EL ESTADO SEGÚN EL MARXISMO-LENINISMO
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
Para los marxistas-leninistas, de definida
orientación totalitaria (dictadura del proletariado y extinción del Estado), el
Estado surgió a consecuencia de haberse escindido la sociedad de clase[1]
como instrumento de la burguesía (clase capitalista, dominante y explotadora)
para mantener sometido al pueblo explotado (proletariado). El proceso de la
formación del Estado consistió en destacar un poder público especial con su
ejército, su policía, sus cárceles e instituciones represivas (poder
coercitivo) de distinto género. Se funda en la abolición de la propiedad
capitalista o propiedad privada de los medios de producción e implantación de
la propiedad colectiva o socialista. La esencia del Estado según los
marxistas-leninistas reside siempre en la dictadura de una clase sobre otra,
“de lo único que se trata es de qué clase y sobre qué clase se ejerce la
dictadura”[2],
el Estado deviene en “un instrumento de dominación de la mayoría sobre la
minoría, de los trabajadores sobre los explotadores”.
El Estado que postulan los
marxistas-leninistas se denomina “Estado proletario”, “Estado socialista”,
“Estado de la dictadura del proletariado”, “Estado de extinción”, “Estado de
autogestión social comunista”, “Estado de los trabajadores”, “Estado clasista”,
“Estado sin clases”, etc. Este tipo de Estado recibe diversas denominaciones en
la bancada de oposición comunista del mundo occidental y latinoamericano:
“Estado totalitario”, “Estado de monopolio capitalista”, “Estado uniclasista”,
“Estado del Politburó” (Estado de la Nueva Clase), “Estado comunista”, “Estado
del social imperialismo”, “Estado colectivista”, “Estado anti burgués”,
“”Estado dirigista”, “Estado de planificación vertical”, “Estado dictatorial”,
“Estado opresor”, “Estado anti-capitalista” y así por el estilo.
Esta posición de “extinción” del Estado ha
recibido duras críticas de parte de políticos y estudiosos del mundo
contemporáneo, entre ellos el Dr. Alfonso Ramos Alva, sociólogo peruano,
maestro e investigador universitario, quien manifiesta con realismo
revolucionario que en la actualidad no hay nación en el mundo, ya sea
socialista, capitalista o de cualquier otra tendencia, donde el Estado se haya
“extinguido”; muy por el contrario, cada día se fortalecen más, tal es el caso
de la Unión Soviética que al ampliar su mercado en el mundo, ha ido a la
inversa de la concepción marxista-leninista. Agrega, asimismo, que “sostener
que el Estado se ha de “extinguir” o “adormecer” hasta hacerse superfluo su
existencia es antijurídico y anti sociológico, por cuanto, las relaciones
humanas necesitan de una institución regulado9ra, que en este caso es el
Estado, cuyas funciones esenciales están marcadas en el mantenimiento del orden
dentro de la ley, como única forma de supervivencia civilizada. Plantear lo
contrario es utopía”. Finalmente, Ramos Alva precisa: “No existe sociedad en el
mundo, por muy igualitaria que ésta sea, donde hayan desaparecido los
antagonismos de clase. Hoy más que nunca, por el portento creador del hombre,
se está planteando ya no la lucha de clases, tal cual como lo conceptuó el
marxismo-leninismo, o la lucha de razas que sepultó a Hitler, sino más bien, la
“lucha de capacidades” que puede resultar más cruenta y aterradora: esclavizar
al hombre por razón del conocimiento. El determinante económico, reemplazado
por el determinante científico. He aquí la gran cuestión”.[3]
En un “Estado socialista” se materializa lo
siguiente:
a.
La dictadura del proletariado que sustituye a
la dictadura de la burguesía capitalista, se convierte de clase oprimida y
explotada en clase dominante.
b.
El Politburó (buró político) es la “nueva
clase” que rige los destinos de los pueblos, con todas las prerrogativas,
inmunidades y privilegios.
c.
La toma del Poder político se realiza mediante
una “revolución violenta” (dictadura de una sola clase: el proletariado).
d.
Colectivización de los medios de producción y
servicios básicos del Estado, aunque el comunismo no ha logrado desaparecer
totalmente la propiedad privada ni se ha liberado de las “tradiciones o de las
huellas del capitalismo”. Aún se mantiene diferencias a nivel de clases
sociales, hay diferencias de riqueza. El principio marxista de “Cada uno, según
su capacidad; a cada uno, según sus necesidades” no se practica en todas sus
partes.
e.
Se antepone la sociedad a la persona y el
Estado al individuo.
f.
La riqueza pertenece a un grupo de dirigentes
políticos o funcionarios del Estado.
g.
La defensa de las conquistas del socialismo
frente a los ataques de los enemigos de fuera y de dentro.
h.
Deberá abandonarse el parlamentarismo para
convertir a las instituciones que trabajen.
i.
Robustecimiento de los principios del
internacionalismo proletario, de los nexos internacionales y la solidaridad de
clase con los trabajadores de los demás países del mundo.
j.
El Partido Comunista actúa como “dirigente
político” de la clase obrero-campesina y a través del Partido el proletariado
ejerce la dirección estatal de la sociedad. El Partido político (único) es la
fuerza rectora del llamado Estado socialista.
k.
La democracia socialista, democracia popular o
democracia proletaria, tiene como rasgos característicos: a) El carácter
genuinamente popular, electivo, representativo, de todos los órganos del poder
estatal; b) Rendición de cuentas y revocabilidad del mandato de todos los
elegidos a los órganos del poder; c) Combinación en los órganos de poder de la
facultad de establecer normas y de la facultad dispositiva y
ejecutiva; d)
Cumplimiento en todos los órganos de poder de los principios del
internacionalismo proletario y de la igualdad total de todos los ciudadanos,
independientemente de su nacionalidad y raza; f) No basta con proclamar, sino
que también hay que garantizar los derechos y libertades democráticas de los
ciudadanos y; g) El incesante fortalecimiento de la legalidad socialista como
método básico y primordial del cumplimiento de las tareas de la dictadura del
proletariado.[4]
El Estado – dice Lenin-
es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las
contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el
grado en que las contradicciones de clase no puede, objetivamente, conciliarse.
Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de
clase con irreconciliables”.
En la concepción
marxista-leninista el Estado es “el orden” que legaliza y afianza la opresión y
dominación de una clase por otra, amortiguando los choques entre las clases. La
liberación de la clase oprimida por la burguesía y el imperialismo
norteamericano sólo es posible con una revolución violenta a través de un
Estado con dictadura del proletariado y asimismo sólo es posible con la
destrucción del aparato del Poder estatal. Con la desaparición de las clases,
desapareceré inevitablemente el Estado. Cuando la sociedad de clases haya sido
superada, el Estado dejará de ser una necesidad. Y con las expresiones de
Federico ENGELS: “La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción
sobre la base de una asociación libre e igual de productores, enviará toda la
máquina del Estado al lugar que le corresponde: al museo de antigüedades, junto
a la rueca y al hacha de bronce”.
Más adelante, en “El
Anti-During…”, Engels plantea con claridad meridiana la extinción del Estado en
estos términos: “Cuando el Estado se convierta finalmente en representante
efectivo de toda la sociedad, será por sí mismo superfluo. Cuando ya no exista
ninguna clase social a la que haya que mantener en la opresión; cuando
desaparezcan, junto con la dominación de clase, junto con la lucha por la
existencia individual, engendrada por la actual anarquía de la producción, los
choques y los excesos resultantes de esta lucha, no habrá ya nada que reprimir
ni hará falta, por tanto, esa fuerza especial de represión, el Estado…”
Los marxistas-leninistas
consideran que el “Estado burgués” constituido por la clase burguesa,
capitalista o dominante debe ser destruido por el proletariado a través de la
violencia (dictadura de clase) instaurando una etapa de gran transformación
revolucionaria. En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases
y sus antagonismos de clase, -sostiene- surgirá una asociación en que el libre
desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de
todos.
La tan pregonada
revolución socialista y el Estado del proletariado es analizado de manera
profunda y realista por Víctor Raúl Haya de la Torre, confrontando la ideología
marxista-leninista con la realidad circundante después de muchos años de
vigencia, He aquí algunas de sus principales conclusiones:
“El Estado ruso es de tipo capitalista, solo sin
propiedad o empresa privada, pero todo su mecanismo económico-financiero,
nacional e internacional, está regido por normas y comportamientos establecidos
por el capitalismo. Su aún incumplido y grandioso plan de industrialización de
base en escalas salariales, organización bancaria, métodos de comercio y
símbolos monetarios de tipología similar a los de la producción y cambio cuya
garantía es el capital. Y sus reglas de inversiones, empréstitos y programas de
ayuda económica en los países subdesarrollados sujetos a su influencia son las
mismas, fundamentalmente, que en otras regiones del mundo a donde llega la
expansión imperialista. El lema staliniano del “comunismo en un solo país no ha
perdido su vigencia”. Y la monolítica y centralizada hipertrofia estatal rusa
ha convertido a su vasta unión de territorios y gentes en uno de los dos más
grandes imperios de todas las épocas”.[5]
Más adelante el fundador del Aprismo expresa:
“Han transcurrido 41 años desde que Rusia anunció la inmediata revolución social:
la guerra “de clase contra clase” y la extinción violenta del sistema
capitalista. El partido comunista ruso no ha avanzado más allá de la etapa
inicial del “capitalismo de Estado”. El cual mantiene toda la dinámica del
régimen llamado a ser destruido, con la sola diferencia de que la empresa
privada ha sido suplantada por el monopolio del único y tiránico patrón
gubernamental. Rusia, con su sistema de salarios, basado en el principio
capitalista de “a cada cual según su trabajo”, está muy lejos todavía del
precepto marxista claramente prefijado en el “Manifiesto de 1948”, cuyo lema
socio-económico es: “A cada cual según sus necesidades”. Y, en consecuencia, la
organización bancaria, la dinámica comercial, la moneda, los impuestos, los
préstamos internos y las inversiones hacia los países subdesarrollados continúa
vigente bajo la férreamente centralizada estructuración del Estado
totalitario”.[6]
“Dentro de él y bajo su monolítica autoridad,
Rusia se ha industrializado extraordinariamente. Sin libertad política o
sindical, sin derechos de reclamo o de huelgas por parte de los trabajadores, y
contando a la vez con los inmensos campos de concentración y trabajo
obligatorio de millones de prisioneros políticos, el Imperio ruso de nuestros
días ha llegado a ser una de las dos mayores potencias de la tierra. Pero el
comunismo no ha sido aún ni siquiera intentado. Aunque ahora se anuncie que
dentro de siete años se comenzará a evolucionar hacia las formas
presencialistas que lo posibilitarán”-[7],
acotaba Haya de la Torre en un artículo del 2 de junio de 1959 publicado en el
Diario “El Tiempo” de Bogotá y que se encuentra inserto en la obra “Víctor Raúl
en el Tiempo” de Luis Alva Castro.
[1]
“El Estado no habría surgido
ni existiría si fuese posible la conciliación de las clases antagónicas; los
esclavistas y los esclavos, los señores feudales y los siervos de la gleba, la
burguesía y el proletariado. Del carácter irreductible de las contradicciones
entre las clases surge la necesidad objetiva de la existencia del Estado como
instrumento de la clase dominante para luchar contra las clases que le son
hostiles” (N.G. Alexandrov y otros, Teoría
del Estado y del Derecho, Edic. 3er. Mundo, Lima, 1987, pp.24-25.
[2]
8º.Congreso del Partido Comunista de China, setiembre de 1956.
[3]
Ramos Alva, Alfonso. La sociedad de clases y el Estado,
Ediciones DEARA 1970, Lima, junio de 1970, pp.71-72.
[4] Alexandrov, N.G. y otros, Teoría del Estado y del Derecho, Edit.
Cit., pp.146 a 150.
[5]
Alva Castro, Luis. Víctor Raúl en el Tiempo, Tomo I,
Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, noviembre de 1988, 2ª. Edición,
p.292.
[6] Alva Castro, Luis. Op.cit. , Edic.
cit., Tomo I, p.344.
[7]
Ibidem, p.344.