Artículos periodísticos y de investigación

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11 de marzo de 2009

SÓCRATES Y LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

SÓCRATES Y LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete


Sócrates era el eterno enamorado de la verdad, del saber y de la virtud. Razonaba sobre las cosas humanas, la virtud, la piedad, la impiedad, lo bello, lo feo, lo justo y lo injusto, la sabiduría y la ignorancia, la poesía, la música, el arte, la locura, la valentía, el mal, el bien, el Estado, la esclavitud, la libertad y el hombre de Estado, etc. para concluir que el hombre libre es aquél que posee esos conocimientos y que el hombre esclavo era aquél que carecía del conocimiento.

En el campo de la gnoseología, se dedicó de por vida a la búsqueda del verdadero conocimiento, de la esencia de las cosas (el qué cosa es) como principio fundamental de sus razonamientos cotidianos.

Combatió el relativismo y el escepticismo de los sofistas; defendió la posibilidad de un conocimiento genuino, pero al mismo tiempo profesó un singular escepticismo que lo tradujo en el aforismo “Sólo sé que no sé nada”, tratando de refutar tácitamente la pretendida sabiduría que pregonaban sus opositores, los sofistas. Y al afirmar que no sabía nada estaba reconociendo que le faltaba saber o conocer muchísimo más y con ello estaba reconociendo implícitamente los límites del saber humano.

En su Introducción a la Filosofìa Jean Wahl explica que “Sócrates sólo fue escéptico en el sentido de que buscaba la verdad. Tal es el sentido que debemos atribuir a la frase “sólo sé que no sé nada”. No obstante, hubo probablemente en Sócrates y, en menor medida, en Platón, como ha mostrado P. E. More, un ingrediente de escepticismo en el sentido ordinario de la palabra, que apareció más claramente en los filósofos de la Academia Nueva…”

Trató de eliminar el saber sólo aparente y de encontrar por sí mismo la verdad, el concepto en sí. Creía en la existencia de verdades absolutas que el hombre puede conocer racionalmente. Era un convencido que el auténtico conocimiento surge a través del diálogo, de preguntas y respuestas, del cuestionamiento sistemático, de las actitudes críticas del saber.

El filósofo sentía mucha obsesión por la sentencia del oráculo de Delfos que decía “Conócete a ti mismo”; es decir, analízate, examínate, pregúntate, acude a tu vida interna en busca de la explicación de tu propio ser, de la verdad, del bien, de la virtud, del saber y de la cultura.

Según Leisegang (Introducción a la filosofía) “Esta sentencia se consideraba en la Antigüedad como la primera tarea que el filósofo debía proponerse”.

El conocimiento auténtico no era para Sócrates el saber teórico o puro, sino el saber práctico (la techne), el saber útil para el hombre.

Sócrates consideraba la sabiduría humana en su sentido relativo, en tanto y en cuanto el hombre tiene que ir paulatinamente descubriéndola a medida que avance en su permanente búsqueda hasta encontrarla e ir acumulando cada vez mayor número de conocimiento.

“La sabiduría -explica Sócrates- es la única moneda de buena ley, y por ella es preciso cambiar todas las demás cosas. Con ella se compra todo y se tiene todo: fortaleza, templanza, justicia; en una palabra, la virtud no es verdadera sino con la sabiduría, independientemente de los placeres, de las tristezas, de los temores y de todas las demás pasiones. Mientras que, sin la sabiduría, todas las demás virtudes, que resultan de la transacción de unas pasiones con otras, no son más que sombras de virtud; virtud esclava del vicio, que nada tiene de verdadero ni de sano…” (Platón, “Fedón”).

Se interesó muchísimo porque el ciudadano supiese lo que es en particular, que descubriese su virtud y la realizase, que llegara a conocerse a sí mismo para luego conocer a los demás.

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