Artículos periodísticos y de investigación

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27 de noviembre de 2020

EL APRISMO Y LO SOCIAL

EL APRISMO Y LO SOCIAL



Escribe: 

Dr. Eudoro Terrones Negrete

 

Socialmente, el aprismo propugna y fomenta el cooperativismo, el Frente Único de Clases que son explotadas por el gran capital transnacional. No es un partido político de una sola clase, es un partido policlasista, de varias clases que se juntan,  que se organizan y se movilizan en procura de un futuro próspero y de un mundo nuevo, del bienestar material y espiritual de los trabajadores manuales e intelectuales, de la libertad religiosa y política, de la organización del Estado sobre la base de la democracia funcional y la elevación del espíritu nacional.

El aprismo es el Partido del Pueblo, es el partido político de quienes cifran sus esperanzas en alcanzar a corto, mediano o largo plazo la satisfacción de sus máximas aspiraciones de salud, de trabajo, de libertad, de dignidad, de educación y cultura y de justicia social.

El aprismo es una fuerza social sin precedente en la historia republicana del Perú y  de América Latina. El aprismo mantiene en alto la bandera de sus principios y el paradigma de su lealtad; lo mantiene con realismo y responsabilidad histórica, sin demagogia, sin adulación ni engaño; lo mantiene en alto con la luz de la verdad de una doctrina científica, de una filosofía original y de una fuerza juvenil que es consciente de su rol histórico y que está preparada desde sus años aurorales para dirigir los destinos del Perú con vocación de servicio, con sentido social, con honestidad intelectual, con integración social, unido en un mismo ideal de Pan con Libertad.

Lo dijo Víctor Raúl Haya de la Torre: “El Apra como Partido de Frente Único ha incorporado desde su fundación al intelectual antimperialista. Como ha incorporado al pequeño propietario, al pequeño capitalista, al pequeño comerciante, al pequeño minero, al artesano, al empleado, ha incorporado a la «inteligencia», al estudiante, al profesor, al literato, al artista y al maestro de escuela. Los ha incorporado sin resistencia ni distingos, como aliados de la lucha del obrero y del campesino, como a trabajadores intelectuales”.

El aprismo es un partido policlasista o de Frente Único de Clases Explotadas, porque está conformado por trabajadores manuales e intelectuales que pertenecen a diversas clases sociales: campesina o indígena (obreros), artesano, minero, industrial y clase media (empleados, intelectuales, maestros, profesionales, pequeños y medianos empresarios y comerciales, estudiantes, etc.).

Cuando a fines de 1924 se enuncia el Programa del aprismo, presenta ya todo un plan de acción política y de llamamiento a todas las fuerzas dispersas a integrarse en un sólido Frente Único de ofensiva contra el peligro común de la conquista que amenaza a América: el imperialismo, en todos sus tipos, venga éste de donde venga y como venga. 

Como partido policlasista, el aprismo propugna el Frente Único de clases explotadas teniendo por objetivos: Alcanzar políticamente el control del Estado y realizar desde él la revolución; defender la soberanía y dignidad de Perú y de los países de Indoamérica; unir en el  Frente Único de Clases Explotadas a todas las fuerzas que, en una forma u otra, han luchado o están luchando contra el fenómeno del imperialismo, que es el peligro común y de conquista de los pueblos que amenaza a América Latina; liberar a nuestros pueblos de las garras y ataduras de los imperialismos en vigencia; evitar el sometimiento económico, político, social y cultural; y, alcanzar la justicia social con Pan y Libertad.

El Apra es un Gran Frente Único Antiimperialista de Clases y de Pueblos, más no de razas; es el Partido de los Trabajadores de la ciudad y del campo, de las clases medias pobres y del campesinado. No es el Partido de una sola clase, como lo es el comunismo. “Y no lo es porque el tránsito de nuestro régimen predominantemente feudal, al tecnificado e industrial de la producción no es en ninguno de nuestros países la obra exclusiva de una clase social. Nuestra industrialización moderna viene de afuera”, explica Víctor Raúl. 

El Apra es una organización política que representa los intereses de las tres clases: obrero-campesina, clase media e industrial. Es un Partido formado para solucionar los problemas de las tres clases que se vinculan en lo que tienen de común y que se unen en cuanto representan problemas colectivos y nacionales “sacrificando las diferencias que no son de inmediata significación ante el gran problema de la salvación de las mayorías nacionales”.

 

 

LA CLASE OBRERO – CAMPESINA

 

El aprismo es la clase de los trabajadores del campo, es  la clase de los indígenas u obrero – campesinos, que son víctimas de la agresión económica del capitalismo imperialista. 

La clase obrero-campesina representa casi el cuarenta por ciento de la población total del Perú, es la clase productora mayoritaria que contribuye con su trabajo honrado a la formación de la riqueza nacional, sin embargo adolece del aspecto moderno de una organización agraria que le permita aprovechar mejor los adelantos tecnológicos y científicos del mundo contemporáneo. Es una clase social con grado primitivo de técnica y de escasa cultura y aún permanece a espaldas de los intereses y asuntos del Estado. 

La clase obrero-campesina es el “cholo barato”, cuya fuerza de trabajo es explotada por las empresas extranjeras. “No están preparados para dominar por sí misma a la colectividad y conducir el gobierno del Estado” afirma Víctor Raúl. 

En el Perú, frescos están los recuerdos, el indio fue la clase social codiciada por la clase dominante constituida por “la alianza del gamonal nacional con el invasor económico extranjero”, del latifundista con la plutocracia criolla limeña. Con la llegada de los españoles a tierras peruanas la clase indígena fue objeto de esclavitud, de trabajos forzados en las minas para saciar la sed de enriquecimiento de los conquistadores. Latifundistas, gamonales, conquistadores, condes, marqueses, oligarcas, etc., son lobos de la misma camada, que consideraron y trataron a los indígenas como los tontos útiles de la derecha capitalista, llamados a trabajar, obedecer y cumplir deberes negándoles a cambio todo tipo de derechos y lo más elemental el uso de la tierra. Después de  la desaparición del Imperio incaico, el problema de la tierra y de los indígenas siguió en pie e inclusive después de la Independencia del Perú. “No ha habido un solo gobernante que se había ya conmovido ante el horror de la situación del indio. El gamonalismo es, en el Perú, un crimen organizado y legalizado “llegó a escribir Víctor Raúl Haya de la Torre en su obra “Por la Emancipación de América Latina”. Y agrega: “Yo he vivido ocho meses en el Cuzco, conozco Cajamarca, Apurímac y otros puntos de la sierra peruana. Usted no puede imaginarse los horrores que allí se cometen. He visto indios con las carnes tajadas por las vergas con que les azotan. En un resumen que publicará la Biblioteca Europea y Asiática de Suiza, hago un relato de mis recuerdos, de lo que yo he visto en la sierra peruana. Huallpacaldo (caldo de gallina) le llaman el látigo los gamonales. Con él destrozan las carnes de esos desgraciados. Les matan, les roban, les incendian las chozas, les violan las mujeres y las hijas con una frialdad sin paralelo. Pero el “gamonal” es el diputado, es el senador, es el ministro, es el presidente. Cuando paseé por Tumbes, supe que en la hacienda costeña de Plateros, de que es propietario Leguía, se castigaba a los trabajadores poniéndolos desnudos, atados, con las espaldas al sol. Tumbes está en el trópico. Aquellos suplicios son bien conocidos en la costa y sierra del Perú”. (V.R.H.T., Obras Completas, Tomo 2, pp.67-68)

Razones más que suficientes llevaron al APRA a considerar a la clase indígena como prioridad uno en la atención que deberá prestar el nuevo Estado. Pues, ninguna transformación político – social y económica tendría éxito, dicen, si no se toma en cuenta al indio, al obrero y campesino “no sólo como trabajador, sino como elemento racial”.

Haya de la Torre analizó perfectamente la situación y condición del indio en el Perú y América Latina. Él dijo, concluyentemente: “El indio como raza, no sólo es fuerza económica y social, sino fuerza tradicional, fuerza histórica, diremos en un sentido vasto. El indio – claro está – forma parte de una clase, predominantemente, de la clase trabajadora, pero a ella aporta algo más que sus condiciones de vida y el problema social que esas condiciones crean. A ella aporta la fuerza histórica de su raza”. (V.R.H.T., Obras Completas, Tomo 2, p.450)

Por eso es que el APRA, desde que se formó como partido político, llevó en su Programa el problema del indio, de los obreros de los campesinos y formuló algunos planteamientos históricos de lucha: “La tierra que el indio necesite para trabajar, debe ser del indio”. En el Plan de Acción Inmediata o Programa Mínimo de Gobierno (1931) el Partido Aprista Peruano plantea la RENDICIÓN DEL INDIO: “Incorporaremos al indio a la vida del país”, “Legislaremos en pro de la conservación y modernización de la comunidad indígena”, “Protegemos también a la pequeña propiedad”, “Fomentaremos las pequeñas industrias indígenas”; “Fomentaremos el arte indígena”, “Estableceremos las causales específicas que determinan la revisión de los pactos y contratos celebrados por los indígenas y los terratenientes”, “Respetaremos las peculiaridades de cada región indígena, dentro del plan general y rumbo unificador de la educación”, “Formaremos maestros indígenas”, “Educaremos al indio usando su propio idioma, además del castellano”, “Estableceremos la Escuela Rural Indígena”, “Introduciremos el cooperativismo agrario entre los propietarios indígenas de tierras”, “Emprenderemos una enérgica campaña contra el abuso del alcohol y de la coca” y “Crearemos el Hogar Agrícola Indígena”. 

En un reportaje que lo realizaron en la ciudad de Berlín, en el mes de abril de 1930, Haya de la Torre explicó con claridad y concisión la situación del indígena: “Nuestro problema indígena, es, ante todo, nuestro gran problema social, económico. El indio constituye la inmensa mayoría de nuestra clase productora. Indios son nuestros campesinos, nuestros soldados, nuestros obreros, en su mayor parte. El indio se encuentra esclavizado por un sistema oprobioso, de explotación primitiva. La base de la liberación  y de la elevación integral de la raza indígena es económica. El indio, lo sé por experiencia, es apto, más apto que el mestizo y, muchas veces, que el blanco, para todo trabajo. Su fortaleza es extraordinaria; como extraordinarias son su inteligencia, su espíritu de disciplina y su decisión. Pero el indio está sometido, por la fuerza, y está esclavizado por la miseria. Por eso insistimos los apristas peruanos en un lema: “La tierra que el indio necesite para trabajar, debe ser del indio”. “En el Perú hay tierra bastante para todos”. (V.R.H.T., Obras Completas, Tomo 2, p.23)

 

 

LA CLASE MEDIA

 

La clase media está conformada  por el pequeño propietario, el pequeño y mediano comerciante, el trabajador intelectual, el médico, el maestro, el técnico, el pequeño productor minero, el pequeño empresario, el agricultor e industrial, el artesano, el profesional independiente, el empleado de empresas particulares y de empresas del Estado, entre otros.

Como clase social carece de garantía y seguridad por parte del Estado, sufre las consecuencias del desequilibrio económico – financiero y está vinculada a los intereses  de reivindicación de la mayoría de la Nación. Aunque es una clase “más libre” que las demás, es progresivamente “empujada hacia la proletarización” debido al fenómeno del imperialismo contemporáneo.

Según Haya de la Torre, la clase media  “de la que forma también la “inteligencia” o clase culta, con cierta experiencia técnica y con un grato apreciable de conciencia política sufre las consecuencias de una lucha desigual con el capitalismo organizado que penetra en nuestro país desde el extranjero, desplazando progresivamente por su situación de inferioridad”. Tiene un valor social y político innegable e importantísimo y subestimar su contribución en la lucha antimperialista sería un grave error para nuestros pueblos en busca de liberación. “Subestimar la importancia política de las clases medias, -apunta Víctor Raúl -, cerrarles el paso, alejarlas de la acción partidaria, es preparar un buen conjunto de condiciones objetivas para que la célula cancerígena del fascismo se propague”. (Pereda Torres, Rolando. "El libro rojo de Haya de la Torre". Editorial Imprenta Sudamericana, S.A., Lima, 1979, p.188)

Resulta que, para los fundadores del marxismo, la clase media es una clase “conservadora”, “reaccionaria”, “la parte más flotante de la población” y que “pretenden volver atrás el carro de la historia”, bueno para la realidad europea este enfoque puede ser correcto, pero no así para América Latina donde conviven, coexisten diversidad de clases sociales y es la clase media, precisamente, la que recibe “la primera embestida” del capital extranjero, la clase social que sufre mayormente sus efectos destructivos y es la primera clase que se enfrenta al imperialismo. 

“La empresa extranjera – refiere Haya de la Torre-, que viene a establecer en nuestro país una industria, no sólo emplea obreros, si es sólo industrial y campesinos si es agrícola. También necesita de empleados, de hombres de las clases medias cuyos servicios utiliza en la oficina, en el almacén, en la vigilancia de los trabajadores, etc. Esa empresa explota igualmente al obrero y al empleador.” (Ramos Alva, Alfonso. "Haya de la Torre, creador y visionario". Instituto de Estudios Antiimperialistas, Lima, 1990, p.66)

Bien hace entonces, el fundador del aprismo Víctor Raúl Haya de la Torre en calificar a las clases medias con la expresión: “Los precursores de la protesta antimperialista de Indoamérica”,  las fuerzas impulsadoras de la lucha antimperialista de cuyas filas “aparecen los primeros agitadores y los más decididos y heroicos soldados de las etapas iniciales del antimperialismo”. 

La clase media cumple un rol protagónico y liberador, un rol indispensable de colaboración con su trabajo, con su experiencia y sus calidades morales, en el campo intelectual, gerencial o administrativo y técnico, con el fin de erradicar de nuestros pueblos el feudalismo y el imperialismo, promover y efectuar la reorganización de la producción nacional e indoamericana, organizar el nuevo Estado antimperialista y docente sobre bases científicas. 

La capacidad de beligerancia y de respuesta a caciques, hacendados, caporales, grandes empresarios capitalistas y a gobernantes pro-imperialistas es una cualidad y virtud extraordinaria de la clase media, para no continuar siendo aplastada en un callejón sin escape por la inhumana máquina imperialista y el sistema neoliberal. 

Al hacer una prístina diferencia entre el rol histórico de las clases medias de Europa (pequeña burguesía de la ciudad y del campo) y las clases medias de Indoamérica o Latinoamericana, Víctor Raúl sostiene lo siguiente: “En Europa la clase dominante es la gran burguesía. En Indoamérica  el gran latifundio. En Europa las clases medias, pasada la etapa de la lucha contra el dominio feudal tiene sobre sí el dominio burgués del que son súbditos. La clase media europea es una clase definitivamente sometida, resto y rezago de una clase victoriosa; su capacidad de beligerancia está domeñada, y su actitud ha devenido egoísta e inferior. Es la clase que “guarda precisamente sus billetes de Banco” porque no tiene liberación posible por sí misma. En nuestros países las clases medias tienen mayor aptitud para la lucha. Viven aún su edad heroica. Tiene todavía campo abierto para tratar de convertirse parcialmente de rebeldía, de beligerancia. No soportan el rudo peso de una fuerte clase superior ni la presión hostil y creciente de un gran proletariado. Se confunden con nuestra naciente burguesía o con nuestra burguesía colonial. Es difícil, en cierto modo, establecer la línea que separa unas de otras. Nuestras clases medias están aún en el periodo de combate, de forcejeo por su afirmación; periodo de ofensiva, casi de gesta, si le podemos llamar así…”. (V.R.H.T., Obras Completas, Tomo 4, pp.178-179)

Alfonso Ramos Alva, en  7 Tesis Equivocadas del Marxismo – Leninismo sobre Indoamérica al referirse a las clases medias dice lo siguiente: “Quien recibe el primer impacto y comprende la acción depredadora del imperialismo, es el que va a la universidad, o fuera de ella, el que se prepara, lee y estudia los escritos y libros que anunciaban las luchas sociales en el mundo. Jóvenes estudiantes son los primeros en gestar la conciencia en las clases trabajadoras. Por ello podemos darnos cuenta que las principales objeciones y admoniciones contra el imperialismo surgió de las clases medias. No comprender este hecho, es no tener un enfoque sociológico y económico valederos de la problemática latinoamericana…”(Ramos Alva, Alfonso. "7 tesis Equivocadas del Marxismo-Leninismo sobre Indoamérica". Edit. Instituto de Estudios Antiimperialistas. Lima, 1977, 2a. edición, p.27)

Dentro de un Estado feudal o colonial, instrumento del imperialismo, las clases medias no tienen cabida, son clases sometidas al engranaje capitalista y son gradualmente esclavizadas y oprimidas. Más como “colaboradoras del Estado Antiimperialista”-señala Víctor Raúl- “devienen temporal y relativamente clases cooperantes y, por ende, favorecidas. Mientras se realiza la evolución al total Capitalismo de Estado, - el Estado Antiimperialista es un Estado de transición siempre en progreso -, las clases medias, aún bajo el controlador estatal, han de contar con más seguridad y libertad efectivas, que bajo la presión imperialista que las sacrifica inexorablemente, como condición para su crecimiento incesante y monopolizador… “Finalmente, “Mientras el Capitalismo de Estado llega a afirmarse – periodo más o menos dilatado después de la toma del poder por el partido Antimperialista-, la contribución de las clases medias será invalorable. Un bien entendido y enérgico programa estatal de orientación económica y una organizada difusión del cooperativismo como factor coadyuvante decisivo, como queda dicho, plantearán las bases de una mejor contribución de las clases medias progresivamente educadas dentro de las direcciones económicas del nuevo sistema”. (V.R.H.T., Obras Completas, Tomo 4, pp.180-181)

 

 

LA CLASE PROLETARIA INDUSTRIAL

 

Proletariado viene de la palabra latina prole, significa “descendencia”, “estirpe”. Proletarios, vienen a ser padres sin fortuna, que sólo “producían hijos”. Proletariado era la masa convulsa de padres sin bienes y sin fortuna pero con mucha descendencia.

En cambio para Carlos Marx, proletario es exclusivamente el obrero que trabaja en los centros altamente industrializados. Los que trabajan en establecimientos industriales, recibían el nombre de “lumpen-proletariat”, es decir, sub proletarios. Los artesanos y los campesinos, en el lenguaje de Carlos Marx, estaban por debajo de su línea de aprecio político. Eran llamados “lumpen”, “infra”, “sub”, “canalla”, “desclasado”, “infra proletario”, es decir, escoria y detritus de los trabajadores industriales que trabajan directamente dentro del sistema capitalista. Esa clasificación marxista decimonónica ha sido ya superada por la concepción contemporánea del trabajador”. (Ignacio Campos. "Coloquios de Haya de la Torre", Tomo III).

Para el marxismo, el proletario (el obrero de los grandes centros industriales o de las fábricas) tiene alto desarrollo cultural y es distinguido por la lucidez de su conciencia de clase, es el obrero calificado industrial que eleva su conciencia de clase, hasta que se produce el salto de calidad dialéctico, y, entonces, esa clase de encuentra en condiciones de gobernar. 

Al respecto, Wright Mills, en Las clases medias en Norteamérica, piensa que la conciencia de clase se produce, siempre y cuando: 1º. Haya una percepción racional y la identificación con los intereses propios de su clase; 2º. La percepción o el rechazo de los demás intereses de clase considerándolos ilegítimos; y 3º. La percepción de una predisposición para usar colectivamente medios políticos para el fin político, colectivo de la realización de los propios intereses. (Mills, Wright. "Las clases medias en Norteamérica". Edit. Aguilar, Madrid-España, 1958, p.227)

Los obreros industriales se identifican no con los intereses espontáneos o inmediatos (instinto de clase) sino con los intereses estratégicos a largo plazo (conciencia de clase) a efecto de destruir la explotación capitalista y todo el sistema de explotación del hombre por el hombre no por un llamado sino por convicción, interés de clase que se forma cuando el hombre es objeto de explotación y opresión. No puede haber conciencia de clase sin conciencia de interés de clase, puesto que la conciencia de clase ocurre en el trabajador cuando se percata, se da cuenta de sus reales intereses de vida, de sus precarias condiciones de existencia, cuando se identifica plenamente con los intereses de su clase y reacciona racionalmente en defensa de su clase para favorecer a su clase. 

“Todo individuo, -señala Ramos Alva- así como percibe su diferencia con los demás, descubre a otros individuos que se hallan en el mismo estrato social que él; es decir, el mismo género de vida, las mismas maneras de juzgar, las mismas actitudes y la misma cultura; por consiguiente, pertenecen a la misma clase”. ( Ramos Alva, Alfonso. "La sociedad de clases y el Estado". Edic. DERA, Lima, Lima, 1970, p.36)

Unas clases se diferencian de otras por el lugar que ocupan en un sistema de producción o de consumo, por el nivel educativo, por el rol que cumplen en la organización y división del trabajo, por su poder económico y financiero, por el tipo de ideología política que abrazan y por el nivel de participación que tienen en la formación y el disfrute de la riqueza. Así unas resultan ser clases dominantes y explotadoras, lucrativas y usureras, en cambio otras devienen en clases dominadas, oprimidas, explotadas y esclavizadas. Para la concepción europea de Marx y Engels “Toda la sociedad va dividiéndose cada vez más en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado”. La burguesía es la clase capitalista, dominante y opresora. El proletario es la clase trabajadora, dominada y oprimida. El enfrentamiento de estas dos clases da lugar a la “lucha de clases” (Alfonso Ramos Alva, La sociedad de clases y el Estado) de la cual surge la decadencia, la paz y la guerra, el estancamiento o el desarrollo, la libertad o la esclavitud. Esta lucha insalvable  que se produce entre las clases burguesa y proletaria es denominada “estructura económica de la sociedad o sistema social”, y que en el caso de la sociedad burguesa se sustenta sobre la injusticia y la desigualdad, haciendo inevitable la lucha clasista para liberar a las masas del estado de explotación en que se encuentran. La propiedad privada es el que dio origen a la división de clases antagónicas e irreconciliables, del que a su vez surgió la “lucha de clases”. Y, cuando ya no fue posible seguir existiendo sin un “poder” que controlara a esos grupos antagónicos surgió el Estado, según Carlos Marx. 

En cambio, en los países de Perú y de Indoamérica, otra es la concepción que se tiene acerca del significado y el  papel de la clase proletaria industrial. Según la concepción hayadelatorreana, el proletariado es naciente, minoritario como clase y cuya conciencia de clase está en formación en una nueva dimensión social. El grado de progreso cultural del proletariado es menor, “es más lento que el de los proletariados de la gran industria que “forjan la máquina” y producen la manufactura en los países industrializados. Nuestro proletariado indoamericano, - que no es el proletariado europeo -, sólo aprende a manejar la máquina que nos llega hecha del exterior, pero no puede “forjarla”. “Por eso, nuestro industrialismo es económicamente colonial e incipiente y nuestro proletariado como clase no puede gobernar aún”, en consecuencia “nuestro proletariado es incipiente como incipiente es nuestra industria”. Nuestra “gran industria es de tipo extractivo y no manufacturero o de transformación como ocurre en los países industrializados y europeos. Como joven es nuestra industria extractiva de materia prima o medio elaborada, es joven también el proletariado y como clase también en formación carece de la “conciencia suficiente para conducir los destinos de la Nación”. “Nosotros no hemos llegado aún a la madurez burguesa de un sistema industrial que permita a nuestra clase proletaria en formación asumir exclusivamente la dictadura de nuestros destinos”. (V.R.H.T., Obras Completas, Tomo 4, p.175)

“El proletariado industrial que va formando (el imperialismo),-dice Haya de la Torre- es, pues, una clase nueva, joven, débil, fascinada por ventajas inmediatas, cuya conciencia colectiva sólo aparece al confrontar más tarde el rigor implacable de la explotación dentro del nuevo sistema”. “En primer término, nuestra realidad social presenta estas manifestaciones objetivas: en el orden industrial, nuestro desarrollo es incipiente y nuestra gran industria es de tipo extractivo y no manufacturero. Joven nuestra industria, es joven también el proletariado como clase. Es un tipo de proletariado diferente del proletariado manufacturero europeo; el nuestro es en su gran mayoría proletariado de industria extractiva de materia prima o medio elaborada, característicamente tropical o semitropical. La clase proletaria propiamente dicha, en razón directa con el desenvolvimiento incipiente y unilateral de nuestra industria, es clase todavía en formación”. “Desde el punto de vista nacional resulta, pues, que nuestra clase proletaria industrial es joven, en formación, sin la cultura ni la conciencia que determina en el proletariado el avance superado de la gran industria manufacturera”. (V.R.H.T., Obras Completas, Tomo 5, pp.108-109) “El capitalismo como clase es incipiente e inmaduro, puesto que incipiente e inmaduro es el industrialismo de América Latina. Consecuentemente, la clase típicamente proletaria, cuya existencia determina la existencia del capitalismo es incipiente e inmadura también”. (V.R.H.T., Obras Completas, Tomo 1, p.270)


“La lucha entre el capitalismo y el proletariado no tiene un sentido mundial sino relativamente” sentenció Haya de la Torre. En Indoamérica la clase proletaria industrial no concentra en sus manos los instrumentos de producción, pues éstos están en propiedad de la clase capitalista. La lucha entre el capitalismo y el proletariado no es la misma en todos los países del mundo, pues varía en intensidad, plantea diversos problemas y exige soluciones propias. En Indoamérica, precisa Haya de la Torre: “Las clases van formando su conciencia, se van definiendo; y aunque sufren y aspiran, carecen todavía de la capacidad suficiente para interpretar el sentimiento nacional y conducir por sí solas los destinos de la colectividad.” (V.R.H.T., "Política Aprista". Edit.Imp.Amauta, Lima, 1967, p.72)

Socialmente, el aprismo propugna y fomenta el cooperativismo, el Frente Único de Clases explotadas por el gran capital transnacional. No es un partido político de una sola clase, es un partido poli clasista, de varias clases que se juntan,  que se organizan y se movilizan en procura de un futuro próspero y un mundo nuevo, el bienestar material y espiritual de los trabajadores manuales e intelectuales, la libertad religiosa y política, la organización del Estado sobre la base de la democracia funcional y la elevación del espíritu nacional.

El aprismo ha surgido de nuestra realidad social, del corazón de nuestras masas obreras, campesinas, estudiantiles, proletaria industrial e interpretando los viejos y nuevos problemas de los pueblos del Perú ha postulado alternativas de solución coherente y realista. Soluciones que fueron planteados por peruanos para problemas del Perú, sin traer de fuera atenuantes importados, ni remedios extraños a nuestros males.

El aprismo es el Partido del Pueblo, el partido de los que menos tienen, de quienes cifran sus esperanzas en alcanzar a corto, mediano o largo plazo la satisfacción de sus máximas aspiraciones de libertad, de dignidad, de justicia, de educación y cultura.

“Según la tesis del aprismo – señala Manuel Vásquez Díaz- en América Latina, los períodos y sistemas sociales y económicos no se suceden negando los posteriores a los anteriores, sino agregándose el último a todos. Cuando la conquista hispano-portuguesa llega a Indoamérica, impone el sistema colonial feudal con los tres virreinatos originarios de México, de Perú y del dominio portugués del Brasil. Pero el nuevo sistema no logra liquidar las vastas regiones de comunidades privadas, ni los sistemas socioeconómicos establecidos por los indios nativos del Perú y de México. Igualmente, la vida tribal de la inmensa zona amazónica sobrevive hasta nuestros días. Así, al sistema agrario de tipo precolombino se yuxtapone el latifundio colonial y, más tarde, a ambos se agrega el sistema de industrialismo de materias primas y medio elaboradas. Por todo esto el aprismo reconoce que en Indoamérica existe una yuxtaposición de sistemas económicos sociales de producción, que abarcan desde la vida tribal rudimentaria hasta el industrialismo contemporáneo, subsistiendo las organizaciones comunales indígenas y el sistema colonial del latifundio. Tomando el Continente en conjunto, aun muchos de sus países aisladamente, se puede decir que todas las etapas de la evolución económica de la humanidad están presentes en nuestra América…” (Vásquez Díaz, Manuel. "Balance del Aprismo", Lima, 1964)

El aprismo es el buscador, el descubridor de nuestra realidad natural y social que no hemos tratado de inventarla fuera del país sino de encontrarla aquí en Indoamérica.

El Estado antiimperialista desarrollará el capitalismo de Estado como sistema de transición hacia una nueva organización social, no en beneficio del imperialismo, que supone la vuelta al sistema capitalista, del que es una modalidad, sino en beneficio de las clases productoras, a las que irá capacitando gradualmente para el propio dominio y usufructo de la riqueza que producen.

En El Antimperialismo y el Apra, con visión porvenirista decía Haya de la Torre: “Nuestros pueblos están viviendo aun socialmente, un proceso estructural de evolución y crecimiento correspondiente al de su constante devenir y cambio económico; tanto más veloz y profundo en su transformación cuanto más adelantado y rápida sea su movimiento desarrollista”.

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MARIO BUNGE Y SUS REFLEXIONES DE CÓMO HACER CIENCIA

MARIO BUNGE Y SUS REFLEXIONES 

DE CÓMO HACER CIENCIA

Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete

Mario Augusto Bunge, físico, filósofo científico y epistemólogo argentino, maestro universitario en la cátedra de Lógica y Metafísica en la Universidad McGill de Montreal. Su concepción filosófica se ubica dentro del realismo científico, el cientificismo, el materialismo y el sistemismo.

Mario Bunge, en su obra “Ciencia y desarrollo” expresa:  “Puesto que la investigación científica es tarea de la comunidad científica, y puesto que ésta no puede existir en un vacío social, si nos interesa estimular o inhibir el desarrollo científico debemos enfocarlo como un aspecto del desarrollo integral de la sociedad humana. A su vez, como se vio en el Capítulo 1, toda sociedad humana, cualquiera sea su estado de desarrollo, puede analizarse como un sistema compuesto de cuatro subsistemas. Estos son el sistema biológico, el económico, el cultural y el político…”[1]

EL CIENTÍFICO HACE CIENCIA PARA EL PUEBLO

“…En principio toda ciencia básica es ciencia para el pueblo, o sea, potencialmente beneficiosa para el público, sea por sí misma (como bien cultural), sea por sus aplicaciones. Producir y difundir ciencia básica son servicios sociales. En suma, todo buen científico hace ciencia para el pueblo sin que se lo pidan. Pero si se lo piden explícitamente, y en particular si le piden que produzca cosas o procedimientos de utilidad práctica inmediata, tendrá que dejar de hacer ciencia básica para dedicarse a una actividad para la cual no está preparado: lo más probable es que le obliguen a convertirse de científico bueno o mediocre, en mal técnico. Lo dicho no implica que el científico pueda hacer oídos sordos a su responsabilidad social. En efecto, puesto que la actividad científica se inserta en la vida social, no puede dejar de tener aspectos morales…”[2]

SE PUEDE HACER CIENCIA EN PAÍSES EN DESARROLLO

Bunge, tras analizar las posibilidades de hacer ciencia, particularmente investigación básica, en países en desarrollo, concluye que sí es posible aun cuando “es mucho más difícil” y que requiere de ciertas “condiciones mínimas”: “¡En suma, se puede hacer investigación básica en países en desarrollo, y de hecho se vienen haciendo, si bien es cierto que es mucho más difícil hacerla que en países desarrollados. Las condiciones mínimas para hacerla en cualquier parte del mundo son: poseer talento científico, estar libre de preocupaciones económicas angustiantes, tener acceso a publicaciones, gozar de libertad académica, estar en contacto con otros investigadores del país y del extranjero, y no requerir equipos excesivamente costosos”.[3]

CONDICIONES PARA HACER CIENCIA EN LA UNIVERSIDAD DEL TERCER MUNDO

Bunge, luego de preguntarse ¿Puede haber ciencia en la Universidad del Tercer Mundo? responde: “Debiera haberla y a veces la hay, aunque pocas veces con continuidad. Que debiera haberla parece obvio, ya que una universidad no es tal si no produce conocimiento nuevo, en particular conocimiento científico. Pero eso no es fácil: construir teorías, calcular, diseñar experimentos, y efectuar mediciones es más difícil que comentar textos escritos por otros o debatir cuestiones ideológicas. Para hacer ciencia es menester una preparación especializada que exige largos años de aprendizaje difícil. También hacen falta bibliotecas al día, laboratorios, gabinetes de estudio, seminarios y coloquios, así como personal auxiliar competente. En una palabra, hace falta gente competente a diversos niveles, e instalaciones adecuadas. Pero ni esto, que ya es difícil de obtener, basta. También se necesita tranquilidad, estabilidad y continuidad. Y esto es muy difícil de lograr allí donde la Universidad es una isla de libertad acosada por adversarios exteriores y minada por dentro por activistas que, aunque acaso bien intencionados, no se proponen tanto la mejora de la Universidad como su utilización como arma política. Es posible que la mayoría de los científicos que han emigrado del Tercer Mundo lo han hecho en busca de la tranquilidad indispensable para trabajar” [4]

El filósofo argentino, luego de realizar un análisis crítico y objetivo puntualiza y subraya la existencia de tres grandes males en la Universidad del Tercer Mundo: “En suma, la Universidad del Tercer Mundo está aquejada de tres grandes males entre muchos otros: la preparación insuficiente de sus alumnos, la improvisación de sus profesores y la politización de unos y otros. Por estos motivos algunos investigadores sueñan con institutos de investigación independientes de las universidades, al estilo de las academias y centros científicos de Europa occidental (en particular la República Federal Alemana) y oriental (la U.R.S.S.)[5].

SE HACE CIENCIA EN UNIVERSIDADES E INSTITUTOS EXTRAORDINARIOS

“Se hace ciencia, buena o mediocre, en universidades y en institutos extraordinarios. Pero estos últimos, si dependen de la industria o de ministerios no especializados en ciencia (o al menos en cultura), suelen especializarse en ciencia aplicada con descuido de la básica. Se entiende: a un dirigente de empresa, o a un ministro de salud pública (o de industria y comercio, o de desarrollo, o de defensa) se le hace difícil justificar gastos en ciencia básica: sólo la aplicada le resultará evidentemente “relevante” a las actividades centrales de la unidad que administra. En cambio, la Universidad no puede legítimamente cuestionar la investigación básica (a menos, claro está, que caiga en manos de gentes incultas, o de delincuentes culturales, o de políticos demagógicos). Por este motivo la ciencia básica tiene más posibilidades de florecer dentro de la Universidad que fuera de ella, siempre que sea una Universidad auténtica y no sólo de nombre”[6].

“En resumen – indica Bunge-, no hay Universidad moderna, que merezca el nombre de tal, a menos que albergue a investigadores activos en el área de la ciencia (y de la técnica y de las humanidades). Allí donde la Universidad no ofrece las condiciones necesarias para el trabajo científico serio y sostenido, se podrá ensayar la formación de un instituto extrauniversitario de ciencias. Pero ésta no será una solución ideal ni permanente, a menos que responda a necesidades regionales. (Y aun en este caso es posible que la solución óptima se obtenga reuniendo a investigadores por períodos limitados a la realización de planes precisos de investigación). La única solución posible es global, o sea, consiste en mejorar las condiciones económicas, culturales y políticas de la sociedad íntegra, de modo que esté en condiciones de sostener a una Universidad que funcione regularmente (no espasmódicamente) y que esté organizada en torno a la investigación en todas las áreas del conocimiento”[7]

LA COMUNIDAD DE CIENTÍFICOS SE AJUSTA A UN CÓDIGO DE CONDUCTA

Mario Bunge indica que de cuando en cuando la comunidad de científicos vigila a los investigadores para que se ajusten a un código de conducta que incluye los siguientes imperativos:

1.        Esforzarse por hacer buena ciencia. (El investigador que no hace este esfuerzo estafa al público).

2.        Esforzarse por difundir conocimientos y métodos científicos dentro y fuera de su lugar de trabajo. (El investigador que no lo hace es egoísta).

3.    Criticar creencias anticientíficas y seudocientíficas dentro y fuera de su lugar de trabajo. (El investigador que no lo hace no es una persona culta, o es indiferente al rumbo que tome su cultura, o no tiene coraje, o no tiene libertad).

4.   No servir a opresores económicos, políticos o culturales. (El investigador que ayuda a los enemigos del pueblo se convierte él mismo en enemigo público y desprestigia la ciencia).”[8]

El filósofo científico argentino concluye manifestando enfáticamente: “Pero no puede haber desarrollo científico técnico integral y sostenido a menos que haya cierta holgura económica, cierta tolerancia intelectual, y cierta libertad política. En suma, el desarrollo científico y técnico requiere del desarrollo de la sociedad en todos sus aspectos: biológico, económico, cultural y político…”[9]


[1] Bunge Mario. Op.cit., p.51

[2] Bunge, Mario, Ibídem, p.74.

[3] Ibídem, p.82

[4] Ibídem, pp. 86-87

[5] Ibídem, p.87

[6] Ibídem, p.88

[7] Ibídem, p.89

[8] Ibídem, pp.74-75

[9] Ibídem, p.124

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REFLEXIONES Y PROPUESTAS PARA HACER CIENCIA Y FOMENTAR LA INVESTIGACIÓN EN LAS UNIVERSIDADES DE PERÚ

 REFLEXIONES Y PROPUESTAS PARA HACER CIENCIA Y FOMENTAR LA INVESTIGACIÓN EN LAS UNIVERSIDADES  DE PERÚ[1]

 Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete


En los tiempos actuales, es difícil imaginarnos un mundo sin ciencia,  sin investigación científica, si tenemos en cuenta que hasta la fecha existen “casi dos mil ciencias”[2].

Hacer ciencia implica hacer una empresa colectiva de interés social para lograr la solución de diversos problemas. Pero históricamente la ciencia no ha podido escapar del enfoque ambivalente (positivo-negativo),  ha sido usada para bien o para mal, para generar en los países en vías de desarrollo dependencia respecto de las sociedades capitalistas industriales.

Hacer ciencia es un trabajo intelectual y material especializado, complejo, no fácil y que demanda mucha dedicación y concentración. Hacer ciencia implica descubrir, seleccionar, valorar, evaluar y producir nuevas verdades científicas como resultado de procesos racionales de observación y experimentación, cuya fuerza está en la capacidad de aceptación o de rechazo, de explicación, descripción, predicción y transformación de la realidad natural y social, dentro del cambiante contexto de la sociedad del conocimiento.

Para hacer ciencia se requiere utilizar el pensamiento científico, el lenguaje científico, el problema científico, el método científico, los géneros de la comunicación científica[3], la redacción científica y los elementos del conocimiento científico[4].

FACTORES POR LO QUE MUY POCO SE HACE CIENCIA Y SE PRODUCE CIENCIA

En el Perú, lamentablemente, son múltiples los factores por lo que muy poco se hace ciencia y se produce ciencia. Cabe mencionar, entre dichos factores, por ejemplo: carencia de personal investigador idóneo y experimentado[5]; carencia de la profesión de investigador científico; baja inversión pública y privada en ciencia y tecnología[6]; insuficientes laboratorios y precariamente equipados los talleres y las bibliotecas; falta de continuidad de proyectos, planes y políticas de investigación; deficiencia del sistema educativo en la enseñanza de las ciencias en  los diversos niveles y modalidades; fomento de la memoria; repetición acrítica; falta de actitud axiológica desde una mirada plural; falta de intensificación del trabajo coordinado en quipos de estudiantes y profesores investigadores a nivel de centros e institutos de investigación de las universidades; falta de articulación de las investigaciones que se realizan en los diferentes niveles y modalidades educativas; falta intensificar el desarrollo de concursos de investigación en las escuelas de postgrado de las universidades, para seleccionar y estimular a las mejores tesis de investigación de maestría y doctorado con la participación de evaluadores externos.

Con la aplicación de la ciencia se origina la técnica. El hombre no es sólo homo sapiens (capacidad teórica), sino también homo faber  ( capacidad práctica). No con poca razón Henri Bergson decía que el objeto esencial de la ciencia “es aumentar nuestra influencia sobre las cosas”.

 

NO HAY UN SOLO MÉTODO PARA HACER CIENCIA

 

No hay un solo método para hacer ciencia, no hay una sola etapa o un solo instrumento o equipo válidos para todas las ciencias; cada ciencia tiene lo suyo.

Ernesto de la Torre Villar y Ramiro Navarro de Anda[7] precisan que “Los educadores, encargados de vigilar y orientar el desarrollo de la mente y el espíritu del hombre, han recomendado desde los días de Sócrates y Platón, la necesidad de cultivar desde la tierna infancia el ejercicio racional mediante el estudio sistemático y reflexivo. Uno de los programas pedagógicos más sólidos y efectivos ­–probado a través de varias centurias-, la Ratio Studiorum[8], dispone que a los estudiantes se les debe enseñar a trabajar científicamente y a proponer por escrito, también en forma científica, el fruto de sus trabajos. Una de sus normas recomienda: “se debe procurar iniciar a los estudiantes en el método del trabajo científico o en la metodología de una manera conveniente. Enséñeseles, por lo tanto, a manejar los libros, los comentarios, las revistas, las enciclopedias; a interpretar las diversas notas de las ediciones críticas; aprendan las normas aprobadas para las citas de los autores; la manera de sacar notas y de ordenar los apuntes; enséñeseles la manera de proceder para dar el juicio de un libro o de un escrito; y finalmente a practicar todo aquello que se necesita para emprender un trabajo científico”.

La ciencia como producto social y producto cognitivo de alta especialización no deja de estar orientada al servicio del bien común, del crecimiento, desarrollo y progreso de los pueblos. Este compromiso histórico de la ciencia en su vinculación con la sociedad (sociedad desarrollada o en vías de desarrollo), se ha ido acrecentando en sus objetivos, fines y metas en la medida en que aparecían nuevos problemas cada vez más complejos y que requerían de nuevos tipos de pensamiento como el pensamiento crítico, el pensamiento sistémico, el pensamiento holístico y el pensamiento complejo.

Esta nueva situación problemática nos lleva a coincidir con las expresiones del argentino Pablo Kreimer cuando afirma: “En consecuencia, hay que dejar de lado esa ciencia hecha y observar, investigar, analizar, interpretar la “ciencia mientras se hace”, porque es allí donde se pueden encontrar las raíces de lo que luego será presentado como verdad al resto de la sociedad.”[9]

Y esto  es, precisamente, lo que estamos haciendo ahora durante el inicio del seminario nacional Producción y desarrollo científico en las Universidades de Lima Metropolitana, organizado por la Universidad Peruana Simón Bolívar, con el primer tema “Hacer Ciencia: Investigación, Epistemología y Comunicación”, expuesto por el doctor Oscar Rubén Silva Neyra. A decir verdad, estamos compartiendo e intercambiando ideas y experiencias académicas, en un intento de enriquecer el debate dialéctico de tesis, antítesis y síntesis.

INTERROGANTES

Cómo no, entonces, preguntarse: ¿Se puede vivir y desarrollarse sin ciencia? ¿Para qué sirve y a quién sirve la ciencia? ¿Qué funciones sociales cumplen la ciencia y el investigador científico? ¿Por qué tipo de investigación deberían empezar los países en vías de desarrollo como el Perú? ¿Quién financia la investigación científica, el Estado o mecenas  privados nacionales o extranjeros?, preguntas que requieren de respuestas o de mayor tiempo para su análisis crítico. Sin embargo, en lo que corresponde a la penúltima pregunta me inclino a pensar que debería empezarse por la investigación básica, por cuanto esta es esencial para todo Estado moderno que busca lograr sus objetivos nacionales de desarrollo, dentro de una trayectoria lineal que va de la investigación al desarrollo y concluye en la innovación (I+D+IN).

Coincido también con aquellos que piensan que de la ciencia hecha debemos pasar a la ciencia activa, que es la ciencia en proceso de fabricación o de producción, sentando así las bases para un desarrollo ulterior sostenible y sustentable a través del tiempo.


PROPUESTAS PARA HACER CIENCIA Y FOMENTAR LA INVESTIGACIÓN EN LAS UNIVERSIDADES DE PERÚ

Como autor del presente libro “Perfil y ética del investigador científico universitario”, considero que las universidades deberán ser proactivas al cambio y a la innovación científica y tecnológica, vencer la inercia y la resistencia a los cambios, y responder a los retos del presente y del futuro.

Ante el reto del siglo XXI las universidades en el Perú deberían asumir su responsabilidad histórica con el desarrollo del país y efectuar acciones trascendentes para hacer ciencia y fomentar la investigación, como las siguientes:

·   Relacionar la investigación científica con la docencia universitaria desde los primeros ciclos académicos en todas las carreras profesionales.

·   Efectuar un estudio de seguimiento laboral de los profesionales para identificar y estimular a quienes están efectuando trabajos de investigación financiada por empresas nacionales o instituciones internacionales.

·   Organizar y equipar el Banco Nacional de Datos de Egresados Investigadores por carreras profesionales.

·      Vincular a cada universidad con algún centro de investigación internacional, para democratizar los resultados de las investigaciones y los recursos dedicados a su producción.

·      Realizar permanentes campañas de motivación y de persuasión para que la población perciba a la universidad como un centro de investigación científica de primer nivel en alguna línea de investigación de su especialidad, y no sólo como un centro de mera formación profesional.

·   Potenciar a los institutos o centros de investigación asignándoles el desarrollo de proyectos de investigación y el rol de capacitación intensiva a docentes, estudiantes y egresados, en el manejo de modernos métodos, técnicas, instrumentos y equipos de investigación.

·  Poner mayor énfasis en el intercambio de profesores universitarios e investigadores visitantes (nacionales y extranjeros).

·      Crear fondos concursables, de manera que existan profesores que dejen la docencia por 1, 2 o más años y se dediquen sólo a investigar.

·    Crear la Beca de Retorno, para que los investigadores científicos que salieron al extranjero retornen a trabajar en el Perú.

·   Crear el Fondo de Promoción de la Investigación en cada universidad, que permita incentivar la capacitación de los profesores y asegurar el financiamiento del traslado de investigadores a otras universidades de mayor prestigio internacional.

·   Involucrar la participación de la empresa privada en el financiamiento de proyectos de investigación científica de la Universidad.

·  Promover la participación creativa y activa de los estudiantes en la actividad científica extracurricular, y otorgar becas integrales para los mejores estudiantes con competencias y condiciones para la investigación científica.

·   Incorporar a Asesores e Investigadores especializados para elaborar y dirigir proyectos de investigación científica.

·      Articular acciones efectivas entre los organismos de ciencia y tecnología y entre las universidades públicas y privadas del país.

·   Renovar y actualizar los currículos y lograr una mayor coordinación e integración entre la investigación y los estudios de pregrado y de postgrado, respectivamente.

·      Estimular el desarrollo de la investigación por proyectos, y la presentación y divulgación de los mejores proyectos a nivel nacional e internacional.

·   En las universidades nacionales y privadas debería crearse la nueva carrera profesional de Investigador Científico y Tecnológico.

·      El profesor investigador universitario debería laborar a dedicación exclusiva, con un máximo de 8 horas de dictado de clases, con el fin de que tenga tiempo para dedicarse a investigar y a reciclarse profesionalmente de manera constante.

·      El Estado tiene la obligación de incrementar periódicamente la inversión en ciencia, tecnología e innovación, asignando el presupuesto suficiente a CONCYTEC y a las universidades públicas, para que cumplan a cabalidad su rol promotor e incentivador de la investigación científica, pero al mismo tiempo deberán hacer un seguimiento permanente, efectuar el riguroso control de la inversión y la evaluación periódica de los resultados de investigación realizados.



[1] Intervención del Dr. Eudoro Terrones Negrete, en su condición de panelista,  durante la conferencia magistral del Dr. Oscar Rubén Silva Neyra  en el tema “Hacer ciencia: Investigación, Epistemología y Comunicación” (Lima, 11-09-2017), dentro del marco del Seminario Nacional “Producción y desarrollo científico en las Universidades de Lima Metropolitana”, organizado por el Vicerrectorado de Investigación de la Universidad Peruana Simón Bolívar. El seminario se realizó los días 11, 12, 13, 14 y 15 de setiembre de 2017, en la Sala de usos múltiples, 4° piso, Av. Brasil 1228, Pueblo Libre, Lima.

[2] Según Mario unge, en su obra Ciencia y desarrollo, Talleres “El Gráfico/Impresores”, Buenos Aires, 1989, p.33

[3] Son géneros de la comunicación científica: conferencia científica,  ponencia científica, discurso científico,  memoria de licenciatura, artículo científico, monografía científica, tesis de maestría y tesis doctoral.

[4] Son elementos del conocimiento científico: hechos científicos, principios científicos, hipótesis científicas, leyes científicas y teorías científicas.

[5] Según cifras del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) el Perú cuenta con 0.24 investigadores a tiempo completo por cada 1,000 participantes de la Población Económicamente Activa (PEA), Mientras en Chile son 2 investigadores por cada 1,000 participantes.

[6] Perú invierte sólo el 0.15 % de su Producto Bruto Interno en ciencia y tecnología. Lo más criticable es que por falta de capacidad de gasto y de personal investigador especializado las universidades públicas no invirtieron 1,500 millones de soles en investigación entre el 2004 y el 2012, dinero proveniente del canon minero y gasífero de su región y tuvieron que retornar al MEF. Y no obstante que la Ley Universitaria 30220 establece que las universidades públicas y privadas deben contratar profesores-investigadores que enseñen una sola asignatura y reciban un suelo de 50 % más que sus colegas.

[7] De la Torre Villar, Ernesto y Ramiro Navarro de Anda. Metodología de la investigación bibliográfica, archivística y documental. McGraw-Hill, México, 1992, p. XIII.

[8] La Ratio Studiorum (traducido como «Plan de Estudios») es el documento que estableció formalmente el sistema global de educación de la Compañía de Jesús en 1599. Su título completo es Ratio atque Institutio Studiorum Societatis Iesu («Plan oficial de estudios de la Compañía de Jesús»). El trabajo es producto de muchos académicos internacionales, con amplia experiencia, que se encontraban en el colegio que los jesuitas tenían en Roma, el Colegio Romano. https://es.wikipedia.org/wiki/Ratio_Studiorum

[9] Kreimer, Pablo. El científico también es un ser humano. Siglo Veintiuno Editores, S.A. Argentina, 2009, pp.29-30.

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