LA ENSEÑANZA BASADA EN COMPETENCIAS
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
En las últimas décadas, se han producido grandes progresos en todos los campos del saber humano.
Si la sociedad está en perpetuo cambio e innovación, con mayor razón las actividades de los docentes deberán mantenerse en actitud similar, mejorando las técnicas de la enseñanza para obtener el máximo rendimiento del tiempo y de las capacidades de los estudiantes, desarrollar el pensamiento sistémico, creativo, constructivo y crítico, cultivar el aprendizaje significativo y continuo y adaptarse a los ambientes cambiantes.
En la actualidad mucho se viene hablando de las competencias del alumnado y de las que deben poseer los profesionales para hacer frente a los nuevos retos de la sociedad.
Se afirma que el recurso económico no es ya el capital, los recursos naturales ni siquiera el trabajo. Es y será el conocimiento y la inteligencia de éxito, los mismos que permitirán a los seres humanos ser más proactivos que reactivos, más participativos con autonomía personal, valores éticos y calidad cognitiva en procura de la solución de problemas.
El término “competencia” se origina en el siglo XV. Pero, en el ámbito empresarial, a principios de la década de los setenta surge este término “para designar a una persona que es capaz de realizar una tarea concreta de forma exitosa y eficiente.
Más tarde estas ideas empiezan a utilizarse en el sistema escolar, en los estudios de formación profesional, y luego se extienden a los demás niveles educativos.
Su procedencia es del latín: Competere, es decir lo que le corresponde a una persona hacer con idoneidad y responsabilidad en un área determinada.
Una competencia es la capacidad de aplicar conocimientos, informaciones, cualidades, capacidades, destrezas, habilidades, actitudes, aptitudes, valores éticos, emociones, motivaciones, esquemas de percepción, evaluación y razonamiento. Una competencia es la integración de saberes y aprendizajes de diferentes áreas, para el desempeño eficiente de la ocupación o profesión, la solución de problemas imprevistos en un contexto determinado y la participación eficaz en la vida social, económica, política y cultural de la sociedad.
Lasnier (2000), entiende por competencia: “Un saber hacer complejo resultado de la integración, movilización y adecuación de capacidades, habilidades y conocimientos utilizados eficazmente en situaciones que tengan un carácter común”
Los componentes de una competencia son el saber ser, el saber conocer, el saber hacer y el saber convivir.
“El término “competencia” surge como superación a esta visión simplista de la educación y, en este caso, entre una enseñanza fundamentada sólo en la memorización y otra basada en la acción por la acción. Dicho término representa la alternativa superadora a las distintas dicotonomías, vigentes en el pasado siglo, entre memorizar y comprender, conocimientos y habilidades, teoría y práctica. Sabemos que para ser competente en todas las actividades de la vida es necesario disponer de unos conocimientos (hechos, conceptos y sistemas conceptuales), aunque éstos no sirven de nada si no los comprendemos ni somos capaces de saberlos utilizar… La mejora de la competencia implica la capacidad de reflexionar sobre su aplicación, y para alcanzarla es necesario el apoyo del conocimiento teórico”, explican Antoni Zabala y Laia Arnau en la obra “11 ideas clave. Cómo aprender y enseñar competencias” (Barcelona, 2008).
La enseñanza basada en competencias (EBC) es una nueva y trascendental oportunidad para el sistema educativo de cualquier país del mundo que quiera desarrollar una educación responsable y holística que permita formar ciudadanos idóneos y comprometidos con el desarrollo y progreso de sus pueblos, formar seres humanos para la equidad, la libertad y la justicia social, redescubriendo sus capacidades, habilidades, destrezas, actitudes y potencialidades, en procura de una sociedad colaborativa, solidaria, ética, participativa, libre y justa.
La responsabilidad de la formación integral de los estudiantes implica la responsabilidad de todos y cada uno de los agentes educativos en todos los ámbitos y dimensiones de la sociedad.
En el aprendizaje por competencias se movilizan de manera interrelacionada una serie de componentes actitudinales, procedimentales y conceptuales, que permitan atribuir sentido y orientación a aquello que se aprende. Todo aprendizaje de una competencia conlleva a un aprendizaje para actuar en la vida con efectividad, eficacia y eficiencia.
Habilidades, son componentes de las competencias, y son acciones que realiza el estudiante para conseguir un fin: procedimientos, técnicas, estrategias, métodos.
Conocimientos, son componentes conceptuales de las competencias, y que están referidos a hechos, conceptos, principios y sistemas conceptuales.
Actitudes, son componentes actitudinales de las competencias, que hacen referencia a la predisposición y a la manera de actuar del estudiante ante una situación concreta.
Los expertos en educación señalan que la educación en el siglo XXI requiere de propuestas curriculares por competencias, con un enfoque globalizador, de pensamiento sistémico y complejo y un aprendizaje de por vida, orientado a erradicar el aprendizaje memorístico de conocimientos, a movilizar de manera interrelacionada y funcional los componentes actitudinales, procedimentales y conceptuales del ser humano.
Se trata de superar la enseñanza tradicional que aún viene promoviendo un pensamiento a favor del saber por el saber, con la preeminencia de la teoría sobre la práctica, y que cumple funciones propedéuticas, selectivas, instructivas y memorísticas, centrada en el docente y en asignaturas o materias seleccionadas con criterios arbitrarios.
Es decir la enseñanza tradicional prepara al alumnado para los niveles superiores del sistema educativo y el sistema educativo tiene por misión distinguir a los alumnos “capacitados” para llegar a las enseñanzas universitarias.
La educación tradicional es instructiva porque gira en torno a la enseñanza por materias, siendo éstas las articuladoras de la gestión pedagógica, con formato de horario rígido y que utiliza la hora como pauta de distribución del quehacer pedagógico en el aula.
En cambio, en la educación para el siglo XXI, hay la necesidad de contar con el pensamiento sistémico y complejo, basado en la capacidad a fin de acercarse a la realidad natural o social, analizarla y resolver los problemas a partir de una visión sistémica con significatividad y que lo pueda utilizar en situaciones específicas de su vida real, teniendo en cuenta las zonas de desarrollo próximo.
Y zonas de desarrollo próximo significa la distancia que existe entre lo que el estudiante ya sabe y lo que puede aprender con la ayuda de una persona más experta.
La formación de los profesionales para el siglo XXI está basada en competencias, en la transferencia y aplicación del conocimiento adquirido a otras situaciones distintas. Utiliza estrategias metodológicas apropiadas, métodos formativos basados en la acción y en un enfoque globalizador.
El alumno es objeto de estudio del profesorado y las áreas curriculares solamente son el medio pero no el fin. Hay un uso variable del tiempo en la enseñanza-aprendizaje, un análisis crítico de los problemas, trabajo en equipo, compartido y colaborativo entre estudiantes y docentes respecto a la práctica educativa.
La enseñanza basada en competencias desarrolla componentes múltiples, fomenta la autoestima, efectúa el seguimiento de las características diferenciales y promueve la relación positiva entre todos los agentes de la comunidad educativa, incluida la sociedad y las familias.
La enseñanza en el siglo XXI tiende a dejar atrás la enseñanza por objetivos y propende a desarrollar una propuesta curricular por capacidades como antesala de las competencias, y que conlleva a dominar una técnica, su comprensión y funcionalidad, haciendo imprescindible que aquello que se aprende sirva para poder actuar de manera exitosa en situaciones nuevas, conflictos y problemas específicos del ámbito personal, interpersonal, laboral y profesional.
“Una enseñanza de competencias para la vida exige la creación de un área específica para todos sus componentes de carácter metadisciplinar, que permita la reflexión y el estudio teórico y, al mismo tiempo, su aprendizaje sistemático en todas las otras áreas” señalan Antoni Zabala y Laia Arnau, en “11 ideas clave. Cómo aprender y enseñar competencias”.
La enseñanza en el siglo XXI deberá ser profundamente democrática, es decir, para todos. Deberá formar en todas las capacidades del ser humano y con una función orientadora para desarrollarse según sus posibilidades poder dar respuesta a los problemas que la vida le planteará en el presente o en futuro.
La didáctica por competencias está enfocada a problemas, considera el contexto, articula los saberes (saber ser, saber conocer, saber hacer y saber convivir), se orienta a formar competencias y se basa en la metacognición.
Entre las principales estrategias didácticas para formar competencias se consideran el método constructivista de Kolb, el método clínico de Piaget, el método de mapas conceptuales, las estrategias metacognitivas, las pasantías, el análisis crítico, el portafolio, la simulación, la clase magistral y las monografías (www.eudoroterrones.com; e-mail: eudoro.terrones@yahoo.com; http://eudoroterrones.blogspot.com).