EL PERIODISTA PROFESIONAL: CONCEPTO, ATRIBUCIONES Y
FUNCIONES
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Periodista
profesional es aquella persona que culminó sus estudios en una universidad y
que cuenta con una eficiente preparación especializada, una fuerte base
humanística, técnica, científica y legal y con sólidos principios éticos.
Antonio López
de Zuazo, consigna como primera aparición del término periodista, en 1763;
segunda aparición, en 1787; se repite desde 1812; se generaliza a partir de
1820; ingresa en la Academia
en los discursos de Eugenio Sellés (1895) y Juan Valera (1898); se matiza como
periodista profesional en 1928; y ahora impregna los términos de reportero,
informador, redactor, columnista, comunicador y tantos otros afines” (véase
“Origen y evolución del término periodista”, en “Estudios sobre el mensaje
periodístico” (revista número 2, Servicio de Publicaciones de la Universidad
Complutense, Madrid, 1995).
Hace más de
100 años, decía Joseph Pulitzer: “El periodista no es el gerente comercial o el
editor, y ni el mismo propietario de un periódico. El periodista es el vigía en
el punto del comando del navío del Estado. Él observa la vela que pasa, las
pequeñas señales que surgen en el horizonte. Él informa sobre el náufrago que
aparece a la deriva y este puede ser puesto a salvo. Él investiga, a través de
la nieve y de la tempestad, para avisar sobre los peligros que están al frente.
Él no está pensando en su salario o en el lucro de la empresa. Él está allí
para cuidar de la seguridad y el bienestar de las personas que en él confían”.
En Francia, la Ley francesa, del 29 de marzo
de 1935, en el artículo 1° define al periodista profesional como la persona
“que tiene por ocupación principal, regular y retribuida, el ejercicio de su
profesión en una publicación, diaria o periódica, editada en Francia, o en una
agencia francesa de información, y que obtiene de ella los principales recursos
para su existencia…”
El contrato colectivo
de 31 de enero de 1938, firmado entre los editores y redactores de la prensa
polaca, establece que es periodista, en los términos de este contrato,
quienquiera que; “a) Se ocupe constante y profesionalmente en la publicación,
recolección, redacción o preparación de textos destinados a ser publicados en
un periódico o en una publicación periódica polaca que aparezca más de una vez
por semana o trabaje en un boletín diario o en una agencia de información de prensa,
siempre que este trabajo constituya su única o su principal fuente de recursos;
b) Posea nacionalidad polaca y goce de todos sus derechos civiles y polacos; c)
Haya cumplido el período de permanencia necesaria en un periódico como
periodista aprendiz”, según señala Carlos Parra Morzán, en su obra “Derecho de
Prensa” (Lima, 1962).
En el Perú, por
Ley N° 15630, promulgada el 28 de setiembre de 1965, se reconoce por primera
vez la condición de periodista profesional. El Reglamento de esta Ley, Decreto Supremo
N° 74, en su artículo 1°, define al periodista como toda persona que, de
acuerdo con lo establecido en el Reglamento y ciñéndose a normas morales,
desarrolla exclusivamente la actividad intelectual remunerada, escribe,
compone, edita, dirige o colabora por escrito o gráficamente, de modo regular y
permanente, en algún órgano de difusión del pensamiento. Se considera también
periodista al reportero gráfico que, al servicio permanente de un órgano de
difusión del pensamiento, con periodicidad definida, ejercita iniciativa en el
cumplimiento de su función.
En España, luego
de la Ley de
Prensa e Imprenta de 1966, el Estatuto profesional español, Decreto de 13 de
abril de 1967, considera como periodista “en activo” a quien realiza
profesionalmente tareas de información en forma escrita, oral o gráfica en los
distintos medios, es decir, no sólo en la prensa, sino en la radio, en la
televisión o en el cine, así como cerca de organismos o entidades de carácter
público”.
El periodista
chileno, Sergio Prieto Arrate, conceptúa al periodista como “una persona que ha
asumido como vocación informar a la opinión pública sobre el acontecer diario
que considere de real interés, de manera oportuna y veraz, y con un marcado
respeto por la objetividad, la ética y la moral”.
Para Ortego
Costales, “Son periodistas los que trabajan directa y racionalmente la noticia,
quienes la buscan, escriben, seleccionan o titulan; pero no quienes se reducen
a una simple manipulación de la misma: el taquígrafo que la recibe por
teléfono, el que la envía o repite por teletipo, el linotipista que la compone,
el corrector de pruebas”.
En Ecuador, la Ley del Ejercicio Profesional
del Periodista de 1975 dispone en su artículo 1° lo que es un periodista
profesional: “a) Quien hubiere obtenido el correspondiente título académico
conferido por las universidades u otros establecimientos de educación superior
de la República”,
b) Quien hubiere obtenido ese título u otro equivalente, en universidades o
planteles de educación superior extranjero, y lo revalidare legalmente en el
Ecuador, y c) Quien obtuviere un certificado de profesionalización otorgado por
el Ministerio de Educación Pública, en razón de haber ejercido la profesión con
anterioridad a la fecha de vigencia de esta Ley, y de acuerdo con sus
disposiciones”.
En Panamá, la Asamblea Legislativa
aprobó la Ley que
establece normas generales para el ejercicio del periodismo profesional. La Ley define como periodistas
profesionales a quienes obtengan título académico de licenciatura, posgrado de
maestría o doctorado en periodismo, comunicación social o ciencias de la
información conocido en Panamá, a aquellos que hayan sido reconocidos con la Ley 67 de 1978 y que tienen
por funciones principales la búsqueda, preparación y redacción de noticias,
entrevistas y reportajes y darlos a conocer a través de cualquier medio.
En Bolivia, la
Ley N° 494, de 29 de diciembre de 1979, en
su primer artículo establece: “Reconózcase e institúyase la profesión de
periodista en provisión nacional, a los ciudadanos que hayan obtenido el
respectivo título académico otorgado por la Universidad boliviana
y a los que por su antigüedad y capacidad en el ejercicio prolongado de la
actividad periodística cumplan con los requisitos que establecen la presente
ley”.
En la Argentina, de acuerdo
con la Ley N°
12908, conocida como el Estatuto del Periodista Argentino, el periodista es
“toda persona que realice en forma regular, mediante retribución pecuniaria,
las tareas que le son propias en publicaciones diarias o periódicas y agencias
noticiosas. Tales son el director, co-director, subdirector, jefe de redacción,
secretario general, secretario de redacción, prosecretario de redacción, jefe
de noticias, editorialista, corresponsal, redactor, cronista, reportero,
dibujante, traductor, corrector de pruebas, reportero gráfico, archivero y
colaborador permanente. Se incluyen como agencias noticiosas, las empresas
Radiotelefónicas que propalen informativos de carácter periodístico, únicamente
con respeto al personal ocupado en estas tareas”.
En fin, mucho
se puede decir acerca de lo que significa ser periodista. El periodista es un
hombre agredido por los hechos que ocurren en el mundo; es un intérprete
crítico, responsable e imparcial de los problemas que ocurren a diario en la
sociedad; es el promotor de la libre discusión de las ideas y del análisis
científico de la realidad.
ATRIBUCIONES Y FUNCIONES
Corresponde al
periodista profesional:
·
Captar,
clasificar, dar forma, interpretar, redactar, comentar o difundir cierto tipo
de mensajes, noticias o informaciones que satisfagan las preferencias de la
colectividad.
·
Conocer
las técnicas del oficio tipográfico y los aspectos gráficos.
·
Difundir
la multiplicidad de ofertas de las tecnologías de la información.
·
Estudiar,
investigar y escribir mucho, ganando experiencias en las diferentes áreas del
campo periodístico.
·
Luchar contra los vicios y las debilidades humanas,
la codicia, el derroche presupuestal, la corrupción e inmoralidades de
funcionarios y autoridades donde quiera
que aparezcan. No temer pronunciarse editorialmente sobre los problemas
públicos, con lealtad a la causa del pueblo y fe profunda en los mejores
destinos de la inmensa mayoría.
· Manejar
adecuadamente la técnica de corrección de estilo (signos y señales) y la
técnica del trabajo intelectual y de la investigación periodística.
· No
detenerse ante las apariencias e investigar a fondo y minuciosa-mente los
hechos cotidianos, procurando no caer en el “juego” de personas o de grupos
interesados.
·
No pasar
por alto ningún indicio y mantenerse agresivo y pertinaz cuando está en la
pista de una noticia, a fin de sacar a luz actos y hechos ocultos que interesan
a la colectividad.
· Publicar
la información exacta, sin temor a la competencia sensacionalista, sin
favoritismo para con ningún partido político, facción, grupo o clase social y
sin recompensas económicas, sólo con la satisfacción del deber cumplido.
·
Recibir y
respetar las opiniones contradictorias a las suyas, sin mostrar reacción
emotiva o impulsiva que alteren la interacción humana.
·
Saber
dónde se encuentran las noticias, cómo descubrirlas y cuándo explotarlas.
·
Servir de
puente entre ciencia e información, entre pueblo y cultura, considerando que la
información es un bien social, un patrimonio de la colectividad. En tal
sentido, trata de reducir la distancia entre el conocimiento, las experiencias
y sus aplicaciones diarias.
·
Superar
obstáculos, inconvenientes, limitaciones, defectos y vicios.
·
Superar
su comportamiento dentro de la sociedad.
·
Tener una
buena imaginación para observar los eventos cotidianos, ensamblarlos y
encontrarles sentido y significación para la vida y la sociedad y, por qué no
también previsión para ver más allá del hecho presente.
Algún
periodista dijo cierta vez que la profesión impone diariamente disyuntivas que,
aunque afortunadamente no suelen alcanzar caracteres dramáticos, tienen
constantemente su conciencia en estado de alarma. Tanto en un diario como en
una revista, el periodista es un hombre agredido por los hechos que
ocurren en el mundo.
El periodista,
asumiendo toda responsabilidad, ha de elegir, entre cuantas noticias le
lleguen, aquellas que tengan o puedan tener mayor resonancia entre los
lectores. Y es precisamente en esta elección donde se distingue un buen
periodista, pues los acontecimientos no se presentan siempre con los contornos
bien definidos desde el primer momento. A veces, un gran acontecimiento se
presenta de forma anónima, es decir, sin los atributos que lo distinguen. En
este caso, es misión del periodista prever el golpe y actuar consecuentemente.
Si el espíritu
progresista lo lleva en el corazón y el pensamiento, sus acciones se verán
engalanadas con la valentía y autoridad moral como para emprender cruzadas en
aras del desarrollo y progreso de la colectividad.
Cual celoso
guardián de la prensa libre, de la libertad de todos los ciudadanos, el
periodista llega a promover la discusión libre y esclarecedora de las ideas, el
análisis y debate público de los grandes problemas nacionales. Para el
periodista, la prensa libre es la piedra fundamental de toda libertad, y esta
libertad, la base firme, la fuente y el derecho primigenios de toda
civilización, democracia y justicia.
Su
capacitación y entrenamiento profesional le permite alcanzar conocimientos
básicos en filosofía, ética, lógica, psicología, historia, literatura,
economía, sociología, geopolítica, computación y demás ramas del saber humano.
Quien se
precie de ser buen periodista tiene el
deber de decir y difundir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad
como noticia. Pues tiene gran sentido de responsabilidad en lo que dice,
escribe o hace y un sempiterno amor por la verdad. Tiene el deber de estar bien
informado, de ver las cosas con claridad, describirlas con sencillez y
propiedad, evitando los títulos sensacionales, rehuyendo al lenguaje efectista
y los términos que apelan al temor, al odio, a la envidia, a la codicia y las
bajas pasiones. No escribe, no comenta y no publica nada que no sea, crea, o
fuese veraz y justo.
La vocación y razón de ser del periodista profesional es el servicio público. En tal
sentido, labora en un medio de comunicación no para servirse de él, sino para
servir a los sagrados intereses colectivos, al bien público. En su quehacer
cotidiano procura no verse influido por amistades y presionado por intereses
pasionales, inferiores o subalternos. No busca favores ni acepta gratificaciones.
No apaña a delincuentes y corruptos, ni
elogia a nadie que merezca crítica. No abriga otro deseo que el de mantener en
alto la moral y la ética periodísticas.