LA CORRUPCIÓN: El nuevo opio de los pueblos
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
La corrupción es una epidemia y lacra social sin fronteras, con raíces profundas, de consecuencias incalculables y que no respeta a nadie.
Fue el ideólogo Carlos Max, quien calificó a la Religión con la frase “el opio de los pueblos”. Otros pensadores dirían que el opio de los pueblos es la ignorancia, la pobreza, el armamentismo, el imperialismo y el pensamiento único.
Para el autor del presente artículo, el nuevo opio de los pueblos es la corrupción e inmoralidad.
El mundo civilizado, no obstante haber avanzado mucho en adelantos científicos y tecnológicos para interpretar y explicar los fenómenos que ocurren en el mundo e investigar lo que hay en otros planetas, sin embargo los problemas del propio ser humano se mantienen en pie esperando tiempos mejores.
Por ejemplo, el hambre, la subocupación y el desempleo, la contaminación ambiental, la drogadicción, el armamentismo, el narcotráfico, el terrorismo, la violencia política, la inseguridad ciudadana, la desintegración familiar, la crisis económica, el analfabetismo tecnológico, la proliferación de religiones y la corrupción.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica Nº 2409, el término corrupción significa “toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las disposiciones de la ley civil, retener deliberadamente bienes prestados u objetos perdidos, defraudar en el ejercicio del comercio, pagar salarios injustos, elevar los precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas”.
ACTOS DE CORRUPCIÓN
Los actos de corrupción ya traspasaron las fronteras nacionales y se convertieron en un aprovechamiento indebido de la administración de un patrimonio común.
Constituyen actos de corrupción el viciar el juicio de los que deben tomar decisiones conforme a derecho, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas, los gastos excesivos en necesidades secundarias, el despilfarro de los recursos del Estado, el infligir un daño a la propiedad privada, entre otros.
La “mordida”, el embuste y el fraude parecen estar convirtiéndose en códigos de conducta cotidiana de funcionarios, administrativos, ejecutivos, jueces, magistrados, políticos. legisladores, etc., inconductas que forman parte del entramado de nuestra idiosincrasia y forma de ver y de encarar la cosa pública.
Usura, chantaje, malversación de fondos, evasión tributaria, elevados sueldos para los legisladores, nepotismo en las empresas, altas tasas de comisiones injustas, interceptación telefónica, sobrevaluaciones y subvaluaciones, erotización y genitalización de la sociedad, tráfico de madera con la deforestación de millones de hectáreas de selva y el sembrío de hojas de coca para el narcotráfico, a costa de propiciar el levantamiento de pueblos y originar el homicidio entre policías y civiles, la violencia como sepulturera de la historia impulsado por líderes políticos antiglobalizadores y extremistas con aliados mercenarios del “antisistema” en cada país, son, entre otros, fenómenos de la corrupción que devienen en el nuevo opio de los pueblos del Perú y del mundo..
PREGUNTAS QUE REQUIEREN RESPUESTAS
Hay líderes políticos, dirigentes sindicales, ejecutivos, autoridades, ministros, parlamentarios, funcionarios, empleados, etc., que desprestigian la condición de seres humanos, con sus actos diarios de corrupción e inmoralidad.
En diversos países del mundo hay organizaciones sociales y movimientos políticos que niegan la dignidad de otros seres humanos por razones religiosas, culturales o étnicas y proclaman, sin escrúpulo, que deben ser exterminados.
Los actos de corrupción perpetrados hasta la fecha han situado el beneficio privado antes del bienestar de los ciudadanos y del desarrollo económico de los países. Hay una corrupción nacional y también una corrupción supranacional.
Y al respecto cabe preguntarse: ¿Es que el mal de nuestro tiempo, como diría Krishnamurti- consiste en la “pérdida de la conciencia del mal”?
¿Es que en la crisis de nuestra era- como diría Peter A. Sorokin- “todo se permite si puedo llegar al éxito”?
¿Es que la tierra sufre hoy de cáncer, y ese cáncer, como dirían algunos pensadores, se llama “el hombre sin moral”?
CONSECUENCIAS
Los actos de corrupción y de inmoralidad gubernamental tienen una serie de consecuencias: Socavan las estructuras morales del individuo, de los gobiernos y los países; promueven la desigualdad, marginación e injusticia social; atentan contra la credibilidad e imagen de los gobiernos honestos y de las estructuras democráticas; generan la ingobernabilidad y la posible alteración, suspensión o liquidación del Estado de derecho.
Asimismo, originan la delincuencia subversiva, el terrorismo y la desobediencia civil; socavan la legitimidad de las instituciones públicas; atentan contra los derechos de cuarta generación: el crecimiento, el desarrollo integral y el progreso de los pueblos.
ALTERNATIVAS
Para la erradicación progresiva de la corrupción en los diversos países se requiere de lo siguiente:
1. Promoción y consolidación de la toma de conciencia pública y el “mea culpa” personal puede ser uno de los puntos de partida para que los valores espirituales y morales recuperen su lugar.
2. Un código de ética gubernamental y ciudadana, que regule el comportamiento de los gobernantes y gobernados, según los principios y valores éticos.
3. Un Poder Judicial eficiente, ágil e incorruptible, que sancione de manera oportuna y con las penas más drásticas a los corruptores y corrompidos, sin dejar un solo acto impune.
4. Suscribir un Pacto de Cooperación Internacional contra la Corrupción, entre los países democráticos.
5. Apoyo efectivo a Transparencia Internacional (TI), que es la única organización no gubernamental a escala mundial que se dedica a combatir la corrupción, congrega a la sociedad civil, al sector privado y a los gobiernos en una basta coalición global.
6. Los medios de comunicación deberían promover el funcionamiento de unidades de investigación para la lucha conjunta contra la corrupción.
7. En el caso del Perú, además de los seis puntos expuestos, comparto la propuesta de Héctor Huerto Milla , exdiputado nacional (1985-1990), cuando manifiesta que para institucionalizar el Estado peruano y sentar las bases que permitan combatir la corrupción debería empezarse por la modificación de algunos preceptos de la Constitución del Estado: “Dentro del marco señalado, deberían comenzar con la modificación del Art. 122 de la Constitución del Estado, a efecto de que la elección del Presidente del Consejo de Ministros sea efectuado por votación secreta de los Congresistas, tal como ocurre en otros Estados del hemisferio y, de esa manera, se habría despojado al Presidente de la Republica de toda responsabilidad que pudieran producir los Ministros; se habría cambiado el sistema “presidencialista de gobierno” y se consolidaría al Primer Poder del Estado que reposa en el Congreso. Es decir, se “recupera la fe en la Democracia” representativa y participativa” (apuntesconstitucionales.blogspot.com/2008/11/...).