corresponde, a las propias entidades educativas implementar mecanismos de excelencia: un permanente control interno aseguraría la calidad de los procesos de evaluación y formalización, a través de un sistema con criterios cada vez más altos de autoexigencia, orientados a generar una cultura interna de la calidad educativa; y, un periódico control externo imparcial llevado a cabo por organismos que no se encuentren vinculados ni directa ni indirectamente con las entidades evaluadas, importaría la implementación de un sistema exigente y obligatorio de acreditación y auditoría”. 

Magistrado Gerardo Eto Cruz. “Dentro de este contexto, no cabe duda que estos caros ideales podrían verse seriamente comprometidos, si no frustrados, si el Estado permitiera la creación “a diestra y siniestra” de universidades y filiales universitarias con el pretexto de fomentar la libre iniciativa privada, ya que ello sería tanto como consentir el abuso de un derecho, en este caso el reconocido en el segundo párrafo del artículo 18 de la Constitución. A decir verdad, la finalidad de la universidad como centro del saber y la investigación quedaría herida de muerte si el Estado no controlase la calidad de la educación realmente impartida, cualidad que, como ya expuse, es la justificación misma de la universidad como institución social. Naturalmente, ello cobra mayor sentido si tenemos en cuenta que el problema de la educación universitaria en el Perú no es sólo ni principalmente cuantitativo, sino básicamente cualitativo”. “…el Estado debiera asumir el firme compromiso de crear un ambiente propicio para la gestación de universidades de rango mundial donde se conjuguen la concentración de talento, la abundante financiación y una gobernabilidad adecuada, que es el estándar que actualmente exige la globalización”.

Magistrado Fernando Calle Hayen.“Por otro lado, respecto del punto 7 de la parte resolutiva y del fundamento en el que se apoya (cfr. Fundamento jurídico 207), en el que se dispone que “el legislador tiene la obligación de establecer entre las condiciones para la creación de nuevas universidades, la demostración de que las carreras profesionales que se pretenden implementar se adecuan a la demanda del mercado laboral nacional” conviene precisar que esta medida, atendiendo a la libre configuración de la ley por parte del legislador, se puede cumplir con el establecimiento de un mecanismo de cotejo entre el proyecto de creación de una nueva universidad- el que deberá contar con una proyección del índice de empleabilidad- y la realidad de la colocación de los egresados en el mercado laboral; dicho cotejo deberá arrojar como resultado la evidencia de que se ha superado el índice mínimo dispuesto por el legislador, ello en atención a la procura del fomento de una sana competencia en la oferta educativa de calidad y una adecuada protección de la satisfacción de la demanda evitando la instalación de una suerte de monopolio en la oferta referida”.


[1]  Sentencia del pleno jurisdiccional emitida en el Exp. Nº 00017-2008-PI/TC, Lima, 15 de junio de 2010, ante la demanda de inconstitucionalidad interpuesta por más de 5,000 ciudadanos, contra la Ley Nº 28564.

 

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INTERROGANTES ACERCA DEL HOMBRE

 INTERROGANTES ACERCA DEL HOMBRE

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

La pregunta que interroga acerca de la naturaleza del hombre y de su razón de ser en el Universo, sobre su puesto en el Cosmos y su destino final, es tan antigua como la misma humanidad.

La pregunta  ¿Qué es el hombre? es una pregunta típicamente filosófica, multidimensional, amplia y compleja que interroga acerca del hombre, sobre su razón de ser en el universo, su puesto en el Cosmos y su destino final. Esta pregunta filosófica puede entenderse y explicarse desde diversos sentidos y formas, a través de las conceptualizaciones de los filósofos, de las corrientes filosóficas imperantes en cada espacio y tiempo histórico y según las disciplinas que se encargan de estudiarlo. El problema filosófico del hombre se define como la búsqueda de una síntesis global de la naturaleza multidimensional y multidisciplinaria del hombre.

Juan Pablo II, en su discurso inaugural I, 9 Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Puebla, "La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina" (Madrid, 1979) al referirse a la época en que vivimos decía: “La nuestra es una época en que más se ha escrito y hablado sobre el hombre, la época de los humanismos y del antropocentrismo. Sin embargo, paradójicamente, es también la época de las más hondas angustias del hombre respecto de su identidad y destino, del rebajamiento del hombre a niveles antes insospechados, época de valores humanos conculcados como jamás lo fueron antes”. 

Por eso no le falta razón a Aranguren cuando expresa: “El análisis del hombre remite a un fundamento y una culminación que está más allá de él”, “En el hombre hay más que el hombre”. 

El hombre de todas las épocas históricas y en todas las etapas evolutivas de su vida, desde el momento en que fue capaz de reflexionar sobre sí mismo y sobre los demás, se ha formulado preguntas como las siguientes: ¿Qué es el hombre?  ¿Cómo es influida una forma de vida social humana por otras formas de vida existentes en el universo? ¿Cómo puede conocerse integralmente aquello que es humano? ¿Cuál es el origen del hombre? ¿Cuál es el sentido de la existencia del hombre?¿Cuál es la diferencia entre el hombre y el animal? ¿Cuál es la tarea del hombre en el universo? ¿Cuál es la finalidad del hombre aquí en la Tierra? ¿Cuál es la situación del hombre en el universo? ¿Cuál es el destino del hombre? ¿Cuáles son los motivos que conducen a la unión de los hombres en una determinada forma de vida social? ¿De dónde viene y adónde va? ¿De qué está compuesto el hombre? ¿El hombre sigue siendo «ese gran desconocido» de que hablaba Alexis Carrel? 

¿En definitiva la ciencia del hombre está constituida fundamentalmente por la filosofía de la religión, la teoría de la ciencia y la teoría de la moral? ¿Es el hombre sólo materia, sólo espíritu, o es materia y espíritu al mismo tiempo?  ¿Es el hombre un mero productor y consumidor de bienes y servicios en este mundo? ¿En qué medida el hombre ha llegado a dominar su entorno? ¿Es el hombre un ser eternamente misterioso, insatisfecho e indefinible? ¿Es el hombre un ser único e irrepetible? ¿Está el hombre destinado a desaparecer del todo? ¡Existe otro ser igual o parecido al hombre? ¿Hay acuerdo en agrupar en una sola y misma especie a todos los hombres que pueblan la Tierra? ¿Para qué existe el hombre? ¿Para qué obra el hombre?  ¿Para qué sirve la vida del hombre?

¿Por qué el hombre es distinto de los demás seres vivientes? ¿Por qué el hombre tiene vida temporal y no eterna? ¿Por qué soy distinto de los demás? ¿Puede verdaderamente conocerse aquello que es humano? ¿Puede el hombre llegar a conocer íntegramente lo que es verdaderamente humano? ¿Por qué no existe una sola ciencia que estudie al hombre?  ¿Puede el hombre conocerse desde el hombre? ¿Qué clase de ser es el hombre?  ¿Qué debe esperar el hombre?  ¿Qué debe hacer el hombre para llegar a ser lo que se propone ser?

¿Qué es lo que propiamente hace hombre al hombre? ¿Qué es lo que se entiende por conocer al hombre? ¿Qué fines deben ser alcanzados mediante la unión entre los hombres? ¿Qué han dicho del hombre otros hombres? ¿Qué llegará a ser el hombre? ¿Qué relación tiene el hombre con otras especies? ¿Qué se entiende por «vacío existencial» del hombre? ¿Qué sentido tiene la existencia del hombre? ¿Qué significa que el hombre es un «ser-en-el-mundo-con-otros»? ¿Qué soy yo? ¿Quién creó al hombre?  ¿Quién es el hombre para que te acuerdes de él? ¿Solamente el hombre es capaz de interrogarse acerca del hombre? ¿Qué quiere ser el hombre?

De las interrogantes formuladas se ocupa la Antropología filosófica y las demás ciencias que estudian al hombre. Son interrogantes que acompañan al hombre en el fluir de su existencia y han sido contestadas de una y mil formas en épocas distintas y por filósofos, psicólogos, teólogos, antropólogos, científicos sociales, etnólogos, historiadores y educadores. Todos ellos trataron de dar una explicación acerca del hombre desde diferentes puntos de vista: morfológico, fisiológico, neurológico, psicológico, espiritual, religioso, social, político y moral, o en dos palabras desde el punto de vista de su esencia o de su existencia.

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30 de julio de 2020

ASÍ FUE VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE

ASÍ FUE VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE 

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

 

Conocí a Víctor Raúl, en Villa Mercedes, escenario éste de nutridas concentraciones de jóvenes apristas, un domingo de mayo de 1970, ante la vieja casona de una sola planta, una antigua mesa de cedro y la presencia de su inolvidable Tony. 

Llegábamos a Villa Mercedes un grupo de dirigentes juveniles de diversos departamentos del país, y lo hacíamos entonando la canción “Un domingo cualquiera, te espero en la casa de Víctor Raúl. Compañero y amigo unidos cantemos con voz liberal. Si quieres ir a Vitarte vamos en mi grupo yo te llevaré”, pero también la canción “El globo rojo era mi amigo, a todas partes iba con él…” 

Conocí a Víctor Raúl Haya de la Torre, el líder de multitudes, de estatura normal, de ojos penetrantes en el mirar, discreto en el vestir, generoso y amable con todos, de autoestima elevada y actitud dialogante con las personas de todas las edades y condiciones sociales.

Víctor Raúl Haya de la Torre y Eudoro Terrones Negrete (Lima, mayo de 1970)

Acaso por el brillo que despedían sus ojos, se decía que había nacido con el don de hipnotizar a las multitudes, los mismos que conjugaban muy bien con sus calidades de orador, maestro, politólogo y estadista. Irradiaba luz de sabiduría, nobleza de espíritu, afecto, confianza y bondad. 

Víctor Raúl Haya de la Torre vivía metódicamente y con suma modestia. Dedicó su vida al servicio del pueblo. Y lo hizo con inteligencia, honestidad, sacrificio, dedicación y responsabilidad. Jamás obtuvo ventajas adjetivas de la política. Nunca aspiró a lograr algo para su beneficio personal, porque según sus palabras  ha “querido abrir una nueva ruta al porvenir del país”. 

Víctor Raúl Haya de la Torre era un personaje de amplia cultura, asiduo lector, poseía capacidad poco común para redactar cualquier escrito y en las que fustigaba al imperialismo, a las dictaduras, al centralismo como forma de gobierno, combatía a los impuestos directos que gravaban al pueblo, planteaba las estrategias y tácticas de lucha contra la explotación del campesino, el analfabetismo y la pobreza de las mayorías nacionales. 

Víctor Raúl Haya de la Torre era afable y conversador. Gustaba compartir con sus compañeros, amigos e inclusive adversarios políticos sobre cualquier tema. Leía bastante y variedad de temas y de títulos, dormía poco, se acostaba tarde y se levantaba temprano.

Muy pocas personas lo superaban en capacidad de bondad, optimismo, sacrificio, desprendimiento, generosidad y espíritu de bien social. Jamás doblegó sus rodillas ante el temor y la adversidad, menos aún ante los dictadores y tiranos. 

La autoridad del jefe y fundador del aprismo se notaba en todo tiempo, lugar y circunstancia, allí donde las condiciones fuesen más favorables o desfavorables. Orador extraordinario, líder inteligente y experimentado, seguro y audaz en sus decisiones y propuestas. Tenía predilección por dirigir a las juventudes con el ejemplo y la palabra. Poseía don de mando y mucha autoridad sobre los líderes y militantes del aprismo.

En sus tareas políticas de organización del Partido y de capacitación de dirigentes transcurría diariamente más de doce horas, sin perder el humor y la paciencia. Este tiempo lo usaba asimismo para transmitir a todos su vigor y contagiar su energía y optimismo, conciliar voluntades, avivar los espíritus hacia la acción revolucionaria y elevar a su más alto nivel todo el objetivo del programa aprista.

“Ya llegó el Jefe”, se oía decir en los pasillos de la Casa del Pueblo, en las primeras horas de la noche. Todos se acercaban presurosos hacia él, con la mano izquierda en alto, para expresarle el saludo fraternal “Bienvenido, compañero Jefe”…a la vez que coreaban las maquinitas “¡Víctor Raúl!, ¡Víctor Raúl!, ¡Víctor Raúl!”, “¡Contigo, hasta la muerte!, ¡Contigo hasta la muerte y después de la muerte!”… La juventud aprista entraba en acción y se disponía a escuchar las palabras del Gran Líder de la Juventud Indoamericana. 

Víctor Raúl fue un pedagogo social entusiasta, de risa contagiosa, de cortesía refinada, de gran carisma, de amplia cultura y de agilidad dialéctica. Jamás arrió banderas ni flaqueó en sus sanos objetivos, fines y metas. Tenía por consigna ¡vencer o morir! Siempre permaneció resuelto a superar los problemas y dilemas de la vida mediante el diálogo democrático. Siempre se mantuvo decidido a ganar la victoria, sin claudicar sus ideales ni hipotecar su conciencia al sistema opresor imperante. 

Hombre con capacidad de comunicación inigualable, de movilización y de tolerancia política. Utilizaba el mayor tiempo del día para meditar, leer, escribir,  capacitar a militantes y dirigentes apristas y conducir constructivamente el Partido del Pueblo.

Los mejores compañeros de su vida fueron los mejores libros que alimentaban su alma, sensibilizaban su ser y enriquecían su bagaje cultural y político. No cabe duda alguna Víctor Raúl fue en vida un lector empedernido, un  convicto y confeso devorador de libros clásicos o de los más o menos recientes. 

Cuando hablaba colocaba sus manos entre el chaleco y se inclinaba a uno y otro lado en movimiento oscilatorio, manteniendo las respuestas a flor de labio.

En la Escuela de Dirigentes del Partido Aprista Peruano se comentaba mucho sobre la exitosa participación de Víctor Raúl en diferentes universidades nacionales y extranjeras. Y todo esto debido a que los medios de comunicación informaban que los estudiantes, maestros universitarios, investigadores sociales y trabajadores le tributaban grandes homenajes, aplausos prolongados y simpatías por su alta calidad humana, profesional, moral y liderazgo político.

Víctor Raúl expresaba su adhesión más decidida a quienes luchaban contra todo tipo de imperialismo, de divisionismo, de amenazas y discriminaciones, de dictaduras e injusticias sociales.

Para Víctor Raúl el pesimismo, la inercia, el conformismo, la apatía y la mediocridad eran crímenes imperdonables en el contexto de una sociedad de grandes avances científicos y tecnológicos. 

Víctor Raúl cifraba sus esperanzas en una nueva generación revolucionaria, con convicciones y principios arraigados, con capacidad de afirmar energías tenaces para la gran transformación que los pueblos reclamaban desde el hondón de sus conciencias.

A Víctor Raúl le gustaba discutir ideas con ideas, no con insultos. Invocaba a la población a unirse “para lavar manchas, castigar culpables, defender la justicia, salvarnos del barbarismo capitalista yanqui”, porque pensaba firmemente en una América unida en el amor y con justicia social.

En el acto de clausura del Primer Seminario Nacional de Capacitación de Dirigentes Políticos responsables de la Defensa de la Democracia Social en el Perú e Indoamérica, realizado en Lima, en el mes de mayo de 1970 y al que tuve el honor de asistir, Víctor Raúl Haya de la Torre expresó a los líderes juveniles presentes su máximo anhelo por una América unida, grande, digna, libre y justa. Respecto al Perú, Víctor Raúl invocó a los líderes juveniles a seguir luchando por un Estado Antimperialista y un Estado docente, defensor de las mayorías de la Nación. Les instó a seguir luchando sin pausa por una democracia funcional, por el equilibrio moral de derechos y deberes para todos los peruanos, por el rescate para la civilización de nuestra gran raza indígena, por el control nacional de la producción y la distribución de la riqueza, por un Perú en que fuera posible que el hombre piense o hable, sin las mordazas que limitan la expresión de sus conciencias. 

En su mensaje de clausura del referido seminario nacional Víctor Raúl recordó que los apristas sólo responden y deben responder al mandato del pueblo, precisamente porque al tener un origen peruano, una ideología, con programa de gobierno propio y un origen indoamericano, popular, criollo y mestizo, no son súbditos ni colonia de ningún partido político extranjero, ni los financia nadie desde los Estados Unidos de Norteamérica, Inglaterra, Rusia, China y Japón.

Convocó a la juventud a formar el Gran Frente Único de la Justicia, sin burocratizarse, sin entregar la causa de los pueblos al snobismo demagógico o al snobismo extranjero y sin contagiarse de la conciencia feudal menos aún de la conciencia colonial.

Víctor Raúl reclamó a la juventud, insistentemente, sobre la necesidad de acumular mucha cultura efectiva, mucha ciencia, mucha técnica, mucha conciencia geográfica, conciencia histórica, conciencia política, conciencia cultural y conciencia ecológica.

Instruyó a los militantes y dirigentes apristas a mantener al tope la moral, el espíritu de superación profesional: “Teniendo al libro útil como el mejor compañero de sus días, y al Aprismo santo y mártir como el supremo ideal de vida”.

En uno de los pasajes de su conferencia magistral sobre el aprismo manifestó que los verdaderos apristas tenían el deber de luchar contra los políticos burgueses, los gobiernos de facto, los calumniadores profesionales, la clase dominante y opresora, los tiranos impúdicos, los distorsionadores de la verdadera historia de los pueblos y los traficantes del patriotismo.

Víctor Raúl, en opinión del maestro Luis Alberto Sánchez, “nunca conoció el valor del dinero. Los honorarios que recibía de sus libros y colaboraciones, los distribuía de inmediato entre compañeros necesitados y en su gran hobby, los comedores del pueblo y mantener permanente diálogo con la juventud” (En 7 días, Lima, 1970). 

A Víctor Raúl no se le veía nunca triste. Dominaba el violín y el piano, gustaba practicar deporte, caminar, nadar, montar a caballo y conversar sobre temas sociales, educativos, culturales, ecológicos, científicos y tecnológicos. 

Alberto Vera La Rosa (2), dijo de Víctor Raúl: “Frente a la realidad dolorosa de nuestro país, entendió y practicó la política como un medio para alcanzar democráticamente el poder y, desde él, erradicar injusticias construyendo una sociedad de hombres libres, creadora y dinámica, respetuosa de los derechos humanos y del ordenamiento legal. Haya de la Torre ejercitó la política docentemente, con sentido de apostolado, sin escarceos demagógicos, enseñando que cuando se la practica asépticamente, en el ámbito de las luchas populares, no es faena de mercaderes. Por eso se desposó con su partido y también se desposó con la pobreza. Por eso quemó todo aquello que lo ataba a la mundanidad: dinero, hogar, familia, bienes y concupiscencias”.

Víctor Raúl hombre multifacético, líder con gran autoridad y riqueza cultural, espiritual y moral, dominaba los idiomas español, inglés, francés, italiano y alemán, este último idioma lo escribía tan bien como hablaba.

Antenor Orrego,  filósofo aprista y ex rector de la Universidad Nacional de Trujillo, en un artículo titulado “Haya: encarnación de la autoridad”,  escrito el 21 de febrero de 1958, expresó: “¿Cuál es el rasgo distintivo y característico que mejor precisa la fuerte personalidad y la acción del jefe del aprismo? ¿Cuál es ese foco centralizador que aglutina alrededor de sí todas las otras cualidades de su espíritu? ¿Por qué la palabra y el pensamiento de Haya despliegan tanta eficacia operante en la conciencia más avanzada del país? ¿Por qué la juventud y las grandes masas sienten en este hombre el guía político por excelencia de una nueva época que adviene? ¿Por qué a través de un lapso tan prolongado, sus admoniciones conservan la plenitud de su vigencia creadora, sin haberlas menguado la inextricable complejidad de los acontecimientos que se han producido en el Perú? Yo respondo a todas estas interrogaciones con una sola palabra, que da una respuesta plural y sintética a la vez: autoridad. Es la palabra que en el caso de Haya asume la múltiple dimensión de su significado espiritual y moral. La ha asumido y realizado a lo largo de treinta años de enseñanza y apostolado sin tregua. A través de una vida entera que se ha desplegado como oriflama de heroísmo y de persistencia infatigable en su faena, hasta convertirse en una total ejemplaridad personal”. 

Y a renglón seguido continúa: “En un país en que se ha falsificado sistemáticamente la autoridad por el fraude, por la figuración social, por el dinero, por el humano bombástico de la prensa, era preciso que apareciera una poderosa personalidad con efectiva y auténtica autoridad. En un país en que la autoridad fue siempre autoritarismo, en una patria en que los hombres carecieron de esta valoración directiva, hubo de producirse un hombre que por su sola virtualidad humana, sin puestos oficiales, sin cuenta bancaria, sin figuración y sin fraude, encarnase el supremo magisterio moral, la máxima autoridad política de la Nación. Porque no ha habido caso que ningún pueblo pueda salvarse, es decir, construirse hacia el porvenir, forjarse una gran patria futura sin autoridad verdadera, sin un equipo selecto de autoridades auténticas. Y este ha sido el anhelo y la faena central de Haya de la Torre: el surgimiento de autoridades genuinas y verdaderas en todos los grupos políticos, en todas las agrupaciones de opinión que deben asumir la forja y la dirección de nuestra democracia. Porque las autoridades fraudulentas en cualquier orden de actividad: en el gobierno, en la política, en la literatura, en el arte, en el pensamiento, surgen del caos, medran en el caos, y continúan en el caos”.

Finalmente, subraya Antenor Orrego (3): “En el Perú, sin duda alguna, ha habido hombres inteligentes, hombres sabios y hombres honestos, pero no ha habido muchos hombres con autoridad moral en su múltiple dimensión creadora, salvo, entre otros, el caso de González Prada. Con esa autoridad que no se rinde ante el halago, ni ante el soborno, ni ante la amenaza, ni ante el terror, ni ante la calumnia, ni ante la muerte. Esa autoridad que es autoridad, solamente porque tiene una misión impersonal que cumplir. Solamente porque es la encarnación de las fuerzas vitales de un pueblo que son sus fuerzas de liberación histórica”.


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22 de julio de 2020

LA ENSEÑANZA DE LA ÉTICA EN LA FORMACIÓN PROFESIONAL DEL PERIODISTA


LA ENSEÑANZA DE LA ÉTICA EN LA FORMACIÓN PROFESIONAL DEL PERIODISTA

Escribe: Eudoro Terrones Negrete


Según Gramunt de Moragas: "La ética del periodista, parte de su dimensión individual, donde confluyen valores como: la verdad, porque el ser humano no se cansa de entender la naturaleza en la que vive; la justicia, el hombre busca vivir en una sociedad ordenada, donde cada uno esté consciente de sus derechos y sus deberes; la libertad, la posibilidad de optar entre el bien el mal, el hacer y el no hacer; y es el discernimiento, que posibilita que el hombre racional aplique los anteriores valores o los transgreda" (Gramunt 1996: 36).
"La ética debe ser parte de la normativa interna de los medios de comunicación y de conocimiento de sus periodistas (…) La ética no sólo debe ser considerada como un conjunto de preceptos, sino una aplicación práctica diaria (…) La ética se debe reflejar en la elaboración de todos los mensajes periodísticos: notas de prensa, imágenes televisivas y emisiones radiales (…) La ética está relacionada a la formación de los periodistas profesionales, se debería asumir esta responsabilidad desde su proceso de enseñanza – aprendizaje en las instituciones de educación superior" (Rivadeneira 1995: 117).
Sólo a través de la comprensión real de la dimensión ética, axiológica y deontológica del periodismo y de los medios de comunicación será posible contar con una sociedad humana mejor organizada, estructurada y participativa desde sus propios cimientos, será posible la defensa y promoción de los derechos de libertad de prensa y de información, de los derechos humanos con fiel respeto  y consideración a la dignidad del mayor número posible de miembros de la sociedad y el mejoramiento de la calidad de vida de las personas y la eficaz toma de decisiones para la solución de los múltiples y variados problemas individuales y colectivos.

LA ENSEÑANZA DE LA ÉTICA EN LA FORMACIÓN PROFESIONAL DEL PERIODISTA

En términos generales la Universidad tiene como tarea fundamental formar profesionales en las diferentes disciplinas del saber humano, con capacidad crítica y espíritu de investigación, para realizar sus funciones, capaces de orientarse por sí mismos, actualizarse y perfeccionarse de acuerdo con los avances de la ciencia, la educación y la tecnología.
En la actual sociedad del conocimiento, a la competencia profesional y a la experiencia laboral del periodista, debe ir unida la práctica de sólidos  principios y valores éticos, para superar con éxito las cotidianas protestas del público y las constantes presiones políticas, económicas, ideológicas, financieras y morales y cumplir eficientemente los deberes y las funciones profesionales al servicio del bien común[1].
“En tales situaciones, - dice Niceto Blázquez-, sólo una conciencia ética clara y vigorosa de la propia dignidad personal constituye el mejor medio protector contra los potentes misiles de la crítica vindicativa. Un sano sentido ético de la información es la mejor protección de la dignidad personal contra las incitaciones a la corrupción”[2]
Puntualiza asimismo: “En nuestros días la calidad informativa pasa por la empresa, por la tecnología y por la ética. Esto significa que urge formar bien la conciencia personal tanto de los informadores como de los empresarios. La responsabilidad ética ha de circular por la sangre de todos ellos. Después habrá que encontrar la manera práctica de que empresarios e informadores conviertan esa responsabilidad ética en parte de su ser operativo…”[3]

La educación en valores constituye en el Tercer Milenio  un imperativo urgente e impostergable para las Facultades de Ciencias Humanas, Ciencias Sociales y Ciencias de la Comunicación. La consideración de su necesidad surge como consecuencia de los inusitados avances de la revolución tecnológica, revolución científico, los cambios en las formas de socialización, etc. y que requieren de la definición y selección de los valores al interior de las universidades a través de un sistema participativo de todos los integrantes de la comunidad universitaria, cuyos valores deberán responder al carácter social del hombre y a las urgencias de una nueva filosofía moral para una nueva sociedad en permanente cambio. El hombre como ser social,  ser político y ser ético por naturaleza, no puede vivir aislado de la sociedad. Por lo tanto debe establecer los elementos necesarios y claves para poder pensar, actuar, trabajar y vivir solidariamente con sus semejantes, con valores compartidos y con actitudes dialógicas dentro del contexto de un Estado-red, con distintas metodologías pedagógico-sociales y didácticas que logren la formación del carácter o el desarrollo de una sólida conciencia moral y sentido social. Se tratará que los integrantes del demos universitario, particularmente los estudiantes en formación profesional  aprendan a pensar, a trabajar y a convivir académicamente en valores y los apliquen en su vida cotidiana dentro y fuera de las aulas para ulteriormente desarrollarlos en su futura actividad profesional.
El interés por los asuntos éticos está en crecimiento. La compañía Philosophers for the Real World ofrece capacitación para líderes y asesoramiento personal sobre cuestiones éticas relacionadas con el trabajo. La Universidad de Pennsylvania fundó el Centro de Bioética. El Center for Ethics and the Professions de la Universidad de Harvard relaciona la ética con el derecho, el gobierno, la medicina, la educación y la religión. La mayoría de las universidades del mundo incluyen la ética como parte integral de las diversas carreras profesionales.
Observadores sociales e investigadores científicos estiman que se avecina un futuro incierto en el que la tecnología continuará creando nuevos problemas y dilemas éticos en casi todos los sectores económicos, poderes del Estado, partidos políticos, sindicatos y demás organizaciones sociales y que la tecnología sofisticada aislará más a las personas e instituciones, incluso en lugares públicos, y que permitirá que extraños tengan acceso a los secretos más íntimos de las personas y las corporaciones. Y ante este reto hay la necesidad de anticiparse y elaborar nuevas reglas de comportamiento social para apoyar la libertad individual y asegurar una estabilidad social, política y jurídica continua y una paz duradera con justicia social, antes de que avance este tipo de comportamiento. Se dice, por ejemplo, que no hay lugar más vulnerable para el abuso de la ética que Internet, donde personas y empresas no son identificables ni imputables de responsabilidad alguna, medio a través de la cual el usuario recibe cientos de miles de insultos, de maldiciones, de respuestas desagradables, etc.
Los problemas, dilemas, conflictos y pseudoconflictos en el quehacer informativo bien pueden ser superados progresivamente si los periodistas observaran una conducta  ética en su diario quehacer profesional; si utilizaran con sentido de responsabilidad social, jurídica y ética las  tecnologías de la información y la comunicación; si cumplieran con las normas establecidas en los códigos de ética periodística de sus centros laborales, medios de comunicación y gremios a las que pertenecen (círculos, clubes, asociaciones, federaciones, colegios profesionales, consejos de prensa, auditorías, ombudsman, veedurías ciudadanas, centros e institutos de investigación periodística).
No cabe duda que, felizmente, a nivel de todas las carreras profesionales, la ética es universalmente reconocida en su verdadera dimensión, sentido, importancia y trascendencia y como ciencia fundamental e irremplazable para la formación de los profesionales en los diferentes centros de enseñanza superior no universitaria y universitaria.
Como plantea Lipovetsky, “la defensa de la información pasa ante todo por una ética del periodismo centrada en la cualificación y la formación profesional”, tarea esta última que corresponde los estudios universitarios de periodismo.[4]
Urzúa Aracema[5] señala: “La doble característica de la ética, de ciencia teórica y práctica, se encuentra en la ética informativa, lo que origina las dificultades de su enseñanza, ya que no sólo se trata que los alumnos aprendan normas, principios y valores, sino que sean capaces de aplicarlos en la realidad profesional…”
Todo ser humano tiene pensamiento (teoría) y acción (praxis). El pensamiento es el conjunto de ideas que permiten valorar moralmente una acción en términos de buena, mala, justa, injusta, honesta, deshonesta, responsable, irresponsable, leal, desleal, honesto, deshonesto, digno, indigno, etc.
Para la difusión del pensamiento los seres humanos utilizan un determinado medio: la palabra, el escrito o el medio de comunicación. La acción se expresa a través de una serie de hechos cuantitativos y cualitativos, hechos materiales que son observables y valorables y que tienen una causa y un fin que les motiva. La valoración moral de la acción se efectúa mediante la expresión de un juicio.
Respecto al fin y al juicio de valor, Carlos Septien García manifiesta: “Pero decir fin y juicio es decir valorización moral conforme a una medida de principios… El periodista sabe que los hechos humanos tienen un valor de bien o desvalor de mal para la vida colectiva, y conforme a ese criterio habrá de enjuiciarlos. Podrá hacerlo conforme a extrañas tablas de valores, ajenas a la realidad cultural, religiosa, histórica, de su medio; pero lo que no podrá hacer ni intenta hacer tampoco, es eliminar el juicio de los hechos”[6]
El periodismo es una de las disciplinas de las ciencias de la comunicación que investiga, selecciona, valora, interpreta, explica e informa sobre los hechos humanos  ocurridos en el cotidiano vivir y que son de interés colectivo. Y al hacerlo el periodismo se enmarca en el campo de la conducta humana y dentro de una determinada sociedad.
Son, pues, los hechos humanos, el objeto fundamental del periodismo como carrera profesional, los mismos que requieren ser juzgados o valorados a la luz de los principios de la ética para justificar su razón de ser en la vida de las personas y de las sociedades de acuerdo a sus múltiples intenciones, fines o metas.
Con las palabras de Septien García diríamos: “Es la ética el campo de la prensa, porque un aspecto de su misión consiste en informar acerca de los actos humanos; pero como no hay acto del hombre –sobre todo si está destinado a influir en los demás- que carezca de intención, el otro aspecto de la función periodística consiste en juzgar el valor de los hechos, ya que las intenciones son sólo malas o buenas; es decir, morales o inmorales. Y el deber completo del periodismo se configura entonces por la noble tarea de informar verazmente y de juzgar a la luz de la moral sobre la bondad o la maldad de los hechos en relación con la persona y con la sociedad”[7].
Las constituciones políticas de los países democráticos del mundo amparan, reconocen y protegen los derechos de los ciudadanos a expresar y difundir libremente los pensamientos, las ideas y las opiniones mediante la palabra, el escrito, o cualquier otro medio de reproducción, bajo las responsabilidades de ley y limitado sólo por el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar, a la seguridad nacional, a la imagen individual y a la protección de la infancia y de la juventud.
La libertad de expresión, que es derecho consubstancial de toda naturaleza humana, es una herramienta ineludible para el ejercicio de la profesión periodística. Su uso y explicación debe ajustarse a los principios de la ética, a ciertas regulaciones, para que los periodistas no incurran en libertinaje, no abusen con este derecho y sean capaces de garantizar el ejercicio ético de la libertad en aras del bien común.
Una vez más, se justifica la enseñanza de la ética en la formación profesional de los periodistas. La información veraz y objetiva es un bien público y social que requiere ser conocida por la sociedad, a través de cualquier medio de difusión, para contribuir a la mejor y oportuna toma de decisiones que conlleven a la solución de dilemas y de problemas de diversa naturaleza.
La ética y el derecho son las principales ciencias que fundamentan y justifican de manera racional y legal todos los demás derechos humanos, entre los cuales están, principalmente, el derecho a la información y el derecho de información.
La ética, bien entendida y aplicada en el campo de las comunicaciones, es la ciencia que garantiza a la sociedad el derecho de contar con informaciones y comentarios veraces, imparciales, pluralistas, responsables y con independencia de criterio, que contribuyen a la formación de una opinión pública saludable, respetable y de calidad, liberada del engaño, de la mentira, del sensacionalismo, de los conflictos de intereses y de la pornografía, de los chismes, de las intrigas y de los rumores, de los chantajes y sobornos, de toda forma de manipulación y de corrupción informativas.
No hay mejor explicación, respecto a la importancia de la ética en la formación profesional de los periodistas, que la proporcionada por Blázquez en las líneas que siguen: “El asunto de informar y ser debidamente informados nos introduce de lleno en el campo de la justicia social y pide una justificación ética adecuada. Toda norma o ley positiva, establecida por hombres, para que resulte vinculable en conciencia, debe estar apoyada por alguna razón ética proporcionada. La ética es como la sangre de la justicia por cuanto ofrece los criterios y las razones para discernir sobre si esas leyes son justas o injustas, vinculantes o rechazables. Cuando los profesionales de la información critican esos cuerpos normativos o legales, para que sean válidas sus críticas tienen que estar inspiradas en principios de naturaleza ética. Es la ética la que nos recuerda que la información es un derecho natural en función del cual la sociedad tiene la obligación de proveer de un servicio público de expertos para garantizar lo mejor posible la respuesta al derecho natural de todo individuo y de toda sociedad al conocimiento de las verdades más esenciales para llevar una vida digna en sociedad”[8]
En los párrafos que siguen, Niceto Blázquez señala las bondades de la ética para el ejercicio de la profesión periodística, como son las de permitir a los periodistas liberarse de la tiranía ideológica de los gobiernos, de la tiranía política de los partidos, liberarse de la humillación de los grupos de poder económico, y la provisión de valores éticos como son fundamentalmente la integridad intelectual y la responsabilidad social: “Sólo la ética es capaz de liberar al informador de la tiranía ideológica de los gobiernos y de los grupos políticos, así como de la humillación que a veces significa la sumisión a los poderes financieros. El informador tiene que encontrar en su formación ética la manera de no corromper la profesión fascinado por el gusto del poder o la tentación del soborno. La falta de responsabilidad ética podría tener consecuencias prácticas aterradoras en el manejo de la moderna informática. Un irresponsable bastaría para corromper toda la información que actualmente pasa de una u otra forma por los ordenadores con consecuencias incalculables”[9]
En la nueva sociedad del conocimiento actuar éticamente es una necesidad imperiosa e ineludible. Hay múltiples razones para ello. La ética es una necesidad social y sumamente útil para innovar, cooperar y construir una sociedad solidaria, igualitaria, digna, libre y justa. La ética sirve para resolver moralmente los conflictos y problemas que se derivan de la  acción o del comportamiento de las personas. La ética permite recuperar el sentido de comunidad frente al individualismo. La ética es útil para conseguir un liderazgo democrático que sea moralmente excelente en todo sentido.  La ética sirve para asumir la responsabilidad de las decisiones  y para recuperar la credibilidad y la confianza perdidas.
Existe la necesidad de una ética de la imagen porque sigue existiendo el deseo de buscar la felicidad y la justicia en la sociedad regida por la imagen. Dominados como estamos por las imágenes del cine, la televisión, la publicidad, los videojuegos e Internet, la búsqueda de la felicidad nos obliga a no dejarnos llevar por las apariencias de las imágenes que, en muchos casos, han suplantado a la propia realidad, señala Isidoro Arroyo Almaraz[10].
El hecho de estar viviendo en un tercer milenio en el que predomina el uso de equipos y  herramientas de comunicación altamente sofisticadas – producto de los avances de la ciencia y la tecnología-, implica necesariamente que los periodistas estén provistos de sólidos principios y valores éticos para superar con éxito los conflictos de intereses, los problemas y dilemas éticos y los posibles daños de incalculable magnitud que podrían ocasionar a las personas e instituciones.
Arroyo Almaraz manifiesta que, a mayor uso de la tecnología aumenta el riesgo de producir daños mayores a un número superior de personas e instituciones. Pero también hay problemas que son derivados de la sociedad de la comunicación como, por ejemplo, la “telebasura”[11], la violencia gratuita en los medios, los excesos de decibelios en los efectos sonoros del cine, el sensacionalismo. Todos ellos hacen que surjan conflictos como consecuencia de la colisión de derechos. Entre los que ejercen el principio de que todo debe decirse y los que reclaman el derecho a la intimidad que, como señala Carlos Soria (1997,103): “se destruye en tanto en cuanto es conocido por otro (…) Se destruye por el simple hecho de su comunicación”[12].
A los problemas expuestos deberá agregarse los problemas éticos que se generan como producto de las leyes del libre mercado, del mal uso y abuso de los medios de comunicación por parte de los denominados intrusos, periodistas prácticos e incluso algunos malos periodistas de profesión. Por ejemplo, los delitos contra el honor de las personas (injuria, calumnia y difamación), los delitos informáticos, el mercantilismo de la información (conciencia agiotista), el libertinaje, la invasión a la privacidad de las personas, el chantaje periodístico, la falta de credibilidad e independencia de criterio, el plagio y volteo de la información, la manipulación informativa, la irresponsabilidad social y jurídica, la corrupción e inmoralidad, el pluriempleo, el uso de cámaras escondidas para fines innobles, la “guerra de medios”,  la frivolidad de los contenidos, inapropiado uso del lenguaje periodístico, las omisiones intencionadas sobre acontecimientos importantes y de real interés nacional, buscar favores y aceptar gratificaciones a cambio de encubrir el fraude y los actos de corrupción e inmoralidad públicas, la pornografía, la ciberpornografía, la compra-venta de la impunidad, la interceptación telefónica, la entrevista “de emboscada”, la apología del terrorismo, del racismo y del proxenetismo, entre otros.
Isidoro Arroyo Almaraz, doctor en ciencias de la Información, máster en técnicas de comunicación en servicios sociales y profesor de comunicación en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, luego de un análisis riguroso de la situación problemática de la ética en los medios de comunicación llega a plantear la necesidad de una NUEVA ÉTICA. Sus fundamentos son los siguientes:“Hoy en día los medios de comunicación reclaman una nueva ética, porque la vieja moral no dice nada de ellos, sobre todo cuando surgen conflictos entre el derecho a la información y el derecho a la intimidad; entre el obligado servicio público que deben dar y el servicio al público en que se convierten; entre la libertad de expresión que deben tener los informadores y la dependencia de éstos respecto de los propietarios de los medios; entre la necesaria protección a los menores frente a los contenidos perjudiciales que emiten y la también necesaria libertad de los programadores para conseguir programas aceptados por la audiencia; entre la demanda de autorregulación por parte de la profesión y la demanda de heteroregulación por parte de los usuarios”[13].
Por eso es que hoy todo el mundo habla de ética, habla de la necesidad de volver a sus fuentes primigenias o de formular nuevas normas éticas concordantes con los avances de la ciencia y la tecnología de la actual sociedad del conocimiento, con el fin de enfrentar a necesidades nuevas derivadas de una sociedad de derechos y de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Tanto es así que Rushworth Kidder, experto norteamericano en temas éticos, llegó a decir que “no sobreviviremos en el siglo XXI con la ética del siglo XX. Pienso que a medida que la situación se haga peor, nos vamos a dar cuenta de la necesidad de tomar aún más en serio el tema de la ética”.
Resulta que, nunca antes como ahora, el tema de la ética deviene en una permanente preocupación. La ética es un tema omnipresente. Cada vez crece más el interés por la ética en los parlamentos, universidades, poderes del Estado, tribunales internacionales, colegios profesionales, partidos políticos, congregaciones religiosas, sindicatos, asociaciones. Organizaciones no gubernamentales, empresas públicas, empresas privadas, medios de comunicación, editoriales, etc. El tema de la ética se ha diversificado en casi la totalidad de los campos del actuar humano y es analizado en sus alcances, dimensiones, sentidos, orientaciones, razones teóricas, bondades y consecuencias prácticas.
Carlos Septien García[14], explica las dos razones básicas por las que el periodista requiere de una “sólida formación moral: ”en primer lugar, porque la tarea periodística tiene por fin, una vez obtenida la información, enjuiciarla a la luz de los principios morales sobre los cuales reposa la existencia del hombre y de las instituciones de toda índole que la favorecen, la sostienen y la perfeccionan; en segundo término, por el poder del arma de expresión del periodista, que es la palabra escrita”.
La enseñanza de la ética en la carrera profesional de periodismo se justifica plenamente dentro de las competencias que el futuro periodista deberá demostrar para enfrentar con éxito los riesgos, los retos, las innovaciones y los cambios del mundo del trabajo y que se originan como producto de los avances científicos y tecnológicos de la sociedad del conocimiento, combinando las exigencias de las tecnologías con sus saberes adquiridos (saber ser, saber hacer, saber lograr, saber convivir, saber emprender). Dentro de la serie de competencias[15] están las de compromiso ético, los conocimientos de los valores morales, culturales y estéticos
La formación de los nuevos profesionales en el campo del periodismo no debe reducirse a simples aspectos técnicos ni debe ser despojada de contenido humanístico, ideológico, social e histórico de la realidad de los pueblos del planeta.
La ética, como asignatura, se ha incluido en el currículum básico del plan de estudio de la carrera profesional de las ciencias de la comunicación, pero se dedicaban pocas horas en su impartición – de 3 a 4 horas semanales, en su mayoría durante un semestre académico, que no permite analizar y desarrollar de manera sostenida y profunda los problemas, dilemas, teorías, principios, valores y códigos éticos en las diversas áreas del periodismo: periodismo radial, periodismo escrito, periodismo televisivo y periodismo electrónico.
La enseñanza de la ética periodística en las aulas universitarias  requiere de mucho debate, de mucha investigación sobre conductas éticas y antiéticas de los periodistas, que conlleven al mismo tiempo a redefinirla e reinventarla dentro del nuevo mundo virtual en que se vive.
Precisamente, la deontología periodística es la parte de la ética especializada que estudia las acciones humanas en relación con la profesión periodística, estudia sus consecuencias morales, proyecciones ético- sociales, posibilidades, potencialidades y limitaciones éticas.
Ética e información siempre marcharon, marchan y seguirán marchando de la mano en procura del bien común, del bienestar y de la felicidad de las personas y de la colectividad.
La enseñanza de la ética en la profesión de periodismo se justifica porque la ética es una ciencia teórica y ciencia práctica que tiene que ver no sólo con la reflexión filosófica acerca de los problemas y dilemas éticos que origina el comportamiento del futuro periodista sino que se trata que los estudiantes de periodismo aprendan normas, principios y valores para ser capaces de aplicarlos en la realidad profesional.
La enseñanza de la ética periodística permite al estudiante de la carrera profesional de periodismo formar su propia conciencia respecto a la moralidad de los actos informativos. Y para este fin los docentes universitarios encargan a los estudiantes la recopilación de la información sobre los fallos de tribunales de ética de los medios y gremios periodísticos, para que lleguen a conocer de manera directa las faltas éticas en que incurren los periodistas y las vulneraciones a las normas éticas y normas jurídicas, respectivamente.
En la medida en que los estudiantes comprueben fehacientemente que los principios y valores éticos y sociales son respetados en la práctica por los propios periodistas y trabajadores de los medios de difusión, les resultará fácil comprender y explicarse mejor que la ética es una parte sustancial e importante en el quehacer periodístico y que a través de ella se ponen al servicio de los valores éticos en aras de una sociedad mejor organizada y desarrollada desde sus cimientos.
La formación ética debe ser una de las principales competencias en la formación de periodistas profesionales para un mundo cada vez más cambiante y complejo.
Ante la pregunta ¿por qué es necesaria hoy la enseñanza de ética en la universidad?, el periodista y director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica de la Santísima Concepción de Chile, Mario Urzúa Aracena, responde con claridad meridiana lo siguiente: “La enseñanza de la ética en la universidad debe ser parte de todos los planes de estudio, ya que es el marco de buen desempeño profesional que debe guiar a todos los titulados universitarios. Hay exigencias éticas mayores para algunas profesiones, como las que tienen que ver con la vida humana y con los derechos de las personas, pero en general si la universidad tiene un deber con la sociedad es entregar a ésta profesionales capacitados y a la vez responsables, siendo esto último propio de la ética profesional. En el caso del periodismo, el respeto a las personas y a sus derechos, como el honor y la vida privada e intimidad, la obligación de buscar la verdad y la objetividad, el respeto al secreto profesional, son fundamentales para un desempeño responsable y por lo mismo deben formar parte de los cursos de ética profesional del periodismo”[16]
La misión de los medios  de comunicación es contribuir al crecimiento, desarrollo, progreso y perfeccionamiento de la sociedad democrática. En este sentido no puede soslayarse la enseñanza de la Ética y Deontología Periodística en la formación de los futuros profesionales de periodismo, en salvaguarda y en protección del derecho fundamental del ser humano a las libertades de expresión y de información por diversos medios, derechos individuales en los que se fundamentan el desarrollo de la personalidad de los sujetos y que tienen una dimensión pública reconocida y amparada por las Constituciones políticas, los pactos internacionales y los tribunales constitucionales en jurisprudencia reiterada de diversos Estados  democráticos del mundo. Siendo, además, la libertad de información la garantía de las demás libertades públicas. Y la información tiene una enorme influencia en la formación de la opinión pública.
El uso pedagógico de los casos jurisprudenciales (Sentencias de los Tribunales) es una recomendación básica que se hacen en sendos debates académicos universitarios como forma de enseñanza de los principios y valores que inspiran a la Ética y la Deontología periodísticas.
Para entender y explicar lo que es la ética general se requiere previamente de una visión filosófica del hombre en su dimensión integral (social, política, ecológica, educativa, cultural, histórica, religiosa, existencial, etc.) para ubicar la ética en su amplio contexto y al periodista en sus deberes y derechos fundamentales y el marco teórico en que deberán desempeñarse. Al respecto, Niceto Blázquez, en su obra “La nueva ética en los medios de comunicación” nos recuerda que “la ética periodística es un capítulo particular de la ética profesional. El tronco es la ética sin más, que se inscribe en el ámbito de la pura reflexión filosófica. Cualquier intento de descontextualizar la ética periodística de la reflexión filosófica será nefasto y sólo servirá para desvirtuarla todavía más reduciéndola a una guía de recetas arbitrarias y caprichosas y hasta absurdas”.

Mario Urzúa Aracena, en Algunas claves para la enseñanza de la ética informativa, señala: “De esta manera conocerán el marco ético en que deberán desempeñarse y podrán reconocerlo cuando deban enfrentarse a situaciones informativas en que exista colisión entre ellos y la práctica profesional”.

El maestro universitario chileno, Urzúa Aracena, manifiesta asimismo lo siguiente:“En algunos países se han creado tribunales o consejos de ética informativa, los que por la vía de fallos van sentando una doctrina de ética informativa. Es el caso de Chile, donde en 1991 se creó por parte de la Federación de Medios de Comunicación un Consejo de Ética, tribunal independiente conformado por periodistas, juristas, profesores de ética y personalidades relevantes del mundo de los medios de comunicación. Desde esa fecha se han pronunciado más de cien fallos, sobre las más diferentes materias, con lo cual se ha ido definiendo a lo largo del tiempo una doctrina coherente aplicada a la realidad informativa del país. Estos fallos, que se publican anualmente en un libro y que aparecen en la página web del Consejo, pueden ser de valiosa ayuda a la docencia de la ética informativa. No sólo porque contienen una doctrina clara de lo que está permitido y lo que no lo está en materia de ética periodística, sino que también porque su publicación se hace con el detalle de la denuncia, las respuestas del medio afectado y su explicación, los elementos doctrinales involucrados y el razonamiento de la sentencia. Para los alumnos de periodismo, el conocer de fuente directa cada caso, los problemas que plantea y los elementos teóricos implicados, es de gran interés e importancia. El estudiante puede analizar, con la guía del profesor, el caso y las circunstancias en que se efectuó la publicación cuestionada; de este modo se pone en relación directa con la vida real, con lo que él puede experimentar durante su vida profesional. Al mismo tiempo, el análisis del mismo le permite reflexionar sobre la teoría ética ya explicada en clase y de esa manera ver su aplicación práctica. La experiencia docente permite señalar que esta reflexión se hace más rica en contenidos en la medida en que se realice a finales del curso, cuando ya se han introducido y estudiado los principios y valores que constituyen la doctrina ética y cuando los alumnos son capaces de efectuar el análisis sobre una base teórica y no sólo por una aproximación superficial al problema planteado”.[17]

También refiere Urzúa Aracena que “En los medios académicos de los Estados Unidos se utiliza para la enseñanza de la ética informativa el estudio de casos y sobre la base de su análisis se busca que los estudiantes sean capaces de discernir el razonamiento moral de los periodistas involucrados en el caso en estudio”.[18]

Coincidimos con las expresiones de Urzúa Aracena cuando afirma:“Lo anterior lleva a concluir que una buena forma de aprender la ética informativa es ejercitándola. Se puede hacer en el transcurso del programa de estudios en todos los cursos teórico-prácticos. Por ejemplo, en los cursos de periodismo informativo, periodismo interpretativo, en los talleres de entrevistas y reportajes, en las prácticas de radio y televisión. En todas estas asignaturas y en otras que sería largo enumerar es posible exigir calidad profesional, rigor técnico y a la vez respeto por las normas y los principios de la ética informativa” Y agrega: “Ahora bien, implementar en un plan de estudios transversalmente el tema de la ética informativa exige, al menos, un acuerdo esencial de los profesores con esa ética y con sus principios, valores y normas. En este sentido, el alumno aprende no sólo ejercitando la ética en cada asignatura, sino que también por la coherencia del modelo ético compartido por el profesorado”.

Pero la  utilidad, la trascendencia y la eficacia de los códigos de ética periodística o de las comunicaciones dependen del compromiso de los periodistas por su aplicación correcta. Pero si los mismos periodistas ponen en duda de la eficacia de los códigos, lo subestiman y no se esfuerzan por conocerlos y aplicarlos en su labor cotidiana, muy poco o nada podrá esperarse de su utilidad.

En la enseñanza de la ética a los estudiantes de la carrera profesional de periodismo no sólo se analiza los problemas y dilemas éticos que deberá afrontar cuando sea profesional sino también se le informa sobre las teorías o doctrinas éticas, los códigos de ética, las faltas a la ética, etc.

No le falta razón a Alicia Entel cuando manifiesta que “Se suele hablar con frecuencia de la dimensión ética. Su espacio en las carreras no se ha generalizado. A menudo está presente como disciplina, pero no como concepción o estilo de vida que debe abarcar todas las prácticas. Corresponde poner énfasis en que la formación de periodistas, tal vez en el sentido gramsciano de intelectuales orgánicos, en este caso orgánicos de la defensa de lo público (Giroux, 1988), resulta estratégica y no mero juego de bricolajes y mercados”.[19]

La enseñanza de la ética informativa, la ética de la imagen, la ética de los multimedios de comunicación, entre otros, forman parte del currículo académico de las universidades públicas y privadas para la formación de los futuros profesionales en periodismo o en ciencias de la comunicación y/o de la información.

Los temas, problemas, dilemas y teorías de la ética, la deontología y la axiología para una formación integral del comunicador social no sólo se abordan en el ámbito académico universitario sino también en permanentes coloquios, mesas redondas, foros, seminarios-talleres, reuniones “de café”, convenciones y congresos, etc.

El periodista profesional, tiene el deber y la exigencia moral de prepararse con seriedad, responsabilidad y profundidad para ejercer con éxito sus funciones, pero también tiene el deber de mantener al día su preparación mediante su reciclaje continuo (actualización y capacitación profesional) en concordancia con las innovaciones y avances de la ciencia y la tecnología y estar informado de los acuerdos, sugerencias o recomendaciones de eventos académicos para perfeccionar o mejorar su actividad profesional en sus centros de trabajo.

“A todo esto se suma que muchos de los estudiantes de las escuelas de comunicación a mitad de sus estudios ya han realizado prácticas en empresas y medios de comunicación. Con ello adquieren una temprana referencia de la forma en la que se trabaja y actúa en los medios. De este modo, el estudiante recibe mensajes contradictorios entre el aula de la Universidad, por una parte, y las conductas y las rutinas que observa en los medios, por otra. Con ello, se produce una singular inversión o regresión, del punto de vista de los estudiantes de las escuelas de Comunicación: en vez de aprender en las aulas cómo deben ser los medios y tratar de cambiarlos, los estudiantes aprenden cómo se actúa en los medios y entonces cuestionan lo que se les enseña en las aulas.” [20]

El periodista, Emilio Filippi Muratto, tras manifestar que las exigencias del mundo moderno son de tal magnitud que parece muy difícil que una persona no debidamente capacitada pueda fungir de periodista en condiciones relativamente honrosas, nos refiere su experiencia en la enseñanza de la ética en una universidad chilena: “Personalmente, durante mis clases de ética en la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica (Chile), a mediados de los años 60, pude verificar los vacíos existentes en aspectos de la práctica diaria. El curso se desarrollaba en dos planos: uno, de orden teórico, en el cual el profesor señalaba los fundamentos éticos; y, otro, de carácter práctico, en el que los alumnos reporteaban diversos hechos, consultando a periodistas en ejercicio, o dialogando en la propia clase acerca de asuntos del diario acontecer” [21].
Finalmente queremos manifestar, -coincidiendo con el profesor brasileño Danton Jobin-, que la formación profesional de los periodistas deberá comprender los aspectos: humanístico, moral, cultural y técnico, con el fin de contar con “profesionales aptos para mejorar el instrumento de acción terriblemente eficaz que es la prensa. Pero importante, sobre todo, para la comunidad, es que estos profesionales no sean sólo buenos especialistas en las varias modalidades de su oficio, sino que hayan sido convenientemente educados para soportar las grandes responsabilidades que se atribuyen a todos los que usan aquel poderoso instrumento de acción social”.







[1] El bien común es un concepto complejo, que en general puede ser entendido como aquello de lo que se benefician todos los ciudadanos o como los sistemas sociales, instituciones y medios socioeconómicos de los cuales todos dependemos que funcionen de manera que beneficien a toda la gente. Más recientemente, John Rawls lo definió como “ciertas condiciones generales que son... de ventaja para todos”. (http://es.wikipedia.org/wiki/Bien_comun).
[2] Blázquez, Niceto. La nueva ética en los medios de comunicación. Problemas y dilemas de los informadores. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2002, pág.8.
[3] Blázquez, Niceto. Op.cit., pág.9.
[4] Lipovetsky, Giles. Citado por Hugo Aznar, en Comunicación Responsable, Ariel Comunicación. Barcelona, 2005, pág.148, y también citado por Mario Urzúa Aracena, en Periodismo y Ética: Temas actuales. Centro de Estudios Bicentenario, Chile, 2005, pág.109.
[5] Urzúa Aracena, Mario. Op.cit. pág.110.
[6] Septien García, Carlos. El quehacer del periodista. Obra antológica. Ediciones Periodismo y Comunicación / Escuela de Periodismo “Carlos Septien García”. Primera edición, México, 1979, págs..57 y 58.
[7]   Septien García, Carlos. Op.cit., pág.102.
[8] Blázquez, Niceto. Ibídem, págs.10 y 11.
[9] Ibídem, pág.14.
[10] Arroyo Almaraz, Isidoro. Ética de la imagen. Ediciones del Laberinto, S.L., España, 2000, pág.14.
[11] Telebasura: Algunas definiciones de la “telebasura más popularizadas son las siguientes: “Telebasura es intentar conseguir audiencia mediante la explotación de la obscenidad”. Se trata de “programas degradantes por los temas facilones que tocan: vulgares y de un nivel mental similar al de los analfabetos; responden a estímulos groseros y no muestran un mínimo de ingenio”. O bien: “Los programas basura están compuestos por un cóctel de escatología, superstición, discurso primario, fundamentalismo ideológico  y religioso; en suma, lo que confirma un hombre unidimensional”. Más gráficamente: “la diferencia entre hacer televisión y telebasura es lo que va de hablar de una violación a enseñar los aspectos más crudos de la misma para regodeo de los instintos más bajos del espectador”. Las dos notas de la “telebasura” más denostadas en diversos sectores sociales son la invasión de la intimidad ajena y el humor soez. La “telebasura” es la prensa amarilla renovada en clave visual con todas las agravantes del medio televisivo”. En la obra de Niceto Blázquez, “La nueva ética en los medios de comunicación”, Madrid, 2002, Biblioteca de Autores Cristianos, págs.. 670 y 671.
[12] Arroyo Almaraz, Isidoro. Op.cit., págs..16 y 17.
[13] Ibídem, pág.19.
[14] Septien García, Carlos. Op.cit, pág.57.
[15] Competencias lectoras en el orden semántico, pragmático, textual, enciclopédico, crítico e intelectual; comunicación oral y escrita en lengua materna y extranjera; competencia digital; competencias interpersonales, interculturales y sociales; competencia cívica; espíritu de empresa; aprender a aprender; aprender a emprender; capacidad de aplicar los conocimientos en la práctica; capacidad de análisis y de síntesis; capacidad para adaptarse a las nuevas situaciones y a los nuevos avances de la ciencia y la tecnología; capacidad para generar nuevas ideas (creatividad); toma de decisiones; capacidad de crítica y de autocrítica; capacidad de trabajar en equipo interdisciplinario; conocimientos básicos de la profesión periodística; habilidades de investigación; apreciación de la diversidad y multiculturalidad; habilidades metodológicas para el autoaprendizaje permanente, etc.
[18] Christians, Clifford, Fackler, Mark y Rotzoll, Kim, Media Ethics, Cases and Moral Reasoning, Longman, New York, 1995, pág.3.
[19] Entel, Alicia (Compiladora). Periodistas: entre el protagonismo y el riesgo. Paidós Estudios de Comunicación, 1º edición, Buenos Aires, 1997, pág.23.
[20]Enseñanza de la ética a nivel profesional.
http://www.monografias.com/trabajos75/codigo-etica-comunicacion/codigo-etica-comunicacion2.shtml.
[21]http://comunicaciones.uc.cl/prontus_fcom/site/artic/cuadernos/07/08_mjlecaros.pdf.

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