Artículos periodísticos y de investigación

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3 de mayo de 2011

Discurso pronunciado por el

Dr. Roberto Mejía Alarcón,

en ocasión de la presentación del libro

FILOSOFÍA DEL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO,

escrito por el profesor Eudoro Terrones Negrete.

(Lima, 29 de abril de 2011) (*)


En el itinerario de la vida se recogen muchas experiencias, los conocimientos se van dando día a día, las lecciones se acumulan y todo ello hace que la existencia social madure a tal punto que nos lleva con eficacia a cumplir nuestro rol en forma responsable.

Hace años tuve oportunidad de conocer a una distinguida y memorable maestra. Fue una valiosa oportunidad de dialogar con quien había dado muestra de su calidad de profesora de aula, sino también de madre ejemplar. La existencia de ella estaba estrechamente vinculada con el quehacer de la vida ciudadana y, por tanto, con la complejidad de la política en nuestro país. Ella había vivido en horas difíciles para el Perú, bajo el agobio de la intolerancia y de la incomprensión. Su esposo había sido privado de la libertad y, por tanto, tuvo que afrontar el doble papel de progenitora y educadora en su hogar, inculcando en sus dos hijos los valores de una vida digna y los principios de un comportamiento ciudadano ejemplar.

Este recuerdo está en mi memoria, como expresión ejemplar de una filosofía de vida y como referente para contribuir en el proceso educador que tanto necesita nuestro país. Me estoy refiriendo a doña Nitha Pérez de García Ronceros. La entrevisté en mis años de cronista para un importante diario local y sus expresiones han dejado en mí un recuerdo grato y emocionante. Se trataba de una mujer nacida para enfrentar todas las vicisitudes pero dotada al mismo tiempo de un valor espiritual increíble, tan grande que le permitió superar los episodios más dolorosos que puede tener una madre, con el agregado de tener el talento necesario para cumplir su rol como maestra, en este caso, en su propio hogar. Haber compartido esos minutos han sido para mí una lección inolvidable y que, ahora, trato de imitar en un escenario distinto, como es el de presidir la gestión de una escuela de periodismo tan importante como es esta casa de estudios de la universidad Jaime Bausate y Meza.

La lección de ella merece ser compartida por muchos. Creo que esto ha ocurrido, también, con el profesor Eudoro Terrones Negrete, autor del libro “Filosofía del estudiante universitario”, aprendiendo a aprender en la universidad. Maestro de vocación, de formación y profesión, el profesor Terrones Negrete ha ido sumando desde muy joven muchos conocimientos y grandes experiencias. Por eso ostenta ahora los grados de Maestro y de Doctor en una de las actividades más hermosas que tiene todo ser humano: la de educar.

Esa identidad ha sido evidentemente la causa fundamental de su vocación por las letras y de sus afanes pródigos para entregarle a la nación obras tras obras, que dicen mucho de una entrega permanente al servicio de la educación en nuestro país. El reciente título así lo acredita y no me extraña, porque se trata de un maestro para quien no existe barreras ni tiempos difíciles en ese propósito sin punto final, de ilustrar a sus compatriotas con su amplio bagaje de experiencias y conocimiento.

Al profesor Terrones Negrete le marcan muchos hitos en su vida, tanto como educador desde su más lejana juventud, hasta importantes funciones públicas, como la que ejerció en su calidad de legislador en la Cámara de Diputados en la década de 1985 – 1990, donde precisamente hizo suya la idea de otorgarle a esta escuela de periodismo la jerarquía de una institución con categoría universitaria.

Él conocía la trayectoria de esta histórica casa de estudios. Por eso de manera desinteresada consideró pertinente sumarse a los esfuerzos de quienes querían rendirle tributos de justicia a nuestra escuela. Por eso, con la adhesión de otros importantes legisladores, de idéntica sensibilidad social, fue uno de los paladines para que se aprobara y promulgara después la ley N 25167. Su gestión fue ejemplo de hombre responsable, de ciudadano probo y de legislador decidido a defender las causas justas.

Este recuerdo, me animó mucho tiempo después a invitarle a formar parte del cuerpo docente de la escuela de periodismo Jaime Bausate y Meza, sin pensar que con el paso de los años, el profesor Terrones se iba a convertir en un representante paradigmático de nuestra institución, dentro de un conjunto de talentos e inteligencias que han permitido que esta casa vaya ascendiendo en prestigio por su calidad formativa.

Esta noche de recuerdos y de emociones y dentro del marco de la filosofía de la enseñanza, me vienen a la memoria otros nombres de otros tantos maestros que han ayudado a crecer a Bausate y Meza. Por eso, no puedo dejar de mencionar a doña Mercedes Cabanillas Bustamante, legisladora que espontáneamente también ha mostrado preocupación en este mismo propósito. Ella jugó rol importante en la interpretación de la ley que otorgó a nuestra escuela la categoría universitaria y que ha permitido que nuestros egresados se desempeñen como profesionales del mejor nivel, tanto en el trabajo periodístico como en el quehacer de la docencia universitaria.

Con la misma emoción y como testimonio de gratitud debo mencionar al doctor José Carlos Carrasco Távara, legislador a quien también le cupo, en su oportunidad, la delicada tarea de darle a nuestra escuela un paso sobresaliente hacia el mañana. El es el autor que hoy día afrontemos el reto de universidad, denominación lograda por Ley y que con desprendimiento, pero también con conocimiento de causa, se hizo realidad por iniciativa parlamentaria del doctor Carrasco Távara. De él aprendimos que la lección de vida no solamente es la expresión de un momento, sino también el testimonio imperecedero que le da contenido a cada acto que cumplimos como seres humanos con dignidad.

En la presentación de este libro, que corona todo el esfuerzo intelectual del profesor Terrones Negrete, tengo el privilegio de expresarles a ellos nuestra gratitud, porque nos han abierto el camino a aprender en nuestra propia universidad, en cumplimiento de las tareas que nos son inherentes.

Sin embargo, debo agregar un párrafo especial al profesor Eudoro Terrones, hombre de carácter y de temple, de persistencia sin límites, dueño de un horizonte donde está fijada la palabra del maestro, del verdadero maestro de vocación. En su obra, que lleva acertadamente el título “Filosofía del estudiante Universitario”, el autor ha ido acumulando ideas y pensamiento, para razonar, para reflexionar, para cumplir con éxito el paso que nos corresponde en la etapa de la vida universitaria, ya sea como docente, ya sea como estudiante.

En su obra, este ilustre maestro repasa cuánto de sabe sobre una filosofía que tiene antecedentes pero que alcanza a otras dimensiones según avancen los años. En esta obra se sale del misterio de la duda y se descorren los velos del desconocimiento. El esfuerzo se flexibiliza y la opinión, dándole a la memoria una función más eficaz. El profesor Terrones ha sabido seleccionar lo mejor del pensamiento en aras de la buena educación y nos invita a seguir aprendiendo a aprender en la universidad. Su obra es valiosa y debe quedar como testimonio de un profesor que considera que en la medida se sumen los años, también deben sumarse nuevos y mejores conocimientos.

Por tal razón, señor ministro de Educación, doctor Víctor Raúl Díaz Chávez, le doy la bienvenida y le invito a presentar esta obra magistral que nos lleva a aprender lo que se debe hacer por el bien de la enseñanza en el Perú. Por esta misma razón doy la bienvenida al doctor Iván Rodríguez Chávez, ilustre rector de la Universidad Ricardo Palma y ex presidente de la Asamblea Nacional de Rectores, para los comentarios pertinentes.

(*) Publicado el día 4 de mayo de 2011 en el diario DEL PAÍS, Lima-Perú.
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