Artículos periodísticos y de investigación

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2 de agosto de 2021

Teorías de la información

 

TEORÍAS DE LA INFORMACIÓN


Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete

 

A continuación explicaremos las teorías de la información siguientes: teoría de la objetividad informativa; teoría de la subjetividad informativa; teoría liberal informativa y teoría democrático-participativa de la información.

I.                   TEORÍA DE LA OBJETIVIDAD INFORMATIVA

La objetiva informativa consiste en presentar las noticias o informaciones tal como ocurren en la realidad, en la variedad de sus detalles auxiliares, en la integridad descriptiva de su espacio geográfico, en fidelidad con los personajes que los producen o a quienes afecta, sin llegar a distorsionarlas ni a introducir en ellas sus propias opiniones.

La objetividad es un requisito irremplazable de la verdad. De allí que la exigencia de la verdad y de la objetividad figuran en todos los códigos de ética periodística.

La objetividad informativa implica un tratamiento desapasionado, imparcial, sereno y firme de la noticia, sin que intervenga la subjetividad del periodista y las presiones de agentes externos.

Según esta teoría las noticias no deben ser  de manera voluntaria, consciente o deliberadamente tergiversadas, suprimidas, recortadas, matizadas, exageradas, deformadas, mal interpretadas o escritas en forma que den lugar a errores de interpretación por parte de los redactores, autores de titulares o lectores. Las noticias deben ser presentadas con veracidad, exactitud u honestidad intelectual.

El periodista, publicista y escritor Walter Lippmann,  al destacar la importancia de la teoría de la objetividad informativa,  manifiesta que ésta “estimula una honrada búsqueda de la verdad de los hechos, impone restricciones a dueños y directores y autoriza la resistencia, o mejor, invita a resistir la nefasta contaminación de las noticias por prejuicios o intereses particulares”.

La objetividad absoluta es una meta que el periodista debe tratar de alcanzar, aunque ella resulte difícil de lograr. Una mayor aproximación de la objetividad informativa implica responsabilidad en sus cuatro dimensiones: responsabilidad social, responsabilidad política, responsabilidad jurídica y responsabilidad moral.

De la revisión de la literatura existente se ha comprobado que hay autores que consideran la objetividad informativa como un mito, por cuanto argumentan que es imposible lograr la representación exacta y completa de la realidad de un hecho noticioso. Razón tenga, por ello, David Berlo, cuando manifiesta que debe entenderse la objetividad informativa de manera relativa: “Lo que se pretende buscar es que la información cumpla las condiciones fundamentales de ser verdadera, exacta, íntegra e imparcial”.

Según esta teoría  falsear el hecho noticioso significa cometer un delito contra la verdad y el derecho de los usuarios de recibir una información veraz; significa perpetrar un abuso de confianza y una falta de respeto al usuario; significa, finalmente, no tener la mínima consideración al público.

José María Desantes Guanter [1]señala que “La objetividad informativa es, por tanto, exigible en la noticia. Resulta por consecuencia, condenable todo aquello que suponga introducción de elementos subjetivos en la captación o en la comunicación de hechos: engaño, simulación, deformación, manipulación, retorsión, sensacionalismo, fabulación, disimulo, secreto, silencio, reserva, etcétera”.

En la práctica de un periodismo ético y para no pecar de falta de objetividad, la noticia debe seguir, cuando menos, los pasos básicos siguientes: indagación, verificación, evaluación y divulgación.

El director del departamento de noticias de The New York Times, Abe Rosenthal, explica el concepto de objetividad y cuál debe ser la postura del periodista ante ella: “Todos somos conscientes de que en tanto en cuanto son seres humanos los que deciden cómo, cuándo, y dónde se ha de publicar una historia, la objetividad absoluta y nítida es clínicamente imposible. Pero luchamos por alcanzar el mayor grado de objetividad posible.”[2]

 

II.                TEORÍA DE LA SUBJETIVIDAD INFORMATIVA

Quienes son partidarios de la tesis subjetivista, es decir, aquellos que niegan la posibilidad de la objetividad informativa, argumentan que la simple selección de los hechos para convertirlos en noticia es una apreciación personal del periodista y que demuestra que nadie puede ser objetivo cien por ciento.

El fenómeno de la información resulta doblemente subjetivo si se tiene en cuenta que los sujetos opinantes son dos en el ámbito de la misma relación y percepción de lo que es el mismo objeto de la información. Esa subjetividad de la información se repite hasta el infinito, puesto que el fenómeno de la información se renueva sin límites, es un sucederse continuo, ininterrumpido, de las relaciones y es en esa subjetividad en la que reside todo el valor de la información.

El experimentado periodista Walter Cronkite (1974:130) escribió en su obra Los desafíos del cambio, lo siguiente: “No hay un solo hombre que pueda verdaderamente decir que no guarda en su pecho prejuicios, parcialidades o fuertes sentimientos en pro o en contra de algunos, si no de todos los temas del día. Y, sin embargo, constituye la marca distintiva del periodista profesional estar capacitado para dejar a un lado sus opiniones personales al informar sobre los sucesos de cada día.”

 

III.             TEORÍA LIBERAL INFORMATIVA

Para la teoría liberal de la información, un buen mensaje,  válido y digno de ser tenido en cuenta, es aquél cuyo contenido está de acuerdo con la realidad.

Esta teoría aplica el principio de laisser faire, en el que la competencia hace que se imponga el mejor mensaje, evitando cualquier tentativa de que el gobierno utilice los medios de comunicación en su provecho.

Concha Fagoaga (1982:77), en su obra Periodismo interpretativo. El análisis de la noticia, explica los alcances de esta teoría: “La doctrina liberal se dirige, esencialmente, contra toda tentativa de cortar la verdad por medio de la autoridad. La posición autoritaria anterior a la teoría liberal descansa sobre la idea de que sólo hay una verdad. Si una autoridad política o religiosa detenta esta verdad, sería absurdo para ella dejar campo al error, es decir, a la información que proceda de ella o no haya sido controlada por ella. La doctrina liberal no niega, o no lo hace forzosamente, que la verdad sea una. Niega, simplemente, que esta verdad pueda ser detentada completa y totalmente por una autoridad cualquiera. No puede asegurarse por adelantado, afirma, dónde está la verdad, quién la posee. Es preciso, pues, dejar que cada uno se exprese libremente a fin de que la voz de quien posee la verdad, o la buena información, no sea silenciada”.

Antonio Lucas Martín hace un estudio de las características que definen la comunicación de masas, que se pueden sintetizar en los puntos siguientes:

  1. Normalmente requieren complejas organizaciones formales para sus operaciones, con lo que significa esto de personal formado, recurso de capital y control financiero.
  2. Los medios de comunicación se dirigen hacia grandes audiencias, que no pueden ser especificadas.
  3. Las comunicaciones de masas son públicas, siendo su contenido abierto a todos y la distribución relativamente estructurada e informal.
  4. La audiencia será heterogénea en su composición, formada por personas que están en diferentes culturas, niveles de vida, educación y esfera de poder, etcétera.
  5. Los medios pueden establecer contacto simultáneamente con gran número de gentes, distantes de la fuente y muy separados unos de otros.
  6. En las comunicaciones de masas, las relaciones entre comunicador y audiencia son impersonales, de forma que una audiencia anónima es dirigida por personas conocidas solamente en su papel de comunicadores.[3]

 

IV.              TEORÍA DEMOCRÁTICO-PARTICIPATIVA DE LA INFORMACIÓN

Respecto a esta teoría Octavio Aguilera[4] señala lo siguiente: “Puede afirmarse, en fin, que el eje central de la teoría democrático-participativa es el receptor, con sus necesidades, sus intereses y sus aspiraciones. Importa el derecho de réplica, el derecho de utilizar los medios de comunicación para mantener relaciones entre las comunidades pequeña y marginadas o de cultura no dominante. Se rechaza la necesidad de medios de comunicación centralizados, potentes, profesionalizados al máximo y controlados por el Estado, para favorecer, por el contrario, la descentralización de los medios, el intercambio de los papeles entre emisor y receptor y la horizontalidad de los vínculos comunicativos. Como se ve, hay una mezcla de elementos liberales, utópicos, socialistas, localistas...”

He aquí el resumen de los principios generales de la teoría democrático-participativa:

-          Los ciudadanos individuales y los grupos minoritarios tienen derecho a acceder a los medios de comunicación (derecho a la información) y derecho a que los medios de comunicación sirvan a sus necesidades tal como ellos la decidan.

-     La organización y el contenido de los medios de comunicación no debe someterse al control político centralizado ni a la burocracia estatal.

-         Los medios de comunicación existen ante todo para sus audiencias y no para las organizaciones, los profesionales ni los clientes de los medios de comunicación.

-     Los grupos, las organizaciones y las comunidades locales deben tener sus propios medios de comunicación.

-         Los medios de comunicación en pequeña escala, interactiva y participativa, son mejores que los medios de comunicación en gran escala, unidireccionales y profesionales.

-    Determinadas necesidades sociales relativas a los medios de comunicación no se ponen debidamente de manifiesto a través de las demandas del consumidor individual ni a través del Estado y sus principales instituciones.[5]



[1] Desantes Guanter, José María. La verdad en la información, Valladolid. Servicio de Publicaciones de la Excma. Diputación, 1976, p.60.

[2] Citado por Octavio Aguilera, en  Las ideologías en el periodismo, Paraninfo, Madrid, 1990, pp.153-154.

[3] Vid. Antonio Lucas Martín. Hacia una teoría de la comunicación de masas. Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1976. Citado por Antonio Aguilera en Las ideologías en el periodismo. Paraninfo, Madrid, 1990, p.30.

[4] Aguilera, Octavio. Las ideologías en el periodismo. Paraninfo, Madrid, 1990, pp.42- 43.

 

[5] Denis McQuail. Introducción a la teoría de la comunicación de masas. Barcelona. Paidós Ibérica, 1985, pp.117-118.

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