EL HOMBRE ES UN SER RELIGIOSO
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
Cicerón deriva la palabra religioso de «relego-ere», que significa «releer», «revisar». Según este significado, son hombres religiosos «los que tratan con diligencia, repetidamente y como releyendo, lo que pertenece al culto de los dioses»
El hombre es un ser religioso por sentirse unido a la divinidad mediante un vínculo espiritual que crea determinadas obligaciones hacia ella, o de una serie de prácticas en que se reconoce la existencia de un ser superior al hombre, y al cual el hombre se siente vinculado destinalmente y obligado por sentimientos de sumisión y dependencia. A través de una serie de actos emocionales, como la fe, la seguridad, la esperanza, el temor, la reverencia, la humildad, la devoción y el amor; actos de cráter práctico, como por ejemplo dar gracias a Dios, rogar, hacer votos, bendecir, maldecir, alabar, obedecer, sacrificar y adorar.
Huesos desenterrados, armas toscas de piedra, trozos de cuerno y de marfil tallados, dibujos y pinturas de animales desaparecidos hace miles de años y descubiertos en los muros de cavernas, etc., son los materiales-testimonio de que ha dispuesto la ciencia para fundamentar sus estudios acerca de la primitiva existencia del hombre. Investigaciones científicas realizadas evidenciaron que el hombre prehistórico poseía, en su estado primitivo, una cultura rudimentaria.
Hay valiosos estudios sobre el tema y el problema del hombre, que ha llamado la atención desde la antigüedad. La reflexión sobre el hombre se ha nutrido de teorías científicas, antropológicas y filosóficas.
Desde el punto de vista de la antropología filosófica y según las condiciones en que se desenvuelve el ser humano, se han identificado algunos rasgos característicos que describen la condición y la personalidad del hombre. De la antropología filosófica surgen distintas teorías que conciben diferentes rasgos esenciales del hombre.
Las diversas definiciones que se dan sobre el hombre sufren variaciones en la medida en que se produce el progreso y adelanto en la ciencia y la filosofía, pues aparecen nuevos elementos de juicios de valor que convalidan o refutan la apreciación que tiene l hombre de sí mismo.
El hombre es un ser religioso por sentirse unido a la divinidad mediante un vínculo espiritual que crea determinadas obligaciones hacia ella, o de una serie de prácticas en que se reconoce la existencia de un ser superior al hombre, y al cual el hombre se siente vinculado destinalmente y obligado por sentimientos de sumisión y dependencia. A través de una serie de actos emocionales, como la fe, la seguridad, la esperanza, el temor, la reverencia, la humildad, la devoción y el amor; actos de cráter práctico, como por ejemplo dar gracias a Dios, rogar, hacer votos, bendecir, maldecir, alabar, obedecer, sacrificar y adorar.
Huesos desenterrados, armas toscas de piedra, trozos de cuerno y de marfil tallados, dibujos y pinturas de animales desaparecidos hace miles de años y descubiertos en los muros de cavernas, etc., son los materiales-testimonio de que ha dispuesto la ciencia para fundamentar sus estudios acerca de la primitiva existencia del hombre. Investigaciones científicas realizadas evidenciaron que el hombre prehistórico poseía, en su estado primitivo, una cultura rudimentaria.
Hay valiosos estudios sobre el tema y el problema del hombre, que ha llamado la atención desde la antigüedad. La reflexión sobre el hombre se ha nutrido de teorías científicas, antropológicas y filosóficas.
Desde el punto de vista de la antropología filosófica y según las condiciones en que se desenvuelve el ser humano, se han identificado algunos rasgos característicos que describen la condición y la personalidad del hombre. De la antropología filosófica surgen distintas teorías que conciben diferentes rasgos esenciales del hombre.
Las diversas definiciones que se dan sobre el hombre sufren variaciones en la medida en que se produce el progreso y adelanto en la ciencia y la filosofía, pues aparecen nuevos elementos de juicios de valor que convalidan o refutan la apreciación que tiene l hombre de sí mismo.