ALAN GARCÍA, EN SUS 6O AÑOS AL SERVICIO DEL PERÚ
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
El paladín de la democracia latinoamericana y el más grande ideólogo y político del siglo XX, Víctor Raúl Haya de la Torre, el 18 de febrero de 1972, en su discurso por el día de la Fraternidad en Campo de Marte (Jesús María, Lima), expresó:
“¡El Perú no quiere ser colono! Ya lo fue una vez. No debe serlo en el futuro. No necesitamos que de afuera vengan a enseñarnos cómo se hace la revolución. La revolución la hacemos nosotros con plena conciencia de nuestro designio histórico. Los colonos, los alienados, los hipotecados a las potencias extranjeras, aunque se revistan de radicalismo y de “revolucionarios”, en realidad sólo representan al neo-colonialismo que pretende, con sus nuevas fórmulas imperiales, la sujeción de nuestros pueblos subdesarrollados”.
Y porque no quiere ser colono, el Perú, con el concurso de todos los buenos peruanos, está decidido firmemente a ser independiente por siempre, con su propia sangre, con sus propios cerebros, pensamientos y corazones, hasta quemar el último cartucho. Nada de sumisión a ideologías, políticas y consignas internacionales, sean de la derecha tradicional o de la izquierda extrema mercenaria que hipotecan sus conciencias y sus organizaciones a quienes más les ofrecen dinero a raudales, contantes y sonantes.
Desde 1821 hasta la fecha aparecieron y desaparecieron muchos partidos políticos por haber nacido sin ideología, sin sólida organización y con líderes de dudosa autoridad profesional y autoridad moral. Pero el APRA se mantiene a pie firme, combatiendo ideológicamente a los enemigos de la democracia, pero manteniendo lealtad a sus principios, a sus programas y planes de gobierno. Se hizo realidad el anuncio profético de Haya: “Después de mi muerte, la victoria”. Y así fue. Su más querido discípulo, Alan García Pérez, fue el predestinado y reelegido por el pueblo peruano hasta ahora dos veces como Presidente Constitucional de la República.
“Debemos aplicar la realidad a los libros y no los libros a la realidad” era uno de sus apotegmas de lucha científica que voceaba por doquier Haya de la Torre, en franca respuesta a los intelectualoides, a los revolucionarios de boquilla, a los rabanitos criollos y a los colonos mentales europeos que predicaban la liberación de América recitando las obras de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao Tse Tung y de Hitler. Y Alan García lo tiene muy en cuenta este apotegma en el momento de sus grandes decisiones políticas, económicas y sociales.
Digan lo que digan los opositores apocalípticos, el Perú ya está en la ruta del crecimiento, del desarrollo y del progreso sostenido, consolidado y permanente. Las cifras económicas y los comentarios de los más renombrados economistas del mundo confirman lo que decimos.
Nuestro presidente de la República, Alan Gabriel Ludwig García Pérez, acaba de cumplir este 23 de mayo, sesenta años de vida al servicio de la causa del pueblo peruano. Las mayorías nacionales lo eligieron Presidente Constitucional del Perú en dos ocasiones (1985-1990 y 2006-2011), Diputado constituyente (1978-79), Diputado (1980-1985) y Senador Vitalicio (1990-1992).
El discípulo predilecto de Víctor Raúl Haya de la Torre, ocupó diversos cargos políticos en el APRA, habiendo logrado infundir entusiasmo, movilización de juventudes y fe en vastos sectores populares por un Perú con libertad y justicia social. Y continúa incansable cada día, inaugurando obras y más obras públicas, como ningún otro presidente de épocas pasadas.
Alan García cumplió sesenta años, dedicado a tiempo completo a la tarea de gobierno por los más pobres, por los que menos tienen, porque son los que más necesitan. Alan García es el presidente que más tiempo se le ve en el Perú, en algún punto del territorio nacional confundido con el hombre del pueblo, informando de las acciones de gobierno, dialogando con las organizaciones campesinas, con los trabajadores manuales e intelectuales, a tal punto que en determinados círculos de politicólogos se viene analizando la posibilidad de un tercer período, porque años, capacidad, experiencia, vocación de servicio y juventud le sobran.
Alan García Pérez, en su segundo gobierno, no dudó un momento para compartir el poder político con técnicos y personalidades que aun no siendo del Partido Aprista están dispuestos a poner sus capacidades, experiencias, esfuerzos e iniciativas en procura de un Perú admirado, respetado y merecedor de un futuro mejor. Yehude Simon Munaro, como presidente del Consejo de Ministros y varios ministros no son apristas, una prueba más de la vocación democrática y del pluralismo político del actual gobierno.
El presidente Alan García está realizando una revolución social descentralista, popular, de apertura a todos los peruanos y para todos los peruanos. Revolución con libertad y para la libertad.. Una revolución descentralista con respeto a los derechos humanos y transferencia de recursos económicos significativos para todos los gobiernos regionales. Revolución con plena libertad de prensa y de empresa. Una verdadera revolución pacífica, con crítica constructiva, con libre opinión de los ciudadanos y con plena expresión de su conciencia moral y conciencia política. Revolución sin fraudes y sin vetos a nadie, con elecciones libres. Revolución con crecimiento económico, con estabilidad política y seguridad jurídica. Revolución desde las entrañas del pueblo, con el pueblo y para el pueblo. Revolución con mejores servicios a los ciudadanos: más agua, más luz, mejores carreteras, más viviendas populares, más educación de calidad, mayores oportunidades de empleo y mayor disminución del analfabetismo y de la pobreza. Revolución con poderes del Estado autónomos y con elecciones libres, con una acción educativa capaz de asegurar y garantizar al término del gobierno (2011) la erradicación del problema del analfabetismo.
Y algo más. Revolución que está haciendo realidad los postulados de la justicia social en el Perú, sin caer en los extremismos demagógicos, pero sí con educadora disciplina partidaria, con pedagogía política, con fe en un mejor destino patrio.
Revolución ejemplar y para la historia, con plena libertad de opinar y libertad de oposición, revolución de Pan con Libertad para todos, sin que nadie sea perseguido por razón de sus ideas. Antes bien, una revolución que concede el derecho de asilo a líderes políticos que en sus países de origen son perseguidos por gobernantes autoritarios y antidemócratas.
“Nosotros los apristas supimos evidenciar que en este país hay un pueblo que sabe amar a la libertad, odiar a los tiranos y morir por la verdad que cree suya, como una reivindicación histórica de la justicia que es suya; de su pasado y de su epopeya y de su destino”, llegó a decir Haya de la Torre el 21 de setiembre de 1969 en su discurso por el 39 aniversario del PAP.
Revolución propia en el que la pequeña propiedad del campesino pobre y de los medios de comunicación social no son confiscados ni colectivizados, ni “nacionalizados”. Revolución que respeta y ampara los derechos de los trabajadores manuales e intelectuales reintegrándolos a sus centros de trabajo cuando fueron despedidos por anteriores gobiernos.
En 1931, en una de sus extraordinarias manifestaciones, Haya de la Torre expresó su máximo anhelo de un Perú para los peruanos, en el que imperen los principios democráticos de la República, la Constitución política del Estado, el espíritu nacionalista, los derechos humanos, la libertad, la fraternidad y la justicia social.
Haya de la Torre sentenció, entonces: “Queremos, como tantas veces lo he proclamado desde 1931: “Solución peruana para los problemas peruanos”, que son problemas de justicia, de higiene, de cultura, de bienestar material y espiritual, de libertades públicas y de pleno ejercicio de la soberanía popular”.
El Aprismo, con Haya de la Torre desde la eternidad, con Alan García Pérez en el siglo XXI y con todos sus dirigentes políticos de base, estamos seguros que seguirán luchando por un “Perú nuevo que insurge ya”, con equilibrio moral de deberes y derechos para todos, creando riqueza para quienes no la tienen, salvando la dignidad del Perú en el que fuera posible que el hombre piense, hable, sueñe y trabaje libremente, sin la mordaza que limite la expresión de su conciencia y sin la pesadilla de quedarse por siempre sin trabajo. ¡Feliz cumpleaños, Presidente Alan García!
“¡El Perú no quiere ser colono! Ya lo fue una vez. No debe serlo en el futuro. No necesitamos que de afuera vengan a enseñarnos cómo se hace la revolución. La revolución la hacemos nosotros con plena conciencia de nuestro designio histórico. Los colonos, los alienados, los hipotecados a las potencias extranjeras, aunque se revistan de radicalismo y de “revolucionarios”, en realidad sólo representan al neo-colonialismo que pretende, con sus nuevas fórmulas imperiales, la sujeción de nuestros pueblos subdesarrollados”.
Y porque no quiere ser colono, el Perú, con el concurso de todos los buenos peruanos, está decidido firmemente a ser independiente por siempre, con su propia sangre, con sus propios cerebros, pensamientos y corazones, hasta quemar el último cartucho. Nada de sumisión a ideologías, políticas y consignas internacionales, sean de la derecha tradicional o de la izquierda extrema mercenaria que hipotecan sus conciencias y sus organizaciones a quienes más les ofrecen dinero a raudales, contantes y sonantes.
Desde 1821 hasta la fecha aparecieron y desaparecieron muchos partidos políticos por haber nacido sin ideología, sin sólida organización y con líderes de dudosa autoridad profesional y autoridad moral. Pero el APRA se mantiene a pie firme, combatiendo ideológicamente a los enemigos de la democracia, pero manteniendo lealtad a sus principios, a sus programas y planes de gobierno. Se hizo realidad el anuncio profético de Haya: “Después de mi muerte, la victoria”. Y así fue. Su más querido discípulo, Alan García Pérez, fue el predestinado y reelegido por el pueblo peruano hasta ahora dos veces como Presidente Constitucional de la República.
“Debemos aplicar la realidad a los libros y no los libros a la realidad” era uno de sus apotegmas de lucha científica que voceaba por doquier Haya de la Torre, en franca respuesta a los intelectualoides, a los revolucionarios de boquilla, a los rabanitos criollos y a los colonos mentales europeos que predicaban la liberación de América recitando las obras de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao Tse Tung y de Hitler. Y Alan García lo tiene muy en cuenta este apotegma en el momento de sus grandes decisiones políticas, económicas y sociales.
Digan lo que digan los opositores apocalípticos, el Perú ya está en la ruta del crecimiento, del desarrollo y del progreso sostenido, consolidado y permanente. Las cifras económicas y los comentarios de los más renombrados economistas del mundo confirman lo que decimos.
Nuestro presidente de la República, Alan Gabriel Ludwig García Pérez, acaba de cumplir este 23 de mayo, sesenta años de vida al servicio de la causa del pueblo peruano. Las mayorías nacionales lo eligieron Presidente Constitucional del Perú en dos ocasiones (1985-1990 y 2006-2011), Diputado constituyente (1978-79), Diputado (1980-1985) y Senador Vitalicio (1990-1992).
El discípulo predilecto de Víctor Raúl Haya de la Torre, ocupó diversos cargos políticos en el APRA, habiendo logrado infundir entusiasmo, movilización de juventudes y fe en vastos sectores populares por un Perú con libertad y justicia social. Y continúa incansable cada día, inaugurando obras y más obras públicas, como ningún otro presidente de épocas pasadas.
Alan García cumplió sesenta años, dedicado a tiempo completo a la tarea de gobierno por los más pobres, por los que menos tienen, porque son los que más necesitan. Alan García es el presidente que más tiempo se le ve en el Perú, en algún punto del territorio nacional confundido con el hombre del pueblo, informando de las acciones de gobierno, dialogando con las organizaciones campesinas, con los trabajadores manuales e intelectuales, a tal punto que en determinados círculos de politicólogos se viene analizando la posibilidad de un tercer período, porque años, capacidad, experiencia, vocación de servicio y juventud le sobran.
Alan García Pérez, en su segundo gobierno, no dudó un momento para compartir el poder político con técnicos y personalidades que aun no siendo del Partido Aprista están dispuestos a poner sus capacidades, experiencias, esfuerzos e iniciativas en procura de un Perú admirado, respetado y merecedor de un futuro mejor. Yehude Simon Munaro, como presidente del Consejo de Ministros y varios ministros no son apristas, una prueba más de la vocación democrática y del pluralismo político del actual gobierno.
El presidente Alan García está realizando una revolución social descentralista, popular, de apertura a todos los peruanos y para todos los peruanos. Revolución con libertad y para la libertad.. Una revolución descentralista con respeto a los derechos humanos y transferencia de recursos económicos significativos para todos los gobiernos regionales. Revolución con plena libertad de prensa y de empresa. Una verdadera revolución pacífica, con crítica constructiva, con libre opinión de los ciudadanos y con plena expresión de su conciencia moral y conciencia política. Revolución sin fraudes y sin vetos a nadie, con elecciones libres. Revolución con crecimiento económico, con estabilidad política y seguridad jurídica. Revolución desde las entrañas del pueblo, con el pueblo y para el pueblo. Revolución con mejores servicios a los ciudadanos: más agua, más luz, mejores carreteras, más viviendas populares, más educación de calidad, mayores oportunidades de empleo y mayor disminución del analfabetismo y de la pobreza. Revolución con poderes del Estado autónomos y con elecciones libres, con una acción educativa capaz de asegurar y garantizar al término del gobierno (2011) la erradicación del problema del analfabetismo.
Y algo más. Revolución que está haciendo realidad los postulados de la justicia social en el Perú, sin caer en los extremismos demagógicos, pero sí con educadora disciplina partidaria, con pedagogía política, con fe en un mejor destino patrio.
Revolución ejemplar y para la historia, con plena libertad de opinar y libertad de oposición, revolución de Pan con Libertad para todos, sin que nadie sea perseguido por razón de sus ideas. Antes bien, una revolución que concede el derecho de asilo a líderes políticos que en sus países de origen son perseguidos por gobernantes autoritarios y antidemócratas.
“Nosotros los apristas supimos evidenciar que en este país hay un pueblo que sabe amar a la libertad, odiar a los tiranos y morir por la verdad que cree suya, como una reivindicación histórica de la justicia que es suya; de su pasado y de su epopeya y de su destino”, llegó a decir Haya de la Torre el 21 de setiembre de 1969 en su discurso por el 39 aniversario del PAP.
Revolución propia en el que la pequeña propiedad del campesino pobre y de los medios de comunicación social no son confiscados ni colectivizados, ni “nacionalizados”. Revolución que respeta y ampara los derechos de los trabajadores manuales e intelectuales reintegrándolos a sus centros de trabajo cuando fueron despedidos por anteriores gobiernos.
En 1931, en una de sus extraordinarias manifestaciones, Haya de la Torre expresó su máximo anhelo de un Perú para los peruanos, en el que imperen los principios democráticos de la República, la Constitución política del Estado, el espíritu nacionalista, los derechos humanos, la libertad, la fraternidad y la justicia social.
Haya de la Torre sentenció, entonces: “Queremos, como tantas veces lo he proclamado desde 1931: “Solución peruana para los problemas peruanos”, que son problemas de justicia, de higiene, de cultura, de bienestar material y espiritual, de libertades públicas y de pleno ejercicio de la soberanía popular”.
El Aprismo, con Haya de la Torre desde la eternidad, con Alan García Pérez en el siglo XXI y con todos sus dirigentes políticos de base, estamos seguros que seguirán luchando por un “Perú nuevo que insurge ya”, con equilibrio moral de deberes y derechos para todos, creando riqueza para quienes no la tienen, salvando la dignidad del Perú en el que fuera posible que el hombre piense, hable, sueñe y trabaje libremente, sin la mordaza que limite la expresión de su conciencia y sin la pesadilla de quedarse por siempre sin trabajo. ¡Feliz cumpleaños, Presidente Alan García!