HOMENAJE A LOS 90 AÑOS DE FUNDACIÓN DEL PARTIDO APRISTA PERUANO
VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE: EL REVOLUCIONARIO Y EL REPRESENTANTE DE LA NUEVA HERMANDAD PARA LAS NACIONES DE AMÉRICA LATINA
Víctor Raúl Haya de la Torre, el revolucionario y el representante de la nueva hermandad para las naciones de América Latina |
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Al
cumplirse este 20 de setiembre de 2020 los noventa años de fundación del
Partido Aprista Peruano (1930-20 de setiembre-2020), queremos rendir nuestro homenaje
histórico con el artículo periodístico “Víctor Raúl Haya de la Torre, el revolucionario y el representante de la
nueva hermandad para las naciones de América Latina”.
VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE: EL REVOLUCIONARIO Y EL REPRESENTANTE DE LA
NUEVA HERMANDAD PARA LAS NACIONES DE AMÉRICA LATINA
I.
INTRODUCCIÓN
Mensaje de Víctor Raúl Haya de la Torre a la
conciencia de los peruanos
1
Represento un principio, un credo, una bandera de juventud. Agito y
agitaré las conciencias hacia la justicia. Lucho por producir la precursora
revolución de los espíritus y maldigo con todo el calor de mi convencimiento a
los explotadores del pueblo que hacen del gobierno y la política, vil negociado
culpable.
2
La generación anterior a la nuestra, cayó en el intelectualismo, se
perdió en la literatura, y se olvidó de la vida. La nuestra va más directamente
hacia el rumbo constructor. Por eso, con orgullo, debe llamarse revolucionaria,
y como tal debe vivir, actuar y luchar.
3
Necesitamos hacer obra de revelación y descubrir a nuestro pueblo,
intoxicado por una prensa gris, la realidad ardida del mundo nuevo.
4
El aprismo aporta al Perú una
nueva doctrina política y una juventud preparada y capaz de llevarla adelante.
Ante el fracaso de la vieja generación de políticos, ante la ruina nacional que
han causado sus métodos, el pueblo peruano reclama con justicia una nueva
dirección para el Estado y un nuevo rumbo para el país.
5
Ahora volvemos tan unidos como antes, pero más fuertes. Nuestro Partido
del Pueblo es un enorme gigante que se alza de nuevo. Pero es un gigante que
tiene la generosidad que sólo poseen los fuertes. Únicamente los débiles son
rencorosos y mezquinos. Nosotros que soportamos tercos agravios, no vamos a
mirar hacia atrás, como la bíblica esposa de Lot que se convirtió en estatua,
sino miramos hacia delante, constructivamente, por donde están amaneciendo los
caminos de la esperanza».
6
Nuestro Partido representa ahora, la fuerza nueva a la que le estaba reservada la victoria. Tengamos fe y trabajemos. La nueva generación peruana, que es nueva por la juventud del brazo y del cerebro que la forma, cumplirá la gran tarea.
ALIANZA POPULAR REVOLUCIONARIA
AMERICANA (APRA)
En la ciudad de México, el 7 de mayo de 1924, Víctor Raúl
Haya de la Torre funda la Alianza Popular Revolucionaria Americana (A.P.R.A.).
En el salón de actos del Museo Nacional, Haya de la Torre entrega la bandera de
Indoamérica al presidente saliente de la Federación de Estudiantes de
México, señor Lelo de Larrea, y pronuncia un emotivo, juicioso y célebre
discurso, en el que, entre otras cosas, dijo: “No sólo queremos a nuestra
América unida, sino a nuestra América justa. Sabemos bien que nuestro destino
como raza y como grupo social, no puede fraccionarse: formamos un gran pueblo,
significamos un gran problema, constituimos una vasta esperanza…Esta bandera
que yo os entrego no presume originalidades recónditas…Aceptarla porque es
nuestra. Flameará primero sobre las soñadoras muchedumbres de las juventudes
que van abriendo el camino, y más tarde serán los pueblos, los ideales bellos y
justos, los que la agiten en el tumulto estremecido de sus luchas”.
La Alianza Popular Revolucionaria Americana, desde su fundación, tenía como objetivos de lucha los cinco puntos básicos de su doctrina: 1. Acción contra todo tipo de imperialismo; 2. Por la unidad política de América Latina; 3. Por la nacionalización de tierras e industrias; 4. Por la internacionalización del Canal de Panamá; 5. Por la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidos del mundo.
PARTIDO APRISTA PERUANO (PAP)
El Oncenio del gobierno de Augusto Bernardino
Leguía en el Perú fue entre 1919 y 1930. El dictador Leguía cae
en Perú el 22 de agosto de 1930.
El
20 de setiembre de 1930 se funda en Lima el Partido Aprista Peruano (PAP). El
aprismo nace como un partido político auténticamente peruano por sus orígenes
intelectuales; por su raíz popular, criollo y mestizo; por su ideario, por su
organización y por sus líderes. Al anochecer del 20 de septiembre de 1930,
después que regresaron los dirigentes apristas exilados por el oncenio de
Augusto B. Leguía, arranca la primera sesión de Instalación del Partido Aprista
Peruano, en Lima, con la concurrencia de unos cuarenta ciudadanos, la mayoría
jóvenes peruanos, con su primer secretario general Carlos Manuel Cox. El
aprismo en el Perú se funda para
interpretar y atender las necesidades e intereses del pueblo peruano y
solucionar sus problemas integrales.
El
15 de agosto de 1931, Haya de la Torre regresa del destierro y en la Plaza San
Martín el pueblo de Lima lo recibe a Víctor Raúl. Joven trajeado con chaqueta
de cuero, con la cabeza descubierta, la mano izquierda en alto, traía, como
dijo el poeta, “la nueva aurora”. Más de ochenta mil ciudadanos lo acompañaron
entre vítores y cantos, con ramas de palma en las manos, agitando pañuelos
blancos y entonando a pie firme las sagradas notas del Himno Nacional. Desde un
balcón de la Plaza San Martín, el joven revolucionario Víctor Raúl Haya de la
Torre dijo: “En el ejército civil que es el Aprismo, vengo como soldado
dispuesto a marchar al frente y a llegar al sacrificio que se me pida. Ni
venganza ni amenaza están escritas en las banderas del Aprismo: sólo queremos y
realizaremos justicia…” Explicó asimismo que el Estado antimperialista será un
“Estado técnico, Estado de participación de todos aquellos que en una forma y
otra contribuyan con su trabajo a la formación de la riqueza nacional”.
El
23 de agosto de 1931, en la Plaza de Toros de Lima, Haya de la Torre expone el
Programa del Plan de Acción Inmediato del Partido Aprista Peruano. El 4 de
octubre, una turba sanchecerrista asalta el local central del Partido aprista y
asesina a un guardia de seguridad. En el mes de octubre de 1931 Haya de la
Torre participa como candidato a la presidencia de la República por el Partido
Aprista Peruano. El 10 de diciembre los sanchezcerristas hirieron mortalmente
en las puertas del local del PAP (calle Belén) al pequeño vendedor de diarios
N. Apaza Yura. El 11 de diciembre un grupo semioficial atacó a mano armada los locales
apristas de la ciudad de Huacho. El 12 de diciembre la Célula Parlamentaria
Aprista (CPA) presentó un proyecto de ley para realizar elecciones municipales
en toda la República, toda vez que no las había desde 1923. El 21 de diciembre,
la CPA propuso una ley que prohibía el alza de los arriendos, a la vez que
establecía una tasa racional, según el costo y los impuestos. La prohibición de
alzar los arriendos existía desde 1920, sus precios topes carecían de
aplicación en 1931. La mayoría parlamentaria de entonces envió a Comisión el
proyecto aprista y no se discutió nunca más. El 23 de diciembre, las oficinas
centrales del PAP son clausuradas por Luis M. Sánchez Cerro.
El
4 de enero de 1932 Haya de la Torre formula una declaración tajante contra el
proyecto de ley de emergencia presentado al Congreso de la República por el
ministro García Bedoya. El 6 de enero un
subprefecto metió preso al director del diario aprista de Chiclayo. El 8 de
enero se realiza un mitin de protesta porque los recién llegados al poder
barrían de sus puestos a los antiguos burócratas, para reemplazarlos por
militantes sanchezcerristas que cobraban así favores electorales. El 9 de
enero, el Partido Aprista Peruano reorganiza su Comité Ejecutivo Nacional (CEN)
y Haya de la Torre mantiene en sus manos la Secretaría General del Partido y
los cargos más importantes recayeron en los diputados Manuel Arévalo y Luis
Alberto Sánchez. El 15 de enero se multa a Serafín Delmar, director de la
Revista APRA a 22 días de prisión por haber atacado en un editorial al
presidente Luis M. Sánchez Cerro. Como la ley de emergencia autorizaba a
sustituir la multa por prisión, Serafín Delmar decidió compensar con días de
cárcel los soles de multa. El 28 de enero de 1932 se realiza un ardoroso debate
en el Congreso de la República, al denunciar Luis E. Heysen los planes del
gobierno para perseguir a los diputados apristas y pedir garantías para la vida
de Haya de la Torre, argumentándose que el gobierno realizaba una burda
maniobra para comprometer a otros partidos en las represalias contra el APRA.
El 4 de febrero de 1932 el ministro de Justicia, Culto e Instrucción, Carlos
Sayán Álvarez, ordenó la clausura de los
locales donde funcionaban las universidades populares “Manuel González Prada”.
El 12 de febrero la policía derriba la puerta de la casa del diputado aprista
Arturo Sabroso, lo apresa y lo saca de su hogar a culatazos. El 20 de febrero
los 27 representantes del PAP ante el
Congreso de la República, la primera Célula Parlamentaria Aprista, son deportados
por el presidente Sánchez Cerro. El 5 de marzo, Sánchez Cerro ordena el arresto
a Haya de la Torre y de todos los miembros del Comité Ejecutivo Nacional del
PAP. El 6 de marzo un estudiante dispara y logra herir al presidente Sánchez
Cerro. El 6 de mayo de 1932 Haya de la
Torre es arrestado en un suburbio de Lima por un centenar de soplones que
lograron formar un cordón de pistolas y de ametralladoras. El 7 de mayo, luego
de ser sometido a un extenso y riguroso interrogatorio, se había dispuesto el
traslado de Haya de la Torre al Panóptico. Este mismo día a las seis de la
tarde estalló una revuelta aprista en Lima y los manifestantes se abrieron paso
a balazos hasta la Plaza de Armas, provocando pánico en Palacio durante una
media hora. El 16 de mayo de 1932 se inicia la Instructiva del Proceso Haya de la Torre. El 26 de mayo de 1932 se
llega a conmutar la pena de muerte contra Carlos Enrique Melgar y Manuel Seoane
Corrales por la de internamiento. El 6 de julio, Manuel Barreto fijó su mirada
a Alfredo Tello Salavarría, quien tenía entonces 23 años de edad y era maestro
de escuela, y le dijo: “A las dos de la mañana, maestrito, a las dos atacaremos
el cuartel O´Donovan”. El 7 de julio de 1932 estalla la revolución aprista en
Trujillo y es derrotada por la fuerza combinada del Ejército, la Marina y la
Aviación. Este mismo día el Congreso de la República aprueba la Ley No. 7540
sobre las Cortes Marciales y la Ley No. 7541, aprobando el estado de sitio en
todo el territorio nacional.
En
su carta al Dr. John Mackay, escrita desde una celda de la Penitenciaría de
Lima en 1932, Víctor Raúl expresó: “Cuando pienso en la exaltación del nombre
de Haya de la Torre, siempre pienso en el Jefe de nuestro Partido, un símbolo
ideal y no en mí mismo. Hasta para mí el nombre de Haya de la Torre es algo
ajeno a mi persona…Creo que la fe puesta por tantas gentes en mí como líder,
puede ayudar en mucho a mantener la unidad del Partido y para llevar a cabo la
tarea que cada uno debe emprender para alcanzar nuestros fines. Por eso
proyecto mi personalidad y la pongo al servicio de un ideal colectivo, pero
nunca, nunca, como pedestal de mi vanidad”.
El
30 de abril de 1933, Luis M. Sánchez Cerro es asesinado. Ante este hecho
lamentable, el gobierno inicia la terrible y gran persecución a Haya de la
Torre y a los dirigentes apristas.
El
6 de enero de 1934 la policía allana los domicilios y persigue a los dirigentes
apristas Carlos Manuel Cox, Luis E. Heysen, Pedro Ernesto Muñiz Martínez, César
E. Pardo, Luis Alberto Sánchez y Manuel Seoane Corrales bajo la vaga acusación
de fomentar un complot de sargentos y clases del Ejército; el proceso llevado a
cabo por tal motivo concluyó excluyendo de toda responsabilidad a dichos
dirigentes. El domingo 7 de enero de 1934 se realizó en la Casa central del
PAP, calle de Pobres, la fundación de la Federación Aprista Juvenil (F.A.J.),
organizado por Ramiro Prialé, Luis Rodríguez Vildósola, Armando Villanueva del
Campo, Humberto Silva Solís, Nicanor Mujica, Pablo Silva Villacorta, Susana Medrano,
Andrés Townsend Ezcurra, Luis Salcedo, entre otros.
“El
27 de octubre de 1934 fallece en Trujillo el padre de Víctor Raúl. Sólo hay un
medio de llegar al sepelio: una avioneta. Víctor Raúl es víctima de un singular
“accidente” que tiene mucho de atentado personal (no será el primero, ni el
último). La avioneta se rompe un ala y el tren de aterrizaje, pero Víctor Raúl
continúa hasta Trujillo” refiere Alberto Baeza Flores en su obra “Haya de la
Torre y la revolución constructiva de las Américas”.
El
18 de junio de 1936 Haya de la Torre es proclamado candidato a la presidencia
de la República, por los presos
apristas, los sindicatos, las células clandestinas y los proscritos. Su primer
vicepresidente sería el coronel César E. Pardo y el segundo vicepresidente el
obrero textil Juan Guerrero Quimper. En el mes de setiembre de 1936, Augusto
Vendares, por presión del Jurado Nacional de Elecciones logra aplicar al
Partido Aprista Peruano el artículo 53 de la Constitución política que ponía
fuera de la ley a los partidos de “organización internacional”. Ante esta
circunstancia política el PAP decide apoyar con sus votos la candidatura
presidencial de don Luis Antonio Eguiguren. Y por orden de Benavides cuando el
escrutinio arrojaba un 75 por ciento de votos a favor de Eguiguren sobre todos
los demás, el Congreso de la República declara nulo los comicios y prorroga el
mandato por tres años al presidente Óscar Raimundo Benavides Larrea.
Y
así se podría seguir exponiendo hasta
nuestros días la heroica trayectoria de lucha histórica del APRA y del Partido Aprista Peruano por la Libertad,
el Pan y la Justicia social de los que menos tienen.
Al
cumplirse este 20 de setiembre de 2020 los noventa años de fundación del
Partido Aprista Peruano (1930-20 de setiembre-2020), queremos rendir nuestro homenaje
histórico con el artículo periodístico “Víctor Raúl Haya de la Torre, el revolucionario y el representante de la
nueva hermandad para las naciones de América Latina”.
II. DESARROLLO
VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE: EL REVOLUCIONARIO
Y EL REPRESENTANTE DE LA NUEVA HERMANDAD PARA
LAS NACIONES DE AMÉRICA LATINA
En
su condición de líder revolucionario Haya de la Torre ha sido un persistente e
inflexible luchador contra la injusticia, la opresión, la dominación, la
marginación, la exclusión social y la explotación sea del hombre por el hombre y del hombre por
el Estado.
Por
su compromiso con la gente humilde y necesitada, por su consecuencia con los
ideales de libertad y de justicia en bien de los que menos tienen, por su lucha
frontal contra los grandes grupos de poder económico nacional y extranjero,
Haya de la Torre tuvo que soportar muchos años de cárcel, de persecución y de
exilio, tercos agravios, rencores y odios venidos de los representantes de la
derecha conservadora y reaccionaria, de la izquierda extrema y recalcitrante,
de la oligarquía plutocrática y feudal, los mismos que perseveraron en la
brutal persecución para destruir al APRA o eliminar de la actividad política a
Haya de la Torre.
Sin
embargo, su imbatible liderazgo supo despertar y remecer las conciencias
dormidas de trabajadores manuales e intelectuales y orientarlos hacia la gran
transformación estructural de los pueblos, para hacer del Perú un país sin amos
en su cúspide ni esclavos en su base.
Víctor
Raúl Haya de la Torre entendía el término
revolución no en el sentido catastrófico de cuartelazo, montonera, motín o
anarquía, sino en el sentido de profunda significación histórica y
constructiva, de transformación, evolución y renovación, pero sujeta a los
imperativos y limitaciones de la realidad en permanente cambio, que
posibilitara la conquista de la justicia social por un camino propio, camino
equidistante de Washington, de Moscú, de China, de Cuba o de cualquier otra
colonia imperialista.
Haya
de la Torre entendía el término revolución en sus dimensiones de orden social,
político, económico, cultural, científico, tecnológico y axiológico.
Respecto
al término revolución, Manuel Seoane
Corrales, en su obra “Comunistas criollos. Disección polémica de la
charlatanería roja”, señala lo siguiente: “Los comunistas criollos se creen o
llaman ultra-revolucionarios. Pero, en realidad son como los rabanitos, rojos
por fuera y blancos por dentro”. “El vicio de la exaltación latina está
dificultando el problema de la lucha por la justicia social en Indoamérica. La
fantasía y el lirismo agrarios visten de prestigio al hombre que ofrece
revolucionarlo todo. Un revolucionario resulta un ser misterioso, atractivo,
seductor. Hay, pues, muchos revolucionarios snobs. Pero la revolución,
entendida como auténtico proceso transformatorio, no es un juego de palabras
sino un complejo y vasto cambio social. El revolucionario por consiguiente no
puede ser un demagogo con mal humor o con fiebre. La pasión, nada más que la
pasión, real o fingida, no crea nada. Acelera el esfuerzo sólo cuando éste se
apoya en el conocimiento frío y realista de las circunstancias ambientales y lo
acicatea con una voluntad firme y tenaz. No son más revolucionarios los más
gritones ni los más exigentes sino los más realizadores y serenos. Los primeros
son charlatanes ineficaces, aspas de hélices girando en el vacío. Los segundos
son constructores, ruedas firmes adosadas a la tierra que hacen marchar el
carro de la justicia”.
Víctor
Raúl Haya de la Torre ha sido el revolucionario que insufló de espíritu
optimista a legiones de jóvenes peruanos que se sentían desilusionados ante la
perspectiva de volver al país empobrecido y desorganizado. Luchó contra los
gobiernos de facto, las dictaduras y tiranías, contra los grandes grupos de
poder económico y político, los abusos, excesos e injusticias del capitalismo
extranjero. Luchó por los sagrados y fundamentales intereses y necesidades de
las mayorías y minorías de la Nación. Abogó por las libertades fundamentales de
las personas, por las libertades de pensamiento, de opinión, de expresión, de tránsito, de sufragio, de prensa, de palabra y de organización.
Al
defender la libertad de sufragio precisó: “La libertad de sufragio sólo puede
ser efectiva por medio de elecciones generales y libres, voto secreto y no
intervención oficial en las elecciones”.
Víctor
Raúl Haya de la Torre fue el revolucionario que laboró por incrementar la
productividad y reducir la improductividad del Perú; creyó, proclamó, organizó
y elaboró un equipo de técnicos de primer nivel y un plan de gobierno realista,
científico y revolucionario, como aplicación real de una doctrina,
implementándolo con un gran concurso de técnicos, de expertos conocedores de la
realidad geográfica, histórica, ecológica, social, económica, educativa,
cultural y política del Perú.
Fernando
León de Vivero, en un artículo periodístico titulado “Mi hermano, mi amigo
Víctor Raúl”, revela que cuando un periodista norteamericano en cierta ocasión
le preguntó sobre lo que haría el APRA en caso de llegar al gobierno, Haya de
la Torre le respondió así: “Vea usted, nosotros queremos que aquí todos,
nuestro compañero, o el hermano, o el aborigen, o el indio, como quiera usted
llamarlo, pueda comer, pueda vestirse, pueda tener un techo, pueda ser
instruido, pueda vivir…Eso es ya una revolución en el Perú”.
En
el referido artículo León de Vivero puntualiza asimismo que Víctor Raúl Haya de
la Torre “era un hombre muy humano. A pesar que era muy severo en sus órdenes y
muy organizado en su trabajo. Pero, por lo mismo que colocaba a sus hombres en
puestos de responsabilidad, era muy exigente en el cumplimiento de su deber
revolucionario”.
Víctor
Raúl Haya de la Torre, de generosidad incomparable, de sensibilidad social
ejemplar, no tuvo memoria para los agravios que recibía de las dictaduras
militares de extrema derecha y de
extrema izquierda. Por eso el pueblo siempre valoró su servicio a la
causa del Perú e Indoamérica, lo reiteró su lealtad incondicional y mantuvo en
alto su nombre por considerarlo el abanderado de la democracia, la libertad y
la justicia social.
Pablo
Macera llegó a decir de Haya de la Torre: “Ha logrado mantener una dirigencia
monolítica en su partido durante medio siglo, sin alcanzar el poder
gubernamental”. No obstante ello su pensamiento llegó a calar hondo en la
conciencia de las clases medias urbanas, del campesinado rural y de los pueblos
del Perú profundo.
Luis
Alberto Sánchez resumió así la vida de luchas y grandes pruebas físicas y
morales de Haya de la Torre: ocho años en el destierro, doce años en
persecución a muerte, uno y medio de aislamiento celular en la prisión, cinco
años en encierro forzoso como asilado, es decir, “veinticinco años y medio de
angustia física y moral”.
En
“Carta a los prisioneros apristas” Haya de la Torre explica el porqué de su
persecución: “Estoy perseguido porque fui, soy y seré leal a mis principios
políticos, a mi línea moral, a mi fe aprista y a mi consigna de luchar sin
temores por la emancipación espiritual y material del pueblo peruano”.
Y
en el mundo, el aprismo es el único partido político que ha sido llevado ante
la Corte Internacional de La Haya, en la persona de su fundador y jefe Víctor
Raúl Haya de la Torre, acusado de supuestos “crímenes comunes”, y que después
de un largo proceso de investigación judicial fue absuelto, quedó libre de toda
culpa y responsabilidad, por cuanto “el Gobierno del Perú no ha podido
demostrar que los delitos de que acusa a Haya de la Torre sean delitos
comunes”, según el fallo de la Corte Mundial del 20 de noviembre de 1950,
ratificado por el 2do. Fallo del 27 de noviembre del mismo mes y año y el del
13 de junio de 1951.
Manuel
José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, Francisco de Miranda, Simón
Bolívar, José Enrique Camilo Rodó Piñeyro, Félix Rubén García Sarmiento
conocido como Rubén Darío, José Vasconcelos Calderón, José Ingenieros y Víctor
Raúl Haya de la Torre fueron los grandes líderes que lucharon por una patria
continental, unida, libre y justa, patria sin prejuicios ni odios de clases.
Haya de la Torre llegó a ser el portaestandarte de la integración económica y
política de los países de América Latina, para hacer realidad los Estados
Unidos de América del Sur y enfrentarse exitosamente contra el enemigo común,
el imperialismo.
Premunido
de espíritu revolucionario, integracionista y antimperialista, Haya de la Torre
proclamaba en todos los países de Indoamérica la necesidad de formar “El Frente
Único de los pueblos oprimidos contra el Imperialismo y contra las tiranías que
entregan nuestras riquezas”.
Como
político e intelectual revolucionario y de polendas, Haya de la Torre conoció y
trató a Bujarín, Zinoviev, Radeck, Lozowsky, Renán, Sarmiento, Marx, Lenin,
Einstein, Heisenberg, Manuel González Prada, Bertrand Russell, Alfred
Whitehead, Ernest Cassirer, entre otros.
En
su mensaje al III Congreso Nacional del Partido Aprista Peruano, el 27 de julio
de 1957, Víctor Raúl Haya de la Torre expresó: “Yo creo que el Partido Aprista
ha realizado en el Perú una profunda revolución. La está realizando: la
revolución de convertir un país, primero en una entidad política con un programa
y de convertir a un pueblo en un grupo social capaz de entender ese programa,
de renovarlo, de sentirlo y de llevarlo adelante”.
Hombre
revolucionario, de sano corazón, generoso hasta con el adversario, no dio
muestras de mal humor o de venganza, no supo torcerse ni por el miedo, ni por
el dolor, ni por el oro, ni por el hierro. No retrocedió ni un ápice ante las
calumnias irresponsables y el escepticismo burlón.
A
la juventud peruana e indoamericana, al pueblo adolorido y sufrido Haya de la
Torre les dio lecciones de consecuencia y de lealtad política, lecciones de
civismo y de dignidad. Jamás se dejó robar la paciencia, la esperanza de que
algún día llegue la hora de la verdadera justicia social con Pan y Libertad.
Sin
fusiles ni bombas, sin soldados ni metralletas, sin dinero de los grandes
capitalistas, pero sí con las armas de las ideas, de la fe, de la convicción,
de la disciplina y de la tenacidad, Víctor Raúl Haya de la Torre supo llegar a
la conciencia de los pueblos, interpretar sus sentidas aspiraciones y levantar
su voz en demanda del respeto a los derechos fundamentales de salud, de
vivienda, de empleo, de educación y cultura, de estabilidad política y
seguridad jurídica, de alimentación, de recreación y de una vida digna, libre y
justa.
Desde
joven, a Víctor Raúl Haya de la Torre lo vemos en uno y otro lugar del Perú
organizando y capacitando a los estudiantes, obreros, campesinos, comerciantes,
empresarios, industriales y profesionales. Producto de su perseverante espíritu
de lucha sin cuartel contra toda forma de injusticia y desigualdad es la
conquista de las ocho horas de trabajo diario, el seguro social, el voto de las
mujeres, el voto de los analfabetos, la educación gratuita, la reorganización
de los métodos escolares, la aplicación de algunas reformas de la educación,
las leyes de reivindicación económica y profesional de los maestros y la
creación del Ministerio de Educación Pública.
Pablo
Silva Villacorta, en su interesante obra “Adónde van
las ideas de Haya de la Torre”, al valorar a
este insigne filósofo, ideólogo, estadista, escritor y político en las
primeras décadas del Siglo XX expresa: “Así, para ir al grano, si del 24 al 30
vemos en Haya de la Torre al ideólogo, que crea una estrategia revolucionaria
autóctona y científica para la transformación de los pueblos latinoamericanos,
en 1931 nos hallamos frente a un estadista de 36 años, a un líder con visión de
gobernante, a un político con responsabilidad y ante un nuevo tipo de hombre
público”.
Silva
Solís, en un ameno “Reportaje al hombre del año”, al preguntarle
a Haya de la Torre que si recordaba “alguna anécdota inolvidable”, respondió así: “No puedo apartar de mi
memoria la de un viaje que hacíamos, en caravana de automóviles, en un empinado
y retorcido camino de la sierra. En una de sus vueltas, divisé de pronto a un
indiecito de 8 o 10 años, de pómulos enrojecidos, poncho y sombrero, que se
replegaba sobre las cavidades de la montaña para eludir el paso de los autos.
Al pasar aquel en que yo iba, el pequeño lanzó un vigoroso y alegre “Viva el
Apra”. Hice detener el auto, que ya había avanzado varios metros en la curva.
Bajamos a buscar al joven indígena. Fue imposible ubicarlo. Para mí ese “viva”
preciso en la soledad de los Andes me ha dejado un recuerdo como de aparición y
de estímulo. Fue como si la voz juvenil y desconocida saliera de las entrañas
mismas de los Andes”.
Eugenio Chang-Rodríguez, en su obra "Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas Artes, Historia e Ideología" (2018), como pocos autores, en su reciente obra ofrece un resumen de la vida artística e ideológica de Haya de la Torre en los términos siguientes: “De joven, Víctor Raúl admiró tanto las interpretaciones musicales del violinista argentino Andrés Dalmau y de la pianista Mercedes Pedrosa como la actuación dramática de la actriz española Amalia de Isaura en el Teatro Ideal de Trujillo. El 15 de diciembre de 1916, la Compañía de Teatro y Comedia de doña Amalia estrenó “Triunfa vanidad”, comedia escrita por Haya de la Torre para defender a César Vallejo, atacado injustamente por varios señoritos aristócratas trujillanos que consideraban al joven bardo como un poetastro bohemio. Al día siguiente, el periódico La Reforma publicó el soneto de Vallejo “Triunfa vanidad”, con la dedicatoria “Para ti, Juan Amateur, por tu valiente comedia estrenada ayer. Cariñosamente, César Vallejo”. Por su parte, Víctor Raúl, usando el mismo seudónimo, publicó en La Reforma del 23 de diciembre su poema “Hiperestesia”, con esta fraternal dedicatoria “Mis primeros versos para César A. Vallejo”, como lo menciona Luis Enrique Tord en su “Presentación”:
Mis
versos son las cuerdas de un piano resonante
Que
a rudos martillazos la vida hace vibrar
Me
deleito escuchando la sonata inquietante
¡Que
canta tu amargura de un íntimo pesar!
Ya
es suave, dulce, rítmica como un “claro de luna”,
Ya
con Chopin exalta mi loco fantasear,
O
crece, se agiganta, resuena como una
Inmensa cabalgata wagneriana al trotar…
Según Manuel Seoane, en "Obras Apristas 1931 a 1948", en el Perú de los años 1917, 1918 y 1919 “había una
tradición de gobierno oligárquico, de tipo civil, apoyado principalmente en el
poder económico de la agricultura, y que manejaba el país como una vasta
hacienda. Era una época de un señorío peculiar, con más cariño y preocupación
por las plantas y por los animales, que por los hombres que trabajaban la
tierra”.
En
1917 empieza a funcionar el Colegio Anglo-Peruano bajo la dirección del
prestigioso maestro John A. Mackay y la colaboración de Víctor Raúl Haya de la
Torre, Jorge Guillermo Leguía y Raúl Porras Barrenechea. El 26 de abril de
1917, a las dos de la tarde, el fogoso dirigente juvenil, Víctor Raúl, conoce
en la Biblioteca Nacional del Perú a Manuel González Prada, cuando este
desempeñaba el cargo de Director. En el mes de agosto de 1917 Haya de la Torre
viaja al Cuzco y en esta ciudad es nombrado secretario del Prefecto, cuando se
desempeñaba como Prefecto el coronel César González Navarrete, Aquí labora
durante ocho meses y logra despertar su vocación y predilección por los
problemas de la raza indígena. Al respecto revela Víctor Raúl: “Yo no habría
sentido devoción por la raza indígena, ni amor por el Perú serrano, ni dolor
por la injusticia social, ni rebeldía ante la barbarie hecha sistema político,
si no hubiera vivido en el Cuzco”. Luego de haber tomado conciencia a plenitud
y vivido la problemática del indio, Víctor Raúl Haya de la Torre escribe el
artículo “El problema del Indio”, en la revista “Amauta”. Aquí analiza,
describe y explica con claridad meridiana los problemas del campesinado peruano
y la forma de encararla.
En
su obra “Haya de la Torre y el APRA”, Luis Alberto Sánchez puntualiza: “Haya de
la Torre palpó también la candente situación de la Universidad de San Marcos,
baluarte nepótico y feudal. Los profesores pertenecían a familias y círculos
allegados al “civilismo” pardista. Muchos se hallaban allí por mérito propio;
todos por vinculaciones políticas. Como una reacción contra el sometimiento de
la Universidad a los intereses del partido y “clan”, la juventud decidió ese
año convertir el antiguo Centro Universitario en una auténtica Federación de
los Estudiantes del Perú. Haya de la Torre llegaba en su punto y hora, con su
bagaje de perplejidades e interrogaciones”.
Desde
temprana edad el revolucionario Víctor Raúl Haya de la Torre amaba las lecturas
exóticas y no dejaba de concentrarse en la lectura de obras clásicas. Cuando
joven sobresale por su inteligencia, rectitud de carácter, espíritu de bien,
vocación de servicio y preocupación por los problemas de la sociedad. Más tarde
será dentro del contexto intelectual de América Latina el gran Patricio y
pensador original de América Latina; el Padre rector del pensamiento
democrático continental y el abanderado de la justicia social.
Alberto
Baeza Flores, en su obra "Haya de la Torre y la revolución constructiva de las Américas", destaca las condiciones de novelista y la “gran erudición en
muchas materias” que tenía Haya de la Torre: “Pero acaso la opinión que se
aproximó más a lo que yo pensaba fue la de un novelista: “Este hombre es un
personaje en nuestra historia social y política de América Latina, pero habla
como si fuera espectador también. Es actor y espectador a la vez. Y su fuerza
es que su gran erudición en muchas materias la ofrece con el lenguaje más
simple. El científico, el escritor, se quedan embelesados, pero estoy seguro
que el hombre de la calle se queda embelesado también. ¿Por qué razón? Porque
Haya de la Torre ha encontrado el lenguaje común al sabio y al ignorante: la
palabra sencilla y profunda a la vez, que es la más rara de todas las
virtudes”.
En la obra referida, Baeza Flores también destaca la calidad revolucionaria de
Víctor Raúl cuando afirma: “Será Haya de la Torre de aquellos hombres de la
construcción, no de la destrucción, por eso su ideal de la revolución será
nuevo. Apoyado en la ciencia y en la técnica modernísima irá a crear riqueza
para los que no la tienen, a potencializar los espacios vacíos. Será el predicador
de la revolución constructiva y en su estilo, en su vida, en su prédica y en su
doctrina será el anti-Perón y el anti-Castro, es decir, el anti-fascista y el
anti-totalitario. Será el anti-caudillista, aunque no dejará de ser el guía de
su partido y el conductor de un firme ideal, pero en él los principios irán
delante. El defenderá más que el liderazgo personalista, el liderazgo de una
doctrina, de un programa revolucionario creador –la revolución constructiva- y
esto lo apartará de modo radical de toda demagogia tanto de la derecha
reaccionaria como de la reaccionaria totalitaria (que a veces suele disfrazarse
de “izquierdizante” o de “revolución nacionalista”)”.
El
revolucionario Víctor Raúl Haya de la Torre leía mucho y dormía poco. Leía a sus
poetas favoritos Rubén Darío, César Vallejo, Shakespeare, Baudelaire, Verlaine
y Carlos Pellicer, entre otros. No tenía
tiempo de ver espectáculos. Solía ir al cine, prefería el teatro en prosa y el
de ópera. Era medio operamaníaco, le gustaba las óperas de Mozart, Weber y
Wagner. Le gustaba comer bien, toda la buena comida peruana, especialmente la
comida criolla. Compensaba los momentos
de soledad con la música: “He aprendido lo que es la soledad en los años. Suelo
pasar días y semanas solo y aquella soledad tiene su compensación en la música”
acotaba Haya de la Torre.
En
la parafernalia aprista, el Día de la Fraternidad quedó establecido el 22 de
Febrero de 1946, cuando Manuel Seoane, en un emotivo discurso pronunciado en el
Estadio Nacional de Lima, le dice a Haya de la Torre que le traía un recado que
viene del corazón del pueblo y que “ El pueblo aprista esta vez sin consulta ni
congreso, por mandato imperativo de abajo hacia arriba, ha resuelto consagrar
que de hoy en adelante y hasta cuando seamos polvo en viaje a las estrellas, el
día 22 de febrero como el Día Aprista de la Fraternidad” .En esta fecha
histórica los apristas recuerdan al revolucionario y fundador del aprismo,
Víctor Raúl Haya de la Torre, reseñan su vida, pensamiento y obra, a la vez que
le renuevan lealtad a su filosofía, ideología y doctrina en aras de la
emancipación económica, espiritual y mental de los pueblos de Perú y de
Indoamérica.
En
1946, en una inolvidable asamblea pública en el viejo Estadio Nacional de Lima,
“El Cachorro” Manuel Seoane Corrales, hermano de ideas de Haya de la Torre y
prominente líder del Partido aprista, pronunció el bellísimo e inmortal
discurso que se conoce con el nombre de “Recado del Corazón del Pueblo”, fecha
en que se instituye el Día Aprista de la Fraternidad. He aquí parte del
discurso: “Por eso nuestro partido, como se afirmó desde 1931, no es un club de
compadres en busca de presupuesto nacional, sino una firma fraternidad moral,
nacida del rechazo a las injusticias morales y del amor a la empresa de
transformar las bases materiales y espirituales del Perú para tornarlo hogar de
la alegría para todos los peruanos. Y porque nuestro partido es una hermandad
en la lucha, en el dolor y en la victoria, ejercitamos el orgulloso derecho de
dar cálida celebración a nuestro hermano mayor. Pues si alguien interrogara por
qué damos este extraordinario realce al onomástico del Jefe, responderíamos que
porque él es un guía y un ejemplo, y como es él, tierno y sacrificado hermano
de todos, especialmente de los humildes y de los débiles, el dulce pueblo
aprista esta vez, sin consulta ni congreso, por mandato imperativo de abajo
arriba, ha resuelto consagrar que hoy en adelante y hasta cuando seamos polvo en viaje a las estrellas, el día 22 de
febrero como el Día Aprista de la Fraternidad”.
Desde
la Plaza de Toros de Lima, en 1946, el revolucionario Víctor Raúl Haya de la
Torre clamó la necesidad de que existiera mejor democracia sostenida con
partidos políticos bien organizados, con libertad de criterio y derecho a la
oposición. Decía: “¡Necesitamos otros partidos! No queremos ser solos. No se
nos tache de partido único por el hecho de que los otros no saben organizarse.
Es necesario que se organicen”.
En
1965 el revolucionario Haya de la Torre preocupado por la unidad del Partido
del Pueblo y por las consecuencias que podría traer su desaparición le pidió a
Jorge Idiáquez “no informar a nadie” de su estado de salud, y que recordara a
los compañeros que “cooperen a mantener e impulsar la acción social del partido,
sus academias, sus escuelas, sus comedores, sus cooperativas, sus organismos
infantiles y juveniles”, así mismo que promuevan la unidad, la disciplina, la
fraternidad, sacrificando “todo individualismo e interés personal”, con la
esperanza de que su muerte “sirva para unir más a los apristas”.
El
31 de agosto de 1977, Haya de la Torre recibió la condecoración de la Orden
Francisco de Miranda, en su Primera Clase, de manos del presidente de la
República de Venezuela, Carlos Andrés Pérez. Haya de la Torre agradeció la
condecoración con estas breves y trascendentes palabras: “Señor Presidente: es
para mí un gran honor recibir de sus manos esta condecoración, la primera y
única que he recibido en mi vida. Me propongo hoy más que nunca seguir la obra
de Miranda como un humilde y devoto cumplidor de su consigna
histórica…Seguiremos manteniendo la consigna histórica que él nos dio: Unir a
nuestros pueblos que en la dimensión de su grandeza, pueden llegar a ser la
primera nación del mundo”.
Con
el revolucionario Víctor Raúl Haya la Torre, el Partido Aprista Peruano levantó
la bandera de la convivencia pacífica y de la fraternidad con todos los
peruanos, propugnó nuevas formas de convivir y de coexistir en democracia y
libertad, sin dictadores ni tiranos y convocó a la ciudadanía a cerrar filas
contra todo tipo de imperialismo, que es el enemigo común de los pueblos
indoamericanos.
Cuando
los dictadores de turno censuraban a los candidatos del Apra por temor a ser
vencidos, el revolucionario Haya de la Torre y los dirigentes apristas se
dieron el gusto y el lujo de decir a sus militantes, amigos y simpatizantes,
antes de una elección, que “cada uno vote según su conciencia”.
El
primer domingo de septiembre de 1931, el
revolucionario Víctor Raúl Haya de la Torre compite a la presidencia de la
República con el Comandante Luis Sánchez Cerro, quien había depuesto a Leguía,
perdiendo la elección debido a problemas en el cómputo y a la falta de
garantías en las mesas de sufragio. En 1962 volvió a postular a la presidencia
y un golpe de Estado anuló las elecciones en la que Haya de la Torre había
resultado ser el vencedor. El Ejército y la oligarquía plutocrática le
arrebataron nuevamente la victoria.
En
las elecciones nacionales del 18 de junio de 1978, Víctor Raúl Haya de la Torre obtiene la más
alta votación como candidato a la Asamblea Constituyente del Perú, 1´038,516
votos del total de 1´241,174 votos cosechado por el aprismo. Y a los 84 años de
edad, el 28 de julio de 1978 es ungido Presidente de la Asamblea Constituyente
por larga mayoría, llegando a ocupar un cargo oficial por primera vez en su
vida, percibiendo como emolumento y a su solicitud expresa la simbólica suma de
un sol mensual (S/. 1.00). Logra, entonces, la elaboración y la aprobación de la nueva Constitución política de 1979.
En
1979, el Comandante General del Ejército,
Primer Ministro y Ministro de Guerra del régimen militar, General Pedro
Richter Prada y del Canciller Carlos García Bedoya, a nombre del Estado peruano
entregaron e impusieron, en su lecho de enfermo, a Víctor Raúl Haya de la Torre la condecoración la Gran Cruz de la Orden del
Sol. El fundador y máximo líder del
Partido Aprista Peruano por primera vez recibe en vida una condecoración
entregada por el Estado.
El revolucionario Víctor Raúl Haya de la Torre fue un hombre polifacético: maestro, filósofo, ensayista, orador, político. Ningún orador peruano o indoamericano pudo igualarlo en vida. Haya de la Torre fue un extraordinario maestro de la oratoria. “Y si la oratoria entra en la historia literaria – decía Andrés Townsend Ezcurra,en su artículo "Haya de la Torre:ensayista, orador y filósofo", publicado en Claridad (Buenos Aires, 1937)-, Haya tiene méritos como ninguno para inscribir su nombre. Es nuestro mayor orador contemporáneo. Riquísimo gesto, clara dicción, ciencia basta, recorre su posibilidad oratoria a todos los matices desde la conferencia expositiva y erudita hasta la arenga inflamada que termina en un espasmo total de las multitudes. Decenas de frases de Haya circulan entre el pueblo peruano guiando su acción y rememorando los fastos del movimiento. Dos discursos en Trujillo, uno el 8 de diciembre de 1931, día del ascenso de Sánchez Cerro –“¡éste no es un día triste para nosotros!- y el del retorno, diciembre de 1933-, después de su prisión y de la masacre de millares de trujillanos- “con palabras no puedo…”- son dos piezas sin parangón en la oratoria indoamericana”.
“Ante la muchedumbre, Haya de la Torre es un maestro de la oratoria emotiva. En la soledad de su estudio, es un intelectual, un académico, casi un místico” precisaba Tomás Dozier, en la entrevista "Víctor Raúl Haya de la Torre en el día más crítico de su larga carrera", publicada en LIFE en Español de 1962.
La
historia de los países de América Latina del siglo XX registra que el APRA es
el único partido político que más ha sufrido terror, persecución, represalias,
chantaje político, clausura de sus locales partidarios, martirio,
expatriaciones y cuyas victorias electorales le fueron desconocidas por el
atropello, el veto o el fraude con el único propósito de impedir que el
revolucionario Haya de la Torre llegara a Palacio de gobierno.
Patricio Ricketts Rey de Castro, en su artículo "Personaje proteico", publicado en la revista Caretas (No. 564, Lima, 6 de agosto de 1979)- indica: "Desde entonces, siguió constituyendo la primera alternativa del poder. O bien su soporte principal. Su lucha fue incesante y de una tenacidad apenas compatible con el carácter peruano. Ora dramáticamente activa, ora implacable y serenamente cautelosa. Encarcelado, perseguido, silenciado, cotidianamente vilipendiado, cercado, vetado, asilado durante cinco años en un cuarto de balcón sobre la principal avenida del país, despojado de la nacionalidad, desterrado y forzado al ostracismo voluntario, socavado mediante todos los recursos imaginables, demostró una capacidad de supervivencia y una energía conductora sin paralelo”.
El Apra, que históricamente tuvo gran caudal de partidarios, nunca ha llegado con Haya de la Torre a la presidencia de la República de Perú, no obstante haber postulado tres veces a la presidencia a Víctor Raúl Haya de la Torre. Y es el propio Haya de la Torre quien da una explicación al respecto: “Porque lo ha impedido la fuerza, el veto y el fraude. Casi 25 años fuimos despojados de nuestros derechos y no pudimos votar ni ser elegidos. Fuimos declarados partido internacional y fuera de la ley en las elecciones de 1936, cuando tuvimos que designar al Dr. Eguiguren. En 1945 tuvimos que votar por el Dr. Bustamante, porque esa era la condición para devolvernos a la legalidad. En 1956 votamos por el Dr. Manuel Prado, por lo mismo, y también sin poder elegir a nuestros propios candidatos a las Cámaras. Sólo en 1962 y 1963 fue posible nuestra participación en las elecciones. No hay que olvidar que el 62 se produjo un golpe que impidió que las elecciones se consumaran con una ratificación por el Congreso o con un esclarecimiento sobre si se obtuvo o no el tercio” (Ver en:_ “Tres periodistas en busca de Haya de la Torre”, entrevista realizada por Mario Castro Arenas, Alfonso Delboy y Fernando Tola de Habich y publicada en “7 Días del Perú y del Mundo”, Suplemento Dominical del diario La Prensa, Lima, 16 de marzo de 1969).
Años
después, felizmente, el electorado del
Perú hizo justicia al Partido Aprista Peruano al elegir en dos períodos de gobierno
como Presidente de la República a Alan García Pérez (1985-1990 y 2006-2011).
El
revolucionario Víctor Raúl Haya de la Torre con sólo el poder que le daba sus
conocimientos, su fecunda capacidad y experiencia de líder máximo del aprismo
hizo de su vida un ejemplo, de su nombre una bandera de justicia y libertad y
de su movimiento político, el Apra, una
fuerza moral invencible y de reivindicación de los que menos tienen.
En
los diversos países de América Latina los líderes de los partidos democráticos
tuvieron la bondad de conversar con el revolucionario Haya de la Torre, y lo
hicieron de manera amistosa y cordial, sin distinción de colores políticos, con
el compromiso de una fraternal cooperación, pensando sí en sumar esfuerzos e
iniciativas para la unificación democrática de los países; preconizando como
ideal de paz y de justicia entre los pueblos del Nuevo Mundo, el interamericanismo democrático sin imperio,
como garantía de la libertad e independencia de cada Estado y de una efectiva y
libre comunidad del pueblo en este hemisferio, recusando todo tipo de
dictadura, sea de arriba o de abajo.
El
19 de setiembre de 1946, el doctor Adán Arriagada, decano de la Facultad de
Derecho, entregó a Haya de la Torre el diploma de Doctor Honoris Causa de la
Universidad Nacional de Colombia. Al día siguiente, la Universidad de Caracas
(Venezuela) le confiere el título de Doctor Honoris Causa. En este mismo año de
1946 Haya de la Torre publica su libro sobre filosofía de la historia
denominado “Espacio-Tiempo-Histórico”.
Felipe
Cossío del Pomar, llegó a conocer y relacionarse con Víctor Raúl de vuelta a
Lima, en 1921, cuando el Perú se preparaba
a celebrar el Centenario de la Batalla de Ayacucho. “Desde que le tuve
delante le consideré un hombre predestinado. No olvido la impresión que me
causó aquel joven alerta, rodeado de amigos, en el parque de Barranco. La cara
de perfil agudo y fuerte, la cabeza echada hacia atrás, la nariz nervioso
parecía olfatear en deleite la brisa marina en aquella mañana radiante de luz…Romain
Rolland lo presenta como “uno de los espíritus más puros y generosos que ha
dado la América Latina”.
Y
algo más. Para Cossío del Pomar, Haya de la Torre no sólo es “un hombre
predestinado”, también “representa una nueva hermandad para las naciones de
nuestro continente” y es un político que “pertenece a la clase de espíritus
excepcionales, como Bolívar o Goethe, en este nuestro tiempo”.[1]