LA POLÍTICA Y EL SÍNDROME DEL
PERRO DEL HORTELANO
Escribe: Dr. Eudoro Terrones
Negrete
Dice el refrán popular “No seas como el perro del hortelano que no come ni deja comer”, o aquél otro “El burócrata no trabaja ni deja que los demás trabajen”. Si esto es verdad, acabemos con este tipo de perro, con el burócrata y, finalmente, con la pobreza e injusticia social.
El perro del hortelano es una comedia palatina de Lope de Vega, publicada en la Oncena parte de las comedias de Lope Félix de Vega Carpio en Madrid, en 1618 al cuidado personal del propio autor. Procede por una expresión idiomática: “Ser como el perro del hortelano, que no come ni deja comer”; el perro es un animal no vegetariano que no come las verduras del huerto de su amo, pero no deja que los otros animales las coman. Toda la frase se refiere al argumento de la obra y significa que la condesa Diana no puede amar a Teodoro y por eso, no le deja amar ni ser amado por cualquier otra persona. (Wikipedia, La enciclopedia libre).
En un mundo globalizado, como el que estamos viviendo, superada la guerra fría de carácter ideológico entre capitalistas y socialistas, dentro de un libre mercado hay mayor posibilidad de solución de los antiguos y nuevos problemas de las sociedades si se comparte, con espíritu de justicia y entre todos los ciudadanos de un país, el poder del conocimiento, el poder político, el poder económico y con sólidos principios y valores éticos.
En el Perú el presidente de
García Pérez, para superar el síndrome del perro del hortelano planteó seis propuestas de solución: 1. Quitar al Estado la obsesión del control total; 2. estimular al empleado público que presta el mejor servicio; 3. liberar los bienes que el Estado no usa ni trabaja; 4. abrir a la producción y al trabajo las áreas sin uso que tiene el país; 5. nuevos procedimientos para fomentar la inversión; y, 6. dar al trabajo un nuevo valor de ahorro.
Me pareció atinada tal propuesta, mejor si se hace realidad. Basta ya
que el Perú siga perdiendo con aquellos reaccionarios y conservadores, las denominadas
“malas aguas”, que esperan que el gobierno o el presidente de
La política, como ciencia de lo posible y ciencia del buen gobierno, requiere no sólo de recursos humanos calificados con conciencia social, conciencia geográfica, conciencia histórica y conciencia cultural, sino también de la priorización de proyectos de desarrollo y de abundante recurso económico y financiero que contribuyan a solucionar los requerimientos y las necesidades de la población.
En la sociedad global es mayor la presencia de inversionistas, nacionales y extranjeros, que buscan nuevos y favorables mercados para colocar sus ingentes sumas de dinero. Los inversionistas sólo exigen dos condiciones básicas: seguridad jurídica (respeto del Estado de Derecho y de las reglas de juego a nivel de los gobiernos) y estabilidad política (continuidad y renovación de las democracias, libertad de expresión y de información y respeto de los derechos humanos).
No cabe duda que los países lentos o en vía de desarrollo saldrían ganando, en la medida que superen de un tajo o gradualmente la tradicional política del perro del hortelano.