Artículos periodísticos y de investigación

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4 de julio de 2009

EL BULO INFORMATIVO Y EL PERIODISTA


EL BULO INFORMATIVO Y EL PERIODISTA
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
El bulo informativo o noticia falsa (en inglés: hoax), consiste en afectar la ingenuidad de alguna persona para hacer aceptable o creíble lo que es tácitamente falso y muchas veces insensato.
En el idioma español el término se popularizó para referirse a engaños o falsedades que se difunden de manera masiva a través de los medios electrónicos, especialmente Internet.
El bulo informático es un mensaje que se difunde por Internet, pero sin fines lucrativos. Su contenido impactante da la impresión de provenir de una fuente confiable y seria, pero que en realidad es falso o engañoso.
San Agustín, entiende por mentira “una declaración falsa hecha con el propósito de engañar”. Para él, la mentira debe contener tres elementos: 1. La falsedad de la declaración, 2. La voluntad de decir la falsedad, y, 3.La intención de engañar. Algunos autores, agregan un cuarto elemento: dicha a alguien que tiene el derecho de saber la verdad.
Las personas bulistas tienen por objetivos: captar direcciones de correos electrónicos para remitir spam, virus, mensajes con phising o más noticia falsa; engañar al destinatario para que revele su contraseña o acepte un archivo de malware; confundir a la opinión pública; satisfacer su amor propio; hacer una broma para avergonzar a las personas o burlarse de éstas; alcanzar fines no lucrativos; obtener cambios en los comportamientos sociales mediante la mentira y, finalmente, demostrar la credulidad de las personas.
Según Wikipedia, los bulos se dividen en varias categorías: Alertar sobre un supuesto fin de messenger, hotmail o algún otro servicio (si no se reenvía dicho correo a xxx cantidad de personas… “Bulo” existente desde que existe Internet); alertas sobre virus incurables; mensajes de temática religiosa (demoniacos o apocalípticos); cadenas de solidaridad; cadenas de la suerte; métodos para hacerse millonario, y hacen pedir deseos a quienes los reciben y al final del mensaje avisan que si no es reenviado no se cumplirán” (http://es.wikipedia.org/wiki/Bulo).
En opinión de Joseph Folliet, se puede errar o mentir tergiversando una información; se puede errar o mentir por omisión suprimiendo una noticia o por falta de proporción, no dándole el lugar y espacio convenientes.
Para Folliet, “El verdadero periodista es el caballero de la verdad”. Es decir, el periodista no deberá mentir, por el contrario siempre deberá decir toda la verdad y nada más que la verdad, cueste lo que cueste.
El periodismo es una sagrada profesión de servicio social y de gran responsabilidad social, jurídica y ética. Por eso es que su público invoca, reclama y exige al periodista veracidad en la información, en el comentario, en la crítica, en la página editorial, en las entrevistas y en los reportajes.
Precisamente el deber de informar con veracidad que tiene el periodista conlleva el derecho del público a recibir la verdad completa, no las medias verdades.
En la concepción del filósofo griego Platón la verdad se entiende “como las cosas que son de la manera en que son”; y según Descartes “el arte de creer en proposiciones de verdad, de la que no se tiene suficiente evidencia es inmoral”.
La verdad es la esencia de la información. Sin verdad no hay información, y lo que hay es desinformación. Y desinformación es falsedad, medias verdades, distorsión o mutilación de la verdad. La información no verdadera es una corrupción de la información y el que desinforma vulnera el derecho del público a la información.
Cuando los medios de comunicación difunden falsedades, medias verdades, a la vez que manipulan las noticias, informaciones y declaraciones que reciben todo el descrédito va para la profesión y para los periodistas profesionales, a tal punto que en algún momento de la historia fueron calificados de sofistas de la pluma, posiblemente tratando de compararlos con el rol que cumplían los sofistas en la Grecia antigua. Calificativo que el autor del presente artículo lo rechaza en toda su dimensión por no corresponder al rol que cumple el periodista ético.
Como sabemos, los sofistas de la Grecia antigua utilizaron sofismas o argumentos falsos con la intención de inducir al error; a ellos no les importaba el fondo de la verdad, por eso devinieron en hombres falaces, en comerciantes de la cultura, en embaucadores profesionales. Los sofistas no aceptaron ninguna verdad absoluta, pues sólo creían en verdades relativas y se dedicaban a enseñar ganando jugosas remuneraciones mensuales, a enseñar el arte de la retórica y de la dialéctica para ganar al adversario.
En alguna fuente del conocimiento debo haber leído que el sabio ya posee la verdad, el filósofo busca permanentemente la verdad, el profeta prevé y anuncia la verdad, el héroe realiza la verdad en el orden de la acción histórica, en cambio el periodista es el que difunde la verdad a través de los diversos medios de comunicación.
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