EL
APRISMO EN SUS 92 AÑOS
(1924-7 de Mayo-2016)
Escribe:
Eudoro Terrones Negrete
«Ahora
volvemos tan unidos como antes, pero más fuertes. Nuestro Partido del Pueblo es
un enorme gigante que se alza de nuevo. Pero es un gigante que tiene la
generosidad que sólo poseen los fuertes. Únicamente los débiles son rencorosos
y mezquinos. Nosotros que soportamos tercos agravios, no vamos a mirar hacia
atrás, como la bíblica esposa de Lot que se convirtió en estatua, sino miramos
hacia delante, constructivamente, por donde están amaneciendo los caminos de la
esperanza».Víctor Raúl Haya de la Torre.
En las
líneas que siguen explicaré el
significado del APRISMO desde los puntos de vista filosófico, económico,
social, político, educativo y religioso, en homenaje a los 92 años de
existencia y a su creador, fundador, jefe y guía Víctor Raúl Haya de la Torre.
APRISMO Y FILOSOFÍA
Filosóficamente, el
aprismo es el partido de la negación dialéctica del marxismo, partido
libertario que promueve y defiende todas las libertades del ser humano.
Desde sus orígenes,
el aprismo busca transformar las arcaicas estructuras socioeconómicas y
políticas y producir la «precursora revolución de los espíritus», en lucha
organizada, disciplinada y frontal contra la explotación del hombre por el
hombre y del hombre por el Estado. «El aprismo s el resultado de un espontáneo
anhelo de nuestros pueblos para defender unidos su libertad venciendo a los
enemigos de dentro y a los de fuera» (Haya de la Torre).
El aprismo, que es
toda una concepción del mundo, de las cosas, del hombre y de la sociedad, basa
su filosofía en la tesis del Espacio-Tiempo-Histórico, genial producción
intelectual de Víctor Raúl Haya de la Torre.
Las normas de
metodización filosófica del aprismo se fundamentan en el enunciado dialéctico
de la Negación de la Negación. Reconoce así, el aprismo, el principio universal
del eterno movimiento, cambio o devenir, como un proceso constante de
contradicciones, negaciones y continuidad, pero reconoce también en el marxismo
una escuela filosófica sujeta a la misma ley por ella descubierta y
perfeccionada, pero no acepta sus conclusiones doctrinarias como dogmas
inflexibles.
El aprismo niega
dialécticamente al marxismo al rechazar la idea de partidos políticos
clasistas o dictaduras clasistas y
reconoce en el imperialismo la primera y no la última etapa del capitalismo en
los países en vía de desarrollo, como es el caso de Perú u de los países de
América Latina.
El aprismo niega
dialécticamente al marxismo cuando sostiene que en los países del mundo no
existe un solo proceso histórico sino múltiples, caso América Latina, donde
coexisten o conviven distintas etapas de la evolución social: comunismo
primitivo, feudalismo, capitalismo incipiente. Por lo que la realidad de los
países de América Latina es diferente a la realidad de los países de Europa.
El aprismo, al negar
al marxismo, considera que la «revolución proletaria» y la profecía de una
«sociedad sin clases» como fin de la «lucha de clases» sostenida por el
marxismo puede ser superada en forma pacífica por la revolución democrática,
científica, tecnológica, espiritual y cultural.
Filosóficamente, el
aprismo es un partido político dialécticamente hegeliano, indeterminista,
relativista, einsteniano, que supera al marxismo «negándolo y continuándolo al
mismo tiempo, sin aceptarlo como dogma inmóvil como ortodoxia congelada», que
recusa el determinismo histórico, determinismo económico y determinismo
dialéctico del marxismo.
El aprismo recusa la
tesis que sostiene que el imperialismo es la «última o superior» etapa del
sistema capitalista, como generalizaba Vladimir Ilich Lenin. Haya de la Torre niega este determinismo
económico, al sostener que esta afirmación no puede aplicarse para todas las regiones
de la tierra: «En efecto, es «la última etapa»; pero sólo para los países
industrializados que han cumplido todo el proceso de la negación y sucesión de
las etapas anteriores. Más para los países de economía incipiente, primitiva o
retrasada a los que el capitalismo llega bajo la forma imperialista, ésta es
«su primera etapa».
«Quien quiera entender
lo que es el aprismo en su línea fundamental de interpretación histórica de la
realidad indoamericana - señala Haya de la Torre- habrá de recordar la
importancia fundamental que tiene en nuestra ideología la ubicación del
observador con respecto a los fenómenos observados. Esta aplicación a la
filosofía de la Historia de los principios científicos del Relativismo Moderno
me llevaron a enunciar ya algunos años la tesis del Espacio-Tiempo-Histórico»
(«Espacio-Tiempo-Histórico», Lima, 1977). El espacio histórico y el tiempo
histórico son inseparables entre sí, por ende se expresan en un solo término:
Espacio-Tiempo-Histórico.
Así como Einstein
dijo que no hay fenómeno físico sin su espacio y su tiempo, los apristas
sostienen que no hay fenómeno histórico sin su espacio y su tiempo. La realidad
de América es una cosa y ota diferente es la realidad de Europa. Mientras los
europeos decían que en los pueblos desarrollados el imperialismo era la etapa
superior o última del capitalismo, los apristas desde América dicen, desde el
ámbito de una región subdesarrollada, que el imperialismo aquí aparecía como la
etapa inicial del sistema capitalista, por lo que resulta estúpido y
reaccionario querer implantar tácticas europeas en la lucha social en Perú
y en América Latina. La realidad no se
inventa ni se trasplanta, se descubre. El principio de la negación de la negación
dialéctica se cumple.
El aprismo,
filosóficamente es relativista, por cuanto aplica la teoría de la relatividad
de Albert Einstein, tanto a la Geometría Dinámica como a la Filosofía de la
Historia. Y aplicando la tesis del Espacio-Tiempo-Histórico, el aprismo
sostiene que no hay leyes universales de determinismo económico, social o
político y que su aplicación es relativa a la realidad espacio-temporal de cada
sociedad o región. «Nuestro Tiempo y nuestro Espacio económicos nos señalan una
posición y un camino» sentenciaba Haya de la Torre.
Las normas de
metodización filosófica del aprismo se fundamentan en el enunciado dialéctico
de «la negación de la negación». Reconoce así, el principio universal del
eterno movimiento, del permanente cambio o devenir, como un proceso constante
de contradicciones, negaciones y continuidad, pero reconoce también en el
marxismo una escuela filosófica sujeta a la misma ley por ella descubierta y
perfeccionada, pero no acepta sus conclusiones doctrinarias como dogmas
inflexibles.
El aprismo al recusar
al marxismo ortodoxo, rechaza aquella arbitraria clasificación cronológica de
la historia en edades Antigua, Media, Moderna y Contemporánea, con aspiraciones
de universalidad absoluta, porque aquí en Indoamérica se yuxtaponen y coexisten
todos los grados de evolución de las sociedades.
APRISMO Y ECONOMÍA
Económicamente, el
aprismo preconiza una progresiva inversión del capital y el principio de la
propiedad privada. Considera necesario el capital extranjero para la racional y
equitativa explotación de la riqueza y alcanzar el desarrollo industrial de
países poco desarrollados como el Perú y los de América Latina o Indoamérica.
El aprismo no es una
doctrina política de chauvinismo latinoamericano contra el pueblo de Estados
Unidos. El programa doctrinario del aprismo precisa bien que sólo combate el
fenómeno del imperialismo en sus aspectos negativos, destructivos y opresivos.
Como partido
antimperialista el aprismo sostiene que ningún país de Indoamérica podrá
desarrollarse sin la presencia del capital, siempre y cuando el capital llegue
para superar la pobreza, la miseria y la injusticia y no para cometer las más
flagrantes violaciones del derecho de los pueblos débiles. Los apristas,
afirman, no son enemigos del pueblo norteamericano, sino enemigos de la
política imperialista en sus efectos de «franca agresión económica», de
dominación, de dictadura política y de sumisión a nuestros países.
En consecuencia,
sostiene Haya de la Torre: «Tomaremos de los países de más alta economía y cultura
lo que requieren nuestro desarrollo material y el engrandecimiento de nuestra
vida espiritual. Negociaremos con ellos, no como súbditos sino como iguales.
Sabiendo que ellos necesitan de nosotros como nosotros de ellos, las leyes del
intercambio deben cumplirse equilibradamente» («El Antimperialismo y el APRA»,
Chile, 1936).
APRISMO Y LO SOCIAL
Socialmente, el
aprismo propugna y fomenta el cooperativismo, el Frente Único de Clases
explotadas por el gran capital transnacional. No es un partido político de una
sola clase, es un partido policlasista, de varias clases que se juntan, que se organizan y se movilizan en procura de
un futuro próspero y un mundo nuevo, el bienestar material y espiritual de los
trabajadores manuales e intelectuales, la libertad religiosa y política, la
organización del Estado sobre la base de la democracia funcional y la elevación
del espíritu nacional.
El aprismo es el
Partido del Pueblo, es el partido de los que menos tienen, de quienes cifran
sus esperanzas en alcanzar a corto, mediano o largo plazo la satisfacción de
sus máximas aspiraciones de libertad, de dignidad, de justicia, de educación y
cultura.
El aprismo es una
fuerza social sin precedente en la historia republicana del Perú y de América Latina. El aprismo supo mantener
siempre en alto y gallardamente la invicta bandera de sus principios y el
paradigma de su lealtad, con realismo y responsabilidad, sin mentiras, sin
demagogia, sin adulaciones ni engaños, a la luz de la verdad de una doctrina
científica, de una filosofía original y de una fuerza juvenil que es consciente
de su rol histórico y que está preparada desde sus años aurorales para dirigir
los destinos del Perú con absoluta responsabilidad, sentido social, honestidad
intelectual, sin antagonismo racial o prejuicio de razas, sin odios ni venganza
y sin violencia.
Lo dijo Víctor Raúl:
«Somos el partido del pueblo y la causa del pueblo vencerá».
APRISMO Y POLÍTICA
En el
Perú y América Latina, los partidos de derecha
se agruparon en clubes de compadres en busca del presupuesto nacional,
se agrupó en clubes políticos electorales de carácter eventual y transitorio,
indisciplinada e individualista, que repugnaba la idea de crear un partido
doctrinario y programático. Estiman más cómo financiar periódicamente golpes de
Estado y colocar en el Poder gentes fieles a su mandato, postergando así el
legítimo derecho del pueblo a elegir sus gobernantes.
Los
partidos de derecha están integrados por representantes de grupos de poder
económico, de bancos nacionales y extranjeros, de empresas oligopólicas transnacionales, de
grandes industriales que sólo buscan acuñar muchos beneficios económicos a
costa de mantener en pie la miseria, la desocupación, el desempleo y la
exigencia de mayores deberes y menores derechos de los trabajadores a una vida
digna y justa.
Políticamente,
el aprismo constituye la verdadera izquierda latinoamericana del siglo XX y
siglo XXI en defensa de nuestras clases consumidoras y productoras, en lucha frontal contra los usurpadores del
poder, los grupos de poder económico y los gobiernos extranjeros que tratan de mantener divididos a nuestros
pueblos.
El aprismo es un
partido revolucionario, de izquierda democrática, humanista, nacionalista,
peruano, popular, policlasista, anticaudillista, antitotalitario y
antimilitarista.
El aprismo es un
partido de la integración latinoamericana y de la transformación nacional, partido de participación popular en la que
intervienen estudiantes, amas de casa, obreros, campesinos, profesionales,
clase media, pequeños y medianos comerciantes, empresarios e industriales, en
lucha frontal contra todo signo y contra toda manifestación de desigualdad, de
injusticia social, de opresión y explotación en todos los campos de la
actividad humana.
Educativa y
culturalmente, el aprismo es un partido-escuela, partido anticolonialista,
partido técnico y planificador, partido moralizador, promotor y defensor de la
gratuidad de la enseñanza y de los principios y valores axiológicos.
La misión de todo
dirigente y maestro es redimir a vastos sectores sociales de la ignorancia, del
analfabetismo, de la exclusión social y formar ciudadanos y educandos
comprometidos con la integración latinoamericana, el desarrollo nacional y la
transformación del Perú.
APRISMO Y RELIGIÓN
El aprismo jamás ha
declarado la guerra a la religión, nunca ha combatido la creencia religiosa de
sus simpatizantes, militantes y dirigentes. El aprismo es partidario de la
libertad religiosa y reconoce las más amplias garantías al catolicismo,
«basándose en el principio democrático de que debe respetarse la voluntad de
las mayorías y que el aprismo es sólo una organización política, en la que cada
afiliado mantiene una independencia religiosa. Lo probó así cuando en las
elecciones de 1936 apoyó la candidatura de un eminente católico: el doctor Luis
Antonio Eguiguren» (Haya de la Torre).
El PAP, asumiendo su
responsabilidad histórica, a partir del 10 de abril de 2016 entra en un proceso
de profunda renovación de su organización y de su dirigencia a nivel nacional
para ubicarse a la altura de los nuevos tiempos, en defensa del pueblo a
mejores niveles de vida, de bienestar y de felicidad.
Lima, 7
de mayo de 2016.
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