LA FUERZA DE LA FRATERNIDAD
“Podemos afirmar
sin temor a equivocarnos, que la época de los partidos políticos se inicia en
el Perú en 1930 con la participación del Partido Aprista Peruano, APRA, Partido
del Pueblo o Partido de los Pobres o de la Justicia Social, como es comúnmente
denominado por los obreros y campesinos del Perú.
El Apra y
su creador, Víctor Raúl Haya de la Torre, solicitaron desde aquellos años la
presencia de otros partidos políticos en el debate de los problemas nacionales,
a fin de acostumbrar a nuestro pueblo en el ejercicio de la democracia en la
vida institucional del país, al lado de una u otra agrupación política.
La derecha
hasta entonces, habíase agrupado en clubes políticos electorales de carácter
eventual y transitorio. Indisciplinada e individualista, repugnaba la idea de
crear un movimiento permanente doctrinario y programático. Estimaba más como
financiar periódicamente golpes de Estado y colocar en el Poder gentes fieles a
su mandato, postergando así el legítimo derecho del pueblo a elegir sus
gobernantes.
Empero, la
prédica de Haya de la Torre, reiterada luego de la gran clandestinidad en la
Plaza San Martín, en 1945, al exigir, nuevamente, la organización política de
las derechas fue tomando cuerpo, fructificando en 1956 con la creación del
Partido Acción Popular y otros partidos menores.
Llegados a
1968, la ciudadanía contempla estupefacta como estos jóvenes partidos empiezan
a disgregarse y dividirse formándose dentro de ellos facciones, cuyos
integrantes se atacan encarnizadamente, dando público ejemplo de descomposición;
asestándose golpes arteros, so capa de democracia interna. De esta manera
movimientos que algunas veces contaron con sustento popular y primordial ayuda
castrense para ampararse en el Poder, se debilitan y atomizan en razón directa
a la ambición de sus dirigentes.
En cambio,
el Partido Aprista Peruano continúa dando ejemplo de unión en la lucha por la
materialización de un ideal. La disciplina del APRA es monolítica, sin que ello
suponga sometimiento servil al pensamiento de ningún dirigente.
Ello se
debe al renunciamiento de las ambiciones personales, al acrisolado concepto
democrático de sus militantes, a la renuncia formulada, cuando se es aprista,
de trasnochados individualismos, al destierro del personalismo y
principalmente, al sentido FRATERNAL que norma las actividades de sus miembros.
La
fraternidad es que el APRA la virtud por antonomasia, es y continuará siendo la
norma primordial de la conducta de sus militantes. Ello se explica a través de
la lucha indesmayable que a lo largo de innúmeros años el Partido del Pueblo
sostuvo por implantar la democracia en el Perú.
Los
apristas peruanos se hermanaron al compás de la muerte, del destierro y la
cárcel. En medio de esta gran aventura por el rescate de la dignidad de las
clases necesitadas del país, se soldaron los eslabones de este gran movimiento.
Las figuras que hubieran podido resquebrajar la disciplina de los apristas
fueron cerrándose a medida que un pueblo en sombras luchaba por su libertad.
Esta es la
fuerza de la fraternidad aprista y gracias a ella el Partido Aprista Peruano
marcha imperturbable, impertérrito, en su destino liberador.
La
fraternidad de los apristas no se concretó en la antesala de la ambición y el
odio.
Esta es la
característica primordial que diferencia a los apristas de los miembros de
otras agrupaciones políticas. El APRA, no lo olvidemos, antes que partido, es
un movimiento de regeneración de las consciencias y por tanto, una cruzada
espiritual.
En cambio,
las demás agrupaciones políticas son, en primer término, empresa personal,
trust de oportunistas, sociedades anónimas en busca de lucro. Por ellos se
quiebran cuando el reparto del botín no satisface sus mal disimuladas
apetencias.
Víctor Raúl
Haya de la Torre, acertó cuando imprimió al Partido que fundó el carácter
fraternal que lo caracteriza. Distingo que o pone muy por encima de las otras
agrupaciones, y da perennidad al movimiento.
Por ello,
los apristas celebran el 22 de febrero como el Día de la Fraternidad, fecha en
la cual honran a sus mártires caídos en la lucha; ratifican el juramento de
luchar por la emancipación de nuestro pueblo e inmortaliza su promesa de ser
vencedores del egoísmo, la mezquindad y la traición, en aras del bienestar de
la patria y rinden su homenaje al guía y gran conductor de la revolución
peruana: VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE.