FUNDAMENTOS ÉTICOS DEL
INVESTIGADOR CIENTÍFICO
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
En una época impregnada de realizaciones científico-técnicas, es
necesario que el “soberano”, el pueblo, que la mayoría de los seres humanos
cobren conciencia de la importancia y trascendencia de la actividad científica,
que se conviertan en seres creadores e innovadores, premunidos de valores
morales, que incorporen a su saber la cultura científica y a su formación
profesional el conocimiento de la filosofía de la ciencia, de la metodología
científica y de la suficiencia científica.
El investigador científico debe intervenir en el proceso de humanización de la ciencia[2], de democratización de la ciencia, de sensibilización de la
sociedad sobre los nuevos fenómenos de nuestro tiempo y de creación de la
conciencia pública sobre el valor de la ciencia y de los valores axiológicos en
el siglo XXI.
Y ante el espacio marginal e insignificante que ocupa la ciencia en los
medios de comunicación social, éstos están llamados a realizar un esfuerzo
notable de divulgación científica y tecnológica[3],
con el fin de despertar vocaciones
científicas, despertar el interés y lograr que el hombre del pueblo y el
público tengan conocimiento de los resultados de la investigación científica
que se realizan en los ámbitos académicos y a nivel de la comunidad científica
nacional y mundial. Este solo hecho sería determinante para que las
universidades públicas y privadas, los medios políticos y económicos de los
países pasen, de la política científica de escritorio y puramente declamatoria,
a la política científica participativa, efectiva y resolutiva de problemas.
La Declaración de Derechos del Hombre, adoptada por la Asamblea General
de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 dice: “Toda persona tiene
derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar
de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que
de él resulten”.
Según la Conferencia Mundial de Educación Superior celebrada en 1998,
el crecimiento, el desarrollo y el progreso de las sociedades y de la humanidad
están determinados por el avance del conocimiento, de la ciencia y la
tecnología. En esta misma conferencia mundial se afirmó categóricamente que
“promover, generar y difundir el conocimiento por medio la investigación debe
ser parte de los servicios que la universidad ha de prestar a la comunidad,
para proporcionar las competencias adecuadas para contribuir al desarrollo
cultural, social y económico de las sociedades, fomentando y desarrollando la
investigación científica y tecnológica, a la par que la investigación en el
campo de las ciencias sociales, las humanidades y las artes creativas”.
Todo investigador enmarca su quehacer profesional en una
serie de fundamentos éticos básicos que contribuyen a asegurar su credibilidad
o buena imagen dentro de la comunidad de científicos y la población en general.
Constituyen fundamentos éticos del investigador científico:
·
Buscar el entendimiento, la paz, la fraternidad e integración
entre los pueblos.
·
Callar, antes que deformar o desinformar.
· Contribuir con la formación correcta y crítica de la opinión
pública y de actitudes positivas para la transformación social.
·
Decir toda la verdad y no medias verdades.
· Demostrar imparcialidad, responsabilidad y pluralismo en los actos
de investigación, de crítica y de comentario, siempre ajustados a la verdad, la
lógica, la justicia y al bien común.
· Guardar el secreto profesional, mantener la independencia de
criterio, mantenerse inflexible frente a presiones, prejuicios e intereses en
conflicto.
·
No ceder posiciones a los intereses de grupos de poder y grupos de
presión.
·
No intrigar, no murmurar ni adular a las personas.
· No revelar públicamente informaciones, testimonios y documentos
recibidos de manera confidencial, salvo casos cuando esté de por medio un
interés mayor de bien común, cuando se trate de prevenir un grave daño a la
comunidad y cuando es el único medio para defender la inocencia o el buen
nombre de una persona, de la autoridad o de la institución que financia la investigación
y que es atacado de manera injusta públicamente.
· Efectuar el desarrollo de los proyectos de investigación con
lealtad a la institución que lo financia y lealtad al bien común.
·
Promover y defender los derechos humanos.
· Defender y practicar las libertades de pensamiento, opinión,
expresión, difusión e investigación, con las responsabilidades establecidas por
las Constituciones políticas y leyes de cada país.
·
Respetar, defender y difundir la Constitución política y las leyes
de los países.
·
Servir al público y no servirse de él.
·
Usar con claridad, precisión, sencillez y corrección el lenguaje
de la investigación.
·
Usar los equipos y medios de investigación en óptimas condiciones.
· Usar medios lícitos y éticos para obtener informaciones,
declaraciones, documentos, fotografías e imágenes.
· Vulgarizar la ciencia, la tecnología, la educación y la cultura.
[1] Suficiencia científica es la capacidad para comprender el
vocabulario científico lo bastante bien como para poder seguir debates públicos
concernientes a temas científicos o tecnológicos, y si es necesario, participar
en los mismos (Richard P. Brennan, “Diccionario Básico para la Actualidad
Científica”, Celeste Ediciones, España, 1994).
[2] El proceso de humanización de
la ciencia consiste en hacer que el hombre común participe como usuario en
el proceso de la ciencia y la tecnología (Da Costa Bueno) y difundir la idea de
que la ciencia es el del hombre y para el hombre, que la ciencia debe estar al
servicio del hombre y no el hombre al servicio de la ciencia.
[3] “El periodismo científico
consiste en divulgar la ciencia y la tecnología a través de los medios
informativos. Es una especialidad reciente del periodismo: Nace más o menos en
los años veinte, cuando empieza la gran explosión científica y al mismo tiempo,
surgen los grandes diarios informativos. Tiene la importancia de acercar el
saber y los conocimientos de la minoría hasta la mayoría” (Manuel Calvo
Hernando).