FRATERNIDAD
APRISTA 2021 CON TODOS LOS PERUANOS E INDOAMERICANOS
Escribe: Eudoro
Terrones Negrete
Los ideales de "Libertad, Igualdad,
Fraternidad" fueron proclamados y
difundidos por primera vez durante la Revolución francesa en 1789 y actualmente
es el lema oficial de la República Francesa y de la República de Haití.
El término Fraternidad deriva del latín
frater, que significa hermano. Fraternidad es el parentesco existente entre
hermanos, es el lazo de unión entre las personas basada en el respeto a la
dignidad, la igualdad de oportunidades y derechos, la cooperación, la empatía y la solidaridad entre unos y otros para
conseguir sus objetivos, fines y metas trazados.
La fraternidad es un valor o una virtud
que se cultiva y desarrolla entre personas que comparten una misma filosofía,
ideología o doctrina política; es un vínculo fraterno entre las personas para
ayudarse mutuamente en la solución de sus problemas, inquietudes y necesidades.
Fraternidad es el afecto y el vínculo entre hermanos o compañeros y que
mantiene la unión, la disciplina y mutua ayuda entre ellos.
El ser fraterno en una organización
significa estar abierto a la comprensión, a la tolerancia y al respeto entre
sus miembros; es la extensión de la mano en el preciso momento que lo
necesitan.
En Indoamérica, a nivel de partidos
políticos el concepto de fraternidad en el siglo XX fue recogido por la Alianza Popular Revolucionaria Americana
(APRA) para significar el conjunto de
militantes que comparten la misma ideología aprista y que son recordados a
nivel nacional e internacional el 22 de febrero de cada año con motivo de
conmemorarse el natalicio del fundador, jefe, maestro y guía del APRA Víctor Raúl Haya de la Torre. En
esta fecha, los familiares y amigos de
Haya, los militantes y dirigentes apristas,
los ciudadanos y personalidades de la sociedad peruana rinden su
homenaje anual a Haya de la Torre, por representar toda una vida sacrificada y
consecuente dedicada a servir al pueblo peruano e indoamericano.
Manuel Seoane Corrales, destacado líder
aprista, en su artículo periodístico titulado “El Aprismo como espíritu”,
publicado en el diario La Tribuna, el 5 de agosto de 1931, llegó a manifestar
que “los apristas somos, ante todo, una fraternidad. Nos sentimos hermanos en
una causa de justicia” y que querían “adecentar la política” como lo había
dicho Haya de la Torre: “Nosotros (los apristas) significamos una nueva
conducta, una nueva actitud. Queremos adecentar la política, ha dicho Haya de
la Torre. Es decir, queremos que la política no sea un tráfico, un tablado de
demagogias, una sociedad de asalto al presupuesto, sino una hermosa empresa
colectiva para el bien del país. Para realizar esta empresa renovadora no
basta, repetimos, la coincidencia en los programas. Es preciso, ante todo, un
limpio sentido de la acción personal, una noble vocación para el bien. Por eso
los apristas somos, ante todo, una fraternidad. Nos sentimos hermanos en una
causa de justicia. Los peligros de ayer y las asechanzas de hoy han hecho que
nuestras filas respondan también a un recóndito imperativo de hermandad. Dentro
de nuestras agrupaciones los hombres somos hermanos. Nos interesan los
compañeros no tanto como electores, sino como individuos. Por eso el aprismo
abarca también el consejo sincero, la orientación en la conducta. Todos y cada
uno de los apristas somos cordiales centinelas y mutuos apoyos en esta obra
gigantesca”.
Haya de la Torre fue deportado del país el
9 de octubre de 1923, por el gobierno de Leguía; arrestado el 6 de mayo de 1932
en un suburbio de Lima y permaneció incomunicado hasta el 30 de abril de 1933,
durante el gobierno de Sánchez Cerro. Durante la etapa de la Gran
Clandestinidad, entre noviembre de 1934 y mayo de 1954, sufrió persecución por
los gobiernos de Benavides, Prado y Odría. En estos años de la Gran
Clandestinidad la fraternidad aprista tuvo expresiones de dura resistencia y de
respuesta permanente para proteger a los militantes y dirigentes apristas
perseguidos por la dictadura imperante.
Como ningún otro político peruano e
indoamericano del siglo XX, Haya de la Torre soportó heroicamente las
adversidades, las calumnias y los exilios, las privaciones de sus derechos
ciudadanos; supo perdonar a sus adversarios en todo tiempo y lugar; defendió la
Constitución política y los derechos humanos. A tal punto que el 22 de febrero
de 1963, en respuesta a los odiadores, calumniadores y perseguidores del
aprismo “El Cachorro” Manuel Seoane
sentenció: “El APRA es como el amor serrano, mientras más lo golpean más lo
quieren los peruanos”.
En uno de sus artículos periodísticos
Oswaldo Rivas Berrocal refirió que “Ante la brutal persecución a los apristas y
el inminente peligro en que se encontraba la vida del Jefe del Partido, los
apristas iniciaron una lucha de resistencia clandestina que originó una acción
partidaria interna de amplia solidaridad aprista. El estímulo de sus postulados
llegó al hogar de los compañeros caídos en desgracia. La práctica constante de
esta manifestación solidaria sirvió de basamento al Día de la Fraternidad
Aprista, que se inició en reuniones clandestina en el modesto hogar de los
compañeros en los sectores de la capital, en los pueblos alejados de nuestras
serranías a lo largo y ancho de nuestra escarpada geografía nacional. En esta
etapa sombría de la política nacional recibimos el aliento del pueblo y tuvimos
amigos. Paralelamente a este acontecimiento, los apristas hemos sacudido las
estructuras coloniales de nuestra organización política social y cultural, para
crear una sociedad nueva y justa, sin amos y sin esclavos. En esta lucha de
renovación y de transformación, los apristas nos sentimos fuertes y generosos,
porque sabemos que la utopía de ayer es una realidad palpitante hoy. Haya de la
Torre, no sólo nos enseñó a luchar sin vacilaciones por la causa del pueblo.
Nos enseñó también a ser fraternos, justos y generosos en la derrota o en el
triunfo. Es el hombre que no ha claudicado un solo instante de sus principios
filosóficos y ha demostrado una personalidad firme. Se ha mantenido en una sola
línea de acción en este mundo cambiante. ¡Qué integridad moral y política
pueden exhibir los políticos improvisados, los demagogos y los tránsfugas, que
mudan de partido como quien cambia la camisa, frente a la vertical y maciza
formación doctrinaria de un hombre como Haya de la Torre!”.
El 21 de febrero de 1946 fue la primera
más grande celebración del cumpleaños de Haya de la Torre, llevada a cabo en el
Estadio Nacional de Perú. El líder del Apra, Manuel Seoane Corrales propuso la
instauración del Día de la Fraternidad. En la parafernalia aprista, el Día de
la Fraternidad quedó establecido el 22 de Febrero de 1946, cuando Manuel Seoane
en un emotivo discurso, conocido con el nombre de “Recado del Corazón del
pueblo”, pronunciado en el viejo Estadio Nacional de Lima, le dice a Haya de la
Torre que le traía un recado que viene del corazón del pueblo y que “ El pueblo
aprista esta vez sin consulta ni Congreso, por mandato imperativo de abajo
hacia arriba, ha resuelto consagrar que de hoy en adelante y hasta cuando
seamos polvo en viaje a las estrellas, el día 22 de febrero como el Día Aprista
de la Fraternidad”.
En esta fecha histórica los apristas
recuerdan a Víctor Raúl Haya de la Torre en su vida, pensamiento y obra,
valoran su rol de líder máximo, fundador, jefe, maestro y guía del aprismo;
destacan su limpia, esforzada y sacrificada trayectoria, van su lealtad a la
filosofía, ratifican su voluntad y decisión de seguir perteneciendo a las filas
del Apra.
Con singular regocijo los apristas se
reúnen en sus locales partidarios, en plazas públicas, en la ancha avenida
Alfonso Ugarte de Lima, donde se ubica el local central de La Casa del Pueblo.
Con el brazo izquierdo en alto, con el agitar de pañuelos blancos y al compás
de canciones apristas recuerdan y
valoran las gestas revolucionarias del Apra, tratan de limar asperezas, reafirman la unidad del
Partido y formulan autocríticas para superar errores.
Los actos celebratorios del Día de la
Fraternidad Aprista incluyen sendos desfiles de batallones de estudiantes, de
militantes de los Chicos Apristas (CHAP), de la Juventud Aprista Peruana (JAP),
de Comandos Universitarios Apristas (CUA), de Agrupación Nacional de
Profesionales Apristas (ANPA), Agrupación Nacional de Periodistas Apristas
(ANAPA), Agrupación Nacional de Abogados Apristas (ANAA), etc., etc., así como también el encendido de fogatas y
quema de cohetes y castillos artificiales para terminar estrechándose
las manos y abriendo los brazos a todos los peruanos que quieran luchar
con el Apra por una patria unida, libre, digna y justa.
En su discurso por el Día de la
Fraternidad en el año de 1960, Víctor Raúl Haya de la Torre empezó diciendo:
“Compañeros: Por lo general en esta noche de las vísperas del Día de la
Fraternidad, nos hemos acostumbrado a pronunciar discursos. Esta ha sido
siempre una fiesta casi hogareña. Nos hemos juntado aquí para recordar aquellas
otras noches siniestras de la persecución, en las cuales celebrar estas
vísperas era un acto de rebeldía viril y magnífico (aplausos). Pero desde que
vivimos en libertad esta noche es una noche plácida y como suele ser una noche
estival, diré, casi aludiendo a la presencia de nuestro amigo Mr. Phillips,
estas noches siempre han sido para nosotros “sueños de una noche de verano”
(Aplausos).
El 25 de febrero de 1961, en su discurso
por el Día de la Fraternidad, Haya de la Torre manifestó: “Compañeros: Nosotros
creemos que todo lo que pasó en las luchas fratricidas, en la guerra civil que
vivimos en una época, debe ser superado definitivamente por una fraternal línea
de reconciliación de la cual es ejemplo la fraternidad de Europa. De la cual es
ejemplo de fraternidad de todos los pueblos que dejaron atrás el pasado de
lucha y que marchan seguros y unidos en la coexistencia hacia la afirmación de
los valores humanos (Aplausos) “Compañeros: Permítanme que en esta gran noche,
en esta magnífica velada de fraternidad multitudinaria, yo les tienda mis
brazos, les abra de nuevo mi corazón con la certeza de que esta obra del
partido ustedes la heredarán. Serán ustedes y los hijos de ustedes los
encargados de defender en la historia del Perú la dignidad de los peruanos y
sobre todas las cosas la función del Perú como hermano forjador de una nueva
conciencia continental, como hermano cooperador de una democracia con justicia,
de ¡Pan con Libertad¡ (Ovación)”.
El 6 de diciembre de 1965, desde
Hamburgo-Alemania, antes de ser sometido a una operación, Víctor Raúl Haya de
la Torre le escribe una carta a Jorge Idiáquez con el fin de que mantenga en
reserva la información sobre su enfermedad y las causales de su último viaje.
He aquí algunos párrafos trascendentes del
contenido de la Carta de Haya de la Torre enviada a Jorge Idiáquez:
“Te pido, a ti que conoces mi modo de
pensar, que transmitas a todos los compañeros del partido mi declaración de que
mi mayor, y acaso única preocupación al morir, es la de las consecuencias que pueda
traer mi desaparición y, sobre todo y ante todo, la unidad del partido que ha
sido, es y será la garantía de su fuerza”. “El aprismo debe ser siempre el gran
movimiento de la democracia y de la justicia social en el Perú y para que así
sea debe mantener firme e indestructible su fraternidad y su disciplina. Todos
y cada uno deben cooperar a este gran propósito sacrificando todo
individualismo e interés personal. El aprismo no debe repetir la historia de
los partidos peruanos que han muerto con sus fundadores”. “Por fortuna nuestro
movimiento mantiene siempre vigente su doctrina, su programa y su línea de
acción. La evolución del mundo y el acontecer americano nos han dado la razón.
Y esto es bastante garantía para la supervivencia del aprismo como el movimiento
campeón de la gran transformación peruana y continental. Lo que importa es
realizarla y ésa es la misión histórica de cada aprista”. “En esta carta deseo
también que recuerdes a los compañeros que cooperen a mantener e impulsar la
acción social del partido, sus academias, sus escuelas, sus comedores, sus
cooperativas, sus organismos infantiles y juveniles”. “Y que cada aprista sea
un activo mantenedor de la unidad. De esa unidad que hemos defendido siempre y
en la que hemos visto y vemos el poder del aprismo”. “Y defender este
principio: que formamos un partido de hombre libres en el cual su línea, su
doctrina, su política, las señalan sus integrantes en sus Congresos y
Convenciones”. “Quien quiere ser aprista debe adherirse democráticamente a estas
normas. Esta carta lleva algo de mi única preocupación al morir: la de la
continuidad de nuestra obra”. “Espero que mi muerte sirva para unir más a los
apristas”.
Desde la ciudad de Arequipa en 1978, en su
discurso por el Día de la Fraternidad, Haya de la Torre destacó el significado
de la fraternidad aprista: “Aquí estamos, compañeros, unidos para conmemorar la
Fraternidad que significa sentirnos los apristas en manos de todos los
apristas, sentirnos y darle un significado así al verdadero signo del aprismo:
el signo de su Fraternidad; porque no es solamente un partido político, no es
solamente el Frente Único de los Trabajadores Manuales e Intelectuales sino es
también la fraternidad profunda de un pueblo que estrecha sus vínculos, aúna
sus ideales y se lanza a la gran aventura de salvar al Perú (oración…¡Haya
Presidente!... ¡Contigo hasta la muerte!).
Alberto Valencia Cárdenas en uno de sus
interesantes, reveladores y esclarecedores artículos sobre la Fraternidad
Aprista expresaría: “En Lima, cada 22 de febrero ha sido una eclosión mayor. La
celebración de los diversos onomásticos de Víctor Raúl, desde 1956, ha ido “in
crescendo”. Cada concentración ha sido multitudinariamente mayor a la del año
anterior. ¿Por qué? La respuesta es sencilla. Antes, la fiesta del onomástico
de nuestro guía era una fiesta familiar. Participaban los pocos apristas
vinculados a la lucha en los días azarosos de la persecución y de la muerte.
Más tarde, las celebraciones se hicieron multitudinarias y públicas. Pero
continuaron siendo celebraciones apristas. Lentamente, el Día de la Fraternidad
ha ido abandonando el sentido restringido que le dio origen, para abarcar más
anchos horizontes. Ahora se trata de una fiesta popular. Puedo asegurar sin
temor a equivocarme que la fiesta de la Fraternidad Aprista se está
convirtiendo, cada vez más, en una fiesta, que desborda los linderos del
Aprismo para convertirse en una fiesta de fraternidad popular. El pueblo
peruano identifica, cada vez más a Haya de la Torre con sus irredentas esperanzas
de justicia y libertad”.
La fraternidad para los apristas es
comunión de ideas, hermandad sincera y armoniosa, coincidencia en acciones,
estrategias y tácticas de lucha por la libertad, la democracia, el pan y la
justicia social, es mantener con lealtad la filosofía, ideología y doctrina
aprista.
Para los apristas la fraternidad entre
todos los peruanos es el designio de hoy y del futuro. Y en tal sentido los
apristas se proclaman ser fraternos con todos y para todos los peruanos e
indoamericanos.
Ser fraternos con el pobre y con el rico,
con el grande y con el chico, con quienes están dispuestos a luchar firmemente
en las buenas y en las malas.
Ser fraternos con los que comparten y
respetan la filosofía, ideología y doctrina aprista y también con los que
piensen distintamente.
Ser fraternos con los analfabetos de
arriba y los analfabetos de abajo, con los que abrigan una esperanza y un
futuro próspero, con los que critican los proyectos y las acciones del gobierno
pero también con los realizadores y constructivos.
Ser fraternos con los que aman y quieren
al Perú y son capaces de entregar sus vidas por la libertad, la democracia, el
pan y la justicia de las mayorías y minorías nacionales.
Ser fraternos con los buenos y humildes,
con los hombres del campo y de la ciudad,
con el niño, el joven, el adulto y el anciano, con quienes desean que el
Perú salga adelante, con el fin de borrar el oprobio de los malos y soberbios,
hacer menos pobres a los pobres y acabar con la injusticia social.
Ser fraternos con quienes labran la tierra
de sol a sol, con quienes producen la riqueza para compartirlo con los que
menos tienen y que son los que más necesitan.
Ser fraternos con los jueces justos,
inteligentes y con vocación de servicio a la sociedad, pero jamás fraternidad
con aquellos que anulan un sumario, fraguan otro nuevo y emiten una sentencia
para absolver al culpable y crucificar
al inocente.
Ser fraternos con los maestros que se
esfuerzan y superan para ser cada vez mejores y competitivos, que no se corren
de las evaluaciones porque son conscientes de estar bien preparados
profesionalmente, que entienden y practican la política como ciencia de buen
gobierno y en aras del bien común.
Ser fraternos con los médicos que cumplen
el Juramento hipocrático, que recetan la medicina adecuada para curar los males
de sus pacientes y que tienen sensibilidad y espíritu de solidaridad social.
Ser fraternos con los policías y militares
que ejercen sus funciones con alto sentido de responsabilidad, transparencia y
espíritu de superación, para garantizar el orden, la seguridad y la
tranquilidad pública.
Ser fraternos con los dirigentes
políticos, sindicales, comunales y empresariales que entregan su alma, corazón
y vida por un país nuevo, redimido, libre, digno y justo.
Ser fraternos con los padres de familia
que son ejemplos para sus hijos y la sociedad,
que se esfuerzan a diario por dar a sus hijos una educación de calidad y
convertirlos en excelentes profesionales.
Ser fraternos con todas las personas que
se esfuerzan por lograr un trabajo sobre la base de sus propios méritos,
dejando atrás el tarjetazo político, el compadrazgo, la “coimisión” o las malas
costumbres.
Ser fraternos con todos aquellos que
quieran entrar al Apra y formar parte de este gran movimiento democrático, constructivo,
inclusivo y transformador
Manuel Seoane Corrales escribió en
Santiago de Chile en 1944: “Nos sentimos más cerca entre nosotros, más
enlazados en una tarea común, porque la condición de aprista supone un
parentesco moral con los demás militantes del partido, la seguridad de una
honradez de conducta y de métodos, de línea vertical e invariable, que hace
disfrutarla fruición de sentirse miembro de una vasta familia de hombres que no
busca fáciles éxitos, sino que se han lanzado virilmente a la dura larga,
riesgosa, heroica tarea de hacer un Perú mejor. En un ambiente corrompido por
el miedo impuesto por décadas de regímenes despóticos, por la ignorancia
mantenida sistemáticamente por el feudalismo político, por la venalidad de los
llamados a dar el ejemplo, por la adulación como sistema de trepar posiciones,
en un ambiente enrarecido por la prepotencia de los fuertes la timidez de los
débiles, el aprismo representa la firma
actitud viril de un pueblo moralmente estructurado, que reacciona vigorosamente
contra la corrupción, para dotar a la política de un contenido ético, es decir
haciendo la revolución en cada espíritu como base de una gran transformación de
la peruanidad”.
Cerramos el presente artículo destacando
que Víctor Raúl Haya de la Torre inculcó en todo momento a los apristas a
mantener una conducta limpia, honesta y transparente, a «Convivir sin odios,
coexistir sin rencores». Pero también manifestó que “El Día de la Fraternidad
debe celebrarse siempre. Debe ser el acto anual consagratorio de la
supervivencia del Partido. Mi definitiva ausencia física no debe ser causa de
que la conmemoración decaiga o se suprima. La misión de los apristas es
continuar la obra emprendida”.