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1 de febrero de 2024

A los 100 años de vigencia del Apra (VII) Libertad con Pan y Democracia con Justicia Social en el Perú

 A los 100 años de vigencia del Apra (VII)

LIBERTAD CON PAN Y DEMOCRACIA CON JUSTICIA 

SOCIAL EN EL PERÚ


Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete

El Apra durante los cien años de su vigencia siempre enarboló las banderas de la democracia, la libertad, el pan y la justicia social; libertad con pan, pero si no hay pan, optaban primero por la libertad para tener derecho a pedir el pan, para exigir manifestaciones y elecciones libres, sin fraudes y sin vetos como el mejor camino para alcanzar la verdadera justicia. Y los apristas fueron y son los primeros en apreciar y valorar la libertad porque lo perdieron en muchos años del siglo XX, lo perdieron en la Penitenciaría, en el asilo, en las cárceles, etc.

Haya de la Torre, en uno de sus discursos públicos del 25 de febrero de 1961 manifestó: “De manera que no es el pan sin libertad de los prisioneros o de los esclavos, o de los animales domésticos bien tenidos lo que nos importa. El pan sin libertad es el pan de los totalitarios. Nosotros necesitamos pan con libertad. O libertad con pan. Libertad para escoger nuestro camino, libertad para organizarnos, libertad para educarnos. Y cuando venga un tirano de abajo o de arriba, diciéndonos: “aquí tienes el pan”, respondámosle con la frase del evangelio: “No sólo de pan vive el hombre…” O respondámosle con el fallo histórico del Imperio Romano: “Pan y circo, señor, fueron el origen de la decadencia del Imperio Romano”. No. ¡Pan con Libertad! ¡Democracia con justicia! Eso es lo que queremos. Eso es lo que pueden realizar los partidos fuertes, eso es lo que pueden cumplir los ciudadanos con conciencia clara”.

En estos cien años de permanente e incansable lucha del Apra, por la libertad, el pan y la justicia social, tenía por misión histórica defender y afirmar sólidamente los derechos conquistados de la democracia, mantener su independencia frente a los gobiernos de turno, criticar de manera responsable y constructiva los errores o desaciertos del gobierno; ser celoso defensor de los derechos fundamentales de los ciudadanos, de las normas institucionales, de la democracia constituida, de los Poderes del Estado y del Estado de derecho.

El Apra tenía y tiene por misión histórica combatir y erradicar a los grupos de agitación y violencia, a los narcotraficantes y a los terroristas totalitarios; ser fiel defensor de las elecciones libres, elecciones sin trafas ni trampas; permanecer alerta a las maquinaciones de los comunistas y sus aliados; denunciar las maniobras de los enemigos del sufragio, de la democracia y de la soberanía popular o de quienes buscan impedir las elecciones, cortarlas o torcerlas. Además, abrir los brazos a todo aquel que quiera entrar en la corriente democrática y rechazar los intentos de destrucción de la democracia y del Estado de derecho.

El Apra al cumplir sus cien años de vigencia se mantiene a pie firme en su  lucha por sus principios, planes, programas y proyectos de gobierno, en la defensa de los derechos ciudadanos a una vida mejor y a una remuneración justa por sus jornadas laborales. Ni un paso atrás, siempre dos o más pasos hacia adelante hasta realizar la Gran transformación integral del Perú, manteniendo vigente su clara y rectilínea posición revolucionaria, nacionalista, democrática, humanista, anti demagógica, anti totalitaria, anticomunista y antifascista, en defensa de los más necesitados, débiles e indefensos, tras largos años de haberse visto obligado a ser oposicionista, a mantenerse en la oposición e ilegalidad.

Para el Apra la democracia es una ecuación de deberes y derechos e implica grandes responsabilidades com partido grande e histórico. No hay transformación posible, firme, segura y duradera sin una democracia política y democracia económica consolidada y auténtica.

El Apra es la vanguardia de la izquierda democrática  en el Perú y en Indoamérica. El Apra es democrático con criterio cualitativo económico; la democracia es una norma de vida política de nuestros pueblos dentro de un Estado de derecho. El Apra considera a la democracia como una función política y social con contenido funcional. Preconiza una Democracia Funcional, Económica y Social, de tipo nuevo y característicamente indoamericana, manteniendo siempre la vigencia de la soberanía popular como base de todas las demás soberanías.

Para el Apra la democracia económica es la que considera no solamente al hombre como miembro de un Estado representativo que se gobierna por decisión de las mayorías ciudadanas, sino también la que considera como fundamentales entre los derechos y deberes de esas mayorías los que corresponden a la dimensión económica.

La democracia funcional supone que los trabajadores manuales e intelectuales forman parte de la dirección de la vida del Estado, que se incorporan a la vida cívica del país, que se hacen copartícipes del destino de la Nación y que contribuyen a precisar, con su cooperación política y social, el nuevo sentido de la democracia revolucionaria afirmada en la Justicia Social. El Apra postula la democracia integral (política y económica), que proclama con la libertad el derecho al pan y con el pan el derecho a la justicia social.

El APRA es desde su origen un movimiento que quiere justicia para todos los ciudadanos sin exclusión de ninguna clase y lucha por ella con todos los leales, responsables y honestos, hasta lograr un país libre, unido, culto y justo.

Pero sí rechaza a los claudicantes, a los traidores, a los tránsfugas políticos y a los oportunistas, a los que en las horas de buena expectativa brindan su ayuda para luego abandonar en las horas de mayor riesgo, sacrificio y peligro.

El Apra en sus cien años de combate sin tregua ha respondido a su fe y ha hecho de ésta la enseña promisoria del Perú nuevo, redimido y justo.

Haya de la Torre bien lo dijo: “El camino de la marcha y lucha del Apra tiene las huellas de su sangre, porque es el camino de los fuertes. Lo conocemos. Ha sido abierto por la energía joven que nació estremecida, de una vieja esperanza. Vibra y anima la conciencia de un pueblo que ya no quiere esperar. De un pueblo que cura sus hondas heridas y se apresta a la obra de sus propias realizaciones. De un pueblo que no importó su credo ni pidió prestadas sus consignas, porque se las dio a sí mismo, recogidas del suelo que pisa. Y el aprismo es eso: dolor viril que brota de la propia tierra. Es el Perú que renace animado por lo que hay de eterno y de profundo en el Perú que fue. Es la obra truncada de los Incas, que resurge a través de cuatro siglos de yugo sobre su raza. Por eso, con el aprismo retorna la Justicia Social del Tahuantinsuyo. Nosotros la hacemos nuestra, y, como una vieja bandera gloriosamente rendida, la izamos en los mástiles nuevos de nuestras rebeldías de hoy”[1].

Y algo más escribió Haya de la Torre: “El aprismo quiere que el Perú base su progreso en el aumento creciente de riqueza para fines de desarrollo espiritual, de libertad, en buena cuenta, de justicia, porque juzga que no hay felicidad, ni bienestar ni progreso si hay injusticia; e inversamente, no hay injusticia que pueda ser base efectiva y perdurable de felicidad. Por esto, el Partido Aprista se llama Partido de la Justicia Social, términos también relativos en cuanto a su aplicación o interpretación en cada país porque lo que es injusticia social en un pueblo, ya no lo es en otro; ejemplo, la lucha contra el analfabetismo, problema de justicia social para el Perú, no lo sería ya para Alemania o Inglaterra, donde la justicia social ya impone otros problemas”.[2]


[1] Haya de la Torre, Víctor Raúl. “Obras Completas”.  Librería Editorial Juan Mejía Baca, 2ª. Edición, 1984, impreso en España, Tomo 5, págs. 148-149.

[2] Haya de la Torre, Víctor Raúl. Op.cit. Tomo 5, p. 323.

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