TEORÍA DE ANTENOR ORREGO ACERCA DEL HOMBRE
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
El filósofo peruano, Antenor Orrego Espinoza, principalmente en sus obras “Pueblo-Continente”, “Hacia un Humanismo Americano” y “El Monólogo Eterno”, nos da a conocer su concepción sobre el hombre.
«El hombre- dice Orrego Espinoza- en su esencia más acendrada, es un pensamiento carnal que actúa, que opera, que transforma, que fecundiza. Nuestro mundo es un mundo de formas, pero de formas penetradas y traspasadas de pensamiento. Pensar y obrar no son términos antinómicos sino correlativos y complementarios. Ambos señalan la escala serial de un solo proceso que es la expresión de la Vida»,
«Europa, en cambio, aporta sus técnicas, nos da el hombre concreto y colectivo, el hombre en convivencia mutua, el hombre político y posesivo por excelencia. Mientras el Oriente nos da el hombre genérico a trueque de gasificarse por falta de contención terrestre, el Occidente nos da el hombre de carne y hueso, la criatura telúrica enfocada en sus inmediatas realidades vitales….».
«… Bajo la Norte América europea y yuxtapuesta, existe la Norte América del porvenir, la Norte América macrocósmica que está generando y nutriendo en sus entrañas el hombre americano del futuro, el hombre universal del mañana….».
«El hombre no es un ser angélico, aunque las viejas metafísicas y teogonías del oriente digan que está en trance de serlo, pero lo importante es que ahora no lo es y que tiene que trabajar, pensar y vivir en la tierra y con la tierra. La esencia del ser actual del hombre es de un carácter ascensional: se proyecta, como una fiesta carnal, viva y fulgurante, de abajo hacia arriba, del nadir al cenit, de la raíz a la copa».
«El hombre latinoamericano es el hombre que se encuentra más pegado a la tierra, a la capa mineral del globo, a ese estrato duro y pétreo en el que parece que la materia hubiera alcanzado al nadir de su densidad. Hombre-mineral, le llama al latinoamericano una de las mentalidades más potentes del mundo, es decir, criatura alimentada, sostenida y procreada por los jugos terrestres. En ninguna parte como en América, el mundo abismal e inferior ejerce un tan poderoso imperio sobre el hombre; más, en ninguna parte, tampoco, del mundo, el hombre tiene la posibilidad de expresar en mayor grado la potencia inmaterial del espíritu, porque se ha apoderado y está dominando el material más denso y, por eso, el más rico en capacidad de expresión humana, en potencia traductora de esencia terrestre. Es la antigua fábula de Ateneo, el cual se vigoriza a condición de su terrenidad; es el símbolo de la cometa que se remonta al espacio, gracias al hilo que la retiene pegada al ombligo vital de la tierra».
«En estos países, actualmente, el hombre de acción forja su obra y se forja él mismo con la masa; el hombre de pensamiento encuentra su discipulado en el pueblo y dialoga socráticamente con la multitud; el hombre de sacrificio y de apostolado encuentra sus hermanos en el tugurio y, junto a ellos, encuentra, también, muchas veces, el martirio, mientras las oligarquías invertidas y hemofílicas levantan con metralla la cortina de fuego que pretende impedir el ascenso vitalizante del pueblo hacia la nueva jerarquía directora y conductora de los destinos humanos; mientras el intelectual burocrático y mercenario teje lemas retóricos a la organización del asesinato colectivo; mientras el sacerdote que se llama sacerdote de Cristo -ese ser de proyección multitudinaria, por excelencia- se alía a la violencia y justifica el privilegio de la ineptitud; mientras el corchete llamado del orden impone con el fusil que el pueblo puso en sus manos, la injusticia, la subversión y el desorden organizados desde arriba por las clases dominantes».