EL ESTADO SEGÚN PLATÓN
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
Platón (427-347 a.de C.) es el más grande de
los discípulos de Sócrates, uno de los primeros teóricos de las ideas políticas
y una de las figuras más importantes del pensamiento universal. De familia
aristocrática, nació en la Ciudad-Estado de Atenas, Grecia Antigua.
Su obra cumbre e inmortal se denomina “La
República”, obra que compendia su doctrina compuesta por ideas metafísicas,
éticas, pedagógicas, políticas y teológicas.
Platón denomina Estado a la sociedad de
personas unidas con el objeto de auxiliarse mutuamente en la solución de sus
problemas y necesidades. El fin del Estado no es que una clase de ciudadanos
sea especialmente feliz, sino que lo sea todo el Estado, porque sólo así se
encontraría la justicia colectiva y la felicidad sería común a todos los
ciudadanos.
Platón postula un tipo de Estado bien
constituido y gobernado, un Estado ideal, perfecto, dichoso y justo, donde todo
debería ser común, y en la que cada una de las clases sociales se mantengan
dentro de los límites de sus actividades y funciones propias, sin traspasarlas,
realizando lo más conveniente para el bien público y negando en absoluto a
realizar aquello que sea perjudicial.
En este tipo de Estado platónico, los pres no
tendrían que adular a los ricos, no sentirían las pesadumbres que suelen traer
la educación de los hijos ni el ansia de lograr grandes riquezas. Los
ciudadanos que se distinguen por sus méritos, tendrían a su disposición mayor
número de bodas que los demás y que se les elegiría con más frecuencia para
ellas que a cualquier otro ciudadano, con el fin de que alcancen más numerosa
descendencia. No se permitiría que el Estado tuviera ningún esclavo.
Platón señal que el mayor mal de un Estado es
todo aquello que lo divide, que lo convierte en muchos Estados. El mayor bien
es aquello que une todas las partes del Estado y lo hace uno solo. La comunidad
de alegrías y penas es lo que une. Las particularidades de estos sentimientos
es lo que desune al Estado. La unión de intereses constituye el mayor bien para
el Estado. El Estado mejor gobernado es el que vive del modo más parecido a un
ser humano en esta unidad de sentimientos.
Dentro del Estado platónico el intercambio
ciudadano del fruto del trabajo en el interior del mismo Estado-ciudad se haría
mediante un mercado una moneda. De esta necesidad de intercambio surge la
presencia de mercaderes, de traficantes, de asalariados, de guerreros o
guardianes del Estado.
Para Platón los filósofos son las personas
ideales para gobernar los Estados, entendiendo por filósofo a quien “ama la
sabiduría, no en parte sino toda y por entero”, “los que aman contemplar la
verdad”, “los que se consagran a la contemplación de la esencia de las cosas”,
“aquellos que pueden alcanzar el conocimiento de lo que existe siempre de una
manera inmutable”. Y, serían admitidos como gobernantes-filósofos quienes hayan
cumplido los cincuenta años de edad y no estarían vinculados a ninguna ley,
pero deberán evitar la tiranía por ser ésta la peor forma de gobierno.
De lo expuesto, se puede concluir que el
Estado concebido por Platón deviene en un Estado utópico, idealista,
aristocrático, no teocrático, Estado “imaginado en tiempos de desengaños
políticos personales, de decadencia de Grecia y bajo la influencia de la
religión mística órfico-pitagórica” según indica Michael Federico Sciacca en su
obra “Historia de la Filosofía”.
Platón, al concebir este tipo de Estado
buscaba superar la profunda crisis en que se hallaba sumida la democracia
ateniense tras la derrota de Atenas por Esparta en la Guerra del Peloponeso y
pensó que seguirlo a través de la insurgencia de una nueva clase dirigente, con
capacidad, autoridad moral y experiencia y con gran amor a la sabiduría: el filósofo-gobernante.