TEORÍA DEL CONOCIMIENTO DEL FILÓSOFO BERTRAND RUSSELL
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
Bertrand Arthur William Russell nació en Trelleck (sudeste de Gales) el 18 de mayo de 1872 y falleció a los 97 años en
su casa, Plas Penrhyn, en Penrhyndeudraeth, País de Gales, Reino Unido, el 2 de febrero de 1970 y tres
días después su cuerpo fue incinerado en Colwyn Bay y sus cenizas esparcidas en
las montañas de Gales.
De familia aristocrática, sus padres fueron John Russell, Vizconde de Amberley; su madre, Katherine Louisa Stanley. A temprana edad quedó huérfano de padre y de madre quedando bajo el amparo de sus abuelos, Lord John y Lady Russell, quienes se preocuparon por su rigurosa formación académica y profesional.
Bertrand Russell
Se casó en cuatro ocasiones, habiendo
sido sus esposas Alys Pearsall Smith,
Dora Winifred Black, Patricia Ellen Spencer y Edith
Finch, llegando a tener solo tres hijos.
A los once años se
entusiasmó por las matemáticas, pasión que lo mantuvo durante toda su
existencia, llegando él mismo a revelar que llegó a la filosofía por las
matemáticas, graduándose en esta disciplina a los veintiún años.
En vida, Russell, pensador prolífico, llegó
a decir al inicio de su Autobiografía: “Tres pasiones,
sencillas pero arrolladoramente fuertes, han gobernado mi vida: el vivo deseo
del amor, la búsqueda del conocimiento y una pena insoportable hacia el
sufrimiento humano. Estas pasiones, como vientos poderosos, me han llevado aquí
y allá, por caminos caprichosos, sobre un océano profundo de angustia,
llevándome al borde de la desesperación.”
Filósofo, escritor, matemático, sociólogo,
lógico, profesor universitario, científico, político y Premio Nobel de
Literatura de 1950, “En
reconocimiento de sus variados y significativos escritos en los que ha luchado
por los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento”. Fue tenaz crítico
de los nacionalismo opresores y regímenes totalitarios y mantuvo de por vida la
independencia de su pensamiento.
Respecto a teoría del conocimiento Bertrand
Russell es agnóstico por convicción en busca de la certeza, y crítico del
idealismo metafísico y de la teoría del materialismo histórico y dialéctico;
propulsor de la filosofía del escepticismo.
Para
Russell es a través de la lógica que se puede constituir el verdadero
conocimiento, o sea, la ciencia matemática. “Era un monstruo de la lógica. Se cuenta que, en cierta
ocasión, Bertrand Russell (1872-1970) defendía que de una afirmación falsa se
puede deducir cualquier cosa. Alguien entre el público le formuló entonces una
cuestión provocativa: si dos más dos son cinco, ¿se sigue de ello que yo soy el
papa? Russell aceptó el desafío y, con una agilidad mental increíble, se sacó
de la manga una ingeniosa respuesta. Si dos más dos son cinco, cuatro es igual
a cinco. Si restamos tres a ambos lados de la ecuación, tenemos que uno es
igual a dos. El Papa y yo somos dos. Como dos es igual a uno, entonces yo soy
el Papa. Cuesta poco imaginar su sonrisa satisfecha después de desarmar
así a su interlocutor”[1].
Es uno de los fundadores de la filosofía
analítica y es el representante más destacado
del neopositivismo moderno con notables aportes al desarrollo de
la lógica matemática moderna. Es el fundador
del neorrealismo y el neopositivismo ingleses, es uno de
los más influyentes y grandes filósofos, epistemólogos, lógicos y matemáticos
del siglo XX; ferviente antinazi y reputado pacifista del siglo XX durante la
Primera y Segunda Guerra Mundial, férreo opositor a la proliferación de armas
nucleares y el que planteó un Tribunal internacional contra los crímenes de
guerra.
Para Russell el método de análisis, que
consiste en descomponer, dividir y diseccionar un todo complejo en sus
elementos o partes más simples, es el único método que permite al ser humano
alcanzar el conocimiento cierto, verdadero o la auténtica verdad y liberado de
especulaciones metafísicas.
Russell considera que el mundo está conformado
por una pluralidad de hechos lógicamente
independientes, y que el conocimiento se origina en los datos de nuestra experiencia directa con ellos.
Caracteriza a la filosofía de Russell un cierto
atomismo lógico: «La filosofía por la cual abogo, ha dicho, es considerada
generalmente como una especie de realismo, y ha sido acusada de inconsistencia
a causa de los elementos que hay en ella y que parecen contrarios a tal
doctrina. Por mi parte, no considero la disputa entre realistas y sus
opositores como fundamental; podría alterar mi punto de vista en ella sin
cambiar mi opinión sobre ninguna de las doctrinas que más deseo subrayar.
Considero que la lógica es lo fundamental en la filosofía, y que las escuelas
deberían caracterizarse más bien por su lógica que por su metafísica. Mi propia
lógica es atómica, y éste es el aspecto que deseo subrayar. Por lo tanto,
prefiero describir mi filosofía corno un 'atomismo lógico' más bien que como un
'realismo', con o sin adjetivo» («Logical Atomism», en Contemporary
British Philosophy, ed. Muirhead, I, 1935, p. 359).
En su teoría filosófica denominado “Atomismo
lógico” nos dice Russell: "La razón de que denomine mi doctrina
"atomismo lógico” es que los átomos a que trato de llegar, como último
residuo en el análisis, son átomos lógicos, no átomos físicos", átomos
lógicos que serán buscados y encontrados a través del análisis lógico de la
proposición.[2]
Russell puntualiza: "La primera
verdad incontestable hacia la que deseo llamar la atención de ustedes es que el
mundo contiene hechos, que son los que son, pensemos lo que pensemos acerca de
ellos, y que hay también creencias, que se refieren a esos hechos y que por
referencia a dichos hechos son verdaderas o falsas".
En la concepción de Russell el
mundo está conformado por una multitud de hechos y una infinita variedad de particulares,
propiedades y relaciones, los cuales constituyen los átomos del mundo. El mundo
consiste en un número finito o infinito, de entidades que se relacionan entre
sí y diversas propiedades y a estas entidades los denomina "un
acontecimiento".
Al respecto Martha Cecilia
Betancur García, Profesora Asistente Facultad de Filosofía y Letras.
Universidad de Caldas, señala: “Los particulares son entes momentáneos que
duran un brevísimo lapso, lo que dura nuestra percepción. Un particular no es
una "cosa” como una mesa o una silla, porque el concepto de una cosa
supone la permanencia y la identidad, de las cuales no tenemos garantía, ni
conocimiento cierto; por ello, un particular es nombrado o señalado por un
nombre propio como "esto”, lo cual implica la presencia directa del
objeto, que constituye lo significado por el nombre. Ese objeto es un
particular, solo en el momento en que es señalado, pues la percepción no puede
dar garantía distinta. Por ello la cosa" es un concepto inferido, una
construcción lógica y no un dato de la percepción. Una propiedad y una relación
son entidades porque se dan en el mundo, pero tienen una naturaleza ontológica
distinta a la de los particulares, pues éstos existen en sí mismos y son
autosubsistentes, mientras que las propiedades y las relaciones siempre se dan
"en" un particular Ahora bien, teniendo en cuenta estas
características de los elementos constitutivos de los hechos, ¿es posible
hablar del conocimiento de esos hechos?, ¿”se da la certeza en ese
conocimiento?; este problema nos conduce al problema del conocimiento”.[3]
En su obra “El conocimiento humano” (1983), Russell afirma: "El objeto central de este libro es examinar la relación entre la experiencia individual y el cuerpo general del conocimiento científico"; también puntualiza: "debemos confesar que el empirismo como teoría del conocimiento es inadecuado", "pero es mejor que todas las anteriores y no tenemos otra cosa". Refiere Russell: “En este libro he intentado abordar, lo más inteligiblemente que he podido, un problema de vasto alcance: ¿cómo es que los seres humanos, cuyos contactos con el mundo son breves, personales y limitados, logran, sin embargo, conocer tanto como conocen? ¿Es parcialmente ilusoria la creencia en nuestro conocimiento? Y si no es así, ¿qué conocernos de otra rnanera que por los sentidos? Puesto que en libros anteriores he abordado algunos aspectos de este problema, me veo obligado a repetir, en un contexto más amplio, el análisis de ciertos asuntos que ya he considerado en otras obras, pero he reducido tal repetición al mínimo compatible con mi propósito”.
“¿Hay en el mundo algún conocimiento tan cierto que ningún hombre razonable pueda dudar de él? Este problema, que a primera vista podría no parecer difícil, es, en realidad, uno de los más difíciles que cabe plantear” señala Russell en “Los problemas de la filosofía”.
“Mientras Russell era un defensor del método científico, el conocimiento derivado de la investigación empírica que es verificada a través de pruebas repetidas, creía que la ciencia solo obtiene respuestas provisionales, y que el progreso científico se construye poco a poco, tratando de encontrar unidades orgánicas considerablemente fútiles”.[4]
Según la concepción russeliana hay dos tipos de conocimiento: el conocimiento de las cosas (directo o por familiaridad) y el conocimiento por descripción.
El conocimiento directo o por
familiaridad es el conocimiento de los objetos a los que se tiene acceso
directo mediante la percepción y de cuyos objetos
"somos directamente conscientes sin mediación de ningún proceso de
inferencia ni de ningún conocimiento de verdad". El conocimiento
por descripción es el conocimiento de un objeto al que no se tiene acceso
mediante una descripción definida que busca
referirse unívocamente al mismo.
Según la concepción russeliana los
conocimientos se originan en las percepciones, en los hechos que experimentan
los sujetos; es el experimento lo que le permite al sujeto conocer, pero las percepciones difieren en función de
los conocimientos previos del sujeto. El hecho percibido por el sujeto se
constituye en un estímulo para sus órganos sensibles.
El filósofo Bertrand Russell en una de sus obras afirmó: "la teoría del conocimiento, de la que me he ocupado muy por extenso, tiene cierta subjetividad esencial; dicha teoría pregunta ¿cómo conozco yo? e inevitablemente toma su punto de partida de la experiencia personal. Sus datos son egocéntricos, lo mismo que los primeros estadios de su argumentación".
Para Russell la experiencia es el punto de partida de donde nacen el conocimiento y el lenguaje, la experiencia no es un método para la comprobación de los enunciados proposicionales.
“Debemos por lo tanto admitir, decía Russell, que hay un conocimiento general no derivado de los sentidos, y que parte de ese conocimiento no se obtiene por inferencia sino que es primitivo. Tal conocimiento general ha de encontrarse en la lógica. Ignoro si existe algún conocimiento semejante no derivado de la lógica”.
Refiere, asimismo: "En todo problema filosófico, nuestra investigación parte de lo que podríamos llamar datos, con lo cual quiero decir materia del conocimiento común, [...]. De esta manera nos vemos conducidos hacia una distinción un tanto vaga entre lo que podríamos llamar datos «duros» (hard) y datos «blandos» (soft). [...] Llamo datos «duros» (hard) a los que resisten la influencia disolvente de la reflexión crítica, y «blandos» (soft) a los datos que bajo la acción de este proceso, se vuelven más o menos dudosos a nuestra mente. Los datos más duros entre los duros, son de dos clases: los hechos particulares de los sentidos y las verdades de la lógica. [...] Debemos, además, recordar que la distinción entre datos duros y blandos es psicológica y subjetiva, de manera que si hay otras mentes distintas de las nuestras —lo cual, por el momento, debe ser mantenido en duda— el catálogo de los datos duros puede ser para ellas distinto de lo que es para nosotros."
Conocimiento
directo y conocimiento por referencia[5]
Esta distinción es
fundamental para comprender la teoría del conocimiento de Russell, a la vez que
tiene consecuencias en su filosofía del lenguaje. La caracterización inicial
del propio autor de ambas clases de conocimiento aparece en Los problemas de la
filosofía en los siguientes términos:
1. Conocimiento
directo: “tenemos conocimiento directo de algo cuando sabemos
directamente de ello, sin el intermediario de ningún proceso de inferencia ni
de ningún conocimiento de verdades”.
2. Conocimiento por
referencia: es el conocimiento que se puede construir a partir del conocimiento
directo, combinándolo, mezclándolo, deduciendo, infiriendo… Dice Russell:
“Conocemos una referencia (o descripción) y sabemos que hay un objeto al cual
se aplica exactamente, aunque el objeto mismo no nos sea directamente conocido.
En este caso decimos que el conocimiento del objeto es un conocimiento por
referencia”.
Russell establece
un principio general de su teoría del conocimiento, con el que en cierta manera
se aproxima al empirismo: “Todo nuestro conocimiento, lo mismo el conocimiento
de cosas que el de verdades, se funda en el conocimiento directo”. Sin embargo,
va mucho más allá de los principios empiristas al aceptar que el conocimiento
directo es mucho más que los meros datos de los sentidos o, como las llamaría
Hume, las impresiones: “[…] todo conocimiento de verdades exige, como lo
mostraremos, el conocimiento directo de cosas que poseen un carácter
esencialmente diferente de los datos de los sentidos: los objetos que se
denominan generalmente «ideas abstractas», pero que nosotros denominaremos
«universales».” (Bertrand Russell, Los problemas de la filosofía)
El conocimiento
directo, en consecuencia, va mucho más allá de los datos que recibimos a través
de los sentidos en el momento actual. Russell comienza ampliando el
conocimiento directo por medio de la memoria: si en el pasado se ha conocido
una verdad a través de la observación, no es necesario repetir esa observación
para aceptar la validez de ese conocimiento. La memoria nos ayuda a conocer el
pasado, y el recuerdo es también una forma de conocimiento directo. Una
consideración similar habría que hacer de la introspección y la conciencia: el
ser humano no sólo conoce, sino que sabe que conoce, es decir, somos
conscientes de nuestros sentimientos y pensamientos. Además, en esta ampliación
del conocimiento directo incluye Russell los universales, de los que hablaremos
más adelante. Con esto, su distancia frente al empirismo de Hume es notable, en
tanto que acepta la validez de las ideas abstractas e incluso afirma la
posibilidad de conocerlas directamente.
En cuanto al conocimiento
por referencia, Russell toma como ejemplo los objetos físicos convertidos
en concepto o aquellas realidades cuya existencia nos resulta conocida, pero de
las que no tenemos un conocimiento directo. Aparecen aquí algunas condiciones
que vienen dadas por la filosofía del lenguaje de Russell: el conocimiento por
referencia suele expresarse a través de descripciones. Supongamos el siguiente
ejemplo: “el presidente de Nueva Zelanda”. Lo más probable es que no tengamos
conocimiento directo de quién es el presidente de este país, y sin embargo
conocemos su existencia. En el lenguaje y en el conocimiento cotidiano,
utilizamos muchas descripciones y basamos parte de nuestro conocimiento en este
“conocimiento por referencia”.
La tesis central de Russell es la siguiente: el conocimiento por referencia es indispensable para nuestra vida; nos permite ir más allá de nuestra propia experiencia. Sin embargo, eso no legitima cualquier clase de conocimiento abstracto, universal o imaginativo: el conocimiento por referencia ha de poder reducirse o explicarse en función del conocimiento directo. Cuando queremos revisar el conocimiento por referencia estamos pidiendo pruebas, datos empíricos, de la memoria o de la conciencia que permitan dar validez a ese conocimiento indirecto.
OBRAS PUBLICADAS DE BERTRAND RUSSELL
Russell es autor de más de sesenta obras
publicadas, entre ellas cabe mencionar a las siguientes:
1. 1. La
socialdemocracia alemana (1896),
2. Un ensayo sobre los fundamentos de la geometría (1897),
3. Exposición crítica de la filosofía de Leibniz (1900),
4. Principios de matemáticas (1902),
5. Sobre la denotación (1905),
6. Los elementos de la Ética (1910),
7. Ensayos filosóficos (1910),
8. Los problemas de la filosofía (1912),
9. Nuestro conocimiento del mundo externo (1914),
10. Principios de reconstrucción social (1916),
11. Ideales políticos (1917),
12. Los caminos propuestos a la libertad: Socialismo, anarquismo y sindicalismo (1918),
13. La filosofía del atomismo lógico (1918),
14. Introducción a la filosofía matemática (1918),
15. Práctica y teoría del bolchevismo (1920),
16. Análisis del espíritu (1921),
17. El problema de China (1922),
18. El ABC de los átomos (1923),
19. Sobre la vaguedad (1923),
20. Ícaro o el futuro de la ciencia (1924),
21. Cómo ser libre y feliz (1924),
22. El ABC de la relatividad (1925),
23. Lo que yo creo (1925),
24. Sobre la educación especialmente en la infancia temprana (1926),
25. Análisis de la materia (1927),
26. ¿Por qué no soy cristiano? (1927),
27. Bosquejo de filosofía (1928),
28. Ensayos escépticos (1928),
29. Misticismo y Lógica (1929),
30. Matrimonio y moral (1929),
31. Vieja y nueva moral sexual (1930),
32. La conquista de la felicidad (1930),
33. La perspectiva científica (1931),
34. La educación y el orden social (1932),
35. Los límites del empirismo (1935),
36. Un nuevo análisis social (1938),
37.Libertad y organización 1814-1914 (1934),
38. Elogio de la ociosidad (1935),
39. Religión y ciencia (1935),
40. ¿Qué camino hacia la paz? (1936),
41. Los documentos de Amberley (1937),
42. El poder en los hombres y en los pueblos (1938),
43. Poder: Un nuevo análisis social (1938),
44. Investigación sobre el significado y la verdad (1940),
45. Cómo convertirse en filósofo (1942),
46. Cómo leer y entender la historia (1943),
47. El valor del libre pensamiento (1944),
48. Historia de la filosofía occidental (1945),
49. El conocimiento humano. Su alcance y sus límites (1948),
50. Autoridad e individuo (1949),
51. Ensayos impopulares (1950),
52. Nuevas esperanzas para un mundo en transformación (1951),
53. El impacto de la ciencia en la sociedad (1952),
54. Satán en los suburbios (1953),
55. Pesadillas de personas eminentes (1954),
56. Sociedad humana, ética y política (1954),
57. Retratos de memoria y otros ensayos (1956),
58. Lógica y conocimiento (1956),
59. Sentido común y guerra nuclear (1959),
60. El impacto de la ciencia sobre la sociedad (1952),
61. La evolución de mi pensamiento filosófico (1959),
62. Los escritos básicos de Bertrand Russell (1961),
63. Hecho y ficción (1961),
64. ¿Tiene el hombre futuro? (1961),
65. Victoria pacífica (1963),
66. Autobiografía (1967-1969),
67. Mi desarrollo filosófico (1959),
68. Crímenes de guerra en Vietnam (1967).
FUENTE BIOGRÁFICA
Russell, Bertrand. El conocimiento humano. Ediciones Orbis, S.A., 1983, Barcelona, España.
Bertrand Russell,
https://es.wikipedia.org/wiki/Bertrand_Russell#Teoria_del_conocimiento.
Martha Cecilia Betancur García,
en su artículo “Russell: Teoría del mundo y del conocimiento”. Novum Año 5 No.
11.
Russell. Bertrand. La Filosofía
del Atomismo Lógico. En: Lógica y conocimiento Madrid: Taurus, 1981, p-252.
Francisco Martínez Hoyos,
Bertrand Russell, el filósofo de la paz.
https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20200202/473227387217/bertrand-russell-filosofo-pacifismo.html
“Logical Atomism”,
en Contemporary British Philosophy, ed. Muirhead, I, 1935.
[1] Francisco Martínez Hoyos, Bertrand Russell, el
filósofo de la paz.
https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20200202/473227387217/bertrand-russell-filosofo-pacifismo.html
[2] RUSSELL. Bertrand. La Filosofía del Atomismo Lógico. En: Lógica y conocimiento Madrid: Taurus, 1981, p-252.
[3] Martha Cecilia Betancur García,
en su artículo “Russell: Teoría del mundo y del conocimiento”. Novum Año 5 No.
11.
[4] Bertrand Russell,
https://es.wikipedia.org/wiki/Bertrand_Russell#Teoria_del_conocimiento.