A los 100 años de vigencia del Apra (X)
Escribe: Dr. Eudoro
Terrones Negrete
“El
Aprismo proclama la necesidad de llegar al Poder para operar desde él la
revolución, en un sentido de transformación, de evolución, de renovación, pero
sujeta siempre a los imperativos y limitaciones de la realidad”. Haya de
El Aprismo concibe el
término revolución como cambio radical de las injustas y arcaicas estructuras
del Estado, cambio radical pero en democracia y con plenos derechos humanos, a
través de un Programa científico, coherente y realista de gobierno, cambio
integral preparado y conducido de abajo hacia arriba, con fiel respeto a la
dignidad personal, la libertad de expresión,
Como partido revolucionario,
el Aprismo se propone arribar a la auténtica y profunda transformación del
país. Como partido revolucionario el Aprismo es la alternativa política y
económica para solucionar de manera integral y progresiva la problemática
nacional; la liquidación de privilegios, de corrupción, de vicios y de males
sociales; la igualdad de deberes y derechos entre los trabajadores manuales e intelectuales
y clases sociales; la capacidad para gobernar con equidad y espíritu de
justicia; y, el firme compromiso por la desaparición del poder hegemónico de
grupos dominantes.
Para el Aprismo, la realidad
económico-social de América Latina es el punto de partida de su acción
política. Y descubrir esa realidad ha sido, es y seguirá siendo, de por vida,
su primera misión revolucionaria.
Haya de
El Aprismo es la fuerza revolucionaria
capaz de imponer la revolución del campesino, y de establecer la lucha
organizada de esa revolución contra el imperialismo, que es el capitalismo,
opresor del obrero, y contra el latifundismo, que es la explotación del
campesino.
Este fenomenal movimiento político, que
fue capaz de resistir y de subsistir a todo tipo de dictadura y de gobernantes
reaccionarios, niega el absurdo
principio de la violencia por la violencia o el simplismo de la revolución sólo
para tener el poder.
“Pero el Poder – refiere Haya de la Torre-
no puede conquistarse sin lucha, sin guerra. Toda lucha y toda guerra - a
medida que el enemigo es más poderoso - necesitan su táctica y su estrategia.
Táctica y estrategia primero, para conseguir el Poder, después para mantener la
revolución en el Poder y hacer la revolución desde el Poder. Revolución como
mera toma de Poder, es cuartelazo o montonera de éxito. Revolución como
transformación fundamental en el orden económico y social es la obra que
nosotros queremos resaltar, obra difícil antes y después de la toma del Poder”
Y agrega: “Lo que interesa al Apra es que
la revolución se cumpla, tanto más amplia, tanto más radical, tanto más
izquierdista, tanto más roja cuanto la realidad lo permita”.
El Aprismo proclama la necesidad de llegar
al Poder para operar desde él la revolución, en un sentido de transformación,
de evolución, de renovación, pero sujeta siempre a los imperativos y
limitaciones de la realidad. El Aprismo tiene la responsabilidad histórica de
conducir la verdadera revolución social al triunfo.
Para los apristas el sentido de la palabra
revolución es sinónimo del vocablo «transformación», “disciplina en la acción
para el cambio integral de la sociedad”. Revolución no como sinónimo de caos,
de alboroto, de demagogia y de destrucción violenta, no como sepulturera de la
historia. Revolución sí, pero revolución social, educativa, cultural y moral,
revolución profunda en la conciencia del pueblo, que lo prepara y lo predispone
a cambios trascendentes y permanentes. Revolución como “cambio de estructuras”
del país, dentro de un proceso democrático, de manera pacífica y constructiva,
con autonomía doctrinaria surgida de la realidad indoamericana, de abajo hacia
arriba y que tiene por función estar al servicio de los sagrados e
irrenunciables derechos, necesidades y aspiraciones de libertad y de justicia
de las personas y de la colectividad nacional.
En este sentido, el término revolución
debe entenderse como proceso irreversible de transformaciones constructivas y
pacíficas en los campos económico, político, social, jurídico, cultura,
educativo y moral. Debe entenderse como proceso de evolución y de renovación
permanentes, con la participación de las organizaciones populares de manera
disciplinada y con orden, pero “sujeta siempre a los imperativos y limitaciones
de la realidad” (Haya de
“Revolución – decía Haya de
La eficacia y eficiencia del nuevo Estado
revolucionario dependerá de cómo el gobierno aplique un estilo nuevo en su
quehacer diario, una ética superior en la conducción política, económica,
educativa y cultural, buscando aproximar las acciones gubernamentales con la
existencia misma de los grupos sociales y de la población en su conjunto.
Dependerá también de cómo se afecte y
supere los errores y defectos de los gobernantes, de cómo se aliente y afirme
las virtudes y cualidades ciudadanas, sin hacer la guerra interna entre los
hombres del campo y de la ciudad. El yoyismo, el individualismo, los intereses
creados y subalternos, la abulia y la apatía, la indiferencia y el conformismo
deberán ser superados en un proceso de revolución social para asegurar mejores
condiciones de vida y de bienestar de la población.
La clase gobernante tendría que agotar
todos los esfuerzos posibles y las vías adecuadas que permitan encontrar, como
lo quería Haya de
El proceso revolucionario tendría que
incubarse en las bases mismas del pueblo, tendría que ser propiciado, impulsado, querido,
sentido, vivido y retroalimentado por la conciencia objetiva y conciencia
subjetiva de las organizaciones e instituciones populares coaligados en el Frente
Único de Clases Explotadas, y no por cúpulas de dirigentes o por la clase
capitalista que sólo busca el Poder como botín de guerra y de ambición
económica para acuñar cada vez más utilidades y riqueza para su propio
bienestar.
El Apra, está obligado moralmente como
partido mayoritario del Perú a cumplir su misión histórica de lograr la
victoria definitiva de las clases explotadas sobre las clases explotadoras, de
las clases productoras sobre las clases parasitaria y meramente consumidoras.
Para ello, más allá de satisfacer
ambiciones personales de sus propios militantes y dirigentes por ocupar importantes
cargos públicos cuando se encuentren en el Gobierno, tendrá que abrir las
puertas de participación de los mejores cuadros técnicos aún no siendo apristas,
tendrá que descubrir los mejores medios, tendrá que aprovechar las máximas
oportunidades políticas y captar a los mejores luchadores profesionales,
sindicales, políticos y sociales con el objeto de debilitar a los opresores,
moralizar totalmente la administración pública y asegurar el triunfo de la
revolución en favor de los oprimidos, marginados y de la inmensa mayoría
nacional. Revolución sí empezando en la conciencia del pueblo, pero revolución
de verdad, es decir “con ciencia”, sin reclutamiento de tránsfugas políticos
que ya fueron envenenados por el oportunismo político y por ideologías importadas
y que antaño traicionaron a sus propios electores.
No está demás recalcar que partido
político que llega al Gobierno y no cumple su cometido histórico de transformar
las anacrónicas estructuras socioeconómicas y
los inoperantes modos y sistemas de producción; partido político en el
Gobierno que no cumple con erradicar los privilegios y las desigualdades
sociales, que no promueve la inversión productiva con criterio más técnico que
político, más social que de rentabilidad electoral, que no redistribuye de
manera justa y oportuna los ingresos, recursos y riquezas de la nación, que
mantiene intactas la administración defectuosa de la cosa pública, que convive
con trusts, monopolios y oligopolios, que ampara los lazos de alienación,
dominación y dependencia desencadenados por el imperialismo o la globalización
económica y que sólo logra arrancarle al paso algunos frutos malogrados y
algunas flores estériles a la sociedad decadente no es un partido político
científico y revolucionario, porque sólo, entonces, existe en el papel para
servir a los intereses y a las necesidades de los grupos de presión y de los
grupos de poder económico de adentro y de afuera.
Lima, 3 de febrero de 2024 / ETN.