LA PSICOLOGÍA DEL PENSAMIENTO
EN LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA
Escribe: Dr. Eudoro
Terrones Negrete
El pensamiento tiene
una gran importancia y trascendencia en la vida de todo ser humano y
particularmente en la vida del estudiante universitario. Asimismo constituye un capítulo relevante en
la mayoría de las obras de Didáctica universitaria, Psicología general,
Psicología de la educación y de Pedagogía social en los diversos países del
mundo.
En el presente
siglo XXI, las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación, el conocimiento y el saber humano adquieren un
poder inusitado y extraordinario como producto del trabajo intelectual
competitivo que realizan las personas, los estudiantes, académicos,
profesionales e investigadores en las distintas disciplinas.
De ahí que las personas
cuanto más saben pensar y hacer las cosas bien, utilizando las diversas clases
de pensamiento, valen más y son preferidos en las micro y macroempresas de
prestigio.
Esta necesidad de
adquirir nuevos pensamientos y saberes para construir nuevos conocimientos,
implican buscar nuevas oportunidades, realizar esfuerzos mentales y
académicos, sacrificios económicos,
utilizar al máximo el tiempo disponible y vencer todo tipo de dificultades o
limitaciones.
Los nuevos saberes
son: Saber aprender, Saber comprender, Saber comunicar, Saber conocer, Saber
emprender, Saber hacer, Saber investigar, Saber ser y Saber vivir juntos.
No hay ser humano normal que no piense y que no actúe, aun cuando hay unos
hombres que actúan sin pensar y otros que piensan sin obrar. El pensamiento es
consubstancial a toda naturaleza humana y se desarrolla a través de su
existencia, al tomar conciencia de que vive construyendo su destino, con menor
o mayor intensidad, amplitud o complejidad. “Vivir, dice Guyau, es evolucionar
hacia el pensamiento”.
Suscribimos las reflexiones del Gran Amauta y filósofo indoamericano
Antenor Orrego cuando afirma: “Desde sus primeros pasos el hombre comienza a
cavilar porque sabe, también, que frente a él están acechándolo la destrucción
y la muerte, es decir, la negación de su ser, la nada. Inicia su existencia con
un terror metafísico que le acompañará durante la órbita de su recorrido vital.
Dentro de su existencia se instala, desde el comienzo, un insoslayable
imperativo: el de luchar con todas sus fuerzas contra la muerte, no sólo física
sino espiritual, vale decir, contra la nada. Esta lucha se le plantea como un
problema radical que no dejará de plantearse sino hasta el término de su
existencia. Sabe que la vida es esencial y eminentemente problemática porque
depende, en gran manera, de la circunstancia que le ha tocado vivir. Su
cavilación ante el posible aniquilamiento de sí mismo lo lleva a discernir
sobre cuáles son los medios más eficaces para vencerlo. El hombre piensa porque
tiene que vivir antes que todo. La raíz del pensamiento humano no es un alarde
de lujo vital, como se ha creído, porque en esa raíz conviven, en una simbiosis
trascendental, el ansia de existir, la necesaria temporalidad de la existencia
y el terror de la muerte. El ser, el tiempo y la nada, ingredientes nucleares
del pensar metafísico, se plantean al hombre desde el primer día en que se
alumbra la conciencia de su vida, casi desde que nace”.[1]
Todos pensamos en función de determinados intereses, objetivos, fines y
metas. Pero parte del pensamiento del ser humano está contaminado,
distorsionado y por tanto conduce a mal puerto. Todo lo que dice, hace y
produce el ser humano depende de sus pensamientos. Y una mejor comprensión de
la naturaleza intelectual del ser humano, del pensamiento en sus diversas
clases y en su poder, le inducirá a cultivar, en su Yo consciente, sentiente y
existente, lo que es lo bueno, lo positivo y lo constructivo y a extirpar y
abandonar lo que hay de malo, negativo y destructivo.
Pero es importante en las vidas de relación interpersonales saber tomar
decisiones oportunas, eficaces y trascendentes para elegir qué tipo de pensamientos
se debe recibir, aceptar o rechazar en función a los intereses individuales,
colectivos o al bien común. Al respecto
Annie Besant[2] precisa: “No podemos impedir que los pensamientos de otros toquen nuestras
mentes; sólo podemos elegir cuáles debemos recibir y cuáles rechazar. Tenemos
que afectar y ser afectados; pero podemos afectar a otros en su beneficio o en
su daño, podemos ser afectados por lo bueno o por lo malo. En esto consiste
nuestra elección, elección de trascendencia para nosotros y para el mundo.
Escoged bien; pues vuestra elección es breve y, sin embargo, perdurable”.
Teniendo en cuenta
las consideraciones referidas ya estamos en un tramo avanzado para culminar la
obra Psicología
del pensamiento en la educación universitaria. En esta obra trataremos de explicar
genéricamente, en tres capítulos, sobre
la teoría del pensamiento, la taxonomía del pensamiento y el poder del
pensamiento, a efecto de que los
estudiantes, docentes e investigadores universitarios dispongan de las
herramientas apropiadas para pensar correctamente y contribuir a la solución de
los problemas de su entorno académico, profesional, social, ecológico y
científico.
El propósito de la obra será proveer a los estudiantes universitarios de un
recurso intelectual introductorio, adecuado y útil para utilizar correctamente
las diversas clases de pensamiento, realizar trabajos académicos y
científicos, exponer conocimientos de
las asignaturas, redactar y presentar
monografías, artículos científicos, ensayos, tesis y formar a los que se
inician en el cultivo de las disciplinas científicas.