ÉTICA DE LA
LIBERACIÓN
Escribe: Dr. Eudoro
Terrones Negrete
La
ética de la liberación es propia de los países que sufrieron la dominación y la
dependencia, aunque esta ética es válida para todo lugar y situación donde haya
opresión del hombre por el hombre y opresión del hombre por el Estado.
Para
el filósofo Leopoldo Zea, la dependencia se ha producido cuando nuestros
pueblos pretendieron imitar modelos de sociedad (llámense liberalismo,
positivismo, socialismo, etc.) sin asimilar, sin reconocer plenamente su pasado
histórico, cayéndose así a nuevas dependencias.
“El
aceptar un modelo, dice Zea, es ya aceptar una subordinación. Lo que se debe es
reconocer la libertad en los otros y hacer que esta libertad sea reconocida por
los otros. Ningún hombre, ningún pueblo puede ser modelo de libertad de los
otros, por distintos o semejantes que parezcan. Son los modelos los que crean
los paternalismos, las dictaduras para la libertad y en nombre de la libertad.
Una libertad que se niega a si misma al no reconocer en otro hombre su
posibilidad”.
Ética que vale y se extiende para todo lugar y
situación donde hay miseria, explotación, desigualdad e injusticia social.
Según esta ética “Ningún hombre, ningún pueblo puede ser modelo de libertad de
los otros, por distintos o semejantes que éstos parezcan. Son los modelos los
que crean los paternalismos, las dictaduras para la libertad y en nombre de la libertad.
Una libertad que se niega a sí misma al no reconocer en otro hombre su
posibilidad” señala el filósofo mexicano Leopoldo Zea (1912-2004).
Abordar el tema de la Ética de la Liberación en América Latina implica
ubicarse en el espacio y tiempo histórico de los países de esta parte del
planeta que sufren dominación, dependencia, exclusión e injusticias sociales
por grupos de poder económico y político que haciendo uso de su dinero y de sus
influencias explotan irracionalmente los recursos naturales de los países,
oprimen y explotan a la inmensa mayoría de ciudadanos para satisfacer sus
grandes e inconfesables intereses que son contrarios al bien común.
Este tipo de ética surgida en el Siglo XXI se orienta a revertir el
orden de corrupción, abuso, marginación e injusticia y a modificar el
comportamiento de los individuos con el fin de mejorar la calidad de vida de
las personas, lograr su desarrollo integral y alcanzar niveles de perfección
humana.
Somos conscientes que revertir el orden de injusticia en los países de
América Latina no es tarea fácil. Conlleva asumir un compromiso con el
cambio social, político, económico,
educativo, cultural, ecológico y profundamente ético. Implica una inmensa
responsabilidad histórica de los gobiernos
y el logro de la participación de los poderes del Estado, de la sociedad
civil, de los medios de comunicación y las poblaciones tradicionalmente
marginadas del poder político para la edificación de su propio destino.
La ética de la liberación en América Latina tiende a identificar los
sectores sociales marginados, pauperizados y engañados por quienes ostentan y
controlan el poder; propende a plantear
alternativas teniendo como centro de atención, reflexión y praxis al hombre en
su dimensión integral que sufre miseria, opresión, injusticia y negación de sus
plenos derechos.
Distinguidos luchadores sociales, estadistas, políticos, intelectuales,
escritores, teólogos, periodistas y maestros universitarios contribuyeron a
crear toda una filosofía moral de la liberación en los países de América
Latina. Aquí cabe mencionar,
especialmente a Juan Pablo II, José Gaos, Paulo Freire, Leopoldo Zea, Enrique
Dussel, Samuel Ramos, Arturo Andrés Roig, Fals Borda, Víctor Raúl Haya de la
Torre, Antenor Orrego, José Carlos
Mariátegui, Francisco Miró Quesada Cantuarias, Augusto Salazar Bondy, Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Ignacio
Ellacuría, entre otros.
El filósofo argentino, Enrique Dussel, es uno de los fundadores del
movimiento de la Filosofía de la Liberación. Para este filósofo la ética de la
liberación es un “saber científico-dialéctico que da prioridad temática a la
praxis de liberación del oprimido: histórico-social como clase,
geopolíticamente como nación, sexualmente como oprimido por la ideología y
prácticas machistas, pedagógicamente alienado y todo encerrado en un fetichismo
idolátrico”.
Dussel sostiene que el bien moral consiste en la práctica de la
justicia, que es reconocimiento del derecho del oprimido, del explotado: “el
otro”. “El bien ético es el sí-al-Otro y, por lo tanto, es justicia; es cumplir
la justicia y respetar al Otro como otro, dejarlo ser; es permitir que sea en
plenitud lo que realmente es”.
El hombre, entre todos los seres vivos, es el único ser ético, porque la
ética es intrínseca a toda naturaleza humana.
El hombre, a lo largo de su agitada y compleja existencia, desarrolla valores y antivalores, toma
conciencia que para lograr mejores decisiones y
mayores grados y niveles de bienestar requiere de la práctica de valores
positivos, necesita de reflexiones autocríticas y mutuocríticas sobre sus
pensamientos, sentimientos, aspiraciones y actos públicos en su vida de
relación interpersonal.
El fundamento del buen vivir de
la persona humana es la axiología, la ética y la deontología, las mismas que le
indica el camino correcto a seguir, le advierte los peligros y le dice lo que
debe hacer y no deber hacer, lo que debe evitar para enrumbar su existencia por
mejores horizontes y para liberar al Otro -su semejante- escuchando los latidos
de su ser en aras del bien común.
Enrique Dussel, filósofo argentino-mexicano y creador de la ética de la
liberación, propone una Ética de la
Liberación, fundamentado en el humanismo del Otro, en el tener conciencia ética
para ayudar a liberar al Otro, escuchando su voz y denunciando las injusticias
en la que vive, y guiando su liberación mediante la praxis. Una muestra de la
nutrida producción intelectual de Dussel, sobre el tema que nos ocupa, son sus
libros: Caminos de Liberación Latinoamericana, Para una Ética de la Liberación,
Filosofía Ética Latinoamericana, América Latina: Dependencia y Liberación,
Antología de Ensayos Antropológicos y Teológicos desde la proposición de un
pensar latinoamericano, Método para una Filosofía de la Liberación: superación
analítica de la dialéctica hegeliana, Filosofía de la Liberación, La filosofía
de la liberación ante el debate de la postmodernidad y los estudios
latinoamericanos, Ética de la liberación en la edad de la globalización y la
exclusión, De la liberación en la edad de la globalización y la exclusión,
Hacia una filosofía política crítica y 20 tesis de política.
Como ilustración de las líneas temáticas que deben seguirse en la
actualidad en el ámbito de su Filosofía de la Liberación, Enrique Dussel señala
como algunos de los retos urgentes: 1º. La recuperación del pensamiento
marxista para la realidad pobre latinoamericana; 2º. Una incorporación de la
ética de la liberación, desde su propia posición, a los problemas planteados
por la ética de la comunicación: las normas son válidas en la medida en que son
aceptadas, y en la medida en que es aplicable. Y es aplicable en la medida en
que nos permite vivir. 3º. Un pensar ontológicamente desde el ser del capital,
la realidad atormentada del trabajador asalariado latinoamericano por medio del
concepto de "trabajo vivo" y la "cuestión de la
dependencia"; 4º. Una profundización de la "cuestión popular"
con la categoría "pueblo" que nos permite explicar la continuidad de
los grupos humanos más desfavorecidos – formación social histórica- a través de
la ruptura de los procesos revolucionarios de los sucesivos procesos de
producción; 5º. El tratamiento de la "cuestión cultural" para
proteger a los países subdesarrollados de la hegemonía ejercida por los países
desarrollados por medio de la cultura de la sociedad de consumo; 6º. La defensa
de un espacio de libertad política por medio de la democracia frente a las
dictaduras; 7º. La reivindicación de la liberación de la mujer y la
autoafirmación de la juventud; 8º. La reivindicación de la dignidad de los
pueblos indígenas, con una visión crítica de la historia.
Esta praxis, no es sino el actuar intramundano, pero éste actuar puede
ser de dos maneras: una praxis de dominación, que la que ha venido ejerciendo
el centro sobre la periferia, la totalidad sobre la alteridad, el estado sobre
el ciudadano, etc.; y la praxis de liberación que se concretiza en la
legalidad, en la justicia. Dussel: Fundamentación de la ética y la Filosofía de
la liberación Ética de la Liberación puede emprender, desde el "re-conocimiento"
del Otro, y desde el imperativo o norma ética básica ("¡Libera al Otro
negado en su dignidad!"; sea el pobre, la mujer, la clase obrera, la
nación periférica, la cultura popular dominada, la raza discriminada, las
generaciones futuras, etc.), el proceso (procedimental discursivo) de la
validación intersubjetiva del factum, p.e. de la miseria de los explotados o
excluidos (teniendo en cuenta que hay "comunidad de comunicación
hegemónica" o "dominante", y, por ello, la validez propiamente
ética puede darse al comienzo sólo entre los mismos dominados o excluidos. La
“conciencia ética” es entonces oír-la-voz-del-Otro; voz o palabra que exige
justicia, que exige su derecho, ya que el Otro es "Santo", mejor:
"el Santo", el sagrado por excelencia, y, por ello, quien oye su voz
no puede sino lanzarse en el camino de la justicia. Como ilustración de las
líneas temáticas que deben seguirse en la actualidad en el ámbito de su
Filosofía de la Liberación, Enrique Dussel señala como algunos de los retos
urgentes: 1º. La recuperación del pensamiento marxista para la realidad pobre
latinoamericana; 2º. Una incorporación de la ética de la liberación, desde su
propia posición, a los problemas planteados por la ética de la comunicación:
las normas son válidas en la medida en que son aceptadas, y en la medida en que
es aplicable. Y es aplicable en la medida en que nos permite vivir. 3º. Un
pensar ontológicamente desde el ser del capital, la realidad atormentada del
trabajador asalariado latinoamericano por medio del concepto de "trabajo
vivo" y la "cuestión de la dependencia"; 4º. Una profundización
de la "cuestión popular" con la categoría "pueblo" que nos
permite explicar la continuidad de los grupos humanos más desfavorecidos – formación
social histórica- a través de la ruptura de los procesos revolucionarios de los
sucesivos procesos de producción; 5º. El tratamiento de la "cuestión
cultural" para proteger a los países subdesarrollados de la hegemonía
ejercida por los países desarrollados por medio de la cultura de la sociedad de
consumo; 6º. La defensa de un espacio de libertad política por medio de la
democracia frente a las dictaduras; 7º. La reivindicación de la liberación de
la mujer y la autoafirmación de la juventud; 8º. La reivindicación de la
dignidad de los pueblos indígenas, con una visión crítica de la historia.
Concluyo el artículo pero sin agotar el asunto, asumiendo el compromiso
de profundizar la temática en mis próximos artículos.