Artículos periodísticos y de investigación

Translate

19 de marzo de 2021

LA POSVERDAD COMO ARMA POLÍTICA DE GOBIERNOS AUTORITARIOS Y DEMAGÓGICOS EN EL SIGLO XXI

LA POSVERDAD COMO ARMA POLÍTICA DE GOBIERNOS AUTORITARIOS Y DEMAGÓGICOS EN EL SIGLO XXI

                                       Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Posverdad ha sido declarada la Palabra del Año en 2016 por el Diccionario de Oxford. Y a finales del 2017 la Real Academia Española ha incluido la palabra "posverdad" en el Diccionario de la lengua española.

La posverdad o postverdad (post-truth, en inglés) tiene sus raíces en el posmodernismo  y el relativismo. Todo en la vida es relativo; hay una preverdad, una verdad y una posverdad. Según  el diccionario Oxford el término «posverdad» lo usó por primera vez el dramaturgo serbio-estadounidense Steve Tesich en un ensayo de 1992 en The Nation  (de Nueva York). Tesich, al escribir sobre el escándalo Watergate, el escándalo Irán–Contra y la Guerra del Golfo, expresó: «Nosotros, como pueblo libre, hemos decidido libremente que queremos vivir en algún mundo de posverdad”.[1]

El diccionario Oxford define posverdad como una “situación en la que los hechos objetivos influyen menos que los argumentos que apelan a las emociones o las creencias cuando se trata de definir la opinión pública”.

En la era de la posverdad resulta que cuando se narra los hechos ocurridos,  las emociones, las creencias, las opiniones  o los deseos del público tienen más peso, más valor e influencia que los datos reales u objetivos y la veracidad en sí. Lo objetivo, razonable y  verídico poco vale e interesa, casi nada significa o trasciende frente a lo emocional, a pesar de que los hechos demuestren lo contrario.

Berenguela y García explican el significado del prefijo pos en la palabra posverdad: “Con respecto al prefijo pos-, en este caso no se refiere a un tiempo posterior a la propia verdad, sino que tiene un significado más acercado a «relativo a una época en la cual el concepto especificado se ha convertido en irrelevante» (Midgley, 2016). De este modo, el uso del término ‘posverdad’ en la actualidad no necesariamente presupone un estado previo regido por la objetividad, sino que más bien se refiere a la actual pérdida de significación de la misma en el debate público”[2].

La Real Academia Española considera que la posverdad es "Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales".

Posverdad, llamada también mentira emotiva o verdad aparente, es un neologismo que describe la distorsión deliberada o intencionada de una realidad con el fin de intentar encontrar la solución de problemas colectivos, de tal manera que la verdad aparente se imponga, sea aceptada y considerada más importante que la verdad auténtica. Es así como la posverdad deviene en una manipulación de la opinión pública a través de la opinión de los medios de comunicación social que esconden la verdadera realidad.

En otras palabras, la posverdad es la relativización de la veracidad de los hechos, la banalización de la objetividad de los datos, la sobrevaloración del discurso emotivo y la utilización de la propaganda, las relaciones públicas, la comunicación estratégica y la publicidad del Estado en los multimedios como instrumentos de manipulación y control social. La posverdad deviene en un fenómeno complejo y multifocal que implica a todos los actores comunicativos (políticos, medios de comunicación y opinión pública).

La posverdad es un arma política que utilizan los gobiernos autoritarios y demagógicos,  con el propósito de desinformar a la población, manipular la opinión pública, hacerle creer que todo va bien en la solución de sus problemas y tratar de justificar el desgobierno, la improvisación y el fracaso.

Las noticias o informaciones falsas (FAKE NEWS) son los principales instrumentos o herramientas de la ‘posverdad, cuya finalidad es crear confusión en la sociedad para favorecer intereses económicos o políticos y de esta manera el concepto de verdad queda debilitado y se retroalimenta deliberadamente a la desinformación con fines políticos o financieros.

Para lograr el propósito de desinformación pública los malos gobiernos se valen de la concentración de medios de comunicación privados (radio, televisión, revistas y diarios), de organizaciones no gubernamentales y de encuestadoras privadas a los que los tienen controlados a través del avisaje publicitario del estado, los mismos que trabajan de acuerdo a los intereses del gobernante, de las empresas monopólicas, oligopólicas y de sus grupos satélites de apoyo.

 “En este entorno, - indica José Antonio Llorente- surgen nuevas formas de relación con la opinión pública y se consolidan los medios alternativos. Las formas tradicionales de periodismo pierden peso frente al auge de nuevos canales de comunicación como los blog personales, Youtube, los canales de mensajería instantánea como Whatsapp, Telegram y Facebook Chat, o las redes sociales como Snapchat o Twitter. Un mero tuit puede movilizar a masas y provocar resultados impensables hace unos pocos años”.[3]

En el siglo XXI se habla de la era de la posverdad, era de la cultura y de la política de la posverdad, del imperio de la filosofía de la posverdad, de la configuración de un ambiente político de la posverdad, de la insurgencia de la presidencia de la posverdad y de la aparición de la posdemocracia.

El bloguero David Roberts acuñó el término «política de la posverdad» en un blog para la revista electrónica Grist el 1 de abril de 2010, donde la definió como «una cultura política en la que la política (la opinión pública y la narrativa de los medios de comunicación) se han vuelto casi totalmente desconectadas de la política pública (la sustancia de lo que se legisla).

En 2004, Ralph Keyes usó el concepto «era de la posverdad» en su libro The post-truth era: dishonesty and deception in contemporary life. ​ Eric Alterman acuñó el término «presidencia de la posverdad» en su análisis de las declaraciones engañosas o erróneas de la Presidencia de George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Colin Crouch utilizó el concepto «posdemocracia».

Avram Noam Chomsky, filósofo, politólogo y lingüista estadounidense, elaboró las “10 estrategias de manipulación mediática” a través de los medios de comunicación de masas, que bien vale dar una lectura para reforzar la comprensión de la posverdad: 1. La estrategia de la distracción, 2. Crear problemas y después ofrecer soluciones, 3. La estrategia de la gradualidad, 4. La estrategia de diferir, 5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad, 6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión, 7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad, 8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad, 9. Reforzar la autoculpabilidad, 10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. 

Jacqueline Fowks, en su obra Mecanismos de la posverdad (2017) manifiesta que una de las características de la posverdad es que convierte temas de poca trascendencia en temas de interés público, haciendo creer que la opinión pública está a favor o en contra de dicho tema; por lo tanto, hay una manipulación de la opinión pública y, como afirma la autora, hay una falsa participación ciudadana. Los medios de comunicación en una lucha mediática tratan de defender “una verdad”, que responde a motivaciones e intereses de grandes grupos de poder político y económico, los mismos que conllevan a la manipulación de la información y al mantenimiento de la dominación y a la ausencia de ciudadanos bien informados y a los medios en defensores y legitimadores de élites, poderes fácticos e intereses ajenos a los intereses de la sociedad. Los medios de comunicación llegan a minimizar los problemas de la pobreza, la desnutrición, los derechos infringidos de los pueblos indígenas y de los pobres urbanos, la  falta de acceso a la justicia, la discriminación y una ciudadanía precaria, el acceso a deficientes servicios públicos de salud y educación, entre otros. Los medios no cumplen con la función social de promover ciudadanos bien informados.

La autora J. Fowks refiere que los poderes formales o fácticos prohíben a los medios el acceso a ciertos lugares o deniegan información solicitada; también los medios contribuyen al silencio informativo al negar u omitir información, como fue en los casos de las desapariciones forzadas de personas en dictaduras o regímenes autoritarios. Fowks afirma que los medios de comunicación construyen el relato de los hechos de acuerdo con los intereses que persiguen y que los grandes grupos de poder suelen intervenir en esta construcción, dando como resultado que se creen narrativas distorsionadas de la realidad y basadas en emociones y prejuicios, llegando a la banalización de la información.

En Mecanismos de la posverdad, J. Fowks expone cómo se planifica y fabrica una noticia falsa o una media verdad. Señala que primero se determinan los temas a tratar según la política editorial del medio, se esconden temas controversiales o que sean incómodos para ciertos grupos de poder, se usan eufemismos como por ejemplo usar ‘dinamización de la economía’ en lugar de ‘reactivación de la economía’, se procura difundir rápidamente verdades incompletas a partir de los conocidos tuits, se hace uso de falsedades fundamentadas en creencias y emociones, se apela a una “retórica del miedo” y los estereotipos como por ejemplo llamar terrorista a quien exige el respeto de sus derechos o participa en una huelga. Estos mecanismos se refuerzan cuando existen grandes cantidades de información, como lo que sucede en Internet. En este caso, cualquier persona con acceso a Internet puede informar o desinformar; la inmediatez también es otra causa para que se desinforme.”[4]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Oscar Sotolano.Verdad y postverdad. La violencia del lugar común. http://coldepsicoanalistas.com.ar/verdad-y-postverdad-la-violencia-del-lugar-comun/

[2] Berenguela Peleteiro Abeal y Aurora García González Universidad de Vigo., artículo. El fenómeno de la posverdad: La manipulación de la opinión pública en la era del relativismo y las ciberdemocracias. http://www.revistalatinacs.org/19SLCS/2019_libro/016_Peleteiro.pdf

[3] José Antonio Llorente, “LA ERA DE LA POSVERDAD. Realidad vs. Percepción”. https://www.revista-uno.com/wp-content/uploads/2017/03/UNO_27.pdf

[4] Fowks. J. (2017). Mecanismos de la posverdad. Lima: Fondo de Cultura Económica. http://www.scielo.org.pe/pdf/letras/v89n129/a13v89n129.pdf

Compartir:

Entradas anteriores