Artículos periodísticos y de investigación

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15 de junio de 2019

EL PLAGIO EN EL CAMPO DE LA INVESTIGACIÓN


EL PLAGIO EN EL CAMPO DE LA INVESTIGACIÓN

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

El plagio consiste en copiar al pie de la letra, transcribir y difundir conceptos, escritos, manuales, obras, libros, tratados, imágenes y videos ajenos para darlos como si fueran de uno mismo, sin indicar la fuente original ni respetar la propiedad intelectual.

El plagio es un serio problema en los ámbitos intelectual, académico, artístico, educativo, cultural, creativo e investigativo. Esta práctica antiética, de deshonestidad académica e investigativa,  constituye una falta grave censurable y sancionable por los códigos de ética y las leyes de los países.

El plagio es la negación del proceso de creación y de investigación que debe animar a toda persona, profesional o intelectual. Al plagiar un texto la persona o el investigador está repitiendo lo que otros crearon o descubrieron con mucho esfuerzo y constante dedicación al pensamiento reflexivo. Al plagiar la persona o el investigador está negando su capacidad de generar nuevas ideas y propuestas independientes y colectivas para la solución de problemas.
“Durante los años sesenta los casos de fraude o plagio eran considerados para la sociedad como “actos no representativos de una comunidad científica” (LaFollette, 1996). En los años ochenta comenzaron a presentarse los primeros casos de “fraude” en universidades reconocidas como Harvard y Yale en Estados Unidos. En respuesta a estos hechos, aparecen libros como Betrayers of the Truth (Broad y Wade, 1982) y Cantor´s Dilemma (Djerassi, 1991, El dilema de Cantor, FCE, 1993), que criticaban a una comunidad científica que, ante sucesos escandalosos de fraude y plagio, se mostraba indiferente”. “Entre los casos más recientes de conducta éticamente inaceptable, destaca en Estados Unidos el del reconocido cardiólogo Robert Slutsky de la Universidad de California-San Diego (UCSD), quien produjo 137 artículos en 7 años (ca. 1 artículo por cada 13 días laborales). Después de un exhaustivo análisis por un panel de revisores, se determinó que de los 137 artículos publicados, la validez del 56 % de éstos era dudosa y 9 % era fraudulenta (Whitely et al., 1994). Otros acontecimientos que también han encabezado los titulares de periódicos y revistas son los casos de los alemanes Friedhelm Herrmann y Marion Branch, y los de los doctores Jan Hendrik Schön y Anders Pape Moller, acusados de alteración, fabricación y falsificación de datos (Bostanci, 2002: Service, 2002; Vogel et al., 2004)”.[1]
 Por todas las consideraciones expuestas, y otras más que nos reservamos, consideramos que la investigación científica, la investigación humanística y la investigación tecnológica, tanto en sus procesos y resultados como también durante su divulgación, deben estar enmarcados y ajustados a los lineamientos éticos.

“Son formas de plagio no sólo la apropiación indebida de ideas de otros como propias, sino también otras formas más sutiles como el denominado autoplagio que consiste en no citar la fuente original en donde se publicó anteriormente una idea propia o la denominada replicación que consiste en presentar un mismo texto para diversas publicaciones sin el consentimiento del editor original. También son formas más sutiles de plagio el denominado parafraseo libre de una frase ajena, aun cuando sea menor, sin citar la fuente de inspiración original o la denominada citación indirecta que consiste en tomar o parafrasear un texto citado por un autor sin indicar que la cita no se tomó de modo directo sino que fue tomada del autor que la citó”[2] (Código de Ética en la Investigación Científica de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas).

Yolanda Angulo Bazán[3] en su artículo “Problemas éticos en investigación científica estudiantil. Política editorial de la revista CIMEL expresa: Estudios en el primer mundo estiman la frecuencia de plagio en un 91%, con un porcentaje de plagio de un 10% (definido este como la división de los párrafos no propios sobre la totalidad de párrafos)[4] (4), lo que concuerda con estudios latinoamericanos anteriores, que describen frecuencias de plagio de hasta 95.8 % [5].

HERRAMIENTAS DE INTERNET PARA COMBATIR Y SANCIONAR EL PLAGIO

Felizmente en las universidades públicas y privadas de Perú ya se utiliza herramientas de Internet que permiten identificar, combatir y sancionar el plagio o esta conducta impropia del investigador. Entre estas herramientas figura el portal TURNITIN que indica qué porcentajes de un texto fueron copiados de otro y de qué textos.

TURNITIN ofrece tres herramientas esenciales: OriginalitiyCheck, GradeMark y PeerMark

OriginalitiyCheck, asegura y comprueba la originalidad antes de que se dedique tiempo a calificar el trabajo y genera el informe en cuestión de minutos, fomenta el correcto empleo de métodos de investigación y citación.

GradeMark, realiza inclusión rápida de correcciones y comentarios en trabajos de manera clara, legible y pertinente, permit4e crear y compartir rúbricas personalizadas, registra el progreso del estudiante con el tiempo y es un sistema de calificaciones 100 % libre de papel.

PeerMark facilita la inclusión de revisión y opiniones por parte de compañeros, permite la configuración de preguntas de revisión estándar de cualquier tema, permite la distribución anónima de opiniones, entre otros.


[1] Aluja, Martín y Andrea Birke (Coordinadores). El papel de la ética en la investigación científica y la educación superior. Academia Mexicana de Ciencias. Fondo de Cultura Económica, segunda edición, México, 2004, pp.92 y 93.
[2] Código de Ética en la Investigación Científica de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.http://sica.upc.edu.pe/sites/sica.upc.edu.pe/files/INV-COD-CODIGODEETICAENLAINVESTIGACION-UPCfirmado.pdf
[4] Bilić-Zulle L, Frković V, Turk T, Azman J, Petrovecki M. Prevalence of plagiarism among medical students. Croat Med J. 2005 Feb;46(1):126-31.
[5] Huamani C, Dulanto-Pizzorni A, Rojas-Revoredo V. ‘Copiar y pegar’ en investigaciones en el pregrado: haciendo mal uso del Internet. An Fac med. 2008;69(2):117-9.

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