Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
Acerca de Víctor Raúl Haya de la Torre se ocuparon muchas plumas nacionales y extranjeras para destacar su pensamiento, sabiduría, calidad humana y visión de estadista. Ahora intentaré realizar una aproximación a su personalidad.
Haya de la Torre era afable y conversador, le gustaba compartir con sus compañeros y amigos sobre cualquier tema. Leía bastante y variedad de temas, dormía poco, se acostaba tarde y se levantaba temprano.
Nadie lo superaba en capacidad de bondad, optimismo, sacrificio, desprendimiento, generosidad y espíritu de bien social.
Jamás doblegó sus rodillas ante el temor y la adversidad, menos aún ante los dictadores y tiranos.
Combatiente incorruptible, orador extraordinario, líder inteligente y experimentado, seguro y audaz en sus decisiones y propuestas políticas, gustaba enseñar con el ejemplo y la palabra. Tenía don de mando y mucha autoridad sobre los líderes del Partido del Pueblo.
Durante su existencia se ha mantenido alejado de ambiciones personales y de cargos públicos. Su único cargo público lo desempeñó a los veintitrés años de edad como Secretario de la Prefectura del Cuzco (1918).
Tenía por consigna ¡vencer o morir”, siempre resuelto a superar los problemas mediante el diálogo democrático y a ganar la victoria, sin claudicar sus ideales.
Hombre entusiasta, de risa contagiosa, de cortesía refinada, con gran carisma, muy amigable, de amplia cultura y de agilidad dialéctica. Jamás arrió banderas ni flaqueó en sus sanos objetivos, fines y metas.
Víctor Raúl Haya de la Torre tuvo una gran capacidad de comunicación, de movilización y de tolerancia política. Hablaba de manera veraz, clara, precisa y conceptuosa, con firme autoridad de erudito. Trabajador como pocos, dedicaba el mayor tiempo del día a organizar y conducir el Partido aprista.
Cuando hablaba, colocaba sus manos entre el chaleco y se inclinaba a uno y otro lado en movimiento oscilatorio, manteniendo las respuestas a flor de labio.
Haya de la Torre “nunca conoció el valor del dinero. Los honorarios que recibía de sus libros y colaboraciones, los distribuía de inmediato entre compañeros necesitados y en su gran hobby, los comedores del pueblo y mantener permanente diálogo con la juventud” decía el maestro Luis Alberto Sánchez ( En 7 días, Lima, 1970). Cuando desempeñó la presidencia del Congreso Constituyente, Haya de la Torre percibió, a su solicitud, un sol de remuneración mensual.
A Víctor Raúl no se le veía nunca triste. Dominaba el violín y el piano. Gustaba practicar deporte, caminar, nadar, montar a caballo y conversar sobre temas sociales, culturales, científicos y tecnológicos.
Hombre multifacético; de gran riqueza cultural, espiritual y moral; dominaba los idiomas español, inglés, francés, italiano y alemán; escribía tan bien como hablaba.
Alberto Vera La Rosa, llegó a decir de Haya de la Torre que “…Frente a la realidad dolorosa de nuestro país, entendió y practicó la política como un medio parar alcanzar democráticamente el poder y, desde él, erradicar injusticias construyendo una sociedad de hombres libres, creadora y dinámica, respetuosa de los derechos humanos y del ordenamiento legal. Haya de la Torre ejercitó la política docentemente, con sentido de apostolado, sin escarceos demagógicos, enseñando que cuando se la practica asépticamente, en el ámbito de las luchas populares, no es faena de mercaderes. Por eso se desposó con su partido y también se desposó con la pobreza. Por eso quemó todo aquello que lo ataba a la mundanidad: dinero, hogar, familia, bienes y concupiscencias”. (De: “Haya de la Torre, una vida ejemplar y ejemplarizadora”, Lima, 1989).