BLANCA LEONOR VARELA GONZALES (1926-2009),
NOTABLE POETISA PERUANA
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
Notable poetisa peruana, considerada como una de las voces poéticas más importantes del género en América Latina. Gran parte de su vidas se dedicó al periodismo y la traducción y colaboró con muchas revistas y diarios nacionales e internacionales.
Estudió Letras y Educaión en la UNMSM de Lima (1943), Entabló amistad con destacados artistas, entre ellos Sebastián Salazar Bondy, Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren, Fernando de Szyszlo, Emilio Adolfo Westphalen, Octavio Paz, Julio Cortázar, Ernesto Cardenal, Jean-Paul Sartre, Simón de Beauvoir, Carlos Martínez Rivas, Henri Michaux, Alberto Giacometti, Carlos Germán Belli, Ricardo Silva Santisteban, Julio Ramón Ribeyro, entre otros. Se casó en primeras nupcias con el pintor Fernando de Szyszlo.
En 1996 recibió la Medalla Internacional Gabriela Mistral, conferido por el gobierno de Chile. Llegó a ser secretaria general del Centro Peruano del PEN Club Internacional y representante en Lima, Perú, de la Editorial mexicana Fondo de Cultura Económica (1974 y 1997).
Por sus aportes a la cultura peruana fue condecorada con Medalla de Honor por el Instituto Nacional de Cultura del Perú y recibió los premios: Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo (2001), III Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca Ciudad de Granada (2007) y XVI Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2007). Es autora de las obras siguientes: Ese puerto existe (1959), Luz de día (1963), Valses y otras falsas confesiones (1972), Canto villano (1978), Camino a Babel (Antología ) (1986), Poesía escogida 1949-1983 (1986), Como Dios en la nada (1949 – 1999), Ejercicios materiales (1993), El libro de barro (1993)y Concierto animal (1999). Muchas de sus obras han sido traducidas a varios idiomas.
CANTO VILLANO
y de pronto la vida
en mi plato de pobre
un magro trozo de celeste cerdo
aquí en en mi plato
observarme
observarte
o matar una mosca sin malicia
aniquilar la luz
o hacerla
hacerla
como quien abre los ojos y elige
un cielo rebosante
en el plato vacío
rubens cebollas lágrimas
más rubens más cebollas
más lágrimas
tantas historias
negros indigeribles milagros
y la estrella de oriente
emparedada
y el hueso del amor
brillando en otro plato
este hambre propio
existe
es la gana del alma
que es el cuerpo
es la rosa de grasa
que envejece
en su cielo de carne
mea culpa ojo turbio
mea culpa negro bocado
mea culpa divina náusea
no hay otro aquí
en este plato vacío
sino yo
devorando mis ojos
y los tuyos
Una anécdota: durante uno de los festivales internacionales de poesía de la ciudad de Medellín, organizados por Fernando Rendón y Ángela García, Blanca fue invitada a leer poemas en un inseguro barrio de las afueras, todavía dominado a fines de los ochenta por la violencia y la guerrilla. A la lectura asistieron unos encapuchados armados. Al final uno de ellos se acercó y sacó de una bolsa otra, donde venía cuidadosamente envuelta la edición inconfundible de Canto villano que se había publicado en México. Era evidente que el libro había sido leído muchas veces. El encapuchado le pidió a Blanca que se lo firmara sin dedicárselo. Así lo hizo ella, y el hombre vestido de verde desapareció. Poco después vio acercarse a un estudiante sin máscara que llevaba en la mano el libro que Blanca acababa de firmar. Se despidió de ella con un beso y una sonrisa. Esta anécdota transluce algo del alma generosa de Blanca, poeta, lectora, alentadora de jóvenes poetas, editora, ciudadana y gran señora de la palabra y el silencio, guardia celosa del lugar del canto.[1]
[1] Adolfo Castañón, artículo “Blanca Varela” (1926-2009). https://letraslibres.com/revista-espana/blanca-varela-1926-2009-2/