Artículos periodísticos y de investigación

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9 de diciembre de 2024

Reflexiones y propuestas para hacer Ciencia y fomentar la Investigación en las Universidades de Perú

 

Reflexiones y propuestas para hacer Ciencia y fomentar la Investigación en las Universidades de Perú[1]

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Escribe: 

Dr. Eudoro Terrones Negrete


En los tiempos actuales, es difícil imaginarnos un mundo sin ciencia,  sin investigación científica, si tenemos en cuenta que hasta la fecha existen “casi dos mil ciencias”[2].

Hacer ciencia implica hacer una empresa colectiva de interés social para lograr la solución de diversos problemas. Pero históricamente la ciencia no ha podido escapar del enfoque ambivalente (positivo negativo),  ha sido usada para bien o para mal, para generar en los países en vías de desarrollo dependencia respecto de las sociedades capitalistas industriales. 

Hacer ciencia es un trabajo intelectual y material especializado, complejo, no fácil y que demanda mucha dedicación y concentración. Hacer ciencia implica descubrir, seleccionar, valorar, evaluar y producir nuevas verdades científicas como resultado de procesos racionales de observación y experimentación, cuya fuerza está en la capacidad de aceptación o de rechazo, de explicación, descripción, predicción y transformación de la realidad natural y social, dentro del cambiante contexto de la sociedad del conocimiento.

Para hacer ciencia se requiere utilizar el pensamiento científico, el lenguaje científico, el problema científico, el método científico, los géneros de la comunicación científica[3], la redacción científica y los elementos del conocimiento científico30. 

 

Factores por lo que muy poco se hace ciencia y se produce ciencia

En el Perú, lamentablemente, son múltiples los factores por lo que muy poco se hace ciencia y se produce ciencia. Cabe mencionar, entre dichos factores, por ejemplo: carencia de personal investigador idóneo y experimentado[4]; carencia de la profesión de investigador científico; baja inversión pública y privada en ciencia y tecnología[5]; insuficientes laboratorios y precariamente equipados los talleres y las bibliotecas; falta de continuidad de proyectos, planes y políticas de investigación; deficiencia del sistema educativo en la enseñanza de las ciencias en  los diversos niveles y modalidades; fomento de la memoria; repetición acrítica; falta de actitud axiológica desde una mirada plural; falta de intensificación del trabajo coordinado en quipos de estudiantes y profesores investigadores a nivel de centros e institutos de investigación de las universidades; falta de articulación de las investigaciones que se realizan en los diferentes niveles y modalidades educativas; falta intensificar el desarrollo de concursos de investigación en las escuelas de postgrado de las universidades, para seleccionar y estimular a las mejores tesis de investigación de maestría y doctorado con la participación de evaluadores externos.

Con la aplicación de la ciencia se origina la técnica. El hombre no es sólo homo sapiens (capacidad teórica), sino también homo faber (capacidad práctica). No con poca razón Henri Bergson decía que el objeto esencial de la ciencia “es aumentar nuestra influencia sobre las cosas”.

 

No hay un solo método para hacer ciencia

No hay un solo método para hacer ciencia, no hay una sola etapa o un solo instrumento o equipo válidos para todas las ciencias; cada ciencia tiene lo suyo. 

Ernesto de la Torre Villar y Ramiro Navarro de Anda[6] precisan que “Los educadores, encargados de vigilar y orientar el desarrollo de la mente y el espíritu del hombre, han recomendado desde los días de Sócrates y Platón, la necesidad de cultivar desde la tierna infancia el ejercicio racional mediante el estudio sistemático y reflexivo. Uno de los programas pedagógicos más sólidos y efectivos –probado a través de varias centurias-, la Ratio Studiorum[7], dispone que a los estudiantes se les debe enseñar a trabajar científicamente y a proponer por escrito, también en forma científica, el fruto de sus trabajos. Una de sus normas recomienda: “se debe procurar iniciar a los estudiantes en el método del trabajo científico o en la metodología de una manera conveniente. Enséñeseles, por lo tanto, a manejar los libros, los comentarios, las revistas, las enciclopedias; a interpretar las diversas notas de las ediciones críticas; aprendan las normas aprobadas para las citas de los autores; la manera de sacar notas y de ordenar los apuntes; enséñeseles la manera de proceder para dar el juicio de un libro o de un escrito; y finalmente a practicar todo aquello que se necesita para emprender un trabajo científico”.

La ciencia como producto social y producto cognitivo de alta especialización no deja de estar orientada al servicio del bien común, del crecimiento, desarrollo y progreso de los pueblos. Este compromiso histórico de la ciencia en su vinculación con la sociedad (sociedad desarrollada o en vías de desarrollo), se ha ido acrecentando en sus objetivos, fines y metas en la medida en que aparecían nuevos problemas cada vez más complejos y que requerían de nuevos tipos de pensamiento como el pensamiento crítico, el pensamiento sistémico, el pensamiento holístico y el pensamiento complejo.

Esta nueva situación problemática nos lleva a coincidir con las expresiones del argentino Pablo Kreimer cuando afirma: “En consecuencia, hay que dejar de lado esa ciencia hecha y observar, investigar, analizar, interpretar la “ciencia mientras se hace”, porque es allí donde se pueden encontrar las raíces de lo que luego será presentado como verdad al resto de la sociedad.”35                                                                                                                        

Y esto  es, precisamente, lo que estamos haciendo ahora durante el inicio del seminario nacional Producción y desarrollo científico en las Universidades de Lima Metropolitana, organizado por la Universidad

Peruana Simón Bolívar, con el primer tema “Hacer Ciencia: Investigación, Epistemología y Comunicación”, expuesto por el doctor Oscar Rubén Silva Neyra. A decir verdad, estamos compartiendo e intercambiando ideas y experiencias académicas, en un intento de enriquecer el debate dialéctico de tesis, antítesis y síntesis.

Interrogantes

Cómo no, entonces, preguntarse: ¿Se puede vivir y desarrollarse sin ciencia? ¿Para qué sirve y a quién sirve la ciencia? ¿Qué funciones sociales cumplen la ciencia y el investigador científico? ¿Por qué tipo de investigación deberían empezar los países en vías de desarrollo como el Perú? ¿Quién financia la investigación científica, el Estado o mecenas  privados nacionales o extranjeros?, preguntas que requieren de respuestas o de mayor tiempo para su análisis crítico. Sin embargo, en lo que corresponde a la penúltima pregunta me inclino a pensar que debería empezarse por la investigación básica, por cuanto esta es esencial para todo Estado moderno que busca lograr sus objetivos nacionales de desarrollo, dentro de una trayectoria lineal que va de la investigación al desarrollo y concluye en la innovación (I+D+IN). 

Coincido también con aquellos que piensan que de la ciencia hecha debemos pasar a la ciencia activa, que es la ciencia en proceso de fabricación o de producción, sentando así las bases para un desarrollo ulterior sostenible y sustentable a través del tiempo.

 

Propuestas para hacer ciencia y fomentar la investigación en las universidades de Perú

Como autor del presente libro “Perfil y ética del investigador científico universitario”, considero que las universidades deberán ser proactivas al cambio y a la innovación científica y tecnológica, vencer la inercia y la resistencia a los cambios, y responder a los retos del presente y del futuro.

Ante el reto del siglo XXI las universidades en el Perú deberían asumir su responsabilidad histórica con el desarrollo del país y efectuar acciones trascendentes para hacer ciencia y fomentar la investigación, como las siguientes:

     Relacionar la investigación científica con la docencia universitaria desde los primeros ciclos académicos en todas las carreras profesionales.

     Efectuar un estudio de seguimiento laboral de los profesionales para identificar y estimular a quienes están efectuando trabajos de investigación financiada por empresas nacionales o instituciones internacionales.

     Organizar y equipar el Banco Nacional de Datos de Egresados Investigadores por carreras profesionales.

     Vincular a cada universidad con algún centro de investigación internacional, para democratizar los resultados de las investigaciones y los recursos dedicados a su producción.

     Realizar permanentes campañas de motivación y de persuasión para que la población perciba a la universidad como un centro de investigación científica de primer nivel en alguna línea de investigación de su especialidad, y no sólo como un centro de mera formación profesional.

     Potenciar a los institutos o centros de investigación asignándoles el desarrollo de proyectos de investigación y el rol de capacitación intensiva a docentes, estudiantes y egresados, en el manejo de modernos métodos, técnicas, instrumentos y equipos de investigación.

     Poner mayor énfasis en el intercambio de profesores universitarios e investigadores visitantes (nacionales y extranjeros).

     Crear fondos concursables, de manera que existan profesores que dejen la docencia por 1, 2 o más años y se dediquen sólo a investigar.

     Crear la Beca de Retorno, para que los investigadores científicos que salieron al extranjero retornen a trabajar en el Perú.

     Crear el Fondo de Promoción de la Investigación en cada universidad, que permita incentivar la capacitación de los profesores y asegurar el financiamiento del traslado de investigadores a otras universidades de mayor prestigio internacional.

     Involucrar la participación de la empresa privada en el financiamiento de proyectos de investigación científica de la Universidad.

     Promover la participación creativa y activa de los estudiantes en la actividad científica extracurricular, y otorgar becas integrales para los mejores estudiantes con competencias y condiciones para la investigación científica.

     Incorporar a Asesores e Investigadores especializados para elaborar y dirigir proyectos de investigación científica.

     Articular acciones efectivas entre los organismos de ciencia y tecnología y entre las universidades públicas y privadas del país.

     Renovar y actualizar los currículos y lograr una mayor coordinación e integración entre la investigación y los estudios de pregrado y de postgrado, respectivamente.

     Estimular el desarrollo de la investigación por proyectos, y la presentación y divulgación de los mejores proyectos a nivel nacional e internacional.

     En las universidades nacionales y privadas debería crearse la nueva carrera profesional de Investigador Científico y Tecnológico.

     El profesor investigador universitario debería laborar a dedicación exclusiva, con un máximo de 8 horas de dictado de clases, con el fin de que tenga tiempo para dedicarse a investigar y a reciclarse profesionalmente de manera constante.

     El Estado tiene la obligación de incrementar periódicamente la inversión en ciencia, tecnología e innovación, asignando el presupuesto suficiente a CONCYTEC y a las universidades públicas, para que cumplan a cabalidad su rol promotor e incentivador de la investigación científica, pero al mismo tiempo deberán hacer un seguimiento permanente, efectuar el riguroso control de la inversión y la evaluación periódica de los resultados de investigación realizados.

 

Mario Bunge y sus reflexiones acerca de cómo hacer ciencia

Mario Augusto Bunge, físico, filósofo científico y epistemólogo argentino, maestro universitario en la cátedra de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill de Montreal. Su concepción filosófica se ubica dentro del realismo científico, el cientificismo, el materialismo y el sistemismo.

Mario Bunge, en su obra “Ciencia y desarrollo” expresa:  “Puesto que la investigación científica es tarea de la comunidad científica, y puesto que ésta no puede existir en un vacío social, si nos interesa estimular o inhibir el desarrollo científico debemos enfocarlo como un aspecto del desarrollo integral de la sociedad humana. A su vez, como se vio en el Capítulo 1, toda sociedad humana, cualquiera sea su estado de desarrollo, puede analizarse como un sistema compuesto de cuatro subsistemas. Estos son el sistema biológico, el económico, el cultural y el político…”[8]

 

El científico hace ciencia para el pueblo

“…En principio toda ciencia básica es ciencia para el pueblo, o sea, potencialmente beneficiosa para el público, sea por sí misma (como bien cultural), sea por sus aplicaciones. Producir y difundir ciencia básica son servicios sociales. En suma, todo buen científico hace ciencia para el pueblo sin que se lo pidan. Pero si se lo piden explícitamente, y en particular si le piden que produzca cosas o procedimientos de utilidad práctica inmediata, tendrá que dejar de hacer ciencia básica para dedicarse a una actividad para la cual no está preparado: lo más probable es que le obliguen a convertirse de científico bueno o mediocre, en mal técnico. Lo dicho no implica que el científico pueda hacer oídos sordos a su responsabilidad social. En efecto, puesto que la actividad científica se inserta en la vida social, no puede dejar de tener aspectos morales…”[9]

 

Se puede hacer Ciencia en países en desarrollo

Bunge, tras analizar las posibilidades de hacer ciencia, particularmente investigación básica, en países en desarrollo, concluye que sí es posible aun cuando “es mucho más difícil” y que requiere de ciertas “condiciones mínimas”: “¡En suma, se puede hacer investigación básica en países en desarrollo, y de hecho se vienen haciendo, si bien es cierto que es mucho más difícil hacerla que en países desarrollados. Las condiciones mínimas para hacerla en cualquier parte del mundo son: poseer talento científico, estar libre de preocupaciones económicas angustiantes, tener acceso a publicaciones, gozar de libertad académica, estar en contacto con otros investigadores del país y del extranjero, y no requerir equipos excesivamente costosos”.38

 

Condiciones para hacer Ciencia en la Universidad del Tercer Mundo

Bunge, luego de preguntarse ¿Puede haber ciencia en la Universidad del Tercer Mundo? responde: “Debiera haberla y a veces la hay, aunque pocas veces con continuidad. Que debiera haberla parece obvio, ya que una universidad no es tal si no produce conocimiento nuevo, en particular conocimiento científico. Pero eso no es fácil: construir teorías, calcular, diseñar experimentos, y efectuar mediciones es más difícil que comentar textos escritos por otros o debatir cuestiones ideológicas. Para hacer ciencia es menester una preparación especializada que exige largos años de aprendizaje difícil. También hacen falta bibliotecas al día, laboratorios, gabinetes de estudio, seminarios y coloquios, así como personal auxiliar competente. En una palabra, hace falta gente competente a diversos niveles, e instalaciones adecuadas. Pero ni esto, que ya es difícil de obtener, basta. También se necesita tranquilidad, estabilidad y continuidad. Y esto es muy difícil de lograr allí donde la Universidad es una isla de libertad acosada por adversarios exteriores y minada por dentro por activistas que, aunque acaso bien intencionados, no se proponen tanto la mejora de la Universidad como su utilización como arma política. Es posible que la mayoría de los científicos que han emigrado del Tercer Mundo lo han hecho en busca de la tranquilidad indispensable para trabajar” [10]

El filósofo argentino, luego de realizar un análisis crítico y objetivo puntualiza y subraya la existencia de tres grandes males en la Universidad del Tercer Mundo: “En suma, la Universidad del Tercer Mundo está aquejada de tres grandes males entre muchos otros: la preparación insuficiente de sus alumnos, la improvisación de sus profesores y la politización de unos y otros. Por estos motivos algunos investigadores sueñan con institutos de investigación independientes de las universidades, al estilo de las academias y centros científicos de Europa occidental (en particular la República Federal Alemana) y oriental (la U.R.S.S.)[11]. 

 

Se hace Ciencia en Universidades e Institutos extraordinarios

“Se hace ciencia, buena o mediocre, en universidades y en institutos extraordinarios. Pero estos últimos, si dependen de la industria o de ministerios no especializados en ciencia (o al menos en cultura), suelen especializarse en ciencia aplicada con descuido de la básica. Se entiende: a un dirigente de empresa, o a un ministro de salud pública (o de industria y comercio, o de desarrollo, o de defensa) se le hace difícil justificar gastos en ciencia básica: sólo la aplicada le resultará evidentemente “relevante” a las actividades centrales de la unidad que administra. En cambio, la Universidad no puede legítimamente cuestionar la investigación básica (a menos, claro está, que caiga en manos de gentes incultas, o de delincuentes culturales, o de políticos demagógicos). Por este motivo la ciencia básica tiene más posibilidades de florecer dentro de la Universidad que fuera de ella, siempre que sea una Universidad auténtica y no sólo de nombre”[12]. “En resumen – indica Bunge-, no hay Universidad moderna, que merezca el nombre de tal, a menos que albergue a investigadores activos en el área de la ciencia (y de la técnica y de las humanidades). Allí donde la Universidad no ofrece las condiciones necesarias para el trabajo científico serio y sostenido, se podrá ensayar la formación de un instituto extrauniversitario de ciencias. Pero ésta no será una solución ideal ni permanente, a menos que responda a necesidades regionales. (Y aun en este caso es posible que la solución óptima se obtenga reuniendo a investigadores por períodos limitados a la realización de planes precisos de investigación). La única solución posible es global, o sea, consiste en mejorar las condiciones económicas, culturales y políticas de la sociedad íntegra, de modo que esté en condiciones de sostener a una Universidad que funcione regularmente (no espasmódicamente) y que esté organizada en torno a la investigación en todas las áreas del conocimiento”[13]

 

La comunidad de científicos se ajusta a un código de conducta

Mario Bunge indica que de cuando en cuando la comunidad de científicos vigila a los investigadores para que se ajusten a un código de conducta que incluye los siguientes imperativos:

1.    Esforzarse por hacer buena ciencia. (El investigador que no hace este esfuerzo estafa al público).

2.    Esforzarse por difundir conocimientos y métodos científicos dentro y fuera de su lugar de trabajo. (El investigador que no lo hace es egoísta).

3.    Criticar creencias anticientíficas y seudocientíficas dentro y fuera de su lugar de trabajo. (El investigador que no lo hace no es una persona culta, o es indiferente al rumbo que tome su cultura, o no tiene coraje, o no tiene libertad).

4.    No servir a opresores económicos, políticos o culturales. (El investigador que ayuda a los enemigos del pueblo se convierte él mismo en enemigo público y desprestigia la ciencia).”[14] 

El filósofo científico argentino concluye manifestando enfáticamente:

“Pero no puede haber desarrollo científico técnico integral y sostenido a menos que haya cierta holgura económica, cierta tolerancia intelectual, y cierta libertad política. En suma, el desarrollo científico y técnico requiere del desarrollo de la sociedad en todos sus aspectos: biológico, económico, cultural y político…”[15]

 



[1] Intervención del Dr. Eudoro Terrones Negrete, en su condición de panelista,  durante la conferencia magistral del Dr. Oscar Rubén Silva Neyra  en el tema “Hacer ciencia: Investigación, Epistemología y Comunicación” (Lima, 11-09-2017), dentro del marco del Seminario Nacional “Producción y desarrollo científico en las Universidades de Lima Metropolitana”, organizado por el Vicerrectorado de Investigación de la Universidad Peruana Simón Bolívar. El seminario se realizó los días 11, 12, 13, 14 y 15 de setiembre de 2017, en la Sala de usos múltiples, 4° piso, Av. Brasil 1228, Pueblo Libre, Lima.

[2] Según Mario unge, en su obra Ciencia y desarrollo, Talleres “El Gráfico/Impresores”, Buenos Aires, 1989, p.33

[3] Son géneros de la comunicación científica: conferencia científica,  ponencia científica, discurso científico,  memoria de licenciatura, artículo científico, monografía científica, tesis de maestría y tesis doctoral.  30 Son elementos del conocimiento científico: hechos científicos, principios científicos, hipótesis científicas, leyes científicas y teorías científicas.

[4] Según cifras del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) el Perú cuenta con 0.24 investigadores a tiempo completo por cada 1,000 participantes de la Población Económicamente Activa (PEA), Mientras en Chile son 2 investigadores por cada 1,000 participantes.

[5] Perú invierte sólo el 0.15 % de su Producto Bruto Interno en ciencia y tecnología. Lo más criticable es que por falta de capacidad de gasto y de personal investigador especializado las universidades públicas no invirtieron 1,500 millones de soles en investigación entre el 2004 y el 2012, dinero proveniente del canon minero y gasífero de su región y tuvieron que retornar al MEF. Y no obstante que la Ley Universitaria 30220 establece que las universidades públicas y privadas deben contratar profesores-investigadores que enseñen una sola asignatura y reciban un suelo de 50 % más que sus colegas.

[6] De la Torre Villar, Ernesto y Ramiro Navarro de Anda. Metodología de la investigación bibliográfica, archivística y documental. McGraw-Hill, México, 1992, p. XIII.

[7] La Ratio Studiorum (traducido como «Plan de Estudios») es el documento que estableció formalmente el sistema global de educación de la Compañía de Jesús en 1599. Su título completo es Ratio atque Institutio Studiorum Societatis Iesu («Plan oficial de estudios de la Compañía de Jesús»). El  trabajo es producto de muchos académicos internacionales, con amplia experiencia, que se encontraban en el colegio que los jesuitas tenían en Roma, el Colegio Romano. https://es.wikipedia.org/wiki/Ratio_Studiorum 35 Kreimer, Pablo. El científico también es un ser humano. Siglo Veintiuno Editores, S.A. Argentina, 2009, pp.29-30.

[8] Bunge Mario. Op.cit., p.51

[9] Bunge, Mario, Ibídem, p.74. 38 Ibídem, p.82

[10] Ibídem, pp. 86-87

[11] Ibídem, p.87

[12] Ibídem, p.88

[13] Ibídem, p.89

[14] Ibídem, pp.74-75

[15] Ibídem, p.124

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Una gran obra maestra: APRISMO Y NUEVO ESTADO PARA LA GRAN TRANSFORMACIÓN EN EL SIGLO XXI

 APRISMO Y NUEVO ESTADO PARA LA GRAN TRANSFORMACIÓN EN EL SIGLO XXI


¡¡¡Una obra imperdible!!! Después de "EL APRISTA EN EL SIGLO XXI" nos entrega su gran obra maestra

Por: Jaime Uribe Rocha

Sumergirse en el análisis crítico de la última obra del Dr. Eudoro Terrones Negrete, "APRISMO Y NUEVO ESTADO para la gran transformación en el siglo XXI", es un gran desafío para los jóvenes y viejos apristas que en el espacio y tiempo, olvidaron el legdo histórico de Haya y el APRA en el Perú. Especialmente para quienes no conocieron al maestro y jefe del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre.

Por fortuna el Partido Aprista tiene en Eudoro Terrones, un profesional de impresionante producción intelectual en el campo de la Literatura, Filosofía, la Educación, la Ética y el Periodismo.Un escritor y estudioso, que no se queda en el joven Haya, su enfoque se remite al largo período histórico, explicitando los fueros doctrinarios que tiñeron sus pasos como funcionario, político hombre de leyes y ciudadano.

Es por ello que, Aprismo y Nuevo Estado para la Gran Transformación en el Siglo XXI, surge en un contexto de crisis política en América Latina, caracterizado por la desconfianza en las instituciones, la corrupción y la fragmentación política. Ojo Eudoro Terrones reivindica el legado del aprismo y p0lantea la necesidad  de un nuevo modelo estatal que enfrente los retos contemporáneos, priorizando la justicia social, la inclusión y la equidad.

APRISMO Y NUEVO ESTADO para la gran transformación en el siglo XXI, nos viene a pelo en estos tiempos de fractura política que sacude al país.

Terrones, destaca cómo las concepciones del Estado evoluciona desde los ideales éticos de Platón y Aristóteles hasta las teorías contemporáneas que lo interpretan como un instrumento de dominación. Este análisis de espacio y tiempo histórico, permite comprender los desafíos actuales, como la desigualdad y la exclusión social, son herencias de estructuras del pasado.

Con buen ojo clínico y con lupa, la obra critica la fragmentación política y el clientelismo, fenómenos que sacuden al país y debilitan la confianza ciudadana en los sistemas democráticos.

Terrones Negrete, no se queda en la crítica, aboga por una "democracia de ciudadanos" que promueva la participación activa de la población en lugar de limitarse a un ejercicio electoral pasivo. Para ello, enfatiza la necesidad de un Estado que actúe como agente de cambio social, situando el bienestar de los ciudadanos, la educación, la salud y la justicia social como prioridades políticas.

"Reflexiona sobre el papel de la política en la vida cotidiana y propone un "Estado ciudadano" que se alimente de las necesidades y aspiraciones de la población. Mediante la educación cívica y la participación activa, los ciudadanos pueden recuperar la confianza en el sistema político y convertirse en agentes de transformación".

Critica los modelos tradicionales que han fracasado en atender a los sectores más vulnerables. En el contexto de la globalización y las políticas neoliberales, señala la urgencia de construir un nuevo Estado inclusivo que reconozca la diversidad cultural y social de América Latina. Este enfoque propone una gobernanza basada en la inclusión social y la equidad como pilares fundamentales para el desarrollo sostenible.

Eudoro Terrones Negrete, en el APRISMO Y NUEVO ESTADO para la gran transformación en el siglo XXI, no solo presenta un análisis teórico, sino que también constituye un llamado a la acción, ofreciendo herramientas para transformar la política en América Latina. Su enfoque renovador del aprismo y su visión de un Estado comprometido con la justicia social convierten este libro en una guía imprescindible para académicos, estudiantes y ciudadanos interesados en el futuro político de la región.

Tengo el placer de conocer al c. Eudoro Terrones Negrete, por ello puedo afirmar que es uno de los mejores valores de la intelectualidad peruana, como producto de su permanente producción profesional en los campos de la Educación, la Filosofía, la Ética y el Periodismo. Doctor en Educación, docente universitario, ex diputado de la Nación, ex parlamentario andino, integró la Comisión de Educación que creó la Universidad Andina Simón Bolívar (Sucre, Bolivia), siendo su principal promotor; es formador de la nueva generación de periodistas que egresan de la Universidad Jaime Bausate y Meza, autor de una serie de libros.

Un profesional de impresionante producción intelectual y trabajo eficiente como maestro universitario, periodista, escritor y político de ideas progresistas, que es digno de ser reconocido. Está afiliado a la Asociación de Ex Parlamentarios del Perú, Asociación Nacional de Periodistas del Perú, Academia Iberoamericana de Doctores en Educación (Perú) y al Colegio de Periodistas del Perú.

Lima, 9 de diciembre de 2024.


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Problemática de la investigación científica en el Perú a la luz del pensamiento crítico de los personajes de la intelectualidad peruana

 

Problemática de la investigación científica en el Perú a la luz del pensamiento crítico de los personajes de la intelectualidad peruana


Escribe: 
Dr. Eudoro Terrones Negrete

 

En las siguientes líneas expondremos la problemática de la investigación científica en el Perú a la luz del pensamiento crítico de los personajes de la intelectualidad peruana. Cabe referir, entre ellos, a Francisco García Calderón Rey, Javier Prado Ugarteche, Manuel Vicente Villarán, Julio C. Tello, Víctor Andrés Belaunde, José Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torres, Luis Alberto Sánchez, Emilio Barrantes Revoredo y Carlos Cueto Fernandini. También Antonio Pinilla Sánchez Concha, Jorge Lazo Arrasco, Luis Alberto Peláez Pérez, Fidel Tubino Arias Schreiber, Iván Elio Rodríguez Chávez, Raimundo Villagrasa, S.J., Carlos Bustamante Monteverde, Cecilia Thorne y Carlos del Río C. 

Francisco García Calderón Rey (1883-1953)

García Calderón Rey en su obra “El Perú Contemporáneo” (Paris,  1907) expresa: “al reinado del memorismo y de la escolástica superficial, a la ciencia de palabras, hay que oponer la ciencia de las cosas, el “realismo” educativo y que la universidad debe formar profesionales con sólidos principios y valores éticos, como garantía de la unidad e integración del país sobre la base de la solidaridad patriótica nacional, la libertad, la tolerancia, la responsabilidad social, los deberes cívicos y el desarrollo de la conciencia personal. “Y, desde el punto de vista estrictamente científico, la Universidad peruana y la americana deben difundir la ciencia y seguir la producción extranjera, sin, por cierto, olvidar una cierta colaboración a la ciencia universitaria. El estudio de nuestro medio geográfico, la antropología de nuestras razas, la experiencia sociológica de nuestra historia, pueden contribuir al conocimiento científico de la tierra y del hombre”.

Javier Prado y Ugarteche (1871-1921)

Javier Prado y Ugarteche, ex rector de la Universidad de San Marcos y ex presidente del Consejo de Ministros, proclamado por los estudiantes “Maestro de la Juventud”, en su obra “La enseñanza universitaria” revela que en la universidad peruana “no se estimula el espíritu de observación y reflexión ni se hace labor investigativa y de profundización científica...” y tras calificar a la enseñanza universitaria de meramente expositiva, de superficial preparación para el examen, el cultivo de la memoria y de las facultades receptivas del alumno, dejando sin ejercicio sus facultades críticas y productivas, recomienda que la educación universitaria en el Perú se consagre a la investigación científica, a la capacitación profesional y a la tarea educativa.

Manuel Vicente Villarán (1873-1958)

Manuel Vicente Villarán, ilustre maestro universitario sanmarquino, educador positivista y ex rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1922), era partidario de una educación universitaria con fines económicos y sociales, en la que se enseñe a trabajar y a producir con inteligencia, responsabilidad social, entusiasmo, transparencia y perseverancia, que se enseñe no sólo a buscar la verdad sino a encontrarla, y no sólo a encontrarla también a aplicarla creativamente y a “hacer hombres en un ambiente de libertad”. Pensó en todo momento y lugar que la formación profesional universitaria debe ir de la mano con la formación científica y técnica.

La doctora María Luisa Rivara de Tuesta, al comentar en su obra “Tres ensayos sobre la filosofía en el Perú”, sobre la posición positivista de  Manuel Vicente Villarán manifiesta: “Villarán ha de considerar que la educación científica es un factor determinante en la vida del hombre y de la sociedad en que vive, por lo tanto el nuevo hombre peruano debe dejar atrás la preparación verbalista y abstracta, la ambición por los títulos universitarios, las preferencias literarias y emprender una nueva formación educacional basada en los principios empíricos de la ciencia experimental. Con esta educación el hombre progresaría no solo personalmente sino que lograría modificar sustancialmente cada comunidad en que viviese conduciéndola hacia el progreso económico. Y es que a través de la praxis científica el hombre descubriría nuevos intereses de conocimiento sobre su medio circundante y al lograr el contacto armonioso con su realidad se integraría a ella como ser humano cabal, es decir, conociendo científicamente e integrándose a su realidad obtendría provecho personal y lograría también un efecto en su colectividad resolviendo problemas sociales, políticos y sobre todo económicos...”

Julio C. Tello (1880-1947)

Julio C. Tello, fue un Sabio peruano, arqueólogo, fundador de la  Arqueología Científica en el Perú, creador del Museo de Antropología y Arqueología (1913), fundador del Instituto de Investigaciones Antropológicas (1931) como dependencia del Museo Nacional y descubridor de la necrópolis de Paracas (1925).  

A su iniciativa nace la Asociación Peruana para el Progreso de la Ciencia en el Perú y reconocida oficialmente por el gobierno de Augusto B. Leguía. Es autor del Proyecto para la Formación de Profesores a nivel secundario en las Facultades de Ciencias y Letras de la Universidad de San Marcos. Su proyecto procuraba combatir los errores que se derivan del intelectualismo, de la falta de reflexión seria y profunda y propendía a enfatizar la enseñanza de la doctrina científica y técnica y la implementación rigurosa de los Seminarios para estimular el desarrollo del espíritu científico y del trabajo productivo en equipo e integración de estudiantes y maestros y así lograr profesionales eficientes.

 

Víctor Andrés Belaunde (1883-1966)

Víctor Andrés Belaunde, escritor arielista arequipeño, de brillante verbo y original estilo, orador, político, fundador y editor desde 1918 de la revista Mercurio Peruano, maestro universitario, acucioso investigador con fibra peruanista de los problemas del país, uno de los más preclaros exponentes de la inteligencia en el Perú y ex presidente de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (1959).  

V. Andrés Belaunde señala que uno de los principales aspectos del problema universitario es el de la “formación de un profesorado universitario de verdadera preparación científica y de intensa vocación profesional”. 

Afirma que es necesario aplicar nuevos métodos de enseñanza aprendizaje para lograr una universidad moderna: “Nosotros no hemos tenido hasta ahora sino el de la llamada lección magistral o la disertación. Tal método necesita ser reemplazado por la más activa cooperación entre maestros y discípulos, por la asignación de trabajos a éstos y por el establecimiento del seminario para los estudios especializados”.

José Carlos Mariátegui (1894-1930)

José Carlos Mariátegui, escritor moqueguano, periodista autodidacta, en su obra “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”, luego de afirmar que la universidad era el “lazo de unión entre la república y la colonia”, llegó a sostener que “la universidad no cumplía su función progresista y creadora en la vida peruana, a cuyas necesidades profundas y a cuyas corrientes vitales resultaba no sólo extraña sino contraria”.

Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979)

Víctor Raúl Haya de la Torre, extraordinario político, escritor, ensayista y periodista, fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), estudioso de los problemas de la realidad peruana  y latinoamericana, propulsor en Perú de la Reforma Universitaria, desempeñó los cargos de primer presidente de la Federación de Estudiantes del Perú y primer rector de la Universidad Popular Gonzáles Prada. En 1978 fue elegido Presidente de la Asamblea Constituyente del Perú. 

Ha sido infatigable promotor y defensor de la jornada de las ocho horas diarias en el Perú y de la educación gratuita en todos los niveles y modalidades. 

En sus coloquios cotidianos y manifestaciones públicas abogó por una educación integral, científica, democrática, popular, tecnológica, humanística y ética. 

En su histórico Discurso del 22 de agosto de 1965 dijo que los apristas querían “darle a las universidades una nueva validez, un nuevo sentido, una nueva proyección. Hacerlas verdaderos centros de cultura. Desprofesionalizarlas, en el sentido de que no sólo el diploma fuera del objetivo del universitario. Crear los ámbitos de la investigación desinteresada. Hacer de ellas lo que han sido las universidades del mundo, en el campo científico, la exploración, en las que no es el interés profesional lo que prevalece, sino el amor a la ciencia y la devoción por la cultura. Ese fue el afán de la revolución o Reforma Universitaria. Y así comenzó. Había que sanear, había que limpiar las cátedras donde permanecían aferrados viejos señores, que eran, sobre todo, viejos por sus ideas y nosotros lo logramos en esa primera etapa, tendiendo a la democratización universitaria...” 

Haya de la Torre considera que la educación integral en el Perú sólo es posible con un cambio integral en lo político, económico, social, educativo, cultural y moral., en la que se enseñe con ejemplos objetivos, con experimentación y previo análisis científico de la realidad nacional.

Luis Alberto Sánchez (1900-1994)

Luis Alberto Sánchez, prestigioso hombre de letras, escritor, literato, político, tres veces rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en su obra “El Perú: retrato de un país adolescente” puntualiza que las universidades del Perú, por tradición y estructura, son centros de cultura humanística como las clásicas y como tal “debiera conceder ancho margen a la investigación o propagación (no sólo instrucción) de la verdad: no lo hace, se dedica a formar profesionales, a otorgar diplomas”. En su obra “La Universidad es una isla” sostiene categóricamente: “no hay docencia posible, ni investigación, ni ciencia, ni universidad ahí donde rija un criterio de círculo, bien sea por afinidades consanguíneas o financieras, de simple vanidad o de generación o de lo que sea...”

 

Emilio Barrantes Revoredo (1904-2007)

Emilio Barrantes Revoredo, maestro universitario, ideólogo y presidente de la Comisión de Reforma Educativa de 1970 durante el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado (1968-1975) y que marcó un derrotero en la historia de la educación peruana. 

Barrantes Revoredo, ardoroso defensor y promotor de la formación de técnicos, decía: “La formación de técnicos tiene que considerarse también preferentemente en un país como el nuestro en que las necesidades insatisfechas son tantas y en que las condiciones de vida son tan desfavorables. Tenemos que contribuir a la formación de un pueblo y ésta es una obra que sólo puede realizarse con amor, con ciencia, con técnica y con trabajo”. 

A la edad de ciento dos años de vida Barrantes declaró para la revista de actualidad AQUÍ N° 4 (Jesús María, Lima, marzo 2004), luego de efectuar una evaluación de la educación en el Perú desde los inicios de la República hasta 2004 expresó: “En materia educativa, cada gobierno hace lo que quiere, no existe una política de consenso que se implante y la respeten todos los gobiernos. Por eso digo, no hay reforma ni la habrá, en tanto no cambien los políticos y éstos no sigan los lineamientos de los grandes intereses transnacionales. Dejemos de una vez por todas de seguir siendo un país colonial”.

Carlos Cueto Fernandini (1913-1968)

Carlos Cueto Fernandini, doctor en Letras y doctor en Filosofía, ex vicerrector de la Universidad de Lima, maestro universitario y ex ministro de Educación (1965-66), reaccionando contra la intromisión de la política partidaria dentro del claustro universitario, expresó con hidalguía y al calor de sus sólidas convicciones pedagógicas: “No debiendo ser la universidad una agencia política debe ser centro de investigación y de enseñanza que incite a la acción mediante el señalamiento de las soluciones posibles de los problemas”. 

Además subrayó categóricamente: “Uno de los fines esenciales de la universidad moderna es la investigación, la investigación científica y filosófica, la investigación de las ciencias del espíritu y de las ciencias de la naturaleza, y, consecuentemente, la formación de nuevos hombres de ciencia que continúen metódicamente las conquistas de las generaciones anteriores”.

Antonio Pinilla Sánchez Concha (1924-2006)

Antonio Pinilla Sánchez Concha, fundador y ex rector honorario vitalicio de la Universidad de Lima, doctor en Filosofía y doctor en

Educación, es el creador del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. 

Desempeñó los cargos de presidente de la Asamblea Nacional de Rectores (1957), vicepresidente de la Asociación Internacional de

Rectores y presidente del Consejo Nacional de Investigación (1978-

1980). Llegó a decir que “Las universidades deberían ser centros de investigación científica y formación profesional que satisfagan las necesidades de desarrollo del país. El tipo de educación que necesita el Perú es que propicie el incremento de la producción y la promoción de nuevos empleos, con mejoras salariales para que la población aumente su capacidad adquisitiva y se genere el bienestar colectivo”.  

Asimismo manifestó: “El currículo de las universidades está desvinculado de las necesidades del país, especialmente en términos de investigación científica industrial y administración empresarial. Las universidades en los países en proceso de desarrollo como el Perú deben convertirse en cetnr4os de investigación científica y formación profesional que satisfagan las necesidades del desarrollo industrial, agrícola, minero y comercial del país. Los catedráticos no deben limitarse al dictado de conferencias sino que deben propiciar el interés de los alumnos y el hábito de investigación científica realizada en conjunto”.

Jorge Lazo Arrasco (1928-2019)

Jorge Lazo Arrasco, personalidad multifacética, maestro de maestros, doctor en educación, Gran Amauta del Perú, ex rector de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega y doctor Honoris Causa de universidades nacionales y extranjeras. 

En su opinión “La universidad que funcione en el siglo XXI tiene que liberarse de los conocidos vicios y defectos que la perjudican; pero manteniendo su autonomía y libertad académica, formando profesionales, que sólo ella otorgue los grados de Bachiller, Maestro y Doctor, que continúe realizando investigaciones científicas, que formule críticas alturadas a la sociedad, al Gobierno y también a sí misma, que, en fin, se proyecte a la comunidad y se convierta en un componente del desarrollo nacional”. 

Preguntado sobre la necesidad de inversión e investigación científica en las universidades del Perú, en su obra “Conversando con don Jorge”, respondió: “La investigación científica requiere de inversión. En el caso de las universidades, por ejemplo, sobre todo las universidades nacionales, su presupuesto apenas alcanza para pagar el sueldo, que no es edificante y que no está a la altura de la labor que desarrolla un profesor universitario, menos habrá para investigación. Y cosa curiosa, sólo el 1 % de la humanidad hace investigación científica. Y, paradójicamente, de ese 1 % el 70 % hace investigación de tipo bélico. La ciencia, pues, es preocupante. Juan Pablo II dijo alguna vez, cuando lo entrevistó un amigo suyo, que existen grandes miedos en la humanidad y también pequeños miedos. Y decía que los cuatro grandes miedos son el miedo al pasado, el miedo al presente, el miedo al futuro y el miedo a la ciencia. Y más de un crítico se ha referido a la ciencia con temor. Piensan que hay que humanizarla...El desarrollo de la humanidad depende fundamentalmente del volumen de conocimientos que tenga a su disposición. El desarrollo del Perú depende de la cantidad de conocimientos que tenga. Pero para que haya conocimientos debe haber investigación científica. Eso es, lo que en la Universidad decimos, es su prerrequisito. Gracias al conocimiento, sólo una generación podría sacar un país adelante y lograr su desarrollo. Y en el pensamiento científico está la cumbre de la mente humana. En cierto modo, el siglo XXI, al que están llamando el “Siglo del conocimiento”, este siglo XXI compromete a la universidad, desde este instante, desde este momento se debe asumir con responsabilidad, la creación de conocimiento. Pero esta creación, este saber que la universidad debe producir, tiene que ser un saber con humildad, vale decir con sentido humanitario. No un saber con soberbia, porque donde el conocimiento crece sin sabiduría y sin respeto, se convierte en una amenaza. Por eso es que la ciencia tiene que marchar al lado de la virtud. Sostengo que el siglo XXI será, a no dudarlo, el siglo de la universidad, porque será el siglo del conocimiento. El prerrequisito del conocimiento es la investigación científica y la entidad llamada a investigar es la universidad. Y para investigar más requiere de más inversión, más presupuesto. Todo estudiante que sale de la universidad, no queremos que sea un investigador científico profundo, pero sí que conozca la investigación, que sepa cómo se hace, que esté en capacidad de dominar algún diseño metodológico para buscar la verdad”

Luis Alberto Peláez Pérez (1935-2017)

Luis Alberto Peláez Pérez, maestro universitario, periodista, escritor y doctor en Derecho, estudioso de la problemática de la educación peruana, en su libro “Universidad Problema” (2004) refiere que “entre los males que padece la universidad peruana, con características ya crónicas, está la masificación, la estructura burocrática, la anarquía curricular, el desarrollo arbitrario de los ciclos de estudios, muy poca investigación y proyección social. Vive a espaldas de la realidad. La universidad no se reformó ni ha planteado hasta hoy su propio proyecto de reforma que constituya una respuesta a sus antiguos y nuevos problemas”. “(En nuestras universidades) Desdichadamente, ni se investiga ni se enseña a investigar. Muchos de nuestros alumnos, aun los de ciclos avanzados, carecen del dominio y a veces hasta de la preocupación por la investigación...Pero si el profesor universitario no investiga –o no sabe investigar-, nada podemos esperar de nuestros alumnos. La docencia universitaria ha devenido, con honrosas excepciones, en una nueva opción del mercado ocupacional de los miles de maestros sin colocación en las ciudades; porque, exclusivamente, casi siempre se profesó la investigación pura antes que la aplicada, tan necesaria para el desarrollo del país”.

 

Fidel Julio Tubino Arias Schreiber

Fidel Julio Tubino Arias Schreiber, profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú, advierte que existe “El desfase de la universidad peruana en relación a las exigencias del desarrollo nacional que se evidencia en los escasos aportes que provienen de ella en materia de investigaciones relevantes en torno a los problemas medulares del desarrollo. La experiencia de los países altamente desarrollados nos muestra que los lineamientos de la investigación científica y académica de las naciones deben tener como protagonistas privilegiados a las universidades, las empresas y el Estado, que deben aprender a interactuar en la búsqueda de soluciones globales a los problemas nacionales”.

 

Iván Elio Rodríguez Chávez (1941-2023)

Iván Elio Rodríguez Chávez, maestro universitario, doctor en Educación, Rector de la Universidad Ricardo Palma, ex presidente de la Asamblea Nacional de Rectores y Doctor Honoris Causa de universidades nacionales y extranjeras. 

En cuanto a los proyectos de investigación y el apoyo de los organismos internacionales, propone: “El Estado debe financiar las investigaciones, pues muchas de ellas pueden ser un medio para resolver nuestros problemas. Es cierto que la financiación extranjera existe, pero están en función de sus intereses. En un mundo globalizado no se concibe la existencia de universidades que no realizan investigación pura o aplicada. La investigación científica es la clave para el adelanto científico, humanístico, tecnológico y el desarrollo de las naciones. La universidad debe ser el semillero de los futuros científicos y tecnólogos que requiere el país.”.

Raimundo Villagrasa, S.J. (1928-2016)

Raimundo Villagrasa, S.J., maestro universitario y rector emérito de la Universidad del Pacífico (Perú), al evaluar la investigación científica en el país considera lo siguiente: “Si no formamos a los investigadores, profesionales y tecnólogos que se necesitarán en los próximos cincuenta años, el Perú quedará rezagado en el camino del desarrollo y los peruanos destinados a formar parte de la mano de obra barata en el futuro, pero no lo liderará, ni siquiera competirá dignamente en él”.

Carlos Bustamante Monteverde (1951)

Carlos Bustamante Monteverde, biofísico peruano egresado de la universidad de Berkeley, miembro de la Academia de Ciencias de Estados Unidos y Profesor Honorario de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Al participar como expositor en el XI Encuentro Científico Internacional de Verano que se realizó en el Perú, con el auspicio de instituciones como IPEN, UNI, UNMSM y otros, dijo: “Yo creo que el Perú ha retrocedido en los últimos 30 años en términos de investigación y desarrollo. Nuestro país en los años 50 y 60 tenía una apuesta por la investigación y el desarrollo; sin embargo ahora ha ido perdiendo cada vez más esa capacidad. Nuestras universidades son en realidad institutos de enseñanza, no son propiamente universidades en el sentido cabal de la palabra. Es válido preguntarse si es que hoy en día en la universidad peruana el desarrollo de la ciencia y la tecnología va a tener un impacto económico inmediato en el Perú y la respuesta probablemente es no, porque no va a ser inmediato, porque toma tiempo establecer estos cuadros y el campo de juego, que es la dinámica de interacción entre la investigación, el desarrollo y la productividad”.

Cecilia Thorne[1] señala que “Las investigaciones están poco desarrolladas o son casi inexistentes en las universidades peruanas. Sólo la mitad de los docentes ha realizado algún tipo de investigación, siendo el promedio de 2.4 investigaciones por profesor en un período de cinco años”.

Carlos Del Río C., Ph.D. 

El doctor Carlos del Río C., en su obra “Perspectivas en el Siglo 21: Ciencia y Tecnología, Educación y Desarrollo” (1997) enfatiza que “la creatividad y el desarrollo científico-tecnológico, en el marco de las múltiples manifestaciones culturales – esencia y riqueza por su gran diversidad- son las claves para tener éxito en el siglo 21”. “La investigación, en los centros de excelencia de enseñanza superior, cada vez se hace más multidisciplinaria, eliminándose el llamado “reduccionismo científico” y dándose plena vigencia a la incertidumbre y al caos – “caos premeditado”. Ello posibilita, por ejemplo, encontrar nuevos derroteros para conocer la real capacidad del cerebro humano y –simultáneamente- llegar a saber cómo están conformados los procesos que activan la mente”. 

Al abordar el tema de la universidad Siglo 21, Carlos del Río afirma: “La universidad siglo 21 (U-21) se concentrará en: - La búsqueda del conocimiento: seminarios muy rigurosos, énfasis en la experimentación en laboratorios (aplicando lo mejor de los logros obtenidos por las simulaciones telemáticas previas correspondientes). – Capacitar al estudiante en hacer uso de la información de manera efectiva. – Proporcionar los fundamentos intelectuales / científicos / tecnológicos al igual que los correspondientes a una integración cultural”. 

Sobre los probables requerimientos de recursos humanos en Ciencia y Tecnología en el Perú en las próximas décadas Carlos del Río indica: “Es indudable que la calidad de los recursos humanos en ciencia y tecnología – al igual que en otras áreas del desarrollo- constituye un factor primordial para salir del subdesarrollo. El número de profesionales con grados de Maestría y de Doctorado en Ciencia y Tecnología es uno de los “barómetros” de este factor – por su incidencia en el devenir científico-tecnológico”.  

Convencido que sin educación y sin el avance científico y tecnológico no puede haber desarrollo integral del Perú postula y propone lo siguiente: a) Pasar de una sociedad de frustraciones a otra de realizaciones, de una sociedad donde básicamente se considera como su potencial a los recursos materiales a otra en la que se valoricen el talento y la creatividad. b) Reconocer por lo tanto, que lo mejor que posee el hombre es su cerebro –cuya capacidad es necesario estimular para que se exprese a plenitud y c) Recordar siempre que las soluciones a nuestros problemas, si bien requerirán de participación del exterior, fundamentalmente dependen de nosotros mismos, por lo tanto hay que hermanarnos – con conocimiento- pensando en el largo plazo. Es decir, generar una cultura de paz, cuyo elemento esencial es la tolerancia, factor clave para la cooperación y el desarrollo.



[1] C. Thorne. “La calidad de la educación universitaria y el caso peruano”, en “La Universidad que el Perú necesita”. Foro Educativo-Consorcio de Universidades, Lima, 2001.

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