Artículos periodísticos y de investigación

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26 de octubre de 2021

Discurso del diputado peruano Eudoro Terrones Negrete sobre La Universidad Andina "Simón Bolívar"

  •  LA UNIVERSIDAD ANDINA “SIMÓN BOLÍVAR” (*)


Discurso del diputado peruano, EUDORO TERRONES NEGRETE, presidente de la Comisión V de
Asuntos Educativos, Científicos, Culturales, Tecnológicos y de Medio Ambiente del PARLAMENTO ANDINO (27-11-1986)

 


Señor Ministro de Educación de Bolivia;

Señor Prefecto del Departamento;

Señor Rector de la Universidad San Francisco Javier de Chuquisaca;

Señor Presidente de la Corte Suprema;

Señor Fiscal de la República;

Señor Vicerrector de la Universidad San Francisco Javier de Chuquisaca;

Ilustres invitados especiales;

Señores parlamentarios de los diferentes países andinos;

Dignas autoridades educacionales y civiles;

Hermanos estudiantes de Sucre.

 

El Dr. Víctor Paz Estenssoro, Presidente Constitucional de Bolivia, en saludo integracionista con el profesor Eudoro Terrones Negrete, diputado peruano y Presidente de la Comisión de Educación del Parlamento Andino (1985-1987)

I.                  GENERALIDADES.

En mi condición de Presidente de la Comisión Quinta de Asuntos Educativos, Científicos, Culturales, Tecnológicos y de Medio Ambiente del Parlamento Andino, en esta noche histórica para la libertad de los países de la región andina, en la que, convocada por decisión del Parlamento Andino a las más ilustres mentalidades de nuestros países, hemos tenido la oportunidad de analizar cada uno de los pasos y de las acciones que se han venido dando hasta la fecha, en torno a la urgente necesidad de viabilizar el funcionamiento de la Universidad Andina “Simón Bolívar”, en la que se armonice el espíritu concreto de desarrollo, de transformación e integración de nuestros pueblos, a fin de romper los lazos de dominación y dependencia, de atraso y postergación durante tantos años de vida republicana.

Dr. Julio Garret Ayllón, Vicepresidente Constitucional de la República de Bolivia y Presidente del Parlamento Andino

Todo esto como producto precisamente de intereses creados por grupos oligárquicos y financieros, como producto de hegemonías dictatoriales y de los grandes capitalistas y empresas transnacionales, que han convertido a cada uno de nuestros países en su feudo, en su hacienda, en su cuartel y han condenado a las mayorías nacionales a la pobreza, al hambre y al atraso.

 

II.               CONVERTIR LAS IDEAS EN ACCIÓN.

Nosotros, como integrantes del Parlamento Andino, somos conscientes y consideramos que lo más difícil en la educación es convertir las ideas en acción.

Lo más difícil, pero no imposible, es llegar con el necesario mensaje revolucionario a las conciencias adormecidas a fin de que éstas puedan asumir con responsabilidad histórica el papel que les toca cumplir como promotores del cambio socioeconómico, político y cultural, de las transformaciones estructurales que los pueblos demandan históricamente.

Hay necesidad inmediata urgente, de luchar todos a una sola voz integracionista, en forma organizada contra toda injusticia y opresión, contra el imperialismo contemporáneo, contra los viejos males que siempre nosotros recusamos en cualquier tribuna democrática.

 

Eudoro Terrones Negrete, diputado de Perú, presidiendo la sesión de la Comisión V de Educación del Parlamento Andino.

 III. LAS UNIVERSIDADES TRADICIONALES.

Considero, en mi condición de maestro, que nuestras universidades tradicionales, las universidades creadas y que todavía vienen trabajando, exhiben una mentalidad conservadora, mantienen una actitud y decisión de aislamiento de las políticas de gobierno y permanecen convertidas en una isla. Gobiernos y universidades que vienen trabajando cada uno para su lado, sin darse la mano en el compromiso con un futuro diferente.

Nuestras universidades tradicionales muy poco realizan investigación; la politiquería doméstica les entretiene, mientras los pueblos exigen trabajo más efectivo a las universidades para salir del subdesarrollo en que nos encontramos.


IV. MISIÓN HISTÓRICA DE LA UNIVERSIDAD ANDINA “SIMÓN BOLÍVAR”.

Esta Universidad Andina, no pretende ser una universidad más del montón. No pretende ser universidad de universidades, no pretende tampoco competir con ninguna otra universidad.

Es y será, por el contrario, una universidad de alta especialización académica y profesional, que capacitará a quienes realicen su postgrado, a aquellos que tengan necesidad de convertirse en verdaderos investigadores, para cumplir con mayor eficiencia su papel en el incremento del índice de productividad y de producción que necesitan nuestros pueblos.

La Universidad Andina “Simón Bolívar, que funcionará en la ciudad de Sucre, Bolivia, es y será una universidad democrática, integracionista, libertaria, solidaria y humanista. Universidad Andina descentralista y nacionalista, que tendrá por misión histórica rescatar nuestros valores culturales, sociales, históricos, geográficos, que tendrá que crear conciencia cultural en la población para impulsar a la colectividad organizada hacia mejores horizontes, hacia mejores niveles de vida. Universidad con visión de futuro al servicio del desarrollo y el progreso de los países andinos.

Esta universidad no será burocrática, no será elitista ni centralista, no será como aquellas que proliferan en nuestros países subdesarrollados por meras conveniencias políticas de los partidos de gobierno, no será, no debe ser como aquellas universidades existentes desarticuladas de su realidad.

Su alta y sagrada misión deberá ser educar, capacitar, adiestrar y entretener a la población andina para convertirlos en partícipes activos de la vida regional como ciudadanos capaces de gobernarse a sí mismo.

La Universidad Andina “Simón Bolívar”, deberá adecuarse a los instrumentos, a las necesidades y exigencias de modernización científica y tecnológica, que le permita implementar mejor los recursos humanos y cumplir su misión histórica.

En este sentido, nosotros saludamos con beneplácito esta decisión trascendental que ha tenido el Parlamento Andino al crear la Universidad Andina para poner cumplir históricamente el fin trazado.

En esta noche histórica, al dar por clausurado el Coloquio de Información y Consulta sobre la Universidad Andina, debemos felicitar a cada uno de los distinguidos participantes, quienes con sus brillantes ideas y experiencias han permitido enriquecer los grandes lineamientos filosóficos y programáticos de esta universidad, a fin de lograr su funcionamiento con garantía, eficiencia, eficacia y responsabilidad, sin caer en el elitismo académico, sin caer en la pasividad, menos aún en la inercia y el pesimismo.

Delegación peruana que asistió al Coloquio de Información y Consulta sobre la Universidad Andina "Simón Bolívar", en Sucre, Bolivia. Universidad de San Francisco Javier de Chuquisaca.

De izquierda a derecha: Sr. Alfonso Rivero, Embajador de Perú en Bolivia; senador Justo Enrique Debarbieri, diputado Jorge Sánchez Farfán, diputado Eudoro Terrones Negrete.

 V. EL COMPROMISO DEL PUEBLO DE SUCRE.

Todos los pobladores de Sucre, ahora más que nunca, tienen el compromiso de decir no solamente ¿Qué esperamos de la Universidad Andina? Sino también y más que todo ¿Qué espera la Universidad Andina de todos nosotros?

Precisamente, en el manejo tradicional de nuestras universidades se dio curso prioritario a la primera interrogante. Pues se hizo en el común de las veces con un criterio netamente político-partidario, en otras oportunidades con predisposición de opresión económica para ponerse al servicio de intereses privados. Se han agitado conciencias estudiantiles en torno a estos intereses del imperialismo, sembrando, alentando ese espíritu paternalista de pedir todo al Estado, de exigir todo al Estado, pero no de asumir una posición y una actitud de independencia para superar ese paternalismo.

Cuando se creaba cualquier institución se optaba por preguntar rápidamente ¿y que nos va a dar esta institución?. Jamás se optó por la otra más importante: ¿y qué vamos a dar nosotros a esta institución naciente?

Tenemos que ser claros y terminantes al sostener que en la correlación de qué pedimos y qué damos está el éxito.

Pero cuando solamente nos dedicamos a exigir y a pedir, y cuando nos convoca esta institución superior de estudios a expresar nuestro concurso y no le damos, entonces estamos condenándola a su estancamiento y a su muerte… y lo que nosotros queremos es que esta Universidad Andina tenga supervivencia histórica.

A la segunda pregunta ¿Qué espera la Universidad Andina de todos nosotros? Debemos responder categóricamente: La Universidad Andina “Simón Bolívar” espera de todos nosotros firme sacrificio, creador esfuerzo, responsabilidad, trabajo cooperativo, dinamismo ejemplarizador, acción revolucionaria, convicción propia de que estamos –sucrenses o no sucrenses- haciendo algo grande y que tenemos que esforzarnos con grandeza para defender también a esta criatura que nosotros estando dando nacimiento.

Es por eso que, digna y respetable concurrencia, Sucre no debe asumir actitudes de conformismo o de pasividad, debe asumir sí una conducta de lucha inclaudicable, de entrega, de pasión y de fe en un futuro mejor a través de la educación integracionista y liberadora.

Porque no todo lo pueden hacer nuestros gobiernos con tremendas deudas externas y pequeños presupuestos anuales. Pero sí nosotros cooperamos, si nosotros nos ayudamos mutuamente, si ponemos el hombro con impulso constructivo entre cada uno de los entes comprometidos con la Universidad “Simón Bolívar”, entonces sí podemos garantizar el éxito deseado.

 

Casa de La Libertad de América, Sucre-Bolivia.

VI. ACUERDOS DE LA COMISIÓN QUINTA DEL PARLAMENTO ANDINO

Quiero anunciarles que en la sesión del día de hoy de la Comisión Quinta de Educación del Parlamento Andino, hemos tomado algunos acuerdos importantes y que es bueno dar a conocer a cada uno de ustedes.

Que se hace necesario la presencia de los Docentes andinos en el seno de la Universidad. Si hablamos de integración cultural andina, debemos concretar en hechos esa participación.

Tenemos que elaborar proyectos de desarrollo de integración y difusión educativo-cultural de los países miembros del Parlamento Andino, a fin de ser conscientes de lo que tenemos, de cuánto podemos, de lo que queremos y de esta manera conocer mejor nuestra realidad histórica, nuestra realidad geográfica, nuestra realidad cultural, social, económica y política.

También se deberá organizar un Simposio Andino sobre Política educativa referente a la alimentación popular. Tiene que crearse un órgano informativo-cultural especializado a nivel de la subregión. Se realizarán nuevos estudios de los Estatutos y Reglamentos de la Universidad Andina en la próxima sesión de la Comisión Quinta de Educación durante el mes de febrero de 1987 en la ciudad de Caracas, Venezuela. Se deberá promover la suscripción de un Convenio de Cooperación Técnico-educativa entre la Universidad Andina “Simón Bolívar” y el Convenio “Andrés Bello”

Expresamos hacer pública la felicitación y nuestro reconocimiento al doctor JULIO GARRET AYLLÓN, Presidente del Parlamento Andino, por el éxito alcanzado en su gestión de concertar una Cita Cumbre entre los señores Presidentes Constitucionales de la subregión andina, para que ahí se pueda también analizar con realismo los problemas y plantear alternativas de solución a nuestras necesidades y problemas, también comunes de la subregión.

Asimismo, señoras y señores, se acordó determinar proyectos y programas a ser desarrollados por la Universidad Andina.

 Pues a la fecha falta precisar qué programas, qué proyectos deberán funcionar o ejecutarse. También se ha planteado en el seno de la Comisión Quinta que los países andinos declaren como prioritaria la atención al nivel de Educación Inicial y la convocatoria a un Encuentro de Especialistas en Educación Inicial, porque nuestros niños no deben escapar del compromiso humanista de la Universidad.

Aprobamos la Decisión por la cual se solicita a los gobiernos de los países andinos a emitir un Sello Postal permanente con la efigie del Libertador Simón Bolívar – ESTAMPILLA PRO-EDUCACIÓN ANDINA, constituyendo un Fondo Andino para la Educación.

Determinamos la participación de Delegados de las universidades, sean privadas o estatales de los diferentes países andinos, para que tengan presencia en los órganos de gobierno de la Universidad Andina, por una auténtica integración y participación cultural.

Estos y otros acuerdos que serán dados a conocer oportunamente en un documento dirigido a las instancias y niveles institucionales, demuestran la seria preocupación del Parlamento Andino por canalizar las inquietudes, los anhelos y las aspiraciones culturales de cada uno de nuestros países, para propender y coadyuvar a la solución de los problemas educativos y culturales de ls subregión andina.

 

VII. AGRADECIMIENTO.

 Señoras y señores. Permitidme dar término a mi intervención, expresando en nombre de la Comisión Quinta nuestro sincero agradecimiento por la hospitalidad del pueblo de Sucre, por la hospitalidad brindada a las delegaciones participantes en el Coloquio, por el expreso apoyo recibido de la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca, porque con ello están demostrando su pleno cariño y su plena identificación con la causa educativa de nuestros pueblos.

 Declaro, finalmente, clausurado este importante Coloquio de Información y Consulta sobre la Universidad Andina propiciado por el Parlamento Andino.

 Muchísimas gracias.

 Sucre, Bolivia, 27 de noviembre de 1986.

 Prof. Eudoro Terrones Negrete, Presidente de la Comisión V del Parlamento Andino. 

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(*) Discurso pronunciado por el honorable diputado nacional (Perú) Eudoro Terrones Negrete en su condición de Presidente de la Comisión Quinta de Asuntos Educativos, Científicos, Culturales, Tecnológicos y de Medio Ambiente del PARLAMENTO ANDINO (1986-1987), en la ciudad de Sucre, Bolivia, el 27 de noviembre de 1986, durante la sesión de clausura del Coloquio sobre Información y Consulta de la Universidad Andina “Simón Bolívar”.

 El Concejo Municipal de Sucre, declaró HUÉSPED ILUSTRE al Presidente de la Comisión V de Educación del Parlamento Andino, diputado peruano Eudoro Terrones Negrete, según Ordenanza Municipal Nº 033/88, del 24 de noviembre de 1986. Firmado y sellado: Dr. Mario Linarez Linarez, Honorable Alcalde Constitucional de la Ciudad de Sucre, Bolivia.

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24 de octubre de 2021

Eudoro Terrones, Comunicador y Maestro

EUDORO TERRONES, COMUNICADOR Y MAESTRO

Escribe: Winston Orrillo[1]

 

Una añosa vocación conduce nuestra pluma hacia aquellos nombres que no son los engreídos del establishment. Nos agrada  hurgar  en  esos  valores  solitarios  que  acuñan  una obra trascendente en ambientes poco propicios. Maestros que, en el recogimiento de bibliotecas o salas de  estudio, articulan una obra que, de suyo, devendrá en necesaria, dispersado el eco de las fogaradas marketeras.

Tal es el caso de Eudoro Terrones Negrete, del que no pongo todos sus títulos y lauros porque se me va media columna, pero del que basta decir que es Doctor en Educación, profesor de Filosofía y Ciencias Sociales, periodista profesional colegiado, ex diputado de la nación, ex presidente de la Comisión de Cultura, Deportes y Medio  Ambiente del Parlamento Andino, y actual –brillante- coordinador académico de la Universidad Jaime Bausate y Meza.

Dr. Eudoro Terrones Negrete

Su bibliografía, asimismo, abarca un par de docenas de textos, entre los que destacamos sus Diccionarios de Investigación Científica y de Periodismo, su Manual Universitario de Filosofía, sus libros sobre cooperativismo e información turística; pero, sobre todo, sus obras sobre Ética aplicada al periodismo  y,  más  recientemente,  a  los  medios,  como  La  Ética en los Multimedios de Comunicación, y un enjundioso volumen sobre Filosofía de La Globalización: un cambio de época y una época de grandes cambios, publicado por el flamante Fondo Editorial de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Estos dos últimos textos ocupan nuestras (escasas) horas de vigilia lectora.

FILOSOFÍA… aborda un tema cardinal en los días que corren: humanizar la tan trajinada globalización, y ponerla al servicio del hombre, y no que éste se convierta en un zombie en  sus  parámetros  deshumanizantes  neoliberales,  detrás de los que se agazapa el capitalismo salvaje. Pero tenemos que convivir con ella, y el libro del maestro Terrones es una suerte de vademécum para transitar entre el canto de las (peligrosísimas) sirenas de la postmodernidad, otro de los sustentos de su filosofía básica.

LA ÉTICA… es un texto que considero lectura sine qua non en todos los centros docentes de la especialidad, pues aquí se hallan principios básicos resumidos en lo siguiente, que es el norte del volumen: hay que educar éticamente para la esperanza y el cambio social. Nada que ver con una ética escapista y demodé. Terrones pisa la tierra y aspira a que todos sus lectores dejemos, en efecto, una huella humana en un mundo mediático cada vez más deshumanizado.



[1] Winston Orrillo, escritor, catedrático y periodista. REVISTA GENTE-ISSUU. Columna: La memoria del aire: Eudoro Terrones, Comunicador y Maestro.

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FRATERNIDAD APRISTA CON TODOS LOS PERUANOS     E INDOAMERICANOS

Artículo extraído de la obra "El Aprista en el siglo XXI (Visión, misión y destino)"



Escribe: Eudoro Terrones Negrete


Los ideales de "Libertad, Igualdad, Fraternidad" fueron proclamados y difundidos por primera vez durante la Revolución francesa en 1789 y actualmente es el lema oficial de la República Francesa y de la República de Haití.

El término Fraternidad deriva del latín frater, que significa hermano. Fraternidad es el parentesco existente entre hermanos, es el lazo de unión entre las personas basada en el respeto a la dignidad, la igualdad de oportunidades y derechos, la cooperación, la empatía y la solidaridad entre unos y otros para conseguir sus objetivos, fines y metas trazados.

La fraternidad es un valor o una virtud que se cultiva y desarrolla entre personas que comparten una misma filosofía, ideología o doctrina política; es un vínculo fraterno entre las personas para ayudarse mutuamente en la solución de sus problemas, inquietudes y necesidades. Fraternidad es el afecto y el vínculo entre hermanos o compañeros y que mantiene la unión, la disciplina y mutua ayuda entre ellos.

El ser fraterno en una organización significa estar abierto a la comprensión, a la tolerancia y al respeto entre sus miembros; es la extensión de la mano en el preciso momento que lo necesitan.

En Indoamérica, a nivel de partidos políticos el concepto de fraternidad en el siglo XX fue recogido por la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) para significar el conjunto de militantes que comparten la misma ideología aprista y que son recordados a nivel nacional e internacional el 22 de febrero de cada año con motivo de conmemorarse el natalicio del fundador, jefe, maestro y guía del APRA Víctor Raúl Haya de la Torre. En esta fecha, los familiares y amigos de Haya, los militantes y dirigentes apristas, los ciudadanos y personalidades de la sociedad peruana rinden su homenaje anual a Haya de la Torre, por representar toda una vida sacrificada y consecuente dedicada a servir al pueblo peruano e indoamericano.


Manuel Seoane Corrales, destacado líder aprista, en su artículo periodístico titulado “El Aprismo como espíritu”, publicado en el diario La Tribuna, el 5 de agosto de 1931, llegó a manifestar que “los apristas somos, ante todo, una fraternidad. Nos sentimos hermanos en una causa de justicia” y que querían “adecentar la política” como lo había dicho Haya de la Torre: “Nosotros (los apristas) significamos una nueva conducta, una nueva actitud. Queremos adecentar la política, ha dicho Haya de la Torre. Es decir, queremos que la política no sea un tráfico, un tablado de demagogias, una sociedad de asalto al presupuesto, sino una hermosa empresa colectiva para el bien del país. Para realizar esta empresa renovadora no basta, repetimos, la coincidencia en los programas. Es preciso, ante todo, un limpio sentido de la acción personal, una noble vocación para el bien. Por eso los apristas somos, ante todo, una fraternidad. Nos sentimos hermanos en una causa de justicia. Los peligros de ayer y las asechanzas de hoy han hecho que nuestras filas respondan también a un recóndito imperativo de hermandad. Dentro de nuestras agrupaciones los hombres somos hermanos. Nos interesan los compañeros no tanto como electores, sino como individuos. Por eso el aprismo abarca también el consejo sincero, la orientación en la conducta. Todos y cada uno de los apristas somos cordiales centinelas y mutuos apoyos en esta obra gigantesca”.

Haya de la Torre fue deportado del país el 9 de octubre de 1923, por el gobierno de Leguía; arrestado el 6 de mayo de 1932 en un suburbio de Lima y permaneció incomunicado hasta el 30 de abril de 1933, durante el gobierno de Sánchez Cerro. Durante la etapa de la Gran Clandestinidad, entre noviembre de 1934 y mayo de 1954, sufrió persecución por los gobiernos de Benavides, Prado y Odría. En estos años de la Gran Clandestinidad la fraternidad aprista tuvo expresiones de dura resistencia y de respuesta permanente para proteger a los militantes y dirigentes apristas perseguidos por la dictadura imperante.

Como ningún otro político peruano e indoamericano del siglo XX, Haya de la Torre soportó heroicamente las adversidades, las calumnias y los exilios, las privaciones de sus derechos ciudadanos; supo perdonar a sus adversarios en todo tiempo y lugar; defendió la Constitución política y los derechos humanos. A tal punto que el 22 de febrero de 1963, en respuesta a los odiadores, calumniadores y perseguidores del aprismo “El Cachorro” Manuel Seoane sentenció: “El APRA es como el amor serrano, mientras más lo golpean más lo quieren los peruanos”.

En uno de sus artículos periodísticos Oswaldo Rivas Berrocal refirió que “Ante la brutal persecución a los apristas y el inminente peligro en que se encontraba la vida del Jefe del Partido, los apristas iniciaron una lucha de resistencia clandestina que originó una acción partidaria interna de amplia solidaridad aprista. El estímulo de sus postulados llegó al hogar de los compañeros caídos en desgracia. La práctica constante de esta manifestación solidaria sirvió de basamento al Día de la Fraternidad Aprista, que se inició en reuniones clandestina en el modesto hogar de los compañeros en los sectores de la capital, en los pueblos alejados de nuestras serranías a lo largo y ancho de nuestra escarpada geografía nacional. En esta etapa sombría de la política nacional recibimos el aliento del pueblo y tuvimos amigos. Paralelamente a este acontecimiento, los apristas hemos sacudido las estructuras coloniales de nuestra organización política social y cultural, para crear una sociedad nueva y justa, sin amos y sin esclavos. En esta lucha de renovación y de transformación, los apristas nos sentimos fuertes y generosos, porque sabemos que la utopía de ayer es una realidad palpitante hoy. Haya de la Torre, no sólo nos enseñó a luchar sin vacilaciones por la causa del pueblo. Nos enseñó también a ser fraternos, justos y generosos en la derrota o en el triunfo. Es el hombre que no ha claudicado un solo instante de sus principios filosóficos y ha demostrado una personalidad firme. Se ha mantenido en una sola línea de acción en este mundo cambiante. ¡Qué integridad moral y política pueden exhibir los políticos improvisados, los demagogos y los tránsfugas, que mudan de partido como quien cambia la camisa, frente a la vertical y maciza formación doctrinaria de un hombre como Haya de la Torre!”.

El 21 de febrero de 1946 fue la primera más grande celebración del cumpleaños de Haya de la Torre, llevada a cabo en el Estadio Nacional de Perú. El líder del Apra, Manuel Seoane Corrales propuso la instauración del Día de la Fraternidad. En la parafernalia aprista, el Día de la Fraternidad quedó establecido el 22 de Febrero de 1946, cuando Manuel Seoane en un emotivo discurso, conocido con el nombre de “Recado del Corazón del pueblo”, pronunciado en el viejo Estadio Nacional de Lima, le dice a Haya de la Torre que le traía un recado que viene del corazón del pueblo y que “ El pueblo aprista esta vez sin consulta ni Congreso, por mandato imperativo de abajo hacia arriba, ha resuelto consagrar que de hoy en adelante y hasta cuando seamos polvo en viaje a las estrellas, el día 22 de febrero como el Día Aprista de la Fraternidad”.

En esta fecha histórica los apristas recuerdan a Víctor Raúl Haya de la Torre en su vida, pensamiento y obra, valoran su rol de líder máximo, fundador, jefe, maestro y guía del aprismo; destacan su limpia, esforzada y sacrificada trayectoria, van su lealtad a la filosofía, ratifican su voluntad y decisión de seguir perteneciendo a las filas del Apra.

Con singular regocijo los apristas se reúnen en sus locales partidarios, en plazas públicas, en la ancha avenida Alfonso Ugarte de Lima, donde se ubica el local central de La Casa del Pueblo. Con el brazo izquierdo en alto, con el agitar de pañuelos blancos y al compás de canciones apristas recuerdan y valoran las gestas revolucionarias del Apra, tratan de limar asperezas, reafirman la unidad del Partido y formulan autocríticas para superar errores.

Los actos celebratorios del Día de la Fraternidad Aprista incluyen sendos desfiles de batallones de estudiantes, de militantes de los Chicos Apristas (CHAP), de la Juventud Aprista Peruana (JAP), de Comandos Universitarios Apristas (CUA), de Agrupación Nacional de Profesionales Apristas (ANPA), Agrupación Nacional de Periodistas Apristas (ANAPA), Agrupación Nacional de Abogados Apristas (ANAA), etc., etc., así como también el encendido de fogatas y quema de cohetes y castillos artificiales para terminar estrechándose las manos y abriendo los brazos a todos los peruanos que quieran luchar con el Apra por una patria unida, libre, digna y justa.


En su discurso por el Día de la Fraternidad en el año de 1960, Víctor Raúl Haya de la Torre empezó diciendo: “Compañeros: Por lo general en esta noche de las vísperas del Día de la Fraternidad, nos hemos acostumbrado a pronunciar discursos. Esta ha sido siempre una fiesta casi hogareña. Nos hemos juntado aquí para recordar aquellas otras noches siniestras de la persecución, en las cuales celebrar estas vísperas era un acto de rebeldía viril y magnífico (aplausos). Pero desde que vivimos en libertad esta noche es una noche plácida y como suele ser una noche estival, diré, casi aludiendo a la presencia de nuestro amigo Mr. Phillips, estas noches siempre han sido para nosotros “sueños de una noche de verano” (Aplausos).

El 25 de febrero de 1961, en su discurso por el Día de la Fraternidad, Haya de la Torre manifestó: “Compañeros: Nosotros creemos que todo lo que pasó en las luchas fratricidas, en la guerra civil que vivimos en una época, debe ser superado definitivamente por una fraternal línea de reconciliación de la cual es ejemplo la fraternidad de Europa. De la cual es ejemplo de fraternidad de todos los pueblos que dejaron atrás el pasado de lucha y que marchan seguros y unidos en la coexistencia hacia la afirmación de los valores humanos (Aplausos) “Compañeros: Permítanme que en esta gran noche, en esta magnífica velada de fraternidad multitudinaria, yo les tienda mis brazos, les abra de nuevo mi corazón con la certeza de que esta obra del partido ustedes la heredarán. Serán ustedes y los hijos de ustedes los encargados de defender en la historia del Perú la dignidad de los peruanos y sobre todas las cosas la función del Perú como hermano forjador de una nueva conciencia continental, como hermano cooperador de una democracia con justicia, de ¡Pan con Libertad¡ (Ovación)”.

El 6 de diciembre de 1965, desde Hamburgo-Alemania, antes de ser sometido a una operación, Víctor Raúl Haya de la Torre le escribe una carta a Jorge Idiáquez con el fin de que mantenga en reserva la información sobre su enfermedad y las causales de su último viaje.

He aquí algunos párrafos trascendentes del contenido de la Carta de Haya de la Torre enviada a Jorge Idiáquez:

“Te pido, a ti que conoces mi modo de pensar, que transmitas a todos los compañeros del partido mi declaración de que mi mayor, y acaso única preocupación al morir, es la de las consecuencias que pueda traer mi desaparición y, sobre todo y ante todo, la unidad del partido que ha sido, es y será la garantía de su fuerza”. “El aprismo debe ser siempre el gran movimiento de la democracia y de la justicia social en el Perú y para que así sea debe mantener firme e indestructible su fraternidad y su disciplina. Todos y cada uno deben cooperar a este gran propósito sacrificando todo individualismo e interés personal. El aprismo no debe repetir la historia de los partidos peruanos que han muerto con sus fundadores”. “Por fortuna nuestro movimiento mantiene siempre vigente su doctrina, su programa y su línea de acción. La evolución del mundo y el acontecer americano nos han dado la razón. Y esto es bastante garantía para la supervivencia del aprismo como el movimiento campeón de la gran transformación peruana y continental. Lo que importa es realizarla y ésa es la misión histórica de cada aprista”. “En esta carta deseo también que recuerdes a los compañeros que cooperen a mantener e impulsar la acción social del partido, sus academias, sus escuelas, sus comedores, sus cooperativas, sus organismos infantiles y juveniles”. “Y que cada aprista sea un activo mantenedor de la unidad. De esa unidad que hemos defendido siempre y en la que hemos visto y vemos el poder del aprismo”. “Y defender este principio: que formamos un partido de hombre libres en el cual su línea, su doctrina, su política, las señalan sus integrantes en sus Congresos y Convenciones”. “Quien quiere ser aprista debe adherirse democráticamente a estas normas. Esta carta lleva algo de mi única preocupación al morir: la de la continuidad de nuestra obra”. “Espero que mi muerte sirva para unir más a los apristas”.

Desde la ciudad de Arequipa en 1978, en su discurso por el Día de la Fraternidad, Haya de la Torre destacó el significado de la fraternidad aprista: “Aquí estamos, compañeros, unidos para conmemorar la Fraternidad que significa sentirnos los apristas en manos de todos los apristas, sentirnos y darle un significado así al verdadero signo del aprismo: el signo de su Fraternidad; porque no es solamente un partido político, no es solamente el Frente Único de los Trabajadores Manuales e Intelectuales sino es también la fraternidad profunda de un pueblo que estrecha sus vínculos, aúna sus ideales y se lanza a la gran aventura de salvar al Perú (oración…¡Haya Presidente!... ¡Contigo hasta la muerte!).

Alberto Valencia Cárdenas en uno de sus interesantes, reveladores y esclarecedores artículos sobre la Fraternidad Aprista expresaría: “En Lima, cada 22 de febrero ha sido una eclosión mayor. La celebración de los diversos onomásticos de Víctor Raúl, desde 1956, ha ido “in crescendo”. Cada concentración ha sido multitudinariamente mayor a la del año anterior. ¿Por qué? La respuesta es sencilla. Antes, la fiesta del onomástico de nuestro guía era una fiesta familiar. Participaban los pocos apristas vinculados a la lucha en los días azarosos de la persecución y de la muerte. Más tarde, las celebraciones se hicieron multitudinarias y públicas. Pero continuaron siendo celebraciones apristas. Lentamente, el Día de la Fraternidad ha ido abandonando el sentido restringido que le dio origen, para abarcar más anchos horizontes. Ahora se trata de una fiesta popular. Puedo asegurar sin temor a equivocarme que la fiesta de la Fraternidad Aprista se está convirtiendo, cada vez más, en una fiesta, que desborda los linderos del Aprismo para convertirse en una fiesta de fraternidad popular. El pueblo peruano identifica, cada vez más a Haya de la Torre con sus irredentas esperanzas de justicia y libertad”.

La fraternidad para los apristas es comunión de ideas, hermandad sincera y armoniosa, coincidencia en acciones, estrategias y tácticas de lucha por la libertad, la democracia, el pan y la justicia social, es mantener con lealtad la filosofía, ideología y doctrina aprista.

Para los apristas la fraternidad entre todos los peruanos es el designio de hoy y del futuro. Y en tal sentido los apristas se proclaman ser fraternos con todos y para todos los peruanos e indoamericanos.



Ser fraternos con el pobre, con el grande y con el chico, con quienes están dispuestos a luchar firmemente en las buenas y en las malas.

Ser fraternos con los que comparten y respetan la filosofía, ideología y doctrina aprista y también con los que piensen distintamente.

Ser fraternos con los analfabetos de arriba y los analfabetos de abajo, con los que abrigan una esperanza y un futuro próspero, con los que critican los proyectos y las acciones del gobierno pero también con los realizadores y constructivos.

Ser fraternos con los que aman y quieren al Perú y son capaces de entregar sus vidas por la libertad, la democracia, el pan y la justicia de las mayorías.

Ser fraternos con los buenos y humildes, con los hombres del campo y de la ciudad, con el niño, el joven, el adulto y el anciano, con quienes desean que el Perú salga adelante, con el fin de borrar el oprobio de los malos y soberbios, hacer menos pobres a los pobres y acabar con la pobreza, la corrupción, la desnutrición e injusticia social.

Ser fraternos con quienes labran la tierra de sol a sol, con quienes producen la riqueza para compartirlo con los que menos tienen y que son los que más necesitan.

Ser fraternos con los jueces justos, inteligentes y con vocación de servicio a la sociedad, pero jamás fraternidad con aquellos que anulan un sumario, fraguan otro nuevo y emiten una sentencia para absolver al culpable y crucificar al inocente.

Ser fraternos con los maestros que se esfuerzan y se superan para ser cada vez mejores y competitivos, que no se corren de las evaluaciones porque son conscientes de estar bien preparados profesionalmente, que entienden y practican la política como ciencia de buen gobierno y en aras del bien común.

Ser fraternos con los médicos que cumplen el Juramento hipocrático, que recetan la medicina adecuada para curar los males de sus pacientes y que tienen sensibilidad y espíritu de solidaridad social.

Ser fraternos con los policías y militares que ejercen sus funciones con alto sentido de responsabilidad, transparencia y espíritu de superación, para garantizar el orden, la seguridad y la tranquilidad pública.

Ser fraternos con los dirigentes políticos, sindicales, comunales y empresariales que entregan su alma, corazón y vida por un país nuevo, redimido, libre, digno y justo.

Ser fraternos con los padres de familia que son ejemplos para sus hijos y la sociedad, que se esfuerzan a diario por dar a sus hijos una educación de calidad y convertirlos en excelentes profesionales.

Ser fraternos con todas las personas que se esfuerzan por lograr un trabajo sobre la base de sus propios méritos, dejando atrás el tarjetazo político, el compadrazgo, la “coimisión” o las malas costumbres.

Ser fraternos con todos aquellos que quieran entrar al Apra y formar parte de este gran movimiento democrático, constructivo, inclusivo y transformador.

Manuel Seoane Corrales escribió en Santiago de Chile en 1944: “Nos sentimos más cerca entre nosotros, más enlazados en una tarea común, porque la condición de aprista supone un parentesco moral con los demás militantes del partido, la seguridad de una honradez de conducta y de métodos, de línea vertical e invariable, que hace disfrutar la fruición de sentirse miembro de una vasta familia de hombres que no busca fáciles éxitos, sino que se han lanzado virilmente a la dura larga, riesgosa y heroica tarea de hacer un Perú mejor. En un ambiente corrompido por el miedo impuesto por décadas de regímenes despóticos, por la ignorancia mantenida sistemáticamente por el feudalismo político, por la venalidad de los llamados a dar el ejemplo, por la adulación como sistema de trepar posiciones, en un ambiente enrarecido por la prepotencia de los fuertes la timidez de los débiles, el aprismo representa la firma actitud viril de un pueblo moralmente estructurado, que reacciona vigorosamente contra la corrupción, para dotar a la política de un contenido ético, es decir haciendo la revolución en cada espíritu como base de una gran transformación de la peruanidad”.


Cerramos el presente artículo destacando que Víctor Raúl Haya de la Torre inculcó en todo momento a los apristas a mantener una conducta limpia, honesta y transparente, a «Convivir sin odios y coexistir sin rencores». Pero también Haya recordó: “El Día de la Fraternidad debe celebrarse siempre. Debe ser el acto anual consagratorio de la supervivencia del Partido. Mi definitiva ausencia física no debe ser causa de que la conmemoración decaiga o se suprima. La misión de los apristas es continuar la obra emprendida".



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17 de octubre de 2021

Comentarios de la Obra SÓCRATES: EL MAESTRO, EL FILÓSOFO Y EL MÁRTIR DE LA FILOSOFÍA


COMENTARIOS DE LA OBRA

SÓCRATES: EL MAESTRO, EL FILÓSOFO Y EL MÁRTIR DE LA FILOSOFÍA”

En la foto, de izquierda a derecha: Alfonso Cueva Sevillano, Gerente General de A.F.A. Editores Importadores; Dr. Roberto Mejía Alarcón, Rector de la Universidad Jaime Bausate y Meza; Dr. Jorge Lazo Arrasco, Gran Amauta del Perú y ex rector de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega; y, Dr. Eudoro Terrones Negrete, autor de la obra "Sócrates: El Maestro, el Filósofo y el Mártir de la Filosofía". 

 

PRÓLOGO

Dr. Carlos Díaz Hernández

 Me cumple el honor de prologar esta obra del doctor Eudoro Terrones Negrete, a quien tuve la gran fortuna de conocer personalmente en Lima, prodigio de laboriosidad e inteligencia, pues amén de otras actividades docentes y publicistas, ha sido capaz de mantener la pasión y la alegría por el saber hasta unos límites insospechables e inalcanzables por la casi totalidad de las gentes. ¿A quién pudiera extrañar, teniendo en cuenta tales hábitos, que ahora nos regale un hermoso libro sobre Sócrates precisamente, libro al que desde mi condición de filósofo "académico" o "profesional" (¡perdón maestro Sócrates!) reputo serio, riguroso y, por si ello fuera poco, sumamente didáctico.

Doctor en Educación, Magíster en Docencia Universitaria, Periodista profesional colegiado y Profesor Principal en la Universidad Jaime Bausate y Meza, nuestro autor ha publicado la mágica cifra de cuarenta y cinco libros desde el año 1969, es decir, a un ritmo de un libro al año, y no de libros de ocasión, sino de fuste y sentencia, de reflexión e investigación, bien documentados en sus fuentes.

Cuando se estudia a Sócrates como aquí se hace, lo de menos es concordar o discrepar del gran maestro griego, yo mismo dudo de eso que se llama socratismo moral, compartido por Confucio desde el remoto Oriente, y que defiende que quien sabe es bueno, y por ende que sólo el ignorante hace mal, algo que a su vez le exculparía de toda responsabilidad penal. Esta afirmación, como todos sabemos, se desarrollará en muchos diálogos de su discípulo Platón, el cual atribuye un papel casi divino al filósofo sabio, hasta el punto de presentarlo cual único digno de dirigir los gobiernos de los países con justicia y pudor. Ahora bien, según mi particular opinión, tal idea es más bella que la realidad, sobre todo cuando se tiene delante a políticos incultos y voraces, pero la realidad no la avala: quienes saben leer y fuman, no dejan de hacerlo aunque en la cajetilla se recuerde con grandes caracteres: fumar mata.

Pero eso es de menos, lo verdaderamente importante es el genio, la magnitud y la impronta antropológica que la muerte de Platón nos dejó en heredad y pervivencia. Y digo la muerte, porque ella sella la maestría y el magisterio de quienes elaboran ideas y pronuncian palabras: será maestro de humanidad el que muera defendiendo la verdad, no solamente diciéndola, porque sólo así se sobrepasa a la muerte y se la vence. He aquí lo inmortal de una vida: emparentar con el martirio la verdad, sólo así sirve de base para el comportamiento de la humanidad. "Amigo Sócrates, pero más amiga la verdad". Por eso Sócrates enseñaba la virtud personalizadamente: «Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la construye uno mismo solamente con la buena conducta». De ahí estos corolarios socráticos básicos, que el presente libro nos recuerda: “La virtud produce agrado, el vicio desagrado. Hay que renunciar a los vicios” y “El mayor mal no es sufrir la injusticia, sino padecerla”.

Mientras tanto, lejos de enfatizar el saber y muy cerca de reconocer la necesidad de estudiar, recordamos que el entendimiento alumbra como las velas, derramando lágrimas, y no hay saber que no tenga 99% de transpiración y 1% de inspiración: “El maestro Confucio dijo: El primer absurdo consiste en pretender alcanzar el bien prescindiendo del estudio, y su consecuencia es la decepción; el segundo consiste en intentar alcanzar la ciencia sin entregarse al estudio, lo que conduce a la incertidumbre; el tercero consiste en el deseo de ser sincero prescindiendo del estudio, lo que provoca el engaño; el cuarto consiste en pretender obrar rectamente sin haber recibido la instrucción adecuada, con lo que se cae en la temeridad; el quinto consiste en querer compaginar el valor con la incultura, lo que da lugar a la insubordinación; finalmente, si se desea alcanzar la perseverancia prescindiendo del estudio, se cae en la testarudez y obcecación”. Mucho de lo que pasa por sabiduría no es sino pedantería.

Así pues, para pensar con profundidad hay que estudiar mucho y muy mucho, aseguraba también Confucio: “Cuando se penetró en la razón de las cosas, la conciencia se desplegó al máximo y los pensamientos se hicieron sinceros. Cuando eso ocurrió, el corazón se hizo recto. Cuando eso ocurrió, cada uno se perfeccionó a sí mismo. Cuando eso ocurrió, el orden comenzó a reinar en la familia. Cuando eso ocurrió, el Estado fue bien gobernado. Cuando eso ocurrió, la paz se extendió por el universo. Los antiguos príncipes se esforzaban primero en gobernar con rectitud sus propios reinos. Para ello, se aplicaban ante todo en ordenar bien sus familias. Para ello, procuraban previamente corregirse a sí mismos. Para ello, ponían un especial cuidado en adornar su alma de todas las virtudes. Para ello, se esforzaban en conseguir la rectitud y sinceridad de todas sus intenciones. Para ello, se entregaban con ardor al perfeccionamiento de sus conocimientos morales, que consiste en descubrir los móviles de las acciones. Si alcanzamos la perfección personal, se establecerá el orden en nuestra familia. Entonces, el reino será rectamente gobernado. Y cuando todos los reinos son bien gobernados, el mundo entero goza de paz y armonía. Desde el más noble al más humilde, todos tienen el deber de mejorar y corregir su propio ser. El perfeccionamiento de uno mismo es la base de todo progreso y desarrollo moral”.     

Así de rigurosamente tomada en serio, la filosofía ayuda a vivir una vida buena. Como en el caso de Sócrates, ella propicia la actitud serena y prudente, el discernimiento desapasionado enseñando a vivir. En su deseo de hacer el bien, proporciona contenidos formativos que nos ayudan a ser plenos, y no simplemente felices a cualquier precio, por eso propone un corazón alegre, encantado con la realidad pese a las desventuras, porque un corazón triste sería un triste corazón; un corazón liberador que supera aquellas esclavitudes que destruían; un corazón esencial que se conforma con poco para ser feliz; un corazón modesto que se abre a lo grande y lo saluda; un corazón bueno  en el buen sentido de la palabra bueno, que no echa nada al fuego, que espera, disculpa, acompaña y se esfuerza por ponerse enérgicamente en positivo: la antítesis del corazón duro; que perdona y permite rehacer la experiencia de estrechar vínculos.

La “vida buena” aporta también esa convivencia amistosa que según Cicerón constituye el mayor placer de la vida. En orden a ello el filósofo trabaja por los derechos humanos y rechaza las discriminaciones sociales y laborales, mostrando una efectiva preocupación y sensibilidad con las personas desfavorecidas. Desde luego no solamente la filosofía puede trabajar en esta línea, pero la filosofía intentará también fundamentar racionalmente esas actitudes: al filósofo se le ha de pedir un esfuerzo de profundización y de sistematización.  La búsqueda de la vida buena no concluye en la perfección de este mundo, pues todo pensamiento que no se decapita desemboca en la trascendencia, en lo eterno. Ahora bien, no cabe búsqueda de lo eterno sin alguna esperanza en la bondad de la realidad de esta vida. A diferencia de quien contempla a los humanos como seres egoístas y orgullosos inmersos en el mal y destinados a la náusea o a la nada, el filósofo ayudará a encontrar razones para la esperanza y a renacer de nuevo a quien parecía destruido y roto.        

La filosofía ayuda mucho a conocerse a sí mismo, algo para lo cual hay que bajar a las profundidades del propio espíritu, convicción básica también para el mundo oriental. Un discípulo entregó a Buda una flor y le pidió que le explicara su doctrina. El maestro tomó la flor, la contempló en silencio durante un largo rato, y, sin mediar palabra, con un gesto indicó al discípulo que se retirase. Al parecer, de esta anécdota se deriva el zen: el misterio no se alcanza con palabras ni con razonamientos, sino mediante la contemplación. Ella produce la imperturbabilidad. Cierto ejército rebelde irrumpió en una ciudad y hasta los monjes del templo budista de la localidad huyeron. Todos, excepto el abad. El general quedó atónito: “¿No sabes, rugió, que estás viendo a un hombre que puede traspasarte con su espada sin un parpadeo?” “¡Y tú, replicó el abad, estás viendo a un hombre que puede ser traspasado por una espada sin un parpadeo!” El general, desconcertado, pasado un momento se inclinó reverencialmente y se marchó.

Quien se conoce a sí mismo ha de ser crítico de sí mismo (autocrítico, autoirónico diríamos con Sócrates) y de los demás (heteroirónico). Criticar no es destruir. Sin amor, la crítica es envidia. La filosofía enseña a denunciar al gato que quiere pasar por liebre, y a tal efecto no tiene pelos en la lengua. Esto entraña vivir en el riesgo, pues “donde hay poca justicia es peligroso tener razón” (Quevedo). Sólo supero los propios errores que reconozco. Por lo demás, el verdaderamente crítico con su propio yo compañero sabe aceptarse a sí mismo (¿para qué despedazarse a sí propio?) y reconocer en los otros sus aspectos positivos. No echemos la culpa de nuestra cojera al empedrado: ¿no estaría mejor reconocer las cosas, a fin de cambiarlas cuando podamos y de aceptarlas si no podemos?                   

La filosofía de raíz socrática ayuda a saber vivir, convivir y dialogar construyendo un mundo mejor, como el maestro nos enseñara a todos a través de su discípulo Platón. Para los filósofos presocráticos saber era entender, para Sócrates discernir, para Platón definir, para Aristóteles demostrar, para Kant es trabajar en favor de toda la humanidad.  La acción es la hora de la verdad; sin la acción, todo se nos vuelven excusas y lamentos, como indica Quevedo en su Sueño del Infierno: “Y llegando a una cárcel oscurísima oí gran ruido de cadenas, grillos y fuego, azotes y grillos. Pregunté a uno de los que allí estaban qué estancia era aquella, y me dijeron que era el cuartel de los ¡oh, quién hubiera..'. Son gente necia que en el mundo vivía mal y se condenó sin entenderlo, y ahora aquí se les va todo en decir: '¡oh, quién hubiera dado limosna! ¡oh, quién hubiera oído misa! ¡oh, quién hubiera callado! ¡oh, quién hubiera favorecido al pobre! ¡oh, quién hubiera confesado'”. Por eso no fueron filósofos. “Yan-kieu dijo a Confucio: “Tu doctrina me complace, maestro, pero no me siento con fuerzas para practicarla”. El maestro le contestó: “Los débiles emprenden el camino, pero se detienen a la mitad; tú ni siquiera tienes voluntad para iniciar el camino; no es que no puedas, sino que no quieres”. No basta, pues, con saber, por muy importante que ello sea: hay que actuar, y actuar bien; cuando debes hacer una elección y no la haces, esto ya es una elección. Así que, cuando no tengas otra cosa que hacer, planta un árbol: irá creciendo mientras tú duermes.

La filosofía, pues, ayuda a querer saber, para saber querer. Tanto Confucio como Sócrates, coetáneos, recordemos, defendieron que la bondad se aprende y, una vez bien aprendida, no cabe portarse mal: “El maestro dijo: si nuestras palabras son sinceras y se hallan conformes con la recta razón, cuantos nos escuchen modificarán su conducta y entrarán por el camino de la virtud. Si nuestra conversación resulta agradable y persuasiva, induciremos a todos los hombres a buscar la verdad. Es imposible que tras una conversación persuasiva el hombre no se sienta incitado a la búsqueda de la verdad. No creo que pueda existir nadie que, tras haber escuchado unas palabras sinceras y conforme a la recta razón, deje de convertirse hacia la virtud”. Tal vez Sócrates y Confucio exageraban, pues una cosa es conocer lo que es mejor y otra llevarlo a cabo; en lo que no exageraban es en que saber y querer forman unidad ¿Te has preguntado qué haría contigo quien supiese pero no (te) quisiera? Para que tal cosa no ocurra, recuerda: “¿Para qué te sirve, Sócrates, aprender a tocar la lira si vas a morir?” “Me sirve para tocar la lira antes de morir”.

En Occidente existen dos tipos de actitudes casi sin término medio, la de quienes no saben parar y la de quienes viven inmóviles, parados-paralizados, abúlicos hastiados que se limitan a vegetar, a comer del subsidio fácil, y al final terminan con una especie de anorexia existencial, como la que Herman Melville describe en su célebre Bartleby el escribiente, que muere de autoconsunción:

«-¿Quiere decirme, Bartleby, dónde ha nacido?

-Preferiría no hacerlo.

-¿Quiere contarme algo de usted?

-Preferiría no hacerlo.

-¿Cuál es su respuesta, Bartleby?

-Por ahora prefiero no contestar».

A cada día le basta su afán, que es la virtud del esfuerzo en el esfuerzo por la virtud. Ansia de superación, diría Ortega: «Varias veces he dicho que yo no he pretendido venir a enseñar nada a vuestros estudiosos, no porque estos lo sepan todo, lo cual no es verdad, sino porque yo apenas si sé algo, y aun para enseñar ese algo me falta una autoridad que no he tratado nunca de conquistar. Conozco muy bien no ser sabio y dudo mucho que deba ser llamado profesor. Cuando miro a retrotiempo y veo mis años mozos, hallo que fue mi alma, a defecto de mejores cualidades, un incendio perdurable de entusiasmo que no sabía acercarse a cosa alguna sin intentar centrarla y abrillantarla con su fuego interior. Me ha poseído siempre una como fe profunda en que todas las cosas son susceptibles de ilimitada mejora y que nos basta con fijar los ojos en el más humilde objeto para que aparezcan sobre sus flancos prodigiosas reverberaciones. Nada hay mísero ni sórdido si sabemos contemplarlo y, como dice el viejísimo ‘purana’ indio, dondequiera que el hombre pone en el suelo la planta, pisa siempre cien senderos. Después de todo, es esta fe en que el universo es susceptible de infinita mejora el sentido radical que da Platón a la Filosofía cuando hacía nervio de ella el ‘Eros’, la aspiración de amor» (Meditación del pueblo joven). Sólo así podremos comenzar a salir de la industria de la inercia y de la queja.

¿Nos hace felices la virtud? Como dijera Erich Fromm, «la felicidad es una adquisición debida a la productividad interior del ser humano. Felicidad y gozo no son la satisfacción de una necesidad originada por una carencia fisiológica o psicológica; no son el alivio de una tensión, sino el fenómeno que acompaña a toda actividad productiva en el pensar, en el sentir y en el hacer. El gozo y la felicidad no son diferentes en calidad; difieren solamente en cuanto que el gozo se refiere a un acto singular, mientras que la felicidad es una experiencia continua o integrada de gozo; podemos hablar de gozos en plural, pero solamente de felicidad en singular. La felicidad es la indicadora de que la persona ha encontrado la respuesta al problema de la existencia humana: la realización productiva de sus potencialidades siendo simultáneamente uno con el mundo y conservando su propia integridad. Al gastar su energía productivamente acrecienta sus poderes, se quema sin ser consumido. La felicidad es el criterio de excelencia en el arte de vivir. Aunque se la  considera frecuentemente como lo opuesto al pesar y al dolor, el sufrimiento físico o mental es parte de la existencia humana y el experimentarlos es algo inevitable. Rehuir la pena a toda costa sólo puede lograrse al precio de un aislamiento total, el cual excluye la capacidad para experimentar la felicidad. Lo opuesto a la felicidad no es, por consiguiente, el pesar o el dolor, sino la depresión que resulta de la esterilidad interior y de la improductividad» (Ética y psicoanálisis). Y por eso, por el carácter abierto y transitivo de la productividad interior, felicidad y afectividad son como el mar y los peces, y al supuesto derecho a la felicidad le correspondería en todo caso la contrapartida del deber de corresponder.

Lo admirable es que el ser humano siga luchando a pesar de todo y que, desilusionado o triste, cansado o enfermo, siga trazando caminos, arando la tierra, luchando contra los elementos y hasta creando obras de belleza en medio de un mundo bárbaro y hostil. “Esto debería bastar para probarnos que el mundo tiene algún misterioso sentido y para convencemos de que, aunque mortales y perversos, los hombres podemos alcanzar de algún modo la grandeza y la eternidad. Y que, si es cierto que Satanás es el amo de la tierra, en alguna parte del cielo o en algún rincón de nuestro ser reside un Espíritu Divino que incesantemente lucha contra él, para levantamos una y otra vez sobre el barro de nuestra desesperación” (Ernesto Sábato). En este sentido cabria esforzarse siempre por descubrir el valor del sufrimiento sin masoquismo ni victimismo, ni miserabilísimo: «Un atardecer de 1947 –escribe Sábato-, mientras iba camino de una aldea de Italia a otra, vi a un hombrecillo inclinado sobre su tierra, trabajando todavía afanosamente, casi sin luz. Su tierra labrada renacía a la vida. Al borde del camino se veía todavía un tanque retorcido y arrumbado. Pensé qué admirable es a pesar de todo el hombre, esa cosa tan pequeña y transitoria, tan reiteradamente aplastada por terremotos y guerras, tan cruelmente puesta a prueba por incendios y naufragios y pestes y muertes de hijos y padres».

Me escribía Chema Berro respecto de los militantes obreros que ambos hemos conocido: «Murieron tras una vida dedicada a la CNT (Confederación Nacional de Trabajadores). Es el caso de cantidad de compañeros mayores, gran parte de los cuales van viviendo y muriendo en el exilio. Sus nombres aparecen en nuestros humildes periódicos, en una breve nota que casi con seguridad anuncia que su fallecimiento se ha producido arropado por sus familiares y por sus compañeros, sus hermanos de la CNT. Son nombres que no nos dicen casi nada, pero todos ellos esconden una biografía impresionante. Hicieron lo que se les pidió con una capacidad asombrosa. Se codearon, tuvieron que codearse, con los grandes personajes de la historia sobresaliendo por su capacidad y por su dignidad, ganándose la consideración y el aprecio de todos ellos, de sus propios contrincantes en el campo de las ideas. Pero ese reconocimiento quedó en el círculo de sus contactos directos, sin traspasar el umbral de la historia, sin entrar en los libros o haciéndolo de refilón y de paso, sin quedar individualmente, como legado para las futuras generaciones. Salieron del anonimato y volvieron al anonimato para seguir haciendo lo que tenían que hacer, de nuevo en tareas más humildes. Dedicaron la vida a la CNT y ésta se convirtió en un buen medio para dedicarla a su clase, a su causa y, de una forma más general, a su país y a toda la humanidad. Seguramente esa capacidad de anonimato, esa capacidad de enterrarse para dar fruto, esa renuncia a su prodigiosa individualidad para convertirse en una parte, sólo una parte, de algo colectivo, sólo puede darse en gente que tiene una misión, una causa, algo por lo que vivir y luchar y morir y enterrarse. Buena lección, no aprendida, para la situación actual ¡tan distinta! Hoy cualquiera está dispuesto a hacer de su pequeña diferencia un abismo insalvable; y si nos tocaran nuestro ego, nuestra individualidad, ello se convertiría en el centro de todos los problemas. Actuamos en función de nuestros deseos, reducidos a apetencias cada vez más inmediatas, más absorbentes y absorbidas por un mundo que no ha aprendido, que ha olvidado que la realización, si se reduce a satisfacción de las apetencias, se convierte en locura y en huida hacia ninguna parte, y que sólo se realiza en la medida en que se convierte en entrega, en renuncia hasta el enterramiento, en la medida en que se somete a esa misión que traspasa y ordena las apetencias y les da sentido, y nos lo da a nosotros... Pero el futuro no se ve desde el presente sin la perspectiva que da el pasado. La memoria es parte del ser, parte de la posibilidad de ser y del futuro. Renunciando a nuestro pasado no tendríamos sentido, ni tan siquiera existiríamos. Ellos son nuestro pasado, y recuperar su memoria y proyectarla, darle continuidad, es nuestra tarea y nuestro mejor homenaje. El único que seguramente quieren y esperan. Conseguir, en definitiva, que el anónimo ‘Fulano de tal, militante de la CNT’, siga siendo el mejor de los epitafios».

Pero el Banquero (el existente y el que muchos desean llegar a ser: demasiados soldados llevan en su mochila el bastón de mariscal) tendrá que decirnos cuáles son esos otros valores no puramente económicos a los que él alude sin especificar, pues la verdad es que todos los valores del Banquero del dinero provienen, al dinero se dirigen, y con dinero se compran (es decir, tienen valor porque tienen precio): también con dinero se apesebran artistas, intelectuales, políticos, y todo lo que haga falta, incluso la misma madrileña Universidad Complutense premiando al Banquero rodeado de reyes, gobierno, etc., a los pocos meses encarcelado por corrupto y por estafador. Irresistible es el prestigio de los Salones para aquellos que sólo saben ser si se visten con el ropaje de la cortesanía, siempre necesitada de dinero. ¡El dinero, el dinero es el hombre!, gritaban ya los primeros tímidos Banqueros de Grecia, sin que en modo alguno hayan desaparecido de nuestros oídos sus ecos. Suerte que este libro del Dr. Eudoro Terrones nos lo recuerda impagablemente haciendo honor a su nombre: Eudoro, regalo bueno.

Madrid, septiembre de 2011.

 

 

Dr. CARLOS DÍAZ HERNÁNDEZ,

EL FILÓSOFO DEL PERSONALISMO COMUNITARIO[4]

Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete

Con el saludo cordial quiero expresar la cálida y fraternal bienvenida a nuestra Universidad,  al doctor Carlos Díaz Hernández, con motivo de su visita a Perú para sustentar sendas conferencias magistrales en varias universidades de Lima, y particularmente en la Universidad Jaime Bausate y Meza.

El doctor Carlos Díaz Hernández es el principal investigador y difusor del pensamiento personalista comunitario en lengua española. Es profesor titular en la Universidad Complutense de Madrid, profesor visitante permanente de la Universidad Pontificia de México, fundador del Instituto Mounier de España, México, Argentina y Paraguay, actual Presidente de la Fundación Emmanuel Mounier, miembro del Consejo de Redacción de la revista “Acontecimiento” y de la Colección “Persona”.

Este influyente filósofo en la juventud, el más productivo de estos tiempos, es un conferencista polémico que ha vertido sus ideas en universidades de América latina, Europa, África, entre oros. Defiende por doquier el personalismo comunitario de Emmanuel Mounier y el anarquismo cristiano.

Mostrando una extraordinaria vitalidad intelectual, Díaz Hernández, a sus 65 años de edad es autor de más de 200 libros, los mismos que fueron traducidos a varios idiomas.

Es autor de una serie de libros:  Memoria y deseo; Personalismo obrero: presencia viva de Mounier; Hombre y dialéctica en el marxismo-leninismo; Del anarquismo como fenómeno político-moral; Pro y contra Stirner; Julián Besteiro o el socialismo en libertad; El anarquismo como fenómeno político-moral; La actualidad del anarquismo; Contra Prometeo; Sabiduría y locura; La buena aventura de comunicarse; ¿Qué es ser joven?; El sujeto ético; El sueño hegeliano del estado ético.

Asimismo, Nihilismo y estética. Filosofía de fin del milenio; De la razón dialógica a la razón profética; La política como justicia y pudor; Cuando la razón se hace palabra; Releyendo el anarquismo; Manifiesto para los humildes; Víctor García: El Marco Polo del anarquismo; Diez miradas sobre el rostro del otro; Valores del futuro que viene; La filosofía, sabiduría primera; Diego Abad Santillán; Mi encuentro con el personalismo comunitario; Pedagogía de la ética social. Para una formación en valores; El nuevo pensamiento de Franz Rosenzwei  y Cómo hacer el amor filosóficamente.

Carlos Díaz Hernández  no es un filósofo alejado de la realidad y de la vida social, no es un filósofo de escritorio que se encierra en sus cuatro paredes para dar a luz sus ideas y lanzarlas a posteriori a los cuatro vientos sin saber quien las recoja. Es un filósofo social, con conciencia social y conciencia profesional, de pensar y actuar a favor de los que más sufren, de los que menos tienen y de los que más aspiran a una vida digna y con justicia social.

Alguna vez declaró para la prensa: “Yo vivo como un monje en medio de la civilización. Estudio y escribo como orino, como una necesidad fisiológica. Apenas me ocupo de muchas cosas. No conduzco un coche, ni voy a un banco, ni tengo idea de cuestiones cotidianas para millones de personas... Lo mío es una suerte de antena de orientación que, permanentemente cuando salgo a la calle, apunta a los más pobres, a los desfavorecidos. A escribir sobre cómo cambiar; a eso dedico mi vida…. A mí me duele la miseria, el ser humano".

Confiesa con toda sinceridad: “Soy diferente al filósofo de academia, al ratón de biblioteca, que sólo sabe hablar con cuatro colegas de cuatro arcanos propios de su especialidad. No soy así. Busco estar cerca de los pobres, también físicamente… El nivel de cercanía que se siente con la viuda, el huérfano y el extranjero del Antiguo Testamento, no hay que perderlo de vista. Ese primer nivel es básico. No hacer las cosas para los pobres, sino desde y con ellos.”.

Como es de dominio público, el personalismo es una doctrina filosófica que reconoce a la persona humana como valor absoluto por sobre todas las cosas, la persona es un fin y no un instrumento, una cosa o un cliente. Es una actitud y búsqueda constante porque lo único estable en la sociedad es el cambio y lo único permanente en el hombre es su “hacerse”, su continua creación en todas las latitudes y circunstancias.

Al respecto, el filósofo español Díaz Hernández explica enfáticamente: “La base sobre la que se asienta el personalismo comunitario es que el ser es el centro de la realidad. Y no el tener. Hoy, todo se mide por los parámetros del tener. Evidentemente algo tenemos que tener, tenemos que comer. Pero no me distraigo en acumular dinero: quiero que haya justicia social; es para eso para lo que trabajo".

Díaz Hernández, el filósofo de los más pobres, afirma: "el personalismo comunitario  de lo que trata es de que la persona sea el centro, que a uno no lo midan por los parámetros económicos, que pueda vivir con dignidad; que no sean el centro la vanidad, la tontería, la estupidez del mundo”.

Concluyo estas breves palabras de presentación y de bienvenida, pero sin agotar el tema sobre la vida y obra del filósofo, manifestando que el doctor Carlos Díaz es un pensador profundo e innovador, que realiza cotidianamente sendas reflexiones críticas respecto a lo que tienen en común las cosas detrás de su aparente diversidad, pero fundamentalmente sobre el ser humano en su esencia y existencia vital.


 

PALABRAS DEL AUTOR DE LA OBRA

Dr. Eudoro Terrones Negrete

 

“Los filósofos y los hombres “capaces de morir por una idea”, han sido las grandes fuerzas de la historia, cuyos vaivenes y altibajos son la expresión o personificación de determinada mentalidad. Las ideas, son entonces, los resortes de la humanidad y de la historia y no precisamente “el hambre y el miedo” como se expresa Lenin”.  Samuel Vargas Montoya

Pocas figuras representativas hubieron en la antigüedad clásica, como las de Sócrates,  Platón y Aristóteles, que despertaron y aún siguen despertando amplias y profundas resonancias e impactos en la cultura  de Occidente y en la cultura universal, precisamente por su elevada calidad humana,  integridad espiritual, grandeza moral, pedagogía social y por hacer accesible a públicos diversos sus aportes intelectuales y la filosofía de aquella civilización.

Seguramente no hay entre todas las figuras que llenan la historia de la cultura humana ninguna tan popular como Sócrates, ninguna que haya sido tan traída y llevada por el oleaje de la literatura universal y cuyo conocimiento haya llegado hasta los rincones más apartados en que vive el espíritu.

Sócrates era el ideal de sabiduría en las escuelas filosóficas griegas, en la literatura romana, en los pueblos europeos y entre los judíos y mahometanos.

Donde quiera que haya destilado aunque sea una gota del espíritu helénico, nos encontramos con Sócrates como con una personalidad venerada por todos. Hasta los relatos más superficiales y someros de la llamada historia universal se detienen un momento en él. Los resúmenes más fugaces del panorama histórico del mundo le dedican una rápida ojeada. Los estudiantes, profesionales y lectores de todos los tiempos han oído hablar algo sobre Sócrates; todo el mundo sabe cómo vivió, qué enseñó y cuál fue su muerte. En estas condiciones, ¿vale realmente la pena hablar de Sócrates?”, pregunta Wilhelm Windelband [1]

Y la respuesta es: Claro que sí vale la pena hablar y seguir hablando de Sócrates. Resulta que ¡Sócrates es Sócrates!, se trata  de una de las figuras más paradigmáticas de la filosofía occidental. Sócrates es uno de los más grandes filósofos de la humanidad. Y no obstante el tiempo transcurrido de más de dos mil cuatrocientos años, y a sabiendas de no encontrar un solo artículo o una sola obra de su autoría, aún seguiremos hablando y escribiendo sobre la vida, el pensamiento y la obra de Sócrates, fundamentalmente por las razones que pasamos a exponer.

Sócrates es el hombre más sabio y el filósofo moralista más famoso de la Grecia Antigua, de sobresaliente personalidad humana y el maestro de todos los filósofos que existieron después de él.

Sócrates es  el defensor del cosmopolitismo  y del igualitarismo ateniense;  es una de las figuras extraordinarias en la historia de la filosofía de Occidente; es “el primero de los filósofos que murió condenado por la justicia” (Diógenes Laercio) y es “el fenómeno pedagógico más formidable en la historia de Occidente” (Werner Jaeger).

Sócrates es el Jesucristo de Grecia para el poeta Shelley y un maestro de todos para el obispo Agustín de Hipona.

Sócrates no sólo significa algo para los seguidores de Cristo, sino también para los enemigos del cristianismo: “Sócrates es el Jesucristo de Grecia para el poeta Shelley y un maestro de todos para el obispo Agustín de Hipona; es el serio intelectual para los modernos y el agudo ironista para los críticos de la modernidad, de Kierkegaard a Derrida, según refiere Venustiano Reyes Reyes, catedrático de la Universidad Iberoamericana, en su obra La Apología de Sócrates.

Se ha dicho incluso que la muerte del pensador abrió un litigio entre los aspirantes a su herencia filosófica que no sólo marcó el siglo que se iniciaba ( s.IV a.C.), sino también el devenir entero de la filosofía[2]

Escribir una obra para un extraordinario filósofo griego, como es el caso de Sócrates, que nunca escribió nada, resulta siendo una tarea muy complicada y difícil, pero no imposible si compartimos las expresiones del filósofo y escritor español Fernando Savater: “A lo largo de los siglos se han compuesto miles de libros sobre él, pero él no escribió ninguno, ni siquiera unas pocas páginas explicando su forma de pensar. ¿Cómo podemos saber entonces lo que realmente dijo? La verdad es que no podemos estar seguros. Algunos de quienes le escucharon tomaron nota de sus palabras, así como de sus gestos y de su forma de comportarse: fueron ellos los primeros que escribieron sobre Sócrates y todos los que han venido luego se han basado en su testimonio. Lo mismo pasó también con otros importantes maestros en el campo de la religión, como Buda o Jesucristo. Sus enseñanzas no nos han llegado directamente de su puño y letra sino a través de lo que sobre ellos cuentan varios de sus discípulos. Quizá no todos esos oyentes sean igualmente fiables, pero comparando lo que dicen unos y otros podemos hacernos una idea razonablemente aproximada de cómo fueron y qué enseñaron esos notables personajes.”[3]

Tales de Mileto, el primer filósofo de la Grecia Antigua, tampoco dejó escritos ni tuvo un sistema filosófico definido; el conocimiento que se tiene de él procede de lo que se cuenta en la Metafísica de Aristóteles.

Para realizar este ensayo de investigación filosófica sobre Sócrates: El maestro, el filósofo y el mártir de la filosofía, no fue una tarea fácil.  Hemos tenido que recurrir a testimonios documentales provenientes de personalidades de la filosofía griega, por cuanto Sócrates no escribió una sola línea y todo su pensamiento lo trasmitió oralmente a través de sus diálogos con la población. Frente a esta situación sólo quedó el camino de acudir a las obras escritas por Platón, Jenofonte, Aristófanes y Aristóteles, quienes trataron de interpretar y explicar el pensamiento de Sócrates. Algunos escritos sobre Sócrates se han perdido, como es el caso de los siete Diálogos escritos por Esquines el Filósofo (no el orador).

Para el acopio, el procesamiento, la interpretación y la explicación de los conceptos sobre la vida y obra de Sócrates en sus dimensiones de filósofo, de maestro y de mártir de la filosofía se ha utilizado los métodos filosóficos siguientes: método de análisis conceptual, método lingüístico, método analógico, método analítico, método sintético, método deductivo, método inductivo, método de lectura y comentario de textos, método especulativo, método dialéctico y el método histórico.

Asimismo tuvimos que confrontar los textos escritos por los discípulos de Sócrates: Platón y Jenofonte,  por Diógenes Laercio, por Aristóteles y por sus opositores, entre ellos Aristófanes. Pero también consultamos los testimonios valiosos de otras fuentes independientes, tratando en todo momento de establecer su grado de fiabilidad.

Consultamos las obras de Platón: Eutifrón, Apología de Sócrates, Critón, Fedón y Carta VII. Eutifrón, por ejemplo, es una obra que versa sobre las acusaciones a Sócrates; Apología de Sócrates, describe el proceso judicial a Sócrates; Critón, describe la visita en la cárcel del amigo más querido de Sócrates; Fedón o Del Alma, narra los últimos instantes de la vida de Sócrates y sobre su discurso respecto a la inmortalidad del alma; y Carta VII. En esta última obra Platón reprocha a los Treinta Tiranos de la época porque “entre otras tropelías que cometieron, estuvo la de enviar a mi amigo, el anciano Sócrates, de quien yo no tendría reparo en afirmar que fue el más justo de los hombres de su tiempo, a que, en unión de otras personas, prendiera a un ciudadano para conducirle por la fuerza a ser ejecutado; orden dada con el fin de que Sócrates quedara, de grado o por fuerza, complicado en sus crímenes; por cierto que él no obedeció, y se arriesgó a sufrir toda clase de castigos antes que hacerse cómplice de sus iniquidades”.

Asimismo recurrimos a las obras del historiador Jenofonte, Apología de Sócrates y Memorables; de Aristófanes, Las Nubes; de Diógenes Laercio,  Vida de los filósofos más ilustres. Finalmente, se consultó las obras de Aristóteles y de varios autores y estudiosos de la historia de la filosofía.

Cabe adelantar algunas conclusiones básicas que hemos recogido de diferentes textos que abordan la vida y obra de Sócrates: Sobre su educación y el desarrollo filosófico de Sócrates no sabemos nada en concreto y nada con exactitud y de manera definitiva,  no sabemos cuándo ni de qué forma llegó a descubrir su “verdadera profesión”, porque precisamente es como pocos de la historia de la filosofía de todos los tiempos un personaje ágrafo.


Sócrates

El propósito central de este ensayo es aportar y difundir relevante información histórica sobre la personalidad de Sócrates en su triple dimensión: como filósofo, maestro y mártir de la filosofía, en clara posición de diferenciación con los cosmólogos y los sofistas de su época, y describir brevemente el proceso  de acusación, condena y muerte del filósofo. Pero al mismo tiempo, el propósito de destacar la importancia, trascendencia e influencia de la vida y del pensamiento de Sócrates dentro del proceso evolutivo de la historia de la filosofía, de la educación y la pedagogía social.

A Sócrates se le acusó de no creer nunca en los dioses y sólo en los dáimones (demonios), por haber dicho alguna vez: “son las nubes, y no Zeus, quienes provocan la lluvia; de otro modo, si solo dependiera de Zeus, veríamos llover también cuando el cielo está sereno”. Sócrates fue denunciado por corromper a los jóvenes, simplemente por haber manifestado en algún tiempo que “el Sol es una piedra y que la Luna está hecha de tierra”. Y otras acusaciones, entre ellas las que provenían de sus opositores Anito, Melito y Licón, y de Aristófanes, su enemigo declarado, que aún siguen siendo motivo de riguroso análisis, pero también de severas críticas al poder judicial griego, por haber dado muestras de parcialización e injusticia, al condenar a muerte a Sócrates, sin las mayores pruebas objetivas.

La obra, Sócrates: El maestro, el filósofo y el mártir de la filosofía, se desarrolla en cinco capítulos. El primer capítulo, Sócrates en su espacio y tiempo histórico, comprende una referencia de Atenas de los años 500 a 323 antes de Cristo; la situación social, económica, política y educativa, y la filosofía griega. El segundo capítulo: El maestro Sócrates, describe los rasgos biográficos de Sócrates, los discípulos de Sócrates, Sócrates como maestro, el método mayéutico, Sócrates y los sofistas. El tercer capítulo: Sócrates, El filósofo,  incluye el pensamiento de Sócrates, la concepción ética y los principios éticos de Sócrates, las cinco anécdotas socráticas. El cuarto capítulo: Sócrates, el mártir de la filosofía, comprende la represión a los filósofos a través de la historia y a Sócrates como mártir de la filosofía. El quinto capítulo aborda aspectos claves sobre la acusación, la defensa y la condena a muerte de Sócrates.

Queremos culminar estas palabras  manifestando enfáticamente que las dotes y el talento sin par de Sócrates, hacen de él un personaje de imperecederas estimaciones, un símbolo de alta calidad humana y de grandeza espiritual y uno de los filósofos cumbres de la humanidad.

Lima, 22 de noviembre de 2010.

Dr. Eudoro Terrones Negrete

 



[1] Windelband, Wilhelm. Preludios Filosóficos. Figuras y problemas de la filosofía y de su historia. Santiago Rueba, Buenos Aires, 1949, p.39.

[2] Cfr. Luri Medrano, Gregorio. El Proceso de Sócrates. Sócrates y la transformación del socratismo. Editorial Trotta, Madrid, 1998, p.13.

[3] Savater, Fernando. Historia de la Filosofía sin temblor ni temor. Editorial Espasa Calpe, S.A., España, 2009, p.29.

[4] El Dr. Carlos Díaz sustentó dos concurridas conferencias magistrales en el auditorio de la Universidad Jaime Bausate y Meza , en Lima-Perú, el día 19 de mayo de 2010 con la asistencia de estudiantes, maestros universitarios y público en general, abordando los temas “Filosofía de la comunicación y valores del futuro”  y  ”El pensamiento personalista comunitario en el Siglo XXI”, en los horarios de 11.00 a.m. y 7.00 p.m., respectivamente. Las palabras de bienvenida estuvo a cargo del Coordinador Académico de la Universidad,  doctor Eudoro Terrones Negrete, cuyo texto se transcribe en esta obra.

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