ÉTICA VOLUNTARISTA
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
Según esta ética la voluntad viene a ser el fundamento básico del mundo, es el último constituyente de la realidad, el elemento primario del universo. La elección de la voluntad determina el bien.
La voluntad humana es básica en todos los problemas morales y superior a todos los demás criterios morales, como la conciencia o el poder del razonamiento.
La ética voluntarista niega que la voluntad humana esté condicionada por el medio circundante.
FEDERICO NIETZSCHE (1844-1900), filósofo alemán, es el creador e impulsor de la denominada “Filosofía de la vida”, o “voluntarismo”, por cuanto contrapone a la razón la voluntad.. La voluntad auténtica de vivir es “voluntad de poder”.
La fuerza motriz del desarrollo y progreso del hombre y la sociedad es la voluntad de vivir, y la voluntad de poder.
Ante las preguntas, ¿qué es lo bueno?, ¿qué es lo malo?, responde Nietzsche: Lo bueno es todo cuanto eleva en el hombre el sentimiento de poderío, es el poderío mismo. Y, todo cuanto nace de la debilidad es lo malo.
Para Nietzsche, los débiles y los fracasados deben sucumbir, no tienen el derecho de vivir, por el contrario se les debe ayudar a perecer.
Los que menosprecian la vida, son los malos. Los que afirman y fomentan la vida, son los buenos. “El bueno es el poderoso y el fuerte” decía Nietzsche.
Precisa que sólo es digno de ser vivida aquella vida que desarrolla la fuerza e integridad, a pesar de los sufrimientos y las peripecias que tiene la existencia y sin caer en un mundo utópico. Todo valor se mide por su incremento de fuerza, por su voluntad de poderío. Se da valor a la tendencia, a la aspiración, al esfuerzo, a la voluntad.
Decía : “Vida, eres mala, pero te adoro porque eres bella”.
Nietzsche identifica dos tipos de moral: la moral de los señores y la moral de los esclavos.
La moral de los señores, consiste en rendir culto a la fuerza y al dominio: Todos los instintos afirmativos y fomentadores de la vida, la voluntad de poderío, son para ellos buenos y sanos.
Aquí se aprecia y valora al hombre fuerte, al astuto, al capaz, al individuo que se supera y triunfa, al hombre que lucha por la existencia superada de sus limitaciones y peripecias.
Este tipo de moral pertenece a la clase de los señores, de la clase dominante, de la clase dotada de suficientes recursos económicos y financieros (clase capitalista).
La tabla de los valores es transmutada: la objetividad es sustituida por la personalidad creadora; la bondad, la virtud, la humildad y el orgullo, por la satisfacción, la piedad, la crueldad, el amor al prójimo y el amor a lo lejano.
A este tipo de moral pertenece la clase de los “Superhombres”. El superhombre es el hombre fuerte, el dominador, el ególatra que se enfrenta con Dios, el hombre que está situado más allá de la moral, el que vive en constante peligro. Su moral es la moral del señor, opuesta a la moral del esclavo y del rebaño, opuesta a la moral de la compasión, la piedad, la dulzura femenina y cristiana. “Inmoralismo” denominó Nietzsche a la nueva concepción de la ética del Superhombre.
LA MORAL DE LOS ESCLAVOS, es la moral de la clase dominada, clase oprimida y explotada o de cuantos no pueden imponer su voluntad a los demás. Es la mora de los débiles y esclavos. Aquí se practica las leyes de la moral común: el amor al prójimo, la hermandad; el perdón, la piedad, la sumisión, la humildad y la satisfacción. A este tipo de moral pertenece el Judaísmo y el Cristianismo.
Nietzsche denominó “Inmoralismo” a la nueva concepción de la ética del Superhombre.