EL APRA ES COMO EL VERDADERO AMOR: NUNCA FALLA NI TRAICIONA
A pedido de nuestra legión de lectores y oyentes, que son amantes del saber, la política, la ciencia y la tecnología, explicaremos el significado de la expresión popular: “El APRA es como el verdadero amor: Nunca falla ni traiciona”. Para este fin, solicitamos al doctor Eudoro Terrones Negrete una respuesta clara, precisa y convincente, con el apoyo de la inteligencia artificial Perplexity. Aquí tenemos su explicación.
La afirmación popular, "El APRA es como el verdadero amor: Nunca falla ni traiciona", constituye una metáfora profunda que encapsula la esencia de la militancia aprista y la naturaleza transformadora del movimiento continental fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre en 1924. Esta comparación revela verdades fundamentales sobre cómo se construyen los vínculos entre los militantes y el partido político.
“El APRA es como el verdadero amor: Nunca falla ni traiciona”, se basa en principios inmutables que trascienden las circunstancias. Desde su creación el 7 de mayo de 1924, el movimiento aprista ha mantenido una columna vertebral ideológica inquebrantable, articulada en cinco puntos fundamentales: Acción contra todo imperialismo, Unidad política y económica de América Latina, Nacionalización progresiva de tierras e industrias, Interamericanización del Canal de Panamá, y Solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo.
“El APRA es como el verdadero amor: Nunca falla ni traiciona”, permanece constante a través de las pruebas y cambios externos. Los principios doctrinarios del APRA han permanecido como ancla moral y política, incluso cuando el partido aprista ha navegado por aguas políticas turbulentas, represiones gubernamentales y transformaciones históricas. La doctrina aprista no es un conjunto de promesas inconstantes: es un compromiso ético con la liberación, el pan, la salud, la educación y la justicia social que han motivado a generaciones de militantes a dedicar sus vidas a la causa de las mayorías nacionales.
“El APRA es como el verdadero amor: Nunca falla ni traiciona”, se caracteriza por la lealtad al pueblo y a sus militantes y dirigentes, incluso en la adversidad, en las horas buenas y en las horas malas. Del mismo modo, la militancia aprista ha sido históricamente definida por una devoción casi religiosa a sus principios y liderazgo.
Los investigadores que estudiaron la cultura aprista, llegaron a la conclusión que la identidad del movimiento aprista se construyó "desde una cohesión social basada en la fe, la unión y la disciplina, como columnas morales de una acción política que debía incluso estar dispuesta a entregar la vida por la causa del aprismo".
Esta caracterización no es retórica vacía: refleja la realidad histórica de la persistencia aprista bajo persecución brutal. Durante décadas de represión estatal, cuando el APRA fue proscrito, perseguido y obligado a la clandestinidad desde los años treinta, sus militantes mantuvieron viva la llama de sus convicciones.
Así como el verdadero amor no abandona en la tormenta, los apristas permanecieron fieles a sus ideales cuando enfrentaban encarcelamientos, exilios y amenazas de muerte.
La figura de Víctor Raúl Haya de la Torre personificó esta lealtad inquebrantable. Su liderazgo no fue basado únicamente en el populismo superficial, sino en una visión política continental coherente y en una capacidad extraordinaria de organización institucional. Como señala el análisis histórico, Haya de la Torre tuvo la capacidad de darse cuenta de que se necesitaba un partido fuerte, unido, grande y emprendedor, como razón de su sobrevivencia.
Esta es una lección fundamental: “El APRA es como el verdadero amor: Nunca falla ni traiciona”, amor a la causa del pueblo y del aprismo, amor que no se sostiene en caprichos y en egoísmos, sino en estructuras, principios y organización de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA).
El fundador Haya de la Torre, los militantes y dirigentes apristas de todas las épocas históricas entendieron que así como el verdadero amor construye vínculos permanentes y rituales que trascienden a los individuos, el movimiento aprista debía institucionalizarse para perdurar más allá de cualquier figura carismática individual.
Y efectivamente, después de la muerte de Haya de la Torre en 1979, el APRA no colapsó sino que continuó evolucionando y participando en la vida política peruana y ahora viene movilizándose con mucho amor en todo el Perú para ganar las elecciones nacionales de abril de 2026.
La identidad aprista es tan profunda que funciona como una experiencia de pertenencia fundamental, similar a cómo el amor verdadero crea un sentido de identidad compartida entre las partes.
Incluso en momentos de crisis institucional, como cuando el APRA fue proscrito en 2021 por no participar en elecciones por discrepancias internas, los apristas han mantenido viva su identidad doctrinaria. No traicionan porque reconocen en el APRA algo mayor que ellos mismos: una misión histórica de liberación latinoamericana.
LA PRUEBA DE LA PERSISTENCIA: SEIS DÉCADAS DE LUCHA
El verdadero amor se demuestra a través de la constancia en el tiempo. El APRA, fundado hace más de cien años, ha demostrado esta fidelidad histórica de manera inequívoca. Después de persecuciones brutales en los años treinta, el movimiento resurgió. Después de décadas de prohibición durante el fujimorismo, cuando la supervivencia parecía escasa, "muchos dirigentes pensaron que la subsistencia del partido imponía la necesidad de llegar a algún tipo de entendimiento", pero incluso en esos momentos de pragmatismo político necesario, el APRA no renunció a sus principios fundamentales.
EL APRA ES UN AMOR QUE ENCARNA IDEALES HISTÓRICOS
La afirmación de que "El APRA es como el verdadero amor: Nunca falla ni traiciona" resulta convincente porque captura una verdad profunda: el APRA representa un compromiso emocional e ideológico con la justicia social que va más allá del cálculo político ordinario.
Los militantes apristas no permanecen por beneficios personalistas o ventajas cortas: permanecen porque reconocen en el movimiento una encarnación de ideales que trascienden la política convencional.
Una vez más, “El APRA es como el verdadero amor: Nunca falla ni traiciona”. El APRA ofrece a sus adeptos algo que los políticos ordinarios no pueden ofrecer: una mística, una filosofía, ideología y doctrina, una narrativa de significado histórico, y la promesa de participar en la construcción de un Perú y de una América Latina liberada de todo tipo de imperialismo, de toda explotación del hombre por el hombre y del hombre por el Estado.
Esa es la naturaleza de su permanencia, esa es la razón de su lealtad, y esa es la base sobre la cual se puede argumentar convincentemente que, para el aprista genuino, el movimiento aprista nunca traiciona, porque sus principios permanecen como brújula inquebrantable en la historia política continental.Muchas gracias por su amable atención.






