COMENTARIO DE LA OBRA
APRISMO
Y NUEVO ESTADO PARA LA GRAN TRANSFORMACIÓN EN EL SIGLO XXI
Escribe:
Olga Amelia Cribilleros Shigihara[1]
Quiero iniciar mi
comentario a esta magnífica obra Aprismo
y Nuevo Estado para la Gran Transformación en el Siglo XXI, haciendo un
reconocimiento a su autor, mi estimado compañero Eudoro Terrones Negrete,
acucioso investigador de la realidad política peruana y latinoamericana,
escritor polifacético; quien nos permite a través de estas páginas, reflexionar
sobre la severa crisis política actual del Perú, revalorando la majestuosa
creación del líder indoamericano Víctor Raúl Haya de la Torre, el APRA
continental, que en el marco conmemorativo de su centenario, sigue siendo la expresión
más prístina y genuina de la política entendida como método o principio de
gobierno, como línea coherente y permanente de acción para la gran
transformación del Estado, no un cambio o transformación caprichosa, sino aquel
que fluye en un momento determinado de las situaciones morales, económicas,
sociales y políticas de un país.
Bien hace don Eudoro
Terrones, al describir, en su Capítulo I, al Estado entendido por filósofos,
teólogos e ideólogos, y que, en su proceso dialéctico de construcción, podemos
decir que todos aspiraban a un estado promotor del desarrollo; sin embargo, en
esta lucha de contrarios, destaca nítidamente el inmortal Haya de la Torre,
quien aspiró a un estado que libere al
hombre de toda explotación, sea esta por la fuerza imperialista o por un estado
capitalista opresor.
Esta transformación del Estado,
parte por la gran revolución de los espíritus,
teniendo como base el conocimiento de su realidad, desarrollando identidad y
sentido de pertenencia en principio y en acción, actuar con responsabilidad histórica
hacia la construcción de la ansiada patria grande, su Indoamérica unida, justa,
solidaria, democrática y promotor del desarrollo humano.
Haya de la Torre, entiende
y propone un estado al servicio de la persona humana, que garantice su
dignidad, principio consagrado en nuestra Carta Magna, que él refrendara en
1978. Estado que cumpla una función unificadora y no disgregante, que no sea
plagio de realidades externas, un Estado que responda a la expectativa
ciudadana, con instituciones libres de todo caudillismo, que dignifique la
condición humana en su unidad de trabajadores manuales e intelectuales.
En lo que respecta al Capítulo
II, La política en el Perú; estamos
totalmente de acuerdo con su autor, debemos tener muy claro que la doctrina de
un partido político está constituida por las ideas y los principios con los que
nace, es la base sobre la que se construyen los programas del partido y los
programas de gobierno con los que se busca dirigir los pueblos, las regiones y
el país. De esta manera se construye, se fortalece y, obviamente, se mantiene
vigente la democracia y con ella la institucionalidad de los países.
En este contexto de
ideas, frente a movimientos que surgen, en vísperas de un proceso electoral,
reclutando tránsfugas y mercaderes que subastan los intereses supremos del
pueblo peruano al mejor postor, es menester recordar que el Partido Aprista Peruano,
toma forma teniendo como base las ideas y los principios éticos de Víctor Raúl Haya
de la Torre, quien es el faro orientador de nuestro quehacer político como
partido, que en él y en los viejos militantes, frente a las circunstancias tan
adversas que históricamente enfrentaron, dejaron de ser palabras para ser acción.
Convicción primero en
ellos, que luego se trasladó a todo un pueblo que encontró coherencia y
liderazgo en su accionar; en quien siempre mantuvo el recuerdo de su vinculación
con el pueblo desde su infancia, así como su compromiso con sectores sociales
en la búsqueda de mejores condiciones de vida y de trabajo en su juventud. Convicción
de quien reconocemos como Maestro y Guía, como en quienes abrazaron su ideología,
su doctrina y junto a él, físicamente y en sus ideas, sembraron el Aprismo y que
se mantiene vigente sobre las vidas de los mártires, las cárceles y los
destierros; que lejos de destruir nuestra organización, permitieron que ésta se
fortaleciera. No puede ser de otra forma, cuando son transparentes las ideas y
cuando se tiene grandeza ética. Convicción de quien aspiraba, según sus propias
palabras, a un partido superior al individuo, que pudiera desarrollarse sin su
ayuda y al que él perteneciera sin ser su caudillo. Por sus obras lo conocemos,
por sus luchas entre y con los trabajadores manuales e intelectuales, en sus luchas
con los estudiantes que, desde los hechos de Córdova, inspiraron a América Latina
por la gran Reforma Universitaria a precio de cárcel y de destierro; por eso en
el tiempo, Haya de la Torre se mantiene
y se mantendrá vigente, como se mantienen vigentes las figuras de sus más cercanos colaboradores, que no
arriaron banderas ni espíritu en las duras horas en que la historia y las
dictaduras los pusieron a prueba.
Las reflexiones de mi
compañero Eudoro Terrones, respecto al Capítulo III–Aprismo y Nuevo Estado para la Gran Transformación en el Siglo XXI, me
lleva a evocar una vez más a Haya de la Torre creador por excelencia, quien nos
deja un pensamiento nuevo que surge del escudriñamiento de nuestra realidad. Abogó
por el pensamiento crítico, autónomo y original, para romper con el
colonialismo mental. Haya sostenía que, si las realidades son diferentes, los problemas
son diferentes y por tanto las soluciones tienen que ser diferentes. Solución a
nuestros propios problemas, no copiando a Europa, de ahí la aplicación del método
marxista, como análisis de realidades totalmente diferente a Europa.
Haya y Orrego,
principales filósofos del Aprismo, del Perú y de América Latina, concebían la
política como método científico, que buscaba la transformación social. Basado
en un pensamiento vivo que asimila la realidad para transformarla en beneficio
de hombres de carne y hueso, he ahí su profundo humanismo. Había que
desarrollar el sentido de pertenencia, enseñar a amar al Perú, es uno de sus
grandes legados, actuar con responsabilidad histórica, desarrollar la voluntad
de ser y la voluntad de poder, sólo así estaríamos construyendo la patria
grande iluminada por la justicia social.
En 1928 cuando escribe El Antiimperialismo y el APRA, en México,
planteó la tesis de que la realidad latinoamericana era diferente de la rusa,
y, que, por lo tanto, las soluciones no pasaban por Moscú.
Su propuesta original
respecto al imperialismo es que éste determina nuestra situación de
dependencia, de pobreza y de miseria, y que, solo
promoviendo nuestra independencia, a través de la industrialización de nuestra
economía de saber tratar con el capital, seríamos capaces de generar interdependencia,
por ello criticó la política entreguista de los gobiernos.
Haya de la Torre, no se
opone al capital, como muchos no entendieron. Era consciente de la ayuda económica
y tecnológica de los países desarrollados, pero con un Estado promotor del
desarrollo, regulador de la economía, planificador y democrático, basado en el
consenso nacional.
Finalmente, en el Capítulo IV, respecto al mundo globalizado de hoy, avizorado por Víctor Raúl, coincidimos con el autor, en la necesidad de concertar esfuerzos, bajo el modelo hayadelatorreano de una educación indoamericana, que rompa con el colonialismo mental. Nuestra juventud, avasallada por el vertiginoso desarrollo científico y tecnológico, tiene que sentir el acrecentado llamado a crear una cultura latinoamericana nueva, que sea capaz de dar respuesta a nuestros propios problemas, nos queda la tarea pendiente de la revolución democrática a la que llamó Pan con Libertad, “ni pan sin libertad, ni libertad sin pan”. Y en respuesta a este imperativo, crea un partido aprista, antiimperialista e integracionista, dando fe de ello, los múltiples organismos que se han creado en América Latina: CAN, MERCOSUR, PARLATINO, INTEGRACIÓN CARIBEÑA, ALIANZA DEL PACÍFICO, entre otros.
Recuperada nuestra
institucionalidad, el APRA imbuida del sentimiento propio de una gran legión de
creyentes, ha recuperado su fe, para convertirse en la esperanza que nuestro
pueblo peruano e indoamericano necesita hoy, democracia económica sí, derecho a
la vida, a la salud, al empleo, sí, pero también democracia política, humanista, libertad de
expresión, pluralismo político, todo aquello que representa ejercicio de la
libertad, actualizándonos en el dinamismo que los cambios históricos exigen, así
como recuperar su fuerza moral, para hacer de nuestro gran partido, la piedra
angular que sostenga la democracia en el Perú.
Cierro estas líneas con
profunda gratitud a mi compañero Eudoro Terrones Negrete, a quien le extiendo
mi abrazo fraterno desde Trujillo, lugar donde yace la luz.
Trujillo heroico, febrero
del 2025.
[1] Olga Amelia Cribilleros Shigihara, Magister en Educación, Docente en la Universidad Privada Antenor Orrego, ex regidora de la Municipalidad Provincial de Trujillo y congresista PAP por La Libertad (2008-2011).