EL HOMBRE ES UN SER RACIONAL
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
En principio, todo hombre es un individuo, pero también es una persona racional y moral. Según el filósofo y político romano y autor de El consuelo de la filosofía, Boeccio (470-525) la persona es naturae rationalis individua substantia (Líber de persona, III): una sustancia individual de naturaleza racional».
El hombre es un ser racional (animal rationale), porque es capaz de perfeccionarse de acuerdo con los fines, objetivos y metas que se traza durante toda su vida y para toda su vida; porque es capaz de ordenar su manera de vivir, trabajar, producir, consumir y también de divertirse según los principios que lo dicta su razón. Por su capacidad racional, unifica a priori, mediante principios, los conocimientos que la razón le genera.
El hombre, en virtud de su razón, es capaz de vivir en conformidad con los dictados de la razón. El hombre es capaz de determinar dónde está el bien y dónde está el mal, cómo hacerse digno y cómo ser libre. El hombre es capaz de alcanzar sus objetivos, fines y metas trazados, lograr su perfeccionamiento físico, espiritual, profesional y moral, conocer las leyes de la naturaleza, superar y solucionar problemas y alcanzar mejores niveles de vida o de bienestar para sí y para los demás. El hombre, por la razón, es un fin en sí mismo y no un simple medio al servicio de intereses subalternos, de grupos de presión o de grupos de poder.
Por la razón, el ser del hombre se torna trascendente, incursiona en los campos de todas las ciencias y genera nuevos conocimientos, nuevos avances filosóficos y científicos; es capaz de utilizar y producir principios, normas, reglas, hipótesis, leyes y teorías.
El hombre para saber qué tiene que hacer y qué no debe hacer a fin de obrar correctamente le basta con usar su razón en forma oportuna y en toda su exacta dimensión.
El oficio de la razón del hombre consiste, según el filósofo empirista inglés John Locke, en hacer buen uso de ella, para Dios, para uno mismo y todos los demás hombres. El gran Sócrates, dijo alguna vez en sus diálogos cotidianos con la juventud que el hombre sólo debe someterse a lo que le dicte su razón. Él mismo dijo una vez: «Soy uno de esos que siempre tienen que indagar la razón».
En la Grecia antigua, Aristóteles había definido al «esclavo por naturaleza» como «alguien que participa de la razón sólo en cuanto la percibe en otros, pero sin poseerla él mismo».