Artículos periodísticos y de investigación

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13 de mayo de 2016

CIRO ALEGRÍA: EL POLÍTICO

CIRO ALEGRÍA: EL POLÍTICO

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Ciro Alegría Bazán, alumno del poeta inmortal César Vallejo, es una personalidad multifacética: periodista, político, literato, novelista, escritor, narrador, recopilador de leyendas, mitos y narraciones. Y es el genuino representante de la literatura indigenista de la Sierra Norte del Perú y uno de los más importantes de América Latina.

El 17 de febrero de 2017 se cumplirá 50 años de la muerte de Ciro Alegría.

Perseguido, de temprano, por sus  ideales políticos, más tarde sufrió traiciones políticas, exilios, carcelerías y más de una ingratitud amorosa. Ciro Alegría no fue comprendido en su exacta dimensión humana y valoración intelectual.

Alegría Bazán, llegó a ser activo militante y dirigente aprista en su juventud y acciopopulista en los años finales de su existencia

Nace el 4 de noviembre de 1909, en la hacienda Quilca, en Huamachuco,  departamento de La Libertad. Fallece en Chaclacayo, Lima,  el 17 de febrero de 1967.

En 1930 ingresa en la Universidad Nacional de Trujillo y a fin de año forma parte de la fundación del Partido Aprista Peruano.  Ciro Alegría, Antenor Orrego y una docena de jóvenes logran fundar en Trujillo una filial del Partido Aprista Peruano. Se compromete, entonces, de manera incondicional y decidida, en la lucha política por la justicia social y la reivindicación del indio.

Participa con entusiasmo y dedicación en las heroicas jornadas de lucha estudiantil universitaria de Trujillo, tras los ideales del Partido Aprista Peruano, siendo rápidamente expulsado de esta Casa superior de estudios.

En 1931 se traslada a Cajamarca para promover un levantamiento armado, siendo detenido, encarcelado y torturado en Trujillo, sentenciado en su ausencia a diez años de prisión, purgando la condena entre el Panóptico y los cuarteles Real Felipe hasta octubre de 1933. Aquí escribe "El carnet de célula",  un relato dramático y conmovedor de su vida en prisión.

Su militancia en el APRA le cuesta dos años de prisión, en 1931 y en 1933, durante el gobierno de Augusto B. Leguía y su ulterior exilio en Chile en 1934, que le permitió no sólo asistir al sanatorio de El Peral para restablecer su salud, sino también escribir sus mejores novelas.

El 7 de julio de 1932, durante ocho días se produce la Revolución de Trujillo, considerado como “la rebelión más furiosa de la historia republicana del Perú y en la que participó Alegría” (http://www.antorcha.org/liter/alegria.htm), pero pronto sus compañeros de partido lo salvan milagrosamente de ser fusilado.

Ante la feroz represión policial se ve obligado a internarse en Huamachuco; los efectivos lo persiguen por Bambamarca, llegan a capturarlo y lo trasladan, finalmente, a la Penitenciaría de Lima. El presidente Oscar R. Benavides logra otorgarle amnistía en 1933.

La insurgencia popular trujillana contra el dictador Sánchez Cerro se irradia a Huamachuco, lugar éste donde son fusilados Marcial Amoroto, Arturo Buenazo y  veinte indígenas, cerrando su radio de acción en Cajabamba.

Al respecto, refiere Luis Alberto Sánchez: “Ciro Alegría había logrado escapar de Trujillo desde fines de 1932, librándose así de ser encerrado en la cárcel. Como no tenía un centavo ni ganas de ganarlo con su trabajo, hicimos un arreglo para defender su derecho al ocio fecundo: le obtuvimos cama gratis en el Club Universitario de Deportes, que estaba en la avenida Brasil; almuerzo y comida también gratis en el comedor del Partido y un modesto estipendio.

Por su sencillez y su aspecto ingenuo, indefenso como era, resultó el niño mimado del periódico. Como suele ocurrir, surgieron divergencias en el seno de la prensa partidaria…” (En: Testimonio personal 2. El Purgatorio 1931-1945. Tomo 2, Mosca Azul Editores, Lima, 1987).

El 15 de enero de 1932, la persecución fue de la más brutal, una especie de guerra civil contra los dirigentes apristas en Trujillo, se aplican multas y clausuras a varias publicaciones apristas y no apristas, se multa a la revista APRA con doscientos soles en aplicación a la Ley de Emergencia. Antenor Orrego Espinoza es apresado, muchos dirigentes son detenidos en diversos departamentos y en el Congreso de la República se denuncia las torturas a que era sometido el joven estudiante Ciro Alegría.

El 15 de febrero de 1932 se allana el local donde se imprimía el diario La Tribuna, y son detenidos Manuel Solano y Hugo Otero. Haya de la Torre en célebre manifiesto a la Nación, en febrero de este año, manifestó enfáticamente: “... Regresiona el Perú a las etapas primitivas de la barbarie política, que la ciudadanía creía definitivamente superadas”.

El 6 de marzo de 1932, el Presidente Sánchez Cerro se salva de un atentado en el aristocrático distrito de Miraflores (Lima). El Congreso Constituyente, el 7 de marzo de 1932 aprueba y promulga la Ley Nº 7491 que restablece la pena de muerte para los autores de los delitos de rebelión, sedición o motín, instituyendo las Cortes Marciales para su aplicación.

El 24 de noviembre de 1934 se dicta orden general de captura de los dirigentes apristas en todo el territorio nacional. Haya de la Torre logra ocultarse en “Incahuasi”. Ciro Alegría se integra al movimiento “El Agustino”, cae prisionero y es deportado a Chile, el 15 de diciembre de este año, conjuntamente con los dirigentes apristas Luis Alberto Sánchez, Carlos Manuel Cox, Pedro Muñiz y Juan José Lora, Américo Pérez Treviño, Esmaro Salas, Perico Lizarzaburu, Vargas Machuca, Alfredo Baluarte y el coronel César Enrique Pardo.

Ciro Alegría, después de sus discrepancias con algunos líderes apristas renuncia al APRA en 1948, año del derrocamiento de Bustamante y Rivero.  Además de Alegría Bazán, llegan a renunciar Manuel Scorza y Magda Portales.

LUIS ALBERTO SÁNCHEZ  Y CIRO ALEGRÍA

Luis Alberto Sánchez, mantuvo divergencias con Ciro Alegría. En su libro “Testimonio personal” ( Tomo 3.: La caldera del diablo 1945-1956”), explica a Jaime Benítez las razones políticas de su divergencia con Ciro Alegría, en los términos siguientes: “…Pero, le diré a usted mis razones: Ciro ha sido el niño engreído de los apristas, desde que salió de Trujillo. Como él se había librado del pelotón de fusilamiento en la revolución de esa ciudad y tenía veintidós o veintitrés años, después que salió de la penitenciaría, lo tomamos como a un hermano menor. Yo personalmente he cuidado de él durante parte de 1933 y 34. Después, en el destierro, en Chile, hice todo cuanto pude –y podía- para que se le considerara como “escritor chileno”, o asimilado a tal para los efectos del premio Nascimento, creado en 1935. Después logré que se dilatase la fecha del fallo del jurado chileno para el premio Farrar and Reinehart, merced a la generosidad de José Santos González Vera, miembro de dicho jurado, y así favorecimos a Ciro. En Washington, fui totalmente franco con él; le dije que temía que estuviera a pique de concluir como escritor; eso fue en 1942. Lo he instado después a escribir. Hemos vivido una pequeña bohemia juntos en Nueva York. Pero, querido Jaime, hay algo que no puedo perdonar. Ciro ha recibido todo tipo de ayudas y halagos de los apristas. Nada le pedimos en cambio, salvo perseverancia. Pues bien, el 3 de octubre de 1948 estalló el movimiento rebelde en el que estaba comprometido un amigo de Ciro, el ex ministro Rose Ugarte; Ciro conocía, en cierto modo, el complot; el 4 de octubre nos declararon fuera de la ley, como autores de algo que nos destrozaría; y el 5 ó 6 de octubre, ya ilegalizados, presos, perseguidos e inermes los apristas, Ciro Alegría formuló declaraciones contra su partido en desgracia, y lanzó contra nosotros acusaciones que jamás podría probar.

Yo creo que todo hombre tiene el derecho de retirarse o afiliarse a éste o aquel partido, pero lo que rechazamos y rechazará es que las afiliaciones se hagan a los partidos cerca del poder, y las retiradas y vituperios se produzcan cuando el partido está maniatado y en desgracia. Por eso es que he terminado con Ciro Alegría”.

CIRO ALEGRÍA REGRESA AL PERÚ EN 1957

El consagrado periodista, escritor y novelista, Ciro Alegría, regresa a Perú en 1957, después de 23 años de exilio, el pueblo lo recibe con entusiasmo y regocijo.  En 1960, se incorpora a la Academia Peruana de la Lengua.  En 1961, se inscribe en el Partido Acción Popular, fundado por Fernando Belaunde Terry  el 7 de julio de 1956 en Chincheros (Apurimac). Fue electo diputado por Lima en 1963. Postula a una senaduría por La Libertad y pierde abrumadoramente, en el departamento  considerado tradicionalmente como el Sólido Norte del Apra.

HAYA DE LA TORRE, Gran admirador de CIRO ALEGRÍA

El 3 de marzo de 1971, Haya de la Torre al ser entrevistado por César Hildebrandt (Caretas, Nº 431) expresó: “He sido un gran admirador de Ciro Alegría, sobre todo de sus tres novelas. Me gusta mucho La serpiente de oro porque es una pintura con mucho color y fuerza, aunque las tres son muy buenas…”









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