Artículos periodísticos y de investigación

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10 de julio de 2023

Recordando al revolucionario peruano e indoamericano VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE

 A los 44 años de su fallecimiento (1979-2 agosto-2023)

 Recordando al revolucionario peruano e indoamericano

   VÍCTOR RAÚL HAYA DE TORRE  

              Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete   


De mi obra El Aprismo según Haya de la Torre (Filosofía, Ideología y Doctrina). Toronto, Canadá, Octubre de 2021.  

       Esta obra puede adquirirla en: Amazon.com    

                                           

En su condición de líder revolucionario Haya de la Torre ha sido un persistente e inflexible luchador contra la injusticia, la opresión, la dominación, la marginación, la exclusión social y la explotación  sea del hombre por el hombre y del hombre por el Estado.

Por su compromiso con la gente humilde y necesitada, por su consecuencia con los ideales de libertad y de justicia en bien de los que menos tienen, por su lucha frontal contra los grandes grupos de poder económico nacional y extranjero, Haya de la Torre tuvo que soportar muchos años de cárcel, de persecución y de exilio, tercos agravios, rencores y odios venidos de los representantes de la derecha conservadora y reaccionaria, de la izquierda extrema y recalcitrante, de la oligarquía plutocrática y feudal, los mismos que perseveraron en la brutal persecución para destruir al APRA o eliminar de la actividad política a Haya de la Torre.

Sin embargo, su imbatible liderazgo supo despertar y remecer las conciencias dormidas de trabajadores manuales e intelectuales y orientarlos hacia la gran transformación estructural de los pueblos, para hacer del Perú un país sin amos en su cúspide ni esclavos en su base.

Víctor Raúl Haya de la Torre entendía el término revolución no en el sentido catastrófico de cuartelazo, montonera, motín o anarquía, sino en el sentido de profunda significación histórica y constructiva, de transformación, evolución y renovación, pero sujeta a los imperativos y limitaciones de la realidad en permanente cambio, que posibilitara la conquista de la justicia social por un camino propio, camino equidistante de Washington, de Moscú, de China, de Cuba o de cualquier otra colonia imperialista.

Haya de la Torre entendía el término revolución en sus dimensiones de orden social, político, económico, cultural, científico, tecnológico y axiológico.

Respecto al término revolución,  Manuel Seoane Corrales, en su obra “Comunistas criollos. Disección polémica de la charlatanería roja”, señala lo siguiente: “Los comunistas criollos se creen o llaman ultra-revolucionarios. Pero, en realidad son como los rabanitos, rojos por fuera y blancos por dentro”. “El vicio de la exaltación latina está dificultando el problema de la lucha por la justicia social en Indoamérica. La fantasía y el lirismo agrarios visten de prestigio al hombre que ofrece revolucionarlo todo. Un revolucionario resulta un ser misterioso, atractivo, seductor. Hay, pues, muchos revolucionarios snobs. Pero la revolución, entendida como auténtico proceso transformatorio, no es un juego de palabras sino un complejo y vasto cambio social. El revolucionario por consiguiente no puede ser un demagogo con mal humor o con fiebre. La pasión, nada más que la pasión, real o fingida, no crea nada. Acelera el esfuerzo sólo cuando éste se apoya en el conocimiento frío y realista de las circunstancias ambientales y lo acicatea con una voluntad firme y tenaz. No son más revolucionarios los más gritones ni los más exigentes sino los más realizadores y serenos. Los primeros son charlatanes ineficaces, aspas de hélices girando en el vacío. Los segundos son constructores, ruedas firmes adosadas a la tierra que hacen marchar el carro de la justicia”. (54)

Víctor Raúl Haya de la Torre ha sido el revolucionario que insufló de espíritu optimista a legiones de jóvenes peruanos que se sentían desilusionados ante la perspectiva de volver al país empobrecido y desorganizado. Luchó contra los gobiernos de facto, las dictaduras y tiranías, contra los grandes grupos de poder económico y político, los abusos, excesos e injusticias del capitalismo extranjero. Luchó por los sagrados y fundamentales intereses y necesidades de las mayorías y minorías de la Nación. Abogó por las libertades fundamentales de las personas, por las libertades de pensamiento, de opinión,  de expresión, de tránsito, de sufragio, de prensa,  de palabra y de organización.

Al defender la libertad de sufragio precisó: “La libertad de sufragio sólo puede ser efectiva por medio de elecciones generales y libres, voto secreto y no intervención oficial en las elecciones”.

Víctor Raúl Haya de la Torre fue el revolucionario que laboró por incrementar la productividad y reducir la improductividad del Perú; creyó, proclamó, organizó y elaboró un equipo de técnicos de primer nivel y un plan de gobierno realista, científico y revolucionario, como aplicación real de una doctrina, implementándolo con un gran concurso de técnicos, de expertos conocedores de la realidad geográfica, histórica, ecológica, social, económica, educativa, cultural y política del Perú.

Fernando León de Vivero, en un artículo periodístico titulado “Mi hermano, mi amigo Víctor Raúl”, revela que cuando un periodista norteamericano en cierta ocasión le preguntó sobre lo que haría el APRA en caso de llegar al gobierno, Haya de la Torre le respondió así: “Vea usted, nosotros queremos que aquí todos, nuestro compañero, o el hermano, o el aborigen, o el indio, como quiera usted llamarlo, pueda comer, pueda vestirse, pueda tener un techo, pueda ser instruido, pueda vivir…Eso es ya una revolución en el Perú”.(55)

En el referido artículo León de Vivero puntualiza asimismo que Víctor Raúl Haya de la Torre “era un hombre muy humano. A pesar que era muy severo en sus órdenes y muy organizado en su trabajo. Pero, por lo mismo que colocaba a sus hombres en puestos de responsabilidad, era muy exigente en el cumplimiento de su deber revolucionario”.

Víctor Raúl Haya de la Torre, de generosidad incomparable, de sensibilidad social ejemplar, no tuvo memoria para los agravios que recibía de las dictaduras militares de extrema derecha y de  extrema izquierda. Por eso el pueblo siempre valoró su servicio a la causa del Perú e Indoamérica, lo reiteró su lealtad incondicional y mantuvo en alto su nombre por considerarlo el abanderado de la democracia, la libertad y la justicia social.

Pablo Macera llegó a decir de Haya de la Torre: “Ha logrado mantener una dirigencia monolítica en su partido durante medio siglo, sin alcanzar el poder gubernamental”. No obstante ello su pensamiento llegó a calar hondo en la conciencia de las clases medias urbanas, del campesinado rural y de los pueblos del Perú profundo.

Luis Alberto Sánchez resumió así la vida de luchas y grandes pruebas físicas y morales de Haya de la Torre: ocho años en el destierro, doce años en persecución a muerte, uno y medio de aislamiento celular en la prisión, cinco años en encierro forzoso como asilado, es decir, “veinticinco años y medio de angustia física y moral”. (56)

En “Carta a los prisioneros apristas” Haya de la Torre explica el porqué de su persecución: “Estoy perseguido porque fui, soy y seré leal a mis principios políticos, a mi línea moral, a mi fe aprista y a mi consigna de luchar sin temores por la emancipación espiritual y material del pueblo peruano”. (57)

Y en el mundo, el aprismo es el único partido político que ha sido llevado ante la Corte Internacional de La Haya, en la persona de su fundador y jefe Víctor Raúl Haya de la Torre, acusado de supuestos “crímenes comunes”, y que después de un largo proceso de investigación judicial fue absuelto, quedó libre de toda culpa y responsabilidad, por cuanto “el Gobierno del Perú no ha podido demostrar que los delitos de que acusa a Haya de la Torre sean delitos comunes”, según el fallo de la Corte Mundial del 20 de noviembre de 1950, ratificado por el 2do. Fallo del 27 de noviembre del mismo mes y año y el del 13 de junio de 1951.

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, Francisco de Miranda, Simón Bolívar, José Enrique Camilo Rodó Piñeyro, Félix Rubén García Sarmiento conocido como Rubén Darío, José Vasconcelos Calderón, José Ingenieros y Víctor Raúl Haya de la Torre fueron los grandes líderes que lucharon por una patria continental, unida, libre y justa, patria sin prejuicios ni odios de clases. Haya de la Torre llegó a ser el portaestandarte de la integración económica y política de los países de América Latina, para hacer realidad los Estados Unidos de América del Sur y enfrentarse exitosamente contra el enemigo común, el imperialismo.

Premunido de espíritu revolucionario, integracionista y antimperialista, Haya de la Torre proclamaba en todos los países de Indoamérica la necesidad de formar “El Frente Único de los pueblos oprimidos contra el Imperialismo y contra las tiranías que entregan nuestras riquezas”.

Como político e intelectual revolucionario y de polendas, Haya de la Torre conoció y trató a Bujarín, Zinoviev, Radeck, Lozowsky, Renán, Sarmiento, Marx, Lenin, Einstein, Heisenberg, Romain Rolland, Tolstoi, Rabindranath Tagore, Mahatma Ghandi, Ho Chi Minh, Augusto César Sandino, Lin Yun Tang, Manuel González Prada, Bertrand Russell, Alfred Whitehead, Ernest Cassirer, Trotsky y Arnold Toynbee.

También entabló relaciones amistosas con José Vasconcelos, Rómulo Betancourt, Willy Brandt, Bernard Golbert, Salvador Allende, Eduardo Frei, José Ingenieros, Gabriel del Mazo, Alfredo Palacios, John Mackay, Salvador Novo, Jesús Silva Herzog, Antonio Caso, Diego Rivera, Carlos Pellicer, Daniel Cossío Villegas, Jaime Torres Bodet, Germán Arciniegas, Felipe Gonzales y Ernesto Cardenal, entre otros.

En su mensaje al III Congreso Nacional del Partido Aprista Peruano, el 27 de julio de 1957, Víctor Raúl Haya de la Torre expresó: “Yo creo que el Partido Aprista ha realizado en el Perú una profunda revolución. La está realizando: la revolución de convertir un país, primero en una entidad política con un programa y de convertir a un pueblo en un grupo social capaz de entender ese programa, de renovarlo, de sentirlo y de llevarlo adelante”.

Hombre revolucionario, de sano corazón, generoso hasta con el adversario, no dio muestras de mal humor o de venganza, no supo torcerse ni por el miedo, ni por el dolor, ni por el oro, ni por el hierro. No retrocedió ni un ápice ante las calumnias irresponsables y el escepticismo burlón.

A la juventud peruana e indoamericana, al pueblo adolorido y sufrido Haya de la Torre les dio lecciones de consecuencia y de lealtad política, lecciones de civismo y de dignidad. Jamás se dejó robar la paciencia, la esperanza de que algún día llegue la hora de la verdadera justicia social con Pan y Libertad.

Sin fusiles ni bombas, sin soldados ni metralletas, sin dinero de los grandes capitalistas, pero sí con las armas de las ideas, de la fe, de la convicción, de la disciplina y de la tenacidad, Víctor Raúl Haya de la Torre supo llegar a la conciencia de los pueblos, interpretar sus sentidas aspiraciones y levantar su voz en demanda del respeto a los derechos fundamentales de salud, de vivienda, de empleo, de educación y cultura, de estabilidad política y seguridad jurídica, de alimentación, de recreación y de una vida digna, libre y justa.

Desde joven, a Víctor Raúl Haya de la Torre lo vemos en uno y otro lugar del Perú organizando y capacitando a los estudiantes, obreros, campesinos, comerciantes, empresarios, industriales y profesionales. Producto de su perseverante espíritu de lucha sin cuartel contra toda forma de injusticia y desigualdad es la conquista de las ocho horas de trabajo diario, el seguro social, el voto de las mujeres, el voto de los analfabetos, la educación gratuita, la reorganización de los métodos escolares, la aplicación de algunas reformas de la educación, las leyes de reivindicación económica y profesional de los maestros y la creación del Ministerio de Educación Pública.

Pablo Silva Villacorta,  en su obra “Adónde van las ideas de Haya de la Torre”, al valorar a  este insigne filósofo, ideólogo, estadista, escritor y político en las primeras décadas del Siglo XX expresa: “Así, para ir al grano, si del 24 al 30 vemos en Haya de la Torre al ideólogo, que crea una estrategia revolucionaria autóctona y científica para la transformación de los pueblos latinoamericanos, en 1931 nos hallamos frente a un estadista de 36 años, a un líder con visión de gobernante, a un político con responsabilidad y ante un nuevo tipo de hombre público”.

Silva Solís, en un interesante y ameno “Reportaje al hombre del año”, al preguntarle a Haya de la Torre que si recordaba “alguna anécdota inolvidable”,  respondió así: “No puedo apartar de mi memoria la de un viaje que hacíamos, en caravana de automóviles, en un empinado y retorcido camino de la sierra. En una de sus vueltas, divisé de pronto a un indiecito de 8 o 10 años, de pómulos enrojecidos, poncho y sombrero, que se replegaba sobre las cavidades de la montaña para eludir el paso de los autos. Al pasar aquel en que yo iba, el pequeño lanzó un vigoroso y alegre “Viva el Apra”. Hice detener el auto, que ya había avanzado varios metros en la curva. Bajamos a buscar al joven indígena. Fue imposible ubicarlo. Para mí ese “viva” preciso en la soledad de los Andes me ha dejado un recuerdo como de aparición y de estímulo. Fue como si la voz juvenil y desconocida saliera de las entrañas mismas de los Andes”. (58)

Eugenio Chang-Rodríguez (59), como pocos autores, en su reciente obra ofrece un resumen de la vida artística e ideológica de Haya de la Torre en los términos siguientes: “De joven, Víctor Raúl admiró tanto las interpretaciones musicales del violinista argentino Andrés Dalmau y de la pianista Mercedes Pedrosa como la actuación dramática de la actriz española Amalia de Isaura en el Teatro Ideal de Trujillo. El 15 de diciembre de 1916, la Compañía de Teatro y Comedia de doña Amalia estrenó “Triunfa vanidad”, comedia escrita por Haya de la Torre para defender a César Vallejo, atacado injustamente por varios señoritos aristócratas trujillanos que consideraban al joven bardo como un poetastro bohemio. Al día siguiente, el periódico La Reforma publicó el soneto de Vallejo “Triunfa vanidad”, con la dedicatoria “Para ti, Juan Amateur, por tu valiente comedia estrenada ayer. Cariñosamente, César Vallejo”. Por su parte, Víctor Raúl, usando el mismo seudónimo, publicó en La Reforma del 23 de diciembre su poema “Hiperestesia”, con esta fraternal dedicatoria “Mis primeros versos para César A. Vallejo”, como lo menciona Luis Enrique Tord en su “Presentación”:

Mis versos son las cuerdas de un piano resonante

Que a rudos martillazos la vida hace vibrar

Me deleito escuchando la sonata inquietante

¡Que canta tu amargura de un íntimo pesar!

Ya es suave, dulce, rítmica como un “claro de luna”,

Ya con Chopin exalta mi loco fantasear,

O crece, se agiganta, resuena como una

Inmensa cabalgata wagneriana al trotar…

 

En opinión de Manuel Seoane en el Perú de los años 1917, 1918 y 1919 “había una tradición de gobierno oligárquico, de tipo civil, apoyado principalmente en el poder económico de la agricultura, y que manejaba el país como una vasta hacienda. Era una época de un señorío peculiar, con más cariño y preocupación por las plantas y por los animales, que por los hombres que trabajaban la tierra”. (60)

En 1917 empieza a funcionar el Colegio Anglo-Peruano bajo la dirección del prestigioso maestro John A. Mackay y la colaboración de Víctor Raúl Haya de la Torre, Jorge Guillermo Leguía y Raúl Porras Barrenechea. El 26 de abril de 1917, a las dos de la tarde, el fogoso dirigente juvenil, Víctor Raúl, conoce en la Biblioteca Nacional del Perú a Manuel González Prada, cuando este desempeñaba el cargo de Director. En el mes de agosto de 1917 Haya de la Torre viaja al Cuzco y en esta ciudad es nombrado secretario del Prefecto, cuando se desempeñaba como Prefecto el coronel César González Navarrete, Aquí labora durante ocho meses y logra despertar su vocación y predilección por los problemas de la raza indígena. Al respecto revela Víctor Raúl: “Yo no habría sentido devoción por la raza indígena, ni amor por el Perú serrano, ni dolor por la injusticia social, ni rebeldía ante la barbarie hecha sistema político, si no hubiera vivido en el Cuzco”. Luego de haber tomado conciencia a plenitud y vivido la problemática del indio, Víctor Raúl Haya de la Torre escribe el artículo “El problema del Indio”, en la revista “Amauta”. Aquí analiza, describe y explica con claridad meridiana los problemas del campesinado peruano y la forma de encararla.

En su obra “Haya de la Torre y el APRA”, Luis Alberto Sánchez puntualiza: “Haya de la Torre palpó también la candente situación de la Universidad de San Marcos, baluarte nepótico y feudal. Los profesores pertenecían a familias y círculos allegados al “civilismo” pardista. Muchos se hallaban allí por mérito propio; todos por vinculaciones políticas. Como una reacción contra el sometimiento de la Universidad a los intereses del partido y “clan”, la juventud decidió ese año convertir el antiguo Centro Universitario en una auténtica Federación de los Estudiantes del Perú. Haya de la Torre llegaba en su punto y hora, con su bagaje de perplejidades e interrogaciones”.

Desde temprana edad el revolucionario Víctor Raúl Haya de la Torre amaba las lecturas exóticas y no dejaba de concentrarse en la lectura de obras clásicas. Cuando joven sobresale por su inteligencia, rectitud de carácter, espíritu de bien, vocación de servicio y preocupación por los problemas de la sociedad. Más tarde será dentro del contexto intelectual de América Latina el gran Patricio y pensador original de América Latina; el Padre rector del pensamiento democrático continental y el abanderado de la justicia social.

Alberto Baeza Flores, destaca las condiciones de novelista y la “gran erudición en muchas materias” que tenía Haya de la Torre: “Pero acaso la opinión que se aproximó más a lo que yo pensaba fue la de un novelista: “Este hombre es un personaje en nuestra historia social y política de América Latina, pero habla como si fuera espectador también. Es actor y espectador a la vez. Y su fuerza es que su gran erudición en muchas materias la ofrece con el lenguaje más simple. El científico, el escritor, se quedan embelesados, pero estoy seguro que el hombre de la calle se queda embelesado también. ¿Por qué razón? Porque Haya de la Torre ha encontrado el lenguaje común al sabio y al ignorante: la palabra sencilla y profunda a la vez, que es la más rara de todas las virtudes”. (61)

En su referida obra, Baeza Flores también destaca la calidad revolucionaria de Víctor Raúl cuando afirma: “Será Haya de la Torre de aquellos hombres de la construcción, no de la destrucción, por eso su ideal de la revolución será nuevo. Apoyado en la ciencia y en la técnica modernísima irá a crear riqueza para los que no la tienen, a potencializar los espacios vacíos. Será el predicador de la revolución constructiva y en su estilo, en su vida, en su prédica y en su doctrina será el anti-Perón y el anti-Castro, es decir, el anti-fascista y el anti-totalitario. Será el anti-caudillista, aunque no dejará de ser el guía de su partido y el conductor de un firme ideal, pero en él los principios irán delante. El defenderá más que el liderazgo personalista, el liderazgo de una doctrina, de un programa revolucionario creador –la revolución constructiva- y esto lo apartará de modo radical de toda demagogia tanto de la derecha reaccionaria como de la reaccionaria totalitaria (que a veces suele disfrazarse de “izquierdizante” o de “revolución nacionalista”)”. (62)

El revolucionario Víctor Raúl Haya de la Torre leía mucho y dormía poco. Leía a sus poetas favoritos Rubén Darío, César Vallejo, Shakespeare, Baudelaire, Verlaine y Carlos  Pellicer, entre otros. No tenía tiempo de ver espectáculos. Solía ir al cine, prefería el teatro en prosa y el de ópera. Era medio operamaníaco, le gustaba las óperas de Mozart, Weber y Wagner. Le gustaba comer bien, toda la buena comida peruana, especialmente la comida criolla.  Compensaba los momentos de soledad con la música: “He aprendido lo que es la soledad en los años. Suelo pasar días y semanas solo y aquella soledad tiene su compensación en la música” acotaba Haya de la Torre.

En la parafernalia aprista, el Día de la Fraternidad quedó establecido el 22 de Febrero de 1946, cuando Manuel Seoane, en un emotivo discurso pronunciado en el Estadio Nacional de Lima, le dice a Haya de la Torre que le traía un recado que viene del corazón del pueblo y que “ El pueblo aprista esta vez sin consulta ni congreso, por mandato imperativo de abajo hacia arriba, ha resuelto consagrar que de hoy en adelante y hasta cuando seamos polvo en viaje a las estrellas, el día 22 de febrero como el Día Aprista de la Fraternidad” .En esta fecha histórica los apristas recuerdan al revolucionario y fundador del aprismo, Víctor Raúl Haya de la Torre, reseñan su vida, pensamiento y obra, a la vez que le renuevan lealtad a su filosofía, ideología y doctrina en aras de la emancipación económica, espiritual y mental de los pueblos de Perú y de Indoamérica.

En 1946, en una inolvidable asamblea pública en el viejo Estadio Nacional de Lima, “El Cachorro” Manuel Seoane Corrales, hermano de ideas de Haya de la Torre y prominente líder del Partido aprista, pronunció el bellísimo e inmortal discurso que se conoce con el nombre de “Recado del Corazón del Pueblo”, fecha en que se instituye el Día Aprista de la Fraternidad. He aquí parte del discurso: “Por eso nuestro partido, como se afirmó desde 1931, no es un club de compadres en busca de presupuesto nacional, sino una firma fraternidad moral, nacida del rechazo a las injusticias morales y del amor a la empresa de transformar las bases materiales y espirituales del Perú para tornarlo hogar de la alegría para todos los peruanos. Y porque nuestro partido es una hermandad en la lucha, en el dolor y en la victoria, ejercitamos el orgulloso derecho de dar cálida celebración a nuestro hermano mayor. Pues si alguien interrogara por qué damos este extraordinario realce al onomástico del Jefe, responderíamos que porque él es un guía y un ejemplo, y como es él, tierno y sacrificado hermano de todos, especialmente de los humildes y de los débiles, el dulce pueblo aprista esta vez, sin consulta ni congreso, por mandato imperativo de abajo arriba, ha resuelto consagrar que hoy en adelante y hasta cuando seamos polvo en viaje a las estrellas, el día 22 de febrero como el Día Aprista de la Fraternidad”.

Desde la Plaza de Toros de Lima, en 1946, el revolucionario Víctor Raúl Haya de la Torre clamó la necesidad de que existiera mejor democracia sostenida con partidos políticos bien organizados, con libertad de criterio y derecho a la oposición. Decía: “¡Necesitamos otros partidos! No queremos ser solos. No se nos tache de partido único por el hecho de que los otros no saben organizarse. Es necesario que se organicen”.

En 1965 el revolucionario Haya de la Torre preocupado por la unidad del Partido del Pueblo y por las consecuencias que podría traer su desaparición le pidió a Jorge Idiáquez “no informar a nadie” de su estado de salud, y que recordara a los compañeros que “cooperen a mantener e impulsar la acción social del partido, sus academias, sus escuelas, sus comedores, sus cooperativas, sus organismos infantiles y juveniles”, así mismo que promuevan la unidad, la disciplina, la fraternidad, sacrificando “todo individualismo e interés personal”, con la esperanza de que su muerte “sirva para unir más a los apristas”.

El 31 de agosto de 1977, Haya de la Torre recibió la condecoración de la Orden Francisco de Miranda, en su Primera Clase, de manos del presidente de la República de Venezuela, Carlos Andrés Pérez. Haya de la Torre agradeció la condecoración con estas breves y trascendentes palabras: “Señor Presidente: es para mí un gran honor recibir de sus manos esta condecoración, la primera y única que he recibido en mi vida. Me propongo hoy más que nunca seguir la obra de Miranda como un humilde y devoto cumplidor de su consigna histórica…Seguiremos manteniendo la consigna histórica que él nos dio: Unir a nuestros pueblos que en la dimensión de su grandeza, pueden llegar a ser la primera nación del mundo”.

Con el revolucionario Víctor Raúl Haya la Torre, el Partido Aprista Peruano levantó la bandera de la convivencia pacífica y de la fraternidad con todos los peruanos, propugnó nuevas formas de convivir y de coexistir en democracia y libertad, sin dictadores ni tiranos y convocó a la ciudadanía a cerrar filas contra todo tipo de imperialismo, que es el enemigo común de los pueblos indoamericanos.

Cuando los dictadores de turno censuraban a los candidatos del Apra por temor a ser vencidos, el revolucionario Haya de la Torre y los dirigentes apristas se dieron el gusto y el lujo de decir a sus militantes, amigos y simpatizantes, antes de una elección, que “cada uno vote según su conciencia”.

El primer domingo de septiembre de 1931,  el revolucionario Víctor Raúl Haya de la Torre compite a la presidencia de la República con el Comandante Luis Sánchez Cerro, quien había depuesto a Leguía, perdiendo la elección debido a problemas en el cómputo y a la falta de garantías en las mesas de sufragio. En 1962 volvió a postular a la presidencia y un golpe de Estado anuló las elecciones en la que Haya de la Torre había resultado ser el vencedor. El Ejército y la oligarquía plutocrática le arrebataron nuevamente la victoria.

En las elecciones nacionales del 18 de junio de 1978,  Víctor Raúl Haya de la Torre obtiene la más alta votación como candidato a la Asamblea Constituyente del Perú, 1´038,516 votos del total de 1´241,174 votos cosechado por el aprismo. Y a los 84 años de edad, el 28 de julio de 1978 es ungido Presidente de la Asamblea Constituyente por larga mayoría, llegando a ocupar un cargo oficial por primera vez en su vida, percibiendo como emolumento y a su solicitud expresa la simbólica suma de un sol mensual (S/. 1.00). Logra, entonces, la elaboración y la aprobación de  la nueva Constitución política de 1979.

En 1979, el Comandante General del Ejército,  Primer Ministro y Ministro de Guerra del régimen militar, General Pedro Richter Prada y del Canciller Carlos García Bedoya, a nombre del Estado peruano entregaron e impusieron, en su lecho de enfermo,  a Víctor Raúl Haya de la Torre  la condecoración la Gran Cruz de la Orden del Sol.  El fundador y máximo líder del Partido Aprista Peruano por primera vez recibe en vida una condecoración entregada por el Estado.

El revolucionario Víctor Raúl Haya de la Torre fue un hombre polifacético: maestro, filósofo, ensayista, orador, político. Ningún orador peruano o indoamericano pudo igualarlo en vida. Haya de la Torre fue un extraordinario maestro de la oratoria. “Y si la oratoria entra en la historia literaria – decía Andrés Townsend Ezcurra-, Haya tiene méritos como ninguno para inscribir su nombre. Es nuestro mayor orador contemporáneo. Riquísimo gesto, clara dicción, ciencia basta, recorre su posibilidad oratoria a todos los matices desde la conferencia expositiva y erudita hasta la arenga inflamada que termina en un espasmo total de las multitudes. Decenas de frases de Haya circulan entre el pueblo peruano guiando su acción y rememorando los fastos del movimiento. Dos discursos en Trujillo, uno el 8 de diciembre de 1931, día del ascenso de Sánchez Cerro –“¡éste no es un día triste para nosotros!- y el del retorno, diciembre de 1933-, después de su prisión y de la masacre de millares de trujillanos- “con palabras no puedo…”- son dos piezas sin parangón en la oratoria indoamericana”. (63)

“Ante la muchedumbre, Haya de la Torre es un maestro de la oratoria emotiva. En la soledad de su estudio, es un intelectual, un académico, casi un místico” precisaba Tomás Dozier. (64)

La historia de los países de América Latina del siglo XX registra que el APRA es el único partido político que más ha sufrido terror, persecución, represalias, chantaje político, clausura de sus locales partidarios, martirio, expatriaciones y cuyas victorias electorales le fueron desconocidas por el atropello, el veto o el fraude con el único propósito de impedir que el revolucionario Haya de la Torre llegara a Palacio de gobierno.

“Desde entonces – indica Patricio Ricketts Rey de Castro- siguió constituyendo la primera alternativa del poder. O bien su soporte principal. Su lucha fue incesante y de una tenacidad apenas compatible con el carácter peruano. Ora dramáticamente activa, ora implacable y serenamente cautelosa. Encarcelado, perseguido, silenciado, cotidianamente vilipendiado, cercado, vetado, asilado durante cinco años en un cuarto de balcón sobre la principal avenida del país, despojado de la nacionalidad, desterrado y forzado al ostracismo voluntario, socavado mediante todos los recursos imaginables, demostró una capacidad de supervivencia y una energía conductora sin paralelo” (65)

El Apra, que históricamente tuvo gran caudal de partidarios, nunca ha llegado con Haya de la Torre a la presidencia de la República de Perú, no obstante haber postulado tres veces a la presidencia a Víctor Raúl Haya de la Torre.  Y es el propio Haya de la Torre quien da una explicación al respecto: “Porque lo ha impedido la fuerza, el veto y el fraude. Casi 25 años fuimos despojados de nuestros derechos y no pudimos votar ni ser elegidos. Fuimos declarados partido internacional y fuera de la ley en las elecciones de 1936, cuando tuvimos que designar al Dr. Eguiguren. En 1945 tuvimos que votar por el Dr. Bustamante, porque esa era la condición para devolvernos a la legalidad. En 1956 votamos por el Dr. Manuel Prado, por lo mismo, y también sin poder elegir a nuestros propios candidatos a las Cámaras. Sólo en 1962 y 1963 fue posible nuestra participación en las elecciones. No hay que olvidar que el 62 se produjo un golpe que impidió que las elecciones se consumaran con una ratificación por el Congreso o con un esclarecimiento sobre si se obtuvo o no el tercio” (66)

Años después, felizmente, el  electorado del Perú hizo justicia al Partido Aprista Peruano al elegir en dos períodos de gobierno como Presidente de la República a Alan García Pérez (1985-1990 y 2006-2011).

El revolucionario Víctor Raúl Haya de la Torre con sólo el poder que le daba sus conocimientos, su fecunda capacidad y experiencia de líder máximo del aprismo hizo de su vida un ejemplo, de su nombre una bandera de justicia y libertad y de su movimiento político, el Apra,  una fuerza moral invencible y de reivindicación de los que menos tienen.

En los diversos países de América Latina los líderes de los partidos democráticos tuvieron la bondad de conversar con el revolucionario Haya de la Torre, y lo hicieron de manera amistosa y cordial, sin distinción de colores políticos, con el compromiso de una fraternal cooperación, pensando sí en sumar esfuerzos e iniciativas para la unificación democrática de los países; preconizando como ideal de paz y de justicia entre los pueblos del Nuevo Mundo, el interamericanismo democrático sin imperio, como garantía de la libertad e independencia de cada Estado y de una efectiva y libre comunidad del pueblo en este hemisferio, recusando todo tipo de dictadura, sea de arriba o de abajo.

El 19 de setiembre de 1946, el doctor Adán Arriagada, decano de la Facultad de Derecho, entregó a Haya de la Torre el diploma de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia. Al día siguiente, la Universidad de Caracas (Venezuela) le confiere el título de Doctor Honoris Causa. En este mismo año de 1946 Haya de la Torre publica su libro sobre filosofía de la historia denominado “Espacio-Tiempo-Histórico”.

Felipe Cossío del Pomar, llegó a conocer y relacionarse con Víctor Raúl de vuelta a Lima, en 1921, cuando el Perú se preparaba  a celebrar el Centenario de la Batalla de Ayacucho. “Desde que le tuve delante le consideré un hombre predestinado. No olvido la impresión que me causó aquel joven alerta, rodeado de amigos, en el parque de Barranco. La cara de perfil agudo y fuerte, la cabeza echada hacia atrás, la nariz nervioso parecía olfatear en deleite la brisa marina en aquella mañana radiante de luz…Romain Rolland lo presenta como “uno de los espíritus más puros y generosos que ha dado la América Latina”. Y algo más. Para Cossío del Pomar, Haya no sólo es “un hombre predestinado”, también “representa una nueva hermandad para las naciones de nuestro continente” y es un político que “pertenece a la clase de espíritus excepcionales, como Bolívar o Goethe, en este nuestro tiempo”. (67)

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54 En Izquierda Aprista. Okura Editores S.A., “Comunistas criollos. Disección polémica de la charlatanería roja”. Lima, 1984, p.251.

55 En el diario Hoy, Lima, 2 de agosto de 1984.

56 Baeza Flores, Alberto. Haya de la Torre y la Revolución Constructiva de las Américas. Editorial Claridad, S.A., Buenos Aires, Primera edición, abril de 1962, pp.74-75.

57 Haya de la Torre, Víctor Raúl. Obras completas, Tomo VII. Carta a los prisioneros apristas.  Editorial Juan Mejía Baca, Lima, 1977, p.260.

58 Silva Solís, artículo “Reportaje al hombre del año”, publicado en Presente, Revista Semanal Peruana, Lima, 1ª de enero de 1958, pp.15-18.

59 Chang Rodríguez, Eugenio. Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas Artes, Historia e Ideología. Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú. Impreso en Tarea Asociación Gráfica Educativa, Lima-Perú, Primera edición, abril de 2018, p.22.

60 Manuel Seoane, en Obras apristas 1931 a 1948.

61 Baeza Flores, Alberto. “Haya de la Torre y la revolución constructiva de las Américas”, artículo “Diálogo sobre los creadores”. Editorial Claridad, S.A., Argentina, 1962, pp.163-181.

62 Baeza Flores, Alberto. Op.cit, pp.58-59.

63 Andrés Townsend Ezcurra, en su artículo “Haya de la Torre: ensayista, orador y filósofo”, publicada en Claridad, Buenos Aires, 1937.

64 Tomás Dozier, “Víctor Raúl Haya de la Torre en el día más crítico de su larga carrera”, entrevista publicada en Life en Español, vol.20, No. 2, 23 de julio de 1962, pp.24-25.

65 Patricio Ricketts Rey de Castro, artículo “Personaje proteico”, publicado en Caretas, No. 564, Lima, 6 de agosto de 1979.

66 “Tres periodistas en busca de Haya de la Torre”, entrevista realizada por Mario Castro Arenas, Alfonso Delboy y Fernando Tola de Habich y publicada en “7 Días del Perú y del Mundo”, Suplemento Dominical del diario La Prensa, Lima, 16 de marzo de 1969, pp.22-25.

67 Felipe Cossío del Pomar, en ABC, Lima, 28 de julio de 1979.

 

 

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