EL
LEGADO DE SAN MARTIN, EL NUEVO GOBIERNO
Y EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
DEL PERÚ
Escribe:
Eudoro Terrones Negrete
El Libertador Don José de San Martín
El nuevo gobierno que
será elegido el 6 de junio de 2021 en la segunda vuelta electoral, entre Keiko
Fujimori (Fuerza Popular) y José Pedro
Castillo (Perú Libre), regirá los destinos del Perú durante el primer
quinquenio del Bicentenario de la Independencia.
Consideramos que el nuevo
gobierno debería tomar en cuenta el legado de los próceres y precursores de la
Independencia del Perú que sacrificaron
sus vidas por la causa nacional, para liberarla de la esclavitud, la
colonización, la opresión, la explotación y las injusticias sociales.
Entre los próceres de la Independencia o Padres de
la Patria figuran José Gabriel Condorcanqui,
Túpac Amaru II, Juan Santos Atahualpa, Micaela Bastidas Puyucahua, Francisco
Antonio de Zela, Mateo García Pumacahua, María Parado de Bellido, José Olaya
Balandra, Juana de Dios Manrique de Luna. También Juan José Crespo y Castillo,
Vicente Angulo Torres, Pedro La Rosa y Tramontana, José Andrés Rázuri Esteves,
Felipe Santiago Salaverry, Ramón Castilla y Marquesado, Agustín Gamarra Massia,
Pascual Saco Oliveros, Juan Francisco de Vidal, Domingo Nieto y José Ildefonso
Coloma.
Don José de San Martín y Simón Bolívar son los principales próceres
sudamericanos que lucharon por la independencia
de los países de Perú, Argentina, Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile.
El 28 de julio de 1821, en Lima, San Martín proclamó
la Independencia de Perú, reunido en la Plaza Mayor y ante
miles de personas. En 1824, Simón
Bolívar al mando de los ejércitos patriotas logra las victorias en las batallas
de Junín y de Ayacucho, que concluyó con la rendición del ejército realista.
De la obra “El legado de San
Martín”, editado por Rafael Cedeño (Argentina, 1985) y que contiene de manera
breve el pensamiento, las máximas y sentencias del Libertador podemos extraer
parte de ellas para el presente artículo; los subtítulos son nuestros.
EL
MEJOR GOBIERNO
Desde el momento que presté mis
primeros servicios a la América del Sur, no me ha acompañado otro objeto que su
felicidad, éste es el norte que me ha dirigido y dirigirá hasta el fin de mis
días.
Mi existencia la sacrificaría
antes de echar una mancha sobre mi vida pública, que se pudiera interpretar por
ambición.
Mis necesidades están más que
suficientemente atendidas con la mitad del sueldo que gozo.
El mejor gobierno, no es el más
liberal en sus principios, sino aquel que hace la felicidad de los que obedecen
empleando los medios adecuados a este fin.
Miro como bueno y legal todo
gobierno que establece el orden de un modo sólido y estable.
Un buen gobierno no está
asegurado por la liberalidad de sus principios, pero sí por la influencia que
tiene en la felicidad de los que obedecen.
Administrar recta justicia a
todos, recompensando la virtud y el patriotismo, y castigando el vicio y la
sedición en donde quiera que se encuentren, tal es la norma que regirá mis
acciones.
No se debe hacer promesas que no
se pueda o no se deba cumplir.
Mis promesas para con los pueblos
en que he hecho la guerra están cumplidas: hacer su independencia y dejar a su
voluntad la elección de sus gobiernos.
La marcha de todo Estado es muy
lenta, si se precipita, sus consecuencias son funestas.
Como hombre público y como
privado he tenido siempre derecho a ser creído.
Soy enemigo de los tiranos, pero
también lo soy de los malvados.
Mi sable jamás saldrá de la vaina
por opiniones políticas.
OBJETIVO
DE LA REVOLUCIÓN
Mi objetivo desde la revolución
no ha sido otro que el bien y la felicidad de nuestra patria y al mismo tiempo
el decoro de su administración.
Divididos seremos esclavos:
unidos estoy seguro que los batiremos: hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos
resentimientos particulares, y concluyamos nuestra obra con honor.
Yo sólo deseo la independencia de
la América del gobierno español, y que cada pueblo, si es posible, se dé la
forma de gobierno que crea más conveniente.
Los hombres no viven de ilusiones
sino de hechos.
ORGULLO
NACIONAL
Para defender la causa de la independencia no
se necesita otra cosa que orgullo nacional”. “Si somos libres, todo nos sobra.
Para defender la Libertad se
necesitan ciudadanos, no de café, sino de instrucción y elevación moral.
Hombres que se abandonan a los
excesos son indignos de ser libres.
Perecer donde se eleve la
libertad e independencia de la Patria, es la tumba más gloriosa para el bravo.
REVOLUCIONARIOS
Y BULLANGUEROS
Por regla general los revolucionarios de profesión
son hombres de acción y bullangueros; por el contrario los hombres de orden no
se ponen en evidencia sino con reserva.
Más ruido hacen diez hombres que
gritan que cien mil que están callados.
Mi mejor amigo, es el que enmienda mis errores
o reprueba mis desaciertos.
Declaro no deber, ni haber jamás debido nada a
nadie.
SEGURIDAD
INDIVIDUAL Y DE LOS PUEBLOS
La seguridad individual del ciudadano y la de
su propiedad deben constituir una de las bases de todo buen gobierno.
La seguridad de los pueblos a mi
mando es el más sagrado de mis deberes.
Mi vida es lo menos reservado que
poseo; la he consagrado a vuestra seguridad, la perderé con placer por tan
digno objeto.
La historia y la experiencia de
nuestra revolución me han demostrado, que jamás se puede mandar con más
seguridad a los pueblos que después de una gran crisis.
EDUCACIÓN
La ilustración y el fomento de
las letras es la llave maestra que abre la puerta de la abundancia y hace
felices a los pueblos.
César habría hecho morir al nieto
de Pompeyo si no hubiese escuchado un buen consejo.
LIBERTAD
Todo buen ciudadano tiene una
obligación de sacrificarse por la libertad de su país.
En el último rincón de la tierra
en que me halle estaré pronto a sacrificar mi existencia por la libertad.
AMOR,
ODIO Y APRECIO
El amor a la patria me hace echar
sobre mí toda responsabilidad: si contribuyo a salvarla, aunque después me
ahorquen.
No he tenido más ambición que la
de merecer el odio de los ingratos y el aprecio de los hombres virtuosos.
CALUMNIA
La calumnia, como todos los
crímenes, no es sino, obra de la ignorancia y del discernimiento pervertido.
Es necesario tener toda la
filosofía de un Séneca, o la impudicia de un malvado para ser indiferente a la
calumnia.