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10 de marzo de 2025

¿Por qué el Aprism está contra la criminalización de la política y contra la politización de la justicia?

¿POR QUÉ EL APRISMO ESTÁ CONTRA LA CRIMINALIZACIÓN DE LA POLÍTICA Y LA POLITIZACIÓN DE LA JUSTICIA?


Por: Inteligencia Artificial  ChatGPT4.0

Solicitado por Dr. Eudoro Terrones Negrete

Lima, 10 de marzo de 2025.

 

El aprismo, como corriente ideológica y movimiento político fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre, ha mantenido históricamente una postura en contra de la criminalización de la política y la politización de la justicia. Esta posición se fundamenta en principios doctrinarios, históricos y pragmáticos que buscan garantizar la estabilidad democrática, el respeto al Estado de derecho y la autonomía de los poderes del Estado. A continuación, se detallan los principales fundamentos de esta postura:

1. DEFENSA DEL ESTADO DE DERECHO Y LA DEMOCRACIA

El aprismo ha sostenido la necesidad de un sistema democrático sólido en el que la justicia opere con independencia y sin interferencias políticas. La criminalización de la política implica utilizar el aparato judicial para perseguir adversarios políticos, lo que debilita el Estado de derecho y socava la confianza ciudadana en las instituciones.

Por otro lado, la politización de la justicia supone que los tribunales actúan por motivaciones políticas en lugar de aplicar la ley de manera imparcial. Esto es particularmente peligroso en sistemas democráticos frágiles, donde la instrumentalización del poder judicial puede convertirlo en un mecanismo de represión contra opositores políticos, desnaturalizando su función esencial de impartir justicia.

2. LA TRADICIÓN DE PERSECUCIÓN AL APRISMO

Históricamente, el APRA ha sido víctima de la criminalización de la política y la politización de la justicia. Desde su fundación en 1924, el movimiento aprista sufrió persecuciones, proscripciones y represiones, especialmente durante los gobiernos de Leguía, Sánchez Cerro y Manuel A. Odría. Estas persecuciones no solo buscaron debilitar al partido, sino que también criminalizaron a sus líderes y militantes por razones políticas.

El aprismo entiende, por experiencia propia, que el uso de la justicia como herramienta de persecución política es un riesgo para cualquier partido o movimiento, independientemente de su posición ideológica. Por ello, ha defendido el principio de que ningún ciudadano debe ser objeto de persecución judicial por su filiación política o por haber ejercido funciones de gobierno.

3. SEPARACIÓN DE PODERES Y AUTONOMÍA JUDICIAL

La doctrina aprista promueve la independencia del poder judicial como un pilar fundamental de la democracia. En este sentido, el movimiento rechaza cualquier intento de manipular la justicia con fines políticos, ya sea desde el gobierno o desde otros sectores de poder.

Cuando la justicia se politiza, se debilita su función de garante de derechos y se convierte en un instrumento de venganza política. Esta práctica, además de injusta, genera inestabilidad y polarización, afectando la gobernabilidad y la confianza en las instituciones.

4. EL PELIGRO DEL LAWFARE EN AMÉRICA LATINA

En los últimos años, América Latina ha sido testigo de múltiples casos de lawfare, es decir, el uso del sistema judicial para desacreditar o encarcelar líderes políticos, impidiendo su participación electoral y alterando el equilibrio democrático. En este contexto, el aprismo se opone a la judicialización de la política porque considera que debilita la soberanía popular y limita la competencia democrática.

Ejemplos recientes en la región han demostrado cómo ciertos sectores del poder utilizan procesos judiciales mediáticos para destruir la imagen de políticos opositores, muchas veces sin pruebas concluyentes o con procedimientos irregulares. Para el aprismo, este fenómeno representa un retroceso en la consolidación democrática y una amenaza al pluralismo político.

5. DIFERENCIA ENTRE RESPONSABILIDAD POLÍTICA Y RESPONSABILIDAD PENAL

El aprismo reconoce que los funcionarios públicos deben rendir cuentas y que, si existen delitos probados, deben ser sancionados conforme a la ley. Sin embargo, también sostiene que no se debe confundir la responsabilidad política con la responsabilidad penal. Muchas veces, la persecución judicial de exfuncionarios no responde a la comisión de delitos, sino a decisiones políticas que pueden ser cuestionadas en el debate público, pero que no constituyen infracciones penales.

Es importante que las investigaciones y juicios sean llevados a cabo con las garantías del debido proceso, sin presiones políticas ni juicios mediáticos que busquen destruir la imagen de líderes políticos antes de que haya una sentencia firme.

CONCLUSIÓN

El aprismo está en contra de la criminalización de la política y la politización de la justicia porque considera que ambas prácticas debilitan la democracia, afectan el Estado de derecho y pueden ser utilizadas como mecanismos de persecución contra opositores políticos. A lo largo de su historia, el APRA ha sufrido estos embates y, por ello, defiende la necesidad de una justicia independiente y equitativa, que garantice la imparcialidad en los procesos judiciales y proteja la pluralidad política.

Desde su visión, la democracia no puede sostenerse si la justicia se convierte en un instrumento de venganza o de manipulación política, ya que ello socava la confianza en las instituciones y pone en peligro la gobernabilidad del país.

  

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