Artículos periodísticos y de investigación

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15 de septiembre de 2020

EL SER HUMANO IMPREGNADO DE RELIGIOSIDAD

EL SER HUMANO IMPREGNADO DE RELIGIOSIDAD


 Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Según Marco Tulio Cicerón la palabra religioso deriva de «relego-ere», que significa «releer», «revisar». En este sentido son hombres religiosos «los que tratan con diligencia, repetidamente y como releyendo, lo que pertenece al culto de los dioses».

Raimon Panikkar señala: “la religiosidad es un hecho antropológico según el cual todo hombre, por el hecho de serlo, tiene una dimensión que lo separa de los animales y le hace darse cuenta de lo infinito, de lo desconocido, de lo que ninguna palabra sabe describir” [1].

Sólo el ser humano es un ser impregnado de religiosidad,  que se siente unido a la divinidad mediante un vínculo espiritual que se manifiesta al más alto nivel en la expresión de su conducta diaria mediante actos teórico-emocionales como la fe, la seguridad, la esperanza, el temor, la reverencia, la humildad, la devoción y el amor; y actos prácticos como dar gracias a Dios, rogar, hacer votos, bendecir, alabar, obedecer y adorar.

Hay el criterio trascendente según el cual el destino del ser humano consiste en trascender del mundo terrenal hacia el mundo sobrenatural, transempírico o metafísico. Se concibe el ser humano como producto de la creación divina, que trata de conseguir la paz, igualdad, justicia y felicidad definitivas en una vida terrena y ultraterrena, en tanto y en cuanto es una criatura de Dios. Pertenecen a esta concepción las doctrinas filosóficas idealistas y las doctrinas religiosas como el Cristianismo, el Judaísmo y el Islamismo.

Desde tiempos inmemoriales se desarrollaron diferentes concepciones acerca del ser humano.En la Grecia Antigua destacan  las de Sócrates, Platón y Aristóteles. Sócrates creía en la inmortalidad del alma de cada ser humano y en su creación por Dios. Dios es el creador, orientador, cuidador e inspirador de la humanidad, el intermediario entre los dioses y los seres humanos, la voz interior que le dicta sus decisiones y es el responsable del orden del universo. Platón enfatiza que el ser humano está compuesto de alma, que es de origen divino, inmaterial, eterno e inmortal, alma que está unida accidentalmente al cuerpo como consecuencia de un pecado y con la misión de gobernar y dirigir el cuerpo. El cuerpo es la cárcel del alma. En la concepción de Aristóteles, “El hombre por naturaleza es un animal político”, pero también “es un ser naturalmente religioso”.

Con el transcurso del tiempo se han vertido infinidad de conceptos sobre el ser humano. Por ejemplo, el hombre es imagen de Dios (Biblia), el hombre es un ser natural, viviente superior, creado por Dios y dotado de un alma que trasciende inmortalmente lo natural orgánico" (R. Gómez Pérez ), el hombre es un animal religioso por naturaleza (Edmund Burke), no existe nadie capaz de comprender a Dios, si antes no ha descifrado al hombre (F. Puarles), el hombre es un animal religioso; el hombre es un buscador de Dios (Max Scheler). el hombre es un animal religioso (De Quatrefages), el hombre es un animal que cree en los dogmas (Chesterton).

Santo Tomás de Aquino considera que el ser humano sólo puede llegar a la verdad a través de la experiencia sensible o de los sentidos y las ideas generales o universales, pero siempre considerando como predominante la razón frente a la fe. Para Tomás de Aquino existen tres tipos de verdades: a) verdad teológica, es la verdad que el ser humano conoce mediante revelación divina; b) verdad filosófica, es la verdad no revelada y conocida por la razón del ser humano; y, c) verdad mixta, es el conjunto de verdades reveladas y que son verificadas por la razón humana. La concepción de Tomás de Aquino podemos resumirla así: la libre acción del hombre forma parte de la providencia de Dios. Dios es el guía del ser humano. Providencia y predestinación presuponen la presciencia divina, con la cual Dios prevé las acciones del ser humano. Dios inclina al ser humano hacia la justicia según la condición propia de la naturaleza humana. Tomás de Aquino considera que el hombre necesita de la ayuda de Dios para alcanzar la vida eterna, hecho que sólo es posible mediante la práctica de las virtudes naturales o cardinales (justicia, fortaleza, templanza y prudencia) y de las virtudes sobrenaturales o teologales (fe, esperanza y caridad). Tomás de Aquino concibe el ser humano como un ser situado en las fronteras de lo material y de lo espiritual (cuerpo y alma). El alma del ser humano ocupa un ínfimo lugar entre los seres espirituales, alma que es creada por Dios, que está destinada a formar con el cuerpo una única naturaleza o principio de acción. El fin último del ser humano es Dios. Para alcanzar el fin último, Dios ha dado al ser humano la Ley Natural, que viene a ser la participación de la Ley Eterna en la criatura racional, Ley Eterna que puede ser descubierta por la razón pero que Dios también ayuda a su conocimiento por la revelación. La Ley Natural enseña y manda al ser humano a vivir como persona.

San Agustín, el primer gran filósofo cristiano, el maestro por excelencia en el campo de la teología, una de las más grandes figuras de la Patrística y el más célebre de los Padres de la Iglesia latina, el Padre de los padres de la Iglesia, Ha sido llamado “El Platón del Cristianismo” y considerado como el creador de la Filosofía de la Historia. Con profundo interés antropológico y teológico san Agustín expresa su “deseo conocer a Dios y al alma” (Deum et animan scire cupio). El hombre es visto a la luz de Dios que es el principio último de su ser. «Nos hiciste para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti». El hombre posee la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, pero para elegir y practicar el bien requiere del auxilio de la gracia de Dios. El hombre sólo se realiza en el amor y a través de Dios.

Eduard Spranger, discípulo y heredero de la “filosofía del espíritu” de Wilhelm Dilthey, recibió la influencia de Freud y Hall. Según la teoría de este psicólogo alemán y representante de la Psicología Comprensiva, se pueden dividir los valores culturales en seis categorías, a las que corresponden seis tipos básicos ideales de hombre. Estos seis tipos ideales, no reales, de personalidad , descritos en su obra «Formas de Vida» son los siguientes: 1º, el hombre teorético; 2º, el hombre económico; 3º,el hombre estético; 4º, el hombre social; 5º, el hombre político o de poder, y 6º, el hombre religioso. Cada uno de estos tipos de personalidades estaría regida por un principio específico, es decir, por un valor definido. Dentro de la concepción de Spranger, el hombre religioso o místico está inspirado en el valor de la santidad; concibe el mundo como medio para llegar a Dios. Es «aquel cuya estructura espiritual está dirigida a la creación de la suprema vivencia de valor absolutamente satisfactoria». Según Spranger hay tres manifestaciones de la religiosidad: el místico inmanente (todos los valores positivos de la vida son gérmenes de lo divino y universal), el místico trascendente (todo lo humano carece de valor porque sólo es posible explicar lo divino a través de lo revelado) y la naturaleza religiosa escindida (por la fe, que es la capacidad para confiar en lo divino, se explica los actos humanos). El hombre religioso tiene conciencia de trascendencia, rebasa lo finito tratando de encontrar los objetos infinitos; considera el trabajo como servicio divino; concibe el estado como un medio y es capaz de transformarlo, a la vez que valoriza la libertad espiritual.

El autor del presente artículo considera que el ser humano es de triple naturaleza: espiritual, material y moral; es un ser biopsicosocial imperfecto por naturaleza, pero perfectible durante su existencia; es creyente firme en un ser sobrenatural, del que procede todas las cosas y todo cuanto existe en el Universo; es un ser religioso que eleva sus plegarias y oraciones a Dios desde el rincón de su alcoba o desde un lugar inadvertido en su centro de trabajo, para que todo lo vaya bien y el camino de su existencia se halle liberado de tentaciones, flaquezas, desencantos, frustraciones, angustias, bajas pasiones, envidias, represalias, vicios, maldades y odiosidad humana, hasta lograr una filosofía de la vida perfeccionada y digna.

El carácter religioso del ser humano se manifiesta en su acrisolada e inabdicable  fe y mística, en sus ideales y creencias supremas. El ser humano cree en un Dios omnipotente, omnisapiente, omnipresente e inmortal, cree en un Dios de quien procede todo lo que existe en el Universo. El ser humano siente permanentes vínculos extra naturales, distintos de los prácticos y científicos terrenales; siente y vive diariamente los latidos del corazón, sus emociones, sentimientos y voluntades que lo llevan a comunicarse con Dios en busca de atención a sus problemas, enfermedades y preocupaciones y proyectos de una vida mejor; reconoce en su naturaleza algo de la naturaleza de los dioses, intenta asimilarse a él o trata de imitarlo.

«Sin Dios y sin caridad, el hombre no es un hombre, sino un bárbaro» decía Dostoiewsky, uno de los más grandes escritores de Occidente y de la literatura universal.

 

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