ENSAYO CRÍTICO SOBRE EL ROL DE
LOS PERIODISTAS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA SOCIEDAD GLOBAL
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
I.
INTRODUCCIÓN
Ante un mundo en permanente cambio, es bueno revisar, analizar y
valorar críticamente el rol que cumplen los periodistas y el comportamiento de
los medios de comunicación, su importancia e influencia en la opinión pública,
su contribución con la vulgarización de la ciencia y la tecnología en la
sociedad global.
«La globalización y el surgimiento de Internet están creando una
situación nueva en la que los profesionales de la información afrontan pruebas
éticas rayando en el heroísmo ante el riesgo eminente de convertir la
información en un mero producto subjetivo y mercantil», señala Niceto Blázquez.[1]
A través de las páginas de la obra ENSAYO
CRÍTICO SOBRE EL ROL DE LOS PERIODISTAS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA SOCIEDAD
GLOBAL apostamos por mejores
periodistas y mejores medios de comunicación; recusamos la persistente práctica
de aquél tipo de periodismo por demás superficial, de contenido poco relevante,
de escasos valores éticos, parcializado con los pequeños y grandes grupos de
poder económico-político, trinchera de posiciones político-partidarias
enfrentadas, de interpretaciones arbitrarias, limitantes y excluyentes de la
participación ciudadana.
Concordamos con las apreciaciones de Claude-Jean Bertrand, profesor emérito del Instituto Francés de la
Prensa, de la Universidad de París II, cuando precisa: “Los periodistas cometen
en materia de ética un montón de pequeños pecados, pero los grandes y peores
pecados son cometidos por los medios. La ética periodística no debe utilizarse
para convertir en chivo expiatorio a cronistas y redactores. Por el contrario,
debe reforzar a los profesionales en su lucha contra los grandes efectos de la
prensa actual, y para defender la libertad y la calidad de sus contenidos”.
La mayoría de conceptos críticos que se incluyen en este ensayo
devienen en evidentes ante la percepción del público usuario de la información
y la comunicación. Profesionales, intelectuales, escritores y usuarios de
medios de diversos países de América Latina y el Mundo reunidos en diversos
actos académicos se han pronunciado y vienen pronunciándose por mayores cambios
en el comportamiento y el rol que cumplen los periodistas y los medios de
comunicación, sean públicas o privados, con el fin de contribuir al
crecimiento, desarrollo y progreso de los países.
Premunido del referido fin se ha elaborado el ensayo periodístico con
espíritu crítico y constructivo, con optimismo y con esperanza de contribuir a
una mejor realización profesional en aras del bien común. Metodológicamente, utilizamos
el método bibliográfico y revisamos una serie de obras e informaciones
relevantes.
La insurgencia y el predominio de las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación ha provisto, al ser humano en general y a los
periodistas en particular, de equipos, herramientas e instrumentos sofisticados que han
desplazado la tecnología tradicional y están permitiendo concebir el quehacer
del periodismo de una manera distinta, con alta dosis de calidad y rapidez en
el acopio, proceso, valoración, selección, investigación y difusión de los
hechos informativos a nivel nacional, internacional y mundial, pero también con
mayores problemas y dilemas éticos y jurídicos que es necesario superar en bien
de las sociedades.
No cabe duda que vivimos un momento histórico en el que se configuran
las macrosociedades transnacionales, se genera la desnacionalización de las
sociedades, la desterritorialización, la planetarización de la ciudadanía, las
nacionalidades fronterizas, la irrupción de la plurisocietarización con
multiterritorialización, momento histórico que parece afirmar el emergente
societismo, en lugar de preservar el estadismo, en procura de sociedades de
Buen Vivir.
El periodismo, por algún tiempo ha sido considerado como género
literario, arma política y mero oficio al servicio de intereses subalternos.
Felizmente, desde hace muchos años y en no pocos países del mundo, el
periodismo ya es una carrera profesional de nivel superior universitario cuyo
compromiso histórico es forjar una opinión pública capaz de tomar decisiones
que contribuyan a solucionar los apremiantes problemas de las sociedades.
Como quiera que la información es un bien público y un derecho de todo
ser humano, al recibir una información incompleta, manipulada, falsa y que
atenta contra el honor de las personas, el público reacciona inmediatamente
expresando su disconformidad, su queja o su crítica en algunos casos de manera
suave y en otras muy fuerte. Y no es para poco, toda vez que algunos malos
periodistas y medios de comunicación se dejan influir por consideraciones de
beneficio personal, grupal, político y económico o en raros casos de orden
religioso.
En los países democráticos la prensa no puede estar exenta de crítica
constructiva. E inclusive hay países en
donde la prensa se cuestiona a sí misma para lograr mayores niveles de
eficiencia, perfección y desarrollo de una educación inclusiva, participativa e
integral, con valores axiológicos y éticos.
II.
DESCRIPCIÓN DE LA
PROBLEMÁTICA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
El periodismo es una profesión y actividad relacionada con el acopio,
la selección, la clasificación, la valoración, la elaboración y difusión de la
información y de la opinión pública a través de los medios de comunicación
social. La prensa, la radio, la televisión, el cine y la Internet son los
medios fundamentales a través de los cuales se desarrolla el ejercicio
periodístico.
Cada medio de comunicación social posee su propio lenguaje periodístico: lenguaje gráfico,
lenguaje radiofónico, lenguaje televisivo, lenguaje audiovisual, lenguaje
cinematográfico y lenguaje de Internet, los mismos que se caracterizan por
responder a las cinco preguntas principales: ¿Qué? ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Dónde?
¿Por qué?, por ser una lengua abierta a diversos tipos de público, por ser
ajeno a ciertos clichés manidos, por usar el mismo sistema gramatical de la
lengua común, por usar códigos extralingüísticos (tipografía, gráficos, fotos,
etc.), por ser comprensible para todos, por expresar sólo lo que se pretende
decir, por usar frases u oraciones cortas y en orden lógico, por usar verbos de
acción o en movimiento, por destacar lo importante, trascendente o positivo,
entre otros.
1. EL PLURIEMPLEO
Ante un costo de vida elevado y con salarios bajos en muchos países de
América Latina y del mundo, los periodistas ocupan dos o más empleos
simultáneamente, comprometiendo su
objetividad y arriesgando signos y niveles de calidad de vida. Y peor aún, no
dejan de faltar gobiernos y partidos políticos en el gobierno que recurriendo a
malas prácticas conceden subsidios directos, conceden fuertes sumas de dinero
mensual del Estado a manera de publicidad, con el fin de obtener apoyo
editorial y entrevistas de promoción personal.
« Y a la inversa –señala E. Lloyd Sommerlad[3]-
los periodistas o los periódicos solicitan pagos a personajes políticos o a
familias ricas para no publicar algo que pueda resultar hostil o embarazoso».
2.
EL ACOSO A LA LENGUA
CASTELLANA
Históricamente los términos ética y lenguaje estuvieron presentes en la
reflexión filosófica occidental. En la actualidad es motivo de frecuentes
críticas, particularmente en el campo del periodismo, como por ejemplo de parte
de los lingüistas y de los miembros de la Reales Academias de la Lengua
Española, quienes la atribuyen de ser una de las principales causas de la
deformación y el deterioro del lenguaje hablado y lenguaje escrito a través de
los medios de comunicación social en diversas sociedades del planeta.
El diario La Nación, de Argentina, da cuenta del siguiente acoso a la
lengua castellana atribuida «principalmente a los medios de comunicación» según
Lázaro Carreter: «El idioma español se habla cada vez peor», declaró
recientemente Fernando Lázaro Carreter, director de la Real Academia Española
de la Lengua, y responsabiliza del deterioro principalmente a los medios de
comunicación, que ejercen un efecto multiplicador de los errores, los difunden
y los llevan al gran público… Lo cierto es que los que saben y poseen oído para
captar las fallas en el uso de la lengua están abrumados por la suma de errores
que se repiten, por todos los medios, especialmente por la televisión y la
radio. Un registro sobrio descubre, por ejemplo, el continuo mal uso de las
preposiciones (de acuerdo a…, ingresará a…, distinto a…), el empleo reiterativo
de es como que… o es como si…, el defectuoso uso del verbo haber (hubieron
muchas personas…; si habría sabido…), las deficiencias en la conjugación del
subjuntivo, las muletillas tales como ¿Viste? o ¿Sabes?, el dequeísmo, el mal
empleo de las formas pronominales le, lo y la, el constante más nada, el tan
común detrás mío –en vez de detrás de mí-, el olvido del correcto uso del
gerundio, o del participio requerido por recién».[4]
Al comentar sobre el particular José Luis Martínez Albertos señala:
“Cuando un periódico aparece redactado sin el debido respeto a la corrección
lingüística, podemos pensar que los mensajes de este periódico son altamente
sospechosos de esconder dosis peligrosas de intencionalidad y de partidismo
sectario. Aunque también es posible que el periódico aparezca así escrito
porque sus profesionales no tienen la necesaria capacitación intelectual para
estos menesteres”.
Debemos precisar, sin embargo, que la deformación y el deterioro del
lenguaje hablado y escrito no es de exclusiva responsabilidad de periodistas y
comunicadores sociales, sino también de todas las personas y autoridades de los
diversos poderes del Estado que utilizan permanentemente los medios de
comunicación social.
La ética del lenguaje exige del periodista fidelidad al interés
público, respeto a las personas en su naturaleza biológica, espiritual y moral,
respeto a la vida íntima de los protagonistas de los hechos de interés público,
preservación de la dignidad del ser humano, uso de palabras, imágenes o
símbolos que no desprecien a grupos raciales, religiosos y nacionales y que no
inciten a las personas a hacer algo malo, perjudicial o violento para las
sociedades.
El periodista que domine mejor el lenguaje, que use correctamente las
palabras en su forma y contenido, que escriba con decencia o buen gusto, que
practique el pluralismo, la imparcialidad e independencia de criterio en el
análisis, la selección, la valoración y la difusión de la información,
indudablemente se comunicará mejor y con mayor eficacia en aras del interés
social o del bien común.
3.
LA III CONFERENCIA DEL
EPISCOPADO LATINOAMERICANO-PUEBLA SOBRE EVANGELIZACIÓN Y COMUNICACIÓN SOCIAL
La III Conferencia del Episcopado Latinoamericano-Puebla sobre
Evangelización y Comunicación Social, realizado en México, en el año de 1978,
concluyó con abundantes y duras críticas al papel desintegrador de la
estructura de comunicaciones que posee América Latina, ya que de manera frecuente
«se recurre a la despersonalización del hombre, inculcándole falsos roles
sociales y modales de comportamiento en lo social, lo económico, lo político,
lo moral y lo religioso».
Mencionaron, asimismo, que la comunicación puede servir como
instrumento del poder, ya que los sectores que poseen los medios dejan de lado
la comunicación de los sectores marginados que desean dar a conocer sus
problemas. Y, también, refirieron la manipulación que sufre la información por
los intereses transnacionales.
La Iglesia manifestó que «la comunicación social es uno de los factores
en juego en la situación de conflicto social que vive en especial América
Latina. Los grupos de poder, políticos y económicos, que dominan los Medios,
obstaculizan la comunicación de los sectores marginados y crean dificultades a
la expresión de los comunicadores responsables. Esto se expresa en la constante
violación de los derechos humanos, la aplicación de la censura, las
arbitrariedades y los abusos económicos a los que se viene sometiendo tanto a
las instituciones como a los profesionales de la comunicación social comprometidos
con la causa de la justicia».
Finalmente puntualizó: «los medios masivos no son utilizados como un
bien social sino como negocios mercantiles de una minoría, y sus mensajes
pretenden, en lo esencial, afianzar los valores establecidos y neutralizar en
el pueblo la voluntad de cambios. Los flujos internacionales de información son
controlados directamente por unos pocos centros de poder mundial, impidiendo
que todos tengan la oportunidad de hacer oír su voz».
En las conclusiones de la III Conferencia de CELAM-PUEBLA-1979, se
manifiesta que el monopolio informativo deviene en manipulación con todos sus
efectos negativos, calificándola de «particularmente grave».
El documento señala que «el monopolio de la información, tanto por
parte de los gobiernos, como por parte de intereses privados, favorece el uso
arbitrario de los medios de comunicación y permite la manipulación de mensajes
consonantes con intereses sectoriales. Es particularmente grave la manipulación
informativa ejercida por las empresas y grupos transnacionales sobre nuestros
países. Los medios de comunicación social conviértanse en vehículos de
propaganda del materialismo reinante, pragmático y consumista, creando en
nuestro pueblo falsas expectativas, necesidades ficticias, grades frustraciones
y un afán competitivo masivo».
4. LA COMISIÓN HUTCHINS Y LOS
REQUISITOS PARA UNA PRENSA RESPONSABLE
La Comisión Hutchins[5], presidido por Robert M. Hutchins y sus
doce delegados, estudió la prensa durante y después de la segunda guerra
mundial y en 1947 difundió su informe con el título de Una prensa libre y
responsable, en el que criticaba a los periodistas y a los medios de
comunicación americanos por su irresponsabilidad social, advirtiendo
ominosamente que si los medios de comunicación de la prensa libertaria de los
Estados Unidos persistieran en su irresponsabilidad «ni la misma Primera
Enmienda protegerá su libertad en contra del control gubernamental».
«Antes del informe Hutchins,- indica J.C. Merril-muchos periodistas y
académicos habían pensado en la «responsabilidad», pero no se había hecho
ningún esfuerzo significativo para considerar este concepto como una teoría
seria con una importancia semejante a la del «liberalismo». Antes de 1947, si
se tenía en cuenta de alguna manera la responsabilidad en el periodismo, se
pensaba en ella como una existencia automática en una prensa libertaria o se
suponía que cada uno de los diferentes medios publicitarios interpretaría «la
responsabilidad» a su manera. En otras palabras, las muchas interpretaciones de
la responsabilidad se consideraban como un signo, no sólo de una prensa libre,
sino también de una prensa responsable.»[6]
La Comisión Hutchins[7] indica cinco requisitos para la prensa,
si es que ésta llega a ser responsable con la sociedad:
1. Los medios de comunicación tienen que proporcionar un relato
verdadero, completo e inteligente de los acontecimientos del día en un contexto
que les dé sentido. (Los medios de comunicación tendrían que ser exactos; no tendrían que
mentir, tendrían que separar los hechos de la opinión, tendrían que relatar de
una manera significativa a nivel internacional, y tendrían que ir más allá de
los hechos y relatar la verdad).
2. Los medios de comunicación
sirven de foro para el intercambio de comentarios y crítica. (Los medios de
comunicación tienen que ser mensajeros comunes; tienen que publicar ideas
opuestas a las propias, «como cuestión de relatar objetivamente», «todos los
puntos de vista e intereses importantes» que son representativos de la
sociedad; los medios de comunicación tienen que identificar las fuentes de su
información porque esto es «necesario para una sociedad libre»).
3. Los medios de comunicación tendrán que proyectar un cuadro
representativo de los grupos que forman sociedad. (Cuando las imágenes presentadas por
los medios de comunicación no presentan a un grupo social de manera fiel, el
juicio se tergiversa; la verdad sobre cada grupo tiene que ser representativa;
tiene que incluir los valores y las aspiraciones del grupo, pero no tendría que
excluir las debilidades y los vicios del grupo).
4. Los medios de comunicación tendrían que presentar y aclarar
las metas y los valores de la sociedad. (Los medios de comunicación son
instrumentos educacionales, tienen que asumir una responsabilidad para enunciar
y aclarar los ideales hacia los cuales la comunidad tendría que esforzarse).
5. Los medios de comunicación tendrían que proporcionar acceso
completo a las informaciones del día. (Existe una necesidad de una «amplia distribución de
las noticias y de la opinión»).
5.
THEODORE PETERSON Y LAS 7
CRÍTICAS HECHAS POR EL PÚBLICO A LA PRENSA CONTEMPORÁNEA
Theodore Peterson et al., en
la obra “Las cuatro teorías de la prensa”, enumera siete críticas hechas por el
público a la prensa contemporánea:
1º. Se reprocha a la prensa el ser egoísta; utilizar su enorme poder
con un fin egoísta y no con miras al interés general de la nación.
2º. Se le reprocha estar sometida a los intereses del dinero, a los denominados big
business.
3º. Se le reprocha el oponerse a los cambios sociales: haber sido a menudo una fuerza
conservadora, más que dinámica.
4º. Se dice que la prensa es superficial, que no reconoce la importancia de los hechos que se
han producido en una semana.
5º. Se le acusa de atentar contra la moralidad del público.
6º. A menudo viola
la intimidad de las personas sin justo motivo.
7º. Se manifiesta que la prensa está controlada por una poderosa clase
socioeconómica determinada, precisamente aquella del big business.
Cuatro ensayos titulados «Las cuatro teorías de la prensa» («Four Theories of the Press») se esbozaron
en 1954 por sus autores Fred Siebert, Theodore Peterson y Wilbur Schramm. Al respecto afirma Michael Salwen: «El libro
significó el primer intento de los estudiosos para considerar de una manera
coherente las relaciones entre los gobiernos y sus sistemas de prensa. Este
planteó la intrigante proposición de que el sistema de prensa de un país
reflejará su sistema de gobierno. Las cuatro teorías han sido muy criticadas a
través de los años debido a su supuesta visión Eurocéntrica del mundo y a su
indiferencia por los países en vías de desarrollo, entre otras cosas. El hecho
de que después de todos estos años, aún se use el modelo de las cuatro teorías,
a pesar de algunas modificaciones importantes, significa que no se puede
ignorar el modelo».[8]
Años más tarde, en 1966, Jacques Leaute, en su obra Ética y responsabilidad del periodista,
llegó a la conclusión que gran parte del público piensa que «el periodista no
es exacto en sus informaciones. Se dice que trabaja rápidamente y que deforma
la realidad… y que la deformación de las noticias no es más que una de las
causas de la mala reputación de la prensa».
6. ASOCIACIÓN NORTEAMERICANA DE
DIRECTORES DE DIARIOS (ASNE)
«La Asociación Norteamericana de Directores de Diarios (ASNE) dio a
conocer en 1982 los resultados de una encuesta reveladora. Se acusa
abiertamente a los periodistas de infravalorar las demandas informativas del
público; de sobrevalorar el deseo de la gente por el sensacionalismo; de rechazar
las críticas de los lectores; de ser arrogantes en su trabajo informativo. Se
les acusa igualmente de estar alejados del sentir de sus lectores manteniendo
valores diferentes. Los periodistas están desarraigados de sus comunidades y
son cínicos acerca de la sabiduría popular. Incluso rechazan el estudio del
público como método para conocer sus reacciones e intereses».[9]
7.
PULSO DEL PERIODISMO: “LA
PRENSA ANDINA BAJO LA LUPA”
John Virtue, editor de la revista Pulso del Periodismo (Nº 19), en su
artículo «La prensa andina bajo la lupa», nos informa sobre los resultados de
un estudio realizado en 1994 por un equipo de investigadores de la Universidad
Internacional de La Florida (EE.UU.), sobre el estado de la prensa en los
países andinos de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
El estudio tuvo como propósito determinar el estado del periodismo en
la región y si los periodistas necesitaban mayor capacitación y concluye con la
identificación de problemas que van desde lo ético y lo profesional hasta
cuestiones económicas y de seguridad personal.
Se entrevistaron a un total de 461 personas, entre periodistas,
ejecutivos de medios de prensa y profesores, pertenecientes a 104
organizaciones y 18 escuelas de comunicación de 14 ciudades en los cinco países
del pacto Andino, de los cuales 328 respondieron al cuestionario.
Concerniente al aspecto ético, la referida investigación periodística
precisa que «Cerca del 60 por ciento de los entrevistados dijo conocer por lo
menos a un colega que hubiera aceptado un soborno. Y como principales
corruptores de la prensa, citaron a los funcionarios del gobierno y a los
políticos. Un ejecutivo en Ecuador, le contó al equipo de evaluación que el año
pasado (1993) un político le mostró una lista de periodistas a quienes, según
dijo, había «comprado». Entre las razones o justificaciones de que los
profesionales de la prensa acepten sobornos, se citó en innumerables casos, el
hecho de que éstos reciben por lo general bajos salarios».
«La mayoría de los periodistas están corrompidos, en uno u otro grado,
debido en gran parte a los bajos ingresos que perciben», dijo un ejecutivo de
la radio de Bolivia».
«Por su parte, un editor de Ecuador afirma que cada dos meses tienen
que cambiar el tema que atienden los reporteros porque si no, éstos comienzan a
aceptar recompensas de sus fuentes».
«Algunos periodistas dicen que la cantidad de dinero que les ofrecen
depende del lugar que ocupan jerárquicamente. «Mientras más alto sea el puesto,
existe más probabilidades de que te propongan un soborno», explicó un reportero
de 31 años, que vive en Colombia. «Un editor vale más que un soldado raso».
«El equipo de evaluación escuchó la historia del dueño de un diario que
ordenó escribir un artículo investigativo, que ocuparía una página entera,
sobre un escándalo en la administración de los asuntos de seguro social. Sin
embargo, uno de los editores principales sacó la historia justo antes de que
fuera a la rotativa. Eliminó casi la mitad del texto y moderó lo que en ella se
afirmaba. Cuando le pidieron cuentas por lo que había hecho, respondió:
«Piensen en nuestros buenos amigos de la administración del seguro social». Y
conservó su empleo.
«Un periodista de Lima dijo que el número de personas que aceptaban
sobornos en Perú había alcanzado un «nivel peligroso». Confesó además que se
sentía orgulloso de haber viajado tres veces por todo el mundo sin gastar un
centavo. Explicó que todos sus gastos los habían pagado las federaciones
deportivas o los equipos de atletismo».
«El equipo de investigación pudo advertir fricciones en algunos países
entre los empíricos y los que tienen títulos universitarios de periodismo. Los
jóvenes graduados opinan en muchos casos que sus colegas de más edad, que
ejercen la carrera de manera empírica, actúan de modo poco ético. «La gran
diferencia entre el empírico y el graduado es que el primero es capaz de pedir
dinero a cambio de escribir un artículo», afirmó un joven editor de Piura,
Perú.
De las conclusiones a las que arribó el equipo de investigación,
podemos extraer estas dos: «Son comunes los casos de actitudes que van contra
los principios éticos del periodismo, y se aceptan o al menos se toleran en
muchas redacciones», y, «A los periodistas les falta a menudo una visión clara
de sus obligaciones profesionales ante el público. Son muchos los que piensan
que primero que todo le deben lealtad a sus colegas».
8.
CRÍTICAS Y MÁS CRÍTICAS
Jacques Leaute, destacado director del Centro Internacional de
Enseñanza de Periodismo de Estrasburgo, en su obra Ética y responsabilidad del periodista (1966), refiere que gran
parte del público “piensa que el periodista no es exacto en sus informaciones.
Se dice que trabaja muy rápidamente y que deforma la realidad…” y que la
deformación de las noticias “no es más que una de las causas de la mala
reputación de la prensa”.
Por su parte, Frank Gerace Larufa, en su obra Comunicación Horizontal
(1973), refiere que “Cada persona que participa en una conversación o ve un
programa de televisión o escucha la radio está sujeta a una influencia
alienante. Cada mensaje que recibimos trata de imponernos la visión del mundo
de quien nos está comunicando el mensaje”.
«El 3 de noviembre de 1997, por ejemplo, el diario madrileño El País
publicaba un artículo titulado Periodismo y moral. En dicho artículo ciertos
periodistas son llamados cuatreros, reptiles y mamarrachos por su presunta
falta de honradez y ética profesional. El 4 de junio de 1998, el diario El
Mundo hablaba de la vergüenza de la CNN norteamericana, que pedía disculpas a
los espectadores por un programa, presentado a bombo y platillo por un
reportero estrella, que resultó ser falso. Las denuncias de casos como estos y
otros similares de publican con toda naturalidad en la prensa diaria, lo cual
es el mejor testimonio de que la conciencia ética no está dormida», refiere
Niceto Blázquez.[10]
Asimismo nos recuerda que «El 1 de febrero de 1999, el Nobel José
Saramago acusaba en Gerona a la prensa, radio y televisión de estar abandonando
su función propia de informar sin que las audiencias sean capaces de reconocer
y denunciar ese abandono irresponsable. A su juicio, la hipocresía se instala
industrialmente en los medios y, así como las industrias fabrican cosas, los medios
de comunicación, en lugar de informar aclarando y orientando al público,
producen hechos noticiosos. Por otra parte, vivimos rodeados de informaciones
cuyo origen desconocemos así como las estrategias que las guían. A los
informadores les falta humildad hacia el público, honestidad para desterrar la
mentira y humanidad para ver sin fraccionamiento a todos los habitantes del
planeta».[11]
«La hostilidad hacia la prensa actual en Norteamérica se traduce en
denuncias concretas. En el Washington Post una reportera fue premiada por un
reportaje falso de propia invención. El New York Times confiesa que publicó un
informe sobre Camboya plagiado por un periodista de una novela de André Malraux
mientras se tomaba unas vacaciones en España. El Wall Street Journal expulsa de
su redacción a un columnista que «filtraba» informaciones sobre la bolsa con
vistas a favorecer las especulaciones financieras de sus amigos, que recaudaron
cuantiosas ganancias. Un colaborador ilustre de la revista The New York no
tiene reparos en declarar que muchos de los artículos publicados durante casi
treinta años como diálogos eran pura invención suya. A los periodistas se les
acusa de ser una nueva casta elitista aliada de los poderosos y convertida en
una especie de «nuevos ricos». Se interesan sobre todo por los asuntos de los
poderosos y famosos. De ahí su creciente alejamiento del público en general, su
encerramiento en el ámbito de los círculos afines a ellos y a los hombres y
mujeres que buscan fama y poder social. De ahí también la acusación de
subdesarrollo, ya que la falta de ética produce la huida de talentos hacia el
campo de las relaciones públicas, de las agencias de publicidad y emisoras de
televisión. Los redactores de periódicos corren siempre el riesgo de quedarse
solos en un ambiente que facilita la caída en la tentación del soborno y el
chantaje».[12]
9.
PERÚ: EL PODER JUDICIAL Y LA
ÉTICA PERIODÍSTICA
El diario Expreso (Lima, 20-01-1999) presentaba este titular: «Dicen
que es responsable de «conductas indebidas», «Insólito: Jueces piden mordaza
para los medios de comunicación», y desarrolla la noticia como sigue: «Miembros
del Poder Judicial culpan a la prensa de ser causante de «conductas indebidas e
irregulares en la función jurisdiccional», razón por la que demandaron
instaurar un mecanismo de «control administrativo para no dañar la imagen del
sector». Así lo señalan testimonios consignados en las conclusiones de los
seminarios-taller sobre ética judicial desarrollados en Lima, Piura y Arequipa
por el Consejo de Coordinación Judicial (CCJ).
En los talleres se había formulado la siguiente pregunta: «¿Cuáles
considera usted que son las causas que originan conductas indebidas o
irregulares desde el punto de vista moral en el ejercicio de la magistratura?
La respuesta, entre otros, que se reproduce en el boletín informativo Nº 3,
edición especial 1998, es el siguiente: «la intervención antiética de terceras
personas, como el tráfico de influencias, la presión del periodismo» y la
«presión política de las instancias superiores, de los medios de comunicación y
la falta de principios morales».
Los 200 magistrados que participaron en los cónclaves propusieron que
el Poder Judicial coordine «con el Colegio de Periodistas para que tomen
conciencia del daño moral y social que causan las falsas informaciones
periodísticas».
«Debe existir –dice una de sus conclusiones- un mecanismo de
coordinación e información con participación de jueces y fiscales, entre el
Poder Judicial y el Ministerio Público con el Colegio de Periodistas y todos
los medios de comunicación social, con el fin de que conozcan debidamente la
labor de nuestras instituciones para que, sin perjuicio de la libertad de
expresión, no interfieran en la labor judicial, debiendo también buscarse un
mecanismos de control administrativo e imparcial integrado por los periodistas
más honorables».
Pidieron también que los órganos de gobierno del Poder Judicial y el
Ministerio Público «evalúen prudentemente el contenido de estas publicaciones,
permitiendo el derecho de defensa de los magistrados y respetando la
estabilidad en el cargo hasta un pronunciamiento que sea cosa juzgada».
Los magistrados señalaron que «los medios de comunicación deben tener
la obligación ética y moral de publicar y resaltar los actos positivos de los
operadores de justicia» y advirtieron que los abogados utilizan a la prensa
para presionar a su favor y crean problemas con los superiores jerárquicos al
dar información falsa.
Asimismo manifestaron que «Los medios de comunicación muchas veces
cuestionan las decisiones judiciales y las tergiversan sin fundamento ético ni
moral, obedeciendo a incentivos económicos o intereses subalternos, bajo la
protección de la libertad de prensa irrestricta, excediéndose en la función de
informar, causando así daño en las investigaciones, atentando de esa forma
contra la correcta administración de justicia».
Finalmente indicaron que «La prensa peruana sólo difunde lo que cree
que es malo y no se da a conocer la generalidad de los casos en los que los
magistrados actúan con probidad e imparcialidad».
10. LA PRENSA DEJA MUCHO QUE
DESEAR
El destacado y experimentado periodista peruano, Manuel Jesús Orbegoso,
llegó a decir en un artículo periodístico, que en el Perú: «Antes el periodista
era más responsable y positivo en el sentido de un mayor servicio a la
comunidad. No había caído tanto en la frivolidad y era más creíble. En la
actualidad, el sentido de la solidaridad gremial ha desaparecido prácticamente.
En la actualidad, el periodismo, desde el punto de vista ético, los periodistas
buscan los desmanes institucionales para efectuar denuncias las cuales ahora
son permanentes. El periodista contribuye a mantener la ignorancia ofreciendo
informaciones más negativas que positivas; los líos entre periodistas son muy
mezquinos; el ataque personal es común, a causa de los celos profesionales por
sobrepasar la circulación de un medio, fenómeno denominado «rating», por lo
menos en la TV. El periodismo actual deja mucho que desear, según críticos
serios profesionales o no. Se afirma que hay una gran propensión al mesianismo
y al vacasacratismo. En la televisión, que se ha masificado demasiado, es donde
más se cometen deslices contra la ética y sobre todo, por ser un medio que no
apunta al servicio social correcto, sino incorrecto. Hay que tomar en cuenta,
finalmente, que los periodistas no son los responsables del fenómeno de la
comunicación social, de lo bueno o malo, de lo social o asocial que sea, sino
los empresarios porque ellos marcan la línea editorial de los medios de comunicación
masiva».[13]
Existe, pues, un tipo de prensa amarilla que atiende lo superficial, lo
sensacionalista y negativo, olvidando lo sustancial, lo formativo y
constructivo, llevado por el interés vehemente de ganar dinero, de incrementar
el «rating» de lectoría o de audiencia y de mayor venta. Periodismo que
manipula las informaciones, que inventa noticias, que exagera y deforma los hechos informativos
cotidianos, que exacerba los sentimientos, que se regocija de la desgracia
ajena, que se entromete en la vida privada de las personas e instituciones. Son
los denominados «periodistas de chequera» o «comerciantes de noticias y de
opiniones, contraviniendo la concepción de los medios de comunicación social
como empresas de bien cultural, de bien social al servicio de una educación en
valores éticos de la sociedad del siglo XXI, que se deben a su público y no al
mero interés lucrativo de sus propietarios y de quienes los secundan.
11. LOS MANIPULADORES DE CEREBROS
En 1974 circuló en Buenos Aires la primera edición de la obra “Los
manipuladores de cerebros” (The Mind
Managers), del escritor estadounidense Herbert Schiller. En esta obra se
analiza y describe los mecanismos utilizados por los medios de comunicación
para manipular a la opinión pública. La obra mantiene vigencia, no obstante
haber transcurrido más de tres décadas.
El poder mediático está, ahora más que nunca, ligado al poder económico
y político de las grandes empresas transnacionales y dedicadas mayormente al
negocio lucrativo.
Los inusitados adelantos en las nuevas tecnologías de la información y
la comunicación convirtieron a los grandes medios en instrumentos adecuados
para hacer grandes negocios, precisamente por la efectiva capacidad que tienen
de influir en la opinión pública, olvidando la responsabilidad y el compromiso
social que deberían asumir por el bien común.
Para muestra basta un botón. “En efecto, - señala Aurora Labio- la
primera Guerra del Golfo, en 1991, puso de manifiesto las diferentes tácticas
empleadas para manipular la información por parte de los medios occidentales,
especialmente los norteamericanos. De hecho, cuando se produce el bombardeo
sobre Bagdad, la única televisión que retransmite las imágenes es la CNN, de la
que tomarán la señal el resto de las cadenas de todo el mundo. Podemos así
afirmar que se trató de un conflicto donde se censuró, se manipuló e incluso se
inventó información.”
El lector, el radioescucha, el televidente o el usuario de Internet ya
no tienen la libertad de tomar lo que les interese y dejar lo que no les
interese, simplemente son consumidores acríticos de la información que les
llega.
Cuando se produce la manipulación de cerebros, de manera natural,
intencional, deliberada, abierta y clandestina a través de los medios de
comunicación, los comunicadores actúan como robots, acatan las órdenes de sus
empresas, prima el interés de la economía de mercado, se da mayor cobertura
informativa a las malas noticias o se inventan noticias, imágenes, fotografías,
muertos y heridos.
Cuando hay manipulación informativa hay desinformación, ocultación o
minimización de informes, interceptación telefónica, difusión de consignas
políticas, ocultación de documentos, etc. Se elaboran análisis, evaluaciones e
informes de los hechos de manera ligera e improvisada, antes que toda la
información haya sido acopiada.
La manipulación informativa conlleva a difundir o publicar rumores como
si fueran hechos comprobados; difusión de información supuestamente
confidencial pero que en realidad no lo es; los medios difunden calumnias
tratando de envenenar a la opinión pública.
Es propio de medios manipuladores difundir mensajes alarmistas o de
dudosa procedencia, con la intencionalidad expresa de provocar en el público la
sensación de peligro, de inseguridad permanente y colocar al país al borde del
abismo.
En el mundo hay medios que difunden afirmaciones sin respaldo de ninguna
fuente, consignan referencias contradictorias en una misma información sin que
éstas se aclaren; medios que dan crédito a fuentes sin autoridad profesional
para emitir juicios de valor y hacer evaluaciones sobre determinados problemas.
¿Es este el tipo de sociedad que se merece la humanidad: sociedad con
pensamiento único, libertinaje de empresa, exaltación del individualismo, sin
pluralismo ni independencia de criterio en los medios, con desigualdades en el
acceso y la distribución de contenidos, y la difusión de contenidos contrarios
a los intereses de las mayorías? Creo que No. Y posiblemente usted también
estará de acuerdo con esta respuesta negativa.
Resulta indiscutible que la calidad informativa a través de los medios de
comunicación ha descendido en las últimas décadas del siglo XX y en los
primeros años del siglo XXI, al dar mayor importancia a la forma que al
contenido, al interés empresarial que al interés social, a los fines políticos
y económicos que a los fines educativos y morales de la población. Una vez más
la credibilidad de los periodistas y de los medios está en cuestionamiento por
doquier.
12. LA CONCENTRACIÓN DE LA
PROPIEDAD DE LOS MEDIOS
“En términos generales, puede señalarse que en la última década del
Siglo XX las políticas predominantes tuvieron una inspiración neoliberal y su
marco de referencia fue el denominado Consenso
de Washington que priorizó una peculiar y direccionada apertura de los
mercados, la liberalización de los flujos financieros y la privatización de
importantes activos estatales. El sector info-comunicacional no fue ajeno a
dichas políticas. Durante la década del 90 se privatizaron numerosas empresas de
medios de comunicación y de telecomunicaciones y se expandió la iniciativa
privada en el conjunto de las industrias culturales. Paralelamente se verificó
el estancamiento de las economías latinoamericanas, agravada por fuertes crisis
económicas en la segunda mitad de los noventa en Argentina, Brasil, Ecuador,
México y Uruguay. En la mayoría de los países latinoamericanos se verifica que
durante la década del 90 la distribución de la riqueza adquirió fórmulas
todavía más inequitativas” refieren Guillermo Mastrini y Martín Becerra, en
“Presente y tendencias de la concentración de medios en América Latina”.
J. A. Zamora, en “Opinión pública y medios de comunicación en las
sociedades democráticas”, afirma: “La capacidad del sistema mediático para
crear demandas o inducir comportamientos de todo tipo, transmitir ideologías o
definir la realidad, establecer una jerarquía de prioridades sociales o dotar
de significación a decisiones colectivas, lo ha convertido en el más potente
creador y reproductor del universo simbólico de las sociedades. Puede afirmarse
una centralidad mediática en relación a todos los ámbitos de la sociedad:
economía, cultura, política, etc. Las empresas mediáticas se rigen por
criterios económicos, pero poseen la capacidad de convertir en asunto público
cualquier cuestión social o privada, o bien, determinar la opinión pública”
Es un lugar común el hecho de sostener que el monopolio y el oligopolio
de los medios de comunicación en el ámbito mundial vienen afectando de manera
incontrolable el derecho de los destinatarios de la información de contar con
una información pluralista, veraz, responsable, transparente y honesta. No se
respeta la línea divisoria que debe existir entre periodismo y publicidad,
entre información periodística y aviso publicitario, entre propaganda y
publicidad.
La competencia inevitable de los medios de comunicación dentro de un
mercado libre les obliga a tratar de concentrar en manos de unos pocos
propietarios la mayor parte de los medios en los diversos países del mundo,
situación ésta que atenta contra la libertad de elegir de los usuarios con
independencia de criterio, consolidándose así el imperio de los monopolios y
oligopolios de medios o de neoligarquías empresariales que llegan a controlar
más del 70 % del mercado de la prensa escrita y en menores porcentajes de
canales de televisión en diversos países del mundo, a pesar de que las constituciones políticas
de los países los prohíben.
Al respecto el Consejo de Ministros de Europa no se equivocó cuando
advirtió en el año de 1991 que la concentración de la propiedad de los medios
“podría ser perjudicial para la libertad de información y el pluralismo de
opiniones, así como para la diversidad de las culturas”.
Las libertades de ser, de creer, de discernir, de pensar, de expresarse
y de elegir libremente están siendo desplazadas por la libertad de consumir, la
libertad de producir, la libertad de mercado de ganar dinero y más dinero, la
competencia desenfrenada entre medios de comunicación desiguales, la brecha digital
entre los inforricos y los infopobres (infoexcluidos, infooprimidos o
infosobrantes), el tráfico de influencias para la obtención de posiciones
privilegiadas en el mercado, la entrega de las empresas de comunicación social
de los estados nacionales a los grandes consorcios multimediáticos extranjeros,
materializando en demasía la vida del ser humano.
La concentración de la propiedad y producción de los medios limita la
variedad de productos culturales, de contenidos y de opiniones diversas,
implicando, consecuentemente, el debilitamiento de la democracia y de la
comunidad de ciudadanos en América Latina, la reducción en el número de fuentes
de información independientes, la liberación de uno o más competidores, la
consolidación de un sistema de manipulación de conciencias, la concentración de
la riqueza en muy pocas manos, el incremento de altos ingresos por facturación
en publicidad, el aumento de poder y de presión de un número restringido de
empresas o grupos sobre las actividades del gobierno de turno con el fin de beneficiarse con subvenciones,
franquicias o concesiones así como también influir en elecciones, dominio del
mercado nacional, la posibilidad de eludir algunas prácticas laborales
nacionales, la restricción de las libertades de información, y, finalmente, la
“reducción de propietarios, la contracción de voces y una menor diversidad”
(Guillermo Mastrini y Martín Becerra, 2007).
Por eso que no les falta razón a quienes piensan que en el futuro, a la
etapa de pluralismo en la difusión y la concentración de los medios de
producción, es muy probable que le siga una mayor concentración en la que
desaparecerá el pluralismo en la difusión, debido a las posibles grandes
fusiones de empresas productoras de contenidos y de empresas de transmisión de
las informaciones. El bien común pasará a segundo plano. Y esto nos interesa y
preocupa en sumo grado en términos futuristas.
13. EL BULO INFORMATIVO
El bulo informativo o noticia falsa (en inglés: hoax), consiste en afectar la ingenuidad de alguna persona para
hacer aceptable o creíble lo que es tácitamente falso y muchas veces insensato.
En el idioma español el término se popularizó para referirse a engaños o
falsedades que se difunden de manera masiva a través de los medios
electrónicos, especialmente Internet.
El bulo informático es un mensaje que se difunde por Internet, pero sin
fines lucrativos. Su contenido impactante da la impresión de provenir de una
fuente confiable y seria, pero que en realidad es falso o engañoso.
San Agustín, entiende por mentira “una declaración falsa hecha con el
propósito de engañar”. Para él, la mentira debe contener tres elementos: 1. La
falsedad de la declaración, 2. La voluntad de decir la falsedad, y, 3.La
intención de engañar. Algunos autores, agregan un cuarto elemento: dicha a
alguien que tiene el derecho de saber la verdad.
Las personas bulistas tienen por objetivos:
captar direcciones de correos electrónicos para remitir spam, virus, mensajes con phising o más noticia falsa; engañar al destinatario para que revele su contraseña o
acepte un archivo de malware; confundir a la opinión pública; satisfacer su amor propio;
hacer una broma para avergonzar a las personas o burlarse de éstas; alcanzar
fines no lucrativos; obtener cambios en los comportamientos sociales mediante
la mentira y, finalmente, demostrar la credulidad de las personas.
Según Wikipedia, los bulos se dividen en varias categorías: Alertar
sobre un supuesto fin de mesenger, hotmail o algún otro servicio (si no se
reenvía dicho correo a xxx cantidad de personas… “Bulo” existente desde que
existe Internet); alertas sobre virus incurables; mensajes de temática religiosa (demoniacos o apocalípticos); cadenas de solidaridad; cadenas de la suerte; métodos para hacerse millonario,
y hacen pedir deseos a quienes los reciben y al final del mensaje avisan que si
no es reenviado no se cumplirán.”
En opinión de Joseph Folliet, se puede errar o mentir tergiversando una
información; se puede errar o mentir por omisión suprimiendo una noticia o por
falta de proporción, no dándole el lugar y espacio convenientes.
Para Folliet, “El verdadero periodista es el caballero de la verdad”.
Es decir, el periodista no deberá mentir, por el contrario siempre deberá decir
toda la verdad y nada más que la verdad, cueste lo que cueste.
El periodismo es una sagrada profesión de servicio social y de gran
responsabilidad social, jurídica y ética. Por eso es que su público invoca,
reclama y exige al periodista veracidad en la información, en el comentario, en
la crítica, en la página editorial, en las entrevistas y en los reportajes.
Precisamente el deber de informar con veracidad que tiene el periodista
conlleva el derecho del público a recibir la verdad completa, no las medias
verdades.
La verdad es la esencia de la información. Sin verdad no hay información, y lo
que hay es desinformación. Y desinformación es falsedad, medias verdades,
distorsión o mutilación de la verdad. La información no verdadera es una
corrupción de la información y el que desinforma vulnera el derecho del público
a la información.
Cuando los medios de comunicación difunden falsedades, medias verdades,
a la vez que manipulan las noticias, informaciones y declaraciones que reciben
todo el descrédito va para la profesión y para los periodistas profesionales, a
tal punto que en algún momento de la historia fueron calificados de sofistas de
la pluma, posiblemente tratando de compararlos con el rol que cumplían los
sofistas en la Grecia antigua. Calificativo que el autor del presente artículo
lo rechaza en toda su dimensión por no corresponder al rol que cumple el
periodista ético.
En alguna fuente del conocimiento debo haber leído que el sabio ya
posee la verdad, el filósofo busca permanentemente la verdad, el profeta prevé
y anuncia la verdad, el héroe realiza la verdad en el orden de la acción
histórica, en cambio el periodista es el que difunde la verdad a través de los
diversos medios de comunicación.
III. CONCLUSIONES FUNDAMENTALES
Desde finales del siglo XX, la
prensa viene siendo objeto de persistentes críticas por parte de los usuarios
de la información, padres de familia, educadores, empresarios, sindicalistas,
ministros de estado, investigadores sociales, magistrados y políticos. Del
análisis de estas críticas se concluye en lo siguiente:
PRIMERA
La información es un bien social, de interés público, por tanto es
propiedad y derecho irreductible de la población; no es propiedad del Estado,
de los medios de comunicación y mucho menos de los periodistas. Por tanto es
obligación de los periodistas proveer a la colectividad un servicio de
informaciones de manera precisa y clara, objetiva, veraz, imparcial,
transparente, responsable (social, jurídica y ética), pluralista, equitativa,
completa, actualizada y oportuna, con el fin de ser un recurso de utilidad para
la mejor toma de decisiones individuales y colectivas y para el ejercicio pleno
de los derechos de las personas e instituciones.
SEGUNDA
Coincidimos con la opinión de Manuel Piedrahita[20],
cuando manifiesta que el periodista de nuestros tiempos «ya no puede centrarse
o limitarse a reescribir noticias o hacer entrevistas y reportajes. El campo es muy amplio y, de hecho, la nueva
tecnología ha acabado con una cierta clase de trabajadores de prensa:
linotipistas, secretarias de redacción que preparaban originales, tipógrafos,
ajustadores, etc. El futuro de la comunicación ya tiene en perspectiva otras
muchas posibilidades…Los satélites se integran con la radio, la televisión por
cable y los ordenadores. No cabe duda que la capacidad de comunicación humana
es gigantesca». En consecuencia, los
periodistas y los medios de comunicación tienen el deber de relatar y difundir
hechos reales y opiniones, redactados con lenguaje correcto y apropiado en su
forma y contenido, que propenda a la educación del público, que una a las
personas -y no que la fraccione en grupos-, que preserve la dignidad y respete
el honor, la vida privada y los derechos fundamentales de las personas.
TERCERA
La mala imagen de los periodistas y medios de comunicación es producto
de un periodismo de baja calidad, que se debe a una serie de hechos,
situaciones y razones que pasamos a exponer:
a. Comentarios superficiales,
poco interesantes y en muchos casos intrascendentes.
b. Violación del derecho a la
privacidad o intimidad de las personas.
c. Uso de trascendidos, de meras
especulaciones, rumores y datos inexactos como si fueran noticias verdaderas.
d. Uso de fuentes no
identificadas o anónimas y bajo sospecha.
e. Parcialidad en las
informaciones, en los comentarios y en las críticas.
f. Espíritu lucrativo o
mercantilista de la noticia, al permitirse en algunos casos que los anunciantes
controlen el contenido editorial de determinado medio.
g. Incorrecto e inapropiado uso
del lenguaje.
h. Comisión de delitos contra el
honor de las personas (injuria, calumnia y difamación).
i. No conceder a la persona
agraviada el derecho de rectificación a informaciones y comentarios inexactos
difundidos.
j. Omisión intencionada sobre
acontecimientos importantes y de real interés nacional.
k. Uso de métodos ilícitos y
antiéticos en la obtención de declaraciones, fotografías, informaciones y
documentos.
l. Falta de respeto a la
propiedad intelectual y a la fuente de información.
m Aceptación de
gratificaciones, prerrogativas y privilegios para encubrir el fraude o los actos
de corrupción e inmoralidad.
n. Efectuar comentarios ligeros,
superficiales, poco interesantes y en algunos casos nada trascendentes.
o. Desprofesionalización del
medio de comunicación; el periodista profesional es desplazado por personal
improvisado, empírico o aficionado del periodismo.
p. Difusión de lo que los medios
de comunicación creen que es malo o negativo, sin destacar la parte positiva de
la gestión de las autoridades.
q. Falta de credibilidad
informativa, de responsabilidad social, jurídica y ética, y de independencia de
criterio.
r. Manipulación[21] tendenciosa de la información con fines
inconfesables, ajeno a los intereses del público y que “conduce
irreversiblemente al escepticismo del receptor y anula en él la toma de
conciencia ante la misma y ante la sociedad” (H. De la Mota).
s. Práctica del periodismo
sensacionalista (Fórmula: S (sangre) + S (sexo) = PS (periodismo
sensacionalista).
t. Omitir de manera permanente e
intencionada acontecimientos que son de interés nacional.
u. Incurrir esporádicamente en
la parcialidad de las informaciones, en críticas y comentarios sesgados y que
no se ajustan a la verdad de los hechos.
v. Practicar el plagio y el
volteo parcial o total de la información, sin el menor respeto al derecho de
autor, a la propiedad intelectual o sin citar la fuente del material
informativo.
w. Sensacionalismo o frivolidad
de los contenidos.[22].
x. Superficialidad en los
enfoques y en los comentarios críticos de los problemas nacionales.
y. Usar métodos ilícitos y
métodos antiéticos en el acopio del material informativo.
Con la práctica de un periodismo de baja calidad se pone en riesgo el
Estado de derecho, la vigencia del
régimen político democrático, el prestigio del medio, la credibilidad del
periodista y del medio de comunicación, las libertades de expresión, opinión y
difusión del pensamiento, la libre circulación de los medios de comunicación y
las buenas relaciones entre gobernantes y gobernados.
CUARTA
Para superar la mala imagen de la prensa es necesario que los
periodistas y propietarios de los medios de comunicación estén formados y
dotados de sólidos principios y valores éticos y asuman el compromiso
permanente de cumplir sus funciones con idoneidad profesional y con
responsabilidad en su cuádruple dimensión: social, jurídica, ecológica y ética.
Desde el punto de vista ético, el periodista al hacer uso del lenguaje
deberá evitar lo siguiente:
-
Los abusos de la libertad de palabra.
- El uso de superlativos, adjetivos o calificativos que puedan
resultar ofensivos para algunas personas o grupos nacionales e internacionales
que integran las sociedades o que puedan estimular o ampliar conflictos o
provocar nuevos disturbios en áreas geográficas en que éstos se han calmado.
-
El uso del lenguaje obsceno, profano, malsonante, soez y
vulgar.
-
El mal uso del idioma, del doble sentido grosero o de la
ramplonería.
-
El uso de palabras o símbolos que inciten a las personas a
hacer algo malo, perjudicial o violento.
Asimismo el periodista deberá poner en práctica algunas normas éticas
fundamentales:
-
Fidelidad al interés colectivo o bien común.
-
Informar con independencia de criterio, imparcialidad y
pluralismo.
- Ejercer el periodismo con responsabilidad social,
responsabilidad ecológica, responsabilidad jurídica y responsabilidad ética.
- Conceder el derecho de rectificación cuando alguna persona se
sienta afecta en su reputación o moral por alguna información o comentario
difundido.
-
Escribir con decencia, buen gusto y veracidad.
- Si no está lo suficientemente seguro de la fidelidad de las
declaraciones recibidas deber hacer uso de las citas indirectas, es decir,
parafraseando lo que el entrevistado dijo tan fielmente como le sea posible y
sin tener que recurrir al uso de las comillas.
-
Hacer pedagogía social, con idoneidad, integridad profesional
y espíritu constructivo.
QUINTA
No nos parece bien ni justo que por culpa de unas cuantas personas con
precaria formación profesional en valores éticos, el descrédito tenga que
recaer en la mayoría de los buenos periodistas, y el periodismo como carrera
profesional sea visto como una profesión devaluada en su imagen, objetivos,
fines y sea percibido por los destinatarios de la información como poco o nada
edificante para una nueva sociedad del conocimiento.
SEXTA
Una sociedad etocrática en el siglo XXI requiere de medios informativos
y de comunicación que sean veraces, transparentes, autónomos e independientes
de los poderes económicos y políticos, de los grupos de poder y de grupos de
presión, en el que prime el interés social y el deseo permanente de servicio al
público.
IV. IV. RECOMENDACIONES
Para que los periodistas no incurran en problemas de carácter ético nos
permitimos recomendarles las siguientes prohibiciones éticas:
PROHIBICIONES ÉTICAS DEL PERIODISTA
No aceptar remuneración ilícita, directa o indirecta.
No promover intereses contrarios al bien común.
No revelar las fuentes confidenciales de información.
No trabajar por menores remuneraciones que otros colegas en los mismos
cargos y en las mismas funciones.
No utilizar el medio de comunicación para beneficio personal, grupal o
de terceras personas.
No influir en los juicios en curso que se ventilan en el poder
judicial.
No incurrir en partidismo políticos en el comentario editorial.
No participar en la toma de decisiones en contra de los medios de
comunicación.
No trabajar en contra de su conciencia o convicción principista.
No participar en asuntos públicos o privados que ocasionen conflictos
de interés.
No redactar, no publicar ni difundir informaciones y crónicas
pornográficas.
No aceptar beneficio personal o grupal, prerrogativas o ventajas para
difundir u 0mitir la difusión de informaciones esenciales, entrevistas o
reportajes.
No utilizar métodos ilícitos e antiéticos para el acopio y la difusión
de informaciones, documentos y fotografías.
No aceptar consignas de los anunciantes ni de partidos políticos y
congregaciones religiosas.
No aceptar subordinación contraria a la línea editorial del medio en el
que trabaja.
No publicar artículos, crónicas, reportajes, entrevistas, notas
periodísticas, avisos o cartas que atribuyan a una persona natural o jurídica
un hecho, una cualidad o una conducta perjudicial a su honor o reputación.
No publicar documentos fraguados, alterados en forma esencial o
atribuida inexactamente a personas naturales, jurídicas o instituciones
oficiales.
No difundir avisos o documentos que atenten contra la estabilidad
económico-financiera de empresas públicas y empresas privadas.
No publicar artículos o crónicas cuyo autor se encuentre inhabilitado
por la autoridad judicial.
No publicar documentos oficiales secretos, editoriales, artículos o
crónicas con los cuales se perjudiquen la seguridad integral del Estado y la
defensa nacional.
No publicar artículos, crónicas o imágenes que describan
innecesariamente detalles lascivos, que evidencien la finalidad de excitar los
bajos instintos y apetitos sexuales o empleen palabras soeces o inconvenientes
a la moral y las buenas costumbres.
No hacer apología de los delitos, apología del terrorismo o crear
alarma financiera sobre los bancos del Estado.
No recurrir a recursos antiéticos e ilícitos, tales como: soborno,
engaño, plagio, interceptación telefónica, uso de cámaras escondidas, violación
de correspondencia privada, incursión a la vida privada de las personas.
No realizar investigación encubierta (presentación del investigador
bajo identidad falsa u ocultando el medio que representa) para asuntos que no
son de interés público.
No ingresar físicamente en los recintos privados, ni a hurtadillas o
por medios electrónicos sin la debida autorización para observar, escuchar,
fotografiar, grabar o captar palabras o imágenes que están protegidas por el
derecho a la vida privada.
V.BIBLIOGRAFÍA
CONSULTADA
Terrones Negrete, Eudoro. La Ética en el Periodismo
(Antología). Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Meza. Lima, 2002.
Terrones Negrete, Eudoro. Perfil del Periodista.
Asociación Nacional de Periodistas del Perú. Editorial La Gaceta, Lima-Perú,
1996.
Terrones Negrete, Eudoro. Periodismo ético y
deontológico. A.F.A. Editores Importadores, S.A., Lima-Perú, 1998.
Terrones
Negrete, Eudoro. La ética en los
multimedios de comunicación. Imprenta Basigraf, Lima-Perú, 2008.
Terrones
Negrete, Eudoro (Compilador). Antología: 100 códigos de ética periodística del
Perú y del Mundo. Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Meza, Lima, 2005, www.bausate.edu.pe
II.
Descripción
de la problemática de los medios
de comunicación………………………………………………..
3. La III Conferencia del Episcopado Latinoamericano-
Puebla sobre Evangelización y Comunicación Social……
4. La Comisión Hutchins y los requisitos para una
prensa
responsable……………………………………………….
5.
Theodore
Peterson y las 7 críticas hechas por el público
a la
prensa contemporánea……………………………….
6. Asociación Norteamericana de
Directores de
Diarios
(ASNE)………………………………………….
7. “La prensa andina bajo la
lupa”……………………..........
8. Críticas y más
críticas……………………………………..
9. Perú: El poder judicial y la
ética periodística…………….
10. La prensa deja mucho que
desear…………………………
11. Los manipuladores de
cerebros…………………………….
12. La concentración de la
propiedad de los medios…………..
13. El bulo
informativo………………………………………
VI.
Conclusiones fundamentales…...................................................
VII.
Recomendaciones………………………………………………
Bibliografía consultada………………………………………….
Índice……………………………………………………………
Centro
Regional de Ediciones Culturales y Educativas
C.R.E.C.E.
Toronto-Canadá
2021
En la obra de Cristina
Romo, “Sobre ética y violencia en la información”, se lee: “Es el periodismo
amarillista y sensacionalista que exagera y deforma las informaciones, exacerba
los sentimientos, se regocija de la desgracia, se entromete en la privacidad y
sobre todo, no aporta nada; bordea la legalidad escudándose en argumentos
falaces y explota sólo el lado oscuro de la naturaleza humana, para obtener
unas cuantas monedas. Escasea la reflexión sobre el sentido de la ética y el
trabajo de los medios, ética del periodista y ética de su centro de trabajo”.