Artículos periodísticos y de investigación

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22 de abril de 2024

PALABRAS DEL AUTOR del libro Revolución sin remedo / Anticolonialismo mental del Aprismo


PALABRAS DEL AUTOR

Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete


Han transcurrido cien años  (1924 -7 de mayo- 1924) y el Perú aún permanece en crisis integral: crisis social, económica, política, educacional, institucional, jurídica y moral. Sigue siendo un país de economía dependiente, dominado, centralista y burocratizado; con judicialización de la política y politización de la justicia; con un proceso de regionalización mal concebido y aplicado; país sujeto a las condiciones, exigencias y presiones del capitalismo extranjero; país hipotecado sus recursos a los intereses extra nacionales; país con desniveles en sueldos y salarios, inseguridad ciudadana, violencia contra la mujer, desnutrición infantil y familias peruanas mal nutridas. El Perú sigue siendo un país penetrado por el narcotráfico, la minería ilegal, el terrorismo y los fuertes lazos de corrupción e inmoralidad en las esferas de poder y del gobierno.

Y esto no es todo. El Perú sigue siendo un país con insuficiente y débil producción que no cubre el mercado de consumo interno, con falta de capacidad empresarial para transformar los recursos nacionales en bienes y servicios que satisfagan las necesidades vitales del pueblo. En el Perú impera la ley del embudo en materia de impuestos, que se expresa en lo ancho para los capitalistas y lo angosto para la clase obrero-campesina y clase media, para los pequeños y medianos empresarios.

Han transcurrido cien años de existencia y el Perú, país de los Incas, había sido azotado inmerecidamente durante largas décadas por despotismos autoritarios, por gobiernos reaccionarios e impopulares. El Perú es un país de herencias y mitos virreinales donde se dieron de la mano caudillos autoritarios, vanidosos y conservadores, donde coincidieron electoreramente extremismos de derecha e izquierda, manteniéndose inescrupulosamente en la deleznable trinchera del colonialismo mental europeo, responsables todos ellos de la división entre civiles y militares y que tanto daño hizo al futuro destino de los peruanos.

Es lamentable que políticamente el Perú  se mantenga dividido, con más de 25 partidos políticos inscritos oficialmente en el Jurado Nacional de Elecciones. Y que a decir del hombre común y corriente esta abundancia no es nada favorable para el país, puesto que se convierten en  los causantes de la inestabilidad política  y la ingobernabilidad, con el consiguiente descrédito de la política, de los verdaderos políticos y de la democracia. Así se hace realidad el dicho popular: “En el Perú y América Latina, divide y reinarás”.

La mayoría de los gobiernos sucedidos en estos 100 años en el Perú ostentaron carencia de planificación y de investigación, de equipos técnicos; demostraron improvisación, falta de previsión, nepotismo, permitieron la apertura de la economía peruana hacia el exterior desprotegiendo la industria nacional.

La mayoría de los gobiernos se hicieron de la vista gorda. Mantuvieron empresas que operaban con modalidades de evasión y defraudación fiscal; permitieron la fuga de capitales al exterior por el clima de incertidumbre e inseguridad; generaron la pérdida permanente de credibilidad; permitieron la concentración de la riqueza en pocas manos; aplicaron un modelo económico neoliberal que pauperizaba a amplios sectores de la población; consintieron los  actos de corrupción e inmoralidad en el manejo del dinero del Estado.

Por varias décadas la extrema derecha y la extrema izquierda hicieron de las organizaciones políticas un partido de contubernios, de negociados, de empresas electoreras a favor del mejor postor primordialmente de intereses extranjeros. Convirtieron a los gobiernos anteriores en meros clubes de compadres en busca del presupuesto nacional para pagar favores políticos; en centros de poder desde los cuales se amasaban ingentes fortunas y se cometían las más detestables inmoralidades y corrupciones. Convivieron con oligarcas y latifundistas, con tecnócratas y burócratas dorados, con contrabandistas y narcotraficantes del siglo. La esclavitud económica e intelectual se mantenía en pie.

En un país en el cual se aplicaron políticas equivocadas, mal dirigidas, pésimamente concebidas y realizadas en función de intereses oligárquico-plutocráticos y del capitalismo, no fue difícil comprobar hasta dónde ha ido la imprevisión, la ignorancia, el entreguismo de los gobernantes, las contemplaciones y los paños tibios, la negligencia e insensibilidad social, el descuido de quienes llegaron al gobierno en el pasado en “asalto al presupuesto de la República” y no para dar solución a las necesidades de la población.

La historia puso a duras pruebas a los apristas, aunque por mucho tiempo les fueron arrebatadas y desconocidas sus limpias victorias electorales ora por el atropello, el veto, el fraude, la persecución, el martirio y el terror. A pesar de ello los apristas jamás levantaron las banderas del odio, del resentimiento o de la venganza. Una vez más la historia puso a prueba a los apristas, de los cuales supieron aprender, supieron comprender, tolerar y esperar todo por la causa del pueblo, de ese pueblo mayoritario que por muchos años supo de amarguras, lágrimas, dolores y sangre, pero nunca de arrepentimiento, de frustraciones ni de pesimismos. Los verdaderos apristas siguen luchando, ahora más unidos y fuertes que nunca,  contra el enemigo común.

En un tiempo, los civilistas dijeron de Perú que es un pueblo de “eunucos, sin hombres bravos” y que “en este país basta un poco de látigo para que todos se arrodillen”.  Los colonos mentales europeos, es decir los totalitarios nos calificaban como uno de los países “de eco y de reflejos”. Dictadores y tiranos nos motejaban como “pueblo de cobardes”. La derecha reaccionaria nos miraba como el “país para los negocios ilícitos”. Oligarcas, latifundistas y golpistas de Estado nos tenían como “el país incapaz de gobernarse”. Los escépticos y pesimista, los derrotistas y agentes de la bancocracia han dicho siempre que “en este país nadie se sacrifica por nada”, que “en este país todo se compra y todo se vende”, que “en este país todos comienzan las cosas, pero nunca las completan”.

Empero, ni el uno ni el otro era el Perú, menos los peruanos. Por el contrario, tal lenguaje que era propio de los explotadores capitalistas, no pudo calar hondo en la conciencia ciudadana, ¿Y por qué? Porque aquí en el Perú surgió un gran Partido del Pueblo que supo llegar sí a la conciencia ciudadana con la verdad en la doctrina, con la fe y la esperanza puesto en un mejor destino, manteniendo invicta su línea de acción hacia el infinito, sin subordinación a los viejos y a los nuevos esquemas o patrones mentales extranjeros, más bien “libre de taras europeas y más comprensivo de nuestra realidad social y económica” como los hombres bravos, pueblo de valientes, país de ricas tradiciones, usos, costumbres, formas de vida y vivencias. Los peruanos, especialmente los apristas, jamás se rinden, no se rendirán en el futuro ante las cadenas y la esclavitud, nunca ante el látigo de los opresores. No arriaron sus banderas de libertad, pan y justicia social, pues mucho ya padecieron por ellas y jamás darán un paso atrás, pero sí muchos pasos hacia adelante hasta lograr la victoria final abriendo nuevos caminos de independencia. “Para eso reclamamos el concurso de todos los buenos peruanos. Sólo pueden tener temor de acometer tal tarea los que llevan algún pecado en su conciencia” diría en uno de sus escritos “El Cachorro” Manuel Seoane Corrales.

Esta tarea histórica y revolucionaria tendrá que acometerse mediante la instauración de un nuevo Estado que represente los intereses y las aspiraciones de la inmensa mayoría de peruanos. Un estado aprista nuevo para una sociedad mejor.

Desde sus años aurorales, la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) jamás tomó modelos foráneos. Definió claramente su propia concepción ideo política con originales planes y programas de gobierno, con estrategias y tácticas propias, con criterios y acciones revolucionarias firmemente asentadas en la realidad de los pueblos, estableciendo como norma de su ideario el principio de la interdependencia continental y de un antimperialismo integracionista, a la par de una política nacional con espíritu y dimensión continental. Y como bien lo concebía Haya de la Torre: “Esto como razón de existir de un movimiento que, entre el nacionalismo estrecho o el mundialismo ilimitado, encontraba una posición intermedia, razonable y realista, de interdependencia intercontinental”.[1]

El APRA insurgió a la escena política nacional e indoamericana postulando un enfoque relativista, combatiendo todo dogma en su respuesta al marxismo ortodoxo, dogmático y trasplantado, sin caer en el coloniaje ni mucho menos en la sumisión a un nuevo amo de ese comunismo vasallo que aún continúa obedeciendo recetas europeas. El APRA desde su fundación buscó reivindicar “la originalidad de nuestro problema”, tratando de explicar a los pueblos que hay principios científicos, sociológicos y políticos, que no pueden ser aceptados ciegamente y universalmente, y que no pueden ser copiados o plagiados servilmente, sino que deben ser interpretados, descubiertos, asimilados, metabolizados, dentro de una realidad peculiar. Entonces, el APRA estableció claras distinciones “entre las ciencias que tienen validez universal, las ciencias exactas, las ciencias que no son llamadas de aplicación, diferentes de aquellas que son ciencias sociales, la política entre ellas, que no pueden ser admitidas incondicionalmente como un dogma para todos los pueblos de la tierra”.[2]

El Apra supo encarar con realismo las doctrinas europeas, con su propio enfoque de los acontecimientos históricos y problemas diversos:

a)   Mientras los comunistas sostienen que el imperialismo es la etapa superior o última del capitalismo, los apristas salen al encuentro manifestando que en América Latina el imperialismo es la etapa inicial, la primera etapa del sistema capitalista.

b)   La división del mundo en zonas capitalistas y comunista (socialista) es inexacto según el aprismo. Lo que existe es un capitalismo privado (explotación del hombre por el hombre) y un capitalismo de estado (explotación del hombre por el estado). Y a estos dos tipos de capitalismo combate históricamente el aprismo.

c)   Mientras el comunismo propugna “la agitación permanente entre los obreros de las industrias extractivas, para entorpecer la producción y favorecer el progreso de las industrias similares en Rusia, el aprismo quiere “cumplir la etapa democrática”, organizar constructivamente el Estado, educar, mejorar, capacitar, defender a las clases productoras del país, “garantizar la paz laboral y social”.

d)   El aprismo surgió como un movimiento autónomo latinoamericano, sin ninguna intervención e influencia extranjera. El comunismo, por su parte, nació controlada y dependiente de la III Internacional.

e)   El comunismo es un partido político de clase, de una sola clase (la proletaria), en cambio el aprismo es un partido político poli clasista, de Frente Único de clases explotadas.

Dentro de este marco social, económico y político se cumplen  los 100 años de fundación del Apra continental y el Partido Aprista Peruano, con la absoluta autoridad moral y responsabilidad, asume su compromiso histórico con todos los peruanos, sin aires triunfalistas, sin actitudes demagógicas, para operar desde el gobierno la revolución social, “en un sentido de transformación, de evolución, de renovación, pero sujeta siempre a los imperativos y limitaciones de la realidad” como lo quería Víctor Raúl Haya de la Torre, y algo más, pero “dando a la palabra revolución no el sentido catastrófico de cuartelazo, motín o anarquía, sino su profunda significación histórica y constructiva”, manteniendo en vigencia el remozamiento de las irrefutables tesis fundamentales del aprismo que ahora más que nunca adquieren la importancia y trascendencia histórica que les depara la confirmación realista de sus predicciones ideo políticas y económicas con el fin de conquistar la justicia social por un camino propio, camino equidistante de Washington, de Cuba, de China o de Moscú o de cualquier otra colonia imperialista.

Perú, país de históricas tradiciones, con gran riqueza y variados recursos naturales, con climas benignos, regiones de gran potencial económico, turísticos, forestal e industrial, con inagotables recursos forestales, de petróleo, fauna y pesca, sin embargo, se mantenía como un pueblo pauperizado, pésimamente administrado, mal alimentado, con graves problemas de desempleo, salud, educación, vivienda, delincuencia e inseguridad ciudadana.

El Apra como movimiento histórico, que integra en su organización a trabajadores manuales e intelectuales, a estudiantes, obreros, campesinos, profesionales, comerciantes, industriales, empresarios, etc., está llamado a cumplir su rol protagónico mediante la construcción de una democracia funcional (social, política, económica, educativo-cultural y moral) que depare mayores niveles de justicia distributiva, de libertad y fraternidad plenas, de solidaridad social y de respeto a los derechos humanos. Hoy como ayer, está llamado a defender los derechos de la inmensa mayoría nacional para mejorar sus condiciones de vida con un pan más en la mesa, con un trabajo permanente y estable, con remuneración digna, vivienda cómoda y decorosa, educación gratuita, etc.

El Apra aspira a erradicar políticas de gobierno de corte populista, demagógico o que están al servicio de los grandes grupos de poder económico, de empresas oligopólicas transnacionales y de la nefasta oligarquía plutocrática nacional.

 Estamos convencidos que este gran movimiento político, en caso de llegar por tercera o más veces al gobierno, no se cansará de realizar todos los esfuerzos y aglutinar todas las iniciativas posibles, para resolver progresivamente, los problemas fundamentales de desempleo, subempleo, oligopolio, contaminación ambiental, inseguridad ciudadana,  analfabetismo, salubridad, corrupción  e inmoralidad en la administración pública,  narcotráfico, terrorismo, etc., y así superar definitivamente la auto-explotación del hombre, la explotación del hombre por el hombre y la explotación del hombre por el Estado.

El Apra en su compromiso con el futuro del Perú estamos seguros que defenderá la libertad, la democracia funcional, el Estado de Derecho, el derecho de los trabajadores manuales e intelectuales y la justicia social para todos los peruanos e indoamericanos.

 A sus 100 años de fundada el Apra Continental se mantiene vigilante ante las intrigas, mentiras y maquinaciones de grupos de poder económico; permanece alerta a las malintencionadas e injustas críticas provenientes de algunos medios y partidos políticos de la competencia.

Al cumplirse el 7 de mayo de 2024 un siglo de fundación y vigencia del Apra Continental,  entrego a las actuales y nuevas generaciones políticas de Perú e Indoamérica esta obra que contiene lineamientos básicos para el conocimiento y el análisis del Apra Continental, bajo el título de REVOLUCIÓN SIN REMEDO / ANTICOLONIALISMO MENTAL DEL APRISMO.

No se equivocó el fundador y jefe del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre, cuando al analizar el fenómeno del colonialismo americano subrayó que éste es de doble extracción: de derecha y de izquierda; que floreció entre la Primera y Segunda Guerra Mundial.

Dijo el líder del Apra: Los oligarcas y epígonos intelectuales importaron todo lo extranjero, sin espíritu crítico y sin voluntad de asimilación. Funcionó la pereza mental. Europa fue calcada sumisamente. No importó conocer al Perú. Bastaba el trasplante del Viejo Mundo de hombres, ideas e instituciones.

La derecha peruana imitó a España, Francia y Estados Unidos. Su mimetismo las redimió del esfuerzo original de estudiar el país y rastrear soluciones propias, dando respuestas adecuadas.

Luego vino el coloniaje de izquierda. El jacobinismo zurdo también utilizó los mismos métodos de transposición mecánica. Copiaron a Marx, a Lenin, a Stalin. Fueron deslumbrados por la U.R.S.S. y se amamantaron de fetiches ideológicos extraños y exóticos. Recogieron voces y consignas de otras realidades, sin hacer inventario y se esforzaron por aplicarlas al Perú, con recetas mágicas. Decía, por ejemplo, que “Lo que es bueno para Rusia, es necesariamente bueno para el Perú”. Razonaron casi igual que los colonos de derecha, se refocilaban pensando que “Lo que es bueno para Francia, es necesariamente bueno para el Perú”.

A los 100 años de la fundación del Apra continental (México, 7 de mayo de 1924-2024), con raíces, ideas, programas y líderes peruanos, los militantes y dirigentes apristas asumen su gran responsabilidad histórica de tornar al Perú en hogar de felicidad y bienestar para la inmensa mayoría nacional.

El pueblo aprista, como exigencia histórica e imperativo de supervivencia, deberá realizar un proceso integral de modernización, renovación de cuadros, democratización y jubileo del Partido,  conciliando en la organización la experiencia de los mayores con el ímpetu de la juventud, la ciencia con la tecnología, la política con la economía y la ética, para subsistir con éxitos electorales y políticos en el siglo XXI. No es hora para las divisiones y enfrentamientos internos; es hora de cerrar filas contra la injusticia, la miseria, el desempleo, el hambre y la ignorancia; los bandos en conflicto, si los hubiera, deberán unirse para constituir un movimiento colosal invencible y duradero. Es necesario dirigir y orientar las máximas preocupaciones y esfuerzos al análisis y la difusión de la ideología y doctrina, de los planes y programas de gobierno del Partido, la promoción de la participación cuantitativa y cualitativa de los militantes en las decisiones y acuerdos de los comités partidarios, dentro del horizonte del cambio y la transformación dialéctica utilizado por el creador del aprismo, Haya de la Torre.

No desviarse del camino correcto. No dejarse llevar por los intereses creados, las ambiciones personales, los conflictos de intereses, los antivalores y las fantasías que tuercen el camino de la libertad y la justicia social.

Considero que en el siglo XXI el pueblo aprista, con sus mejores dirigentes, profesionales y técnicos, deberá orientar su visión, misión y destino hacia una victoria final con decisión y coraje, sin sombras y sin pactos ni alianzas. Deberá aspirar a un triunfo sin remordimientos ni odios y a una culminación sin claudicaciones, sin transfuguismo ni traiciones, pero sí con lealtad a los ideales y principios del aprismo y con ejemplaridad democrática.

Mis palabras finales son de agradecimiento especial al compañero José Luis Delgado Núñez del Arco, Presidente Nacional de la Comisión Centenario de Fundación del Apra Continental, por la elaboración del PRÓLOGO, cuyas expresiones valorativas estoy seguro que enriquecerán el contenido de esta obra.

Toronto, Canadá, abril de 2024. 

Dr. Eudoro Terrones Negrete.



[1] Haya de la Torre, Víctor Raúl, Obras Completas, Tomo 7, Edic. Juan Mejía Baca, Lima-Perú, 1984, pág.449.

[2] Haya de la Torre, Víctor Raúl, Op.cit., Tomo 7, Edic.cit., pág.451.

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